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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Weeeenas, ¿¡Adivinen quien se tardó exactamente una semana para actualizar!? OwO 

Está raro porque me hace sentir responsable cuando realmente no lo soy xD pero al menos logró cumplir con las actualizaciones.

Gente, había hecho una nota larguísima sobre el fanfic pero la verdad es que se me ha borrado dos veces y la verdad que weba tener que hacerlo de nuevo, ya después les digo.

Pequeña uva, felicidades! No, no es tu cumpleaños ni tampoco navidad, pero te ha tocado recibir capitulos gemelos, porque este también va dedicado a ti, ojalá te guste UwU 

Edmary! Lista para más cosas bonitas!? Se que te gustan así que espero no decepcionarte.

Zidian, sabes que me alegra tenerte por aquí, ojalá y si te siga interesando esta historia porque queda historia para rato.

Kaory espero que mi puntualidad esta vez te haya ahorrado algo de sufrimiento, se que sufres con mis tardanzas así que aquí te vengo temprano para continuar con el chisme UwU 

                          XXII

 I brought you down to your knees

'Cause they say that misery loves company

And it's not your fault I ruin everything

It is not your fault I can't be what you need

Baby, angels like you can’t fly down hell with me

I'm everything they said I would be

 

Si hubiera una acción que pudiese describir sus sentimientos con respecto a los últimos días, ese sería un suspiro.

No uno de cansancio, tristeza, felicidad o resignación, más bien un suspiro necesario, ese que te reactiva el proceso de respiración porque es indispensable para vivir. Aquel que es vital e involuntario. Ese que aunque pueda parecer una cosa, bien podía significar varias de ellas, o quizás ninguna; Es probable que en realidad no tuviera ningún significado en particular, pero Deidara no se fiaba de esa posibilidad, porque si de sentir se tratase últimamente había estado sintiendo mucho.

El artista echó la cabeza atrás sobre el reposabrazos del sofá y suspiró de nuevo.

No podía dejar de suspirar.

Lo había adquirido como un hábito desde la última prolongada visita que había tenido de Itachi, intentando no hacerlo y fracasando con una facilidad casi humillante. En sus deseos había estado el poder hacer exactamente lo mismo que siempre hacía después de una de sus visitas, simplemente volver a sus actividades mientras esperaba que no muriese antes de volver, pero no podía. No llevaba ni un día entero sin verlo y seguía sin poder dejar de pensar en todo el revoltijo de dudas y experiencias que se habían convertido sus días después de aquel episodio con la fiebre.

Entre los primeros cambios considerables estaba el que habían vuelto a compartir la habitación, lo cual era algo que no habían podido hacer durante su improvisada luna de miel ya que se la habían pasado despiertos la mayor parte del tiempo, y cuando finalmente iban a dormir era en horarios desiguales; Itachi era más nocturno, tomando siestas durante las tardes y manteniéndose bastante activo de noche, esa rutina podía resultar curiosa de no ser porque en Akatsuki casi siempre se movilizaban en la oscuridad, atacando luego del mediodía cuando la población estaba ocupada en sus propios asuntos. El horario de ataque no era fijo pues dependía bastante del objetivo que fuesen capturar, pero como el viaje mayormente era de noche sus horarios de sueño nocturno le facilitaban bastante las cosas.

Por el contrario, Deidara era más de tener un ciclo de sueño irregular, pudiendo dormirse tarde o temprano de acuerdo a sus actividades durante el día. Lo único que nunca variaba es que necesitaba dormir al menos dos horas durante la noche para no parecer más muerto que vivo al amanecer, por lo cual era bastante usual que tuviera problemas en la base ya que al momento de partir a una misión él se encontraba dormido o con ganas de dormir. Salir de Akatsuki en la madrugada y de mal humor se había vuelto parte de su vida diaria, transformandose luego en la sombra de un mal recuerdo mientras se acurrucaba cómodamente contra el cuerpo de su acompañante. Ahora ambos contaban con más tiempo para darse aquellas libertades, y aunque la última vez a Deidara no le había molestado quedarse dormido sintiendo aquellas caricias en su abdomen, tampoco es que hubiera sido un evento planeado. Pensar en la posibilidad de charlar sobre dormir juntos en una misma cama todos los días se le hacía una conversación algo extraña, no teniendo que ser nunca necesaria pues al final las cosas terminaron surgiendo cómo la mayoría de ellas en sus últimos meses de convivencia, en forma de una graciosa pero oportuna coincidencia.

Había comenzado con un Itachi preguntándole el porqué escasamente dormía en su propia habitación, eso debido a la alta cantidad de veces que le encontraba durmiendo en la cocina, el sofá, la alfombra de la sala y literalmente cualquier otro sitio que no fuese alguna de las camas de la casa. El artista se había excusado comentando que no eran tan cómodas como el sofá, de modo que a manera de comprobar su teoría, el Uchiha optó por dormir una noche la habitación principal para ver si también era capaz de vislumbrar el problema. A la final nunca encontró nada raro y terminó por dormirse, el cómo de repente Deidara terminó durmiendo con él no está del todo claro, posiblemente porque estaba más dormido que otra cosa, pero no le molestó, y por la manera en la que el artista acomodaba la cabeza encima de sus costillas, supuso que a él tampoco.

Dormir juntos luego de tanto tiempo se sintió bien, aunque eso apenas fue un comienzo.

Ambos estaban conscientes de la prudente distancia emocional que era mejor guardar para evitar problemas futuros, pero tener intriga con respecto al otro en un sentido que ahondaba más allá de lo físico era muy fácil cuando se veían a cada hora del día.

– Hombre, ¿Siempre duermes tan tieso? – Ese día había decidido caminar y él Uchiha se ofreció a acompañarle, haciendo su paseo un poco más ameno y también en cierto modo más íntimo, pues caminaban tan juntos que sus dedos rozaban entre si de vez en cuando.

A ambos les recorría un cosquilleo cada vez que pasaba, como si compartieran el mismo anhelo pero también las mismas dudas.

Evitando formar algún momento incómodo, Itachi se enfocó en la conversación para luego sonreír a medias.

– No siempre.

– Quizás – Sonriendo igualmente a su manera – Pero me sobran las veces en las que dormido te he confundido con un cadáver.

Itachi no era persona de moverse mucho durante la inconsciencia, a diferencia de Deidara quien movía todo lo que estuviera a su alcance, llegando incluso hasta moldear al propio Uchiha durmiente en busca de su propia comodidad. De modo que las veces en las que Itachi se despertaba en una posición inusual, se debía a que su acompañante le había movido durante la noche como quien palmea una almohada para volverla más cómoda.

– Antes de entrar a Akatsuki era diferente.

– ¿Y que cambió? – Cuestionó entonces, viendo a Itachi elevar el dedo índice para darse un toquecito en el pecho. El gesto le hizo fruncir el ceño - ¿No te puedes mover por tus pulmones?

– No exactamente, es solo que hay posiciones en las que es más difícil respirar.

– ¿Cuál es la peor de todas?

Itachi pareció repasar mentalmente un par de sus malas experiencias antes de volver a mirarlo.

– Boca abajo.

– Interesante – Antes de conocerle escasamente se interesaba por cosas tan triviales como la mejor postura para dormir, pues era una persona mayormente despreocupada que no tenía motivos para mortificarse por temas parecidos; Convivir más con su invitado había logrado cambiar eso, consiguiendo que sus respuestas le pusieran algo pensativo.

Itachi se quedó observando la mueca en su rostro con interés.

– ¿Que?

– Yo si me muevo bastante, o al menos eso creo - Podía constatarlo ya que de dormirse en un sitio resultaba muy difícil que amaneciera en el mismo lugar. Siempre despertaba muy lejos de donde había comenzado, y a veces en posiciones tan particulares que le hacían preguntarse qué clase de sueño había tenido ¿Fue de terror, comedia o suspenso? Nadie lo sabía, solo que la epicidad debió ser brutal – ¿Eso no te perjudica?

– A veces – Su sinceridad siendo traída con una leve sonrisa. No es que Deidara fuese excesivamente pesado, pero para los días en los que su cuerpo estaba debilitado cualquier peso extra resultaba una verdadera tortura. Era como presionar algo que ya estaba más que contraído, aportando un dolor adicional a su pecho que podía llegar a ser bastante insoportable.

Sin pretenderlo, Deidara arrugó las cejas. Estaba al tanto de que poseía buenos reflejos pero al mismo tiempo tenía el sueño pesado, eso significaba que si se habían ido a dormir juntos difícilmente se despertaría si se alejaba un poco o le empujaba hacia un lado.

– Entonces no deberías dejarme hacerlo si te molesta.

– Una cosa es que sea perjudicial y otra que me resulte molesto – Apenas haciendo una breve pausa para mirarlo con toda transparencia – No me molesta dormir contigo.

Entonces el cosquilleo se instaló en su pecho, hormigueando cálidamente en lo que le daba un simpático empujoncito.

– Eso no suena muy sensato de tu parte.

– ¿Algo de esto lo es? – Parecía elocuencia, pero no era más que una obvia acotación a la que Deidara no pudo evitar mostrarse de acuerdo con un encogimiento de hombros.

– Cierto.

