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La profunda marca del alma por Yukino

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La profunda marca del alma

Fanfic yaoi por Yukino

Basado en el anime de Yuri!!! on Ice

Viktor x Yuuri

Omegaverse

Capítulo 2

La tierra gira y viaja mientras yo estoy pensando...

Las personas dicen sentirse solas y buscan algo fuerte, como el amor...

 

 

Cuando Viktor se giró sobre su cama, vio al otro lado de esta un cuerpo desnudo, uno que no recordaba. No sabía, de nuevo, con quién había pasado la noche, no quería enterarse. Miró el cuello de la persona desconocida y supo que aún no había nada que lamentar. Se levantó también desnudo, caminó hacia el ventanal de su habitación, el sol se asomaba en el horizonte y esa era una vista que no le gustaba perderse. Era lo único lindo que podía tener en su vida. No obstante, al asomarse al vidrio, no vio la ciudad ni el sol sobre una montaña, vio la ventana del cuarto de su nana. Las lágrimas se le escaparon de sus ojos, pues en esa mecedora ya no había nadie.

A gritos se despertó como casi siempre, bañado en sudor y con un dolor insoportable en su rodilla. Ana entró frenética a la habitación, se lanzó a su humanidad y lo abrazó, eso en inicio era lo que podía calmarlo. Viktor lloraba a mares, sin entender el por qué.

—Ya, hermanito, es hora de tomar tu analgésico.

—Gracias, Ana, pero el dolor ya está disminuyéndose, podemos dejarlo para después. —Ana le dio un beso en la frente para calmarlo otro poco. Ese abrazo y ese mimo, eran suficientes para aquel de cabellos cenizos.

—Bueno, ya es casi hora de levantarse. Ve y date una ducha que te limpie de los malos sueño.

Viktor se desperezó un poco y mientras Ana se levantaba, él también lo hacía. Cuando se levantó las cobijas algo cayó con fuerza al suelo, él quiso tomarlo antes que su hermana se diera cuenta, pero ella fue más rápida. Luego lo miró con picardía y le hizo un puchero.

—¿Por qué tienes este diccionario de japonés?

—Bueno —respondió Viktor levantándose por completo de la cama, fingiendo que no le afectaba que su hermana viera ese libro—, es un idioma que siempre quise aprender. Ya domino otros, por qué no intentarlo con este...

—¡Oh! Por supuesto, y nada tiene que ver Yuuri Katsuki con tus ganas de aprender otro idioma ¿verdad? —Viktor gruñó un poco mientras se quitaba el saco de dormir, no le daría el gusto a Ana de admitirlo—. No entiendo por qué quieres aprender japonés, si se comunican en inglés a la perfección.

—Cruzar dos o tres saludos no es comunicarse.

Lo cierto era, que desde aquella noche en que habían ido a la cafetería a cenar, no habían tenido más encuentros los dos solos. Viktor no recordaba haber hecho nada que lo incomodara, pero tampoco era como su Yuuri huyera de él, las clases era muy pesadas y daban el tiempo necesario a penas para comer y descansar. En el salón, Viktor no lograba sentarse junto a él, o por que llegaba un poco tarde, o por que Yuuri estaba junto a los que parecían ser sus amigos. Al patinador se le acercaban entonces otras personas interesadas en trabajar con él y su contacto con el niño del Japón se reducía a entusiastas saludos en las salidas de las clases. Y los tres fines de semana que habían pasado en ese lugar, fueron arrastrados por conocidos a salidas que hubieran disfrutado juntos, o al menos eso pensaban.

Había un poco de cobardía de ambas partes. No entendía ni el uno ni el otro ese temor a acercarse, mas era lo suficientemente poderoso para frenar cualquier intensión. Y el de ojos color de mar, era quién más estaba sufriendo.

En la clase de la primera hora, todos tenían el exceso de pereza que cargaba el lunes sobre sí. Para alentarlos un poco, el profesor de acento gracioso hablaba a los gritos, y aquello lograba el efecto necesario para mantenerlos despiertos, aunque no muy atentos. Ya finalizando, el hombre les dijo que había organizado a los estudiantes por parejas para realizar una presentación y que leería como los había asignado.

—Profesor, deseo por favor me permita trabajar con Yuuri Katsuki. —Quien hablaba no era otro más que Viktor, que se levantó de la silla y habló con firmeza. Todos voltearon a verlo, y aún así no le importaba. Yuuri, lo veía con los ojos muy abiertos y una leve sonrisa se esbozó en sus labios.

