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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Pequeña uva, tus deseos son órdenes UwU


                           VI

         I don't wanna live forever

  Cause I know I'll be living in vain

    And I don't wanna fit wherever

I just wanna keep calling your name

       Until you come back home


La arcilla sabía raro.

Tenía ese pensamiento desde que comenzó a utilizarla, no sabía para nada a tierra aunque su textura pudiera recordarle a la arena de playa recién mojada. Se parecía mucho, de hecho. Su material de uso personal era manipulable, suave y olía un poco a mar, pero también era diferente en muchos aspectos, por ejemplo podía moldear con ella figuras monstruosas que explotaban, así como animales que le ayudaban a transportarse. Para eso estaban las bocas en sus manos, para darle forma a aquello que pensaba en crear. La diferencia entre esas veces y esta, es que lo que quería crear era tan inmenso, enorme y devastador, que sus bocas secundarias no eran suficientes para abarcarlo todo.

Por eso se metió todo el material a su boca. Jamás había hecho esta técnica antes, simplemente la había pensado más nunca la puso a prueba. Y aunque no tenía ni idea de si saldría bien o le daría tiempo de escapar, no le importó. Estaba más que dispuesto a masticarla y que fuera lo que el destino quisiera. Ya sea que explotase la base o solamente él, estaba demasiado exaltado como para pensarlo a fondo.

Entonces apareció algo.

No sintió la presencia en lo absoluto. Fue como si de pronto un fantasma se hubiese materializado su lado en una especie de aparición repentina, rodeado por unas sombras negras que parecían revolotear a su alrededor. Su gesto se veía duro, y lo fue aún más cuando una presión aguda le resonó en la mandíbula gracias a la mano que se la sostuvo desde abajo, separandola de la superior e impidiéndole masticar.

Deidara no le tenía miedo alguno, pero lo mortal de sus ojos parecía querer que así fuera.

Musitó una sola palabra.

– Ábrela.

"No" La fijeza de sus ojos claros no daba espacio para la duda, y eso al otro le resultó más que obvio.

Sin embargo, él tampoco era conocido por rendirse fácil.

– Abre la boca.

"Que no, maldita sea"  Fue casi como si le escuchaste renegar a gritos, pues su cara de terquedad lo dejaba más que en evidencia. Sabía que realmente ambos estaban en un terreno algo inestable teniendo en cuenta que ninguno de los dos era conocido por pelear mucho cuerpo a cuerpo, pero siendo honesto llevaba las de perder. No le veía el sentido a pelear porque aparte de no estar en su elemento, una lucha con él no estaba en sus planes de ese día. Lo único que quería era hacer esa técnica y explotar todo, y para conseguir eso tenía que masticar la arcilla, por lo que su negativa fue más que firme. Además, que no pudiera mover la boca tampoco significaba que la iba a abrir.

El aludido se reservó la respuesta para el implícito desafío que le ofrecían esos ojos azules; Le veía endurecer el gesto y apretar los dientes como si le estuviera retando en silencio, y aunque no se esperó que lo siguiente que hizo le amedrentara, si captó aquella chispa de intriga ansiosa cuando el negro en sus ojos se desvaneció en un espiral carmesí. Uno peligroso y mortífero.

Itachi Uchiha habló en una voz gruesa y muy dura.

– Escúpelo.

Como ya el experto había dicho, la arcilla sabía raro, algunas veces más que otras pero nada a lo que no estuviera acostumbrado ya.

Al menos hasta ese momento.

Un resquicio de algo salado, agrio y rasposo comenzó a esparcirse por el material aprisionado en su boca, como si de pronto alguien le hubiese vertido una mezcla de la sustancia más asquerosa que pudiera conseguirse en el planeta. Sus labios se apretaron entre sí, intentando contener el asco que sentía por su propia arcilla; No era tan imbécil, sabía a la perfección cómo funcionaba el Genjutsu aún si no era el mejor utilizándolo, pero si era difícil tratar de convencerte en un caso normal que lo que sientes no es real, lo era aún peor si el que te lo hacía creer era el Dios experto en la materia.

Movió involutariamente la lengua, probando sin querer la rugosidad del material y sus partículas asquerosas. No abrió la boca, sin embargo. Se quedó muy quieto, mantiendo fija la mirada en alguien que, en contraste a su rabia, se veía envuelto en una tranquila concentración.

