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Gracias por quedarte conmigo. por Heiko

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen.

Ella.

Envolví su cuerpo en las más finas telas que pudiesen existir, acaricie sus mejillas con mis manos manchadas de sangre, sangre de aquel que le arrebató su vida. Besé sus labios, humedecido por las lágrimas que no pude contener. Le admire, sonreí y susurre, que por favor… me perdonara. Arrodillado a su lado, solos en una habitación rodeado de la peor tormenta cubriendo los cielos, yo… le pedí perdón, por todo y por nada, por sus sufrimientos y por sus alegrías, por su muerte y por su vida… le pedí perdón, porque no puedo acompañarle, no puedo ir a donde mi amado hermano va… le pedí perdón, porque ahora y definitivamente, nos separemos por y para siempre.

Cubrí su rostro y deje, que su viaje iniciara. Que su cuerpo ardiera en aquel fuego mientras que todo a nuestro alrededor, se cubría por la lluvia de mi tristeza. Llore hasta que desapareció, pero no desapareció la tristeza de su partida.




No importa que, siempre una fina lluvia cubría el reino. Todos sabían el por qué, pero no me lo reprochaban, ya estaban acostumbrados a mi nostalgia. Es egoísta de mi parte, pero quiero demostrarle cuanto me importa, cuanto le quiero a pesar de todos mis errores, quiero que observe cuán miserable es la vida que tengo, desde que no está a mi lado.

Salir a pasear a los alrededores era caminar por el barro, los jardines se transformaron en lagunas, la humedad era refrescante en verano, pero llegado el invierno, todos, absolutamente todos terminaron por odiarme. El clima frío era monótono, todos usaban gruesas capas, tuvieron que idear formas ingeniosas para sacar el agua que se excedía por todos lados. Todos, absolutamente todos ya estaban cansados de mí. Miradas de rencor, miradas incrédulas de que un Rey tan fuerte, permaneciera sentado en el trono sin que nada del mundo, le parece motivo suficiente para vivir.

El regreso de Jane fue una alegría para los demás Asgardianos, fue la esperanza de tener un clima en el cual puedan sembrar, criar animales, tener tierras firmes en donde construir… pero el regreso de Jane, causó que la sutil lluvia fuese más intensa, porque al verla, pude imaginar el sufrimiento de mi hermano.

Pero ella susurro mi nombre, tomo mi mano y me sorprendió, de que su tacto fuese cálido. Levante la mirada, la admire, tarde en decidir cuál sería la mejor decisión, pero ya estaba quebrado, todo estaba arruinado… tan solo necesitaba que alguien simpatice conmigo y con mi dolor. Desesperado abrace a mi amiga, la considero mi amiga, por lo que ella debe entender por lo que estoy pasando, ella debe compartir mi angustia, no debe cuestionar el por qué siempre llueve y el porqué, ya no soy el mismo.

En privado, le confesé que no he logrado verle en sueños, que no siento su presencia aun en sus posesiones más personales, nada, es como si nunca hubiese en verdad, existido. Todo lo que tengo recuerdos de discusiones, de sus miradas llenas de odio, de sus intentos por ganarse el aprecio… su sacrificio, el sonido de su cuello y la imagen de su cuerpo en el suelo, solo eso tengo, eso es lo que me acompaña cada vez que quiero recordarle.

Nadie le sorprende que Jane decidiera quedarse aquí, menos que intente que me levante del trono y que salga a los alrededores del castillo, pero llegado a esos límites, tan solo están los lagos, enormes acumulaciones de agua en la cual, solo prosperan algunas aves y algunas plantas acuáticas. El panorama es desolador.

Jane me hacía sentir incómodo, me hacía recordar que seguía aquí… que tenía que seguir viviendo. Jane usaba su presencia para aliviar mi soledad, no supe cómo, tal vez porque soy un tonto, ella y yo… ella y yo… Todo el reino se alegraba cuando escasamente habían algunos días de sol, Jane se alegraba porque pensaba que ella me hacía feliz, pero… tan solo me hacía feliz no sentirme solo. En las noches, cuando acariciaba su piel, nunca pude evitar extrañar aquella piel fría y delicada que se teñía de un color blanco, tan puro que era un pecado, tan siquiera tocar. Pero mi error, originó otro aún más grave error.

“Estoy embarazada”

No supe qué cara poner, un hijo era una alegría, pero un hijo era tristeza también. Mire su vientre, por su puesto que no se le notaba, por supuesto que pronto crecería. Desde que me lo dijo, no la volví a tocar, regresé a mi trono y la lluvia, tuvo ribetes extraños, demasiados variables en fracción de segundos porque así era como me sentía, confundido, lo estuve hasta que mi hijo nacio.

Espere afuera, hasta que escuche un llanto que calaba profundo en mis instintos protectores, no espere mucho, no pude esperar más, las mujeres me regañaron, pero las ignoré, tan solo me interesaba aquel bebé… mis manos dejaron caer el presente que le iba a dar a Jane, mis manos temblaron ante la imagen que nunca, hasta el día de hoy, puedo concebir como real.

“Es un niño, felicidades mi Rey”

Jane sonrió cansada, extendió sus brazos para solicitar que se lo entregara y que lo dejaran sobre su pecho, estaba lista para acunarlo y observar de cerca, pero ahí estaba yo, robándole aquel primer contacto. Tan solo tomé al pequeño y me acerque con él, a la ventana. Mi hijo seguía llorando inquieto, enfadado por estar en una habitación no tan cálida. Su cuerpo estaba cubierto de sangre pero, aun así, pude adivinar qué tan pálida era su piel. Su escaso cabello negro… fue el que terminó por destruirme, termino por hacerme vivir otra vez. Rápidamente, me ofrecí para limpiarle, despojarle de toda aquella suciedad. Con cuidado lo atendí a vista y paciencia de todas, quienes, sonreían encantadas de ver a un padre tan adjudicado a su deber, desde el principio.

Cuando mi hijo nació, Loki había vuelto a vivir
Con Loki junto a mí, el sol volvió a brillar sobre nosotros.

Las lagunas tardaron en desaparecer, pero lo hicieron. No volvió a llover, no al menos que fuera de forma natural. Jane amamantaba a nuestro hijo, sonreía al verle entre sus brazos, sonreía pensando en voz alta, cuál sería su nombre. Pero para mí no había dudas, le dije el nombre que tendría mi hijo y ella, se negó. Cruelmente dijo que Loki no tenía relación alguna con nuestro pequeño, insistió en llamarle como su padre o, por último, como el mío. Pero ahora quien se negó fui yo, Loki no tendrá otro nombre que no sea Loki, no use esas palabras, pero se lo di a entender.

