Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Weenas, no estaba muerta y tampoco de parranda, es que se me murió el teléfono y salvar el fanfic me llevo más tiempo de lo que esperaba.
 
Pero bueno ahora tengo otro mejor que me está sirviendo muy bien así que recemos para que dure por los siglos de los siglos y así yo pueda continuar escribiendo historias geis, Amén.
 
¡Zidian, ahorita te respondo! No me vayas a perder la fé.

Pequeña uva, para cuando leas esto de nuevo: Te quiero :'3

                          XVIII

          And there's no guarantee
 
            That this will be easy.

  It's not a miracle you need, believe me.
     
      Yeah, I'm no angel, I'm just me

       But I will love you endlessly.

       Wings aren't what you need,

                You need me.

        
    
– ¡Enhorabuena! – La voz de Ren fue lo primero que escuchó al regresar a casa – ¿Ves? Te dije que seguía vivo – Le comentó a alguien.

Deidara alzó la cabeza al entrar en la sala de estar y lo primero que vió fue el rostro de Kaiyah, con su rostro ligeramente fruncido por la preocupación.

– Deidara ¿Que fue lo que sucedió? Ren dijo que algo no iba bien contigo.

– No, lo que yo dije es que algo le falla a su monstruo – Corrigió el chico, sentándose en el sofá con despreocupación – Él está bien, por eso te dije que no te volvieras loca.

La Hyuga giró a verle con seriedad.

– Viene siendo lo mismo, la conexión del Kinjutsu es bilateral, cualquier cambio en un extremo afecta el otro, ya deberías saberlo.

– Por supuesto que lo sé – Rodó los ojos – Por algo le dije que se quedase quieto en su casa, que decidiera pasarse mi sugerencia por el culo ya no es culpa mía.

Antes de que pudiera formarse una discusión por causa de su inestable salud, Deidara alzó la voz. Adoraba disfrutar de un buen drama, pero estaba agotado y necesitaba dormir.

– ¿Cuando llegaron?

– Hace como tres horas – Respondió ella con una mueca en sus labios – Me preocupe un poco cuando ví que el ave no fue contigo, ayer un grupo de Akatsuki hizo algunas movidas a unos kilómetros de aquí, pensé que podrías encontrarte con ellos.

Deidara hizo un gesto de reconocimiento antes de sacudir la cabeza.

– No ví a nadie en todo el camino.

– ¿Entonces porque te fuiste? – Interrogó el de mechón blanco con cara de circunstancias – Porque no me creo que simplemente te haya dado por perseguir espíritus en la madrugada.

– Había algo que tenía que ver, es todo.

– ¿Y no te llevaste al pájaro?

– No necesito la vigilancia ni la ayuda de nadie, mucho menos de ese Uchiha o los cuervos satánicos que le gusta usar – No le irritaban las preguntas sobre su paradero porque de cierta manera comprendía que tenía muchos enemigos afuera, y tras las circunstancias de la última revisión era normal el interés, sin embargo eso no significaba que iba a cambiar su forma de pensar con respecto a su capacidad de valerse por sí mismo sin intervención del clan Uchiha – Lo que importa es que ya estoy aquí y pueden ver lo quieran.

– Pensé que no te gustaba mucho que te examinase – Comentó la mujer con incertidumbre.

En respuesta, el artista alzó un poco los brazos con fastidio para después bufar.

– Solo hagan lo que tengan que hacer para poder irme a dormir.

Kaiyah había compartido una mirada con Ren, pero este solo le sonrió de vuelta. Aparentemente solo ella estaba interesada en la psicología del artista, eso o quizás su compañero no le tomase tan seriamente sus palabras de desdén como ella o el mismo Deidara lo hacía.

El castaño dió un aplauso.

– ¡Muy bien! ¿Comenzamos?

Su ronda de revisión realmente no fue muy diferente a la primera vez. Kaiyah le revisó con sus ojos, tanteo algunas veces con sus manos y volvió a sacarle sangre, solo que a diferencia de la vez anterior una mueca inconforme arrugaba sus cejas oscuras. Supuso que en parte se debía a la pequeña baja en sus valores por la mala alimentación, pero como tampoco había pasado mucho tiempo la diferencia no era tanta como para recibir alguna crítica, al menos por ahora; Ren no estaba comentando mucho al respecto, a veces le veía, otras anotaba palabras en una libreta, luego se detenía y volvía a mirarlo otro poco, así varias veces seguidas. Lo único que llegó a hacer diferente fue pedirle que se levantase un poco más la camisa para ver la boca del pecho. Seguía fuertemente cocida y tensa en su lugar, y aunque no encontró motivos para que la viera, tampoco cuestionó sus decisiones. También le echó un ojo a las bocas que tenía en las manos, quedándose unos segundos con la mirada fija antes de volver a anotar.

Descubrió entonces que existía una diferencia remarcable en ambas personas que lo acompañaban. Kaiyah era tenía mucho conocimiento sobre los embarazos, sobretodo en los cambios físicos, sin embargo la mayoría de su interés estaba centrada en el crecimiento de la no-bomba. Ren, por otro lado, aunque tenía más experiencia en el área del Kinjutsu que mantenían estables esos genes Uchiha dentro de su cuerpo, parecía más interesado en que efectos tenía en su persona. Era curioso si lo pensaba, pero siempre que no terminara muerto ellos podían hacer lo que quisieran.

Ambos doctores compartieron un suspiro, y Deidara les alzó una ceja.

– ¿Terminaron ya?

– Si – Ella volvió a suspirar, dándole algo de espacio y sentándose en el suelo junto a la mesa – Tenemos un problema.

"Raro sería que no los tuviera" Se abstuvo de decir, pues buena suerte era lo último que había tenido en la vida.

– ¿Cuál?

– Esta es la cosa, rubio, realmente no son paranoias mías. Eso de ahí no está creciendo, pero no sé exactamente porqué.

– Genial – Mascullo él sin ganas, sintiéndose más que ofendido, ya que no bastandole con haberle revolucionado la existencia por haber aparecido sin su permiso ahora tenía la osadía de negarse a cooperar – ¿Tienes alguna teoría?

– Tengo un par, pero no las puedo certificar hasta que me cuentes toda la historia de principio a fin – Respondió él de una manera que hizo al paciente confundirse unos segundos.

– ¿Cuál historia?

Kaiyah se irguió un poco.

– Él se refiere a todo lo que sepas sobre el tema, lo que has hecho desde que lo supiste y también todo lo que hiciste antes.

– ¿Y eso como para que?

– Bueno, si antes todo estaba bien significa que puede que necesites algo que ahora no tienes, o quizás debas hacer algo que antes hacías y has dejado de hacer – El de ojos cafés se estiró para después darle un toquecito a su libreta – Sea como sea antes todo estaba marchando bien y ahora no, debe faltarte algo crucial que no estamos viendo.

– Mmm...

– Podemos resolver este asunto – Ella puso una mano en su brazo en un gesto amable que sorprendentemente no encontró tan incómodo – Solamente cuentanos lo que sepas.

No es que Deidara no quisiera resolver ese problema lo antes posible, es simplemente que volver a tocar el mismo tema que Madara le había repetido tantas veces le daba algo de jaqueca. El chakra, el Kinjutsu, los genes Uchiha, la cantidad de tiempo requerida para lograr una formación completa, el descontrol de energía... todo era excesivamente complicado de explicar, eso sin contar que debía repasar lo que había hecho en todo ese tiempo, incluyendo por supuesto la de hazañas poco cristianas que se le ocurrieron en esa azotea. No podía decir que se arrepentia de ello, pero para la de complicaciones que le había traído le molestaba que aún fuese lo más remarcable de su estadía en Akatsuki, en especial cuando no hizo nada más interesante aparte de eso, hizo misiones, entrenó con Obito un par de veces, volvió a dormir en todos lados menos en su habitación y finalmente le secuestraron. De allí en adelante no había mucho que comentar, pues así como ahí y de vuelta en Akatsuki, su vida había sido bastante aburrida.

– ¡Ah! – Exclamó entonces Ren, asustando un poco a Kaiyah mientras que Deidara se limitó a mirarlo como el anormal que ya creía que era – Creo que ya lo tengo.

– Amén – Murmuró a cambio con cierta ironía –¿Que teorías tienes?

– No es ninguna de mis teorías, para eso necesito un poco más de información. Sin embargo si tengo una hipótesis, y es que lo único que se diferencia entre tus meses en Akatsuki, la estadía con Madara y tus semanas aquí, es que ya no estas en contacto con ningún Uchiha.

Deidara no lo comprendió a la primera, pero su doctora si, consiguiendo que sus ojos perlas se iluminasen por el descubrimiento.

– ¿Supones que necesita más chakra?

– Creí que ya tenía de sobra – Apuntó él con notoriedad, recordando que hasta ayer casi se quemaba las cejas encendiendo una vela.