El sabor estaba empeorado a cada segundo, como si algo paulatinamente se estuviera pudriendo en su boca, dejándola más suave y flácida por la humedad que estaba empezando a producir en rechazo a eso que se negaba a soltar; Comprendía sin problemas que él también le estaba retando, empujándole cada vez más hasta que se rindiese. No quería, pero comenzaba a llegar a su límite de tolerancia, por lo que decidió avanzar a cualquier otro lado, buscando poner más distancia entre su mente y la poderosa compulsión. Pero la mano no le dejó ir, aún cuando buscó estamparle un puñetazo en la cara que el otro se las arregló para evadir sin soltarle, y aunque no tuvo la misma suerte con el fuerte reverso que le profirió en las costillas, fue ese desequilibrio el le ayudó a tirar del artista hacía un lado, ubicandolo en un ángulo que dificultaba los golpes directos. Deidara lo seguía intentando a pesar de ello, y él, movido por una inesperada adrenalina, le seguía el juego; Estaban prácticamente peleando parcialmente pegados y sin intenciones de separarse, pues parte de aquello que estaba usando le estaba bloqueando de una manera que avanzar del sitio no estaba resultando para nada sencillo.

Completamente harto de todo, Deidara bajo el puño en un movimiento rápido y lo dirigió a su reserva de arcilla. Conocía de sobra las técnicas del Uchiha, y aún si sabía que podía usar la misma habilidad que utilizó el día de su reclutamiento, también sabía que esta vez no planeaba cancelar la detonación, no importa sobre quién estuviera encima el cienpiés.

Su historia en Akatsuki había durado demasiado. Era hora de darle un final ¿Y por qué no ahí? En presencia de la persona con la que había iniciado todo.

La resolución iluminó sus ojos, movido por una determinación que no estaba teñida por miedo. Estaba completamente decidido a morir en ese momento, y ya su mano izquierda había comenzado a masticar la arcilla cuando eso pasó.

La aparición de esa sombra que lentamente comenzaría a envolverlo hasta hundirlo, aquello que le daría inicio a todo lo malo que le pasaría en la vida...; En un momento no existía nada en el mundo que su creación y sus últimos segundos de vida... luego todo eso se desvaneció cuando la misma presión en su mandíbula tiró de él hacía adelante para hacerle chocar contra algo más suave y tibio que le rozó los labios por apenas unos segundos, casi como quien acaricia a un animal peligroso con una rígida precaución.

A Deidara se le fue la idea, se le abrieron los ojos, se le borró la coherencia, el diseño para moldear, la táctica de pelea, pero más importante aún: La concentración.

Se hecho hacia atrás, y realmente no le impresionó que nada le detuviera esta vez, porque el gesto de dolorosa tortura en su cara fue suficiente para saber que tenía una sola acción en su mente, y no era masticar esa arcilla. Aguantó apenas unos segundos más, luego se apoyó sobre el tronco de un árbol para finalmente escupir en unos arbustos toda esa masa amorfa y desagradable con un sonido ahogado brotando de su garganta. Siguió haciéndolo hasta que pudo recuperar el aliento y deshacerse de ese putrido sabor, sintiendo las náuseas taladrarle en la base de la garganta.

Estaba casi de rodillas, con los pulmones lastimados por el escaso oxígeno que se había permitido digerir para no respirar la podredumbre, pero aún así se las arregló para pronunciar un bajo y arrastrado:

– Maldito bastardo infeliz...

A Itachi el insulto pareció resbalarle con una suavidad envidiable.

– ¿Tanto deseas morir?

– ¿Tanto te cuesta dejarme hacerlo? – Respondió él, sintiendo como la sensación de repugnancia desaparecía junto el rojo de sus ojos, incluso de se desvanecieron parte de las náuseas; Al ver que no le respondía, se cubrió la boca con el dorso de la mano, limpiándose en lo que también recordaba otra sensación – ¿Y eso que demonios fue?

– Estrategia – Su voz era simple, sin ningún tinte de algo más interesado, aunque su intuición le decía que eso no era del todo cierto.

Torció la boca.

– Vaya mierda de estrategia.

– Funcionó – Le hizo notar, enfureciendole aún más.

