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Step by step por rivaida

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Armin POV’S


Ni siquiera fui del todo consciente de lo que hice hasta que sentí el escozor en la palma de mi mano por haberle dado una bofetada a Eren. Tenía la respiración acelerada y sentía el rostro arder a más no poder.


Actué nada más por algo de reflejo que por otra cosa racional. Pero de inmediato me arrepentí al ver su mirada dolida y confundida, llevándose una mano a la mejilla atacada, la cual ahora lucía rojiza con la forma de mi mano allí en su piel morena.


— Lo siento… — Dijo bajando la mirada y entregándome el teléfono de inmediato, bloqueando la pantalla con los dedos temblorosos. Lo vi tragar saliva con dureza y de pronto aparté la mirada con vergüenza — Por favor, disfruten del resto de la noche, cualquier pedido, no duden en hacérmelo saber.


Entonces dio una leve reverencia y se marchó entre la multitud, desapareciendo rápidamente de mi vista, dejándome con el corazón a mil por hora y el rostro sumamente caliente. Me sentía indignado, avergonzado y culpable…


¿Cómo se supone que voy a mirar a Eren a la cara después de esto? Me siento tan mortificado en este momento que quisiera hacerme una bolita en mi cama y esconderme bajo las sábanas para huir de la realidad.


¿Cómo pude ser tan estúpido como para dejar la galería de fotos sin contraseña? Bueno, no es como que supiera que mi mejor amigo iba a husmear en las fotos, nunca lo había hecho antes, aunque no era como si me hubiera molestado con anterioridad. Teníamos esa confianza en donde yo podía responder sus mensajes si estaba ocupado o podía jugar en su teléfono sin problema, pero él nunca quiso invadir mi privacidad…


Que yo sepa.


Me llevé una mano al rostro y me cubrí los ojos, desbloqueando el teléfono con mi huella digital antes de revisar la foto en la que seguía abierta la galería. De inmediato quise morir, todo por hacer caso a mis amigas.


Me contuve fuertemente para no acuclillarme en el suelo y abrazar mis rodillas para esconder el rostro. En este momento quiero que aparezca un agujero negro y me lleve a las profundidades del infinito.


— Hey, Armin, ¿Qué fue eso? Creí que era tu amigo — Reiner puso una mano sobre mi hombro para hacerme girar y encararlo.


Compuse mi mejor sonrisa y expresión de tranquilidad para engañarlo, lo cual conseguí de inmediato al ver que su ceño fruncido se relajaba. No necesito que más personas se enteren de esto. Mucho menos que de pronto empiecen a circular más rumores acerca de mí de los que ya hay.


— Nada, es solo que me dijo algo que no me pareció mucho — Mentí, resoplando y llevándome una mano a la frente — Aunque creo que exageré un poco.


— Más bien lo destrozaste, pude ver cómo le rompiste el corazón a ese muchacho — Historia, una de mis más cercanas compañeras de clases, me dio una mirada de reproche.


Desde luego ella conoce todo lo que hay detrás de todo esto, y por el brillo reprobatorio de sus ojos, puedo decir que quiere sermonearme, pero simplemente compongo una sonrisa inocente y comienzo a reír de forma despistada a la vez que me rasco la nuca.


— Bueno, vamos a seguir bebiendo, esa botella de tequila aún no se vacía — Empujé a Reiner hacia la mesa para que tomara asiento nuevamente y me acomodé en el otro asiento que quedaba al extremo.


Serví rápidamente todos los shots y me llevé el mío a la boca sin siquiera tomar el limón o la sal. De inmediato me arrepentí cuando el destilado quemó todo el camino hacia mi estómago, dejándome con un mal sabor de boca. Sacudí la cabeza e hice una expresión de disgusto a la vez que golpeaba el vaso contra la mesa y me servía otro que me llevé rápidamente a la boca de un solo sorbo, tragando el contenido.


