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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

 Hey! Este es el último capítulo que subiré por este año porque el trabajo me tiene loca, así que no vemos el año que viene con el tercer capítulo. 

Espero que sea de su agrado UwU
 

II

They don't know about the up all nights

They don't know I've waited all my life

Just to find a love that feels this right

Baby, they don't know about

They don't know about us.



Si alguien le hubiera dicho a Deidara que podía llegar a estar cerca de Itachi Uchiha y mantener una conversación pacífica, ciertamente se lo pudo haber creído, pero solo porque en el fondo hubiera pensado que lo estaba haciendo con la única intención de buscar una manera de matarlo más fácilmente.

Pero aún si le seguía atrayendo la idea de asesinarlo para aumentar su propio ego, las escasas conversaciones que llegaba a mantener con él resultaban curiosamente gratificantes en más de un sentido. A veces le instruian sobre cosas que no sabía, otras le planteaban dudas que ponían a prueba sus capacidades mentales, y algunas otras veces solo hablaban de temas que se acercaban bastante a ser algo personal. Porque de preguntar directamente algo muy íntimo jamás habían llegado. No obstante, parecia que el Uchiha se las arreglaba para conocer pequeños trocitos de su vida haciendo preguntas no del todo directas, bañadas con esa sutileza que le impedía pensar que quería saber cosas de él a propósito.

Como aquella vez unos meses más tarde en lo que observaban como el cielo se tornaba negro con muchas luces blancas parpadeando en él. Seguían sentados en el mismo lugar, tal vez un poco más cerca.

– ¿Por qué satánico?

– ¿Que? – A Deidara le resultó algo difícil no sonreír al escuchar a ese Uchiha pronunciar una palabra como esa – ¿Que cosa lo es?

– Tu dímelo – Estaba particularmente relajado ese día, lo delataba la espalda recostada en la pared y la ligereza de la voz – Lo repites muy a menudo.

– Ah... – La sonrisa no salió, pero su expresión se suavizó lo suficiente para dejar entrever su gracia – Te refieres a los ojos.

– No, eso lo dices tú.

– Pues porque así es. Puedes tomarlo a mal si quieres, es más, hazlo. Pero esos ojos me parecen una estafa de lo peor.

– Sigue sin responder a mi pregunta – Su voz fría pero calmada, llena de paciencia – ¿Por qué esa definición en específico?

El aire estaba frío ese día, sacudiendo las puntas de su cabello al mismo tiempo que el misticismo del ambiente nocturno le ayudaba a rememorar parte de un pasado que ya casi desaparecía de su memoria.

– Estuve bajo la tutela de muchas personas cuando era niño, pero la más supersticiosa de ellas fue el tercer Tsuchikage. Tenía un cuarto especial lleno de leyendas antiguas y artilugios que conseguía en sus expediciones a otros países. A mi me parecían puras estupideces, pero el viejo les tenía una extraña fascinación, tanta que incluso anotó en un libro todas las historias que había escuchado para no olvidarlas... – Ladeo cabeza, rememorando un poco el asunto en lo que Itachi le escuchaba con una inusual diligencia – Técnicamente no me correspondía leerlo, pero a su nieta si y ella me lo enseñó a escondidas.

– ¿Fue una buena lectura? – Tal vez no lo parecía, pero sabía que bromeaba, y por eso soltó un ruidito sarcástico.

– Diablos, no. Insisto en que todas eran tonterías, apenas me acuerdo de algunas – Luego formó un gesto pensante – Lo único que nunca se me podría olvidar es que en la mayoría de leyendas que llegue a leer en ese libro la representación de la maldad eran sombras de ojos rojos, cosas negras que se difunden en el aire torturando y confundiendo a las personas hasta desquiciarlas... – Hizo una pausa, viéndole de reojo con aire divertido – ¿Te recuerda a alguien?