—¡Ah! ¿Pero qué escucho?, Claro que tenía que ser el señor Nikiforov que al menos esta vez tuvo la educación de pedir el favor. —Todos rieron un poco, el maestro tenía razón, Viktor era un poco impulsivo al momento de tomar la palabra—. Si el señor Katsuki no tiene alguna objeción, claro que pueden hacer el trabajo juntos.

—No señor, ninguna— respondió Yuuri con una leve sonrisa. Luego de eso, devolvió sus ojos a los de Viktor, que lo veía con intensidad. No era eso lo que esperaba en absoluto, por eso se asustó un poco.

La rutina ese día no cambió mucho. Luego que se reacomodaron las parejas en la clase, Viktor y Yuuri no pudieron reunirse charlar casi nada, aun así, el precioso chico de cabellos negros le pasó un papelito, en este se se encontraba su número. Luego salieron de ahí para poder comer algo rápido, antes de la otra clase, pero no lo hicieron juntos. Había una pared de temor, que al menos Viktor empezaba a escalar.

—Vaya, así que harás el trabajo con el señor del hielo —dijo un chico a Yuuri, mientras este se sentaba en el césped junto a él y otro compañero para comer su merienda—, no esperaba que él diera un paso tan directo para estar contigo.

—Pero qué dices, Gino, él solo parece curioso en hablarme, recuerda que nos tropezamos horrible. No creo que sea nada más —respondió Yuuri, mientras destapaba su soda.

—Es solo un engreído que cree que puede hacer lo que se le dé la gana porque tiene dinero —intervino el otro muchacho que estaba sentado con Gino desde el inicio—. Míralo ahora, acá en un curso que no le importa, mientras se calman las aguas y regresa a su vida mundana. Esto es solo un centro de rehabilitación para él.

—Yo no lo veo así como tú lo dices, Mickey —refutó Gino—. No creo que se comporte así solo porque es rico. Viktor es un alpha y ha cumplido con todas las expectativas que se tienen de ellos: ha sido exitoso, fuerte físicamente, ha ganado su propia fortuna y posee belleza excepcional. Eso es todo. A nadie le importa si tiene un corazón. Solo se desea de él que su semen mejore la raza, y creo que por eso se rebeló, desea con desespero encontrar a alguien que entienda sus sentimientos o al menos desee intentarlo. Su naturaleza es la perfección que anhelaban, pero su interior grita por ser amado y protegido. Quiere tomar sus propias decisiones, sin embargo, al igual que en la vida de todos, estas parecen ya estar tomadas por él. Tú, Yuuri Katsuki, has logrado tocar una profunda fibra en su interior, es por eso que está intrigado a estar junto a ti, es por eso que su mirada contigo es más intensa.

El hombre se quedó de una sola pieza ante lo que dijo Gino. No supo que responder, ni siquiera pudo acomodar todo aquello en su cabeza. En cambio, Mickey se echó a reír con la desmesurada intervención, esa conclusión tan detallada no la había podido sacar Gino solo con verlos. Yuuri intentó reírse también, su nuevo amigo era un poco dramático, tal vez por el hecho de ser editor. Los tres se rieron y terminaron de tomar sus sodas. Pronto sería el momento de entrar a otra clase. Antes de levantarse, subió su mirada a uno de los balcones, y ahí estaba ese de cabellos grises, viéndolo con esa inquietante intensidad que mencionaba Gino. Levantó su mano para saludarlo y Viktor devolvió el gesto. Era claro que se dirigía al salón al que ellos iban.

—Dime, Yuuri ¿a ti te importa ese corazón? —susurró Gino en su oído.

—No el de un alpha.

—Yo hablaba del de Viktor Nikiforov.

Yuuri detuvo su marcha y creyó entender el peso de las palabras de Gino. No podía estar hablando en serio con todas esas conjeturas, habían pasado escasas 4 semanas desde que se conocieron, habían cruzado un par de charlas y ahora harían un trabajo juntos, y nada de eso era indicio que en realidad el patinador sintiera algo más allá de su naturaleza. El buen muchacho del Japón bajó su cabeza y levantó su mano hasta tocar su nuca. Aquello pesaba más que una tonelada de cemento en su corazón, aquello solo era sombra en su vida y no haría que esa sombra alcanzara a Viktor.