Esta segunda vez no pareció demasiado malo, por lo que me serví un tercero y entonces me limpié la boca con el dorso de la mano, levantando la mirada hacia mis compañeros que aún sostenían sus shots en alto para hacer un brindis improvisado.


— Sin duda estás motivado esta noche, Arlert — Historia enarcó una ceja mirándome con burla, intercambiando miradas con Ymir, su novia, quien se encontraba sentada a su lado.


Ambas desde luego eran mis consejeras amorosas y quienes se encargaban de concertarme citas cada semana. Era increíble la cantidad de conocidos que tenían, porque en estos tres años de universidad, siempre me han estado proveyendo de nuevos rostros y personas con las cuales salir.


Reiner por otro lado simplemente soltó una risa divertida al igual que el resto de compañeros que nos estaban acompañando esa noche.


— Hay que sacarse el estrés de los parciales de alguna forma — Comenté con un encogimiento de hombros.


Ya sentía mi cabeza más nublada y mi cuerpo exquisitamente relajado por el efecto del alcohol, por lo que pude sonreír con soltura. Volví a rellenar mi shot y lo levanté para hacer el maldito brindis de una vez, llevándome el trago a la boca una vez todos se armaron de sal y luego el chupito que sería mezclado con el limón al final.


Me estremecí completamente por la acidez del limón y me levanté tironeando a todos mis compañeros, uno por uno a la pista.


– Vamos a bailar hasta que amanezca – Tomé a Historia del brazo y me encaminé con ella e Ymir al medio de la pista.


El resto de mis compañeros se acercaron del mismo modo, y todos nos hicimos un espacio para comenzar a movernos al ritmo de aquella música tan adictiva que te hacía querer perder el control.  El sudor de inmediato se apoderó de mi cuerpo al estar entre tanta gente, y el calor me hizo sentir sofocado.


Casi pude olvidar lo que había sucedido minutos atrás.


De no ser por ese casi.


Vi a Historia acercarse en demasía a Ymir, restregándose la una con la otra en aquella pista de baile que nos tenía a todos tan pegados con desconocidos. Negué con la cabeza al ver que comenzaron a besarse con deseo, haciéndome sentir una pizca de envidia sana por lo que tenían.


Conocí a Historia el primer año que ingresé a la universidad, y desde aquel día nos volvimos inseparables, casi como mejores amigos, salvo por el hecho de que ese puesto le pertenecía a Eren por derecho.


Y al poco tiempo después de habernos conocido, llegó Ymir como estudiante de intercambio. Al ser Historia la delegada de nuestra especialidad, se le encargó la recién llegada para que la ayudara a adaptarse al entorno y a la estructura de la facultad. Luego de casi medio año, ambas se declararon y llevan juntas desde entonces.


Se denominan a sí mismas “casamenteras”. Han tenido éxito al emparejar a algunos de mis compañeros y compañeras de la clase, sin embargo, me consideran a mí, su mayor “fracaso”, puesto que luego de tanto intentarlo, no han conseguido emparejarme con nadie por más de un par de semanas.


A lo más un par de forzosos meses.


Un extraño se me acercó en la pista, y rodeó mi cintura atrayéndome a su cuerpo, de inmediato olvidé por completo lo que estaba pensando segundos atrás. Lo miré con una ceja alzada pero él simplemente me sonrió. Lo dejé pasar solo porque se veía apuesto, de alguna forma sus facciones me recordaron a Eren.


Me sostuve de sus hombros y comencé a moverme de una forma más sensual, mordiéndome el labio inferior ante lo bien que se sentía el ser sostenido por sus brazos, los cuales me pegaron completamente a su cuerpo, permitiendo el movimiento únicamente de mis caderas.


Me sentía tan mareado y embriagado por el ambiente que ni siquiera me negué cuando sus labios buscaron los míos. Me sentía demasiado atraído por aquella sensación tan magnética entre nuestros cuerpos que simplemente me entregué, mordisqueando aquella boca desconocida que sabía amarga. El olor a cigarrillos y a menta era lo único que rodeaba a este chico.


