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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Un capítulo no puede hacerte sentir estrés, ganas de reír y luego destruirte dolorosamente el corazón. 
 
El capítulo:

                        XIII

       All we had is gone now

       Tell them I was happy

      And my heart is broken

        All my scars are open

Tell them what I hoped would be

               Impossible

Adentrándose al bosque con una velocidad y sigilo impresionantes, Deidara aprovechó el impacto de energía que generó la onda expansiva para no ser descubierto de inmediato. Aquella explosión estaba compuesta por chakra de diversos Uchiha, de modo que localizar el suyo entre tanto alboroto resultaba una tarea complicada que él utilizaría a su favor para ganar más terreno. Necesitaba hacer acoplo de toda la astucia que pudiera poseer, ya que solo correr no era una opción cuando tu perseguidor es un Uchiha experto en pasar desapercibido. Por ello y porque lo había planificado todo con antelación, siguió trasladándose con especial discreción hasta que logró ver cómo a lo lejos las consecuencias de su arte mermaban lentamente. Eso le hizo detenerse, pues la siguiente parte de su plan a pesar de ser más fácil era algo engorrosa.

Fabricó una cantidad considerable de clones de arcilla y les hizo irse en diversas direcciones, procurando que cada uno pusiera empeño en ocultarse lo mejor que pudieran. Parecía un plan muy básico para alguien cuyo contrincante era un Uchiha, pero lo cierto es que aunque el Sharingan era poderoso, sus habilidades no abarcaban el diferenciar los clones del original, así como el Byakugan o el Rinnegan. Por supuesto, a pesar de ello aún seguían siendo poderes oculares muy poderosos, sobretodo porque el Sharingan era capaz de ver hasta el más mínimo detalle durante una batalla, eso desgraciadamente le proporcionaba a Obito una ventaja para poder seguir sus pasos, por lo cual su principal estrategia era mantenerse lo más lejos de su alcance que pudiera.

Cada clon se alejó para desplazarse por diversos medios, haciendo acoplo de un recelo que hacía ver a cualquiera de ellos como el verdadero.

Él, por su parte, continuó por un camino opuesto al bosque principal. Conocía esa ruta de algún lado, por lo que siguiendo su instinto se abalanzó hacia el frente intentando mantener su propio chakra lo mejor escondido que pudiese.

Tenía aproximadamente cuarenta minutos sin ver señales de Obito, pero contaba con que lo estaría buscando, primero porque sabía que no le iba a perdonar lo sucedido en la cueva, y segundo porque pudo sentir como uno de sus clones se desvanecía al ser capturado. Ahora tenía menos posibilidades de un camino libre, pero no por ello se detendría.

Saltó desde una pendiente, quedándose quieto al aterrizar cuando le azotó un súbito bajón de energías, haciéndole jadear con las manos sobre las rodillas.

He aquí el punto complicado.

Como ninja de nivel criminal Deidara contaba con una reserva de energía que aunque no era infinita, si era bastante potente. Eso, sin embargo, no exceptuaba que pudiera cansarse como otra persona normal, y teniendo en cuenta que estaba atravesando una situación en donde su tanque de reservas no estaba en la posición más idónea, la cosa se volvía más complicada; Tenía una fuerza extra considerable gracias al chakra Uchiha, pero una buena parte de él se había gastado haciendo esas bombas, y como no había tenido a Itachi cerca para reponerlo así como tampoco contaba con el conocimiento necesario para absorber más de la cuenta de Obito o Madara sin que estos lo notaran, Deidara podía decir que actualmente no contaba demasiado con esa opción. Por otra parte aún seguía manteniendo su propia fuerza, el problema es que la mitad de él estaba siendo usado para estabilizar el Kinjutsu, por lo que si se juntaba la escasez del chakra de Itachi, la falta de su propio chakra y que su escape no le estaba dejando a su inestable sistema recuperarse, el artista obtenía como resultado estar experimentando una de las primeras cuatro fases que Madara había vaticinado.

"Agotamiento..."

– Otro menos... – Miró de reojo hacia atrás, su ex compañero ya había encontrado otro de sus clones y debía apurarse si no quería perder la ventaja.

Se enderezó, respiró hondo y continuó corriendo.

Su primer plan era utilizar como escondite alguno de los viejos asentamientos de Sasori durante su época como errante, pues sabía de antemano que contaban con un nivel de seguridad que le permitía mantener el anonimato a todos sus informantes. El único problema es que la mayoría de ellos estaban en terrenos colindantes con Sunagakure, y él no se veía llegando tan lejos.

Deidara apretó los dientes y sacudió la cabeza para espantar el escosor de la punzada en su cerebro, no se iba a rendir tan fácilmente. Intentaría llegar de todas maneras, su terquedad era demasiado grande como para dejarse vencer.

Eventualmente se topó con un pueblo considerablemente grande. Mezclarse con la multitud no era una muy buena idea, pero no era en eso lo que había estado pensando, sino en que conocía ese sitio, de hecho podía jurar que lo había transitado con su compañero en alguna de las últimas misiones que hicieron juntos, así como tambien lo había hecho con Obito antes de ser reclutado a la fuerza; Deidara exhaló con cierto alivio, usando ese lugar como punto de referencia sabía como ubicar la base de Akatsuki, el cementerio secreto de Uchihas y también que dirección tomar para llegar la aldea de la arena.

Le frustró que el camino más rápido fuese atravesando la aldea, pero no se podía permitir perder tiempo. Se quitó la banda de la aldea de la roca y robó una capa con capucha para comenzar a desplazarse en medio de la multitud, asegurándose de no llamar demasiado la tensión. Esquivando a unas señoras dió un giro de improvisto y terminó de frente a una tienda, en el vidrio de la estantería se vio pálido y jadeante, estaba empezando a agotarse por muchas razones de entre las cuales se destacaba que no acostumbraba a correr durante un tiempo tan prolongado y menos en condiciones similares. Volar no era una opción si deseaba mantener un bajo perfil, forzandolo entonces a hacer un esfuerzo sobrehumano por mantener el ritmo.

Su reflejo le devolvió la mirada con cansancio, estaba mareado.

Se siguió transportando entre la gente con la mayor discreción posible, cosa que le funcionó hasta casi lograr atravesar el pueblo entero... Entonces lo sintió de nuevo. Fue ese mismo fastidioso cosquilleo que había sentido en el bosque antes de ser llevado inconsciente a la cueva subterránea, el mismo que esporádicamente solía sentir desde hace un tiempo...

"¡Maldita sea!" Pegó un brinco impresionante para escapar de la mano que se materializó a sus espaldas. No supo como o porqué, solo que logró presentir el lugar exacto en donde aparecería ese Uchiha con intenciones de atraparlo.

Aterrizó en el piso justo para observar el resto de su cuerpo aparecer en un remolino fantasmal.

– Ya estarás feliz – Le oyó respirar con fuerza, como si también estuviera algo cansado.

Deidara bufó.

– Feliz estaré cuando ya no tenga que soportarte.

– Somos dos – Comenzó a caminar hacia él casi al mismo tiempo que sus bocas masticaban la arcilla que tenía de reserva. Él no de iría sin pelear, al igual que Obito – Admito que lograste engañarme por un segundo con aquello de que no te escaparías conmigo estando presente.

– Es que lo expresé mal – Comentó dando un paso atrás, sus ojos eran filosos – Lo que realmente quise decir es que nunca me escaparía teniendo cerca una verdadera amenaza.

– No te subestimes tanto, Deidara. Madara no se equivocaba cuando dijo quien tenía la ventaja, y ese no eres tú.

– Ni tampoco tú – Su sonrisa a medias era cruel – Tal vez yo sea un prisionero, pero tú no eres mejor. Ni ser el líder de Akatsuki o tener esos ojos fraudulentos te hace superior a nadie si lo mejor que sabes hacer es ser un perro faldero, una pobre y patética marioneta... – Hizo una pausa para verlo fijamente – Casi me das lastima.

La máscara le cubría la mayoría de sus gestos, pero la tensión de sus nudillos denotaba su molestia.

– Eres increíblemente exasperante...

– Prefiero pensar que soy drástico – La boca en su mano derecha estuvo lista para escupir la escultura, con aquel Sharingan observándole crítico al alzar la palma en alto.

– No vayas a...

Entonces, y como si de alguna forma el destino quisiera recordarle al de la máscara que ese definitivamente no sería su día, una exclamación ahogada impidió que sus palabras fuesen oídas, ya que para suerte de Deidara su táctica de evasión la había costado la capucha de la capa...

Y estaban en plena aldea ninja.

– ¿No son esos los criminales del libro Bingo? – Susurró un chico a otro.

– ¿Son de Akatsuki?

– ¿Akatsuki? – Murmuraban las personas a su alrededor una y otra vez, y más pronto que tarde Deidara se fijó que alguien ya estaba llamando a las autoridades del lugar.

