Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre ambos por yaoiana

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias a todos y todas por sus ánimos, en especial a:

 

-        akron

-        kela1982

-        seira00

-        anitaecu

Por dejarme un mensaje de ánimo para continuar con este fanfic.  Aquí les hago entrega de la segunda parte, la cual, también estoy subiendo en Wattpad.

La actualización es quincenal, si avanzo con la escritura, tal vez cambié las actualizaciones a semanal.  De nuevo, mil y mil gracias por su lectura activa y sus mensajes. Un abrazo.

CAPÍTULO 2: LA FUERZA YOKI

 

 

−       No, no, espera - comenzando a molestarse- ¿ Y Kagome y Rin?, ¿ qué pasará con ellas? -  angustiado.

 

−       Están muertas, Inuyasha - espetó con frialdad.

 

−       ¿ Cómo te atreves, maldito? - gruñó furibundo el menor.

 

−       Escucha Inuyasha – intentó conciliar Sesshoumaru- no porque veas esas clases implica que te vas a casar, ve con Miyuki y cuando acabes, te lo explicaré.

−       Más te vale que sea creíble, Sesshoumaru – pronunció con seriedad Inuyasha y luego siguió a la mujer.

 

−       Amo bonito, ¿cree que fue buena idea traer a Inuyasha?

−       No lo sé, Jaken.

 

−       Comprendo y amo… - titubeando si debía hacer la pregunta-  ¿qué fue lo que sucedió hace un momento-.

−       Obtienes la misma respuesta - mencionó para levantarse del comedor e irse de la estancia. 

 

Organizó varios asuntos con sus generales, algunas estrategias y posibles riesgos. Tras la muerte de Kirinmaru, los terrenos de este youkai habían estado en disputa, trayendo consecuencias en los alrededores.  Su idea, era poder poner fin a ese peligro, volviéndose amo y señor de esos terrenos.  La ayuda de Inuyasha era fundamental. 

 

Un tanto curioso, subió a la biblioteca y se quedó en la puerta observando las clases de su hermano.  Inuyasha caminaba despacio con una pila de quince libros sobre su cabeza.

−       Es demasiado lento, con más velocidad- gritaba la mujer.

 

−       Vieja loca, ¿cómo puedo hacerlo con esos libros encima? – gruñó.

 

−       Oh, lord Sesshoumaru, ¿ quiere hacernos una demostración?

 

−       Oh si amo bonito, muéstrenos sus capacidades - dijo Inuyasha imitando la zalamería de Jaken. 

 

Aquel gesto le pareció divertido, pero no lo expresó.  Se ubicó en la mitad del cuarto y al sentir los libros en su cabeza, se movió de forma ágil y rápida, sin dejar caer ninguno. Inuyasha lo miraba con atención, escudriñando alguna pista para hacerlo bien.

 

−       Lo intentaré de nuevo - fue lo único que dijo el menor mientras volvía a caminar con los libros.  La meta era caminar desde la ubicación suya  hasta Miyuki y devolverse.  En aquel proceso, Inuyasha dejó caer un solo libro pero llegó con la mujer, sin embargo, al momento de devolverse y llegar a la meta, tropezó con el libro en el suelo y cayó sobre Sesshoumaru.

 

Sus ojos se posaron sobre los del hanyou, el cuerpo de Inuyasha sobre el suyo y esa cercanía, hicieron que su inu interior palpitara; no obstante, algo más había pasado y es que el yoki de su hermano también había reaccionado.  Se contemplaron un momento más, aquellos pálpitos efervescentes comenzaban a taladrarle los oídos y solo fue hasta que Miyuki habló, que pudo abstenerse.

 

−       Creo que por hoy dejaremos allí, mañana regresaré y espero más disposición de su parte - amenazó al menor.

 

−       Ehh… si, mañana - comentó el menor mientras se paraba como un resorte y salía con prontitud del cuarto. 

 

Por su parte, se levantó con elegancia y agradeció el sobre-esfuerzo que hacía la dama.  Para su sorpresa, la mujer había disfrutado de aquella instrucción, pues le llamaba la atención la rebeldía del menor.  

No supo con certeza si ese interés le desagradó, al parecer, debía enviar a Jaken a acompañar a su hermano en cualquiera  de las clases. 

 

En la noche, el menor no quiso bajar a comer, aquella actitud le extrañó y por ende, subió a la recámara. Allí lo vio en el balcón sentado abrazando sus piernas.

−       ¿ Por qué no bajaste a comer?

 

−       ¿ Qué fue eso, Sesshoumaru?

 

−       Debes ser más explícito, Inuyasha.