– Si lo tienes, pero tal vez requiera de un reemplazo cada cierto tiempo, ¿Recuerda mis idea sobre necesitar chakra de forma regular? Puede que eso no sea exactamente la solución pero creo que es un buen inicio.

– Yo tampoco creo que sea tan sencillo, pues de necesitar chakra su cuerpo comenzaría a consumirse y no es el caso – Ella también se le notaba vacilante y quizás algo perdida, más no perdió ni por un segundo la determinación – Es plausible, sin embargo. Tal vez exista algo más que no estamos tomando en cuenta pero mientras tanto no sería una mala idea comenzar por ahí.

Se produjo un silencio en el que ambos expertos parecieron llegar a la misma conclusión, y al adivinarla, a Deidara se le abrieron los ojos.

– Van a decir lo que creo, ¿No?

– Bueno, tu dijiste que hiciéramos lo que fuese para que te pudieras ir a dormir – Una risita de lo más divertida escapó de sus labios, logrando irritarle.

– No era eso lo que había tenido en mente.

Ren procedió entonces a observarle con un grado de sarcasmo crudo que en otra ocasión le hubiera costado un órgano vital.

– Rubio, seamos sinceros, de haber podido visualizar todo este lío con antelación de seguro no estarías aquí. Lamentablemente no eres psíquico y cuentas con una suerte que me alegra no tener, así que te toca soportarlo.

"Desgraciado" Antes de que pudiera decir cualquiera de las groserías que se le había ocurrido, Kaiyah se levantó de la mesa con más ánimo.

– Buscaré un pergamino, esto necesitará una explicación larga.

– O simplemente dile que se está muriendo, te garantizo que así hasta se teletransporta.

– Ren – Le riño ella con una voz que Deidara recordaba haberle escuchado utilizar al tercer Tsuchikage cada vez que quería lanzarle un bloque a la cabeza. Se le notaba que quizás anhelaba hacerle lo mismo a Ren, pero él no se tomó su molestia en serio, estaba demasiado ocupado disfrutando de la expresión apocalíptica que el artista tenía en ese momento.

– Justo lo que me faltaba... – Se lamentó entre dientes, pero el otro chico que le había alcanzado a escuchar le dió una palmadita juguetona en la espalda antes de sonreírle con picardía.

– Puedes irte a dormir todo lo que quieras ahora – Entonces le guiñó un ojo – Te lo recomiendo, porque cuando despiertes te apuesto a que tendrás visitas.




           OoOoOoOoOoOoO




Por mucho que a Deidara le gustaría decir que la anticipación por su visita le quitó el sueño, lo cierto es que apenas tocó la cama cayó dormido. Sabía que no debió haberse privado de su descanso por andar persiguiendo olores misteriosos, pero al menos sabía un poco más de los planes de Madara, y de todas maneras ya podría dormir al llegar, cosa que hizo y ahora disfrutaba enormemente.

Por otra parte Itachi fue otro cuya paz también resultó interrumpida al momento de recibir aquella carta. Suerte para él que estuviera a punto de partir a una misión con su compañero, porque no se habría podido quedar en la base con esa sensación de intranquilidad.

– ¿Buenas noticias? – Preguntó Kisame recostado en un tronco. Vió la seriedad en el rostro del Uchiha y ladeó la cabeza – ¿Malas noticias?

– Solo noticias – Dijo sin emoción alguna enrollando con cuidado el pergamino – Debo verificar algo.

– ¿Justo ahora?

– Si.

– No me digas – Sus afiliados dientes asomados en una sonrisa – Y supongo que no vas a informar a la base de eso.

Itachi se le quedó viendo unos segundos, y el hombre tiburón hizo lo mismo, quedándose de esa forma hasta que finalmente Kisame sacudió la cabeza. Era un hombre que disfrutaba el caos pero también conocía el carácter de su compañero, así como las consecuencias que le traerian el meterse con un tema tan delicado. Además, no era su asunto.

– Ve – Acomodó mejor a la Samehada y entrecerró sus particulares ojos en una mueca entretenida – Salúda a ese rubio de mi parte.

El Uchiha podía asegurar sin problemas que no tenía ningún amigo desde hace mucho, pero ciertamente a pesar de lo tosco y sanguinario Kisame podía llegar a ser un compañero útil si sabías cómo manejar su carácter. Por supuesto, no olvidaba que tenía la tendencia de traicionar a todo aquel que le depositase un mínimo de confianza, por ello y porque no cometería el error de confiarle nada a nadie es que no le decía a dónde iría, aparte de también dejar un cuervo vigilando sus pasos por si se le ocurría comentarle algo a Pain.

El camino fue arduo y sus pulmones le resentian la distancia, pero logró llegar en un tiempo relativamente corto.

No vió a nadie al ingresar, todo estaba en silencio y casi igual a como lo había dejado hace semanas. Solo por eso se figuró dónde podría estar el artista, ya que para alguien tan escandaloso solo había una forma de que se quedase tranquilo; Se quitó la capa y los zapatos antes de ingresar a la sala, dirigiéndose en silencio hasta la habitación más grande de la casa, ahí totalmente rendido ante el sueño estaba Deidara. Dormía de lado, con la cara hacia la puerta y unos cuantos mechones de cabello rubio cayendole por el rostro en lo que respiraba con parsimonia.

Su Sharingan estaba activo y con él podía ver sin problemas que hasta donde su conocimiento llegaba su sistema seguía estable, ¿Que estaba mal entonces? Se había documentado sobre el tema del chakra gracias a unos cuantos pergaminos aportados por Kaiyah pero tampoco es como si existiera una descripción absoluta y detallada sobre aquella técnica, la mayoría de las cosas que sabían era porque combinaban teorías de diversos casos y las unían en un estratégico y torpe intento de darle sentido a algo que sencillamente no debió pasar. Itachi lo sabía, que anhelara la idea de ser padre no significaba que no pudiese reconocer el hecho de que todo hubiera sido más fácil si nunca lo fuese. No había renunciado a sus sueños por un capricho, lo hizo porque sabía que cumplirlos traería un sin fin de problemas y mortificaciones a todos los involucrados, y aunque la preocupación por ello pocas veces le dejase dormir, no podía permitirse flaquear; Sasuke seguía cegado por su odio, Deidara lo estaba pasando mal, Akatsuki estaba revuelto, Konoha se preparaba para recibir más ataques enemigos, el mundo como lo conocía estaba a punto de cambiar por culpa de otra guerra y su cuerpo cada día se hacía más débil por la enfermedad. Puede que deseara unos cuantos minutos a solas con su mente para asimilar tanta angustia, pero con tantas cosas que hacer eso era algo que sencillamente no podía permitirse.

Se acercó un poco entonces, quería despertarlo pero encontraba cierta tranquilidad al verlo dormir.

Sin embargo, aún con todos los problemas emocionales y físicos que pudiera tener, Deidara seguía siendo un ninja entrenado en un mundo donde la mayoría ansiaba cortar su cabeza, por lo que cuando sintió aquel toque superficial sobre su frente se encontró reaccionando como si estuviera en pleno campo de batalla.

Se le subió la adrenalina un momento, luego visualizo mejor a quien tenía en frente una vez que lo borroso de la somnolencia despareció.

– ¡Carajo, Uchiha! – Exclamó, sus cejas fruncidas – ¿Que manera de recibir a alguien es esa?

– Podría decir lo mismo – Se mantuvo ligero en su seriedad habitual, aunque también es cierto que estaba algo entretenido.

No era para menos, aquél chico le había derribado al piso y él no había hecho nada al respecto gracias a la ridícula y bochornosa idea de no querer empujarlo por accidente. Tenía unos reflejos bastante buenos a pesar de los daños en su visión, de modo que en su búsqueda de no provocarle algún dolor había terminado nuevamente en el suelo y con un Kunai tensado sobre su garganta.

Deidara le arqueó una ceja.

– Esto ya se está haciendo demasiado común.

– No tanto – Comentando de manera sutil el hecho de que si fuese exactamente como las veces anteriores a ninguno le quedaría mucha ropa para ese punto.

Bufando ligeramente ante la desgana que le producía el recordatorio de su destruida relación, Deidara apartó el arma.

– ¿Sabes? El que seas silencioso no significa que no puedas anunciarte, casi me das un maldito infarto.

– ¿No me esperabas? – Hizo un gesto de duda ya que tenía entendido que todos estaban al tanto.

– Algo así, de todas formas yo no fui quién te mando a llamar – Aquí pudo pensar en levantarse, pero entonces frunció el ceño y pasó a pincharle ligeramente el pecho con la punta del arma – Eso me recuerda a otra cosa, Uchiha. Rompiste nuestro acuerdo.

– ¿Acuerdo?

– Te dije que quería discreción y tu me traes un séquito para hacerme visita semanal.