– ¿A ti te lo recuerda? – Preguntó en cambio, y él puso una mueca pensativa que no le duró ni dos segundos antes de alzar el mentón.

– ¿Honestamente? Si, super aterrador y sobrevalorado. Es más, figurate la versión más burda y tradicional del mal encarnado en una persona, ¿Lo ves? Pues eres la versión de menor calidad.

Deidara a su corta edad aún le faltaba entender muchas cosas, pero una de las principales fue ese intrigante sentimiento de fascinación cuando, en ese momento, le escuchó reír de manera apenas audible.

– Que bueno que te divierta – Comentó en un fingido aire desdeñoso.

Itachi meneó ligeramente la cabeza.

– Me intriga más que divertirme, de hecho.

– ¿Porque?

– Porque para resultarte puras tonterías no dudas en aplicarmelas siempre que puedes.

– Hombre, pero eso es distinto. Ve – Hizo un gesto de explicación algo dramático – Con la de opinión que tengo de ti resulta lógico que busque algo igual de irritante con lo que compararte.

El Uchiha sonrió leve.

– ¿Tanto me desprecias?

– Más de lo que te imaginas – Torció el gesto en la oscuridad, escuchando a cambio un susurro muy grave.

– Pero menos de lo que te gustaría.

– ¿Hmm? – Apenas le veía el rostro para ese punto. El suyo, lleno de incredulidad, tampoco se veía muy claramente aunque él ya debía suponerlo; Era cierto que tanta charla nocturna podía confundir a cualquiera, pero para Deidara había una sola cosa que no había cambiado – No supongas cosas sobre mi odio, Uchiha.

– No he supuesto nada sobre ti, al menos no como tu lo haces – El artista bufó ante eso e Itachi viró su vista al cielo. Ahora le veía mejor. Ya no sonreía, más bien estaba pensativo – Jamás he dudado de tu odio tampoco.

Deidara le dió un vistazo a su semblante de pesadumbre, ese que le hacía parecer una sombra letargica a la vez que peligrosamente mortal, y se encontró ladeando la cabeza sin proponérselo.

– ¿Y que piensas sobre eso?

– ... Nada que no hubiera esperado – Había algo más en la manera en la que una de las comisuras de su boca se elevó ese día. Como un sentimiento o emoción en su tono de voz que no podía terminar de identificar.

Lo sentía como remordimiento, pero no lo comprendía. No podía concebir que alguien como él pudiera sentir algo remotamente parecido a aquello, él era Itachi Uchiha, renegado y brutal asesino buscado por las cinco naciones. Convivía día a día con personas exactamente iguales a él y Deidara podía certificar que ninguno sentía algo similar a la culpa o el dolor, él mismo no lo hacía, y teniendo en cuenta la poca información que tenía todo el mundo sobre ese Uchiha, se figuraba que tampoco debía ser eso.

Le causó interés averiguarlo, pero abandonó esa guerra antes de comenzarla, afrontando el hecho innegable de que meterse donde no lo llamaban era un boleto rápido al infierno, y él no deseaba quemarse allí todavía.

Tenía muchas cosas que hacer aún.

De momento decidió ignorar aquello, enfocándose en seguir buscando algo de tranquilidad entre el revuelo que era estar en Akatsuki. No quería, pero innegablemente terminaron compartiendo conversaciones similares, y Deidara se encontró conociendolo tan rápido como inconsientemente le permitía conocerlo a él. Cada día se transformaba en una nueva oportunidad para sorprenderse mutuamente de alguna forma, a Deidara le resultaban interesantes al menos la mitad de las cosas que le decía, cosa que ya era todo un milagro puesto que la otra solo lo hacía enfadar. E Itachi, increíblemente, parecia escuchar todo lo que el artista le decía con un cierto grado de curiosidad muy poco vista en él.

Por ello, y porque el tiempo es conocido por ser silenciosamente persuasivo, es que no les impactó demasiado encontrarse compartiendo una extraña confianza que, aunque no se parecía a la que tenían con sus compañeros, ciertamente era algo.