Llegar al pueblo tampoco fue premeditado, y habría sido más sorprendente de no ser porque Deidara conocía tan bien los caminos que sus pies parecieran llevarlo por cuenta propia cada vez que salía. Se había acostumbrado tanto a ello que siempre salía con algo de dinero extra en caso de que le provocase algo, así como sus armas por si se encontraba con alguien peligroso.

Estando los dos, sin embargo, el artista sentía que podía relajarse lo suficiente como para disfrutar de aquella feliz coincidencia; Itachi observó aquella ligera emoción en sus ojos con algo de ternura.

– Te gusta –  Comentó él, asumiendo de manera correcta lo entusiasta de sus pensamientos aún si el otro intentó disimularlos.

– Tiene cosas muy buenas.

– ¿Como cuáles?

– ¿Sinceramente? – Fue un cuestionamiento serio que Itachi respondió asintiendo de la misma manera, aunque fue en vano, al segundo siguiente Deidara ya se encontraba sonriendo – La comida.

Para el Uchiha, abstenerse de reír fue prácticamente imposible.

– ¿Eso es todo?

– Si probaras lo que venden aqui no me lo preguntarías – No es como si la comida del pequeño pueblo le ayudase enormemente con sus problemas alimenticios, pero tenían una variedad tan amplia de cosas apetitosas que indudablemente terminaba comprando alguna, llenando parte de su estómago y sintiéndose feliz al respecto – Es decir, no es que no aprecie los instantáneos o lo que cocina tu dúo maravilla, pero tengo que aceptar que aquí hay algo que logra persuadirme de seguir viniendo.

– ¿Que cosa? – Sin embargo, cuando aquellos ojos azules vagaron con cierto anhelo a la enorme y variada cantidad de comestibles con altos niveles de azúcar en ellos, Itachi obtuvo su respuesta – No te recordaba fanático de los dulces.

– Pues porque no lo soy.

– No es eso lo que parece.

– Yo no lo soy – Reiteró con algo más de fuerza, sonando lo suficientemente obvio como para que el Uchiha le diese un breve repaso a aquello que las prendas holgadas no le permitían ver, y que aparentemente también era responsable de aquel repentino interés por el azúcar.

Le resultaba muy fácil al Uchiha tener pensamientos nostálgicos cada vez que surgía algo nuevo con el embarazo de Deidara. La experiencia le rememoraba muchísimo a su hogar, a las épocas en donde solía tomar siestas abrazando el enorme vientre de su madre mientras un revoltoso Sasuke pasaba sus pequeñas manos por toda la extensión de la piel, casi como si estuviera dibujando la obra de arte del siglo desde la barriga de la Uchiha. Fugaku solía bromear diciendo que tendrían una niña creativa y enérgica, un buen contraste para Itachi quién era más callado y prudente, sin embargo, él siempre supo que tendría un pequeño hermano, uno con mucho ánimo, e Itachi quería que fuese feliz.

Deseaba lo mismo para su hijo, e igualmente para Deidara.

– ¿Tienes hambre?

– ¿Ah? – El artista se descolocó un poco ya que la pregunta había sido algo súbita – Algo, ¿Por qué?

– Ven.

Lo repentino de sus acciones le sacó una ceja en alto, pero accedió seguirle en silencio hasta un pequeño puesto cerca de la entrada del pueblo, sentándose en una de las mesas que estaban afuera del local mientras él entraba, posiblemente para comprar algo.

"No debería agradarme tanto verlo de esa forma..." Suspiró amargamente, reconociendo que aunque fuese alguien poco afectivo le resultaba reconfortante ver el ilimitado número de acciones sentimentales que Itachi podía hacer por él últimamente; Muy pocas veces había sido considerado por otras personas en su vida, y recibir ahora esa clase de atención, aunque raro de cierta manera, también le hacía sentir a gusto.

Aceptando esperarlo, Deidara tomó asiento en lo que retenía entre sus labios apretados la queja por el dolor en su espalda. Estaba poniéndose peor cada día, la piel de su abdomen a veces picaba insoportablemente por mucho que hubiera hecho el esfuerzo de aplicarse las cremas que Kaiyah le había facilitado, los huesos de su cadera estaba comenzando a sentirlos comprimidos, los de su columna presionados y los músculos de su espalda  parecían vivir en eterna tensión debido a la guerra civil que tenían todos sus órganos por el espacio que cada vez era más reducido. La enana bola de genes Uchiha estaba ganando terreno, y su sistema no encontraba mejor manera de ejercer su descontento que haciéndole sufrir cada día, certificando de paso el único pensamiento frustrado que se repetía en su cabeza una y otra vez "Tener cinco meses es un asco"

Suspiró con cierto grado de dificultad, pasando a frotarse la espalda baja en una especie de gesto inconsciente que había desarrollado en esos últimos días y solo deteniéndose cuando vió a Itachi aparecer de nuevo.

– Creí que no conocías mucho el lugar – Se mostró algo confuso al ver el vaso que le había traído, era mediano y estaba lleno hasta más allá del tope con una crema que olía a dulce, con suaves tintes frutales complementaban deliciosamente el aroma.

– El lugar no, esto sí – Sin agregar mucho le dió un pequeño empujoncito en su dirección, instandole silenciosamente a probarlo.

Dudoso pero atraído por la apariencia y olor de su nuevo postre, Deidara probó una cucharada ante la mirada de un Uchiha quien sonrió ligeramente al verle ampliar sus ojos azules.

– Está bueno – Tenía un sabor distintivo, dulce pero no excesivamente empalagoso; Definitivamente le gustaba – ¿Como lo descubriste?

– Es una variante de un dulce tradicional que hacen en Konoha.

– ¿El de allá es mejor?

– No sabría decirte, hace mucho que no voy – Así como todo lo referente a su aldea natal, el tono de voz era neutro pero los sentimientos se desenvolvían silenciosamente en un aire nostálgico – Resulta difícil recordar el sabor luego de tanto tiempo.

– Y estando moribundo menos – Arguyó con cierta malicia, logrando distraerlo eficazmente con su crudeza antes de ofrecerle el cubierto – También deberías probar, a ver si tu memoria funciona mejor con algo de referencia.

– No creo... – Lo había traído para él y deseaba que lo disfrutase sin interrupciones, pero como era usual, sus buenas intenciones no lograron superar la terquedad de su acompañante, terminando por probarlo de todas formas.

La memoria del Uchiha nunca logro activarse lo suficiente como para recordar si el postre de su adolescencia era mejor que ese, pero igualmente terminaron compartiéndolo hasta el final. Deidara no dijo nada al respecto, pero el comer algo juntos de esa manera resultaba curioso, así como también agradable.

Al terminar, el humor del artista había mejorado tanto que incluso le otorgó uno de sus gestos propios de felicidad.

– Has desbloqueado un nuevo nivel en mi lista de postres, Uchiha.

– Siempre es bueno tener opciones – Le contestó en una actitud similar, animandose al verle feliz y luego mirando el envase vacío por unos segundos – ¿Quieres otro?

– Para comer ahora no, pero si pudiera llevarmelo para después no me quejaría.

– Muy bien.

Deidara le vió devolverse mientras disfrutaba de su pequeño placer culposo al ver a un Uchiha a su disposición. Su alto nivel de disfrute personal no solamente tenía que ver con su variante odio hacía Itachi, más bien era porque a pesar de haber compartido muchos momentos, escasamente le había visto mostrarse con tanta diligencia hacía él en Akatsuki. Jamás se lo había tomado personal puesto que en la base los actos sentimentales estaban penados con la mayor deshonra y burla si alguien los veía, apenas existiendo algunas ocasiones en las que el resguardo de la oscuridad le había proporcionado la suficiente confianza como para ofrecerle algo más cariñoso que solamente miradas lujuriosas y sexo desmedido.

Al ser su relación mayoritariamente sexual nunca se había quejado, pero ahora que podía tener un poco de todo se le hacía algo difícil discernir que parte de su personalidad le gustaba más.

Viéndose solo, Deidara se tomó su tiempo para levantarse. Actos como aquel prefería realizarlos en solitario puesto que nunca sabía que días serían más difíciles de sobrellevar, y por el titubeo que hizo su espalda antes de enderezarse por completo, intuyó que ese sería uno de ellos; Tenía la mandíbula algo tensa en lo que intentaba pensar en algo más agradable, buscando no enfocarse demasiado en el dolor de sus músculos o en aquel desagradable calambre que ultimadamente solía darle en la pierna izquierda. Una de sus manos aún seguía sujeta al borde de la silla en lo que mantenía la otra tercamente sobre su cadera, negado de forma rotunda a ponerla sobra su abdomen por mucho que eso quizás pudiera ayudarle.

Muy pocas veces en su vida había hecho algo que no quisiera hacer, y a pesar de ello siempre encontraba la forma de salirse con la suya. A si mismo, muchas personas habían intentado fastidiarle antes, pero por mucha sangre que compartieran él no estaba dispuesto a que ese pequeño monstruo fuese el primero en derrotarle.

– ¿Está todo bien?

"Carajo, me tardé demasiado esta vez" Con un ceño fruncido que denotaba su descontento ante su propia lentitud, Deidara soltó el agarre que tenía sobre la silla y forzó una mueca de desinterés.

– Todo igual.