– Eso no es lo que importa – Se irguió está vez, sintiéndose extrañamente molesto y estafado - Me importa muy poco que seas un Uchiha, el asesino de toda una población o un maldito Dios reencarnado en la tierra, uno no juega con esa mierda.

– La vida es frágil y corta pero juegas con ella todo el tiempo, tanto con la tuya como la de otros – Pareció dar un paso, aunque no podía estar seguro si le estaba mirando la cara – No respetas a nadie cuando haces la explosiones, ¿Como esperas recibir lo que nunca das?

– El como hago las cosas no es tu maldito problema.

– No, no lo es – No se mostró molesto en lo absoluto – Pero deberías considerarlo.

– ¿Para que? ¿Para ser como tú? – Se esforzó para sonara tan estúpido como lo creía – ¿Un bastardo arrogante más muerto que vivo? No gracias, no me interesa. Tengo más posibilidades de sobrevivir siendo yo mismo que teniendo que lidiar con toda la porquería que tú te cargas.

Itachi esbozó una pequeña sonrisa.

– Resulta curioso que menciones ese punto tomando en cuenta que hace poco no te interesaba morir.

– No lo hace – Soltó él muy serio, avanzando un poco – Pero si voy a desaparecer no será porque alguien me lo ordene o algo me obligue hacerlo. Será a mí manera, como siempre debió ser.

– ¿Y debía ser ahora? – Cuestionó en una expresión de seriedad algo más intensa.

Al contrario, Deidara frunció el ceño, aceptando que ahí habia perdido un poco el argumento.

– ... No exactamente.

– Entonces creo que no he podido ser más oportuno.

Perdiendo esa frágil chispa de inusual interés, el negro volvió a cubrirse de indeferencia cuando se dió la vuelta, avanzando sin prisas por el mismo lugar del que había llegado sin ni siquiera molestarse en saltar, simplemente comenzó a caminar para volver; Deidara le vió la espalda con un desconcierto que se transformó en la ira usual a la que estaba acostumbrado, por lo que apretando los puños y componiendo una cara de molestia, no pudo evitar gritarle.

– ¡No vas a poder llegar siempre a tiempo!

El Uchiha detuvo su andar, girandose apenas con una cara de dureza.

– ¿Eso es una amenaza?

– Tómalo como te dé la gana – Resopló él, viendo probable que le diera una respuesta filosófica.

Pero no.

Bajo la mirada un poco, esos ojos negros enfocados en el suelo por un segundo que resultó increíblemente largo, luego la subió de nuevo, y algo más ligero le cruzó el rostro cuando le dedicó una sonrisa extraña que distaba mucho de las que antes le había visto hacer; Prosiguió con su camino después de eso, sin comentar o hacer nada más que desaparecer en las sombras.

Y a pesar de que una vez lejos se le pasó la peregrina idea de volverlo a intentar solo para fastidiarlo, se dijo que tenía que cumplir con sus propias palabras. Si moría, sería porque realmente lo quisiera, no porque alguien le provocase, tampoco por capricho. De modo que se permitió calmarse como la gente normal lo haría, camino un rato, dió un trote suave por los alrededores y luego se quedó el resto del tiempo esculpiendo debajo de un árbol, dejando que el olor natural del bosque le aliviase un poco el estrés acumulado; Permitió que su mente divagara por un rato, pensando en cómo mantenerse cuerdo dentro de Akatsuki y la excusa que le daría a Sasori por haber tardado tanto.

Obligó a su cerebro no volver a pensar en temas depresivos o suicidas mientras finalmente volvía a la base, y solamente cuando estaba a punto de llegar, es que se permitió pensar por una única vez en la sensación de su boca contra la suya. En lo magnético que había sido tenerlo cerca. En el espacio infinito que pudo visualizar dentro de eso ojos negros. En la manera como había visto sus párpados ablandarse, casi como si hubiera querido cerrarlos. En el inestable pero intenso contacto...

Y en cómo, por mucho que se repitiera lo contrario, sentía que no había sido del todo desagradable esa estrategia.



   

                  OoOoOoOoOoOoO





Sasori había sido más que claro desde que su compañerismo había empezado, poniendo sus condiciones para lo que él consideraba una convivencia sana basada en tres simples reglas: No hacerlo esperar, no tocar sus cosas y no insultar su arte.

