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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Genteee no estaba muerta, andaba de parranda xD

Lamento muchísimo la demora, la verdad no tengo excusa alguna salvo las dos tremendas borracheras que me lance el mes pasado más un par de cositas para nada cristianas que hice aprovechando mi bella y preciosa soltería xD Igualmente pido disculpas, espero que el capítulo compense la ausencia.

Un saludo!

                           XII

  Get out your guns, battles begun

       Are you a saint, or a sinner?

     If loves a fight, than I shall die

       With my heart on a trigger

    They say before you start a war

You better know what you're fighting for


Era bien sabido por todo el mundo que Deidara no era esa clase de persona que se conformaba con migajas. El"Soñar no cuesta nada" noaplica en su lista de frases predilectas por la mera razón de que mientras existiera la misera oportunidad de tomar lo que quería, era seguro que la tomaría; Causar desastres no era tan fácil cuando se estaba preso bajo el yugo de Akatsuki, no obstante, siempre encontraba la manera de salirse con la suya de una forma u otra.

De modo que la respuesta a la duda más obvia es: Si.

Obviamente se escapó.

O al menos hizo el intento de, de todas maneras ni el mismo planeaba conseguir nada la primera vez, pero era lo suficientemente inteligente como para saber que incluso de las derrotas se puede sacar mucho. A veces analizas los errores de tu oponente, a veces aprendes de tus propios errores y en otros casos también puedes tener una mejor amplitud de la situación en la que te encuentras; El artista tenía muy en cuenta que Madara contaba con casi todo excepto con la restricción de no poder usar el Sharingan ni tampoco la fuerza bruta, mientras que él tenía la desventaja de estar excesivamente vigilado por dos ninjas en un rango superior, sin embargo, ningún plan es perfecto y el de Madara ciertamente no lo era.

En su primer intento la cosa había sido impulsiva, tenía muy poco tiempo de estar en compañía de sus captores por lo cual no contaba con mucho conocimiento para realizar una fuga exitosa. Por ello, y porque sabía que la muerte no suponía una opción viable, se arrojó por uno de los ductos de salida hacia la superficie apenas sintió a ese par particularmente lejos.

Acabó entrando al bosque y recorriendo terreno más rápido de lo que había previsto, esto gracias a su nuevo nivel de poder cortesía del Kinjutsu y el chakra robado, aunque nada de eso evitó que pudiera sentir la presencia de su ex compañero no menos de unos dos minutos después, materializandose a unos pocos metros de su dirección; Ver la enorme facilidad con la que había logrado localizarlo le puso de mal humor, por lo que no encontró mala idea arrojarle algunas explosiones. A fin de cuentas la discreción ya no le servía de nada y si de volver se trataba pues entonces al menos lo haría con la satisfacción de haberle volado un órgano vital. No consiguió darle gracias a la teletransportación, pero consiguió poner al Uchiha de mal humor pues tanto alboroto le dificultaba atraparlo.

Y así fue como lo que antes debió ser un intento de escape se terminó transformando en una pelea de Taijutsu, una en la que logró asestar varios puñetazos ya que cierto personaje necesitaba mantenerse tangible para poder llevárselo a la antigua, esto principalmente porque succionarlo con su habilidad no era una opción debido a que el otro Uchiha lo había prohibido explícitamente; Deidara conectó algunos golpes importantes así como también recibió unos, pero la sorpresa fue mutua para ambos cuando no solamente fue el brazo de Deidara el que detuvo la patada a sus costillas, también un brazo casi como aparecido de la nada que le sostuvo firme el tobillo al enmascarado.

Obito retrocedió entonces, y con razón, Madara no se veía nada feliz.

– Puedo soportar que el chico se piense que puede fugarse – Comentó con una neutralidad casi aterradora – Pero no que te rebajes a su nivel al punto de poner todo en riesgo solo por querer fanfarronear. Me basta con un idiota, no necesito otro.

Ambos jóvenes presentes reaccionaron con incredulidad ante lo evidentemente ofensivo que había sonado eso para los dos, y a pesar de que todo el peso de la molestia era dirigido al otro azabache, Deidara también presentía que Madara estaba canalizando toda la paciencia que más de ochenta años le habían proporcionado para no matarlo.

Ese día regresó a la base refunfuñando, pero había aprendido varias cosas.

La primera es que haber corrido tan de repente le hizo fácil de rastrear, por lo que ir desplazándose estaba descartado mientras estuviera muy cerca. Lo segundo era que la relación entre sus dos anfitriones no era muy estrecha, era más como una fría cortesía más obligatoria que voluntaria, por lo que encontrar la manera de desequilibrarla era crucial. Evidentemente su ex compañero no iba a romper lazos con Madara ni viceversa, pero mantenerlos en discordia era un buen punto de partida si deseaba hacer flaquear sus defensas. Finalmente en tercer lugar estaba el hecho de que logró certificar que no estaban en Konoha, ni de cerca. Había visto un par de bandas rotas con el símbolo de la lluvia abandonadas en medio de unos arbustos, por lo cual posiblemente estuvieran fuera de los terrenos de país pero no muy lejos, tal vez en la frontera.

La información era útil, pero necesitaba más si quería irse.

La siguiente vez intentó utilizar la excusa de estar durmiendo para escaparse, bajó su nivel de chakra considerablemente y luego se escabullo sin mucha prisa por el bosque, casi podía creer que solo había salido a trotar, pero sus imaginaciones se dieron un choque tremendo con la realidad al sentir como su mano se resbalaba después de tocar la base de un árbol. Estaba pegajoso. Pudo creer que era savia o agua estancada de lluvia de no ser por lo gelatinoso de la consistencia y el olor de un dulzón amargo que expedía al tacto; Deidara no tenía poderes oculares, pero no le hacían mucha falta para suponer que varias plantas debían estar impregnadas de la misma sustancia, lo confirmó en el mismo segundo que volvió a sentirse adormilado, maldiciendo en todos los idiomas existentes el que Madara fuera tan increíblemente astuto como para transformar ese suero del demonio en un gel.

Por motivos obvios, regresó inconsiente a la base esa vez.