No era una mentira puesto que su día a día era un cúmulo de perturbaciones físicas y emocionales, e Itachi pudo notarlo al ver la tortura que escondía detrás de sus ojos.

– ¿Que te duele?

– El alma – Respondió casi de inmediato con su acostumbrada acidez, suspirando luego de un momento – No es nada inusual, la verdad. Simplemente necesito dormir, quizás darme un baño.

El agua caliente era su mejor amiga en momentos como ese, y como seguía teniendo frío la mayor parte del tiempo por mucho que los suéteres aportasen lo suyo, inició el camino de regreso a casa con la mejor disposición posible y el postre para llevar en sus manos.

Itachi admiraba su buena voluntad para mantener la calma ante ese tipo de adversidades, y aunque no deseaba romper con preguntas incómodas la poca estabilidad que habían construido entre ellos, tampoco quería mantenerse al margen. Lo había intentado al principio, pero sus mejores estrategias flaqueaban en el segundo que le veía sufrir, necesitando hacer cualquier cosa posible que pudiera para aminorar sus dolencias. Ese día al menos no le había oído quejarse entre dientes, pero no pudo hacer ojos ciegos al notorio desbalance que tenía al caminar de regreso a la casa, frunciendo el ceño más de lo usual al dar cada paso.

– Deberías parar un segundo – Encomendó no menos de unos minutos después, no sorprendiendole el recibir una negativa.

– Se como es esto, Uchiha – Suspiró con pesadez – Si me detengo ahora no querré levantarme después.

– ¿Que tan seguido te pasa esto?

En la punta de su lengua se había atorado una respuesta bastante borde, principalmente porque sentía que había hablado de sus malestares más veces de las que pudiera contar. El mal humor, sin embargo, terminó mermando al notar que su acompañante se veía realmente ignorante de la respuesta, aludiendo sutilmente al hecho de que si estuvo hablando del peso de sus incomodidades, no había sido con él; Sentirse culpable habría sido posible de haber estado más consiente de lo poco que le comentaba sobre el asunto en comparación a sus doctores, quizás porque ellos eran más activos y le recordaban constantemente que debía hacerlo por su propia salud. Itachi, por otro lado, no tenía motivos para presionarlo más que su propio interés por garantizar su bienestar, y aunque el detalle de darle su espacio le gustaba, aquello en cierto modo le había hecho olvidar que detrás de aquel respetuoso silencio existía un hombre que deseaba enormemente saber cómo se sentía.

Tal vez Itachi comprendía la dificultad que conllevaba el embarazo, pero solo Deidara sabía cuanto dolía y ahora se daba cuenta de que nunca le había comentado nada al respecto.

– Casi siempre en estos días – No se sintió incómodo al decirlo como quizás creyó que sería, y eso le otorgó más soltura para continuar hablando – Es más incómodo que doloroso la mayoría del tiempo, supongo que es porque aún me estoy acostumbrando.

El Uchiha descompuso su rostro unos segundos, reacomodandolo de nuevo para no dejar en evidencia aquel resquicio de dolor empático que le generaba escucharlo hablar de sus malestares de esa forma tan desganada. Él estaba acostumbrado a vivir con dolor, pero no sé lo deseaba a nadie y a Deidara mucho menos.

– Cojeas... – Murmuró con cierta aflicción, a lo que Deidara bajo un segundo la cabeza para verse a si mismo caminar con un rígido tambaleo.

– Si, esta pierna me suele dar problemas. Calambres – Especificó, tragandose el suspiro amargo que siempre amenazaba con salir cada vez que reparaba mucho en el tema; Tampoco quería que Itachi se sintiera más mortificado de lo que seguramente ya estaba – Está así desde hace unos días, aunque no molesta tanto como parece.

– ¿Le has dicho a Kaiyah?

– Si, pero no hay mucho que ella pueda hacer.

– ¿Por qué? – Estaba algo sorprendido por lo rápido que había recibido aquella respuesta, en especial teniendo en cuenta las noches que pasó sin dormir mientras buscaba los médicos más competentes que pudieran atenderle durante el embarazo; La búsqueda fue exhaustiva, y a pesar de ello lo volvería a hacer diez veces más sin así conseguía a alguien que pudiera ahorrarle todo ese dolor.

Deidara contuvo una sonrisa al suponer lo radical y perseverante de sus pensamientos, pensando en un buen chiste que perdió gracia cuando recordó el verdadero motivo de esa molestia en particular.

– No es que ellos estén haciendo algo mal, tampoco es tu chakra o la técnica – "Ojalá lo fueran" De ese modo el problema sería mucho más sencillo de resolver y podría economizarse el gesto de amargura que consiguió en el Uchiha un arqueo de cejas bastante significativo.

– ¿Entonces?

El artista terminó resoplando con un gesto de no querer la cosa, pero antes de que Itachi  pudiera indagar, murmuró rápidamente para salir del paso.

– Lo que pasa es que a tu mocoso le gusta echarse de ese lado – Fue evidente que se había esperado de todo menos aquello, pronunciado un silencioso "Oh" en lo que Deidara echaba los ojos a un lado – Si... no me preguntes porqué, la verdad no sé y tus médicos interestelares tampoco. Lo único de lo que si estoy seguro es que si se me entumece la pierna es porque probablemente esté de cabeza en este sitio – Casi sin pensarlo, se dió un toquecito frustrado en el costado izquierdo – Por lo general aquí.

A Itachi le picaron las manos por repetir ese movimiento, pero terminó contrayendo disimuladamente los dedos como cada vez que recordaba la precaución que debía tomar si deseaba hacerlo; La mayoría del tiempo Deidara no se encontraba de humor, pero siempre habían más posibilidades de que lo estuviera si le daba su espacio.

Lo único que si había mejorado desde las últimas convivencias fue la confianza al momento de plantearse hacer preguntas más personales, por lo que pudo más tranquilamente ahondar en el tema.

– ¿Han intentado moverlo?

– ¿También me vas a preguntar si el cielo es azul y los Uchiha son bastardos? – Puso los ojos en blanco sin dejar de verse malhumorado – Por supuesto que sí, pero nada sirve. Se mueve cuando le da la gana.

Un montón habían sido las veces que alguno de sus médicos trató suavemente de empujarlo hacia otro lado, fracasando miserablemente en cada intento; Podía tener apenas cinco meses, pero su dolor de cabeza personal ya se negaba a hacerle caso a nadie por mucho que intentaran persuadirlo de lo contrario.

"Va a ser un maldito cabezón" No pudo evitar pensar durante la pasada consulta al ver cómo las manos de Ren no podían hacer que se acomodara de otra forma. Ni siquiera cambiar de posición funcionaba, pues apenas el pequeño monstruo sentía que Deidara se movía imitaba su acción pero en sentido contrario, buscando seguir exactamente en el mismo lugar  una vez que se volviera a quedar quieto; Prácticamente vivía con la cabeza apoyada en los huesos de su cadera y el artista no podía dejar de maldecirle por ser tan necio.

– No le hace caso a nadie – Comentó casi sin pensarlo, apenas reaccionando cuando Itachi contestó con cierta gracia.

– Raro sería que lo hiciera.

Deidara alzó la mirada para encontrar en el rostro ajeno una pequeña sonrisa algo simpática cuya falta de negatividad inevitablemente le tentó el sonreír de la misma forma.

Crecer en un mundo en el que el estereotipo básico de los Uchiha es la apatia y el poder hacían que cualquiera se sintiera reacio a la idea de crear otro de ellos cuyas características evidentemente tiraban para el otro lado; No había conocido a ninguno antes de Itachi, pero ver en sus recuerdos la extremada rectitud con la que solían regirse le hacía pensar que posiblemente Fugaku se habría sentido bastante preocupado por el resultado de esa mezcla de genes tan opuestos entre sí. Imaginar su envejecido rostro contraído por la inquietud era magnífico, opacado solo por algo más sosegado al ver el rostro de un Itachi que no mostraba preocupación alguna por las insinuaciones de tener un hijo algo rebelde. Para él la sola idea de tener un bebé ya le hacía tan incondicionalmente feliz que amargarse por algo como el carácter del pequeño monstruo era imposible, le quería de la manera que fuese y si resultaba siendo algo más desastroso entonces solo tendría más paciencia.

Jamás podría imaginar ejercele la misma presión que su padre le aplicó a su hermano y a él; Le dejaría que creciera siendo como era, librandole del dolor que provocaba el sentirse insuficiente para alguien que debería aceptarte por encima de los demás. A Sasuke no lo había podido salvar de ello, pero sin el estricto régimen de Fugaku de por medio nada impedía que pudiera hacerlo mejor en esta ocasión.

Deidara suspiró por cuarta vez en los quince minutos que tenían de caminata, haciendo que su compañero saliera de sus pensamientos con una pequeña mueca.

– Deidara...

– Dios, eres un completo fastidio cuando te lo propones – Cortando de inmediato el discurso emocional que posiblemente quería darle, el artista le repasó con un fastidio algo cómico antes de sacar de sus ropas un pequeño búho de arcilla terminó tomando un tamaño considerable tras aplicarle más chakra – Iré volando el resto del camino.

Más allá de aliviarse un poco, el Uchiha se mostró confuso.