Diferente al olor de Eren, el cual era tan reconfortante y adictivo.


Al sentir que aquel sujeto intentaba meter su lengua en mi boca, me separé con una sonrisa de disculpa y me aparté de su cuerpo de inmediato.


Sin mediar palabras me alejé de allí y me abrí paso a codazos por entre las personas.


Necesito aire, de otra forma siento que voy a perder la cabeza.


Me limpié la boca con asco. Aún podía sentir la saliva y el aroma de ese sujeto encima, pero solo me hacía sentir asqueado. Ni siquiera sé cómo pude dejarlo besarme por simplemente dejarme llevar.


Una vez pude ver la salida de la puerta de emergencia, la cual sabía que siempre estaba abierta por las noches cuando Eren tenía que salir a dejar la basura o simplemente a tomar un poco de aire, ya que habíamos estado juntos varias veces por las noches en este mismo bar, mientras yo lo acompañaba un rato en sus turnos nocturnos, charlábamos un par de horas y simplemente me contentaba con leer algún libro cuando la cosa se ponía más agitada entre semana.


Suspiré pesadamente una vez estuve afuera. El frío viento de la noche me recibió de inmediato para despejarme la mente, haciéndome estremecer, pero aquello era mil veces mejor que el sudoroso ambiente del interior.


Me apoyé en la pared y me dejé caer al suelo para sentarme, abrazando mis piernas y escondiendo el rostro en las rodillas.


De verdad este día no ha ido ni de cerca cómo lo esperaba.


Comenzando con aquella forzosa cita en la que me vi obligado a asistir más temprano en la mañana, todo como producto de “las casamenteras”.


A decir verdad, no puedo decir que el plan que implementaron esté dando resultados. Más bien es como si todo se estuviera desmoronando poco a poco a mí alrededor, haciéndome sentir inesperadamente miserable.


De pronto comenzaron a arderme los ojos y el pecho se me oprimió casi haciéndome difícil respirar. Me quité la chaqueta para recuperar algo del aliento, fue entonces que levanté el rostro y el viento frío golpeó mis mejillas, haciéndome estremecer al sentir la humedad en mi rostro.


— Por supuesto que estoy llorando, qué más puedo hacer a estas alturas — Murmuré con hastío.


Me limpié las mejillas, furioso conmigo mismo por estar llorando en estas circunstancias. Culpé al alcohol de volverme inesperadamente sensible, y volví a mi miseria, recordando los sucesos de las últimas tres semanas. Desde el día en que Historia se enteró de mis sentimientos por Eren.


Lastimosamente, en una noche de tragos con mis amigas, bebí lo suficiente como para delatar la condición de mis sentimientos hacia mi mejor amigo, algo que nunca había admitido en voz alta, ni siquiera Mikasa lo sabía, y eso que era ella la más cercana a nosotros dos porque nos conocíamos desde pequeños.


Pero entonces tuve que abrir la boca esa noche, cavando mi propia tumba. Desde luego que Historia no se lo tomó bien, y no fue por el hecho de que estuviera enamorado de Eren, sino que fue debido a que no le conté jamás sobre ello a pesar de que llevamos siendo amigos casi tres años.


Sé que estuvo mal, pero es algo que jamás he podido admitir en voz alta porque siempre he estado en negación con el asunto. Si bien hubo una época, cerca de mi adolescencia, en donde sentí un flechazo realmente fuerte por mi mejor amigo, decidí congelar y eliminar esos sentimientos por el bien de nuestra amistad.


A pesar de que todo el mundo nos llama una pareja. Lo cual me hace feliz internamente, pero demuestro lo contrario.


— Maldición, todo por irme de boca — Me llevé las manos al cabello, tironeando de algunos mechones.


Sorbí por la nariz, limpiándome luego con el dorso de la mano mientras seguía pensando en la infinidad de cosas que seguía sintiendo.


Jamás pensé que estar lejos de Eren por tres semanas sería tan duro. Pero solo me queda una semana que cumplir para poder quedar libre de mi condena.