Obito maldijo por haber sido visto, su humor estaba empeorando a tal grado que sinceramente le interesaba menos que nada si Madara le había prohibido no lastimarlo físicamente, a fin de cuentas el prisionero estaría más que inconsciente cuando regresase por lo que no tendría como quejarse al respecto.

El Kamui estuvo listo para absorberlo casi de inmediato, no logrando su objetivo gracias a aquella explosión que le nublo la visión.

Fiel a su mejor costumbre, Deidara apeló a su habilidad para formar escándalos con la intención de crear una apertura. Abundaban las personas que chocaban entre sí para huir en diversas direcciones, así como aquellas cuyo objetivo era atacarlos a ellos, seguramente para reclamar la recompensa; Hacer aquel dragón le costó una infinidad de energía que no tenía, casi dejándole la estabilidad por los suelos, más le terminó sirviendo para crear un desastre tan grande que, antes de darse cuenta, ya había un grupo considerablemente grande de ninjas queriendo atraparlos. Él no tenía pienso de pelear, lo único que debía hacer era mantenerse lo suficientemente lejos hasta que pudiera encontrar el momento de huir otra vez.

El Uchiha seguía queriendo llegar a él, sin embargo, y aunque no era en lo absoluto inferior a los demás enemigos, su tarea se volvía complicada si debía preocuparse por una multitud queriendo capturarle al mismo tiempo que buscaba atacar a Deidara sin llegar a matarlo ni usar Genjutsu, eso sin contar que el rubio seguía lanzándole explosivos. Era casi como si todo el mundo se hubiese puesto en su contra, y un momento de distracción le costó el objetivo principal.

Esta vez Deidara optó por ir entre los árboles, era más rápido y ya no importaba que lo siguiera, se habían arruinado sus planes de irse a la aldea de la arena así que lo único que le quedaba era un plan tan loco como bizarro, pero como estaba seguro fe que prefería morir antes de volver a ser capturado, escogió hacerlo de todas maneras.

"... Si voy a desaparecer no será porque alguien me lo ordene o algo me obligue hacerlo. Será a mí manera, como siempre debió ser."

Deidara sonrió a medias, ya sin nada que perder al menos podía decir que cumplió con uno de sus ideales.

Recorrió el bosque entero hasta que pasó casi volando las tumbas del clan Uchiha que le habían metido en ese embrollo en primer lugar, ahora sabía con seguridad que la base estaba a unos cuantos kilómetros, pero como no contaba con la cantidad de tiempo o energía para llegar, tuvo que utilizar un plan que ni siquiera podía titular con alguna letra pues ya había utilizado todas las del abecedario.

Esta era su última jugada.

Una vez logró intuir que volvían a venir por él, dejó todo en manos de lo último que le quedaba de arcilla para hacer una bomba corriente pero increíblemente escandalosa. Había mezclado en ella lo último de chakra que le quedaba de ambas energías, creando una explosión tan sonante y llamativa que casi parecía una reluciente llamada de atención.

Salió del rango de explosión con apenas tiempo, tocando el suelo con apenas fuerza en sus rodillas para mantenerse de pie. Era como si su alma se hubiera estrellado contra cada una de sus extremidades, volviendo sus músculos de arena y barro. Todo en su ser se sentía demasiado pesado, y tener los ojos abiertos era un reto que apenas podía superar.

Fase de agotamiento superada con éxito.

– Eso es lo más estúpido que has hecho hasta ahora.

La cabeza rubia giró un poco para ver de reojo una capa chamuscada. Se le notaba furioso a un punto crítico, pero a él ya no le quedaba hacer nada al respecto salvo esperar.

– Tal vez... – Respiró de nuevo, los pulmones poco a poco le estaban empezando a molestar de una manera aplastante. Sonrió apenas – Pero volví a hacerte correr.

– Te garantizo que no pasará de nuevo – Aseguró en un tono frío – Esta es la última vez que debo recorrer el país para buscarte, tenlo por seguro.

El artista se ahogó en una risita cruel.

– Fuertes declaraciones para una mascota.

– Me importa muy poco lo que tengas que decir ahora, porque eso no cambiará nada – Prosiguió hablando en cada paso – Vas a volver al sitio de dónde saliste, y sin importar lo que Madara te haya ofrecido me voy a asegurar de que esta sea la última vez que pises esta tierra con vida.

– Quiero ver que lo intentes – Gruñó él entre dientes, haciendo al otro estrechar su ojo visible.

– ¿Que acaso no sabes cuándo cerrar la...?

– ¿Que está pasando aquí?

Por un segundo, solo por un segundo Deidara creyó que se le habían arruinado los planes y que Madara había aparecido, pero no, no era él.

Era Pain.

Verlo no es que representase una salvación exactamente, pero aquello que tenía en mente solo funcionaría si él estaba presente, de allí a que hiciera aquel explosivo cuya única función era llamar su atención. Pain era esa clase de persona que siempre vigilaba el horizonte, y Deidara sabía que reconocería esa explosión como una de las suyas, dándole la suficiente curiosidad para acercarse a echar un vistazo; La siguiente parte del plan resultaba menos difícil pero con consecuencias muchísimo más graves, por ello se quedó callado, intentando buscando un momento ideal en lo que se prolongaba un momento de silencio incómodo en el que los hombres se mantuvieron expectantes de que pasaría a continuación, luego, como devuelto por arte de magia a su icónico papel, el de la máscara se enderezó con una forzada neutralidad.

– Nada que requiera de tu intervención – Respondió Obito utilizando la voz grave del otro Uchiha – Te comentaré los detalles luego.

Pain no se veía muy satisfecho que digamos.

– Hace más de un mes dijiste exactamente lo mismo cuando decidiste disponer de Deidara para hacer un encargo, pero nunca volviste para explicarnos los motivos.

"¿Esa fue la excusa que le dijeron a todo el mundo?, ¿Que me fui a un encargo?"  Se vio incrédulo. Le resultaba una excusa de lo más estúpida ya que el no hacia esa clase de trabajos. Que si, técnicamente estaba de encargo pero eso era diferente.

– Las circunstancias han hecho difícil mantener la comunicación.

– Resulta cuestionable ese argumento para alguien que puede transportarse entre dimensiones – Pain podía ser todo lo que quisieran, pero no era ingenuo – Sinceramente, Madara ¿Que está pasando?

El Uchiha se evaro con más firmeza, intentando mostrar entre su máscara agrietada un falso porte de seriedad.

– Desgraciadamente no estoy en posición de satisfacer tu curiosidad, Pain. Este es un asunto delicado que no te concierne.

– Me concierne si me vas a estar quitando a los miembros del equipo – Le contestó a cambio en su habitual tono frío – Ya sea que dispongas de él para matarlo o desaparecerlo debes al menos ponernos de sobre aviso para buscarle un reemplazo, así no nos vemos obligados a cancelar las misiones.

– Jamás te dije que las cancelaras.

– Era eso o organizar todo de nuevo a ciegas. Jamás explicaste cuando volverías, y a menos que tuviera una certificación de tu parte no podía tomar a Deidara como fuera del plan.

– Bien – Estando algo más impaciente e irritado por el rumbo de la conversación – Tómalo de esa forma a partir de hoy.

Pero el supuesto líder de Akatsuki no estaba contento, y con razón, Nagato había crecido en un entorno cruel en donde la desconfianza era casi tan abundante como las muertes de aquellos que pecaban por creer en la persona equivocada. Crear este nuevo Akatsuki había tenido reglas claras desde un principio, y entre ellas estaba la transparencia, a fin de cuentas si estaban planeando algo tan grande como una guerra incluso los detalles más pequeños podían ser importantes.

La vida de Deidara le importaba apenas, lo que realmente le molestaba era que le estuviera omitiendo cosas.

– Te recuerdo que esta sociedad solo funciona si nos mantenemos informados de todo, Madara.

– Es la idea, por supuesto – Quedaba claro que Obito estaba utilizando la cortesía para salir de ese momento sin arruinar su papel – Es simplemente que este caso es...

– ¿Si sabes que ese no es Uchiha Madara, no?

Ambos hombres voltearon para visualizar a un Deidara que, aunque encorvado, miraba fijamente a Pain mientras el sujeto restante se paralizaba súbitamente ante aquel comentario tan inoportuno y devastador para su persona. Destrozarlo era poco en comparación a lo que deseaba poder hacerle si no existiera el detalle de tener a uno de sus principales contribuyentes justo en medio. Estaba casi en shock, aún sin terminar de procesar que su fachada mejor fabricada estaba pendiendo de un hilo por culpa de un rubio suicida.

Para Deidara, sin embargo, no había existido un mejor momento para soltar esa bomba.

–¿Que estás diciendo? – Pain se fijó por completo en él, y pasando por alto la evidente mirada de desprecio que le estaba profiriendo el otro, Deidara respondió sin problemas.