El día pasó normal, sin contratiempos. Era hora de ir a descansar y terminar los pendientes. Yuuri pidió algo sencillo para comer en la cafetería y lo llevaría hasta su habitación, no quería perder tiempo en lo mucho que debía leer. Iba apurado, pero su camino se vio interrumpido por Viktor, que lo estaba buscando para hablar un rato sobre su proyecto, aunque faltaran meses para presentarlo, él no quiso ser grosero y lo invitó a su cuarto en el campus para que pudieran comer y estudiar un poco. Viktor se había destacado en un área que a Yuuri se le estaba dificultando y vio una excelente oportunidad para pedir ayuda. También porque estar cerca del hombre de ojos azules, le gustaba mucho.

—Gracias, si avanzamos algo hoy, podré agendarme un poco en el resto de actividades —dijo Viktor sonriendo.

—Ah, no te preocupes. Veo que llevas ya tu cena, así que... —Yuuri hizo una pausa mientras veía la bolsa de Viktor —no puede ser, ¿esas son frituras? Para el almuerzo llevabas una bolsa igual, no puedes comer solo eso estando acá, eres deportista, tu salud física es muy importante.

—¿Esto? La verdad es solo por hoy que me he antojado —respondió Viktor algo sonrojado. Estaba en júbilo pues al parecer Yuuri si se daba cuenta de su existencia, y la vez tenía mucha vergüenza de admitir que se alimentaba mal cuando Ana no podía cocinarle.

—Ven, los chicos del área de agricultura han puesto en venta sus vegetales. Compraré algunos y te prepararé algo de chop suey. Entenderás que la carne deberá quedar para después. —Yuuri rio por lo bajo y Viktor se puso en marcha con su accesorio de madera para seguirlo a donde decía. No objetó nada, solo iba junto a ese muchacho que hacía que sus sentidos se alteraran. Agradeció que caminara a su ritmo, el otro hombre no tenía intensión de apurarlo o de fingir que no se ayudaba de un bastón. Yuuri no le preguntaba nada sobre su accidente, porque con solo buscar a Viktor en la red encontraría toda la información detallada sobre las vicisitudes del patinador.

Para Viktor era muy grato estar en ese lugar, donde muchos sabían quién era y lo que hizo, pero no parecía importarle a nadie. Supo por rumores aquí y allá que muchos de sus colegas de género también se encontraban ahí intentando reencausar sus vidas, y por eso los juicios de moral no tenían cabida. Tenía muchas ganas de contarle a Yuuri su historia, porque deseaba con el alma saber la del muchacho de cabellos negros. Tenía que encontrar alguna fisura en ese destino para poder filtrarse por ahí.

A pesar de tener las cosas en apariencia claras, no sabía que hacer en realidad. No entendía la necesidad de estar con Yuuri y que obtendría de eso. ¿Quería un amigo? ¿Un amante? ¿Solo se le hizo llamativo por su origen?... así pasaba noches enteras, preguntándose qué deseaba de él. Y peleaba con su vientre, pues todo podría tratarse nada más que de un capricho de su sangre el poseerlo.

—¿Pasa algo? —preguntó Yuuri mientras ponía el plato frente a su invitado. Lo tenía algo preocupado su expresión.

—No es nada, solo estaba distraído. Muchas gracias por la cena, ¡huele exquisito! —respondió muy alegre. Tomó un tenedor y se dispuso a comer. El cuarto de Yuuri era muy pequeño, pero muy organizado. La cocina era a penas una esquina, al igual que el baño. Se sintió un poco mal que él tuviera un privilegiado departamento y no poder preparar nada así de delicioso, o mantener su cuarto en un mínimo de orden. Debía cambiar eso.

Después de devorarse tres platos de la exquisita comida de su anfitrión, ambos se dispusieron a conversar de su proyecto. El tema era libre, eso quería decir que la responsabilidad debía ser mayor. Yuuri lo escuchaba hablar y se le hacía curioso lo interesado que estaba Viktor en el trabajo, él ni siquiera tendría que estar tomando ese tipo de curso, pero le agradó mucho lo muy en serio que estaba apropiándose de todo aquello.

Viktor le mostró un tema interesante en la pantalla de la laptop al otro muchacho, este se inclinó para verlo mejor y de nuevo, pese a sus intentos por ocultarlo con sus cuellos altos, sobresalió esa odiosa marca, esa mordida que sellaba la vida y la fortuna de casi todos. Sintió su sangre hervir al imaginar al japonés en brazos de otro, desnudo, gimiendo excitado ante la poderosa penetración que ejercieran sobre él. Apretó los puños al pensar en Yuuri jadeando el nombre de ese desconocido, retorcerse bajo un cuerpo que lo acariciaba y lo destrozaba. Luego entonces, ese momento, ese cuando su nuca palpitaba como su vientre, pidiendo, suplicando por ser mordida.