Y aunque era más que evidente que Deidara no las respetaba todo el tiempo, Sasori siempre le había tenido una dosis extra paciencia, digna de todo el esfuerzo que le había puesto para llevar el título del mejor compañero que había tenido. Por ello, y no porque fuera alguien particularmente sentimental, es que por mucho que le regañase nunca había tratado de matarlo más allá de apuntarle con la cola de Hiruko en un ataque que siempre le era fácil evadir. Sin embargo, ese día al regresar si que le había estado esperando un sermón de lo más poderoso. Le repitió un montón de veces que tenía que aprender de una vez por todas a reprimirse, que defenderse no significaba poner en peligro su posición, que no todas las guerras están hechas para ser luchadas, que repetir una y otra vez que no moriría joven no servía de nada si no hacia algo para que eso fuera realmente posible.

– Eres mi compañero – Le había gruñido a un Deidara que solo miraba distraídamente el horizonte – Puedo hacer muchas cosas por tí, pero enseñarte a usar el cerebro no es una de ellas. Hidan en un completo estorbo y si quieres deshacerte de él puedes hacerlo, pero no lo hagas a costa de sacrificar tu puesto. Has trabajado demasiado como para que lo pierdas todo por no saber controlar tus berrinches, si lo que quieres es que te respeten entonces se astuto, piensa las cosas antes de hacerlas y deja de renegar en voz alta, que eso solo te trae problemas.

– Hmm – Asintió un poco en un gesto ausente.

Al pelirrojo pareció disgustarle su falta de atención y el que ni siquiera se estuviera molestando en responder, pero Deidara no lo hacía a propósito, simplemente no tenía ganas de discutir y también se encontraba algo pensante.

– Guardate tus pensamientos para ti mismo, Deidara – Fue su última sabia encomienda.

– Vale.

Tras unos arrolladores veinte minutos, Sasori abandonó su intento de hacerlo reaccionar. Tanto porque sabía que no tenía remedio como porque estaba al tanto de que no le estaba prestando la más mínima atención. Intuía que nada que lograse mantener esa boca callada podía ser bueno, pero si su compañero no le comentaba, él tampoco iba a preguntar.

Sasori era como un caja de seguridad, podía guardar en ella las cosas que le inquietaba y él las guardaría como propias, pero si Deidara decidía no guardar nada más, él no objetaba nada al respecto.

Deidara se tomó ese día para vagar un rato después de eso. Recuperó fuerzas durmiendo y posteriormente decidió ir a entrenar en el bosque para soltar algo de estré. Su mente ya estaba lista para crear algunas esculturas cuando vió aquello por el rabillo del ojo.

"¿Mmm?" Giró la cabeza con extrañeza cuando vió al Uchiha muy cómodamente viendo el cielo a unos cuantos metros de su área particular de entrenamiento. Estaba curioso puesto que Itachi muy escasamente entrenaba por esa zona, él se lo atribuía a su enfermedad y que posiblemente no le convenía mostrar debilidad en un lugar público.

Se encogió de hombros, el bosque era bastante amplio de todas maneras.

Sin embargo, volvió a fruncir las cejas al llegar a la nueva ubicación.

"¿Y ahora?"

Se había ido saltando lo más rápido que pudo para llegar a otra zona lo suficientemente despejada para realizar sus explosiones sin perjudicar los terrenos de la base, pero se terminó desubicando al ver de nuevo ese porte de Dios sentado en la rama de un árbol. Le miraba fijamente en esta ocasión, y nada más como para confirmar la idea, se dió vuelta y se aseguró de irse a una de las zonas más lejanas que tenían, casi rozando los límites de Akatsuki. No habia nadie en el lugar, pero no dejo que eso le dejase tranquilo. Al contrario, tan desconfiado como era se concentró en sus alrededores, y una vez sintió ese chakra asentado en un punto cercano, se encontró poniendo los ojos en blanco "Ah no, esta mierda no"

No se preocupó en ser discreto ni tampoco educado, netamente se plantó ante él con un ceño fruncido de muy poca paciencia.

– ¿Que coño estás haciendo?

– Me lo tomé como una amenaza – La honesta sencillez de su respuesta le dejó mas confundido aún.

Le costó un par de segundos, luego se recuperó con más incredulidad que antes.