Cuando nuestro hijo por fin pudo abrir los ojos, ella se rindió. Aquellas gemas verdes brillaban con una fuerza renovada, revelando la verdad de todas las mentiras que una vez pudieron existir entre nosotros dos y en el mundo entero. Jane me miro, no supe si con odio o con tristeza, pero su pregunta no me sorprendió:

“¿Sabías que esto ocurriría?”

Negué, pero no me creyó. Noté su desilusión, pude sentir su amargura al no tener la vida normal que quería tener. Era extraño que desde el primer encuentro entre nosotros dos, yo, le hubiese arruinado la vida, ahora, lo había hecho irremediablemente. Lamente hacerla sufrir, pero… ya nada importa si Loki, está aquí, de nuevo junto a mí.

Sin duda, Jane procuro atender al pequeño tal como siempre, pero, de todas formas, me mantuve presente la mayor parte del tiempo. Confiaba en ella, pero también desconfiaba, nada podía hacerle daño a mi hijo, nada ni siquiera su propia madre.

“¡¿Dime que no es verdad?!”

Ya había pasado un año desde su nacimiento, pero aparentaba tener tan solo algunas semanas de vida. ¿Por qué?, porque el destino quiso que también fuese un Dios como yo. Todo se volvió un problema porque Jane comprendió, que cuando ella tenga ochenta años, Loki tendría apenas dos. Lo cual significaba, que no le recordaría, que, llegado el momento, él no tendría a nadie a quien llamar mamá. Mientras ella lloraba, yo cargaba a mi hijo, lo mecía suavemente, tratando de lograr que volviera a dormir.

Tarde en comprender, tarde en aprender a no sentirme culpable. Nada de lo que estaba ocurriendo era algo que yo hubiese buscado, pero ahora que todo es como es, tan solo puedo disfrutarlo.

“Tengamos otro hijo, estoy segura que será como yo”

Alce la mirada, tan solo me basto algunos segundos para saber qué hacer. Me acerque a ella, sonrió cuando bese su frente, pero dejó de sonreír, cuando le dije que Loki, era todo lo que quería tener, que no aspiraba tener otros hijos mortales, semidioses o dioses. Las cosas estaban bien como estaban, todo era perfecto así. De nuevo lloro, grito e intentó arrebatarme a mi hijo, pero me aparte lo suficiente para hacerle entender, que no se lo entregaría, no después de saber que está disconforme por cómo el destino, ha decidido manifestarse.

“Vendré mañana, descansa”

Salí de aquella habitación, con una sonrisa en el rostro al escucharle hacer unos ruiditos. Mirándole, fue que sentí que mi alma estaba unida a la suya, siempre lo ha estado, en esta y en todas las vidas, que tengamos que vivir.





El.

El tiempo para nosotros no es tiempo. Los años son días, pero para Jane, los años son años. Ahora veo porque mis padres se preocuparon por nuestra relación, yo sigo siendo yo, pero ella…

“Déjame cargarlo”

Me pide tal como lo haría una abuela, con su pequeño nieto. Accedí a entregárselo porque al final, su amor por él, fue realmente sincero. La ayude a mantenerlo sentado sobre su regazo, la contemple acariciarle la mejilla y acercarlo para besarla con suavidad. Mantuvo su rostro junto al de él, le susurro muchas frases, jugó con sus pequeñas manos, lo mire con dulzura y volvió a besarle. Ella siempre procuro vivir lo suficiente para escucharle decir:

“Mamá”

Jane sonrió realmente emocionada, porque Loki siempre fue más abierto en decir papá, todo el tiempo me llamaba de esa forma, pero escasamente, él llamaba a Jane, mamá. No le culpo, y ella tampoco lo hace, no cuando su apariencia no es de una madre, de un pequeño de dos años. Nuestro hijo nunca se asustó, pero si le llamaba la atención el cambio físico de ella. Aquel cabello castaño se tornó gris, hasta blanco. Su piel, se cubrió con líneas de expresión, hasta fueron realmente profundas. Su voz se volvió melosa, con tintes cariñosos. Jane intentaba jugar, entretener a Loki pero se cansaba rápidamente, razón por la cual me pedía que lo cargara, que lo alimentara, que lo meciera para hacerle dormir, en fin, hace mucho tiempo que yo hago todas esas cosas, por ella.

“Quiero… que sea un hombre de bien”

La comprendo, por eso le prometo que Loki tendrá una vida feliz, que será un buen príncipe de Asgard y que, como persona, su entereza será intachable. Sonríe al vernos juntos, sonríe hasta que su expresión se queda congelada en aquella mueca llena de amor. La muerte es muerte, para los mortales y para nosotros, los dioses. La muerte siempre es triste, por eso, evito que mi hijo la vea, por eso salgo de la habitación y le pido a alguien, que la prepare para nuestro, ancestral funeral.

A pesar de aquella perdida en nuestra vida, el día no dejo de ser soleado. Loki juega con sus osos de felpa, costumbre midgariana que debo admitir, me agrada. Le observo, mientras estoy sentado en el césped, detrás de él.

“Cuando crezcas, te hablare de ella… no dejare que la olvides”

No resisto y lo tomo en brazos, hasta dejarlo sentado en mi regazo. El levanta la mirada, sonríe y me ofrece su juguete, lo acepto, pero besarle tiene más importancia, cuando a partir de ahora, tan solo somos, él y yo. Se ríe, huye de mis manos que le hacen cosquillas, su risa de vuelve una carcajada alegre, cuando lo levanto y lo siento sobre mis hombros. Divertido por mi actuar, me pongo de pie y comienzo a correr, no muy rápido, pero lo suficiente para que su cabello negro, se desordene un poco.





Nosotros.

Algunos cuestionaron la presencia de Loki, algunos le miraban con recelo, algunos me pedían que, en un futuro, le prohibiera practicar magia, usar navajas o que se relacione con los demás. Aquellos que dijeron eso, padecieron mi furia. Quienes fueron testigos de aquellas ejecuciones, nunca más volvieron a dudar de cómo yo, protegía y amaba a mi hijo. Conseguí hacerles temer tanto, que pronto se acostumbraron a tratar bien a Loki.

“¿Mamá?”

Me mira preocupado, porque no la ha visto en lo que resta de día, y ahora que es hora de dormir, no ha recibido su habitual beso y abrazo, que ella procuro hacer en los últimos cuarenta años. Le miro con tristeza, pero me recuesto a su lado, lo abrazo y dejo mi rostro, junto al suyo. Comienzo a narrarle la historia de cómo la conocí, cuando ella era joven como yo. Sé que no lo entiende, que no comprende como aquella chica es la misma señora que lo consentía. Si, Jane amo a Loki, tardó en hacerlo, pero cuando lo hizo, no hubo ni un instante en que ella quisiera dejarle, menos, después de la inminente muerte por su edad avanzada.