Ahora Itachi le saludaba sin falta cada vez que le veía.

– Buenos días, Deidara.

– Hola, Satanás – Contesto él con ese tono que solo se reservaba para su broma personal. Logrando una mínima sonrisa en el Uchiha y a si mismo por seguir sacándole material a una simple conversación que habían tenido ya hace meses – ¿Algo que valga la pena comentar?

– Nada que probablemente no sepas.

– Cierto – Pain había dado una reunión ese día y prácticamente había descrito las jugadas de todos en voz alta. Ahora cada miembro sabía que harían sus compañeros en un futuro. Sasori y él serían los primeros, mientras que la asignación de Kisame e Itachi sería el Jinchuriki de las cuatro colas; Nada de eso le interesaba, sin embargo – Odio las reuniones... – Meneó la cabeza con desanimo.

– Odias demasiado, Deidara – Suspiró apenas en lo que se acomodaba un poco mejor en su lugar.

Quizás era paranoia, pero Deidara podía jurar que estaba sentado unos cuantos centímetros más cerca. Era casi como si cada semana el Uchiha decidiera arrimarse un poco más.

Compuso una cara irónica.

– ¿Que acaso a ti te gustan las reuniones?

– No – Le compartió una breve sonrisa – Pero no las odio.

– Eso es porque tu tienes una paciencia casi absurda. Yo ya estaba a punto de colapsar cuando finalmente terminó, no sirvo para mantenerme quieto a menos que no me dejen de otra.

– Cuando sea hora de extraer los bijuu vas a tener que hacerlo por al menos tres días seguidos.

– Mayor punto a mí favor, siguen sin dejarme de otra.

Una creciente molestia le dió picazón en el pecho, de esas que solo te provoca comenzar a romper cosas por el mero hecho de querer deshacerte de ellas. Recibir su asignación no le había generado emoción como a la mayoría, él no veía una oportunidad de hacer desastre esta vez, estaba más enfocado en que le habían asignado una misión que tenía que cumplir de manera obligatoria a menos que quisiera morir; Podrían pasar todos los años que quisiera, pero jamás olvidaría que estaba de esclavo en ese lugar, obedeciendo órdenes y siguiendo una causa que no le interesaba en lo más mínimo.

– ¿Que cosa? – Se espabilo al jurar escucharle decir algo que no alcanzo a entender.

Itachi dió una seca cabeceada hacia su regazo.

– Te vas a caer.

Parpadeando un poco, Deidara cayó en cuenta de que apenas estaba sentado en la cornisa. Sus manos estaban a sus costados, sujetando la mayor parte de su peso como si hubiera estado a punto de saltar."Es casi como si mi subconsciente quisiera que me suicide" ; El portador del Sharingan le observó con duda en lo que él suspiraba y se echaba hacia atrás.

– Me distraje – Era una verdad a medias como muchas que normalmente decía, pero contraria a la indiferencia habitual, Itachi le miraba muy serio en esta ocasión.

– Deberias prestar más atención a tu entorno o terminarás muriendo más rápido de lo que crees.

– La caída no es tan larga – Se negó a reparar en ese extraño tono de voz – Además, tampoco es como si tuviera muchas esperanzas de vivir demasiado.

Como si algo captase su particular atención, Itachi se giró un poco mejor para verlo. Notó como sutilmente utilizo eso para acortar distancia, y aunque quisiera hacer una burla sobre eso, ¿Con que moral? Si él aún dándose cuenta del detalle y con un montón de espacio para instalarse se seguía aplastando en el mismo sitio.

– Luces más molesto de lo usual – Dijo entonces.

Bufó ¿Como no estar molesto si estaba preso? ¿Si su vida ahora giraba en torno a una meta que no era suya?

– Tal vez, tal vez no, ¿Eso importa?