– ¿Es en serio? – Su única contestación a eso fueron par de cejas alzadas que parecieron darle la obvia respuesta; A Deidara estaba un paso de temblarle el ojo – Esa estrategia no te va a funcionar toda la vida.

Sin dejar la expresión anterior, la cabeza también se ladeó un poco.

– ¿Eso también es una amenaza?

– ¿Habría alguna diferencia si dijera que no?

– Tal vez.

– Entonces no.

Se sostuvieron la mirada con una especie de desafío que seguramente nadie encontraría sano ni recomendable en una relación de amistad, pero como no eran amigos en lo absoluto, entonces no pasaba nada; Itachi dejó correr un par de segundos antes de abandonar esa inesperada guerra de miradas para cerrar los ojos y echar ligeramente la cabeza hacia atrás en una pose muy despreocupada.

– ¿No ibas a entrenar, Deidara?

El artista resopló con molestia, su actitud era una mierda en muchos sentidos, y lo curioso es que la suya también, solo que en ámbitos diferentes. Por ello y porque sencillamente toda esa corredera le había servido de calentamiento, se alejó sin pensar en la distancia y comenzó a hacer lo que más le gustaba sin prestarle atención. Creyó que quizás su falta de interés podría terminar por correrle, pero resultó que verdaderamente lo único que el Uchiha quería era garantizar que no intentase volarse la cabeza de nuevo, y como no le interrumpía las prácticas ni tampoco hacia algo que le hiciera querer asesinarlo, dejó que se quedase allí ese día.

Ese y todos los demás que le siguieron.

Pues aunque no era en todos los entrenamientos, cada vez que comenzaba a practicar con algo que requiriese un nivel elevado de material explosivo, Itachi aparecía como si ya lo supiera de antemano. Jamás le decía una palabra, pero se sentaba a una cierta distancia que le permitía observar la escena sin verse demasiado obvio. Deidara le ignoraba casi todo el tiempo, en especial cuando notó que además del ojo que le echaba de vez en cuando para asegurarse que no iba a atragantarse con la arcilla o explotarse las extremidades, se la pasaba viendo mas el cielo que a él. Haciendo más o menos lo mismo que en la azotea solo que ahora compartían el momento de una manera diferente.

Deidara comprendía la iniciativa de Itachi por querer evitar su suicidio, y aunque la moción no fuese mutua, el artista era hombre de adorar la igualdad.

El Uchiha dejó a medias su lanzamiento de shurikens para ver a un punto en específico. Allí en donde muy tranquilamente Deidara le daba vueltas a una masa de arcilla sin forma, pensando en que figura crear.

Sabía que sonreír solo lograba reforzar sus ideas, pero fue casi imposible no hacerlo. Y el rubio, quien parecía que no le prestaba atención a su entrenamiento cuando lo cierto era que si, sonrió un poco también, aunque no le miró en ningún momento.

"Somos raros" Terminó determinando el más joven mientras veía al azabache entrenar de la misma forma que seguramente le observaria a él cuando fuese su turno, haciendo cualquier otra cosa pero prestándole al otro una discreta pero minuciosa atención.

Su convivencia fuera de los entrenamientos fue relativamente igual, a lo mejor un poco más tensa debido a que era difícil pasar por alto el hecho de que ambos pasaban demasiado tiempo rodeados del otro, pero luego de que alguno soltara algún comentario muy propio de su persona, las cosas volvían a la normalidad a la que estaban acostumbrados.

Les duró la tranquilidad una semana y media, luego enfrentaron el primer inconveniente.

– Que ni se te ocurra.

La voz de Deidara había sonado arisca y grave, mirando en son de advertencia a un Uchiha que había sobrepasado su límite usual de distancia al pararse a un par de metros con una pose de quién se plantea si avanzar o no.

– Podría decirte lo mismo – Dijo él, y se le notaba la incertidumbre debajo de esa neutralidad.

¿El problema del día? Deidara finalmente se había decidido por practicar la técnica de mayor nivel que había hecho hasta ahora, pero seguía existiendo el detalle de que sus bocas no eran lo suficientemente capaces de tragar tanta cantidad de material por su cuenta. La solución a eso había sido fácil, pero apenas miró la arcilla con demasiado interés aquel cuervo que le rondaba se había levantado ante lo sospechoso de su actitud. Muy posiblemente imaginando las ideas mortales que estaban atravesando esa cabeza testaruda.