Claro que también se transformó en un verdadero dolor de cabeza para Obito quien fue el responsable de buscarlo toda la noche hasta que finalmente pudo dar con él, ya que se había asegurado de esconderse de una forma astuta. Deidara apostaba la vida a que le hubiera gustado arrastrarlo como a un cadáver, pero los ojos vigilantes de Madara le obligaron a portarse bien; Su estado físico no solamente era importante, pues debido a la falta de los órganos correspondientes para el trabajo, el chakra literalmente lo estaba haciendo todo, y como era bien sabido por todos que el poder fluctúa de acuerdo a la voluntad o a la potencia de los sentimientos, una sobrecarga de ellos podía ser fatal si no se sabe cómo manejarlos adecuadamente. Un jinchuriki podía destruir una aldea en un ataque de ira, y aunque no fuera necesariamente igual, el daño que podía generarse en si mismo era igual de grave.

En pocas palabras, hacer molestar a Deidara era lo más estúpido que podían hacer.

Evidentemente también paso por su cabeza la idea de amenazar con terminar su vida si no le dejaban marchar, pero como Madara era de esas clases de ninjas estratégicos cuya determinación sobrepasa lo radical, sabía que hasta le instaria a matarse si tanto quería hacerlo. A fin de cuentas él representaba una ventaja considerable, y si Madara no conseguía lo que quería, al menos se aseguraría de que nadie más lo obtuviese.

En resumidas cuentas ese plan tenía dos fallos cruciales, el primero: Madara estaba loco. Y el segundo: Deidara no quería morir todavía.

De las siguientes dos veces no aprendió nada nuevo, de modo que comprendiendo que la clave para su libertad estaba, irónicamente, adentro de la base, dejo de intentarlo para terminar de obtener la información que necesitaba. No contaba con la garantía de encontrar algo, pero él nunca se rendia y no iba a empezar ahora.

Solo necesitaba algo más de paciencia... e inteligencia.

– Me figuro entonces que la idea de que ese usurpador usara tu nombre fue tuya – Deidara estaba sentado de forma informal en un cómodo sillón mientras Madara leía unos pergaminos en el suelo. Sin embargo, alzó la mirada para responder.

– A los Uchiha nos precede una reputación bastante especial, a unos más que a otros, y para la cantidad de cosas que llegué a hacer en mi juventud resultaba obvio que Nagato seguiría a Obito si creyese que era yo.

Lo único que el artista podía aceptar como ventaja de estar en ese lugar era la enorme cantidad de información que recibía sobre el mundo ninja, en especial de Akatsuki. El saber que su líder era un casi inválido Uzumaki resentido por la muerte de su mejor amigo fue casi tan brutal como enterarse que su ex compañero es un Uchiha dado por muerto y a quien Pain realmente considera el líder del grupo.

"No me ha explotado la cabeza es de milagro" Meneó un poco la cabeza procurando no perder el hilo de la conversación.

– Suena a un plan arriesgado.

– A lo mejor – Balanceó la cabeza como si meditase en algo – Siempre estuvo la posibilidad de que alguien pudiese descubrir su mentira, pero gracias a la masacre de mi clan cortesía de Itachi, la aparición de un nuevo Uchiha resultaba impresionante para cualquiera. Y si de haber un sobreviviente se trataba ¿Que mejor opción que el mismísimo Uchiha Madara?

A pesar de no contar con los sentimientos afectivos que normalmente vienen con el tipo de relación que ellos no se permitían tener, a Deidara se le removió algo al escuchar de nuevo el nombre de ese Uchiha. No era algo negativo, tampoco positivo. Tal vez una suave nostalgia bañada con la amargura de la soledad a la que se había acostumbrado a tener antes de involucrarse con él.

– Funcionó al fin y al cabo – Finalizó el Uchiha, indiferente.

– Te oyes demasiado seguro.

– Me sobran los motivos para estarlo.

Aquella voz llena de orgullosa confianza le hizo hacer un gesto engreído.

– No deberías cantar victoria tan pronto, Madara. La guerra aún no empieza y a tú plan suicida apocalíptico le sobran razones para fracasar.

– Chico, no creas que esta es mi primera guerra – En vez de la prepotencia cruda que esperaba, el viejo Uchiha le miraba con una superioridad ancestral casi burlona – Nací en medio de una destrucción masiva que consumía todo a su paso, llevándose vidas y pueblos enteros. Ví morir a mis enemigos así como también ví caer a cientos de los míos, el calor de la batalla es aquello que todos los de mi generación llevan en la sangre. Los ninjas de hoy apenas pueden llamarse como tal, son como niños ignorantes jugando a ser algo que no comprenden, regodeandose en la protección de una aldea que puede ser destruida en segundos, en una paz que no es ni nunca será verdadera – Aquel énfasis casi venenoso en sus últimas palabras le dió la impresión de que le estuviera hablando a alguien más, pero se redujo antes de poder fijarse con más atención; Le miró a los ojos – Yo más que nadie se por lo que estoy peleando, y no es por algo tan insulso como la idealización actual de la paz, para lograrlo se necesita poder e inteligencia. Y siendo inteligente siempre he tenido en cuenta que pueden haber fallos, sin embargo, lo que sea que pueda llegar a perder es irrelevante si logro obtener mi cometido.

– El Tsukuyomi infinito – Comentó Deidara, provocando una afirmación en el otro.

– Será muy pronto, y cuando sea el momento de revelar la verdad nadie podrá hacer nada al respecto. Con la colaboración de Obito y las bestias con cola nuestro poder será superior de una manera que nunca nadie había visto.

Más allá de centrarse en el tema de la inminente apocalipsis, Deidara reparo en otro detalle con sarcasmo.

– Resulta interesante que hables tan bien de tu compañero cuando lo encuentras inferior.

– Jamás trato a las personas con menos o más de lo que me demuestran ser. Obito es fuerte, pero su motivación es blanda y sentimental – Escuchándose levemente fastidiado por unos segundos, luego se volvió más despreocupado – Da igual como sea a fin de cuentas, él tiene sus motivos así como yo tengo los míos, no me causa simpatía ni tampoco confianza, pero su fuerza y sus convicciones son justo lo que hace falta para esta misión.

– Le confiaste mucho para ser alguien en quien no confías – Observó crítico en lo que alzaba una ceja.

– La confianza es irrelevante cuando se comparten las ambiciones y el poder, y Obito está de acuerdo en ambas – Detuvo el movimiento de su mano para darle un repaso divertido – Para un Uchiha la lealtad a la sangre es más importante que nada, si logras entender eso, también entenderías muchas cosas – Y procedió con su tarea de seguir escribiendo en silencio.

