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¿Alguna vez seré libre? por Eira Baker

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Notas del fanfic:

Estoy molesta porque Amor Yaoi no deja poner un corazón ò.ó y en su lugar lo cambia a: "??" Que demonios ò.ó 

Okey, tenía que quejarme xD 

Cómo pueden ver, volví con un nuevo fic largo Dx y la verdad no tengo ni idea de que debo apretar para continuar los fics o.o seguramente lo voy a averiguar luego de cometer mil errores (? Jsjsjsjs

Y... Este fic está dedicado a las cuatro escritoras de Death note que son mis favoritas u//u enserio las amo con todo mi corazón y demás órganos (? Y no importa que pase más adelante, las voy a seguir queriendo un montón T//T y cuando termine de subir todos los fics que tengo, voy a buscar sus fics para ponerlos en favoritos *//* son mis ídolas, yo soy su fan! 

Notas del capitulo:

Si Death note fuera mío, Mello y Near ya hubieran contraído nupcias (? Pero no es mío :c 

Cielo Caído, Ornela, Miniikusa y Asuka Yatogami son escritoras increíbles que escribieron fanfics bellísimos de Mello y Near. 

Cielo Caído: escritora de "Enemigo perfecto" e "Hijo de la luna". Ambos Meronia y ¡en el segundo hay también LawLight y BeyondMatt! Pueden encontrarlos en Amor Yaoi y FanFiction. 

Ornela: escritora de "Detestably unstable". Es Meronia y está en Amor Yaoi.

Asuka Yatogami: escritora de "Ir al infierno no parece tan malo cuando es a tu lado". Es Meronia y está en Amor Yaoi.

Miniikusa: escritora de "Único", "Amor doloroso", "Cinco formas de amarte" y "Por siempre". Todas Meronia y pueden encontrarlas en Amor Yaoi y Wattpad. 

 

 

 

 

 



¿Alguna vez seré libre?

 

Capítulo 1

 

En algún lugar de Alemania. 

 

—¡Nos perdimos y es tu culpa! 

 

—¡Eso no es cierto! ¡Yo te dije que teníamos que doblar por la izquierda y no me escuchaste! ¡le dabas más atención a tu barra de chocolate que a mi!

 

—No es mi culpa que el chocolate sea más interesante que tu pobre y triste persona.

 

—¡Agh! ¡No te soporto!

 

Dos amigos iban discutiendo dentro de un auto color rojo. El que estaba en el asiento del conductor era un chico pelirrojo de ojos verdes, tez levemente bronceada y contextura delgada. Vestía una remera de mangas largas con rayas horizontales de color negro y rojo, unos jeans negros y unas zapatillas deportivas del mismo color. Su nombre era Matt, quien en esos momentos estaba mirando con furia a su mejor amigo; Mello, quien estaba en el asiento del copiloto.

 

Mello tenía el cabello a la altura de los hombros, era lacio y rubio, y tenía un flequillo largo que casi cubría sus preciosos ojos azules. Él vestía unos jeans negros rasgados en la parte de la rodilla, una remera de mangas cortas y una chaqueta de cuero; ambas prendas del mismo color que el jeans, y envolviendo su cuello una bufanda roja que cubría su rosario de plata, y por último; unas botas negras de cuero.

 

—Como sea, ¿no puedes buscar otro camino por Google maps? —Mello movió su mano con desinterés, como si estuviera espantando a una mosca. 

 

—Si, claro, como todo lo tengo que hacer yo —se quejó el pelirrojo, ofendido con el comentario de su amigo —. ¿Acaso no ves que estoy conduciendo?

 

—Quien tuvo la fantástica idea de venir aquí fuiste tú —le recordó él, apuntándole con su dedo. 

 

—¡No te ví reclamar mucho! 

 

—Sería gastar saliva en vano —explicó con simpleza, buscando una nueva barra de chocolate en su mochila —. Y ahora mejor tratemos de ubicarnos.

 

—Si, buena idea —dijo Matt, mirando de reojo al rubio, pensando que estaría buscando algún mapa para tratar de ayudarlo aunque sea un poco. 

 

Aunque eso sería esperar mucho de él… 

 

El pelirrojo puso una expresión incrédula, con sus ojos abiertos de par en par, al ver que Mello sacaba una barra de chocolate de su mochila con expresión de dicha y comenzaba a quitarle la envoltura y a darle una mordida completamente feliz. 