– Lo que yo recuerdo es que mencionaste no querer lidiar con intolerantes – Estaba hablando con su calma habitual, y la ausencia del culpabilidad le irritó un poco – Ellos no lo son.

– Me da igual si son el arbusto sagrado de la tolerancia – Gruñó  – Debiste decirme que iban a venir y porqué.

– De haberlo hecho no habrías estado de acuerdo.

– No te creas, sigo sin estar de acuerdo – Aclaró con mal humor y un poco de resignación – La única razón por la cual no me negué es porque le puedo ver la lógica, pero que no se te ocurra hacerme una cosa parecida de nuevo. Suficiente tengo con toda la mierda que me ha pasado como para que vengas tú a querer también hacer cosas sin mi permiso.

– Deidara... – Respiró tranquilamente en lo que se sentaba en el suelo. No le apartó de encima ni le pidió hacerlo, y Deidara tampoco se quitó. Compartían a pesar de todo una extraña confianza para muchas cosas, y la cercanía física era una de ellas, el artista era uno de los pocos que podía hablarle a escasos centímetros sin parecer alucinado, mientras que a Itachi no le molestaba sostener su peso en sus muslos, aún si a pesar de todo aquello pudiera tentarle en más de una forma – Puedo aceptar que no habértelo dicho fue una decisión injusta, pero no había otra manera de que escucharas todo lo que tenías que saber.

– Te dije que podías darme sugerencias.

– No son sugerencias, y lo sabes.

– Si, me he dado cuenta – Apretando la mandíbula al recordar la engorrosa lista de alimentos que aún no podía ni intentar consumir – No importa lo que sean, las habría escuchado todas.

– ¿Aún si fuese yo el que las dijera? – Cuestionó de una forma que le hizo arrugar la cara.

– ¿Es eso? ¿La verdadera razón de todo tu secretismo es por que me creíste incapaz de ser responsable?

Itachi sacudió su cabeza con algo más de esmero, no había llegado de tan lejos para que su primera charla en semanas terminase en una discusión.

– No tiene nada que ver con eso. No dudo de tu responsabilidad, menos si es algo que te interesa, pero ese es justo el problema.

Deidara inspiró profundamente. Era verdad que su capacidad para seguir consejos bajaba considerablemente si era Itachi quién los sugería, principalmente porque a pesar de todo su orgullo era casi tan grande como su terquedad, por lo que era normal que el Uchiha tuviera ese criterio. No obstante, luego de haber pasado por tanto había creído que cambiaría al menos un poco la percepción que tenía de él, a fin de cuentas él mismo lo había hecho cuando aceptó que no era el asesino a sangre fría que todos pensaban que era, ¿Acaso resultaba muy difícil tenerle la misma consideración o simplemente Itachi también era de los que dudaba de su nivel de compromiso?

Aún si la idea hubiera sido explicarse con frialdad, la ira terminó impidiendoselo.

– ¿Tú también vas a juzgarme?

– ¿Que? – Era evidente que aquel comentario filoso no se lo había esperado.

Él tampoco, siendo sincero, pero como que se le había hecho difícil abstenerse de decir algo al respecto.

– Esto no me importa como a ti, lo tengo bastante claro asi que no hace falta que me lo recuerdes – Echó los ojos a un lado – Además no tiene importancia, se supone que tenemos un acuerdo y estuve dispuesto a cumplirlo aún si lo hice contigo.

– Nunca puse en duda tu compromiso con respecto al trato.

– Pero si dudas de mi – Comentó con una acidez que aumentó ligeramente al verle hacer un mínimo gesto de incomodidad – No me malinterpretes, tampoco es como si yo te tuviera confianza, pero considerando que a pesar de toda la locura que pasé hace rato aún tuve de la decencia de creer tu dramática historia de autosacrifico, como mínimo hubiera esperado que me dieras el beneficio de la duda.

– Lo he hecho – Aseguró él tras un suspiro – Pero no es sencillo hacerlo con todo.

– ¿Y por qué no?

– ¿También dirás que no dudaste con respecto a mi pasado? – Su forma algo crítica de alzar la ceja le hizo torcer la boca, porque sabía que no estaba equivocado – Muchas de las cosas que supiste no las creíste hasta mucho después, incluso si ya las habías visto.

– Hombre, claro – Observándole con gravedad – Te creí un maldito asesino por cuatro años, cambiar eso de la noche a la mañana solo porque decidieras mostrarmelo no es fácil.

– ¿Y no crees que yo tengo el mismo criterio?

Deidara apretó la mandíbula en lo que hacía un gesto de inconformidad, pues no contaba con un argumento lo suficientemente bueno como para rebatir su postura.

– Pudiste haberme preguntado – Acusó entonces.

– Si, debí hacerlo – Aún le impresionaba la forma en la que podía reconocer sus defectos sin apenas afectarse por ello – ¿Realmente sientes que te estoy juzgando?

– ...Creo que, en el fondo, esperabas más de mi – Murmuró vagamente para luego fruncir el ceño – Aunque no creo haberte dado motivos para que lo hicieras.

– No exactamente – Con algo levemente irónico tras el desgaste en sus pupilas, recordandose a si mismo no forzar la conversación al ver que su voz llena de sentimiento le había hecho mover la cabeza con cierta incomodidad; Suspiró – De haberte dicho todo lo que tenías que hacer ¿Me habrías escuchado?

– No con muchas ganas, pero si – Había sido lo más sincero posible, e Itachi pudo notarlo – ¿Me crees?

– Si – No tenía motivos para no creerle de todas maneras. Por ello, y porque también era una persona justa, apretó un poco allá donde su mano derecha reposaba en su cadera – ¿Quieres que les diga que se vayan?

Deidara parpadeó un poco.

– ¿Les dirias que se fueran si digo que si?

– La única razón de que estén aquí es para informarte, y si puedes recibir esa información de mí sin querer asesinarme en el proceso no es necesario que se queden.

– ¿También eres experto en el tema acaso?

– No más de lo habitual – Reconoció pausadamente – De todas maneras siempre se puede mantener una comunicación a distancia para no perder ningún detalle. Igualmente tendrías que verlos de vez en cuando, pero sería mucho menos que ahora.

A pesar de ser alguien cuyo coraje podía durar un tiempo considerable, las ansias de apuñalarlo bajaron bastante al verle tan dispuesto a confiar en su palabra y ofreciéndole soluciones más cómodas, sobretodo después de haberle recomendado tanto que no confiase en su palabra.

Definitivamente ese había tenido que ser su momento de ira más corto.

"Esto tiene que ser culpa de la maldita susceptibilidad de mierda" La esquina de su boca tiró un poco hacia arriba, y el otro lado de su cadera también fue sujetado con suavidad.

Itachi se veía calmado.

– ¿Quieres que se vayan?

– ... Nah – Respiró un poco antes de verse sarcástico – Si solo te escucho a ti tal vez no pueda cumplir mi palabra y termine matandote de todas formas – El comentario le resultó gracioso al otro, y su sonrisa a medias se le antojó contagiosa – Admito que Kaiyah no es exactamente mi estilo, pero Ren me parece divertido.

– Imaginé que te agradaría, tienen un carácter bastante parecido.

– Estás diciendo que soy burlón e irritante –  Avisó con seriedad entrecerrando los ojos; Itachi no dijo nada, pero le sonrió un poco más, moviendo sus ojos oscuros en una implicación bastante obvia – Púdrete, Uchiha – Refunfuñó metiéndole un golpe en el brazo, antes solía hacerlo en el pecho pero eso siempre le daba ataques de tos, de modo que lo evitaba.

El recordatorio de aquello le hizo mirar su cuello, su piel se seguía viendo pálida y la coloración púrpura de las venas no le vaticinaba nada bueno.

Negó suavemente.

– No debiste venir tan rápido.

El Uchiha se miró a si mismo antes de mirarlo a él.

– Está bien, no es nada demasiado preocupante.

– Contigo todo siempre es demasiado preocupante – Se encontró suspirando – Dices que soy suicida, pero a ti tampoco te veo mucho empeño en vivir.

– Tenía que llegar pronto.

– No – Dijo el rubio con elocuencia. Recordaba sin problemas que, a pesar de la urgencia, se le había dicho que podía venir en cualquier momento de la semana – No tenías.

– Tienes razón – No sonrió, pero su seriedad tenía un tinte de sinceridad casi fantasioso – Pero quería hacerlo.

Odiaba que así fuera, pero sus palabras le habían sacudido suavemente el corazón.

– Tu sentimentalismo me enferma, Uchiha – No era eso lo que quería decir, pero las explicaciones eran innecesarias para ellos. Él le comprendía en más de una manera, no solo era lo que no podía decir, también aquello que escondía en la crudeza de sus palabras.