Historia, aparte de enfurecerse conmigo por no haberle contado algo tan importante con anterioridad, jugando con mi culpabilidad, debo recalcar, decidió que para perdonarme, yo debería hacer algo por ella.


Recuerdo que esa noche ella e Ymir estuvieron charlando un par de minutos a solas, y solo escuché la palabra “plan”. Fue así como me introdujeron a lo que sería el “plan de enamorar a Eren”.


Cuando escuché aquella locura no hice más que reírme a carcajadas por la ocurrencia de aquellas dos mentes casamenteras. Sin embargo, les seguí el juego.


Me arrepiento cada día de eso.


Me hicieron prometer que seguiría el plan al pie de la letra, y como soy de honesto, terminé por hacerlo sin siquiera hacer trampa, de otra forma la culpa me iba a matar. Además de que Historia tiene un carácter bastante temerario cuando se trata de obtener información, jamás podría haberle mentido, su mirada escruta hasta el alma.


De esa forma, el primer paso fue: “Alejarme de Eren”.


Con un detalle que consistía explícitamente en: no vas a acercarte a Eren en el transcurso de cuatro semanas, nada de momentos a solas muy extensos.


El segundo paso consistía en: “Ir a todas las citas que te propongamos”.


Y el detalle era: no puedes faltar a ninguna y debes hacer todo lo que te indiquemos.


En este segundo paso es donde he estado prácticamente forzado a actuar como un jodido romántico con cada una de mis citas. Fingir sonrisas, dar besos, tomar la mano, abrazar, pero siempre, siempre, me dan esas indicaciones cuando estoy frente a Eren.


Según ellas, es para ponerlo celoso, pero realmente no creo que haya funcionado. La mayoría de las veces Eren se ve molesto y me mira decepcionado, como sucedió por la mañana. Ni siquiera sé cómo soy capaz de mirarlo a la cara a pesar de todo.


 El tercer paso fue: “actúa indiferente con Eren, hazle ghosting en redes sociales”.


Y el detalle incluyó: subir fotos con cada una de mis citas, como si estuviera pasando el mejor de los momentos.


El cuarto fue: “cambia todas las fotos de perfil en donde lleves a Eren como si fuera tu pareja”:


El detalle incluyó: tomarme fotos cada vez más provocativas.


Este fue el más difícil de cumplir, porque me gustaba mucho tener las fotos de Eren en cada red social que ocupo. Pero lo que más difícil se tornó, fue el tomar fotos provocativas.


No había un manual para aprender de ello, mucho menos un instructivo que dijera qué cosas debía hacer y qué cosas no. No podía estudiar para hacerlo, lo cual fue muy frustrante.


Hasta que Ymir llegó un día a mi lado, prestándome su computadora para mostrarme un sinfín de fotos de hombres desnudos.


Creo que fue la primera vez que vi porno en mi vida. Y nunca me sentí más avergonzado como aquella vez.


Obviamente Ymir no se contentó con solo mostrarme los supuestos “nudes”, sino que tuvo que mostrarme también porno real entre hombres. Y toda clase de fetiches. Según ella, con la excusa de instruirme bien en el asunto para complacer a Eren cuando éste cayera en mis redes.


No supe de qué redes hablaba, porque yo nunca inicié toda esta artimaña con esas intenciones. Más bien siempre fueron ellas detrás planeando todo el asunto… Aunque nunca me negué, porque al final de todo mantenía ciertas esperanzas de que Eren de verdad se enamorara de mí.


Sin embargo, jamás pensé que iba a ser tan duro seguir un plan de este tipo. Toda mi fuerza de voluntad flaquea cuando me veo bajo su mirada, la cual puedo jurar que me penetra el alma en algunas ocasiones.


Muchas veces estuve a punto de revelar la verdad a mi mejor amigo, porque muchas veces flaqueé en determinación. Quería correr a sus brazos y estrecharlo, decirle que lo sentía por actuar de esa forma, pero nunca pude.