A lo mejor y su intención era ponerlo en un estado de pensamiento profundo, pero no funcionó. No lo hizo porque Deidara estaba consiente de que la sangre de Itachi no era necesariamente la razon por la que deseaban mantenerlo allí; La fortaleza e inteligencia del genio del clan Uchiha podían tener que ver, pero factores como su enfermedad le quitaban peso al momento de escoger algún candidato para perpetuar el clan. El hecho de que Madara aún a pesar de ello quisiera quedarselo era por el mero hecho de que sin importar a que Uchiha le perteneciera, seguíria siendo un miembro del clan al nacer; La herencia de poder, la barrera de sangre y los ojos malditos con los que cargaría toda la vida podían transformarlo en el arma predilecta que cualquiera ambicionaria tener.

Si a todo eso le juntaba sus propias habilidades prohibidas de rango criminal y el hecho de estarse desarrollando en un cúmulo de chakra proveniente de un Kinjutsu, aquello que podía llegar a tener definitivamente sería toda una explosión de sorpresas.

Se fue de allí para poder pensar mejor, cosa que hacía literalmente cada segundo del día, siempre estaba recolectando información, siempre estaba atento a todo... excepto un día.

Deidara ya no podía acordarse la última vez que algo lo saco tan fuera de su zona de confort que le paralizó el mundo, pero volvió a sucederle en ese mismo momento. A punto de irse a dormir esa noche el artista había estado pensando en la técnica que habían usado los Uchiha en el pergamino con los números, preguntándose si en Konoha u otras partes del mundo habrían más documentos o lugares que solo otro Uchiha pudiera acceder, así como aparentemente ahora él también...

Luego se sentó de golpe en la cama.

Pues hasta ese punto realmente con todo el ajetreo de la fuga y su investigación no se había dado el tiempo para procesar el hecho de que verdaderamente esto le estaba pasando a él.

– Mierda – Soltó, en lo que algo parecido a un breve estado de pánico le aceleró el corazón.

Fue bastante súbito y repentino sentirse algo perdido, como si la idea hubiera terminado de ser analizada en su cabeza y netamente no se la podía creer. Su desorientación sobre el asunto fue tan alta que se preguntó internamente como es que se las había arreglado para maquinar todos sus movimientos de fuga con la cabeza fría si la situación era un locura total, y es que en términos prácticos Deidara hasta ahora lo había imaginado más o menos como una de esas inútiles bombas amorfas que le salian mal a veces por andar distraído, cosa que si era, por ahora. Porque si no hallaba la forma de huir a tiempo, esta no-bomba podría transformarse en una cosita bastante viva, y a saber si también parecida a él.

Una vez pasado los largos minutos de crisis personal, se le vino la amargura al recordar a quien más se podría parecer.

"No puedo creer que ligue mi sangre con la de ese bastardo infeliz..."  Se aplastó de nuevo contra el colchón, preguntandose porque en Akatsuki no hubieron más opciones de su interés para disuadirlo de pensar que tener sexo con Itachi Uchiha podía ser una buena idea; La idea de estar metido en una situación parecida le molestaba tanto como el que ese Uchiha estuviera involucrado. Odiaba demasiado todo lo referente al Genjutsu desde que podía recordar, y desde aquel día en el que el Dios en la materia le dió una revolcada a su orgullo con él, su desprecio no pudo ser mayor. Que lograse reprimirlo lo suficiente como para disfrutar de buenos momentos con él era una cosa, pero su limitada afectividad no llegaba al punto de soportar el compartir con Itachi algo tan significativo como aquello. La sola acción de pensarlo le daba escalofríos, haciéndole sentir como si cargase un Sharingan maligno que le haría Genjutsu mientras dormía.

Podía sonar incluso vanidoso, pero Deidara sentía que estaba muy por encima de compartir algo con Uchiha, al menos no de esa manera.

Inevitablemente, pensar en ello también le hizo pensar en Itachi.

Deidara hizo un gesto pensativo, cuestionadose entonces que pensamientos pasarían por la cabeza del exiliado Uchiha si se enterase que existía la posibilidad de tener más familia aparte de su hermano. El artista no podía figurarse que le importase, y eso le agradaba. Jamás le había oído hablar sobre su pasado o hacer alguna alusión a la convivencia de una familia feliz, al contrario, todo lo remotamente relacionado a sus lazos de sangre siempre venía teñido con sangre y resentimiento, de modo que aunque ciertamente tenia la leve impresión de que era una persona más tradicional, presentía que no le importaría en lo absoluto erradicar la posibilidad de que existiera otro más de su clan.

Había asesinado a todo su clan con una facilidad casi tenebrosa, dejando vivir a su hermano solamente para hacer su vida miserable. Teniendo aquello como precedente, Deidara podía asegurar que, aunque su palabra no hiciera la diferencia, estaría de acuerdo con su punto de vista.

Se permitió estar un poco más tranquilo entonces, obligándose a concentrarse en lo único que le interesaba por ahora: La fuga.

No era un asunto fácil y más si el mantener la única garantía de que no le asesinasen radicaba en conservar temporalmente algo que le hacía sentir ansiedad casa vez que reparaba en ello. Sin embargo, era experto en situaciones complicadas, por ello se forzó a dormir y guardar energías en caso de cualquier eventualidad. Al fin y al cabo si en algún momento debía salir corriendo, mejor tener el tanque lleno.

– ¿A dónde vas?

La voz de Obito se escuchó grave, pero él le miró con una pereza casi celestial.

– A caminar.

– ¿Para que?

– ¿No te creeras que voy a pasar meses de mi vida aplastado allá atrás, o si? – Arqueó una ceja a la vez que miraba el camino a un costado del bosque – Sígueme si te da la gana o quédate ahí, no me interesa.

– No vas a ir a ningún lado para que vuelvas a escaparte, ¿Me ves cara de idiota?

– ¿La verdad? Si – Viéndose abiertamente burlón – Y de estúpido también, de hecho, porque si pudieras usar esa cabeza pretensiosa para algo más que robar ojos ajenos sabrías que no soy tan imbécil como para intentar escaparme contigo tan cerca – Disfrutó unos segundos de su tensa frustración para luego hacerle un gesto desdeñoso – Me voy a caminar de cualquier forma, allá tú si quieres intentar detenerme, y en caso de que si lo hagas, te advierto de una vez que aparte de explotarte esa estúpida máscara que tienes me voy a divertir muchísimo cuando tu dueño te parta el culo.