– He dicho que ese no es Madara, es apenas un Uchiha cualquiera con mucha suerte que te está viendo la cara de idiota.

– Eso no es posible – Pain se veía contrariado pero también un poco dudoso, como si él ya hubiera tenido sus propias dudas – Al menos no según la información que se tiene del clan Uchiha.

Dos sobrevivientes. Uno de ellos en rebeldía y el otro en Akatsuki, nada más.

– Si, bueno, la información tambien decía que no quedaban más Uchiha y no era cierto.

– Eso es verdad – Intervino de pronto Konan aterrizando justo al lado de su compañero, su estoica expresión manchada con algo de desconfianza – Los datos nunca han sido muy precisos.

El del Rinnegan agravó el gesto.

– ¿Por qué decir que es Uchiha Madara cuando no es así?

– Pain – Llamó el de la máscara en un tono de frustrada urgencia que apenas se ganó una oscura mirada de reojo por parte del susodicho antes de que se fijara de nuevo en su subordinado.

– Responde.

– De no haberte mentido sobre su identidad no le habrías seguido tan fácil.

Konan le dió un vistazo indeciso a su amigo de la infancia quien tampoco se encontraba muy seguro del terreno que estaban pisando, muy a diferencia de Obito cuyo nivel de paciencia se había reducido lo suficiente como para llevarse a Deidara a rastras sin reparar en quien tuviera al frente.

– Compruébalo tu mismo – Fue una idea improvisada que se le ocurrió al ver al Uchiha hacer amago de avanzar – Mira en mis recuerdos y verifícalo, verás que tengo razón.

El presunto líder de Akatsuki no había ni terminado de considerar la idea cuando un Obito finalmente se lanzó hacia adelante, tomándole del brazo con toda la intención de desaparecer con él. Deidara actuó rápido también, utilizando la fuerza de voluntad para llevarse la mano a las costuras de la boca en su pecho. Estaba dispuesto a morir si era necesario y su determinación era tan alta como la del Uchiha, solo que ninguno de los dos logró su cometido. Una fuerza de atracción les arrastró unos pasos, chocando con un Pain que sujetó el brazo del artista, evitando así su suicidio y de paso también un segundo rapto, ya que realizar la teletransportación resultaba muy difícil con el poder de Rinnegan tan cerca.

– ¿Por qué la prisa, Madara? – Había sospecha a la vez que rudeza en su voz, y cuando el Sharingan brilló a través de la máscara, Konan se situó más cerca de su amigo con una fiera expresión de respaldo.

Deidara supo entonces que había plantado la semilla de la duda con eficacia.

– Necesito llevármelo primero – Explicó algo frustrado. Irse técnicamente no era el problema, el verdadero lío era no perder la delicada sociedad que tenía para mantener Akatsuki, empezar un grupo de nuevo a estas alturas era un suicidio del cual mas de uno saldría perjudicado, empezando por él – Luego afinare detalles con ustedes.

– Llevas evitando la base por semanas, no pienso seguir esperando – Echó una ojeada rápida al artista – Además, Deidara parece estar al tanto de detalles que también deberían afinarse.

– Si lo que te preocupa es lo que ha dicho creo que no hace falta aclararte que está más que enfermo.

Abrir la boca para refutar habría sido más sencillo si un entrometido Sharingan no estuviera violando las reglas al acrecentar la presión en su pecho para que no hablase. La sensación era atosigante y estaba empezando a cortarle la respiración, más eso no le abstuvo de mirarlo con el odio.

Pain reparó en él con una apática frialdad.

– Se ve bastante cuerdo hasta donde yo lo veo.

– No pensarás igual cuando se desmaye.

– Seguramente – Haciendo un malintencionado énfasis a que su poder ocular podía ver el truco que intentaba el Uchiha hacer con el suyo –  Pero si sus palabras son solo delirios entonces supongo que no habrá problema si llamo a Itachi para que lo certifique.

Deidara sintió como el otro se tenso ante la mención del nombre ¿Y por qué no? Él también, tenía tanto tiempo sin verlo que le expectativa de hacerlo era un cúmulo de sensaciones entrecruzadas que su ser inestable apenas podía procesar.

El enmascarado tensó la mandíbula.

– No es necesario que involucres al resto del equipo en estos asuntos.

– No es muy diferente a lo que tu has hecho.

– Este caso no es lo mismo, Akatsuki no tiene nada que ver. Sin embargo, si tanto deseas detalles al menos espera a que se recupere primero, porque no podrás ver nada si se muere.

– Konan lo puede atender sin problemas.

"Lo dudo"  Deidara trago saliva con algo de dolor, lo que antes había sido una presión incómoda se había transformado en una tan aplastante que no necesitaba del Sharingan para impedirle verbalizar. Era casi como si algo le estuviera apretando el torso hasta el punto de dejarlo sin aire.

"Asfixia..."

Ciertamente a Deidara no le faltaban ganas para anunciar que estaba a medio camino de sufrir una muerte increíblemente dolorosa, pero ambos sujetos estaba demasiados insmicuidos en la discusión como para notarlo.

– Las habilidades médicas de Konan no son las suficientes como para sobrellevar este caso, Pain.

– No lo creo – Con ella evarandose en una postura que dejaba en claro su liderazgo y capacidad – Y aún si lo que tiene incluye heridas casi letales Kakuzu puede intervenir igualmente, no hay ningún motivo para que no entre a la base.

– No puede quedarse aquí – Espetó entonces, pasando a ver al otro con cierto desdén – Tus dudas realmente estan empezando a sorprenderme, Pain. Luego de haberte dado el liderazgo del grupo criminal más poderoso del mundo ninja cualquiera pensaría que no tendrías motivos para dudar de mi lealtad.

– No intentes traer a colación temas que no vienen al caso. Bien sabemos que no soy yo el verdadero líder de Akatsuki, mi función apenas sobrepasa la de mantener en funcionamiento los planes, y no puedo hacer mi trabajo si tú no haces el tuyo, Madara. Suponiendo que realmente que seas Uchiha Madara, porque comienzo a dudarlo.

– ¿Uchiha Madara?

Rápidamente la atención de todos se desvió a la figura detenida a un par de metros de distancia. La expresión de Kakuzu era de confusión, con sus oscuras cejas fruncidas.

– No es el momento, Kakuzu – El Uchiha tomó la iniciativa, cometiendo el error de no alterar su voz, por lo que el mercenario solo se quedó más incrédulo.

– ¿No se supone que tu eras un infantil sin cerebro?

Aún con sus labios perdiendo color, Deidara hizo un mínimo sonido de burla al sentir como Obito había perdido en un día sus dos identidades por su culpa.

Konan torció el gesto al presentir que la situación se estaba poniendo cada vez más delicada.

– Hay un par de cosas que no son de conocimiento para todo el equipo.

– Si, eso veo – Viendo más a detalle al sujeto en cuestión y no comprendiendo como no se había dado cuenta antes; Sacudió un poco la cabeza – ¿Desde cuando Uchiha Madara es nuestro líder?

– ¿Quien es nuestro líder? – Preguntó un dudoso Hidan que por lo general siempre andaba persiguiendo a su compañero.

Kakuzu cabeceó al enmascarado.

– Él.

– ¿Tobi?

– Aparentemente es Uchiha Madara.

– ¿Uchiha Madara es nuestro líder? – Exclamó él inmortal en su tono de escándalo usual, lo cual atrajo la presencia de un Zetsu que aunque no comentó nada igualmente se quedó para observar la escena.

Pain pudo haberles obligado a volver, pero en vista de que el público en cuestión estaba poniendo al falso Madara en un aprieto de posibilidades, lo dejó pasar.

– ¿Y bien? – Inquirió, consiguiendo que Obito bufase.

– Pain, la explicación que tanto exiges no va a cambiar en lo que me llevo a Deidara de vuelta.

– Si tanto me garantizas que tu versión de los hechos es la única verídica, ¿Que problema hay con que la vea en la mente del chico?

– Solamente míralo – Le alzó un poco el brazo por el que lo sujetaba, y aunque a Deidara le ofendió que le pintase como a un enfermo terminal, justo así se sentía – No está condiciones de mostrarte nada coherente, sus memorias podrían mentirte con facilidad.

– Tal vez puedan engañar a alguien menos experimentado, pero no creo que Itachi tenga problemas en ver la verdad.

– Ciertamente no – Comentó divertido una voz nueva y particular, seguido del movimiento de su espada al ser posada sobre su hombro – ¿Tu qué dices, Uchiha?

Deidara no se sorprendió demasiado, aún si la única razón por la que cual se devolvió a Akatsuki fue para intentar arruinar la relación que tenía ese dúo de Uchihas con Pain y Konan, siempre supo que existía la posibilidad de verlo. Lo único que no imaginó es que él estaría en esa posición tan precaria.

