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El diario de mi transición por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos... espero que estén bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo... hoy comienzo una nueva etapa de mi vida y quisiera compartir con ustedes mi vida... tal vez no sea la más interesante, pero es mía, es mi pedacito de universo y quiero compartirlo sinceramente con ustedes.

 

Escuchando: Future -Red Velvet

 

Saludos,

 

Carla

Día 1: Hola, Soy Carla.

Hoy lloré y fue extraño porque iba en la micro. Toda mi vida he tenido que viajar largos trayectos, así que se me ha hecho costumbre sentarme, cerrar los ojos y aprovechar el recorrido para pensar en mis cosas o, por qué no decirlo, dormir un ratito los días que más cansada he estado. Pero hoy fue distinto, porque los pensamientos que llegaron a mi cabeza no habían aparecido jamás. ¿Por qué habrá sucedido esto?

Ok, sé perfectamente por qué sucedió, pero me gusta colocarle un poco de drama a mi vida. Y sí, para quienes me han leído antes, esta vez les contaré mi vida, la de esta escritora y no una invención de mi mente, no crearé personajes, no enredaré las historias para mezclarlas con la vida de Antonio Palmer, sino que seré realista y les compartiré mi propia vida, mis propias vivencias, porque si algo me dio a entender la pandemia del Coronavirus, es que para dramas: mi vida.

¿Por dónde comienzo? Y es que tengo tantas cosas que contarles que me he hecho un lío. Primero que todo (porque sí chiquillos, es primero que todo, no que nada, porque o sino significa que es todo), hace meses que no me he podido concentrar en escribir las historias que estaba publicando, y la razón es muy simple, o compleja depende de cómo lo vean: tengo depresión. Sí, caí nuevamente y esta vez mucho peor que antes. Tomo ansiolíticos, somníferos y una cantidad enorme de pastillas para todas las dolencias que se le ocurrieron aparecer justo en el mismo momento en que mi cerebro se puso en huelga de serotonina.

Nunca había estado peor, creo, nunca había estado tan abajo en el pozo de la desesperación y eso que he sufrido bastante (y ya lo sabrán, porque lo contaré en esta historia). La cosa es que para que entiendan mi pesar, primero debo comenzar a decirles quién soy, pero realmente, no en este mundo donde me conocen como Jotaceh.

Bueno, como han de saber mi nombre era Juan Carlos, nací en Chile, en una comuna de Santiago que más bien es rural, no cerca del centro, sino que bien alejado. Nací en una familia hermosa, tengo la dicha de decir eso, con una madre amorosa y un padre atento, con una hermana un tanto distante pero que siempre ha estado ahí para defenderme y que me entregó el mayor regalo que he recibido en esta vida: mi sobrino. Mi familia es linda, es mi mayor bendición y mi refugio, porque todo en el exterior siempre me aterró: tal vez porque siempre me dañaron mucho.

Y lo más importante supongo, que debo contarles, es que jamás fui ese muchacho, nunca fui ese Juan Carlos, porque simplemente nunca he sido hombre y es difícil de contar, porque estoy recién aceptándolo ante el mundo, ante los seres que quiero y ustedes están dentro de ellos, ustedes que me han leído, que me han comentado y apoyado en esto que tanto amo. Por eso mismo el motivo de esta historia, quiero compartir con ustedes lo más íntimo de mí, y quizás de esa manera, combatir esta enfermedad que me consume poco a poco.

Lloré en la micro porque recordé las miles de veces que viajé de esa misma manera, intentando siempre fingir ser alguien que no era, intentando comportarme como la sociedad quería que fuera, moviéndome de la forma en que se esperaba, siendo un "caballero", esperando con pavor que nadie se diera cuenta de mi, de mi diferencia, temiendo que me gritaran algo, que me miraran como siempre lo han hecho, que se burlaran de mí como suelo recordar desde que tengo uso de razón.

Lloré en la micro porque no tuve infancia, porque no tuve adolescencia y porque estaba perdiendo mi vida en un rol que no me correspondía. Soy mujer y ahora lo digo con orgullo. Soy trans y ahora lo reconozco y grito con orgullo. Decidí aceptarlo antes que fuera demasiado tarde, antes que esta mochila que llevo a cuestas desde que nací se hiciera tan insostenible que decidiera arrancarme de esta vida de una sola vez y para siempre.

Lloré en la micro porque jamás pensé que tendría esperanza, porque nunca imaginé estar en el lugar que ahora estoy, porque no creí que tendría la fuerza necesaria para gritarle al mundo que soy mujer y de decirme a mí misma que no hay nada malo en ello, que Dios no se equivocó al crearme, que no soy un error, que no soy un monstruo.

Lloré en la micro porque por fin puedo ser feliz, porque tengo todo un futuro por delante, pero ya estoy tan destruida que no sé cómo seguir. ¿Cómo se vive? Jamás aprendí eso, solo me dediqué a sobrevivir.

 


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