Deidara observó con satisfacción como su compañero intentaba mantenerse sereno, ya que por mucho que intentase usar su hiperdesarrollada superioridad para hacer caso omiso a los insultos, ser el sustituto parlante de Madara era un punto que siempre le jodia muchísimo en su vida.

Le escuchó inspirar hondo.

– Tienes mucha suerte de que no pueda utilizar el Sharingan.

– Es tu problema si no puedes usar lo único que te hace peligroso – Se le salió una pequeña sonrisa al ver como era notorio que le estaba fastidiando profundamente – Adaptate como lo hacemos todos y deja de quejarte, ¿No que eras Uchiha Madara? Compórtate como tal, o al menos has el intento, que soñar no te cuesta nada.

– Juro que... – Un pie ya se había balanceado hacia adelante cuando otra cosa de mayor peso lo devolvió atrás.

– Resulta obvio que ustedes no saben lo que es preservar un segundo de paz.

El ojo visible del enmascarado se elevó hacia arriba, allí en donde principal contribuyente estaba de lo más tranquilo en una rama con los brazos cruzados, por su cara pasaba esa expresión de quien ve a sus dos mascotas pelear por quinta vez en el día por el mismo viejo y roñoso juguete; Deidara le observó apenas, realmente no le importaba quien hiciera el papel de sombra, él iría a caminar igualmente.

Con Obito guardando silencio, el artista se dió la vuelta para seguir caminando, escuchando a su espalda la voz de un Madara ligeramente curioso.

– ¿A dónde vas, Deidara?

– Te repito lo mismo que a la imitación barata que tienes por allá – Apuntó con el pulgar de forma indiferente a un Obito que se le crispó el humor ante ese apodo tan ofensivo – Me voy a caminar por ahí, si a alguno de los dos le da la maldita gana de seguirme solo háganlo y ya.

El Uchiha más joven inmediatamente vió al otro como esperando una respuesta negativa ante esa estupidez,  no obstante, Madara hizo un gesto de consideración antes de restarle importancia con un levantamiento de hombros.

– Bien.

– ¿Bien? – Cuestionó Obito con incredulidad, pero el viejo lucia despreocupado.

– No hay nadie en kilómetros a la redonda y tampoco está lloviendo – Se mostró muy relajado cuando añadió un casi empático –: El sol le caerá bien.

Por la manera en la que se bajó del árbol y se sacudió las manos Deidara se figuro que la leyenda de los Uchiha sería el que haría de acosador, no le agradaba, pero debía aceptar que Madara resultaba menos insoportable que su ex compañero la mayoría del tiempo; Siguió con su camino con parsimonia, el día poseía una frescura que antojaba dormir bajo la sombra de los árboles, quizás al lado de un río para escuchar el sonido de la corriente.

Estando algo lejos, sus oídos captaron un trozo pequeño de la acalorada conversación a sus espaldas.

– Deja de complicar las cosas, Obito.

– No las estoy complicando, simplemente no creo que dejarlo moverse con tanta libertad sea una estrategia inteligente.

– Chico, no te engañes, libertad es lo último que ha tenido y por lo mismo no paso por alto que podría salir corriendo en cualquier momento, pero eso no será hoy – Madara tenía la peculiaridad de espantarlo un poco, en especial cuando de expresaba de esa forma tan conocedora de su personalidad – Dejarlo en paz al menos retrasa que intente matarse, cosa que pasará más temprano que tarde si no te abstienes de seguirle provocando.

El de la máscara se escuchó prontamente ofendido.

– No soy yo el que está provocando aquí.

– Y tampoco eres el que está en desventaja – Atajó el otro – De modo que procura limitar ese temperamento, que de nada sirve si te empeñas en arruinar los planes por no saber comportarte mejor que un adolescente caprichoso.

Deidara no alcanzó a distinguir nada más, pero reprimió la sonrisa maliciosa en lo que continuaba con su camino. Debía aceptarlo, repudiaba a Madara como a la mayoría de los Uchiha, pero resultaba divertido cuando se ponía de su parte. Que en el proceso su ex compañero terminase molesto era como un bonus que lo hacía muchísimo mejor.

Terminó recostado en un sitio bastante parecido al que había imaginado, solo que en este caso no había ningún río, aunque poco importaba, solo necesitaba algo de aire.

Oyó el sonido de alguien instalándose a unos cuantos metros de donde estaba, pero apenas lo notó. Estaba demasiado concentrado en la sensación de los rayos del sol calentando la piel de su rostro, pasaban las tres de la tarde así que no había un calor excesivo ni tampoco un viento fuerte, pero la imperceptible brisa era reconfortante.

"Aún no veo nada..."  Pensó sin querer. Había adquirido la manía de darse una vuelta por su sistema de vez en cuando, teniendo la curiosidad de poder captar con su propio ojo interno aquello que el revuelo de energía no le permitía.

¿Por qué? Honestamente la respuesta a ello era confusa, una parte suya simplemente deseaba poder garantizar por su propia cuenta que todo el asunto era real, mientras que la otra solo estaba llena de una inevitable y rara curiosidad; Era un ser inquisidor por naturaleza, cuestionandose cosas de vez en cuando por el mero hecho de satisfacer su curiosidad. Pasaba algo similar ahora, ya que por mucho que la mayoría de sus sentimientos fueran de desagrado, existía una pequeña chispa de intriga que ansiaba por ser ahogada con una merecida dosis de conocimiento.

– ¿Que hay con el chakra? – Habló finalmente sin abrir los ojos, sabiendo que el otro le estaba escuchando.

– ¿Que hay con él?

– Mencionaste algo sobre tener la capacidad de destruir todo, pero no explicaste el como o porqué lo siento.

– Eso es algo complicado de explicar – Deidara abrió un ojo con sarcasmo, dándole a entender a Madara sin palabras que si había sido capaz de comprender y aceptar un embarazo masculino, el resto venía siendo tarea fácil; El fantasma de los Uchiha puso un gesto pensativo – Para ponerlo fácil, digamos que una parte de tu organismo sigue queriendo utilizar ese poder para pelear y defenderte mientras que la otra está más centrada en mantener y desarrollar tu desafortunado experimento – Obtuvo un ruedo de ojos ante la elección de palabras pero siguió escuchando – La parte que puedes usar para luchar te hace particularmente fuerte y peligroso, pero no siempre será de esa forma. Eventualmente cuando pasen los días el chakra que obtuviste se va a relacionar mejor con aquello con lo que es más compatible, y te aseguro que ese no eres tú. Por lo que en cuestión de semanas perderias la capacidad de utilizarla más no va a desaparecer, simplemente se va a estancar en un solo lado, manteniendo una sola función.