A sus oídos llegó un silencio que conocía bastante bien, era la pausa de una multitud que espera la respuesta de alguien y él sabía perfectamente quién era. Deidara elevó los ojos apenas lo suficiente para verlo, se veía exactamente igual a la última vez, cosa irónica ya que por su parte debía verse bastante desmejorado a diferencia de hace más de un mes; Sus ojos buscaron lo suyos, y descubrió que le estaba mirando con un rostro de imparcialidad bien actuado, aunque la ligera curva en sus cejas dejaba a relucir que él también estaba algo impresionado por la escena.

"¿Que pasa?"  Escuchó muy a lo lejos en su cabeza, pero por mucho que le consolase la familiaridad o quisiera poder explicar al menos un poco del lío en el que estaba metido, toda su concentración estaba enfocada en una sola cosa.

"No respiro..."

– Es suficiente – Resopló fuerte el impostor, mirando a cada persona en el lugar para luego detenerse en Pain – Recibirás los detalles luego, queda en tu criterio si decides romper nuestras conexiones.

– ¿Que estás ocultando? – Fue la súbita interrogante de la mujer, obteniendo una dura mirada que no logró apaciguarla – Jamás habías puesto en riesgo nuestra misión de esta manera, ¿Que ha cambiado?

– Tremendo espectáculo – Le susurró Hidan a un Kakuzu que no pudo estar más de acuerdo al ver la rígida postura del enmascarado ahora desconocido.

– No ha cambiado nada.

– No es lo que parece – Apoyó Pain a su compañera.

– El plan no tiene nada que ver con...

Fase de asfixia alcanzada con éxito.

Desplomarse es poco en comparación al brusco aterrizaje que tuvo cuando la falta de aire le cobró el equilibrio, chocando sus rodillas contra el suelo cuando su repentino movimiento logró que le soltasen unos segundos. Las venas en su cuello resaltaban con diferencia, y su rostro antes pálido comenzó a alquirir un preocupante tono violáceo. Su mente era un revoltijo de pensamientos que no podía concebir hacer algo más que no fuese clavar las uñas de una mano en la tierra mientras se sujetaba desesperadamente el pecho con la otra, apenas sintiendo el segundo en el que quisieron absorberlo se nuevo, no consiguiendolo gracias a una fuerza que tiró de él hacía otro lado con brusquedad. Era casi como una pelea por ver quién se lleva la última caja de cereales! Su cuerpo vagó de un lado a otro hasta que terminó aterrizando cerca de alguien quién le sostuvo por la nuca en un brusco y pobre intento de atajar sus despojos.

– Llévalo adentro – Exigió alguien en un tono demandante, supuso que Pain por el tono de indiscusión y la rapidez con la que acataron su orden – Y no permitas que se mate, lo necesito vivo.

"Este... maldito imbécil"  Desde su posición logró captar con su visión periférica una minúscula mancha borrosa color carmesí que le miraba, pero la perdió de vista cuando alguien bastante alto pareció echarselo al hombro en lo que saltaba de vuelta a la base principal; Su cerebro estaba como estancado, como si de manera peregrina sintiera que si estaba respirando, pero no era así. Sabía que no. Captaba voces pero procesarlas era difícil, apenas entendía lo que estaba pasando a su alrededor.

De la misma manera que lo levantaron le tiraron sobre algo plano y frío. Su espalda rebotó por la fuerza desmedida y escuchó de fondo un gruñido agudo de inconformidad.

– ¡Kisame! La idea es mantenerlo con vida, no que termines de matarlo.

– Solo se transportar tiburones y cadáveres – Se oyó tranquilo el Akatsuki en algún punto a su lado – Hice lo que pude.

Konan se sintió con ganas de refutar ante aquella declaración tan absurda, pero se lo reservó al ver que Deidara estaba comenzando a ponerse azul; No sabía quién era el que le estaba sujetando las manos para que pudiera liberar las costuras de la boca en su pecho, pero si identificó la voz desganada de Kakuzu cuando entró al lugar.

– ¿Para que me necesitan aquí adentro? Él no tiene ninguna herida que necesite costuras.

– Seh, además la cosa está más divertida allá afuera - Colaboró una voz chillona que solo le podía pertenecer a Hidan.

– Nadie te dijo que vinieras.

– ¡Óyeme, anciano...!

– Dejen eso – Ordenó ella, obteniendo un silencio inmediato – Es cierto que no tiene heridas abiertas, pero algo le está obstruyendo los pulmones y no logro identificar que lo causa, ¿Puedes revisarlo?

– Podría tratar.

– Bien, porque esto no está resultando... – Sus manos ya habían comenzado a emitir un resplandor y en consecuencia el rubio parecía recibir apenas un mínimo flujo de aire, pero no era suficiente.

Y definitivamente no lo era, Deidara sentía que estaba respirando a través de una vía intravenosa.

Kakuzu suspiró antes de situarse a su lado, con la otra persona apretando con más fuerza sus muñecas. Pudo comprender porqué cuando una sensación de lo más incómoda y desagradable recorrió su cuerpo en el momento que delgadas y rasposas líneas negras traspasaron su piel, introduciéndose en su carne y conectando con su flujo de chakra.

En respuesta pudo sentir también una especie de tirón en dirección contraria, como si ahora en vez de estar siendo invadido fuera su propio organismo el que se estuviera aferrando a las líneas y a la energía que emanaban.

– ¿Hmm? – Oyó murmurar al mercenario, notando como su chakra disminuía ligeramente y mostrándose sorprendido por ello – Que interesante...

– ¿Que pasa? – Urgió la mujer al ver que no había cambio en el paciente.

Y no lo habría, porque Deidara sabía perfectamente que no era el chakra de ninguno de los presentes el que necesitaba.

Kakuzu habló de nuevo.

– Nada realmente, no tiene nada en los pulmones o la garganta.

– ¿Entonces por qué no respira? – Konan estaba comenzando a molestarse ya que el enmascarado no se había equivocado al decir que no había mucho que pudieran hacer por Deidara, y su humor no mejoró al ver como Kisame estiró la cabeza para mirar al moribundo mejor.

– Tal vez evolucionó y debas lanzarlo al agua para que respire.

– O enterrarlo – Añadió otra voz que no hacía falta pensar mucho para ubicarla como Zetsu; Por la cercanía, supuso que eran sus ramas las que le sujetaban las manos.

– Lo que le falta es chakra – Habló de nuevo el inmortal como si estuviera analizando la situación – Por la forma en la que ha reaccionado su cuerpo a mí técnica yo diría que solo necesita algo de energía para que pueda estabilizarse.

– ¿Eso crees?

– Es una teoría – Aclaró con simplicidad.

– De acuerdo – Konan exhaló con frustración y miró al hombre planta a su lado – Busca al lider, dile que traiga a uno de los Pain con más reserva de chakra para que le transfiera algo de... – De pronto, su voz quedó en su ahogada cuando algo más alto captó la atención de todos.

En lo que todo el mundo parecia discutir sobre si se estaba muriendo o evolucionando a una nueva raza de super humano, Deidara se había sentido como en las nubes, pasando de la desesperación por oxígeno a estar en un estado casi semi inconsciente en el que no paraba de ver todo desteñido y luminoso. El tiempo parecia haberse detenido en un cuadro de escena en el que apenas existía un segundo, el mismo una y otra vez. Se sentía tan lejano, como si a su mente le hubiera dado por despegar muy lejos de su cabeza, privandole de un pensamiento tan racional como la supervivencia y el reconocimiento de que estaba perdiendo la vida poco a poco...; Creyó que terminaría de elevarse hasta desaparecer, pero entonces, casi como el repentino escosor ardiente de un látigo al abrir la piel, una horrorosa sensación le atajó de golpe, estrellando su conciencia de vuelta a su cuerpo sin miramiento alguno. Un calambre le punzo todos los músculos de la espalda, haciendolos contraer en el mismo segundo que algo excesivamente caliente le ardía dentro de su cuerpo. Todos sus órganos aullaron de dolor, y cuando las altas temperaturas comenzaron a quemarles vivas las venas, él gritó también.

Konan se sobresaltó. Todos, de hecho. A pesar de ser asesinos y estar acostumbrados a escuchar gritos, también era cierto que siempre era sorpresivo cuando escuchabas uno y tú no eres el causante. Hasta el mismo Hidan quedó tres segundos desubicado.

– ¿Y ahora que le pasa? – A la interrogante de la mujer nadie supo darle respuesta.

Al menos ninguno que pudiera hacerlo, porque Deidara sabía sin problemas que estaba sucediendo. Acaba de entrar en la fase de pérdida, no sintiéndose en lo absoluto aliviado ya que el nivel de dolor que estaba soportando le hizo ver que Madara quizás se había equivocado en sus conjeturas y no sobreviviría a la culminación de esa etapa. La manera tan brutal en la que su propio sistema se estaba destruyendo a si mismo le dijo que no había forma de que quedase vivo para explotar después.

Alrededor la conversación seguía con algo más de apuro.