De alguna manera, siempre quise seguir adelante, porque tenía curiosidad de cuál sería el resultado.


Hasta que llegué al quinto paso: “Enviar una nude a Eren”.


Detalle: disculparme diciendo que me había equivocado de chat.


Para ello tenía que practicar tomándome fotos provocativas con el material que Ymir me había enseñado. Debo decir que fue más difícil de lo que supuse, porque a pesar de que lo hice una y otra vez, no podía mostrarle a nadie para saber si estaba bien.


Lo más difícil de este paso fue no sentirme avergonzado cada vez que enfocaba la cámara en mi cuerpo. Sin contar con el “material complementario” que debía usar en algunas, cortesía de mis amigas.


El material consistía en nada menos que lencería erótica. Ni siquiera sé cómo diablos lo hicieron esas chicas para conseguir ese tipo de ropa, ni cómo se las ingeniaron para dar con mi talla exacta. Pero ahí estuve.


Vistiéndome con ropa que apenas me cubría el cuerpo, haciéndome sentir desnudo por la tela tan delgada y de encaje. La primera vez que vi aquellas prendas creo que me sentí tan mortificado que no pude mirar a ninguna de mis amigas a la cara por cerca de tres días, hasta que me regañaron y tuve que contarles lo que había sucedido.


De eso van dos días.


Solo llevaba dos días intentando tomarme las malditas fotos, y Eren tuvo que descubrirlo.


— Trágame tierra, por favor — Lloriqueé abrazando más fuerte mis rodillas.


— ¿Por qué debería tragarte? ¿Qué has hecho aparte de besarte con alguien en la pista de baile? — La suave y baja voz de Eren me hizo saltar en mi lugar.


No quise ni siquiera levantar el rostro. Todo rastro de haberme sentido entumecido por el alcohol desapareció con su voz, tornándome sumamente alerta.


— Eren — Murmuré sorbiendo por la nariz y luego limpiándome el rostro con rapidez, forzando una sonrisa temblorosa en mis labios.


De pronto el paso uno del plan haciendo eco en mi consciencia, sumado al pensamiento de que Eren me vio desnudo en una foto.


Me aclaré la garganta y me incorporé del suelo sacudiéndome el trasero del polvo. Entonces miré al suelo y le di una mirada de reojo a mi amigo.


Se encontraba con los brazos cruzados, con el hombro apoyado sobre la puerta de metal, impidiendo mi huida triunfal. Miré por el callejón, de pronto la oscuridad del mismo se me hizo sumamente aterradora al ver a un par de personas ebrias discutiendo a lo lejos.


Supongo que puedo quedarme otro poco en la seguridad que emana Eren.


— Armin — Su voz sonaba ligeramente más grave de lo habitual y su expresión se veía compleja.


No pude identificar una emoción clara proveniente de su mirada, por lo que inconscientemente retrocedí un paso y me apoyé en el pilar que resaltaba de la pared para no perder la estabilidad. Mi corazón comenzó a latir como si quisiera salirse de mi pecho, y sentí el calor apoderarse de mis mejillas ante la penetrante mirada de Eren.


— ¿Sucede algo? ¿Por qué estás aquí? Creí que había casa llena y no podrías tomarte descansos.


— ¿Así que por eso decidiste salir por esta puerta? ¿Esperabas que no viniera? — Su tono se escuchó ligeramente acusador y temí mirarlo, por lo que solo mantuve la mirada en el suelo.


— Uh… No, solo quería tomar un poco de aire, estaba muy ofuscado — Me abaniqué el rostro suspirando sonoramente.


Entonces lo miré, y le mantuve la mirada por varios segundos. Contuve el aliento, sonriendo levemente al tenerle al frente en un ambiente sin supervisión alguna. Tanto que sentí unas irremediables ganas de abrazarlo.