– Pensé que el Kinjutsu me permitía ser compatible con cualquier energía.

– No, lo que te permite es absorber cualquier energía – Corrigió con un gesto significativo – La diferencia radica en que una vez absorbido el chakra puedes usar eso para hacer una bomba, una técnica nueva en el momento o algo más drástico como en este caso. Si te fijas bien, a pesar de que puedes disponer de todas las opciones anteriores ninguna está ligada directamente a tu sistema, no exactamente, porque ninguna de ellas esta diseñada para ser permanente en tu cuerpo. Eso, en pocas palabras, significa que puedes robar energía y usarla para algo, pero no puedes ligarla a la tuya para hacerte más fuerte.

– Suponiendo entonces que sea de esa manera... – Arrugó un poco las cejas ante la llegada de tanta información – ¿Por qué se descontrola tanto el chakra aún cuando ya le estoy dando uso?

– Chico, es poder Uchiha en alguien que no lo es, creo que no hay una mejor explicación para eso – Era latente como el hablar del tema le divertía – No tienes la sangre ni la experiencia para canalizar un poder similar durante un periodo de tiempo tan prolongado, y si con el chakra de un Uchiha promedio sería difícil, imagínate con el de quién te viniste a fijar; Es bien sabido que de Konoha Itachi siempre estuvo entre los más destacados, su fuerza es impresionante aún si su manera de pensar es bastante cuestionable – El leve desdén en su voz le hizo fruncir la cejas, no comprendiendo como Madara podía encontrarse en desacuerdo con un sujeto que era tan frío, solitario y poco afectivo como él, pero continuó hablando antes de permitirle profundizar más la duda – La única razón de porque no has colapsado aún es debido a que sin importar que no seas un Uchiha eres bastante resistente. Posees la edad, la fuerza y salud de tu lado, agradecelo, si fueras unos cuantos años mayor y un poco menos fuerte hace rato habrías muerto.

"Pues que suerte la mía" La ironía era como que indispensable en estos casos ya que las otras opciones eran enfurecerse o enfurruñarse, y entre esas tres ser sarcástico le quedaba mejor.

– ¿Alguna otra pregunta? – Era interesante como siempre parecía de humor para conversar. A lo mejor eran los años de soledad o que tal vez su carácter le simpatizaba un poco, pero de cualquier manera era cierto que aún tenía ciertas dudas.

– ¿Seguiré teniendo acceso al poder aún cuando se estanque?

– Si – Más luego se tornó serio – Pero no es recomendable.

– Déjame adivinar – Resopló con cierta fuerza – Se pierde tu As bajo la manga.

– Es mucho mas que eso, cortarle de esa manera el chakra ciertamente es una perdida segura, pero eso no es lo único que sale perjudicado – Tras captar su completa atención, fue el turno del azabache por verse irónico – ¿No creíste que sería así de fácil, verdad? Quitarle el suministro de energía en una batalla no solo interrumpe el proceso, también es potencialmente peligroso para tí de una manera que no imaginas. Una vez que comiences a agotar el chakra Uchiha ligado al Kinjutsu inevitablemente la técnica se va a aferrar a la tuya para no detener su desarrollo, y antes de que te des cuenta no tendrás nada de energías, no podrías pelear ni mucho menos mantenerte con vida por más de unos segundos – Dejó caer su rostro en la palma de su mano derecha – Lo que debes entender ahora, Deidara, es que no eres muy diferente a un jinchuriki, lo que tienes dentro inevitablemente necesita poder para seguir creciendo, y si tú le quitas su reserva entonces cuenta con que te va a quitar la tuya, solo que a diferencia de un demonio y su contenedor ninguno de los dos tiene la capacidad de detenerse a tiempo para no hacerse daño. Lo más probable es que termines agotando todo el chakra Uchiha antes de que te des cuenta, y para cuándo quieras utilizar el tuyo ese tanque también estará vacío. Vas a comenzar a asfixiarte, tu habilidad posiblemente trate de absorber algo para que vivas, pero no será suficiente. Tu vida se irá desvaneciendo poco a poco y en el caso hipotético de que llegues a sobrevivir a la disolución del chakra junto con los genes, es probable que el Kinjutsu termine por descontrolarse y utilice el residuo restante para transformarlo en alguna bomba que no vas a poder desactivar a tiempo.

– En pocas palabras me agoto, me asfixio, lo pierdo y luego exploto – El artista sentía como si le estuviesen contando la trama de una mala película, pero desgraciadamente era real y Madara se encargó de certificarlo con un seco asentimiento; Chasqueo la lengua – Fantástico.

Casi como presintiendo que era un buen momento para tocar el tema, el Uchiha se volvió ligeramente más amable.

– Por eso es mejor que dejes de intentar huir y te resignes, ya has podido notar que estar aquí no es tan desagradable, al menos no como en Akatsuki. Aquí eres prioridad por encima de casi todo, y lo único que tienes que hacer es no intentar morir por un par de meses.

– Bien que suena sencillo cuando ignoras la parte en la que me obligas a hacer de incubadora de genes Uchiha por casi un maldito año.

– No es tan grave si lo piensas bien, solo debes resistir las ganas de huir, comer bien y soportarle lo suficiente hasta que ya no te necesite para sobrevivir, el resto va por cuenta nuestra.

– A ti se te hace fácil decirlo porque no eres el que está de cabeza en este embrollo.

– Cierto, no lo estoy, y si lo estuviera difícilmente pensaría diferente a tí, al menos puedo concederte eso.

Deidara sonrió sin ganas.

– Sin embargo, sigues siendo lo suficientemente cruel y egoísta como para que eso te importe una mierda.

– En efecto – No se mostró arrepentido en lo absoluto – No estoy en tu posición, de modo que lo que puedas llegar a pensar, aún si congenia con mis propios pensamientos, resulta irrelevante al final. Lo único que me interesa es tener toda la ventaja que pueda en la próxima guerra, nada más.

– Si tanto le das importancia a la genética de tu estúpido clan ¿Por qué no lo hiciste resurgir por tu propia cuenta? O mejor ¿Por qué no utilizaste al inútil de por allá para que lo hiciera? Te habría ahorrado más trabajo.