– ¿Genjutsu? – Sugirió alguien con incertidumbre.

Otra persona gruñó por lo bajo.

– No lo creo.

– Mejor eso que nada – Declaró una voz con cansancio, pero ya no podía diferenciar a quien le pertenecía qué; Por el tono de superioridad, se arriesgó a decir que esa era Konan – ¿Donde esta Pain?

– Afuera – Le respondieron con marcada obviedad.

– Necesito que lo llames.

– ¿Estás de broma? – Ese alguien espetó con incredulidad – El tipo que crea planetas por diversión está allá afuera discutiendo con otro tipo que aparentemente es el maldito Uchiha Madara, no me pienso meter. Soy inmortal, no estúpido.

– No, de hecho eso también – Comentó otra persona graciosamente, apenas oyendose por encima del bufido de la mujer.

– Bien, ¿Entonces dónde está Itachi?

– Afuera también – Reitero una voz más grave y profunda – Pain le ordenó quedarse como refuerzo, no se ha movido desde que nos vinimos.

– Pues alguno de los dos se va a tener que mover. Se me han acabado las opciones con Deidara, necesita chakra y una asistencia que solo puede darle alguien con algún poder ocular. Si Pain lo quiere vivo que venga y se encargue él mismo, o que por lo menos envie al Uchiha para que lo haga.

– ¿O sea...? – Se escuchó alguien con  indecisión, y su lentitud terminó por exasperar a la mujer.

– ¡Que necesito ahora mismo al líder de Akatsuki o a Itachi Uchiha! ¡Me da igual quien vaya a buscarlo! – Exclamó ella con la voz una octava más alta, haciendo a alguien chocar contra la pared – Traiganme a cualquiera de los dos, no me importa a quien pero que sea ahora. No le queda mucho tiempo.

Se oyó una puerta abrir y luego cerrarse, en cuanto a lo demás no sabría decirlo, captaba voces, reclamos, alguna que otra discusión y luego que alguien también le sujetaba los tobillos. Solo así fue que noto que se estaba retorciendo al ritmo de los dolorosos espasmos que le contraían los músculos. Puede que estuviera casi desmayado, pero sabía que las sensaciones debían ser increíblemente potentes y mortificantes como para que los retazos sangrantes que conformaban su cuerpo hallaran la fuerza para moverse.

Luego oyó un fuerte estruendo.

– ¿¡Y ahora!? – Habló alto alguien quién al parecer se había tropezado por el temblor del piso.

Algo parecido a un pedacito de escombro le cayó encima de la mejilla, y aún en medio de una vorágine imparable de dolor, el crujido del techo al agrietarse fue imposible de ignorar.

– ¡Jesús, Pain! – Escuchó a Konan gritarle en son de reclamo, pero al no escuchar respuesta alguna supuso que el susodicho estaba demasiado lejos o muy ocupado para responderle; Se giró a la persona que entraba algo apurada por la puerta – ¿Que fue lo que les dijiste, Hidan?

– Pues nada realmente – Respondió él – Solo que el rubio estaba aquí adentro mas muerto que vivo rompiéndonos los tímpanos con tantos gritos y necesitaba que alguno de los dos viniese.

Alguien hizo un ruidito de burla.

– Tremenda estrategia.

– ¿Que? Es la verdad – Se defendió el inmortal, siendo interrumpido por la voz impaciente de Konan.

– ¿Y luego que pasó?

– La pregunta sobra – Intervino Kisame con cierta gracia – Lo más seguro es que se hayan puesto a pelear y ninguno vaya a venir de todas formas.

El suelo tembló de nuevo de forma violencia, confirmando su teoría. Lo único que se escuchó por unos segundos ademas del rugido estremecedor de la batalla fue el chillido de dolor que soltó el religioso cuando algo pesado pareció golpearle la cabeza.

– ¿¡Que coño les pasa a esos malditos bastardos!? ¿¡Van a destruir la base o que!?

– Tengo que ir con él – Avisó de pronto ella, movida por ese sentimiento irreparable que te generan los lazos de amistad – Kakuzu – Llamó en voz alta.

– ¿A dónde? – Le escuchó preguntar en lo que repetía la maniobra de su otro compañero y se lo echaba al hombro luego de ser soltado por Zetsu; No le importó, era imposible que algo le doliera más.

– A cualquier sitio en donde no le vaya a caer un trozo de cemento en la cabeza. La zona sur debería ser suficiente.

– Puede que no llegue vivo hasta allá – Le dejó saber con cierto tono de gravedad que hizo a la mujer cerrar brevemente los ojos. Era cierto que su tarea momentánea era preservar su salud, pero la de su mejor amigo era más importante para ella.

El sonido de cientos de papeles rasgó el aire, y Konan suspiró con cierto pesar antes de girarse.

– Llévatelo.

– Como digas.

El camino hacia su nuevo lugar fue apenas perceptible para él, había comenzado a dejar de moverse lentamente, apenas soltando ese lamentable sonido de ahogo que le recordaba mucho al propio Itachi cuando tenía uno de sus ataques. Se preguntó entonces si así debía sentirse siempre, con ese atosigante dolor en los pulmones que le hacía doler cada respiración, y cuando su cuerpo finalmente cayó sin fuerza alguna sobre la espalda del mercenario, lo último coherente que pudo pensar fue el no estar para nada arrepentido de haber estado allí con él todas esas veces.

Cuestión de orgullo o no, entender cómo se sentía estar en su lugar le hizo sentir mínimamente feliz de haber hecho al menos un acto desinteresado por alguien una vez en su vida.

Su compañero le sacudió un poco, ni siquiera se dió cuenta del momento en que había llegado.

– ¿Has muerto ya, Deidara?

"Casi" No estaba del todo seguro de cómo funcionaba el asunto de morir puesto que el concepto general que manejaba la sociedad le resultaba algo aburrido. Estaba seguro de que no quería recordar su vida una vez muerto, y mucho menos tener que caminar por un incómodo y brillante túnel para llegar un lugar indefinido, aunque a dónde fuese no le importaba demasiado. Estaria muerto de cualquier forma.

A la final no fue como había creído que era, pues más que caminar Deidara se encontraba flotando en algo que describió como un mar tibio y reconfortante, lo único es que no estaba sobre él, de hecho estaba bien sumergido hacia el fondo, pero podía respirar sin problemas. Eso le hizo relajarse, sentir sus pulmones expandirse fue como una bendición, y si de volver a sentir esa presión en su pecho se tratase, entonces prefería mil veces quedarse allí antes que volver.

Total, tampoco es como si tuviera mucha motivación para regresar.

Allá en la superficie solo existían personas que deseaban utilizarlo, uno quería mantenerlo secuestrado y el otro deseaba dejarlo en Akatsuki para hacer su trabajo sucio. Su vida estaba reducida a la convivencia obligatoria con criminales en su mayoría poco tratables, un mundo que anhelaba cortarle la cabeza, una esperanza de vida tan pobre como patética y una situación imposible que no había pedido ni por asomo experimentar...; Nada era lo suficiente como para incentivarlo a sobrevivir, y aún si la expectativa de morir de aquella manera tan poco artística e inmerecida no le gustaba, también aceptaba que lo prefería antes de tener que volver al mismo punto del que había partido.

Siempre se había enfrentado a todo lo que la vida le ponía en su camino, es solo que ahora no encontraba la suficiente valentía para volver y afrontar una situación para la cual jamás estuvo preparado. No sabía si finalmente la penúltima etapa había acabado y solo le quedaba morir en la explosión, pero de no ser así con menos razón deseaba regresar. Se había intentado convencer a si mismo de que tenía la capacidad de poder con eso y más por el mero hecho de que no quería aceptar que por primera vez en mucho tiempo estaba aterrado, inseguro de si todo lo que sabía era suficiente para soportarlo.

Fue por esa sensación de vulnerabilidad que dejó de pelear, renunciando a su existencia a cambio de una salida fácil. No se sentía cobarde en lo absoluto, quizás porque nadie podía decir que había sido sencillo para él. Era desgarrador abandonarse de aquella forma, más simplemente no podía sentir arrepentimiento al respecto.

Ya había empezado a hundirse con más rapidez cuando logró visualizar algo. Al principio creyó que era un pez, como estaba en agua bien que podía darse el caso, luego lo asoció más a un rama, para finalmente darse cuenta de que era una mano, una estirada con toda la intención de que la tomase. Casi sin pensarlo estiró la suya para certificar que era real, y si que lo era, el tacto era firme y por la manera en la que se aferró a él con fuerza supuso que quería devolverlo a la superficie.

"Siempre a tiempo..."  Se conmovió un poco al sentirle tirar de él hacía arriba, pero se negó a seguirlo. Aún no deseaba regresar; El agua azul se tiñó entonces de rojo, y Deidara, sabiendo que no era capaz de vencer el poder de esos ojos, hizo lo único que creyó que sería suficiente para que le dejase morir.