– Tus asuntos son solo tuyos – Serenamente habló en lo que el viento le movía un poco el cabello oscuro – Simplemente hago una observación.

– Tu vida debe ser realmente muy aburrida como para que me hagas a mí una observación – No se pudo abstener de burlarse al menos un poco – Pero diste en el clavo, para variar. Digamos que hoy ando de un humor peor de lo usual.

Itachi alzó una ceja, su desgastado sentido del humor haciendo acto de presencia.

– Críticas mi vida por ser aburrida, pero estar enojado siempre no es un mejor ejemplo.

– Lo es si tienes en cuenta de que al menos yo sí estoy haciendo algo – No le preocupaba en lo absoluto terminar empalado en una cruz por ponerse impertinente, al contrario, le divertía jugar con los límites para ver qué tanto estos años de compañía le habían otorgado de privilegios en el paraíso Uchiha – Explotar cosas no solo es divertido, me da inspiración para nuevas creaciones y por lo general eso lo hago cuando me enfado. Así que a diferencia de tí, al menos yo sí saco algo bueno.

– ¿Crees que no estoy sacando algo de esto?

– Si lo haces, no podría imaginarme qué – Su tono de sinceridad rayado con la poca cortesía que se permitía tener.

Transcurrió un momento en el que lo único que pudo escuchar fue la brisa mañanera empujando los oxidados laminados que cubrían las ventanas, los animales aéreos chirriando en el horizonte, el sonido de la lluvia cayendo sobre el lugar...

– Paz – Le oyó decir entonces – Encuentro paz.

Se le había ocurrido una respuesta de lo más recta y adecuada para la ocasión, pero sus ojos burlones y labios fruncidos le estaban impidiendo soltarla. Su lado decente peleando con el resto de su personalidad impulsiva.

Fue el turno del azabache por verse algo irónico.

– ¿Ahora tú te diviertes?

– La verdad si – La sonrisa escapó, era grande y llena de diversión – Sobretodo porque esa palabra no va conmigo de ninguna manera que quieras ponerla. No me gusta, no la inspiro y tampoco la represento. Es más, cualquier palabra que sea contraria a esa me va a quedar mejor, y por mucho.

– Cierto, pero no estamos hablando de lo que crees sino de lo que yo puedo conseguir.

– Algo muy poco creíble, al parecer – Su escepticismo, sin embargo, fue recibido por una profunda mirada – ¿Ahora que?

– ¿Has pensado que quizás tu terquedad tiene que ver con el hecho de qué no sabes que sacas de esto?

A Deidara se le frunció el ceño en lo que sentía que se había perdido de algo.

– Eso te lo acabo de decir, Uchiha.

– No, lo que realmente acabas de decir es que te beneficias de enfadarte, pero no te hago enojar cada vez que vienes.

– Que tú sepas – Lo dijo de una manera que le tentó la sonrisa, más se mantuvo serio igualmente.

– Si fuera así, entonces deberías irte una vez que consigues lo que quieres.

– Yo me voy cuando quiera – "Salvo de Akatsuki, claro está"; Rodó los ojos – Así de simple.

Tras un breve momento de silencio pensativo, la voz de Itachi volvió a oírse, esta vez algo más llena de resignada obviedad en lo que de sus labios brotaba un pesado suspiro.

– Mentir se te da demasiado bien a veces, Deidara, pero no siempre.

– ¿Que? – Exclamó, está vez enderezando la columna gracias a esa venita peleonera que le impulsaba a pelear hasta con quién no debía; Su aire sulfúrico, sin embargo, no pareció importarle al Uchiha o a sus ojos instigadores.

– ¿Crees que me equivoco?

– Lo que creo es que estás a un paso de hacerme enojar.

– No veo el problema – Estando de lo mas tranquilo – De todas maneras, sacas algo bueno de ello ¿No?