Al no recibir más respuesta que un gesto suave en su rostro, inclinó su cabeza hasta recostarla en la suya, encontrando cierto alivio al verse de nuevo relajado entre sus brazos como en sus mejores épocas. No sabía si eso también tenía que ver con todo el drama interno que estaba sufriendo su cuerpo a causa del chakra, pero había pasado por tantos desvaríos emocionales que una gran parte de su ser encontraba el acercamiento físico bastante reconfortante, casi como si lo hubiera necesitado desde hace tiempo.

Itachi le estrechó un poco para luego mover suavemente su cabeza, frotando su mejilla con el borde de su mandíbula. A Deidara siempre le gustaría ese gesto, le recordaba a la comprensión que podía sentir por él alguien tan esquivo y distante, pero a la vez más afectuoso de lo que él jamás podría ser.

El recuerdo le quemó la piel, y se alejó lo suficiente para ver en sus ojos que, a pesar de todo, no era el único que añoraba la pasión de aquellos días. La química entre ellos siempre había sido sólida, que no pudieran hacer que traspasara otros ámbitos fue el problema principal, pero habían elegido contentarse con al menos tener algo en que refugiarse, algo que pudieran compartir sin causarles conflictos. Y lo extrañaban, añoraban con tristeza la facilidad de esas noches casi tanto como odiaban la complicación en la que se había transformado todo; Entonces sus manos subieron para trazarle las frágiles venas del cuello mientras a él unos pulgares le acariciaban lentamente las caderas.

Habían comenzado a respirar el mismo aire cuando la puerta tembló al ser tocada con cierta fuerza.

– ¿Todo bien por ahí? – Comentó la voz de Ren que a pesar de la voz monótona se oía malintencionado.

No se supo quien de los dos fue el que bufó, aunque perfectamente pudo ser cualquiera.

Deidara se levantó para que Itachi también pudiera hacerlo, y aunque habría sido fácil decir que la intervención había resultado como un balde de agua fría para los dos, debía aceptar que eso no había hecho la mínima diferencia. No se habían separado como dos prófugos a punto de ser descubiertos, más bien con el mismo pesar que siempre compartían cuando alguno de sus compañeros de Akatsuki interrumpía el momento. Sin vergüenza, sin reservas ni arrepentimientos, aquello había sido justamente igual y resultaba curioso.

Deidara había pensado que entre ambos se perdió algo crucial desde aquel día que regresó a Akatsuki huyendo de Obito, ahora más bien se planteaba seriamente si habían sido ellos con sus respectivos pensamientos quienes lo habían apartado sin darse cuenta.

Itachi le sostuvo la mirada cuando se fijó en él, y el artista pudo leer en su expresión que también estaba algo pensativo.

¿Quedaba realmente algo allí o solo era una fantasía que se negaban a dejar morir?

– Que bueno que despertaste – Sonrió Kaiyah cuando le vió llegar a la sala – Estaba pensando si era buena idea levantarte, últimamente duermes bastante – Sus ojos claros se detuvieron en la sombra alta que lo acompañaba, formando un tono de cortesía – Buenas tardes, Itachi.

De reojo, Deidara le vio dar una breve inclinación de cabeza.

– ¿Y? – Ren apareció en su lado derecho con entusiasmo – ¿Comenzamos?

Él no saludo al nuevo invitado como ella lo había hecho, pero sus palabras le distrajeron de ese detalle.

– ¿Qué? ¿Otra vez? – El asentimiento de sus médicos le hizo poner mala cara – Pensé que ya me habían revisado lo suficiente.

Ren apuntó al Uchiha.

– Antes no estaba él.

– ¿Y eso en que hace la diferencia?

– Eso es justamente lo que queremos saber – Kaiyah le hizo una seña para que se sentase a su lado en el suelo – Quiero ver cuál es la diferencia cuando él está cerca, a ver si así compruebo mi teoría.

– Nuestra teoría – Su compañero alzó un dedo y ella negó un poco ante su actitud.

– Es algo bastante sencillo, solo necesito que te quedes quieto mientras él te pasa algo de su chakra.

– ¿Quieres ver el cambio? – Su dudosa suposición consiguió una afirmación enérgica por parte de la Hyuga.

– Necesito ver cómo funciona el proceso de absorción que tiene tu técnica y como la recibe para sea útil.

– ¿Ayudará? – Habló él Uchiha por primera vez, apenas logrando disimular su interés.

La doctora se vio amable.

– Si es lo que creemos será de mucha ayuda.

– Ya que – Deidara respiró sin ganas, poniendo entonces las manos en sus muslos y quedándose quieto a esperas de que comenzara.

Un segundo más tarde las manos de Itachi se posaron en su espalda. Le resultó algo curioso ya que habría pensado que querría ponerselas al frente, pero puede que la presencia de los otros ninjas tuviera algo que ver, así como puede que solo no quisiera hacer las cosas más difíciles para él. No logró adivinar la causa al final, de todas maneras ese hombre seguía siendo una persona difícil de leer para la mayoría, incluso a veces para él.

– Así creo que es suficiente – Anunció ella con una cara que podría jurar que era de gracia, en definitiva para nada acorde con la gravedad del asunto.

Las manos dejaron su cuerpo y él le miró unos segundos antes de fijarse en Kaiyah.

– ¿Descubriste algo?

– Si, pero antes de pasar a eso quería informarles de un par de cosas que ya tenemos confirmadas y que creo que serán de su interés – Al tener la completa atención de ese par, prosiguió – He estado estudiando los resultados de tus exámenes, ¿Recuerdas que te dije que el chakra es bastante grueso?

– Sí, él también dijo algo parecido – Cabeceó hacia su otro doctor quien relajadamente bebía un café – Y que por eso tampoco puedo recibir anestesia.

– Cierto, he de admitir que al principio todo el proceso me sonó bastante engorroso...

– ¿Y no lo es? – Alzó irónicamente una ceja.

– No, porque es con un propósito. El chakra no solamente está proporcionando nutrientes y ayuda a defenderte en las batallas, tambien actúa como una barrera que impide el paso de genes o sustancias dañinas – Deidara seguía sin ser experto en el tema, pero el final de aquella explicación le resonó lo bastante fuerte como para enderezarse. Su doctora reparó en su acompañante – Tengo entendido que padeces una enfermedad.

El Uchiha asintió con la cabeza, y antes de poder cuestionarse en que momento le había hablado a ellos del tema, el artista se encontró intrigado.

– Con eso quieres decir que...

– La protección del chakra no permitió que los genes que portan la enfermedad accedieran al centro de la energía – Como suponiendo que era necesaria una confirmación más directa, le miró directamente con una pequeña sonrisa – No sabría decirte si el resto de tus hijos serán totalmente saludables, pero puedo asegurarte que este si lo estará.

Itachi apenas recordaba como era la airosa sensación que venía con una buena noticia, haciéndole sentir entumecido mientras aquel precioso alivio aligeraba un poco esa enorme pila de preocupaciones que constantemente debía cargar; A su medida, Deidara se sentía contento por él, sabía de antemano que uno de los mayores problemas de Itachi es ese constante pensamiento autocrítico de que es responsable del sufrimiento de muchas personas, que esta vez hubiera alguien que le confirmase lo contrario debía ser una de las mejores noticias que había escuchado.

Simpática y dolorosamente, Deidara no pudo evitar pensar que de haber querido formar voluntariamente una familia, habrían sido afortunados de que la combinación de sus energías fuese tan producente para su descendencia.

Desafortunadamente, ese no era el caso.

– ¿Algo más? – Preguntó él, ya que supuso que el otro no estaba tan concentrado como para hacerlo.

Kaiyah suspiró.

– Nada muy concreto además de eso, he de suponer que crecer rodeado de tanto chakra no es necesariamente bueno así que deben haber cosas que estaremos pasando por el alto. La buena noticia es que no creo que traiga tan malas consecuencias, tal vez algunos cambios en su poder o un poco su apariencia.

– Sacará algo tuyo, eso es seguro – Ren había comentado con demasiada calma algo que él consideraba espantoso – El chakra puede modificar la apariencia del ninja de acuerdo a como lo utilice, y como tú energía es la base que lo mantiene vivo es bastante probable que tus características sean más predominantes que las de él – Señaló con el dedo a un Uchiha quien al parecer no encontraba esa noticia tan desagradable como él.

Deidara sencillamente no pudo disimular la cara de mal humor, había pedido una sola cosa y eso fue que lo que sea que tuviese no se pareciera en lo absoluto a él, pero aparentemente, y como todo en esos últimos días, el chakra había sido más fuerte que sus convicciones.

Kaiyah le dio una amistosa palmadita en su mano.

– De todas maneras solo son conjeturas, los genes pueden variar mucho así que no hay que apresurarnos.

– Me parece bien – Era increíble cómo no llevaban casi nada de conversación y ya se sentía agotado, necesitando exhalar para no abrumarse – ¿Que más?