Apretó con mucha fuerza su mano, buscando que aquellos difusos puntos negros en el agua roja se fijaran en sus propios ojos, y una vez captado su atención, su conciencia le guío como una luz brillante hasta mostrarle aquello que debía saber. En sus memorias se reprodujo absolutamente todo lo que había vivido en cautiverio, cualquier detalle referente a Madara, Obito, el clan Uchiha, el Kinjutsu y su escape quedó al descubierto de forma clara y fácil de entender; Necesitaba eso, Deidara necesitaba que lo viera para que entendiese que dejarlo morir resultaba una opción bastante buena para ambos, tal vez incluso la mejor.

Existió un momento de pausa, y quizás fuera porque el entorno acuático les conectaba de alguna manera, pero sintió un rápido destello de parálisis, como quien ve un anima en pena en plena madrugada o rompe algo ajeno de valor incalculable, así asoció el sentimiento, pues más o menos de esa forma se había sentido ese momento de brutal impacto, casi rozando en pánico.

La sensación se fue, siendo cubierta por otra de ensimismamiento profundo, y casi un segundo después la mano aflojó lentamente su agarre, aceptando dejarlo ir. Deidara se sintió agradecido por ello en lo que volvía a hundirse, observando por última vez aquel brillo carmesí.

No sé había equivocado entonces, había entrado a Akatsuki por aquellos ojos y finalmente se iría por el mismo motivo.



              OoOoOoOoOoOoO



A veces la mente puede resultar difusa, existen ocasiones en donde nuestra cabeza puede llegar a mentirnos peor que cualquier persona resentida, a Deidara le pasó justamente eso, pues teniendo en cuenta los acontecimientos anteriores lo que se esperó ver si es que llegaba a abrir los ojos alguna vez, era algo más de orígen espiritual que celestial. No creía en el cielo, por lo que desaparecer también era una opción, pero al sentirse despertar se figuro que había terminado por flotar hasta encallar en algún sitio remoto, solo que se había equivocado. He allí lo interesante y engañosa que puede ser la mente, pues mientras Deidara estaba seguro que había muerto, su titubeante pero activo corazón le certificó lo contrario.

Abrió los ojos con mucho esfuerzo, sus venas aún se sentían como si las hubieran puesto a cocinar a fuego lento, su abdomen se encontraba acalambradamente tenso y si sus riñones pudieran hablar posiblemente estarían pidiendo la eutanasia por piedad.

Vivo.

Aún estaba vivo. Adolorido, sin energía alguna y más allá que acá, pero ciertamente vivo.

A la sorpresa le vino la incertidumbre, pero la respuesta a su pregunta silenciosa fue respondida de la misma manera, comprendiendolo al ver dormir a la persona que estaba a su lado, con la mano derecha descansando encima de su cuerpo mientras una luz apenas visible le traspasaba energía aún en sueños; Conocía el lugar en que estaba recostado, había dormido muchas veces allí antes, aunque normalmente luego de algún encuentro clandestino. Ahora el dueño de la habitación no le acompañaba a su lado, sino que se mantenía arrodillado en el suelo con solo la cabeza recostada en el colchón a su lado.

"Necio"  Sintió la necesidad de negar, no haciéndolo porque la indiscutible emoción por aquel esfuerzo de traerlo vivo le hizo sentir algo halagado. Al menos un minuto, luego se le borró al reparar en qué parte exacta de su cuerpo ese Uchiha tenía puesta la mano; Se le fue el poco color que tenía en la cara "No lo hiciste..." Advirtió casi sin poder creerselo, con algo parecido al odio burbujeandole en el pecho "Dime que no hiciste esa maldita estupidez..."

Deidara se llevó la mano al mismo lugar que él, cerrando los ojos para inspeccionarse aún si no era lo ideal. Su rabia era tan inmensa que apenas resintió el esfuerzo, sintiéndose aún peor cuando pudo ver de nuevo su flujo de chakra, estaba más débil y translúcido que antes, pero lo único que no había cambiado en lo absoluto fue aquel revuelo de energías dando vueltas justo en el mismo lugar, confirmandole que él no era lo único que se había salvado de esas aguas abismales.

– Maldito... imbécil... – La garganta la tenía seca y apenas pudo murmurar, pero se sacudió con violencia igual, su tolerancia al dolor haciéndose presente cuando se sentó con una brusquedad que despertó de inmediato a su acompañante.

Itachi parpadeó un par de veces, luego se enfocó en él con algo parecido al alivio.

Muy triste, Deidara no compartía el sentimiento.

– ¿Acaso eres estúpido? – Le encaró con desprecio, y al ver que el Uchiha hacia un gesto de somnolienta confusión, él entornó los ojos – ¿Que fue lo que hiciste, Uchiha? Se suponía que me ibas a dejar morir.

Comprendiendolo un poco mejor, el azabache dejo salir el aire de sus pulmones con esfuerzo.

– No, eso fue lo que creíste que haría.

– Pues sí – Se alteró un poco más, experimentando de nuevo las ganas de explotar algo – Porque no tenías ningún motivo para dejarme vivir.

– ¿Eso es lo que crees? – Parecia como si la idea le resultase tonta, pero Deidara no estaba de humor para interpretarlo en ese momento.

– Eso es lo que supone que siempre ha sido, sin confianza ¿Recuerdas eso? – El ambiente se puso algo más tenso, pues de pronto se encontraban mencionando todo aquello que no habían dicho en voz alta hasta ahora – Jamás me confiarias tu vida y te garantizo que yo no te confíe la mía, ¿Para que dejarme vivir entonces? ¿Que acaso no viste mis memorias?

El Uchiha torció la boca, algo profundo se paseaba por sus ojos negros, pero él no podía decir con exactitud que era.

– Si las vi.

– ¿Entonces por qué me hiciste volver?

– Hace tiempo mencionaste que solo moririas cuando tú lo decidieras – Se le notaba cansado al hablar, pero mantenía el porte de rectitud –  Pensé que estarías agradecido de poder vivir para cumplirlo.

Deidara bufó en frustración en lo que un dolorcito de cabeza comenzaba a fastidiarle.

– Tremenda excusa, Uchiha.

– No es ninguna excusa – Alguien más se pudo haber creído esa mentira, pero no él – ¿No has dicho que querías vivir?

– ¡Vivir sí! – Se hartó finalmente, pasando a mirarlo directo a los ojos – ¡Pero esta mierda no!

Lo que fuera que estuviese a punto de decir el Uchiha no llego a salir, el hombre se quedó en silencio, mirando hacia un punto de la habitación como si estuviera pensando al mismo tiempo que también evitase sus ojos.

Y Deidara no podía comprender porqué.

– ¿Que? ¿No tienes una respuesta ingeniosa ahora? – Apretó los puños ante su mutismo – Definitivamente contigo las cosas nunca cambian. Te mostré absolutamente todo lo que sabía en mis recuerdos, y sin embargo en vez de utilizar esos malditos ojos para hacerme un favor preferiste arruinarme la vida como siempre lo haces – No podía retener la necesidad de destilar su odio, y resultaba muy frustrante que el otro no estuviera diciendo algo al respecto; Deidara inspiró con fuerza – Maldición, ¡Al menos dime algo! ¿Por qué me hiciste esto?

Fue un murmullo apenas, uno bajo y grave, pero lleno de sentimiento.

– No pude.

– ¿El qué? – Espetó él con rudeza – ¿Dejarme morir o salvarme de este lío?

– Ambas – Confesó en un tono genuinamente sincero que se teñía con pensar – No pude dejar que sucediera ninguna.

Deidara estuvo a punto de perder los ojos.

– ¡Oh, por favor! ¿Y por qué no? – A su reclamo no hubo contestación alguna, salvo una breve e indecisa ojeada a la mano que aún no le quitaba de encima. Deidara lo notó, y giró a ver ese sitio antes de regresar a verle con la mirada más fría que jamás había tenido – No te importa... ¿Verdad? – Itachi solo frunció los labios, y el rubio agravó más el gesto – Itachi, esto a ti no te puede importar en lo absoluto... – Intentaba decirlo como si fuera un hecho pero con la intención de que lo confirmase. No lo hizo, y eso le hizo terminar de hartarse, empujándole con violencia la mano que aún mantenía en su estómago – ¡Respóndeme de una vez o juro que encontraré la forma de terminar lo que empecé! ¿¡Te importa si o no!?

– Sí – Soltó al fin en un tono de dureza que aunque se viera frío, estaba rodeado de emociones.

– ¡No me jodas! – Deidara había palidecido un poco por lo anterior, pero su incredulidad era superior – ¿¡Por qué habría de importarte esto!?

– ¿Y por qué no podría? ¿Por qué no puede importarme? – Cuestionó él a cambio, y al más bajo le sorprendió enormemente que se viera casi ofendido.