– Si tenías el ave guardada ¿Por qué no la usaste antes?

– No lo sé – Alzó los hombros con aparente desinterés – Supongo que pensé que podría llegar a pie. Además, solamente remonto vuelo durante misiones muy largas y la casa no queda tan lejos.

– Mmm.

Subiéndose a su creación y tomando asiento, Deidara se mantuvo en una altura algo baja para continuar al lado de un Itachi que aunque estaba consiente de la poca honestidad de su respuesta, no objetaria nada al respecto.

El verdadero problema con sus medios de transporte no era utilizarlos, sino la cantidad de energía que requería guiarlos por el camino correcto. Antes ese gasto era mínimo, pero ahora que el chakra Uchiha en su cuerpo disminuía cada vez más prefería reservarlo para cosas más importantes. No era fanático de cargar poderes prestados cuando podía valerse por si mismo, y renegar de ellos sería sencillo de no ser porque eran la base que le permitía soportar más fácilmente aquel martirio que era el embarazo; Al final era un explicación sencilla que de seguro Itachi podía entender, pero como hacerlo significaba aceptar la incertidumbre y poca estabilidad que sentía con respecto a su nivel de poder, definitivamente no lo diría. Era muy bueno hablando de si mismo siempre y cuando sus debilidades no fuesen el tema principal.

El cuervo agitó amistosamente sus alas cuando les vio llegar.

– Animal mañoso, solamente extrañaste la comida – Dijo en son de queja al ver como el ave picoteaba ansiosamente la pequeña bolsa en dónde le había guardado un trocito de galleta.

El Uchiha le observó guerrear con el animal unos cortos pero divertidos segundos antes de irse a su propia habitación, aún era temprano y normalmente no se bañaba a esa hora, pero como el cielo vaticinaba una fuerte lluvia escogió terminar con todas sus tareas para poder resguardarse correctamente del frío después. Sus pulmones ya habían sufrido lo suficiente en esa semana, así que decidió ser precavido.

Por su parte, Deidara terminó de darle las sobras a su invitado más consentido para luego irse a su propia habitación. Intuía que no encontraría al Uchiha ahí y estuvo en lo correcto, pues a pesar de dormír juntos él se seguía bañando en la segunda habitación que aún conservaba gran parte de la ropa que se traía para sus visitas; El baño con agua caliente relajó sus músculos solo que no lo suficiente como para hacerle sentir más cómodo, estuvo todo bien mientras permanecía sumergido bajo el agua, pero al levantarse su cuerpo se seguía sintiendo tan tenso como al principio, queriendo volverse a sentar y a ser posible terminar de desaparecer.

Dormirse habría sido una buena opción de no ser por su lamentable costumbre de resbalarse hacia el fondo y despertar tosiendo por el agua en sus pulmones; La última vez le había sucedido con Ren presente, y al médico le había dado la crisis momentánea al pensar que se había querido suicidar.

Dado lo limitado de sus opciones, Deidara terminó sentado en su cama con las piernas cruzadas y las palmas abiertas sobre una de las almohadas en busca de concentración, manteniendo los ojos apretados y solo abriendo uno de ellos cuando un toquecito en la madera llamó su atención.

– ¿Que pasa? – Preguntó entre dientes, viendo de reojo al Uchiha asomarse por la abertura de la puerta entreabierta.

– Nunca me devolviste las sábanas.

– Cierto – Exhaló un poco, tras los eventos del otro día había escondido las sábanas como una medida de precaución para que no buscase arroparse mientras tenía fiebre, y como después habían dormido en el mismo cuarto las sábanas extra se hicieron irrelevantes puesto que compartían las suyas; Ahora él se sentía demasiado adolorido como para compartir la cama, e Itachi necesitaba cubrirse durante los días fríos para no empeorar su condición; Dejó de mirarlo y volvió a dejar caer la cabeza entre los hombros – La verdad no recuerdo dónde las puse, pero al fondo del armario debe haber algo que sirva.

Deidara se quedó en silencio escuchando como Itachi entraba por completo para buscar dónde le había dicho, ganas de ayudarlo no le faltaban pero no tenía la voluntad suficiente. Sus músculos estaban gritando auxilio y sin poder recibir el efecto de algún medicamento lo único que le quedaba era soportarlo mientras apretaba los puños e imaginaba como matar dolorosamente a alguien, de preferencia algún Uchiha que le cayera mal.

Aún no había terminado de explotarle la cabeza a Obito cuando le distrajo el hundimiento a su lado y la sensación de unas manos sobre sus lumbares.

Deidara giró la cabeza hacia atrás justo a tiempo para ver ese resplandor que venía con la transferencia de Chakra.

Negó con la cabeza.

– Aún no estás del todo recuperado.

– Jamás voy a estarlo – Murmuró suavemente, captando su mirada con tranquilidad – Aún si no hay muchas opciones que escoger, lidiar con esto no es algo que deberías hacer solo.

– Mira quién lo dice – Le entrecerró críticamente un ojo para después suspirar – No importa, esto está bien.

– ¿Funciona?

– Algo – Torció la boca, era cierto que el chakra de Itachi le ofrecía más fuerza, pero eso no minimizaba sus dolencias, más bien le ofrecía un soporte para resistirlas. Estaba bien, por supuesto, aunque tampoco habría estado mal simplemente dejar de sentir dolor, al menos un poco.

Entre ellos se expandió un silencio algo quejumbroso, ciertamente el Uchiha quería proporcionar toda la ayuda que pudiera, y cuando no funcionaba era frustrante, incluso para si mismo.

Deidara le permitió que hiciera el esfuerzo por unos cuantos minutos, deseando internamente que tuviera algún cambio y desanimandose un poco al no conseguirlo. Se dispuso entonces para decirle que no gastase su energía en algo que no tenía remedio, solo que no fue necesario, Itachi dejó voluntariamente de pasarle chakra pero no apartó las manos de su espalda. Su quietud se le hizo curiosa, pero sus intenciones de preguntar pasaron a segundo plano cuando unos pulgares se hundieron ligeramente en su piel, causándole una sensación bastante relajante y cómoda; El resto de sus dedos se movían también, aplicando la presión necesaria sobre su espalda para aliviar algo de tensión.

La voz de Itachi se escuchó muy cerca de su oído.

– ¿Y esto?

– No me quejo – Sonando algo ahogado por esos sutiles suspiros de gozo que le estaba proporcionando ese improvisado pero bien recibido masaje.

En su vida escasamente se había dado el tiempo de recibir algo similar, siendo lo más parecido cuando se daba algunos movimientos luego de sufrir alguna lesión; Que otra persona lo hiciera, sin embargo, no estaba nada mal.

Pequeñas gotas de lluvia repiquetearon suavemente sobre el vidrio de las ventanas, filtrando entre las grietas de la madera ese aire de humedad que comenzó a bajar lentamente la temperatura.

– He pensado en lo dijiste aquella vez – Aún encontrando satisfactoria la atención, Deidara giró un poco la cabeza para verle por el rabillo del ojo.

Sin abandonar su tarea, Itachi alzó un poco las cejas con curiosidad.

– ¿Que cosa?

– Una vez en Akatsuki dijiste que si yo fuese tú, habría hecho exactamente lo mismo.

– ¿Y en qué fue lo que pensaste?

– Fue confuso al principio – Admitió echando un poco la cabeza atrás en lo que el movimiento de aquellas manos y el sonido de la lluvia le transmitían calma – No era muy raro que no entendiera nada de lo que dijeras en aquella época, no es por nada, pero lo filosófico a veces te vuelve insoportablemente difícil de entender.

– Es un mal hábito – Reconoció con ligereza, sonriendo a medias por el interés de su acompañante.

– ¿De verdad? Yo pensaba que lo hacías a propósito para verte más interesante.

– No – Negó un poco, dejando que el sonido de la lluvia le transportase nostalgicamente a los recuerdos de su pasado – Trabajé con personas de un rango superior al mío casi toda la vida, aprender el lenguaje táctico era imprescindible para comprender por completo la información.

– ¿Había alguien con quién no hablaras de esa forma? Aparte de Sasuke, claro.

– Shisui.

– ¿Y ya? – Se mostró impresionado al verlo asentir sin mucho apuro – Pero si él trabajaba en misiones similares a las tuyas debía hablar parecido también, ¿No?

– Si – A pesar del tema, se sintió algo divertido al ver de nuevo en su acompañante esos gestos de exagerada obviedad que hace rato no veía.

– Hombre, con razón. Si no tenías a casi nadie para hablar como un ser humano normal, lógico que la mayoría del tiempo te escuches como uno de esos pergaminos que escriben los políticos.

– ¿Así es como me escuchas? – Elevó cómicamente una ceja.

– ¿Me creerías si te digo que no? – Se permitió bromear un poco, recuperando algo de la seriedad inicial un poco después – Siempre supe que eras misterioso, así que no me daba la tarea de investigar absolutamente todo lo que dijeras aún si no podía entenderlo. Primero porque era demasiado trabajo para el que ya tenía en aquella porquería de grupo, y segundo porque la mayoría del tiempo suponía que no significaba nada relevante. Al menos no para mí.

– ¿Que te hizo pensar que aquella vez si lo era?