En su lugar me abracé a mí mismo, de pronto sintiendo un escalofrío por todo el cuerpo. Me acaricié la nuca, arrepintiéndome de no haber traído una bufanda esta noche, y tomé la chaqueta que me había quitado para volver a ponérmela, intentando apaciguar un poco el frío.


— ¿Qué has estado haciendo este tiempo, Armin?


Miré a Eren con sorpresa. De pronto sentí como que había sido descubierto y que el plan al fin había sido expuesto, pero en su lugar, la mirada verdosa de mi mejor amigo solo denotaba confusión, intriga y decepción.


Desde luego que va a estar decepcionado de mí luego de todo lo que me ha visto hacer. Sobre todo cuando me besé con ese extraño en la pista de baile, ni siquiera sé lo que estaba haciendo. ¿Tal vez las ideas pervertidas de Historia e Ymir calaron profundamente en mí?


Nunca en mi vida había bailado de esa forma… Bueno, sin contar las veces que me he embriagado. Aunque en aquellas ocasiones Eren era el que me rescataba cargándome en su espalda y llevándome a casa a salvo.


— ¿A qué te refieres? — Fruncí el ceño y lo miré con detalle.


¿Desde cuándo Eren llevaba aquel parche en la nariz? ¿Se había metido en alguna pelea? Me mordí los labios para no interrogarlo, debía de fingir indiferencia ¿Pero a qué costo? ¿Y si terminaba perdiendo mi amistad con él y todo lo demás?


Según las casamenteras, eso jamás sucedería porque Eren se preocupaba demasiado por mí, pero… ¿Era de verdad?


En este momento, mirando a Eren, puedo decir que está molesto. Casi rozando el enfado. Lo puedo decir por su postura corporal y por la forma en que sus brazos se mantienen cruzados en defensiva. Por su lenguaje corporal sé que no quiere hablar, pero sí tiene muchas cosas que preguntar.


Pero yo no puedo decir nada.


— Has estado actuando extraño estas últimas semanas, no hagas como si no fuera así.


— No sé de qué estás hablando.


Aparté la mirada delatándome de inmediato, pero es que no puedo mentirle mirándolo a los ojos. Es una tortura fingir algo que no soy.


— Sabes muy bien de lo que hablo, Armin.


Lo miré con sorpresa, ya que de pronto estaba mascullando las palabras mientras daba pasos en mi dirección.


Me tensé en respuesta, irguiéndome en mi lugar, buscando refugio en mi chaqueta al apretarla y cerrarla contra mi pecho. La intensidad de su mirada me hizo sentir acalorado de pies a cabeza, de pronto el frío ya no era algo que me preocupara, sino que comenzó a preocuparme el prenderme en fuego.


¿Es posible que alguien pueda prenderse en fuego solo por una mirada? Porque Eren me está mirando con demasiada intensidad en este momento.


Me mordí el labio inferior, sintiendo el mismo adolorido por todas las mordidas que le había proferido a lo largo del día.


— Repito, Eren, no sé qué estás hablando.


— Primero la cita, luego las fotos en Instagram — Levantó sus dedos enumerando los sucesos, cada vez un paso más cerca de mí — Después las fotos en tu teléfono y por último, lo de la pista y tú besando a un desconocido.


— Eso solo sucedió hoy. No veo por qué mencionar las últimas semanas.


— Porque has estado actuando de la misma forma por tres semanas.


— ¿Y qué tiene de malo? — Lo enfrenté, armándome de valor para que mi voz no se tornara temblorosa.


Me crucé de brazos y elevé la barbilla manteniéndole la mirada.


— Me has estado evitando — Sus brazos se mantenían ahora colgando a sus costados, los puños fuertemente cerrados.


No sé por qué de pronto se me vino la imagen de una pantera acechando su presa. Yo era la presa, un ciervo tembloroso que esperaba terminar con vida si huía.


— No es cierto, solo he estado ocupado.


— ¿Con qué?


Me apegué más a la pared, la presencia imponente de Eren estaba comenzando a ponerme nervioso y al más mínimo movimiento brusco, iba a salir corriendo.