Como esperaba, se quedó dormido mientras se chupaba el pulgar. Repase su cabello, mis nudillos acariciaron su mejilla, le sonreí y levantándome con cuidado de su cama, deje una luz encendida en la habitación. Con una última inspección, tan solo le deje descansar.

Procure que el funeral de Jane fuese de noche, como un secreto que algún día revelare. El fuego iluminaba nuestro pasado en común. La quise, la quiero, pero ahora entiendo que aquel sentimiento, nunca se comparó, ni se acercó, a lo que tengo con Loki. La extrañaré, al igual que lo hará nuestro hijo. Espero que se reúna con mis padres, que les dé las gracias por este milagro.

Todos se van, me dejan solo mientras que mi mirada, sigue fija en ella, lo hago hasta que pronto no hay nada que contemplar.



Ciertos rasgos de personalidad, se manifestaban con mayor claridad. Me sorprende que Loki se frustre con facilidad, en especial, cuando no le resultan las cosas. Le veo enojarse, a dejar de intentarlo y preferir, algo más fácil. Un comportamiento normal a su edad, pero para mí, que sé cuáles son sus habilidades, no acepto. Le enseño, le recalco que papá también se equivoca a menudo, que no siempre todo me sale bien. Me mira, juzga si lo que le digo, puede ser verdad, pero yo sonrió y le abrazo, le digo que no miento, que a su edad, a su misma edad, yo no podía ni siquiera hablar claramente.

“Papá es muy tonto, pero papá siempre admira lo que Loki puede hacer”

Todos nacemos con un fin, quizás todo tiene un significado. Si mi hermano no se hubiese equivocado, si yo no hubiese conocido a Jane, esto no sería posible, creo que esto es lo que, en verdad, estaba destinado a suceder. Mi padre no supo satisfacer las expectativas de mi hermano, madre no pudo calmar el dolor de sentirse diferente sin saber el porqué. Pero yo, puedo ser todo eso y más, mi hijo no tendrá rivales, no permitiré que se compare con nadie, no quiero que piense que no pertenece aquí. Este lugar en tan mío como suyo, este reino será nuestro hogar.

Espere al invierno, para explicarle qué era aquello blanco en el suelo. Se mostraba ansioso por salir a jugar, pero antes de que eso sucediese, tome un puñado de nieve y se lo entregue en su pequeña mano, frunció el ceño al sentirla fría e intentó apartarse, pero lo sostuve, obligándole a soportar aquella sensación gélida. Como era de esperar, pronto comenzó a llorar, pero continúe haciendo mi cometido. Pasado algunos minutos, aparte la nieve de su mano y evalué los resultados.

“… Eres tan Asgardiano como yo”

Sonreí orgulloso, después le abrace pidiéndole perdón y lo bese en la mejilla, me calmo que sus bracitos rodearan mi cuello y que apoyara su mejilla sobre mi hombro. Acaricie su espalda y comencé a caminar hacia el palacio, dispuesto a que tomara un baño, a que vistiera otra ropa y que bebiera algo caliente.

“¿Te dolió?”

“… Sí… papá tonto”

Se quejó, me miro feo y yo, no pude evitar reír. Loki es Loki, yo soy yo, todo está bien. Me acosté a su lado, le leí aquellas historias que Madre nos leía. Una verdadera tradición considerando los años, que tienen aquellos cuentos. Me quede dormido junto a él, ¿qué miedo puede provocar pánico en un Rey?, nada excepto perderlo todo otra vez. Siempre, le sostengo, le mantengo cerca de mí. Despertar y no encontrarle es un motivo para dejar caer todos los rayos sobre este y los demás reinos. Llegaría un punto, en el cual, esta vez no sobreviviría.

“Gracias”

Susurro con frecuencia, como una manda, como una plegaria. Siempre, al amanecer y al anochecer, siempre lo hago porque si en algún punto el destino tuvo piedad de mí, yo le estoy agradecido porque fuese así.





Amigos.

Cuando mi hijo tuvo su primer amigo, observe aquella relación con recelo. ¿Qué me preocupaba?... todo. Me cuesta trabajo asimilar, que alguien pueda quererle tal como lo quiero yo. Esta mal, mal que sienta eso, mal cuando el amigo de Loki, tiene su misma edad.

“Un padre aprensivo”

Se burla el otro padre, golpea mi espalda y se ríe de mí. Me abstengo de responder, tan solo sigo vigilando aquella, infantil relación. Con los días, fui perdiendo el miedo, mi hijo se veía feliz de compartir con el otro niño, que ahora que me doy cuenta, es un poco más grande que Loki. Pronto, una niña se integró al grupo, después, otro niño y dos niñas más. Ningún padre reparó en que mi hijo tuviese contacto con los demás, al fin, todo era tan natural que mi pecho, sintió la calma que siempre busque.

“Jane, nuestro hijo tiene amigos, muchos amigos”

Susurre, antes de dejarlos solos en sus juegos. Con algo de tiempo libre, retome algunos deberes. Las guerras siempre eran una amenaza, pero me encontraba en una posición de evitarlas, ahora es cuando entiendo a mi Padre. Es necesario estar en sus zapatos para entender, que la valentía o la fuerza no se mide en un campo de batalla, sino en cuanto uno se esfuerza, por mantener la paz en el reino.





Enemigos.

“Papá estará afuera por algún tiempo, papá se ira hacer un trabajo y en cuanto lo termine, vendré corriendo a casa, lo prometo”

Loki no quería dejarme ir y yo, no quería dejarlo aquí. Trate de tranquilizarlo, de advertirle que apenas notará mi ausencia, porque permitiré que sus amigos se queden en el palacio, en su habitación para que todos, jueguen y se diviertan hasta el anochecer.

“Papá no se puede ir, si su pequeño príncipe está triste. Papá quiere irse con el recuerdo de una linda sonrisa”

Logré tener una sonrisa, pero también recibí un abrazo, muchos besos y un, regresa pronto. Si, el motivo para vivir, para seguir respirando está aquí. Besé su frente, revolví su cabello negro aun cuando sé, que aquello le molesta, odia tener el cabello desarreglado y yo, tan solo le miro divertido, mientras intenta peinarlo con sus manitos.

Al dejar el palacio, en compañía de los demás soldados, supe que cualquier cosa podía suceder, pero entre todas aquellas posibles fatalidades, yo, regresaría a casa, sea como sea.






Vida y Muerte.

¿Cuántas vidas he quitado?, nunca olvido un rostro y nunca olvido aquellas miradas resentidas por arrebatarle todo. Un segundo les basta para entender qué sucederá, aquel segundo nos permite entender, que son ellos o yo. Me senté en los peldaños de una escalera cuando me quede solo, tan solo presione mi abdomen con mi mano y no me extraño que me doliese, no me extraño de que la sangre brotara, ¿en qué momento me lastimó? Respire profundo y me puse de pie, tome mi hacha y seguí a los demás.