– Tú, supongo – Hizo una pausa, recordando con más detalle la conversación así como la intriga que le había causado – No habías hablado de ti mismo hasta ese momento, y resulta que lo primero que haces es compararme contigo.

– No diría que esa es la palabra correcta – Pronunció lentamente, pasando a subir las manos por su espalda media.

La columna del artista suspiró con alivio, necesitando de un segundo extra para disfrutar silenciosamente del agradable estremecimiento en sus músculos antes de responder.

– Tampoco yo si te soy sincero, pero no encuentro otra palabra que se le parezca, dijiste que si estuviera en tu posición habría tomado la misma decisión que tú, pero no aclaraste en que situación. Inicialmente pensé que podría ser cualquiera, luego me di cuenta de que no habías mencionado varios escenarios sino uno. Así que para haber limitado la lista de todas las decisiones que has tomado en tu vida y reducirla a una sola me supuse que debía ser una muy importante.

– ¿Cuál creíste que era?

– Al principio ningúna, de hecho lo único que pensé en ese momento fue que solo querías recalcar lo parecidos que éramos en ciertas cosas.

– Lo notaste – Comentó entonces, escuchandose inusualmente complacido por ello.

Deidara resopló un poco.

– Sería difícil no hacerlo. Tal vez no lo parece pero sí compartimos algunas cosas, que sea un terco incorregible no significa que no pueda verlo – Cualquier indirecta cómica a su impulsividad se borró de su mente cuando la escena de su persecución con Obito relució en su cabeza, así como la desastrosa conversación que habían tenido después – Sin embargo, el día que regresé a Akatsuki me diste una buena idea de a que te podrías estar refiriendo.

El Uchiha se reservó la respuesta principalmente porque había acertado en su suposición. Aquel momento en particular del que hizo referencia fue la masacre del clan Uchiha, lo cual solo lograba confundir aún más al artista, no pudiendo terminar de entender como ese hombre de verdad se creía que él podría haber hecho exactamente lo mismo. Un acto tan sangrientamente noble y lleno de un amor incalculable era algo que sencillamente Deidara no era capaz de hacer.

Asesinar a las personas no era el problema, lo eran los motivos. Y el artista estaba completamente seguro de que no poseía la nobleza para realizar un acto de sacrificio tan inmenso por un sentimiento que, para empezar, jamás había recibido.

– Te equivocaste – Soltó con una amargura que al otro no le hizo perder un gramo de tranquilidad, pasando a atender sus hombros con paciencia.

– No lo creo.

– No te estoy diciendo esto en un patético intento de autocompasión por mi vida, Uchiha. Yo sé quién soy, y la clase de persona que soy jamás podría...

– ¿Sacrificar todo por lo que quiere? ¿Lanzarse al mundo a ciegas apenas habiendo conocido poco de él? – Interrogó seriamente, disimulando el gesto suave en su rostro – Si puede, de hecho fue justo lo que hiciste.

– No es lo mismo – Gruñó – Yo no abandoné todo sacrificandome por alguien, lo hice por mi mismo.

– ¿Y por qué?

– Porque era lo único que tenía – Habiendo pronunciado esas palabras, sacudió la cabeza con algo de fuerza, pues sabía que un sentimiento parecido era lo que sentía ese Uchiha por su hermano menor – No te atrevas a comparar tus actos de desinterés con mi egoísmo, podemos ser exasperantemente iguales en muchas cosas pero no en una muy importante.

– ¿Y esa cuál sería?

Tras un segundo de pausa, Deidara puso las manos sobre las que aún masajeaban sus hombros, alzandolas para poder girarse y ver su silueta de frente con toda la honesta crudeza que sus ojos azules podían proferir.

– Yo no soy una buena persona.

Aún en la oscuridad, divisar la suavidad de sus ojos negros no le era muy difícil cuando los veía fijamente.

– Y no porque mi vida haya sido un desastre – Prosiguió, sintiendo el corazón lleno de resentimiento pero también de algo parecido a la tristeza – Tú bien que sirves de ejemplo para demostrar que no siempre se es lo que te empujan a ser, es simplemente que nunca ha estado entre mis fortalezas ser alguien bueno. Podría cambiarlo, por supuesto, pero no tengo intenciones de hacerlo. A diferencia de tí no necesité ir a la guerra para comprender lo terribles que pueden ser las personas, así como tampoco me hizo falta tener vínculos para saber que la mayoría de ellos no son verdaderos.

– Deidara...

– Itachi, yo no soy como tú – Fue necesario alzar un poco la voz para hacerse oír entre la fuerte lluvia que azotaba en el exterior; Se sentía extrañamente desesperado, como si algo le asfixiara y la única manera de volver a respirar fuese sacando todo aquello que no le había dicho desde que vio sus memorias – Así que si la razón por la cual no me corriste a patadas de esa azotea el primer día que me viste allí fue porque creíste que éramos iguales, entonces te has estado equivocando por tres años. En mi no vas a conseguir un mártir que está dispuesto a sacarse los ojos para salvar a alguien, no levantaría un dedo para prevalecer la paz de las naciones ni mucho menos sacrificaría mi vida por la de alguien que va a terminar detestandome al punto de querer matarme. Lo único que realmente me importa es la única cosa que siempre lo ha hecho – A pesar de la emoción ansiosa que le puso fría la punta de dedos, su voz se escuchó determinada – Mi libertad.

Itachi no comentó nada, simplemente cerró los ojos, con sus cejas fruncidas denotando un sentimiento que hizo a Deidara sonreír con desgana.

– Ambos hemos estado presos toda la vida – Murmuró con aflicción – La diferencia entre tú y yo, es que tú estás dispuesto a morir de esa manera por Sasuke, mientras que yo jamás podría perdonarme si por un segundo me conformase con menos de lo que merezco.

– Es verdad – Habló entonces en un tono parecido al suyo, esbozando una sonrisa nostálgica que combinaba a la perfección con el pesado sentimiento que compartían – Tienes razón en todo lo que has dicho, excepto en dos cosas.

– ¿Cuál es la primera?

– No me quedé en esa azotea porque pensara que éramos iguales.

– ¿Entonces por qué no me echaste? – Cuestionandole mientras se le acercaba un poco con una ira reprimida que se sentía más como una inmensa desolación – ¿Por qué te quedaste?

– Porque quería hacerlo – Deidara nunca le había soltado las manos, y él le dió un apretón – No tenía motivos, ni ningún tipo de incentivo, y eso fue lo que me hizo quedarme.

– Te hice actuar de forma egoísta, ¿Eh? – Quería reírse por lo cómico que siempre le resultaba recordar ese detalle, pero estaba más concentrado en entrecerrar los ojos mientras su frente tocaba sutilmente la suya.

– En cierto modo... – Echándose levemente hacia atrás para poder verlo mejor – ¿Puedes adivinar cual es la segunda?

– Creo que sí... pero estoy seguro de que no podré entenderlo como quisieras – Era curioso como le conocía tanto al grado de poder intuir que diría pero al mismo tiempo estar en completo desacuerdo con ello; No estaba molesto aún así, lo único que sentía estando a su lado era comodidad, con su cuerpo más relajado y el corazón cada vez más acelerado – Dilo.

– Preso estuve por mucho tiempo... – Soltó una de sus manos para tocar un costado de cuello – Pero ya no.

Deidara sacudió mínimamente la cabeza puesto que no se había equivocado en sus conjeturas.

No podía entenderlo.

– ¿Como puedes insinuar que eres libre cuando aún debes perder la vida por alguien más?

– La libertad no es solamente vivir sin ningún tipo de responsabilidades o ataduras, estar alejado del mundo te puede hacer sentir libre, pero no es lo único – La punta de su nariz rozó suavemente la suya, con la luz intermitente de los relámpagos iluminando la convicción que brillaba en sus ojos – Al final, Deidara, eres libre cuando decides quedarte en el lugar que quieras estar – La mano que aún estaba enlazada a la suya fue llevada hasta posarse encima de aquel inestable corazón, sintiéndolo igual de errático que el suyo – Yo elegí esto. Esta cárcel, estos remordimientos y este final fueron mis decisiones, y no puedo ser mas libre por ello.

– ...Mereces más – No pudo abstenerse de decir, deslizando los dedos por los huesos de su clavícula hasta subir y rodear un costado de su rostro en un gesto tan suave que hizo cosquillear su pecho.

– Todo lo que pudiera llegar a merecer ya lo tengo.

– Soy el responsable de eso, ¿No?

– Desafortunadamente – Concedió con cierto agrado en lo que se permitía acariciarle la piel de sus costillas, tocando a medias el inicio de aquella simpática curva que tanta felicidad le había traído – Debes estar molesto.

– ¿Por ser el objeto de alegría de un bastardo Uchiha? Un poco, pero sé que mañana volveré a encontrar la manera de fastidiarte la existencia, así que no hay problema.

– Solamente tú piensas eso.

– Lo sé – El otro jamás le había dicho nada remotamente parecido a arruinar su vida por mucho que la situación nunca hubiera sido facil, eso más bien era un comentario defensivo que solía utilizar para no hacerle mucha mente al hecho de que su mera existencia, aún sin Kinjutsu, siempre pareció rejuvenecer al genio del clan Uchiha; Deidara reparó en la forma tan significativa e intensa con la cual lo miraba y no pudo evitar sacudir la cabeza – Somos un maldito desastre.