Por lo general Deidara se había acostumbrado a que los Uchiha eran reservados con sus reacciones. Itachi, por ejemplo, podía reírse sin problemas a veces, pero siempre en un tono bajo y por lo general con la boca cerrada. Muy pocas veces le había visto reír como alguien normal cuando se las apañaba para hacer una broma muy buena o algo le daba mucha gracia, por ello y por la obvia cara de estreñimiento masivo que se cargaba su hermano menor, se figuró que todos los Uchiha eran igual de indispuestos a mostrar sus emociones.

Pero no.

Madara abrió la boca para dejar salir una carcajada abierta y divertida, de esas que no tienen miedo al pensamiento de la gente y solo sucumben a la emoción.

– Chico – Apenas era capaz de controlar su gracia – ¿Crees que en mi caso eso alguna vez fue una posibilidad viable? ¿Realmente lo crees? – Sus ojos brillaron con audacia – Porque si eso haces, estás muy equivocado. Tal vez hayas podido escuchar que lo peor que un ninja puede llegar a sufrir es la traición, el odio, la soledad...; Nada de eso es cierto, de lo único que verdaderamente debes cuidarte es de las emociones positivas, y el amor esta justo en la cima de la lista. Para sentir soledad debes añorar estar con alguien, para ser traicionado debiste ser lo suficientemente estúpido como para confiar en alguien...; Un sentimiento positivo es más engañoso y traicionero cualquier Genjutsu, que el odio más grande que se pueda experimentar sea a alguien que algún día amaste es la prueba fehaciente de ello.

– ¿Lo dices por tu colega o por ti? – Le enfrentó él con una ceja alzada, recibiendo una de esas miradas difíciles de descifrar.

– El mundo ninja es muy pequeño y a veces entre guerreros se comparten las mismas penas, más no el mismo dolor – Borrando cualquier vestigio de otra cosa que no fuera dureza y frialdad – Sin importar que tan fuerte sea un contrincante siempre habrá algo que le incapacite, y yo no podía darme el lujo de arrastrar trabas cuando mi único objetivo era derrotar a mí mayor rival. Nada me importaba aparte de ello, por lo mismo tampoco consideré la opción incluso cuando estuve en un estado tan precario y decadente. Es cierto que con un hijo que continuase mi linaje habría obtenido un aliado, pero también una debilidad y eso no es algo que jamás haya podido permitirme, ¿Por qué crees que lo conseguí a él? – Señaló con su pulgar a un punto hacia la nada donde muy probablemente andaría Obito renegando – Tenía potencial, era determinado y sobretodo no se me dificultaría matarlo si desobedecia. He allí el valor de un discípulo por encima de un lazo fraternal, las relaciones son más fáciles, y el resolver los problemas también.

– No entiendo entonces a qué viene tu crítica si de todas formas lo vas a matar si algún día decide dejar de seguirte a ojos ciegos como el otro inútil.

– No te critiqué en ningún momento, como ya te dije, empatizo con tu forma de ver la vida. Además, Obito es rebelde porque llegó a mi lado en una fase de su vida muy complicada. Era un crío que aún tenía esperanza en el mundo cuando todo se le vino abajo demasiado rápido, ya tenía una forma predilecta de pensar antes de que yo llegara y eso de una forma u otra siempre resulta un problema. Será diferente esta vez, sin embargo – Resultaba incómodo y perturbador cada vez que ese Sharingan maligno se fijaba en él, como si pudiera ver en completa definición cada partícula de su organismo – Mi ideal será lo único que conozca, por lo que no tendrá motivos para traicionarme.

– Claro que siguiéndolos a ustedes dos tampoco es que vivirá mucho como para que lo haga, ¿No? – Cuestionó con un oscuro sarcasmo que Madara desechó con un encogimiento breve.

– Las bajas son inevitables en la guerra.

Deidara se ahorró el responder a la crudeza de sus planes para volver a cerrar los ojos, discutir sobre fallos con ese sujeto era una lucha perdida cuando siempre se expresaba con una indiscutible seguridad sobre el asunto. No le intimidaba, sin embargo, de ser perfecto no le habrían derrotado la primera vez, y quién cae una vez podía hacerlo otra.

El sol le quemaba un poco la piel de las muñecas, pero no era desagradable. Se sentía muy relajado y tranquilo.

– Que interesante... – Había murmurado Deidara hace un tiempo que se sentía incalculable. Su cabeza había estado reclinada ligeramente hacia un lado, el mismo en el que otra persona descansaba con tranquilidad. Su mejilla rozaba con la piel de sus costillas, y aún si la parte en la que se tocaban salvajemente ya había terminado, unos largos y pálidos dedos caminaban por la piel descubierta de su brazo.

Itachi pareció escucharle.

– ¿Que cosa?

– Tú, siendo moribundo – Ahogó un bostezo antes de parpadear para alejar el sueño – A veces estás en crisis y otras luces bien, pero siempre te ves enfermo de una forma u otra.

Notar aquello no era algo perceptible para cualquiera, ya que los pequeños pero cruciales síntomas pasaban desapercibidos la mayoría de las veces. La capa de Akatsuki y la reticencia del Uchiha por estar cerca de sus compañeros también contribuía a la causa, logrando invisibilizar aspectos como lo excesivamente blanco de la piel, la fragilidad de las venas expuestas, el dificultoso intercambio que a veces se volvía su respiración...; Fue observando con atención que Deidara notó que sin importar que tan bien se sintiera, Itachi siempre parecía estar enfermo.

Los dedos se deslizaron silenciosamente hacia arriba, a la curvatura de su cuello.

– Siempre habrá algo – Comentó con un ligero pensar – No está enfocada en ningún órgano, no es esa clase de enfermedad. Algo siempre se sentirá resentido, y cuando otro lo haga al mismo tiempo es entonces cuando empeora.

– ¿Que te duele más ahora? – Su curiosidad elevándose por encima de su sueño.

El Uchiha se quedó callado unos segundos, considerándolo un poco hasta volver a hablar con un tono de desasosiego que apenas estaba empezando a conocer.

– La mente.

– ¿La mente puede doler?

– La mente incluso puede sangrar – Suspiró con cierto esfuerzo – Una mente herida crea a una persona rota, carente de esperanza. Y las personas sin esperanzas siempre toman decisiones drásticas... – Su acompañante le oyó apagarse como si estuviera envuelto en la imagen de un momento, y a riesgo de Interrumpirlo, preguntó:

– ¿Estas sangrando ahora? – Por la breve mirada que obtuvo, más bien parecia como si la sugerencia no fuera novedad – ¿Lo suficiente como para romperte?