Deidara sonrió con cierta diversión al verle tan enfocado en cada uno de sus movimiento, por lo que rebotó la bola de arcilla en su palma.

– Tanta desconfianza no es buena, Uchiha.

– La precaución nunca es algo que esté de sobra – Que la gente le creyera aburrido todo lo que quisiera, él sabía que esa era la cara de un tipo que la está pasando en grande.

Al igual que él.

– ¿No confías en mí? – Sonrió anchamente con burla, a lo que él otro le acompañó en sentimiento.

– No.

– Pues ya ves, yo tampoco confío en ti. Al menos estamos de acuerdo en algo – Tomó su preciada arcilla con ambas manos y la sostuvo cerca de su rostro. Su ceja arqueandose – Dicen por ahí que eres experto en descubrir las mentiras.

– Las interpreto más que descubrirlas – Por supuesto, había sonado increíblemente sabelotodo diciendo eso.

Tras echar los ojos a un lado, Deidara volvió a él con seriedad.

– Entonces interpreta ésto: No pienso morir hoy.

Una parte suya esperaba verle algún gesto que dejara al descubierto su mente de erudito trabajando para encontrar el significado oculto de sus palabras, pero todo eso pasó inadvertido ante sus ojos, e Itachi simplemente encontró sus palabras tan sinceras como realmente eran. No le había mentido ya que realmente no tenía intención de suicidarse ese día, por lo que le tuvo lejos y en su lugar acostumbrado en poco tiempo, volviendo a pasar de él como si el peligro fuera inexistente ahora.

Pasando de ese momento de pausa, se podría decir que para ser la primera vez su práctica fue bien. No estaba para nada convencido con el tamaño, el que la explosión fuese como las usuales y la forma indefinida que tenía, pero era un avance, al menos ya sabía que podía hacerla. Detalles como esos los iría afinando poco a poco, determinando que características se verían mas artísticas al momento de realizar la explosión. Podía no parecer mucho, pero él solía pensar a detalle como haría cada una de sus esculturas, era su arte a fin de cuentas, y solo Deidara podía darle la importancia que de verdad requeria.

Al irse, sin embargo, algo llamo Inevitablemente su atención.

– Tanto interés me perturba, Uchiha – Le hizo saber al pasarle por un lado. Había visto de reojo como el otro hacia lo mismo más veces de lo que normalmente hacia, y le causaba curiosidad la razón de porqué ese día era diferente.

Obviando ese comentario, Itachi le miró con los ojos mínimamente entrecerrados.

– ¿Que finalidad tiene esa técnica?

"Deshacerme de ti" La creación de algo similar originalmente había nacido de una fantasía infantil por ver a Itachi Uchiha de rodillas ante su arte, más luego de hacer una lógica evaluación de probabilidades llegó a la conclusión de que aquello no era exactamente posible con sus facultades, ni siquiera utilizando algo tan catastrófico como lo imaginaba. Eso, sin embargo, no le quitó las ganas de hacer algo nuevo, así como tampoco lo hizo con los pensamientos de un Uchiha siendo al menos tomado por sorpresa con una de sus creaciones.

Prefiriendo reservarse esa pequeña y oscura fantasía sangrienta para si mismo, Deidara sonrió con altanería.

– No quieres saberlo.

La sospecha en el rostro del Uchiha era más que evidente, pero se reservó el comentario al respecto porque a pesar de todo muchas partes de ambos seguían siendo un total misterio para el otro, aún si la tentación por tener respuestas a veces era mayor de lo que debería; A pesar de ello, ese rubio si tenía una duda que quería resolver.

– Dicen también que eres el mejor estratega de tu generación.

– Eso depende de quién lo diga – Su visión llenándose con un azul de lo más sarcástico.

– ¿Y qué dices tú?

– Que la posibilidad no es muy remota – Ocultando un gesto que a Deidara le parecía algo como una desgastada sensación de orgullo que apenas sobrevivía entre todo lo demás.

– ¿Que tan poco remota?

– La suficiente.