 

—¡¿ESTABAS BUSCANDO ESO?!

 

Mello se sobresaltó ante el grito de su amigo y lo miró como el loco que parecía. 

 

—¿Y qué esperabas que buscará? 

 

—¡Un mapa, idiota! —grito molesto. 

 

—¡¿A quien le dices idiota, idiota?! 

 

Ambos estaban tan metidos en su acalorada discusión, repleta de insultos y quejas, que no se dieron cuenta como comenzaba a lloviznar hasta terminar convirtiéndose en una tormenta. 

 

Los dos chicos voltearon la vista al camino y notaron como la lluvia caía sin piedad, generando un ruido molesto al chocar contra el auto. Además de que no podían ver bien porque el parabrisas se estaba empañando.

 

—Me lleva la mierda —se quejó el rubio al ver la torrencial lluvia. 

 

—¡No se puede ver nada! —refunfuño el de ojos verdes, mostrando fastidio en su mirada. 

 

—En estos momentos te detesto más que nada, Matt —siseo con enojo, dando otro mordisco a su chocolate y apoyando el rostro en la palma de su mano. 

 

—¡Que fue tu culpa! ¡reconócelo! —lo volteo a ver molesto. Era increíble que su querido amigo le echara la culpa por todo. De seguro si alguien lo rechazaba por su peinado de niña, también sería culpa suya. 

 

—¡No! Y mantén la vista en el camino, idiota —le regaño, bufando mientras se recostaba en el asiento. 

 

—Entonces deja de distraerme, rubia hueca. 

 

Matt se cubrió la boca con una mano al caer en cuenta de lo que había dicho, pero ya era demasiado tarde, las palabras ya salieron de su boca. Viendo por el rabillo del ojo podía ver con claridad como un aura oscura y siniestra rodeaba a su amigo. 

 

—¿Cómo me dijiste? —masculló las palabras de manera fría y amenazante, apretando los puños. 

 

—N-nada… —sonrió nervioso, desviando la mirada —. Yo estoy conduciendo como niño bueno —pestañeo con inocencia, esperando que su buen amigo tuviera piedad de él… Pero Mello se le tiró encima como bestia salvaje mientras Matt gritaba como niñita a punto de ser abducida. 

 

En su pelea, no se percataron que el auto cambio de carril e iba a chocar contra otro que venía en sentido contrario. 

 

—¡Mierda! —gritaron ambos cuando voltearon al frente debido al bocinazo del otro vehículo, con sus ojos abiertos del susto al ver que estaban muy cerca de chocar. De manera rápida Mello agarró el volante, girando hacia un lado; esquivando de milagro al otro vehículo pero con la desgracia de que giro por inercia y por eso estaban yendo de caída por el camino de tierra.

 

Se sacudieron de manera graciosa al bajar por la leve colina, y Matt pisó el freno, con la mala suerte de que terminaran metidos en un enorme charco de lodo. 

 

Ambos estaban tratando de recuperarse del susto, todavía sorprendidos por su casi choque. 

 

—¿Estas bien, Mello? —pregunto el pelirrojo, observando a su amigo con gesto preocupado. Cuando el rubio asintió con la cabeza, suspiró aliviado —. ¡Dios! ¡Que susto! Por un momento sentí que se me salía el corazón —puso su mano al pecho de manera dramática. 

 

Mello no podía estar más de acuerdo, todavía sentía su corazón latiendo de manera acelerada por la adrenalina. Agradecía que las cosas no hubieran terminado mal, con alguno de los dos accidentado. 

 

Ambos se sobresaltaron cuando escucharon un golpeteo en el vidrio, y dirigieron la vista hacia la ventana del lado derecho. 

 

—¿¡Están bien, chicos!? —pregunto de manera fuerte una chica de cabello castaño y ojos claros, protegida de la lluvia por un paraguas verde. 

 

Matt salió del auto, llevando consigo su paraguas. 

 

—¡Si! —contestó el pelirrojo, rodeando el vehículo sin preocuparse si se ensuciaba con el barro o no. En cambio, Mello solo abrió la puerta de su lado.

 

—¡Menos mal! Nos asustamos mucho cuando los vimos bajar por la colina —dijo la muchacha con alivio. 

 

—Si… pero ahora parece que estamos atrapados —Matt y la chica voltearon a ver abajo ante las palabras del ojiazul, notando que los neumáticos estaban hundidos en el barro. 