– Pues en cuanto al estanque del Kinjutsu he podido comprobar la hipótesis que tenía, pero antes de explicárselas necesito saber cómo te sientes.

– Normal, supongo – "Con fastidio y nada de hambre" Aunque eso no era inusual en estos días – Tal vez menos cansado.

– ¿Se ha sentido bien recibir energía? Me refiero a si te sientes con más fuerza.

– Si.

– Pero no como cuando estabas en Akatsuki – Su suposición fue extraña pero cierta, siempre se había sentido con energía desde que le absorbió más chakra de la cuenta a Itachi, pero también era cierto que últimamente parecía no tener el mismo impulso neto de poder.

Él negó con la cabeza.

Ren rió un poco a su espalda, y tras la mirada que ambos le dieron, se inclinó un poco para proceder a explicarse.

– Le comenté a Kaiyah la teoría que tenía sobre las hormonas cuando la encontré ayer, el detalle es que no estaba de acuerdo conmigo. Ella pensaba que era imposible que te faltase algo similar si habías llegado hasta este punto, y en parte en cierto. Las habrías necesitado en un principio para terminar el proceso de transformación de la técnica, de modo que luego de hacer un par de conjeturas llegamos a una conclusión más o menos aceptada.

– ¿Más o menos? – Indagó con escepticismo. Eso le sonaba a mucha fantasía sin pruebas.

– Era así porque no la habíamos podido certificar, ahora es diferente porque estamos seguros.

– La cosa está así – Ella también se arrimó un poco al frente, notándose su evidente entusiasmo – Naturalmente no tienes los componentes para llevar una gestación sana, y de los que si tienes te faltaría una cantidad enorme para equivaler lo mínimo que necesitas. Sin embargo, llegaste hasta este punto por alguna razón y el motivo es que puedes adquirir mucho de lo que necesitas a través de la absorción de energía.

– Y no de cualquiera – Ren se había terminado su taza de café, pero al haberse traído la cafetera completa se sirvió otro poco más – Nosotros tenemos un nivel de energía bastante decente, así que pudimos notar cuando absorbiste parte de nuestro propio chakra los días que estuvimos aquí.

– ¿Eso hice? – Entendía la idea de haberlo hecho por muchos años, pero luego de hacerlo voluntariamente con Madara y Obito se figuró que se daría cuenta si volvía a pasar; Frunció la boca – No lo había notado.

– Siendo sinceros nosotros tampoco, al menos no al principio. Pero sacar las cuentas de la falta de energías que teníamos no fue muy difícil teniendo en consideración tus antecedentes.

Kaiyah afirmó con la cabeza.

– Así que si, asimilaste parte de nuestro poder, pero aún no fue suficiente porque igualmente la técnica siguió estancada. De modo que primero que nada, tú eres indispensable en esta ecuación – Volvió a fijarse en un Itachi que, aunque no mostró reacción física alguna, Deidara podría jurar que se le vió algo remotamente parecido al aprecio en los ojos, casi como si la idea de ser considerado importante fuese algo que ya había querido secretamente de antemano – Me figuro que cualquier chakra Uchiha sirve, pero como ninguna de las otras opciones está en discusión deberás ser tú el que colabore con ese asunto, por lo menos si quieres que esté sano - Aún no había terminado de pronunciar aquello cuando el aludido soltó un estoico:

– Bien.

Deidara subió y bajo las cejas con aire crítico antes de suspirar.

– ¿Eso es todo?

– De hecho no, eso es apenas lo primero.

– ¿Y cuál es lo segundo? – Se vió considerablemente irritado, más aún cuando su otro médico volvió a reírse por lo bajo – ¿Que es tan divertido?

– Te dije que puedes obtener mucho del chakra, pero ciertamente eso no es todo lo que necesitas – Kaiyah hizo el favor de responder, haciendo algunos gestos con las manos – La energía te mantiene fuerte y saludable, eso es bueno. Sin embargo, esa cosita debe desarrollar mucho cada día, tejido, órganos, células... Y todo eso no lo consigues solamente absorbiendo energía.

– Es aquí cuando me explicas que necesito – Hasta ese momento su máxima expresión de atención era su mirada fija sobre aquel que estuviese hablando. No obstante, su apatía se vio interrumpida por una ligera sorpresa al ver que Itachi sin lugar a dudas estaba completamente inmiscuido en la conversación.

"Pues parece que te importa más de lo que creía..."  No le gustaba la idea de darle la razón, pero aceptaba que aún seguía teniendo problemas para identificarlo como un ángel compasivo en vez de uno de la muerte. También le fastidiaba el cómo para él resultaba menos conflictivo organizar sus sentimientos y tener un mejor control de sus emociones, diferenciandolo enormemente de si mismo quien aún a día de hoy seguía procesado muchas cosas; Eso le causaba molestia, pero no una rabiosa, más bien como si le tuviera envidia. Le envidiaba que a pesar de lo complejo el Uchiha tenía mejor control de sus pensamientos que él.

¿Acaso era por qué su posición era diferente o solo era otra cosa más que anotar a la lista de aspectos en los que le superaba?

Algo le rozó las costillas, y sus ojos azules se toparon con los marrones de Ren.

– ¿Todo bien? – La pregunta no fue disimulada puesto que de pronto todos parecían tenerle un ojo encima. Supuso que debió suspirar o hacer algo que captase tanta atención, pues la verdad si se sentía algo apagado. Tristeza no era, desánimo o falta de energía se le acercaba bastante.

Recordando que hasta el Uchiha parecia interesado en su breve momento de inestabilidad, alzó la cabeza.

– Todo bien.

– ¿Seguro, rubio?

– He dicho que estoy bien – Brusco como siempre era, se giró hacia la Hyuga con el ceño fruncido – Continúa.

– Bueno... – Una breve ojeada rápida con el Uchiha le certificó que ninguno estaba confirme con la respuesta – Te decía que necesitas algo más que simple chakra, y eso es carga genética.

– ¿Más todavía?

– ¿Recuerdas eso?

– Sería difícil no hacerlo – Elevó los hombros con indiferencia – Madara mencionó algo de eso pero solo al principio, luego no lo hizo ver tan necesario.

– Eso es porque olvidó que hay mucho que tu cuerpo no puede aportarle a nivel interno. De Itachi no solamente obtuviste energía, también genes que te ayudaron a compactar todo.

– Eso lo tengo claro, ¿Pero por qué es importante eso ahora?

– Siempre han sido importantes, rubio, es simplemente que no los necesitaste en un principio porque tu monstruo estaba más enano y no pedía mucho – Contestó con un gesto desentendido – Pero ahora es diferente, sigue estando enano pero exige más, y va aumentando cada día. Prácticamente desarrolla algo nuevo cada semana y lo que le das no es suficiente.

– Es por ello que no siguió creciendo – Finalizó entonces la Hyuga, poniendo una expresión que era extrañamente simpática – Suena complicado, pero la verdad es que la solución es más fácil de lo que crees.

– ¿Ah sí? – Su escepticismo venía de su dificultad para creer que algo con respecto a su embarazo pudiera ser agradable.

– En efecto, así que si quieres que siga desarrollándose solo debes seguir dándole energía, y por supuesto más carga genética. Eso de seguro le va a ofrecer lo que tu cuerpo no produce y podrá continuar creciendo.

Fue aquí entonces dónde fue imposible no notar como Itachi se removió un poco a su lado, no le cambió mucho el rostro salvo una minúscula arruga en medio de las cejas y algo de tensión en los hombros. Le conocía lo suficiente como para saber que se había puesto repentinamente incómodo, lo que no comprendía del todo era porqué.

Pasando de mirarlo con extrañeza, posó sus ojos en Kaiyah.

– ¿O sea que solo necesito energía cada cierto tiempo y...?

– Y más material genético.

– Muchísimo más de eso – Comentó graciosamente Ren – Es más, mientras más se pueda, mejor.

Deidara alzó una ceja, y como para terminar de ayudarle a captar su punto, la mujer Hyuga escondió una sonrisa en lo que agregaba un último comentario que más bien parecía una indirecta.

– A ser posible de la misma manera que lo obtuviste la primera vez.

Aunque inicialmente el trasfondo de lo que realmente le estaban pidiendo no pudo comprenderlo a la primera ya que estaba demasiado abrumado con términos de medicina complicados como para pensar en algo sencillo, una vez que logro hacerlo se terminó quedando muy quieto, echando ligeramente la cabeza hacia atrás en lo que comprendía rápidamente el verdadero motivo de la aparente incomodidad de Itachi; El Uchiha siempre había sido demasiado reservado con respecto a su vida personal, tanto que incluso una conversación con respecto a su intimidad, aún si la compartían, no era del todo fluida de manejar la mayoría del tiempo. Por lo mismo supuso entonces que no debía ser para nada cómodo el que de pronto dos personas le dijesen de una manera poco sutil que la solución a sus problemas estaba en recuperar aquello que no hacían justamente porque la situación y la comodidad no les daba para eso.