– ¿Tanto como para crear una estrategia menos drástica? – La brusquedad de aquello le ayudo a interpretar a que momento se estaba refiriendo; Pudo haber mentido perfectamente, no solo era bueno viendo las mentiras también era experto creando las suyas, pero algo muy en el fondo le recomendó que era mejor ser sincero esta vez.

– Si.

– ... Interesante – Comentó el rubio, ya aparentemente satisfecho con su respuesta y caminando de vuelta.

A su espalda, escuchó de nuevo su voz alzándose entre el sonido de los animales silvestres.

– Encuentras el interés perturbador, pero tu falta de él lo es mucho más.

Deidara se giro con cuidado.

– ¿Quién dice que no tengo interés?

– Preguntarias más si lo tuvieras.

– ¿Como sabes que eso haría? – Ante su ceja arqueada, Itachi pareció sonreír a medias.

– Siempre preguntas demasiado cuando algo te interesa.

– Te ves muy seguro de ello.

– Lo estoy.

– No me conoces tanto – Pudo vanagloriarse un poco ya que tenía la razón, pero eso no desalentó al otro.

– Conozco lo necesario.

¿Lo más gracioso del caso? Le creía.

– Bueno, quizás esta vez no pregunto porque no me hace falta – Podía estar siendo algo arrogante ahora, pero no le importaba – Tal vez se todo lo que necesito saber y no me hacen falta más detalles.

Le vio incorporarse entonces, acercándose tranquilamente en su dirección con una expresión curiosa que resultaba algo complicada de leer, pero se reflejaba atractiva de una manera extraña.

Una muy rara, curiosa y atractiva manera.

Lo lógico sería que quisiera mantener la distancia relativamente normal que solían mantener fuera de la azotea, solo que Deidara también estaba experimentando unas ganas de acercarse a él. Los motivos no eran claros mas si lo eran sus deseos, y esos eran traspasar un poco más los límites que ellos mismos se habían impuesto. No había un aliciente poderoso o alguna razón fuera de lo común, sencillamente la idea le pareció atrayente esa vez, y no le detuvo el ver que el interés era mutuo.

– ¿Y que es lo que sabes? – Había preguntado eso apenas compartieron el mismo espacio. Obviando la implícita sensualidad, a Deidara eso le olió a reto de egos.

– Que a lo mejor se te fue la mano siguiendo mi recomendación.

– ¿Tu recomendación?

– Sobre la sana impulsividad – Debió especificar, quizás pasándose un poco al robar unos centímetros de cercanía, pero no reparó en ello.

– ¿Piensas que estaba siguiendo tu recomendación?

– Bueno, no sería exactamente usual que me hicieras caso, pero con eso de que ahora aparentemente el desastre tampoco te parece tan malo todo puede pasar, ¿No crees? – Jugó un poco con la idea antes de sacudir la cabeza – Por mi puedes volver tu vida tan desastrosa como quieras, pero no me involucres.

Su reacción a eso fue de lo más extraña aún, ya que por lo general Itachi se reservaba aquellas risas apagadas para cuando el momento era menos expuesto, con ellos dos en su lugar apartado, pero parecio olvidar eso en ese instante. Sus hombros se sacudieron ligeramente, reaccionando a su gracia.

– ¿Ahora que? – Deidara ya se sentía listo para perder la poca tolerancia que tenía, más al ver que Itachi seguía de un humor excelente.

– ¿De verdad crees que estaba aplicando lo que dijiste en ese momento?

– Pues no me figuro otra razón que lo justifique.

– Ya te lo había dicho antes – Meneó un poco la cabeza – Fue simplemente una estrategia.

– Esa no me la creo, menos cuando acabas de decir que pudiste pensar en una mejor que esa.

– Quizás pude haber pensado en otra estrategia, pero eso no significa que fuese mejor.

Deidara alzó lentamente una ceja, con su mirada brillando ante tanta información.

– ¿Estás diciendo que te puse las opciones difíciles?

– Tú eres difícil – Haciéndolo sonar de una manera que sorprendentemente no encontró insultante, al contrario, casi lo sintió como un sutil halago, enfatizando el gesto con algo más íntimo e intenso que se notó con más fuerza en lo que acortaba un poco más el espacio – Y lo que hice realmente no fue para nada impulsivo.