Sorprendentemente, Itachi suspiró en una actitud parecida.

– Sí.

– Y uno muy grande, además. Aunque... – Mostrándose tan altanero cómo solo él podía ser, murmuró – No me interesa.

Labios se posaron muy brevemente sobre los suyos, formandole una inesperada ligereza en el corazón que le hizo latir con algo más de fuerza, llenando cada pequeño espacio con un nerviosismo tembloroso, casi inocente. Era como verse claramente por primera vez, superando una bruma que no sabían que les había estado envolviendo.

– Tampoco a mi.

Deidara le había probado los labios muchas veces, pero no fue hasta que lo hizo de nuevo en medio de la oscuridad que comprendió que jamás le había besado de esa manera, sin el apuro de conseguir un beneficio o el desinterés que se esforzaban en aparentar; Su primer beso había sido atropellado, siendo el segundo algo más parecido a una guerra de egos así como todos los que le siguieron, un complicado pero sencillo cúmulo de deseos expresados en una acción que nunca se permitían disfrutar del todo, presos del temor por sentir algo más allá del placer carnal que constantemente utilizaban de excusa para buscarse.

Habían querido ocultar lo obvio con brusquedad, desafíos y humor negro, fallando una y otra vez al notar que era imposible erradicar aquella delgada línea de cariño mutuo que siempre encontraba la manera de colarse, haciéndoles necesitar algo más aparte de lo que decían querer. Esa línea pareció desquebrajarse en el momento que se observaron a los ojos, ensimismandose por la adoración que encontraban en ellos y terminando por perderse en un mar de besos profundos que a su vez se ahogaban en ternura.

Reírse juntos en cada ocasión era como su marca personal, un ligero capricho que se permitían para disfrutar un poco más del momento, pero ahora concebir la idea era imposible, incluso doloroso. Deidara no podía pensar en reírse mientras tocaba cuidadosamente su piel, delineando el relieve de sus costillas y la blancura enfermiza de su piel, plasmando besos en dónde antes habría dejado mordidas, se tomó la paciencia que jamás había tenido para conocerle de nuevo, volviendo a encapricharse con los vestigios de una vulnerabilidad que solo él había podido ver, atesorandola de la misma forma que hacía con el candor de su corazón, la veneración en su mirada y la suavidad de sus jadeos; Itachi siempre había tenido algo que le instaba de alguna u otra forma, y era ese mismo deseo el que ahora le impulsaba a seguirlo tocando, queriendo y admirando cómo siempre lo había merecido.

No sentía ningún tipo de apuro e Itachi tampoco, se sentía completamente embelesado ante la visión de una piel desnuda que no paraba de sacudirle, la misma que constantemente le robaba el sueño. Siempre había admirado el brillo de su cabello rubio pero nunca antes tuvo el tiempo para acariciarlo cómo debería, para depositar pequeños besos sobre sus párpados cerrados o recorrer su boca sin el apremio de tener que huir por factores que antes les habían separado y ahora parecían haberse desvanecido en el aire. No existía la guerra, tampoco el peso de sus pecados quemando en su espalda, lo único que le pesaba era el corazón mientras se dedicaba a acariciarle con paciencia, deseando grabar en su memoria la transparencia de sus ojos azules, probar el filo pecaminoso de su lengua y tragarse cada gemido que sus manos pudieran provocar.

Le seguía deseando con la mismas arrebatadoras y salvajes ganas que la primera vez, compartiendo una pasión que decidieron volver a demostrarse, solo que ahora de una forma tan sublime que les causó escalofríos; El como un acto que solo habían conocido de forma cruda podía transformase en algo que exhumaba tanta devoción era increíblemente inesperado... y fácil, porque no se les dificultó en lo absoluto tratarse con el cariño y la sensibilidad que el mundo les había impedido exteriorizar desde un principio.

Estaban como hipnotizados, profundamente perdidos en las curvas de su piel y el color de sus almas. No sentían interés alguno en superarse, así como tampoco la necesidad de salvaguardar un orgullo que no les importaba en ese momento, les bastaba con tenerse, respirar sobre el otro, aferrarse con toda la fuerza que cargaba su necesidad y concentrarse únicamente en la existencia de la persona que ansiaban sentir por completo, trayendo consigo la bruma de un placer diferente, ese que conseguía desprender momentáneamente cada una de sus cargas mientras entrelazaban sus manos, olvidando la prudencia, las obligaciones y todo aquello que les alejaba de aquel preciado momento en el que no existía nadie más que ellos mismos.

Se juntaron sus cuerpos pero también lo hicieron sus almas, conectando de tal manera que pudieron imaginar que flotaban en una realidad diferente. Una en donde su súbita y necesitada expresión de cariño no fuese un problema, una en donde sus metas no obstaculizaran su final feliz, en donde la inexistencia de las enfermedades les garantizara una vejez apacible, aquella en la que no estuviera mal el desear que el momento durase para siempre, en donde sus sentimientos no tuvieran que ser reprimidos por su propio bien, que simplemente pudieran permitirse ser felices por el mero hecho de estar juntos aquí y ahora, aceptando finalmente que no era la costumbre lo que les había hecho buscarse por tantos años.

Habría sido sencillo decir que en ese instante comenzaron a quererse, pero lo cierto es que era así desde hace mucho tiempo; Ese día solo se confirmaron sin palabras que los dos ya lo sabían, así como que podían, aún si fuese doloroso a largo plazo, aceptar que les gustaba que fuese de esa manera.

Aun caía la lluvia cuando llegó la noche, con las estrellas ocultas por las oscuras nubes grises y la humedad perpetuando un frío que les era imposible sentir por estar enrollados cómodamente debajo de las sábanas.

– Por cierto, Uchiha... – Deidara estaba casi dormido, acariciando distraídamente los mechones de cabello oscuro de un Uchiha quien hacía algo similar con el abultamiento en su abdomen, trazando palabras imaginarias con la yema de los dedos en lo que reposaba la cabeza sobre su pecho, adormeciendose con el latido de su corazón.

Con los párpados caídos, Itachi inhaló y exhaló perezosamente, apenas alzando un poco la cabeza para ver sus ojos somnolientos.

– ¿Mmm?

– No das tan malos masajes.

Entonces el cuerpo Deidara se vio prontamente sacudido al ritmo de la suave risa de su acompañante, y la calidez de verse rodeado por aquellos brazos le hizo corresponderle de igual manera, envolviendole con los suyos antes de presionar un fugaz beso en su coronilla que terminó de sellar con broche de oro la noche más tormentosa de ese año, pero también la más hermosa.



             OoOoOoOoOoOoO



– Esto ya es ridículo – Se quejó Deidara en lo que esperaba sentado al lado del Uchiha, había un pañuelo gris en su mano y lo apretujaba conforme crecía su nivel de frustración.

Itachi, quien recién se recuperaba de una poderosa oleada de tos sanguinolenta, inspiró hondo para tomar la tela y así limpiarse la sangre que escurría de sus labios.

– No te preocupes.

– No estoy preocupado, estoy molesto – Su ceño estaba fruncido y sus brazos se cruzaban para sostener el peso de su indignación – Que te la pasaras moribundo en Akatsuki no es inusual, pero esto es demasiado hasta para ti.

Para ser una persona con tendencia a exagerar el artista no estaba equivocado esta vez, eso debido a que las crisis más fuertes del Uchiha – aquellas que venían con sangre, alta temperatura y el insoportable dolor – a pesar de no contar con un horario fijo por lo general se manifestaban una o dos veces al mes, dependiendo del esfuerzo que pusiera en sus misiones, siendo justamente aquella que acababa de transitar el segundo episodio que sufría... En la semana.

Itachi terminó de limpiarse los resquicios de sangre y sus pulmones ardieron cuando se detuvo a suspirar.

– Siempre alcanza un punto en el que empeora más.

– ¿Cuál sería el punto más alto?

– Coma, respiración artificial... – Le vió sutilmente de reojo – Muerte.

– Si bueno, esa última ya me la suponía – Masculló sin muchas ganas, no pudiendo evitar exhalar con cierto aire de desaliento – ¿Y ahora que? ¿Más medicamentos?

– Más medicamentos – Accedió con tranquilidad, a fin de cuentas era algo a lo que ya se había acostumbrado.

Deidara chasqueo la lengua.

– Fabuloso.

– Actúas como si fueras tú el que debe tomarselos – Comentó graciosamente, sacándole al artista una mueca de falsa molestia en lo que se cruzaba de brazos.

– Eh, que soy casi como tu médico de cabecera, no me desprestigies tan rápido.

Itachi procedió a sacudir la cabeza para levantarse, queriendo ir a lavarse el mal sabor de la boca. No obstante, le acarició el brazo a su compañero en el proceso, agradeciendo en silencio su compañía mientras que una mínima pero sincera sonrisa adornaba su agotado rostro.