– No demasiado – En su rostro bailaba una discreta sonrisa algo cómplice.

– Fanfarrón – Exclamó él con un gracioso ruedo de ojos para después mirarlo. Ese día no estaba tan pálido, pero si tenía las ojeras más profundas, y en sus labios había un tono más pálido de lo normal – ¿Alguien más lo sabe?

– ¿De esto? – Elevó las cejas antes de bajarlas con aire pensativo – Kisame.

– ¿Hace cuánto?

– Un par de años, la privacidad es un lujo que los compañeros comparten poco en las misiones, que lo supiera era cuestión de tiempo.

– Cierto – Deidara recordaba sin problemas el lío que era tener un momento íntimo con su maestro dando vueltas por ahí, y ni hablar de Tobi. Prácticamente tenía que amenazarlo para poder ir al baño – ¿Tu se lo dijiste o fue como en mi caso?

Ahora Itachi solo alzó una ceja.

– ¿Como en tu caso?

– Por accidente – Aclaró él.

– ¿Crees que eso fue un accidente? – El cuestionamiento le hizo dudar un poco, por lo que terminó frunciendo las cejas.

– Lo creo más probable a que fuera a propósito.

– Deidara – Se escuchaba curiosamente serio de uns forma agradable – ¿Crees que de estar en una situación como esa y querido privacidad me habría quedado en un lugar donde sabría que irías?

Dicho de esa manera ciertamente la cosa resultaba bastante lógica.

– Si querías que lo supiera ¿Para que la amenaza? – Se retiró un poco para poder verle mejor la cara. Seguía calmado, pero se le notaba el buen humor.

– No era una amenaza – Sonrió un poco por la sugerencia – Te estaba retando.

– ¿Por qué creíste que me interesaría aceptar un reto para averiguar algo sobre ti?

– Lo descubriste – Señaló con divertida obviedad – Tú dímelo.

Deidara bufó por lo bajo, pero se reservó la queja porque en cierto modo tenis razón. Se había comido la cabeza para tratar de averiguar ese secreto aún cuando el Uchiha no se lo puso para nada facil, de modo que no estaba en la posición más idónea para reclamar.

– Aunque fuera así, ¿De todas maneras que ganabas tú contandome sobre eso? No confías en mí – Y tras soltar esa palabra, vio un gesto curioso en su rostro de neutralidad, casi como si estuviera pensándolo – ¿Confías en mí? – Preguntó entre intrigado y sorprendido.

– No exactamente.

–  ¿Lo estás considerando? – Ofreció el rubio, y el azabache pareció encontrar esa oferta lo bastante aceptable, por lo que solo dejó salir una sonrisa; Deidara hizo lo mismo – ¿Te doy un consejo? – Itachi alzó su cejas y emitió un curioso "¿Mmmm?"; Él sonrió aún más ancho – No lo hagas.

Unas manos le rodearon juguetonamente las caderas con toda la intención de aplastarlo contra las sábanas, posiblemente para hacerle una maldad, pero él era escurridizo, y logró sujetarle las muñecas para poder sentarse en su pelvis. Una vez arriba, se inclinó y le dió un sugerente morsiquito en el cuello.

– ¿Ves? – Respiró sobre su piel – Para nada confiable.

Itachi se rió entonces, y Deidara se agitó un poco cuando su pecho se sacudió al ritmo de su risa. Solamente en momentos como ese es que podía escucharlo dejar salir algo tan libre como eso.

– Dejaré de considerarlo entonces – Comentó con cierta gracia al mismo tiempo que liberaba una de sus manos para pasearla por la piel de sus costillas.

La sensación le generó un placentero estremecimiento que le distrajo unos segundos, más logró sonreír.

– Ya nos estamos entendiendo.

– Quizás... – Unos dientes probaron su garganta con la sensualidad suficiente para hacerle echar la cabeza atrás – Solo no olvides algo.

Suspirando un poco, Deidara abrió ligeramente un ojo para poder ver con interés un rostro que, aunque sereno de forma casi poética, mantenía un aire de entretenimiento digno de cualquier mortal.

– Tampoco soy alguien confiable.

Le había seguido tocando entonces, convenciendole de manera silenciosa pero efectiva para perderse mutuamente en un momento en donde detalles como una inconclusa confianza era lo de menos. Estaban juntos ahí y ahora, compartiendo un momento de caótico frenesí que, fuese irónico o no, les traía una paz que no tenía precio.

Algo pesado se le instaló en el pecho, y por mucho que no quisiera Deidara terminó aceptando que añoraba esos días de ignorancia en donde el revuelo que hacían a escondidas no tenía más peligro que ser descubiertos por el resto de Akatsuki.

– ¿Sucede algo? – Oyó a Madara preguntarle, y fue entonces que notó que había dejado salir un cargado suspiro que casi se sentía como de tristeza.

Porque si lo era, se sentía decaído debido a que por segunda vez en su vida había perdido aquello que había considerado su propia y única libertad.

Deidara frunció los labios y se levantó, sintiendo que le abandonaban las ganas de seguir llevando aire fresco, ahora lo único que le provocaba era volver para poder seguir planeando su escape. Deseaba irse de ese lugar con una urgencia frustrantemente ansiosa, manteniéndose cuerdo solamente por la nueva información que iba acumulando a medida que iba pasando el tiempo. Como que Madara tendía a ausentarse cada fin de semana para reunirse con la misma persona que le había revivido, aunque nunca había escuchado su nombre. Entre sus opciones más obvias se encontraba Orochimaru, más no podía confirmar ni negar nada; Lo siguiente que tenía certificado es que el más fácil de molestar era Obito, también que aparentemente nadie aparte de él sabe que el verdadero Uchiha Madara está vivo, ni siquiera Pain. El cual por cierto tampoco estaba al tanto de su situación en particular, tal vez por temor a que alguien más por allí pudiera enterarse.

Deidara casi pudo sonreír, apenas pudiendo imaginarse el drama de proporciones interestelares que se formaría en Akatsuki si llegaban a enterarse. Hasta podría haber pagado por verlo de no ser el más involucrado.

– ¿Regresan tan pronto? – La amargura en la voz del Uchiha enmascarado solo era levemente inferior a su escepticismo.

El artista tenía una buena respuesta para ello, pero le faltaron las ganas para verbalizarla, de modo que solo le vió con apatía antes de entrar y encerrarse sin perder tiempo en darle una segunda mirada.