 

—¡Eso se ve bastante mal! —exclamó la chica con angustia. 

 

—Será difícil sacarlo —Matt se revolvió su cabello rojizo. 

 

—¡Eh, Linda! —los tres voltearon hacia arriba, viendo a un chico de cabello castaño, largo y algo alborotado, con paraguas en mano —. ¿¡Esta todo bien!? —pregunto alzando el tono de voz por el ruido de la lluvia. 

 

—¡No! ¡ellos tienen el auto atascado! —contestó la joven llamada Linda y luego regresó la vista hacia ellos —. ¿No quieren venir con nosotros? 

 

—¡No quiero dejar abandonado a mi bebé acá! —grito Matt espantado, abrazando la puerta del auto con gesto protector, provocando que la chica se ría y que Mello sienta pena ajena. 

 

—¡No te preocupes por eso! —lo calmó ella —. Podemos ir a un lugar cerca de acá y quedarnos hasta que la lluvia pare, y luego vemos cómo sacar el auto, ¿qué les parece? —preguntó con una sonrisa amigable. 

 

—Es una gran idea, ¿qué opinas, Mello? —preguntó el de ojos verdes a su amigo, quien estaba pensando qué decisión tomar.

 

—¿Hay un lugar que quede cerca? Porque esto parece estar desierto —inquirió con duda el ojiazul, arqueando una ceja.

 

—¡Si! Más adelante hay un lugar donde podemos quedarnos. ¿Conocen el manicomio de Berlín? 

 

—¡Lo conozco! —grito emocionado el pelirrojo —. ¡Es uno de los lugares más terroríficos de Alemania! —su mirada brillo, las historias de terror de ese lugar eran las favoritas del pelirrojo. 

 

—¿Y acaso ese lugar no está restringido? —preguntó Mello, ignorando la emoción de su amigo. 

 

—Descuiden, Alex trabaja de guía ahí —sonrió muy entusiasta. 

 

—Vamos, Mello —insistió Matt. Tanto él como Linda miraron al rubio de manera esperanzada, con sus ojos brillando de manera adorable y tierna. 

 

—Está bien… —terminó cediendo. De todos modos, no tenían otras opciones. 

 

El pelirrojo y la chica de ojos claros festejaron, chocando sus manos ante la incrédula mirada del rubio, quien no podía creer la rapidez con la cual se hicieron amigos. 

 

[...]

 

Luego de sacar sus mochilas del auto, y de dejar activada la alarma, los tres comenzaron a subir la colina, intentando no caerse. 

 

Mello miro como el chico castaño le extendía la mano a Linda, ayudándola a subir. 

 

—¡Alex! —gritó ella muy feliz, agarrando la mano de ese chico alto —. Ellos vendrán con nosotros, nos quedaremos en el sanatorio mental hasta que la lluvia pare.

 

—Está bien, de todos modos íbamos a parar ahí —aceptó sin problemas —. Conducir con esta lluvia sería bastante peligroso. 

 

Mello noto una mano blanquecina extendiéndose hacia él, y la agarró, sintiendo la calidez y suavidad de esa palma. Miró hacia arriba y se quedó sin palabras al ver a un bonito chico de cortos cabellos blancos y unos grandes ojos grises, de semblante calmado y tranquilo. 

 

Cuando logró subir, con la ayuda de ese joven, Mello pudo apreciarlo mejor; era más hermoso de cerca. Observó sus alborotados y voluminosos cabellos de un llamativo color blanco, cubriendo de manera parcial sus atrapantes ojos grises. Era delgado, se veía pequeño e indefenso, pero se sentía un aura intimidante emanar de él. Soltó su mano y le agradeció, sintiendo un poco de nervios. El albino simplemente asintió.

 

—¡Un poco de ayuda por aquí! —pidió Matt, tratando de hacer equilibrio para no caerse. 

 

Mello lo volteo a ver y suspiro pesado, sin ánimos de querer ayudarlo. Sinceramente sería divertido verlo caer y que quede completamente cubierto de barro, pero cuando vio al chico de ojos grises ir en su ayuda, lo detuvo y él se encargó de ayudarlo. 

 

Matt noto eso y lo miró con una ceja alzada, con duda, pero decidió no prestarle tanta atención y solamente sonrió, agradeciendo a su amigo. 