Deidara era más abierto para hablar de su sexualidad, y sin embargo solo se le ocurrió un comentario.

– Me tienes que estar jodiendo.

A Ren se le escapó otra risita.

– Pareciera, pero la verdad no. Ya Uchiha Madara te mencionó una vez que puedes conseguir células de muchas maneras, como el cabello, sangre o saliva. Pero el proceso para eso es bastante arduo y requiere de muchas cosas, además la solución que te ofrecemos es más sencilla. No tienes que hacer mucho, bueno, excesivamente mucho – Deidara deseó poder atravesarlo con un Kunai por semejante impertinencia, aunque el médico apenas tomó en cuenta su enojo – Dejas que el Kinjutsu vuelva a absorber todo lo que pueda y eso es todo, tienes genes para un largo rato y asunto arreglado.

– Aparte resulta más efectivo de esa forma que hacer fórmulas – Intervino Kaiyah con simpatía – Porque al fin y al cabo con este método consigues acceso a todas las fuentes que ya te mencionamos con anterioridad, solo que con más efecto y menos esfuerzo.

Al artista no se le pasó por alto que estaban intentando meterle la parte científica para tratar de tapar el hecho de que le estaban empujando a tener sexo con su ex amante – por llamarlo de alguna manera – y le parecía absurdo.

– Y así se resuelve todo – Añadió de forma innecesaria un Ren que estaba gozando de ese drama silencioso – La verdad no sé cómo no se nos ocurrió antes.

– ¿Realmente no hay ninguna otra manera? – Inquirió en un tono que sonó algo adolorido, pues aún no quería terminar de asimilarlo si existían otras opciones; Kaiyah comprendía su inquietud, pero tampoco podía mentirle.

– Las fórmulas – Suspiró con desgana – Pero yo realmente no sé cómo hacerlas, y aunque podría investigar un poco eso me tardaría unas cuantas semanas.

– ¿Sería demasiado peligroso esperar?

– Muchísimo, de hecho. No olvides que tu técnica transforma automáticamente todo en una bomba, de modo que si el Kinjutsu logra detectar que el feto ya no es viable podría deformarlo para que luego exploté junto a todo lo demás. Podrías evitarlo, claro, pero para eso necesitarías entrenar con todo tu poder y eso es algo que no puedes hacer mientras este el embarazo.

Ante la mención de transformar su pequeño y adorado vórtice de energías en algo tan insulso e inerte como una bomba, Itachi giró la cabeza para mirarle. No parecía haberlo hecho conscientemente, pero Deidara le alzó las cejas con acritud.

– No me jodas tú también – Espetó furibundo, observandole fríamente sin tomar apenas en cuenta que tenían público.

A sus ojos, Itachi pareció algo avergonzado por su repentina reacción, pero cualquier justificación fue opacada por el carraspeo de Kaiyah.

– Nosotros ya nos vamos.

– ¿Que? – Parpadeó con torpeza – No duraron nada esta vez.

– No es necesario en esta ocasión, además como ya te he dicho mientras más rápido mejor.

– ¿Y cuando van a volver?

– Cuando nos avisen – Contestó el chico aún si poder dejar de sonreír ante la expresión trágica de su paciente – Una vez todo esté solucionado alguno de nosotros volverá para certificar que ahora todo esté en orden.

Honestamente Deidara no tenía nada más que alegar para retrasar su partida, por lo que simplemente les observó recoger sus cosas mientras su incipiente ausencia iba poniendo más tenso el ambiente.

– No olvides seguir mis recomendaciones al pie de la letra – Encomendó Kaiyah con seriedad, en lo que Ren a su espalda hacia un gesto de ahorcarse con ambas manos; Deidara consiguió sonreír un poco y ella le dió una palmadita – Mientras tanto come bien y mantente sano, cuando vuelva seguiremos con las revisiones.

– Y las teorías – Añadió Ren, señalandole al artista unas armas para que se las pasara.

– Eso también – Sonrió ella, alejándose un poco para tomar lo que faltaba de sus instrumentos y chocando de frente con una oscura mirada que se veía dudosa – ¿Si?

Deidara había estado muy lejos como para poder escuchar lo que el Uchiha le había murmurado misteriosamente a la Hyuga. Debía ser algo lo bastante importante para que lo preguntase en privado, pero no lo suficiente como para evitar que la doctora se riera por lo bajo.

– No, descuida – Su voz también era silenciosa, aunque lo suficientemente audible para captarla – El chakra es lo suficientemente grueso, no hay nada por lo que debas preocuparte... O restringirte.

El rubio le vió asentir con cierta rigidez, haciéndole fruncir el ceño en lo que le pasaba distraídamente las armas al otro chico.

Quería hacer conjeturas, pero la cabeza no le daba para seguir indagando.

La partida de los médicos fue bastante silenciosa a partir de ese punto, la mujer Hyuga se fué con sus cosas luego de hacerle una breve inclinación de cabeza al Uchiha quien correspondió con una parecida, solo que infinitamente más tensa. Ren por su parte solo se despidió de su paciente, ofreciéndole un empujoncito amistoso acompañada de una sonrisa que pretendía molestarlo antes de irse. Logró su cometido con éxito, consiguiendo que la última imagen que vio antes de desaparecer fue un Deidara malhumorado enseñándole un dedo. Su carcajada fue ruidosa, y se siguió escuchando aún cuando ambos se perdieron entre los árboles.

Al irse, Deidara tuvo que aceptar que era la primera vez en muchos años que quedarse solos era más extraño que otra cosa.

Itachi entonces se giró a la salida, y su acompañante ladeó la cabeza con interés.

– ¿Te irás también?

– No, solo voy a avisarle a Kisame.

– ¿A Kisame? – A pesar de todo, no pudo evitar fruncir el ceño – ¿Está al tanto de esto?

– Más o menos, sabe que he venido más no en donde estamos. Me esperaba para mañana en la tarde, he de escribirle para avisarle que tardare más de lo previsto.

– ¿Cuánto?

– Una semana, quizá un poco más.

Preguntar el porqué resultaba imprudente a estas alturas del partido.

– Bien – Hacer algún chiste sobre su pronta muerte habría sido acertado para aligerar el momento, pero no le alcanzaron las ganas para hacerlo. Había un aire tan tenso que incluso hablar resultaba fuera de lugar, y lo peor es que aún así ese duo maravilla esperaba que tuvieran sexo.

Deidara terminó por salir a buscar algo de aire al patio trasero, echándose sobre la hierba mientras su cerebro intentaba rememorar como era cuando la intimidad no venía con tantos problemas, cuando solo era una pasional interacción que buscaba satisfacer un poco esa necesidad egoísta que Itachi se negaba, así como las ansias de rebeldía que a Deidara le habían negado. Nadie les había instado a hacerlo y esa había sido la mejor parte, que ahora además de ser incómodo también fuese casi una obligación volvía todo más espantoso.

Con un suspiro, el artista evocó sin querer el inicio de su romance, en aquellos días donde la idea de acostarse resultaba increíblemente inmensa por el mero hecho de ser ellos; Deidara tenía una considerable experiencia en la materia y eso sinceramente nadie lo ponía en duda, aunque si fue algo curioso el darse cuenta que había sido la primera pareja sexual de ese Uchiha. Él no le había dicho nada, al menos no hasta que le mostró sus recuerdos, pero ya lo había intuido de todas maneras. Su primera vez juntos había sido demasiado caótica como para que Deidara pudiera asociar sus lapsus de vacilación, su ritmo presuroso y su ocasional brusquedad con falta de experiencia, más bien había creído que seguía indeciso, y como él se sentía igual en cierta medida, lo dejo pasar.

Luego hubo otra oportunidad, aquella en la que le había permitido pasar a su habitación. Itachi había sonreído con lo que él creyó que era su confianza usual, pero dudó de ella al segundo siguiente cuando al cerrar la puerta no se vio ferozmente devorado contra la pared, sino apenas sintiendo el roce sutil de unos labios contra su cuello.

Una de dos, o Itachi era un amante excesivamente cariñoso o sinceramente no sabía mucho que hacer aparte de lo que ya habían hecho.

Optó por lo segundo muy rápido, porque le conocía lo suficiente como para intuir la respuesta y también porque la idea le resultaba divertida. Tenía el concepto de que Itachi Uchiha se destacaba por ser bastante poderoso, y que se sentase silenciosa y educadamente sobre su cama a esperas de que hiciera algo le parecía increíblemente cómico, aunque también conmovedor de cierta manera; A partir de entonces, y aunque no hubiera un acuerdo previo de ningún tipo, Deidara lo acogió como su estudiante. Instruyó esa prodigiosa mente en un montón de prácticas que seguramente eran indignas de su ecuánime pulcritud, pero que Itachi replicó con diligencia de cuál forma, llegando a buscar ideas por su cuenta y luego sorprendiendole cuando las aplicaba por sorpresa.