 

−       No me tomes por tonto - molesto-  ¿qué sucedió cuando caí encima de ti?, ¿ por qué mi yoki reaccionó con el tuyo?

 

−       Se escapa de mi conocimiento - dijo con sensatez. 

 

−       ¿ Es… normal?, ¿ qué significa? - expresó con angustia.

 

−       Si te hace estar tranquilo, lo voy a consultar, tampoco lo comprendo. 

 

Aquello pareció calmar un poco a su hermano, su postura no estaba tan a la defensiva.  Se recostó en la pared al otro extremo del balcón y guardó silencio un momento, estaba buscando las palabras indicadas para iniciar.

 

−       En el mundo youkai, lo más importante es el poder y el linaje, por eso entre más sangre pura existan, más probabilidades hay de que una casta perdure en el tiempo.  Es por eso que los grandes Daiyōkai en busca de crecer su imperio y poder, procuran la manera de tener varias crías, por eso se tiene permitido que tengan varias parejas. 

 

−       Mhm... - pensativo- ¿ es por eso qué padre buscó a mi madre aun estando con la tuya?

 

−       Supongo que padre quedó cautivado con tu madre, porque de un humano y un Daiyōkai, jamás habrá un pura sangre.

 

−       Solo se obtiene un hanyou - dictaminó Inuyasha, pues desde pequeño sabía aquello- ¿tuviste a otras mujeres? 

 

−       Nunca fue algo sólido, en ese entonces mi propósito era ser más fuerte que padre. 

 

−       ¿Y con Rin?, ¿la engañaste? - indagó mientras lo miraba serio. 

 

−       No, siempre respeté sus deseos.

 

−       Comprendo - suspirando- ¿ por qué nunca quiso quedarse aquí en el palacio?  

 

−       Porque el mundo youkai la abrumaba; respeté su decisión de vivir entre humanos y por eso intentaba visitarla con frecuencia. 

 

Su hermano guardó silencio y miró un rato más por el balcón. Aquel silencio no fue incómodo, es más, ambos reorganizaban sus ideas. Sin más, se retiró del recinto y dejó a Inuyasha sumado en sus pensamientos. 

 

En la noche, su nariz pudo percibir el olor del hanyou por fuera del palacio, específicamente, en el límite donde empezaba el gran bosque.  Una extraña agonía le invadió en el vientre, sin embargo, no hizo nada para detenerlo… no era quién para retener al menor. 

Algo intranquilo, solo pudo volver a su estado estoico y sereno, cuando la esencia del menor estaba de nuevo en el cuarto; olvidaba lo rebelde y libre que era su hermano, tal vez por eso había dado un paseo por el bosque.

 

A la mitad de la semana de entrenamiento, Inuyasha ya había logrado caminar con elegancia, sin perder su característico toque rebelde.  También pulió un poco sus modales, sin dejar de ser el altanero de siempre… al parecer su hermano menor había heredado la excentricidad de su padre. 

Si bien Jaken era quién supervisaba aquel primer entrenamiento, él también presenciaba algunos encuentros.  Gozaba interiormente con la frustración de Inuyasha, con los regaños de Miyuki y las quejas de Jaken. 

 

En una de las ocasiones en la que no pudo estar, Inuyasha entró pateando la puerta de su estudio.  Iba a reñir cuando el menor se expresó preocupado: - Tu sapo está en peligro.

Sin hacer énfasis en el déspota comentario de Inuyasha, lo siguió y cuando llegaron a la sala, observaron a Jaken bastante mal y de un tono más amarillento. 

 

−       Amo bonito, creo que hasta aquí lo acompaño.

 

−       Deja el show feo verde, mejor saca tu lengua. 

 

−       ¿Ni a punto de morir vas a dejar de molestarme, Inuyasha? - dijo con cansancio el demonio.

 

−       Solo haz lo que te digo, quiero observar algo.

 

Miró a su sirviente, transmitiendo que hiciera lo que su hermano pedía. Con algo de reticencia, Jaken abrió su boca e Inuyasha metió uno de sus dedos.  Vio a su hermano inspeccionar la saliva con sus dedos, buscando el origen del malestar de Jaken.

 

−       Creo que sé que puede ser, quédate con él, traeré algunas plantas. 

 

−       No voy a tomar nada que me des. 

 

−       Cállate, luego me lo agradecerás - dijo mientras salía disparado por uno de los balcones.

 

−       Amo- dijo el youkai llamando la atención del peli plata-  usted me recuerda a su padre.

 

−       Explícate- inquirió. 

 

−       Porqué ha quedado prendado de la belleza que desciende de la señora Izayoi. 

 

−       ¿Qué insinúas, Jaken?