“¡Es una trampa!”

Aquella advertencia me paralizó, de pronto un fuerte ruido provenía de arriba, por lo que, al levantar la mirada, el cielo se tornó oscuro, por las miles de flechas que estaban a punto de caer sobre nosotros.

El dolor de mi herida, la forma en que late mi corazón, las dudas sobre el futuro, la tristeza de mi pasado, el silencio… de pronto todo perdio color, forma e importancia. Segundos… en tan solo ese pequeño lapsus de tiempo… mi mente y mi corazón le dieron valor a mi espíritu, mi alma rugía por seguir en este mundo, mi alma tan solo quería una cosa…

“¡No me apartaran de él!”

Grite y el caos de mi furia se desató… ¿cuántas vidas he quitado?... no lo sé con exactitud, pero hoy, esto ha sido una masacre.






Feliz cumpleaños.

Me alegra ver, que los amigos de mi hijo, estén junto a él en este día tan importante. Los veo correr por el salón, tratando de alcanzar algunos bocadillos a escondidas y riéndose cuando lo logran.

“Traviesos”

Susurre mientras dejaba la escultura de hielo al centro de la mesa. La admiro, toco aquellos detalles tan bien logrados, aun cuando de arte, no comprenda mucho. Un caos, cuanto extrañe el caos que Loki produce en mí. De nuevo le miro, descubriendo que, al no tener la descendencia de los gigantes de hielo, se ha vuelto más sociable, incluso, en esta vida, ha sido más feliz.

Finjo que le ignoro, finjo que estoy evaluando la decoración cuando de pronto mis brazos lo alcanzan, le atrapo hasta apartarlo del suelo y comenzar a besarle mientras que él, ríe. Cada vez que me llama papá, mi pecho no puede calmar la dolorosa alegría que me desgarra hasta hacerme sangrar.

“Feliz cumpleaños, mi pequeño príncipe”

Al menos, hoy tuvo un buen motivo para comer solo dulces y postres. Sonríe y bosteza, a sus tres años, trasnochar no es lo suyo. Lo arropo, le acompaño hasta que se queda dormido, pero no me voy, me quedo a su lado, sentado a su lado. Mi mirada viaja de su rostro hasta la ventana, tengo que acariciar mi mejilla como una forma de despejar mis pensamientos porque, aunque todo fuera perfecto, pude sentir la tristeza de mi hijo, al ver que sus amigos estaban acompañados de sus madres.

Siempre trato de explicárselo, trato de que no me culpe por haberme “enamorado” de una mortal, aun sabiendo que envejecerá antes que nosotros, que moriría tan rápidamente.

“En verdad, nunca dejo de cometer errores… ¿qué pasa conmigo?”





Paseo.

“Cuando eras muy, pero muy pequeñito… estabas dentro del vientre de mamá. Todos los días, ella me decía: es muy inquieto, muy travieso” –Sonreí al verle escucharme atento— “Toda la ropa que usaste, ella la hizo con sus propias manos… incluso me obligó a que yo hiciera tu cuna, y eso, me costó mucho trabajo porque no sabía cómo… pero lo hice, lo hice por ella y por ti”

Me abrazo mientras que yo, seguía sosteniéndole con el cuidado, de que no se apartará de mí, en especial cuando dábamos un paseo en caballo. La tarde era tranquila, con un sol débil pero lo suficientemente amable para que no hiciese frío.

Tome el camino más largo, solo tal vez para estar a solas con él. No cuestiono mucho mi rol de padre, no cuestiono que ahora en verdad compartamos lazos sanguíneos, no cuestiono si mi amor por él ha sucumbido en mis olvidos o, al contrario, haya crecido tanto, que me hará enloquecer. No tiene caso vivir debatiendo esto, porque en el pasado lo pensé demasiado y ese fue el error que cometí.

“… Creo que mamá está orgullosa de nosotros, debe estar contenta porque tú y yo, nos queremos mucho, ¿verdad que siempre nos vamos a querer mucho?”

“¡Sí, papá!”

El corazón de un Rey, tiene muchas cicatrices, está lleno de sombras de muertes y guerras, mantiene un dolor constante por las pérdidas y las preocupaciones. El corazón de un Rey, tan solo tiene lugar para un único gran amor, pensé que era Jane, pero pude vivir sin ella, renuncie a ella… pero cuando se trata de Loki, no pude y no quiero no tenerle junto a mí. En fin, ahora veo que la elección es fácil, siempre lo fue.





Libros.

En un libro con páginas en blanco, le dije que haríamos un árbol genealógico de nuestra familia. Le gustó la idea, en especial cuando usamos las fotografías que Jane tenía de su familia migdariana. Tengo que verle el lado bueno a esto, porque todas aquellas personas, en verdad son los abuelos y padres de Loki.

“¿Mamá?”

Pregunta cuando ve una imagen de Jane cuando era joven. Le respondo que sí, además busco de cuando ella era una persona adulta, muy adulta. Le explico que ella es ella, a pesar de que no se vea igual en ambas fotografías, le costó trabajo entenderlo, pero lo hizo, claro que sí, mi hijo es muy inteligente.

“Mamá, papá y el bebé Loki”

Le muestro la fotografía de cuando, cumplió el año de vida. En ese tiempo, Jane ya adoraba a nuestro hijo, sufrió al darse cuenta de cómo terminaría su vida, de cómo tendría que dejarle a tan temprana edad. Pasamos noches enteras hablando, planeando como sería la vida cuando ella no estuviese con nosotros. Era una mujer tan dulce y valiente, que me hizo prometerle muchas cosas, la principal, que Loki no sufrirá.

“¿Yo?”

Su dedito señala aquel bebé, que sentado en el regazo de su madre, tan solo se chupa un dedo y mira hacia la cámara, de forma curiosa. Yo también acaricie la fotografía, yo también me asombro de vivir esto, de ser capaz de vivir este sueño. Pego la imagen de nosotros tres en el centro del árbol, perfecto, hemos terminado.

En las siguientes páginas, pego las largas cartas que Jane dejó. Comenzó a escribirlas casi como si fuesen un diario de vida, en su tiempo lo vi innecesario, pero ahora, gracias a eso, siento que está presente, con nosotros. Cuarenta años, una carta diaria, el inmenso libro se llenó de recuerdos que Loki, sin duda apreciará cuando sea mayor.

Pusimos nuestro escudo real en la portada y así, amenizamos nuestra nostalgia con algunos postres. Ciertas cosas, no han cambiado.







Actitudes.

No me sorprendió que su elección fuese las navajas, las usa para todo, incluso para abrir una carta. Tengo que controlar las ganas de reír, cuando le veo hacer eso. Con el paso del tiempo, su habilidad fue un arte lleno de elegancia y precisión, podía lanzarlas a gran velocidad, cayendo certeramente sobre la cabeza de su amigo, que no entiendo porque, se presta para semejante espectáculo.