Deidara resopló fuerte, era un fastidio total siempre que le daba por ponerse a usar su ingenio para ganarle en un contrapunteo, pero no por ello se dejaba vencer tan fácil. Quizás fuera joven y más inclinado al uso del lenguaje peyorativo para causar impacto, pero no por ello era incapaz de afilarse con una agudeza digna de combatir con cualquier persona, incluso un Uchiha.

Se volteó definitivamente para verlo directo a los ojos, justo como le instaban a todo el mundo que no hiciera.

– No necesito ningún motivo para hacer algo – Dijo con gravedad – Se le llama improvisar, hacer algo simplemente porque te da la gana de hacerlo, vivir la vida –Añadió más seriamente aún – ¿Que acaso no sabes lo que es eso?

Itachi ni siquiera parpadeó.

– No.

– Entonces no deberías juzgarme si no entiendes algo tan sencillo como eso – Concluyó una vez se le pasó el minúsculo momento de quietud al escuchar esa declaración tan fría. ¿Estaba hablando enserio o solo lo había dicho para desubicarlo?

– No te juzgo – Aclaró entonces, su atención fija en sus ojos azules – Solo te hice una pregunta.

– Bueno, aquí tienes tu respuesta: No estoy obteniendo nada, aparte de lo necesario, porque no me interesa hacerlo. Y en el caso de que pudiera, tampoco me interesa saberlo.

– Eres una persona muy complicada, Deidara – Su tono bajando a ese tono de sabiduría a la vez que de rara apreciación.

El aludido resopló.

– Para no saber lo que es vivir la vida, me parece que el complicado es otro.

Y cuando ya pensaba que todo el asunto de esa intensa pero extraña conversación había acabado, un apagado comentario proveniente de esa voz grave llamó su atención.

– Si, tal vez sea cierto.

Existieron un montón de cosas que deseó decir en ese momento, aunque ninguna de ellas salió, atoradas por el impacto.

Jamás en todo ese largo tiempo había escuchado con sus propios oídos que Itachi le diera la razón abiertamente a alguien, lo usual es que si encontraba buena la idea formaba una estrategia al rededor de ella y luego actuaba. Nada de aceptar que esa persona tenía razón o halagar sus planes, simplemente hacia su trabajo con una pulida rectitud que no creyó que dejaría atrás por una estúpida conversación sobre porque se seguían sentando juntos casi todos los días cuando supuestamente no se llevaban bien.

Sin embargo, debía concederle que su duda era válida. Si él sacaba una supuesta paz al estar allí, resultaba raro que él no estuviera obteniendo nada aparte de un par de berrinches. Más aún, lo sabía y aún así no le importaba, pues había dejado claro que lo hacía solo porque quería.

Pero es que no tenía ninguna otra respuesta.

Aún lo odiaba, aún detestaba esa cara que no dejaba entrever nada la mayoría del tiempo, odiaba ese porte de seriedad que podía minimizar hasta la presencia más grande, a esa mirada que te forzaba a sentirte inferior. Odiaba eso. Odiaba sus ojos. Odiaba su apellido. Odiaba su fuerza y más importante aún, le odiaba a él.

Pero siguió yendo de igual forma.

Aún si sus palabras fueran raras, aún si las suyas eran groseras, ninguno dejo de ir. Así como ninguno olvidó esa conversación.

Diciembre llegó sin prisas, apenas notandose entre la cortina de gruesas gotas de lluvia que caían en todo el país. Pain les había obligado a regresar a la aldea de la lluvia para reorganizarse, al parecer ya tenían puesto el ojo en el miembro faltante para el grupo, e iban a mandar para que lo buscasen; Aparentemente era otro tipo inmortal, por lo que haría equipo con Kakuzu. Harían una reunión breve por ello, pero a Deidara el asunto no pudo interesarle menos, por lo que sencillamente decidió no asistir.