 

−       Que su yoki está reaccionando por Inuyasha - especificó- ¿sabe, amo?, no creo que esté mal en que usted se junte con el tonto de Inuyasha.  Si bien es mitad bestia, aparte de usted y de la señora Irasue, es el único con sangre de inuyokai.  Podrían tener una fuerte descendencia.

 

−       Jaken, estás tomándote atribuciones muy fuertes - expresó con furia Sesshoumaru.

 

−       Discúlpeme amo, pero su fiel sirviente no quiere irse de este mundo dejándolo solo.  Sé que quería a la señorita Rin, pero los humanos son frágiles y efímeros.  La sangre inuyokai perdura por varios siglos en el mundo y usted debe pensar en un ser que comparta esa longevidad con usted…  Tanto usted como Inuyasha tuvieron descendientes, las señoritas son seres fuertes, pero una criatura con su sangre pura y la mitad de Inuyasha, puede dar como resultado un mitad bestia fuerte o incluso, un inuyokai completo. 

 

−       Jaken, fingiré que no has dicho nada y lo atribuiré a tu enfermedad. 

 

Cuando el demonio más viejo iba a argumentar, Inuyasha entraba por la puerta con una vasija pequeña de la cual salía humo.

 

−       Inclínalo Sesshoumaru, necesito que se tome este brebaje.

 

Accedió a la petición del menor; inclinó a su sirviente y le dio a beber del tazón.   Al inicio, Jaken tosió, pero a medida que ingería la bebida, su color iba reponiéndose.  

 

−       ¿Qué es? - preguntó curioso el Daiyokai. 

 

−       Es una mezcla entre caléndula, romero y ortiga.  Ayuda a aliviar los dolores o insuficiencias.  La saliva y el color de Jaken indican que tiene baja las defensas o algo relacionado con la sangre. 

 

−       Mmm… ¿dónde lo aprendiste? - indagó curioso.

 

−       Vivir con la anciana Kaede y tener una esposa sacerdotisa, ayudaron en eso - dijo con simpleza- siempre me enviaban a buscar las plantas que necesitaban. 

 

−       Comprendo.

 

−       Mira, ya el renacuajo se ve mejor.

 

Llamó a otras mucamas para que se encargaran de los cuidados de Jaken, no obstante, las palabras de su sirviente le habían calado en lo más profundo de su mente.  ¿Qué él había quedado prendado de Inuyasha?, era una tontería. Pero tampoco podía negar la sensatez del demonio, al decir que su hermano era el único que tenía sangre de inu, a parte de su madre. 

 

−       Inuyasha - lo llamó-.

 

−       ¿Qué quieres? - preguntó curioso. 

 

−       Vamos al estudio.

 

Caminaron hasta el lugar que se encontraba lleno de documentos y pergaminos.  Buscó lo que necesitaba y lo extendió en la mesa.

 

−       Son unas recetas antiguas, que traen procesos de medicina, creo que puedes complementar lo que sabes con esto.

 

−       Mhm… - dijo mirándolos- no entiendo nada.

 

−       ¿No sabes leer?- un tanto sorprendido. 

 

−       Sé leer letra humana, pero esto parece diferente - analizando-. 

 

−       Es youkai antiguo- puntualizó. 

 

−       No sé leerlo - aclaró.  

 

−       Todo lo que ves aquí está escrito en ese idioma, deberás aprenderlo.  Yo te enseñaré.

 

−       Pero debes tener paciencia, sino, nos mataremos aquí a golpes. 

 

−       Solo no abuses.

 

Aquella noche se quedó explicándole los grafemas y fonemas básicos a Inuyasha. Veía la dificultad del menor al momento de escribir con kanjis, algunas letras del idioma. Le tomó la mano un tanto desesperado y le ayudó a trazar en el papel.

Disimuló muy bien, pero al tocarlo sintió una extraña descarga eléctrica por su cuerpo.

 

−       Creo que es todo por hoy, mañana empezarás tu entrenamiento de estrategia y combate con el general Akamu.

 

−       Por fin algo entretenido- comentó emocionado.

 

−       Solo comportarte con él.

 

−       Bien, evitaré hacer destrozos - gruñó- me voy, buenas noches.

 

−       Buenas noches, Inu...yasha - pronunció casi saboreando las sílabas de ese nombre. Debía buscar en los libros antiguos e indagar que le estaba pasando a su demonio interior.

 

A la mañana siguiente, observó desde el balcón, el recibimiento que su general le daba a Inuyasha.  Aquel demonio tenía una armadura similar a Naraku, hecha con huesos duros que servían como defensa, su cabello al igual que su barba, de un tono negro azul y unas pobladas cejas.  Su cuerpo le daba la facilidad de crear armas hechas de hueso y también podía estirar su cuerpo.