Deidara no era un amante egoísta, le guío sobre aquello que le gustaba de la misma forma que le ofreció ideas que le podrían gustar a él. Fueron al final casi dos años de salvajismo desenfrenado que pudieron haber seguido por mucho tiempo de no ser por culpa del Kinjutsu.

"Sinceramente no puedo tener peor suerte" No tenía cabeza para pensar, por lo que decidió enfocarse en bloquear los pensamientos innecesarios y seguir trabajando en problemas más graves. Seguía teniendo una dieta en lo absoluto recomendable para alguien en su condición, y esconderlo no era sencillo si debía convivir con alguien más; Picaba más que comer la mayoría de las veces y solo al tercer día se le ocurrió comer algo relativamente pesado, sin embargo a pesar de su esfuerzo lo único que logró fue dar un par de bocados mientras apuñalaba el resto de la comida, maldiciendo entre dientes.

No había tenido mucho tiempo a solas con su nuevo compañero, ya que al estar ocupado organizando sus pertenencias para su estadía, apenas alcanzaron a cruzar un par de palabras en la noche.

– ¿Le enviaste el pergamino a Kisame? – Se cruzó de brazos mientras le veía a una distancia que Itachi optó prudentemente no reducir por el momento.

– No, he decidido enviar un clon para que termine la misión.

– Así corres más riesgo de que descubran tu ausencia.

– No es una misión difícil – Explicó entonces – Además, Pain podría buscar una comunicación directa en cualquier momento y evadirlo podría causar problemas.

– ¿Él también sospecha de ti?

– El asunto de tu muerte no ha sido tan relevante para él como para Madara, su interés en el tema no supera el buscarte un reemplazo.

– Eso es un sí pero que no le importa – Su voz se llenó de sarcasmo ya que luego de tantos años en Akatsuki habría pensado que su partida sería más relevante – Bueno, mejor de esa manera, supongo.

– Si.

No se le había ocurrido nada que decir después, y como aparentemente al Uchiha tampoco, terminó yéndose a dormir sin esperar que le acompañase, pues suponía que no le seguiría de todas formas.

No lo hizo.

El segundo día no fue muy diferente, él se la paso entrenando mientras que Itachi salió a revisar el perímetro, intuyó que para certificar la seguridad del sitio; Las horas transcurrieron rápido, y entre ellos siguió sin haber ningún tipo de cambio.

Eso le devolvía a la mañana del tercer día, sentado y picoteando su comida sin ánimo alguno mientras intentaba recordar porque la opción del embarazo le pareció más factible que la muerte.

La puerta sonó  deslizarse, y unos segundos después apareció un cabello negro que se detuvo a unos cuantos pasos de dónde estaba.

Deidara alzó la vista al sentir que le miraba.

– ¿Que?

– ¿No tienes hambre?

"Nunca la tengo"  Se lamentó en un suspiro silencioso, aunque se abstuvo de verbalizarlo. Notaba que Itachi parecía estar haciendo un esfuerzo para no sonar formal, por lo que no desechó la idea de intentar conversar con él.

– La verdad no – Le vió asentir distraídamente, entonces le alzó una ceja – ¿Tu qué? ¿Tienes hambre?

– Un poco.

– Todo tuyo entonces – Empujó el plato a través de la mesa en un acto que el otro tomó como invitación para tomar asiento frente a él.

Contrario al comentario que había esperado por la simpleza de su desayuno, el Uchiha aceptó el gesto y probó un bocado.

Deidara se quedó viéndole, analizando que por primera vez se estaba comiendo algo que él había hecho.

– Pensé que primero le harías un prueba de detección de venenos – Fue más sarcasmo que nada, e Itachi sonrió a medias por ello.

– No es necesario – Saboreó otro poco, era obvio que el artista comía un poco más salado que él, pero no le disgustaba – Está bueno.

– Que milagro – Soltó con cierta gracia – Lo más usual es que te quejes de lo que consumo, y eso que no tengo mal gusto.

– La mayoría de lo que sueles comer no lo haces tú – Acotó para después tomar algo de agua. Deidara no se lo rebatió ya que al pasar tanto tiempo esculpiendo y peleando se le hacía más sencillo comprar algo hecho, y si debía guardar para después entonces optaba por los instantáneos. Escasamente comía con el resto del grupo, por lo cual había pasado mucho tiempo desde que probó algo grande y pesado, e irónicamente cuando por fin pudo hacerlo no logró tragar el primer bocado.

Se encogió de hombros.

– Corría menos peligro así, no confío en mi para garantizar una comida que no terminará en intoxicación.

– Y sin embargo me la ofreces – Le observó críticamente, aunque eso le resultó divertido, por lo que solo alzó las manos.

– Me conoces de sobra, así que queda bajo tu responsabilidad.

A pesar de la posibilidad de morir envenenado, el Uchiha no desperdició nada de lo que había en su plato.

– ¿Que pasa? – Preguntó al ver esos ojos azules moverse con entretenimiento.

– Nada, solo me parece gracioso que te lo comas a pesar de todo.

– Tu lo has dicho, tienes buen gusto – Ese comentario pudo haber vuelto la conversación más amena, pero lo impidió el siguiente que hizo – Aunque para tenerlo es curioso que no comas mucho.

Deidara no sentía que fuese una acusación de ningún tipo, pero tampoco le era fácil hablar al respecto.

– Siempre he comido bastante.

– ¿También últimamente?

– ¿Que no viste los resultados de esos fastidiosos exámenes? Salud me sobra – "Por ahora, al menos" Sabía que sus valores solo bajarían si mantenía continuamente una dieta demasiado restringida, por lo mismo intentaba compensar lo que no comía con cosas pequeñas que si podía ingerir sin sentir náuseas o ansiedad, aunque sabía que el truco no le funcionaría toda la vida – Preocúpate mejor por ti, sigues estando peor que yo.

Itachi no comentó nada porque lo defensivo y filoso de su tono le hizo saber que quizás había dicho algo malo, pero entender que podía ser o intentar rectificar sus palabras fue imposible ya que su acompañante se fué apenas un minuto después.

Inevitablemente se sintió frustrado, solo había querido ser participe de su progreso, pero evidentemente no tenía el tacto suficiente para hacerlo sin ofenderle de alguna manera. Le decepcionaba saber que aquel obstáculo invisible que había sentido el día que le escoltó a la casa seguia molestandolo, bloqueando el camino de sus ideas para tener una conversación tranquila. No deseaba extenderse en un diálogo complicado ni invadir sus pensamientos privados, sencillamente deseaba recuperar un poco de esa desenvoltura que antes les salía natural; Tenía la teoría que quizás era porque no le veía de la misma forma que en aquella época, pero resultaba muy difícil no hacerlo.

Mucho había cambiado desde ese entonces.

– Si sigues tan empeñado en morirte podrías dejar que te haga el favor, al menos así la cosa sería más rápida.

Hacia mucho que la oscuridad se habia tragado la visión del patio trasero, la única razón de que Deidara resultara visible era por la escasa luz del interior que resaltaba su cabello rubio.

– ¿Que te hace creer que quiero morir?

– Llovizna – A su aclaración le siguió una helada ventisca que le sacudió el cabello – Si te da un ataque y mueres en mi presencia sería ofensivo que yo no tuviera nada que ver.

– Me lo imagino – Sus labios temblaron por el frío, pero también por la sonrisa que intentaba contener – Podrías intentar asesinarme cuando ya estuviera derribado, sin embargo.

– Eh, ¿Con que miembro de Akatsuki crees que estás hablando?

Sus pies descalzos no hicieron ruido alguno al llegar a su lado, sentándose despreocupadamente. No estaba tan cerca como se había acostumbrado, pero al ver su aparente disposición por hacer un esfuerzo propio, se giró un poco para tenerlo de frente.

– Ya no perteneces a Akatsuki.

Su acompañante se vió sarcástico.

– Cierto, pero si lo hiciera te aseguro que no sería Hidan.

– Pensé que nombrarias a Kisame.

– Nah, hay que darle algo de crédito al hombre, ya de por sí ha de ser bastante difícil no comentarle a todo el país sobre esto. Ese nivel de sacrificio no tiene perdida.

El Uchiha dejó salir un breve ruidito de gracia, pasando a hacer algunos comentarios sobre su compañero y comprendiendo al rato que si se abstenía de mencionar los temas más pesados aún era capaz de sacarle a esa cabezota una sonrisa genuina. Sabía que seguía pasándola mal, pero decidió no mencionarlo por ahora, y Deidara se vió tan relajado con aquella decisión que incluso en un momento le empujó el hombro con algo de brusquedad juguetona.