– ¿Lo tenías bien calculado entonces, eh? – Formando una sonrisa que, aunque altiva, no era del todo para molestarle. Y le estaba resultando, Itachi le estaba mirando con una atención de lo más particular – Muy bien, pero me lo pones difícil porque si eso entonces no es ser impulsivo no se que podrías considerar como tal.

– Algo más... – Tanteó la idea en su mente, aunque por fuera su pausa se oyó curiosamente fascinante – Drástico.

– Cuidado, Uchiha – No sabía de dónde, pero su propia voz se estaba escuchando inusualmente grave de una manera diferente – Esa es mi área.

Itachi sonrió en una actitud parecida.

– Estoy al tanto de eso.

– No lo parece, tiendes demasiado a sobrepasar los límites últimamente – Resultaba interesante decirlo cuando era él quien también los estaba pasando al acercarse tanto – Aparte tampoco dijiste que eras drástico.

– Aceptar que lo fueras no significa que no pueda serlo también.

– ¿Como estrategia eventual o solo lo haces para descubrir algo?

– Tal vez un poco de ambos.

– ¿Estás siendo realmente drástico ahora? – Aplicaba la de mirarlo directamente, porque era imposible que esos ojos se tuvieran más cerca. O quizás si podía, porque le sintió rozar la punta de la nariz sobre su piel y antes no lo había hecho.

– Solo un poco – Murmuró, y le sintió el aliento también, provocándole una tibieza en los labios que se le antojaba abrir.

Y lo hizo, pero solo para sonreír con socarroneria.

– Avísame entonces cuando empieces – Pronunció él, y podría jurar que su labio inferior tocó algo similar al suyo antes de apartarse para irse de allí y regresar a la base.

Había salido todo bien a pesar de todo, entrenó lo suficiente y no hubo peleas que le trajeran problemas, pero estaba extrañamente intranquilo. En su pecho existía una ligereza algo dolorosa, producto de algo que no era del todo inquietud pero tampoco podía describirlo exactamente. Inhaló algo profundo, se sentía como si tuviera un peso en los pulmones pero al mismo tiempo tenía la sensación de que podía tragarse todo el aire del mundo en un bocado. Sus manos vagaron inquietas una vez en la base, jugueteando apenas con un Kunai en lo que sus ojos vagaban distraídos, perdidos en la combinación de eventos que recién habían sucedido y no podía dejar pasar por alto.

En su mente rondaban unas palabras dudosas, repitiéndose una y otra vez "¿Acaso le había...?" Solamente que no la terminaba porque aún tenía demasiadas cosas que hacer, mucho papeleo y perímetro por recorrer para finalizar el día, por lo que no se permitió indagar en ello.

Ignoró cualquier tipo de pensamiento correspondiente a ese momento por el resto del día, aún cuando llegó para comer su ración de comida con algunos de los demás que estaban presentes, aún cuando tuvo otra riña con Hidan sobre la belleza de su arte explosivo, aún cuando charló un rato con Sasori sobre lo poco conocedores que podían ser sus compañeros sobre la hermosura de lo artístico, aún cuando participó en esa reunión donde una sombra le miraba con una intensidad peligrosa que no se abstuvo ni un poco de responder, aún cuando desapareció la luz natural y el cielo se iluminó por millones de estrellas, aún cuando se fue a su habitación sin subir a propósito al último piso solo para causarle más intriga, aún cuando se metió en algo más cómodo para dormir...

Pero cuando ya estuvo a punto de quedarse dormido, le fue imposible seguirlo haciendo.

"¡Oh!"  Se incorporó en su cama, quizás más lento y cuidadosamente de lo que había pensado, con su mente retratando casa pequeño detalle que podía recordar de ese momento, en la crudeza de las indirectas, en la falta de prudencia usual, en la inexistente molestia que le provocó el que la conversación tomase esos rumbos, en la insana curiosidad por ver aquella apagada pero provocadora actitud, y en la misma reacción que él tuvo en respuesta.

"Vaya..."

Si.

Le había coqueteado a Itachi Uchiha.








Continuará...

Notas finales:

Yeih, besito!!! XD

Me gustaría acotar que no olviden esta escena porque aunque no lo parezca yo hago las cosas por una razón xD

A Drey: Me encantan los primeros besos atropellados xD Pero en esta ocasión tengo mis razones, pronto las descubriras :3

Un besito.

Menma


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