“No hagas eso con tu amigo, lo asustaras”

Le regaño, pero siempre el pequeñín de cabello rojo, tan solo se ríe, restándole importancia a lo que hace Loki. Se van corriendo por el pasillo, dispuestos a reunirse con los demás.

“Parecen una cofradía”

Murmure ya perdiéndoles de vista. Me cruzo de brazos y me apoyo en un pilar del pasillo. Debo confesar que estoy expectante, cada vez que me levanto en la mañana, espero ver a mi hijo emocionado, mientras me muestra que, entre sus manos, se proyecta una energía verdosa que sería la representación de su magia. Muchas cosas son exactamente iguales, pero a la vez, muy diferentes. Su origen, es un claro ejemplo. Puede que no tenga ese poder en esta vida, puede que sea más poderoso que en el pasado… puede que ni siquiera sienta algo por mí.

Muchas veces Jane me pregunto porque siempre, siempre le perdonaba todo a Loki. ¿Qué decir?, ¿qué contestar? De seguro mi verdad la hubiese hecho llorar, en especial cuando cargaba a nuestro bebé, en especial cuando algún día crecería y yo, ya no le vería como niño y menos, como mi hijo. ¿Qué le conteste? Que los asgardianos valoramos demasiado la familia, que todo gira en torno a nuestros padres y hermanos. ¿Me creyó? Siempre me he mentido, diciéndome que sí.

Puntualidad, responsabilidad, curiosidad, inteligencia, suspicacia, ágil de palabras, independiente. Mi hijo comenzó a dejarme para estar con sus amigos, sorpresa, Loki era muy popular entre ellos. Todos lo veían como su líder natural, le seguían en sus juegos, en sus complicadas tácticas, en sus viajes a los límites del reino, en la práctica de lucha de cuerpo a cuerpo. Su instructor ya me ha comentado, que tiene talento, que puede llegar a ser letal si continúa enfocado en sus obligaciones como príncipe. ¿Quiero eso? tan solo me interesa que pueda defenderse. Le ayudo, le enseño algunos trucos que le sorprenden y me dejan a mí, como el héroe de su vida.

“Es extraño que te parezcas a mi”

Susurre viéndole subir a su caballo, para irse otra vez, con sus amigos por ahí. Ahora soy yo quien se siente solo, que espera pacientemente a que regrese… ahora soy yo, quien le ve desde lejos, casi escondido por la imprudencia de mi insistencia de estar pendiente de él. “¡Hey padre protector!”, me llaman mis amigos y tengo que reírme, me obligo a reírme de aquella broma cuando en verdad, todos son testigos de mis innatos sentimientos.

Estoy nervioso. Cientos de años han pasado para que ahora, un enemigo realmente letal llegó para quedarse… el inicio de la adolescencia de mi hijo.






Catorce primaveras midgarianas.

La adultez de los dioses es tan prolongada, que sigo teniendo el mismo aspecto, aunque las cuentas matemáticas descoloquen a cualquiera. Aún recuerdo mi cabello largo, era mucho más claro que ahora… también mi larga capa roja que provocó una burla en mi contra, aunque era evidente que no llevaba puesto las cortinas de mi Madre… no, porque cuando lo hice de pequeño, me castigó severamente.

Tengo dos opciones, encontrarlo en su habitación o en compañía de su séquito. Tengo dos opciones, que me ignore o que mágicamente, pase unas horas conmigo. El padre protector, que soy, necesita de su pequeño… claro que no se lo digo así porque, terminaría arrojándome sus navajas sobre mi cabeza.

“Tenle paciencia, mucha paciencia”

Me digo y me hundo en mi bañera. Aguanto la respiración mientras sigo enfocando mi vista a través del agua, sigo pensando en tantas cosas que abro la boca cuando siento manos, muchas manos alrededor de mi abdomen. Me jalan hacia abajo con fuerza, mi sorpresa no tiene límites cuando mi espalda toca fondo, al igual que mis piernas y brazos. Las manos continúan multiplicándose, hasta formar una capa negra que me envuelve, lucho, me resisto, pero es inútil, sigo tragando agua.

Una sombra se inclina, el agua impide que la imagen sea nítida, pero identifico aquellos ojos rojos, identifico aquella piel azul… identifico el uso de magia. De pronto ya no le veo, pero sé a dónde quiere ir, a quien quiere encontrar. De nuevo, mi furia se desborda, no la puedo controlar… peor… el agua es un buen conductor de la electricidad.

Todo explotó y cuando me pongo de pie, no hay ni un sobreviviente a quien interrogar. Dos cuerpos yacían a unos metros de mí, pero mientras toda la decoración ardía por el fuego, el suelo se llenaba de surcos oscuros por donde, la energía se expandió. Mi vista se fija en aquellos gigantes de hielo, los cuales después de muertos, han recuperado su altura original. Ahora, me preocupa el uso de magia para modificar su apariencia, porque en mi reino no hay nadie que pueda hacerlo o que pueda identificar que es real y que no.

Levante la mirada, relajo mi mano y el cosquilleo de mi piel comienza a ceder. Soy un buen hombre, pero que se transforma cuando alguien, quiere tan siquiera pensar en tocar lo que es mío. Soy un Rey justo, pero soy capaz de cometer injusticia si de esa forma, logro hacerles entender…

“No me apartaran de él”

Mi mensaje es directo y sencillo, cualquier invasión a mi reino, era motivo de guerra. Todos me advertían que no estaba en posición para retar así a los gigantes de hielo, pero manteniendo mi palabra en pie, tan solo alce mi vista a lo alto, justo para que él supiera que decía la verdad.

Por como sonrieron, no me creyeron. Por como su postura seguía relajada, los infelices siguen sin creerme. Mis más cercanos, me susurraron que debíamos irnos, que ya había logrado hacer lo que vine hacer. Cuando el portal se abrió y los soldados que me escoltaban, dudaron, pero comenzaron a irse, esperando que yo también hiciera lo mismo.

“Lo único bueno de este mundo fue el nacimiento de Loki, todo lo demás, tan solo merece mi total desprecio. No me des un motivo, no querrás ver cómo puedo llegar a perder el control”

Retrocedí y dejé que la energía me llevase de regreso a casa. Mi humor, mi mal humor me llevó a permanecer sentado en el trono. Dormí y comí en ese lugar, estaba listo para la disputa. Tal era mi obstinación, que no escuche a mis consejeros, no porque mi mente se mantenía enfocada en los planes que podría recurrir a usar.

“¿Padre?”

Aquella suave voz, aquel suave tacto sobre mi mano me despertó a la realidad. Esboce una sonrisa al ver a mi pequeño, ahora no tan pequeño, príncipe. Me acomode mejor en mi asiento, mire a mi alrededor notando, que me había quedado dormido y que, en verdad ya era muy tarde.