– ¿A dónde vas? – Arrugó las cejas al verle levantarse, internamente algo desolado por la expectativa de terminar la conversación, pero Deidara solo le sacudió la mano.

– No comas ansias, ya vuelvo.

No se tardó ni dos minutos, regresando para ponerle al lado algo que ya conocía bien. El calor calentó sus dedos cuando lo tomó, su olor seguía siendo terroso y fuerte, encapsulado en una pequeña taza de porcelana azul.

– Ser agradecido no estaría de más – Bufó al verle tomar un sorbo.

– Es increíble que aún recuerdes como hacerlo – Soltó a cambio, casi sonando impresionado.

– Increíble sería que no me acordase, ese hedor me va a perseguir hasta el día que muera, incluso después.

– No debiste hacerlo, entonces.

– No creo que seas el más indicado para decirme eso – Sonrió ancho porque pudo cerrarle la boca, ya que de no haber venido tan innecesariamente rápido él no habría requerido de ese té en primer lugar; Exhaló hondo – Que andes moribundo ahora no me conviene, y si lo hiciera de todas formas no trataría de matarte. Apuñalar por la espalda no es mi estilo a menos que me hagan enojar bastante – Pareció pensarlo un momento – No la aplicaría contigo, sin embargo.

Itachi alzó levemente las cejas.

– ¿He dejado de ser merecedor de tu odio?

– Itachi, de todo lo malo que has hecho hasta ahora, mi odio es de lo primero que te mereces – Sonriendo a medias, exhalando altanería con cada palabra – Y de lo último que perderás en la vida.

Imitando su gesto, meneó suavemente su cabeza.

– ¿Tan mal actúe el día de tu reclutamiento como para recibir tanto desprecio?

– Creo que ese es el problema, no actuaste, no reaccionaste, me atrevo a decir que apenas respiraste. Eras como un muerto en vida que suplicaba desaparecer y aún así sacaste motivación para humillarme con esos ojos del demonio – Torció la boca al recordarse amarrado por su propia creación, derrotado y furioso por su culpa – Fue una porquería.

– ¿Los ojos o mi aparente acto de muerte en vida?

– Las dos – No dudo de ello, pasando entonces a formar un gesto de interés – Habría sido más entretenido si hubieras usado tus técnicas de fuego.

El Uchiha reprimió la sonrisa.

– Tal vez.

– Pero no las usaste.

– No.

– ¿Por que?

– No lo sé – Observó su taza ya vacía unos segundos, luego volvió a mirar la claridad de sus ojos azules – ¿Tienes alguna hipótesis?

– Una, si – Se removió animadamente – Quizás es solo que te caí bien, al menos lo suficiente como para no tratar de matarme a la primera.

– No lo había pensado de esa forma – Algo le había resultado llamativo desde la primera vez que lo había visto, quizás su fuerza, su determinación o lo atractivo de sus rasgos andróginos, pero lo que fuese logró hacer que le viera más de una vez – ¿Por qué crees que me caerias bien?

– No sé, los Uchiha son raros – Hizo una mueca burlona – Y tú lo eres aún más.

– Sin embargo, estás aquí.

– A duras penas pero si, aquí sigo – Había sido un comentario ligero que sencillamente Itachi no pudo tomar de la misma forma. Veía su silueta en la oscuridad, encontrandola exactamente igual de atrayente que en esa azotea, con sus ojos maliciosos, su vocabulario vulgar, su ingenio de élite y su creatividad artística. No había cambiado ni un apice desde entonces. Seguía siendo el mismo hombre que, a pesar de no ser el único que sabía de su deplorable condición física, marcó una diferencia al hacer algo al respecto, por muy pequeño que fuese. Decía que le despreciaba, pero también que a veces le agradaba. Y aunque pudiera resultar contradictorio, Itachi jamás deseó que las cosas fueran de manera diferente, porque sabía apreciar la conexión que habían compartido, la misma que ahora, observandole con fijeza, comprendía que no habían perdido.

Estaban desubicados, vagando sin rumbo sobre un terreno que no esperaron pisar jamás, pero al ver cómo Deidara observaba la penumbra del bosque de la misma forma que hacía con las nubes en la azotea de la base, certificó que estaba bien perderse a veces, respirar un segundo y luego organizar los planes, porque a fin de cuentas seguían siendo ellos mismos sin importar a dónde fuesen. Era difícil pero podía hacerlo, podía hacerlo por él, por el futuro que nunca tendrían y por el respeto a una fantasía que aún no estaba dispuesto a dejar ir.

Se había dicho que Deidara representaba una parte importante en su vida ahora, cuando lo cierto es que nunca fue de otra manera. De no ser así nunca le habría permitido estar tan cerca, conocer sus secretos, ver la crueldad del mundo a través de sus ojos...; La conexión que tenían no la había producido el Kinjutsu sino meses de larga convivencia, de conversaciones, de acompañarse a estar solos...

Podía verlo con claridad ahora, casi con la misma que le veía él.

– ¿Que tanto me miras, Uchiha? – Hizo un gesto de extrañeza.

– No has dejado de ser insoportable – Murmuró por lo bajo, apenas sobrepasando el volumen de las cigarras en el bosque.

– Por supuesto – Deidara abrió un poco los ojos ante la profundidad de su voz – No me atrevería a tanto.

La madera crujió cuando inclinó más hacia él, logrando ver sin problemas cada detalle de su rostro, así como el ligero desconcierto en él.

– Sigues sin ser prudente, tampoco... – Le tocó la mandíbula con los dedos. El frío de su tacto le hizo estremecer la piel, pero también le calentó los sentidos; Sobrepasando la sorpresa inicial, Deidara se aferró a su propia seguridad, volviendo a invadir su espacio como el rebelde terrorista que era y esbozando una mueca de altanería cuando le tuvo lo bastante cerca. Entonces murmuró.

– Tomaré eso como un cumplido.

– No – El sonrió a medias, reparando en sus labios con intensidad – No lo hagas.

El sabor de su boca era algo que tampoco había cambiado. Seguían siendo ellos mismos, con la misma pericia para buscar los labios ajenos, con la mismas exorbitantes ganas de recorrer sus cuerpos sin pudor alguno, con exactamente la misma hambre de poseerse en todas las maneras existentes; Eran dos puntos en el universo que contrastaban casi con la misma intensidad que se atraían, justo como el primer día y todos los que le siguieron a ese, siendo tal vez la única diferencia el implícito mensaje que ese beso representó para ambos. Era más que un deseo o una ansia, era casi una revelación. El reconocimiento conjunto de dos personas que, apretados entre si tanto nostálgica como íntimamente, se dijeron sin palabras aquello que el otro no debía olvidar jamás.

"Aún sigo aquí..."





Continuará...  

Notas finales:

Aclaraciones:

1_ Para que nuestra cría Uchiha siga creciendo necesita de componentes que Deidara no puede darle, al menos no solo, para eso necesita de todos los genes que pueda conseguir de Itachi, no solamente esperma, también sirve la saliva, el sudor, la sangre o hasta el cabello. Y sus doctores le ofrecen esa idea porque durante las relaciones sexuales se mezclan literalmente todos los componentes anteriores sin hacer mucho esfuerzo.

2_ Con fórmulas me refiero a que podrían ligar todo eso que ya mencioné y comprimirlo o diluirlo de manera que Deidara pudiera consumirlo o recibirlo en su sangre a través de una transfusión, pero es muy complicado y lleva un proceso bastante meticuloso que no tienen tiempo de hacer. El caso de Madara fue diferente porque tenía pocas posibilidades de sobrevivir solo y por ello se apuró en utilizar las células de Hashirama para mantenerse vivo, pero no por ello fue más sencillo.

Además, seamos sinceros, una fórmula hecha de esas sustancias suena asquerosisimo sin importar de quién vengan, en cambio con un buen frutidelicioso la gente ni se da cuenta que está intercambiando esas cosas.

Teóricamente suena desagradable, pero en la práctica eso ni en cuenta se toma.

Punto para la puteria y el zorrismo, yeih.


¡Ah! ¿Se pensaron que ya no habría cogedera? Pues no, señores. Soy fan número uno del drama sexual y aquí no se acaba la puteria hasta que yo lo diga.

Volveré muy pronto, se los juro, el siguiente capítulo ya está prácticamente listo así que posiblemente vuelva aquí en dos días o mañana mismo.

Zidian, de nuevo disculpa la demora, gracias por tu comentario. Me hiciste el día cuando lo recibí.

Pequeña uva (Aquí dices "Esa soy yo") ¿¡Ves como nunca te defraudo!? Aquí queda cogedera para rato largo, lamento si corté la cosa en el mejor momento pero bueno, sabes que no sé cómo escribir sexo, así que tendrás que conformarte con esto. Espero que te haya gustado :3

Un abrazo a la gente que aún sigue deambulando por aquí!

Menma.




Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).