Sesshoumaru podía estar tranquilo y viajar, porque su general era igual de confiable que Jaken, defendería las tierras y el castillo con su vida de ser necesario.

La primer prueba, fue un combate cuerpo a cuerpo, su hermano no batalló mal, no obstante, el combate en la guerra era más que dar golpes en todas las direcciones… se necesitaba técnica y saber los puntos débiles del cuerpo para dejar al contrincante discapacitado. 

 

Su hermano quedó fuera del combate en unos 30 minutos, con el rostro y un brazo lastimado. Aun así, su general aceptó entrenarlo porque veía gran potencial.

 

–       Te daremos una demostración de técnica, Inuyasha - dijo el general con su gruesa voz- acérquese a la arena, lord Sesshoumaru.

 

Observó la cara expectante del menor, así que aceptó y con un grácil movimiento llegó al lugar. La batalla dio inicio, ambos seres se golpeaban con mucha energía y potencia, pero como si fuera una danza, esquivaban con agilidad los golpes.

Si bien estaba concentrado, sus ojos no se perdían de la expresión animada del hanyou. Inuyasha se veía eufórico, como si la lucha hiciera falta en su vida.

 

El combate terminó en empate, pero con un mitad bestia sumamente emocionado. 

Al otro día, Inuyasha se presentó temprano y curado. Akuma le enseñó varias técnicas que práctico por varios días para dominarlas. No obstante, un día mandó su excusa con Mikado porque no se podía presentar al entrenamiento porque no se sentía bien. Eso le pareció sumamente extraño y no le dio importancia hasta que en la noche, el olor a humano invadió el palacio… era luna nueva.

 

Tocó la puerta varias veces, pero al no obtener respuesta, entró a la fuerza. Cuando sus ambarinos ojos lo vieron, se sorprendieron al ver una silueta de cabellos negros en la cama.

 

−       No te acerques, Sesshoumaru maldito - dijo con una voz armoniosa.

 

−       Si me hubieras recordado no habría entrado.

 

−       ¿Crees que me voy a ir exponiendo así cuando estoy rodeado de youkais? - dijo buscando.

 

−       Aquí estás seguro.

 

−       No me confío en nadie cuando estoy así…

 

Con cautela se acercó a paso lento hasta el menor. Lo vio algo tenso pero cuando se sentó a su lado, notó que se relajó un poco.

Miró sus hebras color noche, sus ojos profundos color carbón, su piel tersa, largas pestañas y perfiladas cejas. A su mente llegaron las palabras de su sirviente " a su padre y a usted los atrapó la belleza de la señora Izayoi". 

Tal cual, Inuyasha era hijo digno de esa mujer, incluso, por más que hubiera amado a Rin, debía admitir que Inuyasha era mucho más bello y agraciado. 

 

¿Acaso era esta misma magia o atracción por la cual su padre decidió enviar todo al carajo?, se veía tentado a descubrir eso, así que con su pulgar, acarició en labio inferior de su hermano.

 

–       Se… Sesshoumaru, ¿qué haces? - comentó abstraído.

 

¿Qué hacía?, tampoco lo sabía, su demonio interior era quien actuaba. Se inclinó un poco más, buscando la cercanía para husmear esos labios.

 

–       Detente, Sesshoumaru, no vayas hacer algo de lo que te arrepentirás luego.

 

¿Arrepentirse?, tal vez, en este momento no pensaba en consecuencias. Su instinto controlaba su cuerpo, por eso tomó un poco fuerte a Inuyasha del mentón y posó sus labios con fiereza. Su lengua entró con brusquedad en aquella boca que se negaba a corresponder. 

Poco a poco y contra la voluntad de su hermano, lo recostó en la cama, pasando ahora a comerse su cuello.

 

–       Para… para… Sesshoumaru- exclamaba el menor, intentando combatir con sus palabras, porque con la fuerza de un humano, no lo lograría-  piensa… piensa en Rin.

 

Rin… la mención de ese nombre lo volvió a la realidad. Se separó de Inuyasha, viendo su rostro un poco asustado aunque con sus ojos y mejillas de color carmín. 

Se levantó y salió del cuarto, si decir una sola palabra. No había nada por decir y entendía si el menor se iba.

 

Molesto como estaba, salió del palacio y en el cielo se transformó en el gran perro demonio. Tenía ganas de destruir y dejar salir esa frustración que crecía dentro de su vientre.

Llegó a uno de los territorios desalojados de Kirinmaru, y allí destruyó todos los demonios que se le atravesaban hasta el amanecer. 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).