“Ellos no vendrán”

Me advierte y le miro. Tiene razón, no vendrán. No sé si es bueno o malo, ¿planearan algo más?, ¿los habré intimidado? Ah… tanto que pensar. Suspire y me puse de pie para estirar las piernas, repase mi nuca con mi mano y moví mi cuello de lado a lado, que incomodo, contracturado. Finalmente me acerque a mi hijo, quien seguía todos mis movimientos de forma expectante. Frente a frente, su carita infantil se está tornando más fina, delicada y hermosa, más hermosa de lo que recuerdo que fue.

“… ¿Te interesa la magia?”

Le pregunté y note la creciente e incontrolable expresión de asombro que no pudo controlar. Me es un alivio que, en esta vida, no sea capaz de ocultar tan fácilmente sus sentimientos, me alegra que sus amigos lo hayan vuelto, más espontáneo y hasta en cierta parte, más comunicativo. Frunció el ceño, lo está pensando, me miró fijamente, ya lo había decidido.

“Sí”

“Yo te enseñaré”

Se me quedó viendo con una rara expresión, digamos las cosas como son, ¿Thor enseñando magia?, una verdadera ridiculez. Pero veamos las cosas desde mi punto de vista. Tengo cierta experiencia, en especial cuando era víctima de las bromas de mi hermano. Madre también usaba magia, en mi familia también existe el control de magia, por lo que yo, ¿por qué no?, puedo instruir a mi hijo.

“¿Empezamos mañana?”

Me dice y me sonríe, me incita a decirle que sí, pero resisto el impulso, le digo que la próxima semana o cuando tenga tiempo. Me sigue por todo el corredor, hasta mi habitación. Le miro suplicarme tal como siglos atrás lo ha hecho, si, aun es mi pequeño. Divertido por otra vez tener el control, tan solo me apoyo en el marco de mi puerta, me cruzo de brazos y le digo que me tiene que dar algo a cambio. Como no sabe que, lo oriento un poquito. Con mi índice, señalo mi mejilla, incluso doy unos pequeños golpecitos por sobre mi piel con mi dedo.

Hace una rabieta al verse acorralado en los caprichos de su viejo padre (pero no en apariencia, que quede claro) Pero cede a mi petición, siento sus labios en mi rostro, siento aquel contacto que hace muchos años, había dejado de sentir. Se aparta y espera mi respuesta, pero como había dicho, al recibir mi premio, él recibió el suyo.

“Mañana joven príncipe, mañana a primera hora”

Se va feliz, mientras que tan solo puedo acariciar mi mejilla. Es en estos momentos en que debo pedirle perdón a Jane, porque tarde o temprano querré cambiar aquellos besos en la mejilla por uno en la boca. Suspiro, vuelvo a suspirar al seguir acariciando mi piel.

“Ah… no es nada fácil estar tan lejos de ti”

Cerré la puerta y tomé un baño en mi remodelado baño, después me acosté, incomodo me quite la ropa y desnudo, disfruto de lo fresco que está la noche sobre mi piel. Suspiro cansado, acomodo la almohada y cierro los ojos, pero no puedo dormir… la verdad… no quiero dormir solo, otra vez.






Clases.

Aparte las cobijas de la cama en un movimiento rápido, justo antes que el sol iluminara el nuevo día. Mi hijo se removió enojado, abriendo poco a poco sus hermosos ojos, hasta fijarlos en mí. Ahora no puede controlar la mueca de odio, del resentimiento que me tiene por despertarle a las cinco de la mañana.

“Los establos se deben limpiar”

Cerró sus ojos al escuchar eso, después frunció el ceño, pero asintió. Se sentó en la cama, estiró sus brazos y bostezo. Masajeo un poco su rostro y se levantó, ya con más ánimos. Se arregló mínimamente mientras que yo, le esperaba sentado en uno de sus sillones.

“Demostremosles porque somos los gobernantes de este reino”

Mi hijo me mira divertido, hasta esboza una sonrisa y niega con la cabeza. Aún encuentra divertido que limpiemos la caballeriza en un tiempo récord, y que ese mérito, sea para demostrar nuestra superioridad. La verdad que esto tiene muchas finalidades, como por ejemplo, tener una actividad en común, enseñarle el trabajo común y corriente, entrenarle físicamente. Creo que entiende, que los privilegios son buenos, pero que, si estos se pierden, hay que saber vivir sin ellos.

“Un trabajo de cinco hombres, hecho por dos”

Dije orgulloso, mientras secaba el sudor de mi frente. Mi hijo se sentó en el suelo, sin importarle ensuciarse de más. Es increíble que lograra modificar aquel rasgo innato de ser siempre perfecto, Loki es como un chiquillo cualquiera, no muy diferente de mí a su misma edad. Sonrió porque entiendo, que mi sangre fluye por sus venas.

“Me asombra que aun puedas seguirme el ritmo… viejito”

Me quedo paralizado, su burla es algo casual pero lo que no soporto, es que ahora tenga la costumbre de llamarme viejito. No soy viejo, bueno quizás sí, pero no. Loki y sus bromas, Thor siempre padeciendo aquellas bromas, ¿por qué no cambiar un poco la rutina?

Sonreí divertido y antes que pudiera sospechar algo, a través de mi pie, una leve corriente eléctrica se expandió por el suelo, causándole seguramente, cosquillas en el trasero. Se quejó nervioso, se puso de pie casi de un salto y uso sus manos para confirmar la integridad de su ropa. Comencé a reír, pero la risa me duró poco, cuando me arrojó una cubeta de estiércol justo en la cara, peor, casi me trago la bosta de mis hermosos caballos. Pase mis manos por mi rostro, tratando de apartar aquel residuo de tan mal olor.

Loki y sus bromas, Thor siempre padeciendo aquellas bromas, ¿por qué no cambiar un poco la rutina? Mejor no lo volveré a intentar otra vez.

Después del contrapié de la mañana, nos sentamos en una mesa, en la biblioteca. Tarde siglos en reunir libros, tuve que viajar de mundo en mundo, todo porque sabía que algún día, mi hijo tendría este interés. Cuando le mostré los textos de magia, casi me tortura para que le diga, dónde los tenía escondidos y de dónde, los había conseguido. Aun con toda su insistencia, me mantuve estoico, en verdad, aún estoy resentido por lo ocurrido.

“Supongamos que lo siento, supongamos que no debí ofenderte de aquel modo”

Le mire, hice un gesto con los labios, pero aquella semi disculpa es suficiente para mí, alcé mi mano para revolverle el cabello hasta desordenarlo, fue así que le escuche maldecirme por lo que supongo, que ya estamos en paz.






Mascota.