Afuera, el de la máscara había ladeado la cabeza con extrañeza por la falta de agresividad, pero al mirar a su colega este apenas se encogió de hombros con una cara que parecía decir: "Ni idea". Total, tenía cosas más importantes de las que preocuparse.

Partiría dentro de dos días de nuevo, y con todo ya organizado planeaba que fuera una salida como todas las demás. Fácil, eficiente, y tranquila...




             OoOoOoOoOoOoO




Pero como para dejar en claro que ni las leyendas se salvan de tener verdaderos días de mierda, fue evidente desde el principio que las cosas no iban a resultarle bien al resucitado Uchiha.

Su desdicha comenzó cuando un día antes de su partida le llegó la noticia de que habian aumentado la recompensa por las cabezas de todo el equipo de Akatsuki, por lo que no sería raro ver un nivel considerablemente mayor de ninjas intentando capturarlos. Y teniendo en consideración que la noticia aplicaba para todo el mundo ninja, su nivel de sigilo tenía que ser perfecto si no quería ser visto antes de tiempo.

Y como si Uchiha Madara no tuviera suficiente presión con planificar una guerra, mantener a raya un grupo de asesinos de rango S y vigilar a un rubio embarazado de mal carácter, tuvo un roce con Obito en la mañana porque, al parecer, el Uchiha más joven tenía intenciones de reunirse con Pain para organizar la captura del siguiente Jinchuriki, ya que con el aumento de ninjas persiguiendolos no podían esperar ni un día mas, esto debido a que podría resultar más difícil si al pasar el tiempo los Kages de sus propias aldeas decidían encerrarlos u ocultarlos por seguridad gracias al revuelo. Tenían que actuar cuanto antes y el de la máscara se lo hizo saber, pero Madara se mostró inflexible en que debía irse, y como no estaba en discusión dejar a Deidara solo, resultaba obvio quien tenía que cancelar sus planes.

Deidara había estado comiendo en silencio, pero sonrió con malicia mientras veía a ese duo discutir, acrecentando más el gesto cuando, al rato de estar solos, ese Sharingan que ardía en enojo se centró en él.

– Mírame con ese ojo rastrero todo lo que quieras – No borró la expresión de burla en lo que probaba otro bocado – Te silenciaron como a un perro y lo sabes.

Su plato de comida dió un brinco cuando una palma se estrelló contra la mesa, pero la acción solo le dió más gracia.

– Interesante la hora en la que te dió por defender tu orgullo, hubiera valido más si lo hubieses hecho cuando Madara estaba presente – Se encogió de hombros – Pero eso de seguro no lo ibas a hacer.

Obito se inclinó un poco hacia adelante, con las aspas de su Sharingan fusionándose para crear un diseño entrecruzado que dejaba en evidencia su molestia.

– ¿Quieres saber porqué? – Pasando por alto la ira del otro, Deidara se vió de lo más entretenido.

– Cállate.

– Porque te...

– Que cierres la boca – Le urgió más rudamente él.

– Faltaron... – Continuó en un tono de lentitud burlona que provocó que se le acercase hasta un punto en el que si no compartían aliento era por la máscara.

Obito exhaló con fuerza por las reprimidas ganas que tenía de atizarle un puñetazo a su antiguo compañero.

– No te atrevas a... – Se inclinó más, y Deidara hizo lo mismo, solo que pronunciando de manera desafiante:

– Agallas – Estrechó los ojos azules como si sintiera una profunda lástima por él – Das pena, Uchiha.

Deidara ya había visto la tensión en los huesos de su mano, por lo que anticipándose al puñetazo que muy probablemente le iba a meter a él, se aseguró de que tuviera intenciones de quedarse sólido el tiempo suficiente para poder conectarle uno en plena máscara. Jamás hubiera logrado esa hazaña con tanta eficacia de no ser por la velocidad del chakra Uchiha, pero no pudo importarle menos. Experimentó satisfacción cuando el material se agrietó por la fuerza, aplastandose contra su portador de una forma tan dolorosa que para cuándo Obito terminó de regresar la cabeza a su lugar, él ya había salido por la entrada principal, accionando de inmediato la única cosa que había podido hacer en esa base sin que ninguno lo notase.

Aún dentro de la base, al Uchiha se le abrieron los ojos.

"Mierda..."

Se desvaneció de allí a un tiempo récord que apenas le salvó de la súbita explosión que mandó a volar tan fuerte la base subterránea que montones de escombro salieron por las aberturas, estrellándose contra los árboles y elevando hacia el cielo una nube de polvo y gases tóxicos que podía verse a kilómetros.

Para ese momento Deidara se encontraba lo bastante lejos, sabía la dirección en la que iba a afectar más la explosión por lo que tomó la ruta contraria para poder desplazarse más rápido. El como se las había arreglado para meter un montón de explosivos sin levantar sospechas había sido toda una hazaña que requirió de varias semanas, principalmente porque Madara se la pasaba usando sus ojos para encontrarlos. Sin embargo, notó que la razón por la que los descubría era porque tenían su chakra, de manera que se mantuvo despierto por muchas noches entrenando su concentración hasta que logró hacerse uso de una parte del poder que había robado de Itachi junto a un poco que pudo absorber voluntariamente de los dos Uchiha,  implantandolo en pequeñas esculturas que no fueron encontradas porque ambos hombres estaban demasiado ocupados buscando el chakra del artista en vez del suyo propio.

La estrategia funcionó, de la base no quedaba nada, y dónde fuera que estuviera Obito, Deidara podía jurar que estaba pensando lo mismo que él.

A Madara le iba a dar un puto infarto.








 

Continuará...

Notas finales:

¡Se nos dió a la fuga el Deidara, señores! Algo así como yo el mes pasado xD

¿Que creen que pasara en el siguiente capítulo? El que lo adivine le doy un regalito por su astucia :3

Oh, por cierto, en vista de los rumores sobre el inminente cierre de la página me he creado una cuenta en AO3, ahí estaré subiendo también las historias muy pronto, para que sepan que si llega a pasar algo con esta plataforma pueden encontrarme ahí. Les dejare el link en el siguiente capítulo.

Ustedes definitivamente no están preparados emocionalmente para el siguiente capítulo, pero como soy una desgraciada intentaré subirlo antes del 24, que es cuando cumple años mi abuelita UwU

Les mando un abrazote!

Con amor, Menma.


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