 

—Bueno —llamó la atención el chico alto y ojos de color café —. Yo soy Alexander, pero pueden decirme Alex —se presentó, sonriendo tranquilo —. Y este monstruo revoltoso es Linda, mi hermana —dijo apretando los hombros de la joven.

 

—¡Hermano! —reclamo ella, con las mejillas sonrojadas. 

 

Matt rió y levantó su mano en un saludo. 

 

—Y él… —se acercó al de cabellos blancos, poniendo un brazo alrededor de sus hombros, provocando que al albino se le escapara un pequeño jadeo, al parecer no le agradaba que lo tocaran. Tanto Mello como Matt lo notaron porque el pequeño arrugó la cara —, es Nate, aunque de cariño le decimos Near.

 

—Mucho gusto —susurró él, mirando primero a Mello y luego a Matt. 

 

—¡Es un placer! —dijo el pelirrojo con una enorme sonrisa —. Soy Matt y este despampanante rubio es mi amigo Mello —lo presento, empujándolo al frente —, que sus rasgos andróginos no los confundan, no es una mujer, es un hombre —dijo con burla y conteniendo una sonrisa. 

 

Cinco segundos después, Matt tenía la cabeza baja, con un chichón en su cabeza, cortesía de Mello. Los demás se quedaron observando cómo el pelirrojo comenzaba a gimotear de dolor y el rubio solo lo ignoraba, cruzado de brazos. 

 

—Será mejor que nos vayamos ahora, la lluvia se calmó pero comenzará a llover dentro de poco, se nota en las nubes —anunció Near, abriendo la puerta del auto para entrar en los asientos de atrás, ya comenzaba a tener frío y prefería estar adentro. 

 

—Si, vamos —estuvo de acuerdo Alexander, ocupando el lugar de piloto y Linda ocupó el de copiloto. 

 

Mello se subió y quedó en medio, con Near a su lado derecho y Matt en su lado izquierdo. 

 

Durante el viaje, los cuatro comenzaron a conversar tranquilamente para luego estar riendo entre ellos de manera muy abierta y libre, terminando llevándose muy bien. 

 

Mello termino de reír y miro con cuidado al chico apodado “Near”, que estaba sentado a su lado con las piernas arriba del asiento; cruzadas. Noto que él estaba vistiendo una camisa blanca con un suéter negro encima, jeans y unas zapatillas con plataforma, ambos del mismo color que el suéter. Near mantenía la vista hacia la ventana, mirando el paisaje con indiferencia. Hasta ahora no había participado animadamente de la conversación con los otros, aunque contestaba vagamente las preguntas que le hacían sus amigos.

 

No supo explicarlo, pero había algo en él que le hacía sentir una extraña calidez en el pecho; aunque decidió ignorar ese sentimiento por el momento y continúo hablando con los demás. 

 

[...]

 

El auto se dirigió hacia el sanatorio; un lugar abandonado y casi en ruinas que estaba ubicado en una zona rural de la capital alemana. 

 

Ingresaron sin problemas ni complicaciones. Observando los árboles, los arbustos, las diversas plantas y finalmente, luego de un estrecho camino, el enorme hospital. 

 

—¡Wow!, este lugar es más increíble en persona —exclamó Matt, completamente fascinado con esa antigua construcción.

 

—Lo sé, ¡es muy asombroso! —dijo Linda, completamente emocionada y con una gran sonrisa.

 

—Nosotros vinimos a Alemania para conocer los lugares más interesantes y espeluznantes que pueda tener —habló el castaño, estacionando el auto cerca del hospital.

 

Linda se volteo hacia los asientos de atrás. 

 

—Vamos a comprobar si las cosas que se cuentan de este lugar son un mito o pura realidad —dijo la chica con una voz misteriosa y una sonrisa traviesa. 

 

—Aunque yo prefiero quedarme aquí —la suave voz de Near atrajo la atención del grupo —. Está demasiado oscuro y hace frío —desvió la mirada, enrollando un mechón de su cabello nevado en uno de sus delgados dedos. 

 

—¡No, Near! —chillo Linda, parándose de rodillas en su asiento, mirando directamente a su amigo con las cejas caídas en una expresión de tristeza. 

 

—Lo lamento.

 

—¡Pero no puedes perderte esta experiencia! —siguió gritando, desanimada. 

 

—Está bien, prefiero evitarme los sustos —se encogió de hombros, con su rostro tranquilo.