Tan solo atine a mantener mi mano en el marco de la puerta, casi como si tuviera que afirmarme de alguna parte, tan solo para evitar caerme de espaldas. ¿Qué hace Fenrir en el cuarto de mi hijo? Al percatarse de mi presencia, el animal me gruño molesto por interrumpir su siesta, que por supuesto, era sobre la cama de Loki.

“¡Te lo puedo explicar!”

Dice y yo tan solo le miro esperando que, en verdad me pueda aclarar esto, antes que tome a ese sucio perro y lo lance al abismo más cercano. Por la forma en que me narra lo sucedido, no puedo estar molesto, al contrario, me siento orgulloso. Su primer hechizo y logra hacer aparecer a Fenrir. Que maravilla. Le abrace y se deja abrazar, lo estrujo entre mis brazos y mi pecho que está lleno de orgullo.

“Tendrás un banquete en tu nombre”

Me mira asombrado, pero puedo notar como sus ojos verdes brillan con intensidad. Sin duda está emocionado, por ser merecedor, de aquella celebración. Motivos sobran si mi hijo heredó, la habilidad de su abuela.





Fiesta.

Levanto mi copa, menciono porque estamos celebrando y todos miran a mi hijo, quien, vestido para la ocasión, está orgulloso de sí mismo y de mí, por reconocer su gran logro. Sus amigos están a su lado, aquellos adolescentes susurran secretos y el último detalle que me incomodo, era la mirada cómplice que intercambiaron. No tuve tiempo de nada, no cuando a los segundos después, Fenrir hizo su aparición causando pánico en los presentes, pero no porque este los persiguiera, sino porque saltó sobre la mesa y comenzó a devorar todo, incluso la carne que estaba en mi plato.

“¡Loki!”

Grite, causando la risa de aquellos chiquillos, que cómplices como siempre, tan solo corrieron antes que los alcanzara y les hiciera limpiar todo el desastre. Trate de calmar a los invitados, trate de decirles que el perro, aunque no sea perro, era la mascota de mi hijo. Algunos les causó admiración mi revelación, mientras que, en otros, tan solo me advirtieron de que debía controlar, al animal exótico mientras estuviese dentro del palacio. Consejos sabios, cuando todos escuchamos como Fenrir trituraba los huesos con tan solo unas cuantas mordidas.

Conforme del banquete, Fenrir tan solo miró a su alrededor, de seguro buscando a mi hijo, pero al no encontrarlo, comenzó a olfatear en busca de su rastro, para acto seguido, saltar al suelo y correr en la dirección correcta.

“Eso, haz algo útil, pero inútil”

Murmure, con la idea de que Fenrir fuera a partir de ahora, el escolta personal de mi hijo.







Hermandad.

Van de aquí para allá, siempre guardando secreto absoluto de cuáles son sus actividades que realizan sin supervisión alguna. Algunas veces me preocupan, que sean tan imprudentes como yo lo fui a su edad.

“Perro pulgoso”

Me mira, me gruñe porque no le agrado. Me acerco con cautela, bajo su atenta mirada en busca de cualquier gesto amenazante de mi parte. Deslizo mis pies con lentitud, hasta quedar frente a frente con el.

“Sé que me entiendes, por eso me atrevo a pedirte un favor. Loki y sus amigos no pueden salir de este reino, porque si lo hacen sus vidas están en peligro… tu trabajo es mantenerles a salvo, tu trabajo es mantener a mi hijo, cerca de mi”

Tan solo me miro sin hacer nada, agacho su cabeza, para seguir durmiendo a gusto, sobre la cama de Loki que, a estas alturas, no entiendo cómo sigue en pie. Odio que me ignore, pero me muerdo la lengua y las ganas de tomarle de la cola y arrastrarlo fuera de aquí.

Antes de irme le miro, quiero creer que, por alguna vez en la vida, Fenrir le obedecerá a alguien como yo.






Con cariño.

Mis piernas se mueven con rapidez, la agitación de mi corazón supera al miedo que puedo sentir en batalla. Escucho como mi hijo grita y eso, me hace detenerme abruptamente, porque sencillamente la escena me deja perplejo.

Hace unos momentos atrás, rumores de pasillos decían que Loki y Fenrir se habían enemistado y enfrentado. Como padre, estaba dispuesto a que ese animal, quedase convertido en un tapete bajo mis pies, pero ahora… suspire al entender, que ese perro pulgoso, mordía la capa de mi hijo, arrastrándolo de regreso al palacio porque sencillamente, el príncipe se había alejado demasiado de casa. Me quedé asombrado de que me obedeciera y, sobre todo, hiciera un buen trabajo. Los seguí con la mirada, hasta que los amigos de mi hijo, se hicieron presente y trataran de ayudarlo a liberarse de aquel animal.

“Es extraño que todo sea tan diferente, pero… me agrada”

Durante la tarde, me enfoque en estar a solas, en especial cuando tengo la necesidad de liberar la tensión. La descarga eléctrica que libero siempre arruina la vegetación de donde me encuentre, ya que los rastros de destrucción son grandes cursos de paraje inanimado y quemado. Llevo siglos evitando un desliz, luchando contra el instinto amoroso que siento por mi hijo, porque sé que todavía es un niño… demasiada tensión, es demasiado el autocontrol que debo tener.

Cuando el cosquilleo de mis brazos se torna intenso, es cuando dejo que la energía fluya, aniquila todo lo que está a mi alrededor.

“¿Dónde estabas?”

“Entrenando”

Respondo, por mi aspecto, por como tengo la ropa algo desgarrada y mi piel sudorosa, debe ser creíble mi mentira. Sigo avanzando por el corredor, esperanzado porque mi hijo me siga haciéndome compañía, al menos, por unos minutos más. Sonrió cuando es así, sonrió un poco más cuando una vez dentro de mi habitación, se sienta en un sillón.

Me quito la parte superior de mi traje y lo arrojó al suelo sin cuidado, seco el sudor de mi frente y de pronto, giro un poco el rostro para admirar que estaba haciendo Loki, ya que no le había escuchado hacer el más mínimo ruido.

“… Hoy es el aniversario de Madre”

Dejo caer mi brazo y queda al costado de mi cuerpo, de pronto mi cuerpo se siente pesado. Siempre que hablamos de su Madre, tenemos una especie de lapsus sentimental que no me agrada para nada. ¿Por qué? Lo que me molesta, es que mi hijo, no aprenda a lidiar con la relación que tuve con ella. Si tan solo supiera que mi intención, no era estar con Jane, menos embarazarla… no la quería lo suficiente para entregarle mi corazón por toda la eternidad.

“Lo sé, fui a dejarle flores”

Dije sentándome en mi cama, para después, mirar mis pies con especial interés. Siento el cuerpo relajado, pero cada vez más seguido tengo que liberar la tensión, lamentablemente, trato de librarme de lo que me pide el cuerpo, al menos, desde que supe que Loki estaba de regreso en mi vida.