Gestos parecidos abundaban en los últimos dos días. Eran cosas pequeñas, como un roce ocasional durante el desayuno, una sonrisa al despertar, recostar un momento la cabeza sobre el otro o meter excusas para recibir un abrazo, aunque habían ocasiones en las que ocurrían cosas más significativas. La noche anterior, por ejemplo, debido a la oscuridad de la habitación Deidara no pudo calcular bien la distancia entre sus rostros y terminó recibiendo un beso en el puente de la nariz; Se había quedado absorto unos dos segundos, embobandose tan estúpidamente por la dulzura de aquel inesperado accidente que terminó estirandose para depositarle uno también, pero en el mentón.

Ahora lo recordaba con un bochorno tremendo, pero en ese momento había abundado de todo menos vergüenza.

No obstante, todo ese desborde de emociones venía con un pequeño pero significante detalle.

– Procura no morir todavía, Uchiha – Deidara formó un gesto que aparentaba completa despreocupación al verle en el marco de la puerta con la capa de Akatsuki puesta de nuevo – Que aún no has terminado de recordar cuál de esos postres es mejor y me ofendere si te mueres sin decirme.

– Haré lo que pueda – Inevitablemente rió un poco, aunque fue breve gracias al vacío del momento.

Ahora la despedida era más dura.

Algo dudoso por los acontecimientos de su última partida, Itachi dió un paso hacia él, a lo que Deidara decidió en ese momento que no se moriría más rápido si agregaba otro momento bochornoso a la lista.

Le otorgó la dicha de compartir un abrazo corto pero significativo, apenas roto por el breve recorrido de los dedos ajenos sobre la extensión de piel en su abdomen.

Itachi tenía en su rostro una expresión muy suave.

– Cuídate – Era su despedida habitual, resultando diferente al Deidara agregar un pequeño bonus junto a una sonrisa.

– Tu igual.

Quedarse solo esta vez no es que se sintiera mal de alguna forma, quizás solo debía aceptar que así como le gustaba su espacio a solas, tampoco se hubiera quejado si ese Uchiha se hubiese quedado un par de días más.

"Realmente somos un lío de lo más jodido..." Dejó salir el aire con brusquedad, frustrado ante las sensaciones que le atosigaban y al mismo tiempo sintiendose cómodo con ellas. No era tan idiota como para creer que la profundidad de sus sentimientos era un asunto nuevo, pero aceptarlos era un tema totalmente diferente que no se creía capaz de manejar por el momento, menos cuando el compartir inquietudes y momentos vulnerables les había hecho ignorar por completo cualquier tipo de prudencia. De su parte no le sorprendía tanto ya que era terco por naturaleza, deteniéndose solo cuando alguien se le atravesaba en medio y era evidente que Itachi no tenía ganas de interpretar ese papel, viéndose aún más estúpidamente envuelto en el momento que él mismo.

"Somos imbéciles" Dictaminó sin poder dejar de darle vueltas al asunto, repasando continuamente sus propios sentimientos hasta que broto de sus labios el primer suspiro. De allí en adelante no pudo sino repetir la acción una y otra vez en un acto inconsciente, dejando que transcurrieran de esa manera los siguientes días.

– ¿Ah? – Parpadeó al sentir como Kaiyah le había dado un golpecito en el vientre durante la revisión para captar su atención.

– Te pregunté si estabas bien – Ella alzó una ceja, consiente de que desde hace rato su paciente andaba como alucinado.

– Ah si, todo bien.

– De acuerdo – No creyéndole en lo absoluto pero recordando que con él siempre era mejor no presionar las cosas; Dió un vistazo extra al revoltijo de energías y asintió – Todo esta bien por aquí, pero me está empezando a preocupar tu salud.

– Yo me siento bien – Las reservas de chakra le mantenían a flote y había comido un poco más durante la visita del Uchiha, por lo que se mostró confuso – Aparte de lo usual, claro.

– Que te sientas bien es buena señal, pero no creas que no me he dado cuenta que no has subido de peso.

A Deidara le subió tanto la ceja que bien se pudo haber fusionado con el nacimiento del pelo.

– ¿Más?

– Si, Deidara, más – Ella se vió algo más seria – Lo normal es que tanto tu cuerpo como el de esa cosita vayan evolucionando poco a poco al mismo tiempo.

– ¿Pero si lo ha hecho, no?

– Él si, tu no – Para tener un color de ojos tan suave, Kaiyah sabía como ponerlos de modo que se vieran curiosamente filosos – El peso que has subido no está en tu cuerpo, no necesariamente. Es más bien la combinación de lo que pesa el Kinjutsu más la hinchazón que tienes en algunas partes, pero tu cuerpo en general no ha subido ni un solo kilo. ¿Que acaso no estás comiendo bien?

– He comido – Respondió él de forma defensiva – No sé si bien, pero lo he hecho.

– Y sigues entrenando.

– Si.

– También noté que no pareces estar durmiendo mucho.

– Cuesta dormir cuando te duelen hasta las células – Era más fácil cuando tenía a Itachi cerca para darle energía, pues al quedarse solo debía combatir con una guerra interna que le dejaba completamente agotado y sin fuerza alguna para descansar como debería.

– Eso pasa porque te extralimitas demasiado con las actividades físicas y no recuperas energía. Te he dicho que el chakra te proporciona mucho, pero no todo. Y si no comes ni descansas...

– Voy a colapsar tarde o temprano – Finalizó en un tono que indiscutible era de hastio – No va a pasar, ¿Vale? Aún me queda chakra de sobra, lo único que debo hacer es dormir un poco más.

– Y comer, Deidara, por el amor de Dios – Se llevó ambas manos a cada lado de la frente mientras rezaba por paciencia – Come lo que debes y te prometo que no te seguiré fastidiando.

– Ya – Soltó él, echándose a un lado para poder acomodarse. Su invitada hizo lo mismo, deseando retirarse para terminar de acomodar sus cosas y haciendo una pausa al verse llamada nuevamente por su paciente – Por cierto, Kaiyah, necesito investigar algo de medicina y creo que tus pergaminos podrían ayudarme.

– ¿De medicina? – Aquello le resultó extraño por unos segundos, luego asintió con la dadivosidad que le caracterizaba – Aquí no tengo todos mis pergaminos pero siempre cargo un par con la información básica, ¿Te sirve?

– De hecho si, no es un mal lugar para empezar – Procurando no verse demasiado obvio, señaló dudosamente en dirección al pasillo – ¿Están en la habitación?

– Al fondo junto a los instrumentos quirúrgicos – Le instruyó ella, haciéndolo dirigir a dónde le indicaba con una prisa que fue interrumpida cuando alzó la voz – Por cierto, Deidara...

– ¿Si?

– Hoy la revisión fue más educativa que de costumbre. El chakra que lo cubre está más delgado así que eso prueba de que a pesar de todo está progresando como debería. Sigue creciendo algo lento por dentro pero por fuera todo está en orden, incluso más de lo que esperaba – Al no captar por completo la indirecta, el ex miembro de Akatsuki le hizo una mueca confundida que a ella le sacó un suspiro, procediendo a revelar con entusiasmo –: Ya me ha dejado ver qué es.

– ¿Que es qué? – Fue un cuestionamiento ridículo hasta para si mismo, no pudiendo procesarlo por el factor sorpresa aún si a ella no pareció afectarle.

– Me refiero a que hoy fue menos mañoso y me dejó echarle un vistazo rápido, no es una conjetura del todo fiable pero estoy casi completamente segura de cuál es su sexo – Viendo que el chico no parecía tener nada que decir al respecto, le observó fijamente – A lo que voy con esto es ¿Te gustaría saberlo también?

El rostro de Deidara se mantuvo unos segundos sin expresión alguna, terminando de comprender por completo la pregunta para después endurecer su semblante.

– No.

No esperó a que le diera una respuesta, desapareciendo casi de inmediato por el pasillo en lo que Kaiyah se quedaba suspirando en la sala.

"Supongo que deberé esperar a que Itachi regrese..."

Obviando la preocupación de la doctora, Deidara procedió a sentarse en el suelo mientras bufaba. No se sentía molesto con Kaiyah particularmente, aunque si le fastidiaba un poco que siempre anduvieran mencionando a su alrededor temas de los cuales no quería saber absolutamente nada; Era cierto que le importaban las cosas que eran necesarias como si el tamaño era el adecuado, si su formación era correcta y todos los detalles del nacimiento, esto tanto para cumplir con su parte del trato como para, en una pequeña medida, ofrecerle a Itachi la oportunidad de cumplir satisfactoriamente con uno de sus sueños olvidados.

Él estaba a punto de ser libre y cumplir su sueño, como mínimo deseaba que Itachi pudiera disfrutar al menos un tiempo del suyo.

Aquello, sin embargo, no quitaba que seguía frustrandole que hablasen de temas que no eran de su incumbencia. A Deidara no le importaba de que color tendría el cabello, como sería su carácter o si en el futuro superaría su estatura pues tampoco es como si estaría ahí para poder comprobarlo. Habiendo repetido aquello tantas veces, a su público debería parecerle lógico que preguntarle sobre el sexo del pequeño monstruo era una decisión absurda puesto que ya había dejado bien en claro que no le interesaba saberlo; Le daba totalmente igual si su dolor de cabeza personal era un niño o una niña, a fin de cuentas nunca le vería crecer y tener ese conocimiento podría terminar siendo más problematico que otra cosa.

Ya con Itachi era un tema diferente pues nadie dudaba que seguramente se mostraría interesado por saber el sexo de su primer y posiblemente único hijo.