—¡Maldita sea! —gritó mientras golpeaba con violencia la mesa, haciendo que Yuuri brincara del susto.

—¿Qué pasa? Podemos usar otro tema si este no te gusta...

—Ah, no discúlpame, recordé algo desagradable eso esto todo. Me decías...

Viktor, alterado por su propia imaginación empezó a respirar profundo por su nariz para intentar relajarse. No se dio cuenta lo cerca que estaba Yuuri, que seguía algo inclinado hacia la pantalla, mostrándole infinidad de imágenes. Uno de sus suspiros le hizo percibir el aroma de su cabello, y sin esperárselo, acercó más y más su nariz a la cabeza del otro, que ya se había dado cuenta de todo, pero no se movió.

La respiración del chico empezó a alterarse al sentir el cuerpo de Viktor tan cerca, al inicio apenas rozando su hombro, ahora casi aprisionando su espalda. Algo parecido a un jadeo salió de la boca del patinador y Yuuri sintió como si aquello le hubiera atravesado el pecho. Cerró los ojos, ese tacto cálido lo estremecía, lo inquietaba. El hombre de cabellos del color de la luna levantó su mano y con suavidad la puso en la mejilla del otro hombre para atraerlo, para seguir absorbiendo su único y maravilloso aroma, que no era provocado en esa oportunidad por las feromonas. Era su propio olor y eso estaba enloqueciendo al alpha.

Viktor rozó levemente sus labios en la oreja de Yuuri y esto hizo que el muchacho exhalara un leve quejido. Aquello fue el gatillo para las intensiones de Viktor, que buscó con desespero su rostro, le quitó los lentes y lo miró lo más fijo que se permitió. El de cabellos de noche cerró los ojos, y ese instinto primario de una raza que se caracterizaba por estar en la cima, salió de la humanidad de Viktor y se lanzó a sus labios con todo el deseo y la necesidad del universo. Era un beso profundo, ahogado en jadeos, lleno de deseo. La lengua de Viktor luchaba por saciar cada espacio de aquella boca que lo recibía gustoso, que quería más. Se separaron un instante para poder tomar aire, pero el deseo los empujó de nuevo a unir sus labios y sus cuerpos. Yuuri lo abrazaba por el cuello como si impidiera que escapara, y el rey del hielo, lo presionaba por la espalda con fuerza abrumadora. Estaban sentados en el piso, y de un solo movimiento Viktor puso a Yuuri sobre sí, que no lo impidió. Los labios ardientes no se separaban, y las manos inquietas de Viktor ya desbordadas de deseo, empezaron a buscar al chico japonés por debajo del saco.

«¿Es así como lo deseas, niño mío?»

Viktor lo soltó de golpe y así mismo lo alejó. A penas si podían ambos respirar, pero Yuuri deseaba una explicación que no llegó. Lo que vino de parte del impulsivo hombre, lo dejó sin palabras.

—¡Discúlpame por favor! ¡Yo no quería hacer algo así! Mejor me voy... nos veremos mañana en clases ¿verdad?... discúlpame por favor...

Con dificultad se puso en pie, tomó su bastón y salió de ahí todo lo rápido que pudo. Yuuri no se movió del piso hasta mucho tiempo después, al ver las frituras de Viktor sobre la mesa. Se llevó la mano al pecho, había un viejo dolor en este que creyó que había sanado por completo, pero que ahora después de ese beso intenso y que lo rejuveneció 10 años, parecía que lo traía de vuelta. Logró entender un poco a Viktor, ese no era el momento, ni el lugar, ni él era la persona adecuada para estar con el patinador.

El de ojos de mar,  que iba a mitad de camino a su departamento, quiso devolverse y explicarle por qué había reaccionado así en ese momento. A lo lejos se escuchó una alarma, era la que se activaba cada vez que un omega entraba en celo de repente y debían alphas y betas alejarse lo más posible de la zona de peligro. Viktor supo que no podía ser Yuuri, no obstante, ese sentimiento de pérdida y recordar las palabras de su abuela que llegaron como un relámpago en ese momento divino que vivía con ese muchacho, detuvieron su camino y lo hicieron llorar, como cada vez que tenía una pesadilla.

 

***

Con amor: Yukino

Fragmento al español de la canción Ta-lila Boku Wo Mitsukete de Nana Mujika

Nota de la autora:

A todos aquellos que han comenzado a leer mi historia al igual que los que votan y comentan, muchas gracias. Yo leo y guardo en mi corazón, cada uno de sus comentarios. Todo mi cariño para ustedes. 

 


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