“Hoy mire el libro que hicimos, cuando era pequeño”

Sonreí al recordarlo, pero sobretodo, me alegré de que mi hijo, leyera esas cartas. Son muchas, tantas que más de la mitad de su vida, está ahí. De nuevo repase mi rostro y ya más repuesto, observe como él, sostenía una fotografía entre sus delicados dedos.

“Me gusta”

Comenta y la gira para que pueda, verla yo también. Somos nosotros tres, Jane sonriendo, el bebé curioso mirando hacia la cámara y yo… yo feliz de tener otra oportunidad. Asentí para hacerle saber, que también me gusta aquel recuerdo.

“Te hubieras vuelto a casar”

Es una frase lógica, pero va contra el mismo destino. La verdad es que nunca me case con Jane, tan solo oficialice nuestro compromiso con la llegada de un heredero, eso fue suficiente para mis súbditos, fue suficiente para mí. Con cuidado me puse de pie y me acerque, tome aquella imagen y repase aquel tiempo, aquel pasado lleno de dudas por cómo sería el futuro.

“Pero… ¿quién es ese bebé tan lindo?, ¿en donde estará ahora?... si lo tuviera en frente de mí, no escaparía de mis besos y de mis brazos, no escaparía jamás”

Bufo enojado, pero yo sé que siempre tiene la necesidad de sentirse querido por mí. Su personalidad está constituida para recibir halagos, admiración y mucha, pero mucha atención, entonces, como yo sé todo eso, hago lo que le advertí como un juego. Se retuerce, evita que alcance su rostro, trata de ejercer fuerza, pero soy un ganador de guerras y esta, jamás la perdería, aunque me extrajeran el alma después de innumerables torturas.








Entrenamiento.

Es admirable cómo puede entrenar tres cosas a la vez, Cuerpo, Mente y Magia. Si tengo que dejarle el reino, moriría satisfecho porque mi hijo, sea mucho mejor que yo. Sus defectos son tan minúsculos comparados con la gloria que todos ven en él. Cada noche puedo dormir tranquilo, porque nunca, he escuchado una palabra negativa del puedo hacia su joven príncipe. Bueno, quizás le reprochan las bromas pesadas que hace, pero fuera de eso, confían, le quieren, le respetan… y no hay nada mejor que eso.

“Caballerizas”

Aparto las cobijas y al igual que siempre, la luz del sol, no ha ahuyentado la oscuridad. El príncipe con apariencia de dieciséis años, se remueve hasta que su mirada, hace contacto con la mía. Asiente porque sabe que puede librarse de todo, menos de esto. Fenrir nos mira, pero decide seguir durmiendo.

Cada quien tomó una pala, cada quien tiene un montón con que trabajar. Nuestro esfuerzo rinde mayores frutos cuando no intercambiamos palabra alguna, cuando tan solo estamos viviendo en el presente y nada más. Avanzamos rápido, cubriendo las necesidades básicas de aquellos animales hasta que el suelo, estaba de nuevo, habitable.

“Un trabajo perfecto”

Célebre y pase mi brazo por sobre sus hombros, atrayéndolo junto a mí. Como buen adolescente, aborrece que le toque y que le dirigiera la palabra, pero como soy un padre moderno, sé lidiar con aquella antipatía. Me mira con un rostro neutral, espera que le deje libre, pero se sorprende cuando le comento, que hoy entrenara conmigo. Aún apestando a estiércol, nos vamos tal cual. Al llegar a la desolada arena, él tan solo toma sus navajas y yo, prefiero usar una espalda. Me mira con recelo, calculando que no puede acercarse demasiado a mí.

“Si me ganas, será porque en verdad me has ganado”

Le advierto y comienzo a caminar, comienzo a rodearlo mientras que él, sigue mis movimientos de forma atenta. El sol apenas comienza a iluminar el cielo, hace frío, pero nuestros cuerpos están calientes por el trabajo, en fin, el trabajo nos dejó cansados, pero estoy entusiasta por ver cuáles son las habilidades de mi hijo, en el arte de la guerra. Cuando me decido atacar, cuando doy un paso hacia él, tengo que detenerme… ¿en qué momento lo hizo? La navaja en mi cuello estaba lista para rebanar mi piel, sentía su filo y quien la sostenía, estaba seguro de lo hacía.

“Si usas tu poder Dios del Trueno, causaras que mi mano se mueva involuntariamente”

A quien tenía enfrente, tan solo sonrió divertido. Hizo tan solo un gesto que me pedía amablemente que me rindiera, porque realmente me había tomado por sorpresa y su estrategia, era buena, pero con un simple error. Mi especialidad es el combate cuerpo a cuerpo, por lo que mi codo, busco golpearle el tórax, pero al tan siquiera tocarle, Loki desapareció. Aturdido, no pude reaccionar a tiempo, para bloquear el ataque de frente, peor aún, él me hizo perder el equilibrio y caí de espalda, lo hice de una forma tan pesada, que hasta solté un quejido para nada digno, frente a mi enemigo.

“¿Estás seguro que mi abuelo te dejo el trono?”

Me pregunto, apuntándome con una navaja y dejándome bastante humillado por la situación. Una simple pregunta, bastó para que deseara demostrar mis habilidades. Moví mi extremidad y le golpeé en las piernas, causando que él también se cayera de forma brusca. Básicamente hice trampa, pero en la guerra las trampas son de vital importancia para la supervivencia.

“Si, tu abuelo me dejó el trono”

Dije cuando estuve sobre él, cuando el filo de mi espada amenazaba su cuello y mi mirada, se centraba en aquellos ojos verdes tan profundos como misteriosos.

“Sigo dudando de que sea así”

No entendí porque una navaja estaba en mi cuello, no entendí porque mi hijo estaba detrás de mí cuando yo, estaba precisamente sobre él. Nada tuvo sentido, hasta sentí como su peso era depositado sobre mi espalda haciéndome caer hacia delante y peor, mi espada finalmente atravesó por accidente aquel cuello, el cuello de mi hijo. Aquel segundo, aquel segundo fue una eternidad en el infierno. De pronto comencé a temblar, estaba a punto de decir algo, pero sentía como mi garganta estaba cerrada a la idea de generar algún sonido. Un segundo después, la imagen que tenía debajo de mí, desapareció, dejando en su reemplazo el trazado que dejó mi espada al cortar la arena, que tenía a los pies.

Loki comenzó a reír, ¿de qué? no lo sé, tan solo se apartó de mí y comenzó a caminar de aquí para allá, pero yo, seguía observando mis manos, seguía sosteniendo la espada que pudo, haber lastimado de verdad a la persona que más amo en los nueve mundos. Me siento terrible y sé, que Loki no lo entenderá.

Notas finales:

Gracias por leer.


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