 

Linda hizo un pequeño mohín, sin estar satisfecha pero no siguió insistiendo. 

 

Alexander, quien no quería forzar a Near a ir porque conocía sus motivos, estaba sacando una linterna y también se volteo a ver a los de atrás.

 

—¿Quieren venir con nosotros? —pregunto el de ojos café. 

 

—¡Suena interesante! ¿Vamos, Mello? —pregunto Matt, volteando emocionado hacia su amigo. 

 

El rubio se puso a pensar, la idea en sí era emocionante, pero entrar en ese lugar en donde de seguro estaba todo sucio, mojado, húmedo y con gotas de agua cayendo del techo, no era algo que le resultara muy motivador. Además, no quería dejar solo al chico de cabellos blanquecinos. Quién le aseguraba que eran los únicos por ese lugar, tal vez saliera un lunático por ahí y le hiciera daño al chico, quien se veía muy frágil y rompible con sus 1.55 cm.

 

—No. Yo paso —dijo decidido, la simple idea de ver a Near lastimado hizo que le doliera el estómago. 

 

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto desanimado, estaba realmente ansioso por entrar a ese manicomio abandonado con su mejor amigo y no entendía porque no quería ir. Hasta que miró con atención al chico bajito y ahí se le iluminó el foquito de su cabeza —. Oh… ya entiendo… mira que pícaro me saliste —hablo en voz baja, mirándolo de manera insinuante con sus cejas moviéndose de arriba a abajo. Aprovecho cuando Alexander y Linda estaban hablando con Near para darle leves codazos en su brazo. 

 

Mello sonrió de medio lado. 

 

—No es lo que crees. La verdad… no quiero tener que soportar tus gritos de niñita mientras te aferras a mi brazo todo miedoso y tembloroso —le dijo con burla.

 

El de ojos verdes lo miró ofendido.

 

—¡Yo no grito como niña! —grito con sus mejillas sonrojadas.

 

—Esa nadie te la cree —se rió al ver su expresión. 

 

—¡Eres cruel! —grito, obteniendo la atención de Alex y Linda. 

 

Los demás comenzaron a reír de manera disimulada al ver la cara sonrojada de Matt, a excepción de Near, que estaba tranquilo; todavía jugando con un mechón de su cabello. 

 

—Ya, ya. Será mejor que nos pongamos en marcha —dijo Alex, aún manteniendo su sonrisa divertida. 

 

—¿Entonces te quedas, Mello? —pregunto la única chica del grupo, mirándolo curiosa. 

 

—Si —dijo el rubio —, diviértanse y cuiden a este tonto que de seguro se pierde —se mofo de su amigo con una mirada burlona. 

 

Matt solo le sacó la lengua en un gesto infantil, mientras Linda ya estaba saliendo del auto con una sonrisa luego de asentirle con la cabeza a Mello; con un paraguas en una de sus manos y su linterna en la otra. 

 

—Near, te dejo las llaves —aviso Alex, pasándole las llaves del auto al de ojos grises para luego salir afuera junto a su hermana. 

 

—¡Adiós, Mello! ¡Trata de controlar tus hormonas y de no meterle mano al inocente albino o de hacerlo con él en el auto! ¡Al menos mantén las ventanas abiertas! —Matt salió del vehículo a máxima velocidad, antes de recibir otro golpe de Mello, dando alcance a los otros dos; ingresando dentro del sanatorio. 

 

—¡Idiota! —grito el rubio exaltado, con sus mejillas sonrojadas levemente. 

 

Alarmado, volteo a ver por el rabillo del ojo al albino, quien tenía una expresión algo sorprendida, mirándolo directamente a los ojos. 

 

—No lo escuches, ese tarado dice lo que quiere —dijo tratando de aparentar normalidad, aunque sus mejillas seguían estando de color rosa. 

 

—Bien —contestó él sin darle mucha importancia al asunto, desviando la mirada.

 

Mello suspiro aliviado y se quedó mirando hacia el imponente establecimiento, observando también a las gotas de lluvia que resbalaban por el vidrio de la ventana.

 

Sería una espera larga e incómoda. 

 

Estúpido Matt.

 

Notas finales:

Por el momento todo luce normal, ¿no? Pues en el próximo capítulo se viene lo malo :3 ¿Quienes vivirán? ¿Quienes morirán? Solo yo lo sé muajajaja 

Sayonara :D


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