Los días dentro de la Casa Wammy´s eran siempre tan recíprocos y aburridos que cuando se acercaban las vísperas navideñas sabias que las cosas tomarían un poco de luz, ya saben todos corriendo con cajas llenas de luces, un árbol, esferas y muñecos de nieve en el gran jardín.
-Matt, si ya terminaste de divagar, necesito que muevas tu trasero y me ayudes a colocar estas esferas.
Me levante de manera lenta y torpe, porque algo que claramente podía odiar de estas fechas era tener que levantarme más temprano para tener que ayudar con los preparativos y decoraciones dentro del orfanato.
-Matt! Carajo deja de hacerte tan tonto y…
-Toma las esferas, Mello. –Estire mi mano dándole una esfera roja- es fastidioso que tengamos que decorar este lugar para que otras personas vengan y gocen de él.
-Deja de ser tan holgazán, es lo menos que podemos hacer ya que como dijo Roger...
-L viene a vernos y claramente disfrutara de todo esto- lo mire con un tono que sabía que claramente Mello utilizaba mucho para dictar ordenes que estuvieran relacionadas a L- no sé porque querer llamar la atención de él, tanto te llena de honor esto?
-Matt.-levante la cabeza y me topé con dos enormes ojos azules mirándome de manera molesta. Retrocedí un poco por la sorpresa.-si no quieres ser uno de los muñecos de nieve afuera del jardín será mejor que limites tus palabras y sirvas de algo o vete a jugar con cabeza de algodón y déjame hacer las cosas solo.
-lo siento Mello, ya dejare de hablar y te ayudare.
Realmente no era que le tuviera tanto miedo a Mello, de hecho disfrutaba pasar el tiempo con aquel rubio impulsivo. Ya llevábamos muchos años juntos y ahora deseaba bastante poder dar un paso más en lo que teníamos que era como… ¿una amistad en la que me gusta ser controlado?
-Suena ridículo…
-¿Disculpe?
Levante la vista, no sabía cuánto tiempo llevaba sumergido en mis pensamientos y ahora me encontraba en la sala de reunión con Roger y los demás huérfanos de la casa. Me sonroje bastante a lo que todos se rieron y Roger solo me miro sin una sola pizca de sorpresa. A decir verdad siempre era así, pero a veces me podía más el divagar en mis videojuegos o cosas que me interesaran realmente, como Mello.
La tarde continuo de igual forma, me dirigí a la cocina buscando a Linda, sabía que había sido llamada para el conteo de lugares y necesitaba escapar un poco de Mello y su obsesión con L y que el árbol no puede llevar tantas esferas rojas colgadas en un mismo lugar.
-Matt, conseguí lo que me pediste.-se acercó a mí y me mostro una imagen de un brazalete negro con una piedra azul en el medio- me costó bastante convencer a la cocinera de buscarlo en las tiendas de reliquias, fue algo costoso y tuve que prestarte 3 euros.
-Linda, prometo pagarte con el siguiente trabajo que deba hacer- emocionado y me despedí de ella a paso veloz.
-Matt!- mire ya dentro del dormitorio al rubio mirándome de manera burlona o molesta, no sabría cómo describir su mirada- te estuve buscando perro, no sabía que te gustaba Linda –se centró en la silla del escritorio sin quitar sus ojos de mi- los chicos me dijeron que te vieron con ella en la cocina.
-sí, estaba con ella en la cocina… Pero eso no quiere decir que Linda me guste
-¿Por qué no? Es linda y la numero 4- su voz era tan burlona que sentía que nada de lo que decía era sincero
-Me gusta otra persona, no pienso hablar más de ello…- me sentía nervioso ante aquella mirada imponente pero me negaba a ser sospechoso, sabía que aquello no bastaría para el pero de verdad no me dejaría descubrir tan pronto
Se levantó de la silla y de la nada me empujo y se posiciono encima de mí, mantenía su mirada retadora pero algo cambiaba en ella, no sé si se trataba de molestia o repulsión, era algo nuevo en su personalidad.-Entonces si te gusta ya alguien y yo no lo sabía, sabes que todo debes decírmelo. –acerco su rostro a mí, acorralando mi cabeza con sus dos manos.
-No sabía que esas cosas también deseabas saberlas, pensé que no te importaba algo as…-mis palabras fueran selladas con los labios de Mello en los míos, su lengua y sus labios se movían de manera inquieta, como si quisiera leer mi mente con ese beso.
Cuando decidió separar sus labios de los míos podía sentir su aliento chocando con el mío, lo mire detenidamente y decidí acercar nuevamente su rostro al mío, pero fui detenido con la mano de Mello en mi cuello, apretaba algo fuerte y empezaba a ser difícil respirar.
-Siempre serás mi perro, te guste otra persona o no.-sin soltar mi cuello acerco su rostro a mi hombro mordiéndolo con fuerza y lamiendo la zona enrojecida.
-Mmgh…- aquel sonido parecía gustarle ya que pude verle de reojo poner una sonrisa maliciosa.
Podía sentir su cuerpo rozando con el mío cada que se movía encima de mí, empezaba a sentir mucho calor e irónicamente sentía la necesidad de quitarme la polera, todo parecía pintar bien hasta que…
-Matt, soy Linda –se escuchó una voz dulce del otro lado de la puerta acompañada de toques