"Aunque ahora que lo pienso..." Se vió intrigado en lo que desdoblaba el primer pergamino, preguntandose si aquel Uchiha tendría una preferencia en particular; Teniendo en cuenta sus antecedentes quizás le agradaría la idea de tener un varón, ya que con eso de que tenía experiencia con Sasuke tener un hijo resultaría un terreno conocido que podría recorrer más tranquilamente. Aparte de que también podría intentar corregir algunos de los errores que cometió en la crianza de su propio hermano. Eso, sin embargo, tampoco eliminaba el hecho de que hubo una época en donde el matrimonio Uchiha se había preparado psicologicamente para tener una niña, y aunque un joven Itachi había asegurado que el siguiente retoño de sus padres tendría un buen par de pelotas, tampoco es que la idea de una hermana le fuese molestado.

A la final, Deidara simplemente podría estar seguro de que Itachi terminaría adorando cualquier cosa que tuviera.

"Siempre tan conforme..." Rodó los ojos por el típico repelus que le provocaba la iridiscente pureza de su desinteresado corazón; Bufó sin ganas "Solamente yo me meto en una organización criminal y me termino fijando en el único que tiene alma"

La búsqueda de información se alargó por un buen rato ya que técnicamente ni siquiera sabía lo que estaba buscando. Temas relacionados a enfermedades respiratorias y problemas cardíacos eran bastante acertados, aunque no podía encasillar a Itachi con ninguno en específico, parecía más como si su cuerpo fuese un extraño compuesto hecho por pequeños pedacitos de diversas enfermedades, convirtiéndolo en una bomba de tiempo carente de cura y esperanza.

Deidara no estaba buscando una cura por mucho que internamente quisiera hacerlo, esto debido a que aún si tuviera la salud de un toro de nada servía si de todas formas estaba dispuesto a lanzarse a las vías del tren por Sasuke; Lo que realmente esperaba encontrar era algo útil en su condición, quizás algo relacionado a analgésicos, algún método preventivo o que atrase el proceso de deterioro. Aún si no viviría mucho, el artista quería que pudiera disfrutar con mayor facilidad sus últimos meses, y colaborar con la causa resultaba bastante difícil si debía detener el juego previo cada vez que le atosigaba esa despiadada tos.

El silencio se extendió con la llegada de la madrugada, enfocándose tanto en la búsqueda de algo que pudiera serle útil que apenas notó la aparición de Ren, acordándose de ir a saludar a una hora en la que ya ambos debían estar más que dormidos. Pudo haberse lamentado su falta de cortesía, pero unas palabras que logró leer por el rabillo del ojo terminaron captando su interés.

"Esto..."

No era nada de lo hubiera pensado que le serviría, al contrario, eran unas indicaciones preventivas sobre el uso excesivo de chakra cerca de pacientes en estado crítico. Aparentemente existían algunas técnicas que no se podían hacer cerca de pacientes inestables pues eso podía afectarles de alguna u otra forma, y generalmente era para mal.

Era apenas una recomendación para los aspirantes a ninja médico, pero la inscripción le encendió una alarma que fue imposible apagar.

– ¿Que quieres ahora? – Murmuró un adormilado Ren quien dormitaba en el sofá, levantando la cabeza con malhumor al ser sacudido por su paciente.

– Dijiste que habías investigado sobre mi caso, ¿No?

– Si – Ahogó un bostezo, estrellando nuevamente la cara contra la almohada – ¿Y que?

– ¿En qué lugar encontraste esa información?

– En muchos sitios, la verdad. No recuerdo exactamente cuántos visité de camino aquí, aunque hubieron dos o tres que si me dieron bastante información útil.

– Dame la ubicación – Exigió entonces, provocando que Ren se incorporase un poco con sospecha.

– ¿Que estás tramando, rubio?

– Nada que terminara conmigo muerto si es lo que te preocupa – Le sacudió una mano antes de extendersela con impaciencia – Ahora dame las ubicaciones exactas, las necesito ahora y no creo que quieras que despierte a Kaiyah para que me las diga.

– Mierda, no – Se sentó a la velocidad de la luz para tomar el anotador que había en la pequeña mesa de al lado – Esa mujer me da escalofríos cuando está enojada.

Deidara espero a recibir la pequeña nota que contenía sus próximos destinos, no llegando a agradacerle cuando el médico le habló en un tono por demás curioso.

– ¿Que acaso tú y el Uchiha están conspirando algo en secreto? Porque se me hace demasiado raro esto de que estén haciendo turismo secreto a bibliotecas antiguas.

Echando ligeramente la cabeza atrás, el artista hizo una mueca.

– ¿De que estás hablando?

Alzando ambas ceja con lentitud, Ren se adelantó un poco y dió un toquecito con el dedo índice a la segunda ubicación que había escrito en el papel.

– Él también preguntó por este sitio hace un tiempo.

– ¿Cuando?

– Mmm, más o menos por las fechas de su primera visita con nosotros aquí. Ya sabes, cuando se hizo la revisión entre todos.

Los ojos azules que antes se habían abierto levemente por la sorpresa terminaron achicandose con cierto nivel de peligro mientras una molestia comenzaba lentamente a burbujear en su pecho.

"Voy a matar a ese imbécil si es lo que yo creo"

– ¡Óyeme! ¿A dónde vas? – El castaño se alarmó lo más silenciosamente que pudo al verlo dirigirse a la puerta, con su escándalo no siendo suficiente para detener a Deidara quien despreocupadamente alzó el papel en alto.

– Tengo algo que hacer.

– Son las dos de la maldita mañana – Se vio incrédulo, a lo que solo le observaron de reojo con cierto desafío.

– ¿Y?

– ...Pues nada, que Dios te bendiga – Procedió a hacerle un cruz algo floja con las manos antes de meter la cabeza bajo las sábanas, tenía demasiado trabajo encima como para interrumpir su sueño intentando evitar que Deidara hiciera algo que de todas formas terminaría haciendo tarde o temprano.

Escaparse del cuervo fue algo más difícil de lo que había creído, pero agradeció sus habilidades de sigilo moldeadas en sus años sirviendo a Akatsuki y se adentró en el bosque sin mirar atrás, dispuesto a resolver la incógnita que ahora le revolvía el cerebro.

La mañana le llegó muy rápido, no se había detenido a descansar mucho y aunque su cuerpo necesitase detenerse un par de minutos, se dijo a si mismo que se encargaría de reposar bastante cuando llegase a los terrenos que rodeaban la biblioteca. Al menos esperaba encontrar alguna posada donde poder dormir, a ser posible una con bañera, pues no le vendría mal algo de agua caliente; Sin embargo, a no menos de cinco kilómetros de su primera parada terminó cayendo rápidamente al suelo para camuflarse entre unos árboles, guardando silencio en lo que veía como el pueblo que tenía frente a sus ojos terminaba por consumirse en llamas y una figura caminaba con parsimonia sobre el fuego.

Cuando logró distinguirla, resoplar con frustración fue inevitable. El cosquilleo en su columna le aviso del vértigo, pensando en todo momento que definitivamente si su vida era una sucesión de eventos inesperados, justamente se encontraba en el lugar más desfavorable posible, en el momento menos indicado y estando en presencia de la peor persona con la que pudiera toparse.

Parado en medio de la destrucción como el ángel de la muerte que era, el Sharingan de Uchiha Madara brilló peligrosamente.






Continuará...

Notas finales:

Banda, apareció Madaraaaa! Ajá, ustedes creyeron que ese hombre se iba a ir tan fácilmente? Pues nel, ahora pueden imaginarse a gusto un trío con el Obito y Deidara con pancita xD 

Nah, es joda. O quizás no XD 

Por cierto, yo sigo sin saber que creen ustedes sobre su la cría tendrá o no un buen par de pelotas como el Sasuke (Pequeña uva, yo se lo que tú quieres que sea más no lo que piensas que podría ser, hay una diferencia y me matas con el suspenso) así que no me dejen con la intriga y cuéntenme que piensan de eso, a ver si entre todos nos lanzamos una apuesta (Relax, aquí nadie va a apostar el culo) y quién gane no se, les mando galletas UwU 

Un abrazo! Volveré muy pronto así que no me extrañen, y prepárense que esto cada vez se pone mejor xD 

Un saludito.

Menma.

 

Edit: Aclaraciones que olvidé por pendeja xD 

1_ Deidara aquí ya tiene 20 semanas de gestación, se que ya lo dije en meses pero igual para que también vayan en secuencia con las semanas ya que es más exacto.

2_ Lo que pesa el Kinjutsu es básicamente los gramos que pesa la cría más el chakra que la rodea, y si, yo sé que el chakra técnicamente no pesa un carajo pero considerando que está comprimido y mezclado algo habrá de pesar 

3_ Lo que dice Kaiyah es básicamente lo mismo que si ustedes se subieran a una balanza cargando una piedra, obviamente van a pesar más pero no porque hayan subido de peso sino porque cargan con un cuerpo externo que cuenta con sus propias medidas, pues en el caso de Deidara es lo mismo, la cría creció y el aumento de su abdomen le hace estar más pesado, pero su cuerpo en general no ha subido casi nada de peso.

 

 

 

 


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