– ¡Porque a ti no te importa nada!  – Antes de poder refutar, Deidara enfrentó sus ojos negros con desdén – Que no se te ocurra ni por un segundo intentar venderme la primicia de que algo de la estupidez que hemos hecho te importa, porque si lo hiciera habrías tenido al menos un mínimo de empatía por mí, pero no lo hiciste. Aún si por algún motivo que no entiendo no te daba la conciencia para sacarme estos absurdos genes tuyos de porquería, por lo menos te habrías hecho a un lado para librarme así sea con la muerte, pero no. Y no lo hiciste por mi o porque te importe mi vida, lo hiciste porque eres un maldito egoísta que es incapaz de dejar de hacerle la vida miserable a todo aquel que se cruza en tu camino – Estaba indignado y herido de una manera que jamás había estado, viendo borroso por el cúmulo de dolor, ira y decepción que jamás creyó que él le causaría – Se supone que tienes los ojos más poderosos del mundo, y sin embargo no pudiste ver el horrible infierno que es para mí seguir de esta forma...

Algo también se veía desgarrado en el negro de aquellos ojos, pero el artista solo sacudió la cabeza.

– Me jodiste la vida al traerme Akatsuki y no conforme con eso me la seguiste jodiendo hasta el día de hoy, justo como haces con todas las personas que te han conocido.

– Nunca estuvo entre mis planes que las cosas terminaran de esta forma – Susurró luego de unos momentos – Tampoco he hecho esto con la intención de...

– ¿Herirme? – Esbozo una sonrisa sarcástica – A ti no te hacen falta motivos para que perjudiques a alguien.

Itachi frunció el entrecejo.

– ¿Por qué lo dices?

– ¿No es cierto, entonces? Muy bien, ¿Que te hizo el clan Uchiha? – Aquella pregunta tan personal expresada de esa forma le hizo abrir un poco los ojos – O quizás esa no es la pregunta correcta, a fin de cuentas siendo todos unos arrogantes tiene sentido que quisieras deshacerte de los altos mandos, pero ¿Y los demás? ¿En dónde estaba tu maravillosa conciencia cuando asesinaste a los civiles, a todas aquellas personas que no tenían ninguna posibilidad de vencerte? ¿Y los niños? ¿Cuántos de ellos ni siquiera podían caminar cuando les asesinaste a sangre fría y te diste a la fuga con trece malditos años, eh? ¿Que me dices de tu familia? ¿Que me dices de tus propios padres? – Había vuelto a alzar la voz, soltandole en cara hechos que sobrepasaban límites, más eso no le detuvo – ¿Y luego me preguntas por qué? Tienes la capacidad llevar a cabo una masacre en menos de una noche pero no te pudiste tomar un maldito segundo para ayudarme, ¡Y me lo debías! ¡Por el infierno que si! ¡Estoy atascado en esta porquería porque tú no pudiste dejar que me suicidara aquella vez! ¡Tenías que insistir en que siguiera viviendo justo como hiciste con tu hermano porque eres un desgraciado miserable! ¿Que sigue? ¿A mí también me vas a meter en un Genjutsu después de quebrarme un brazo? – Deidara pudo ver cómo el que supiera de aquel incidente no era de su conocimiento, por lo que hizo un gesto sin humor – ¿Que? ¿Crees que Kisame no le dijo a todos lo que pasó en Konoha? Cada vez que lo recuerda no deja de repetir que nunca antes te había visto ser tan cruel con una ilusión, que tendríamos que haber escuchado como gritaba de dolor... – Itachi entonces cerró los ojos, sus cejas fruncidas denotaban un sentimiento que a él no pudo importarle menos – ¿Entiendes ahora lo estúpido que suenas preguntándome eso? ¿El por qué tengo todo el puto derecho de estar molesto con tu supuesto acto de sentimentalismo cuando nunca te ha importado nada, ni siquiera tu propia familia? – No había terminado de pronunciar lo último cuando le azotó un ardor en la garganta que le hizo toser, se había esforzado demasiado en poco tiempo y la sangre en su mano era la prueba de ello.

Hubo un pañuelo entre sus dedos cuando agarró aire, no tirándoselo de vuelta solo porque su crisis momentánea aún no terminaba; No sabía cómo Itachi podía vivir cada día con aquellos síntomas, la sangre en su garganta le quemaba, sus pulmones ardían al respirar, los músculos le punzaban y no le quedaba energía para quejarse cuando las manos del Uchiha le instaron a acostarse de nuevo.

Estaba demasiado mareado, la única razón por la cual no perdió el conocimiento fue gracias a aquella energía reconfortante que tanto necesitaba e Itachi no dejaba de darle.

Los párpados caídos del artista le observaron con rencor.

– Dejame en paz.

– ¿Quieres saber la razón? – Le interrumpió él, girando a mirarlo de nuevo con esa ilegible expresión – ¿El porqué me importa?

– ¿Por qué habría de creer que me dirías la verdad? – Dejo salir sin ganas, puede que sí quisiera saberlo, pero de allí a que no le mintiera había un trecho que no pensaba que Itachi cruzaría por él.

Creyó tener razón cuando se vino otro significativo silencio, pero no fue de esa forma. Pues mientras Deidara pensó que simplemente le curaría y se iría, el Uchiha se quedó quieto un segundo, luego, en un rápido papadeeo, los ojos negros se tornaron rojos. Y antes de poder hacer o decir algo se sentó a su lado a una velocidad impresionante, inclinando el torso hacia él; Deidara tenía un brazo doblado justo al lado de su cabeza y unos dedos alzandole el mentón, pero su atención estaba enfocada en el Sharingan.

– ¿Realmente quieres saberlo? – Fue un susurro bajo e increíblemente cargado.

El otro no contesto nada, aunque no hizo falta, un segundo estaba allí y al siguiente estaba muy lejos de Akatsuki, específicamente en una aldea que no había pisado ni una sola vez, pero que escondía una historia devastadora que casi nadie más sabía salvo las personas involucradas. Ellos y ahora él también, pues apenas los rostros de los antiguos Hokages terminaron por materializarse, dos de ellos desaparecieron, dejando solo tres de esas esculturas plasmadas en piedra, haciéndole saber que todo había comenzado desde hace mucho tiempo atrás.

Un cúmulo de recuerdos comenzó a desglosarse en su cabeza, narrando la vida solitaria de un joven cuyos ojos había presenciado la crueldad de la guerra a una edad escandalosamente tremprana, aprendiendo mucho antes que cualquier otro ninja lo terrible que podía llegar a ser una batalla. Vió como aquello cambió su mente, como ansiaba más que nadie una vida tranquila, un mundo de paz. Esa era su palabra favorita, paz. Algo que aunque su aldea si llegó a tener después, no le quitó las imágenes de sangre o las dudas sobre si la vida realmente valía la pena. Su angustia llegó a ser tanta que llegó a intentar suicidarse, pero todo fue diferente cuando apareció una pequeña luz, una adorable bolita de sonrisas que pareció darle un nuevo significado a su vida. Una personita que le redujo su mundo a una sola misión: Protegerlo.

Y vaya que lo hizo, fue contra todo para mantenerlo a salvo, luchando valientemente a través de los años contra diferentes monstruos, como las pesadillas nocturnas, la inseguridad de ser bueno, los comentarios malintencionados, la indiferencia de su propio padre e incluso contra si mismo y la expectativa que causaba en el pequeño, todo para verlo tener la ignorante felicidad que él nunca había podido tener, la vida que todo niño debía vivir, libre de horrores y desesperación. Sin embargo, cuando la siguiente amenaza resultó ser su propia familia, entendió que esa era una guerra que no podía ganar sin consecuencias, y cuando vió a su mejor amigo lanzarse de ese acantilado creyendo en un futuro de paz, optó por tomar la única decisión que mantendría a esa pequeña luz a salvo, aún si eso le costaba su amor.

"¿Crees que fue a sangre fría?" La voz provino de todas partes, pero él estaba mirando una escena mucho más impactante.

Cuerpos. Habían cientos de cuerpos desparramados en el suelo, pero mientras por fuera la katana desmembraba sin piedad, por dentro Deidara podía sentir en carne propia como su alma ardía en sangre, quemándose por la culpa y el remordimiento.

"¿Crees que no me importaba mi familia?"

Deidara miró a joven de apenas trece años justo detrás de sus padres, y contrario a las historias que había oído, no había soberbia en su mirada, solo dolor e impotencia, ambas bañadas por las lágrimas que le corrían por las mejillas. Las mismas que traicioneramente salieron al ver ese pequeño cuerpo magullado y tirado en el suelo, con lo último de su amor fraternal muriendo tras la amargura del odio.

"¿Crees que fue fácil?"

En el cielo la luna era de un rojo carmesí, pero las manos del asesino no se regodeaban de su obra, temblaban mientras cubrían un rostro sollozante que de rodillas convulsionaba por lo destrozado que se encontraba su espíritu.