Su cuerpo estaba agotado así como su mente, ambos pidiendo algo de descanso. No le fue difícil ignorarlos, sin embargo, utilizando el furor que la daba su juventud para poder seguir de pie. Podrían haber pasado ya dos años desde su reclutamiento, pero seguia siendo un chico joven con un aguante de lo más impresionante. Su entrenamiento lo ayudaba, y por ello se podía dar el lujo de saltarse algunas siestas sin tener que enfermar.

No tenía nada que hacer aparte de evitar la reunión, por lo que comprobando una vez mas que el mundo está lleno de casualidades, decidió subir al último piso a una hora en la que normalmente no iba. Su horario estipulado era de cuatro a diez de la noche, pero ese día fue a las dos de la mañana. Justo a la hora de la estúpida reunión.

Solamente a Pain se le ocurría una atrocidad semejante.

Estaba cuestionadose porque a sus líderes les había parecido buena idea abusar de su autoridad y reunirlos a todos en medio de la madrugada cuando se detuvo en seco, sus ojos ayudados por el reflejo de la luz de la luna para poder captar sin problemas la imagen que tenía en frente.

Itachi Uchiha sentado allí, no en su puesto de siempre, sino en el suyo propio, tomando una posición menos estable al dejar caer todo el peso de su espalda en la pared; A Deidara no le impresionó eso, no lo hizo ni la visión de los enrojecidos ojos cansados o de la inusual respiración fuerte.

Fue la sangre.

No porque estuviera en sus manos o porque pensara que había matado a alguien recientemente, lo que le causó intriga fue el hecho de que oscurecia la esquina de su boca de una manera que daba a entender que era suya.

"¿Que rayos...?"

– ¿Noche difícil? – Fue la primer opción que se le ocurrió teniendo en cuenta que aún procesaba el hecho de que la persona que más detesta de todo Akatsuki estaba escupiendo sangre en solitario.

Ojos negros se posaron en los suyos, una peligrosa llama aún bailaba con fuerza detrás del enfermizo letargo.

– Nada que valga la pena comentar.

Vendía el alma a que no estaba hablando de él mismo.

– Si tú lo dices...

Se quedó quieto pues no le apetecía tomar asiento en un lugar que no fuera el suyo, pero antes de considerar la idea de retirarse, el Uchiha se levantó como si nada. Como si no tuviera absolutamente nada dañado en su interior, y tan rápido como había pasado todo, le pasó por un lado antes de desaparecer escaleras abajo. Su hombro había rozado apenas el suyo, y el cuello ladeado de la capa le había permitido ver por una milésima de segundo unos anormales venas violáceas trepando por su cuello.

No le siguió.

Al contrario, se dirigió al lugar donde había estado sentado, ese que implícitamente había estipulado como suyo, sintiendo además de la tibieza del suelo por haber sido previamente ocupado, las gotas frías del líquido carmesí tiñendo las pequeñas rocas. Fue en ese momento que, en lugar de preguntarse porque el Uchiha había elegido sentarse en su lugar, decidió quedarse el resto de la noche pensando en la posibilidad de que tal vez Itachi no sabía lo que era vivir la vida porque no podía hacerlo, y no porque no quisiera.

Recostandose contra la misma pared, Deidara observó la luna y sonrió en la oscuridad.

"Nada que valga la pena comentar ¿Eh, Uchiha?"








Continuará...

Notas finales:

  Antes de acabar me gustaría agregar que esta trama va a ser rápida, no voy a poner muchas trabas así que la cosa va a progresar con una fluidez corrida la mayoría de las veces. Habrá drama, claro, pero no tanto como para que avance más lento. Así que si es de tu gusto las historias de avance progresivo pero interesante, estas en el lugar correcto.

Aún no cobro por los comentarios, así que puedes dejar uno con confianza xD
 
Pajarita, si estás leyendo esto, solo debo decir que te habías tardado en hacerlo. Ah, y que te quiero, obviamente (•”?•)?
 
Les deseo un feliz fin de año y una bonita navidad.
 
Un saludo, Menma.
 


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