"¿Crees que quería ser cruel?"

El artista pudo sentir de primera mano el orgullo y la felicidad por verlo de nuevo tras varios años, satisfecho de su crecimiento y salud, pero ni siquiera eso pudo disfrutarlo, teniendo que mentirle por su propio bien y volviendo a transformase en aquel monstruo destructivo que no era ni nunca fue; Romperle ese brazo no fue ni la mitad de doloroso que la grieta que se abrió en su corazón, desquebrajandose en cientos de pedacitos punzantes.

Habían muchos recuerdos tristes, la mayoría de ellos hechos mientras por dentro se retenía un inmenso dolor, tan grande que a veces amenazaba con asfixiarlo. Pero luego el tiempo dió un salto, y vió desde otra perspectiva los mismos acontecimientos de unas horas antes, con la significativa diferencia de que pudo reconocer que el sentimiento de pánico y sorpresa si había sido suya, era la reacción de una persona que no podía terminarse de creer que por primera vez en muchísimos años había creado algo que no fuera resultado del odio, algo que era tan impresionante como imposible, algo que a pesar de lo ilógico no podía describirlo de otra manera que hermosamente magnífico; Escuchar en las memorias de Deidara la explicación de Madara le resultó lógico, pero nada le sorprendió más que verlo con sus propios ojos. Era un cúmulo de energía increíblemente minúsculo el cual portaba parte de su chakra, y aunque ya supiera de antemano que para Deidara no significaba nada, para él lo representaba todo.

"Quería poder complacerte, dejarte ir como tanto querías"

Itachi había escuchado en sus pensamientos el silencioso deseo de que le dejase morir así como había hecho con todos los demás, pero aunque hubiera querido no se sentía capaz de hacerlo, pues veía en él todo lo que había soñado para su vida. Jamás pidió mucho, solo deseaba una existencia tranquila, con una familia propia que pudiera educar bajo un estándar que no estuviera regido por el poder o la ambición, es solo que eso nunca había estado en su destino. Al menos hasta ahora.

"Pero he visto demasiado, he aguantado demasiado..."

La soledad había sido su única compañía, por lo menos hasta que Deidara apareció un día creyéndose dueño de un lugar que ya había proclamado como suyo muchísimo antes de que él llegase. No obstante, no le corrió, y le dejo compartir ese pequeño trozo de intimidad junto a él. Creyó que era para recordar un poco lo que era tener contacto humano, pero luego entendió que más que un vago recuerdo, su presencia era reconfortante, como un bálsamo que no le hacía sentir como la sombra invisible y sin sentimientos que todos creían que era; Deidara no le temia, le hablaba con toda confianza y altanería, le confrontaba cuando intentaba pasarse de listo, le hacía reír con una facilidad sorprendente y podía seguir el ritmo de sus pensamientos con una inteligencia que casi nadie podía apreciar. Entonces entendió que no solo le agradaba porque fuera especial o algo similar, es que ese chico, con todo y gritos de impaciencia, le hacía sentir normal. Como si realmente lo mereciera todo.

"Y me importaba tu vida"

Cuando finalmente se permitió tener con ese chico algo más, se sintió renovado a pesar de su enfermedad, pues ahora podía experimentar verdaderamente lo que era el egoísmo, hacer algo que le hiciera sentir libre y rebelde como cualquier adulto joven que vivia en carne propia las banalidades de la vida, como sonreír hasta que le dolieran las mejillas, ver su pecho subir y bajar con suavidad luego de una extenuante noche de suspiros, sentir acelerado el corazón cuando buscaba su cercanía, jugar con la sensación de su largo cabello rubio entre sus dedos, ver sus ojos cerrarse por el éxtasis del placer, disfrutar del calor de su piel al compartir un abrazo...; Solo había experimentado ese lado maravilloso de la vida con él.

"Pero no podía fingir que no me importaba nada más"

Entonces tuvo la oportunidad de utilizar el Mangekyo para detener la fase de la explosión y disolver el Kinjutsu, pero vaciló. Se dijo al momento que utilizar tanto chakra podía ser perjudicial para si mismo y no podía permitirselo si quería pelear contra Sasuke, pero aquello no concordaba con la enorme cantidad de energía que no le molestó pasarle para que su cuerpo se estabilizara. Sus acciones eran contradictorias por el mero hecho de que no podía volver a pasar por una situación parecida, al menos no si dependía de su intervención, no siendo su elección, no si tenía la capacidad de hacer algo, no sin sentir como se le volvía a romper el corazón...; Quizás la palabra egoísta ahora le quedaba a la perfección, pero eso no le quitaría la sensación de alivio cuando logró que Deidara volviese justo como por medio segundo se había ido, recordándole que aún era capaz de hacer cosas buenas, de hacer algo más que solo destruir vidas.

"Y quisiera decir que me arrepiento... pero no lo hago"

Deidara se vio así mismo inconsciente, removiendose en pesadillas que una mano en su frente y un Sharingan se encargaban de eliminarlas cada vez que aparecían, intentando darle un sueño tranquilo. El Uchiha tenía su rostro maltrecho y agotado, con las ojeras muy profundas y oscuras, apenas le quedaba energía para si mismo pero le nació una sincera sonrisa cuando recostó superficialmente la mejilla en su abdomen, cerrando los ojos y permitiendose imaginar como hubiera sido si ambos hubiesen tenido mejores destinos.

"Porque lo cierto es, Deidara, que esto me importa como hace mucho no me importaba algo"

"Aún si no puede ser"

"Aún si no hay posibilidad alguna de que ese sueño se haga realidad"

"Puedo vivir con ello así como he vivido con todo, pero no tomaré esa decisión por mi cuenta. Estoy cansado de causar desgracias, de ser una sombra que genera destrucción..."

– Yo te entiendo – Le escuchó está vez en su oído, solo así se dió cuenta de que ya no estaba en su mente y que él le estaba abrazando con un afecto que no le había expresado jamás – Siempre lo he hecho, y jamás podría reprocharte nada porque yo no he tomado las mejores decisiones. Pero debes entender... que yo no puedo ser el que haga esto. No de nuevo – Y así como aquella primera vez que habían compartido juntos, dejó caer su mejilla sobre la suya en un gesto que decía todo aquello que no podía terminar de expresar. Todo excepto una sola cosa – ... Y lo siento.

Deidara se sintió respirar muy hondo, ampliando los ojos cuando esa profunda voz de lamento le ofreció esas humildes pero sinceras disculpas. Él no le había devuelto el abrazo, pero para cuándo sus brazos recuperaron la movilidad él ya se había levantado, con un Deidara sintiéndose extrañamente vacío al verlo marcharse de allí sin detenerse a mirar ni una sola vez en su dirección.

Por fin estaba solo.

Pero que así fuera no resultó bueno en lo absoluto, al contrario, toda la serenidad que pudo haber mantenido hasta ahora se perdió cuando lo acontecido del día entero finalmente se hizo pesado en su cabeza, y el artista se llevó un brazo a la cara para cubrirse los ojos, apretando con fuerza los dientes en un intento de que aquellas desvastadoras imágenes no le rompieran, que el haberlo experimentando casi en carne propia no le apretujase su propio corazón, que la desesperación, el miedo y la confusión que la situación le había provocado no le hiciera flaquear. Y no fue así, porque no fue eso el causante de que terminara cediendo al sentimiento, sino porque cuando estaba decidido a contenerse, sintió como una solitaria gota de agua translúcida caía por su mejilla hasta morir en su cuello.

Fue allí entonces cuando se permitió romperse, porque hasta ese momento él no había dejado salir ni una sola lágrima...

Y porque entendió el verdadero motivo por el cual Itachi no había querido mirar atrás.







Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

Efectivamente mi gente, el Uchiha quiere a su cría y le gustaría conservarla, pero como es un ser bello y precioso que respeta los sentimientos de los demás, entiende que no es lo que Deidara quiere y por ello no lo culpa. Sin embargo, eso no significa que se sienta capacitado emocionalmente para llevar el mismo la extracción, mucho menos luego de todo el trauma que seguramente le dejó la masacre. Así como previamente lo dijo el mismo Deidara, Itachi es algo más tradicional, así que sintiendo que esa no-bomba es su sangre y descendencia le resulta muchísimo más triste la idea, más si él mismo debe encargarse del asunto.

Weeenas xD

La verdad no tengo mucho que decir sobre el asunto, creo que todo quedó lo suficientemente claro, el Deidara sigue preñadisimo en su vida y el Obito cayó en crisis, que buen día para no ser ellos jaja

Edmary, Chama espero que esto te haya gustado!

Pequeña uva, aún no sabemos si la cría se llamará cielo porque para allá va pero todo es posible xD Solo aguanta la chilladera y quiereme UwU

Un saludito también a Zidian y AnWaters! Gracias por sus bellos comentarios!

Nos vemos la próxima!

Los quiere, Menma.


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