De las veces en que pude presenciar a Eren siendo de este modo, nunca salió nada bueno. Porque siempre todo terminaba en peleas, golpes, sangre y heridas, que yo debía tratar al día siguiente, como siempre cuidándole.


El problema era que ahora parecía estar en mi contra. Y tenía una pizca de miedo de lo impredecible de su comportamiento en este momento.


— No es asunto tuyo.


Y el paso número seis del plan hizo su aparición en mi consciencia: “Finge que tienes un novio”.


Detalle: solo cuando Eren pregunte y lo insinúe.


Jamás pensé que eso iba a suceder, pero por la forma en que están saliendo las preguntas, presiento que ese momento está por llegar.


— ¿Tienes un novio acaso?


Bingo.


No sé si sentirme herido, ofendido o emocionado. Herido porque lo dice de una forma burlona, como si no pudiera echarme novio de un día a otro cuando en el pasado así ha sido… salvo que nunca he durado demasiado con ellos. Ofendido porque me está mirando con diversión, casi insinuando que he estado con demasiadas personas como para que sea real. Y emocionado, porque de alguna forma los pasos del plan están sucediendo tal como dijeron las chicas.


— ¿Y si tuviera uno qué tiene que ver eso contigo? — Sonreí de forma burlona, imitando sus acciones, con un valor que no sabía que tenía oculto. La adrenalina corriendo por mis venas al mentirle de forma descarada sin apartar la mirada ni delatarme.


– ¿Para él son esas fotos que te tomas?


Bueno… Esto no era parte del plan.


¿Y ahora qué digo?


Se supone que Eren no se iba a enterar de las fotos de esta forma, sino que iba a ser por medio de un supuesto “error de chat”.


Pero el paso siguiente a ese sería el siete: “Finge que no te avergüenza y actúa de forma insinuante”.


Detalle: si Eren te interroga por mensajes, responde lo más ambiguo que puedas.


No creo que sea tan lejos de lo que está sucediendo ahora.


— Quién sabe — Me miré las uñas fingiendo en mi papel y luego lo miré, ahogando un sonido de sorpresa.


De un momento a otro, Eren estaba a un paso de distancia, menos de medio metro nos separaba. Sus manos sujetaron mis muñecas, con la suficiente fuerza como para inmovilizarme, pero no la excesiva fuerza para hacerme daño.


Respiré de forma entrecortada ante la repentina cercanía de su cuerpo, sus manos empujando las mías hacia la pared de concreto en la cual me encontraba apoyado. Lo miré de forma nerviosa, mi papel actuado había volado con su mirada juzgadora.


Su cuerpo se presionó contra el mío, apresándome de ese modo en todos los sentidos, a la vez que una de sus piernas se coló entra las mías.


No tenía escapatoria.


— E-Eren… ¿Q-Qué estás haciendo? — Susurré al tener su rostro tan cerca.


Nuestras respiraciones se mezclaron y no supe en qué momento respirar se volvió tan difícil. Temí que por la cercanía pudiera ser capaz de escuchar los latidos de mi corazón, los cuales me hacían difícil escuchar algo que no fuera los golpeteos del mismo en mis orejas.


Tenía miedo, pero también estaba sumamente alerta… Y creo que eso era la excitación.


¿Esta es la emoción que describen cuando estás con la persona que anhelas en una situación tan adrenalínica? Solo lo había leído en libros, pero vaya que te deja con la mente en blanco.


— ¿Dónde está tu novio para que te proteja entonces? — Susurró con una sonrisa ladina.


— Estás tú para protegerme también — Lo miré a los ojos intentando dejar de lado mi miedo ante la personalidad del contrario.


Su mirada cambió, de una incrédula a una preocupada, y de pronto soltó mis manos con un suspiro. Gruñó viéndose frustrado y se llevó una mano a los cabellos desordenados que estaban mal atados en una coleta baja.


Entonces volteó a verme, y llevó una mano a mi nuca, atrayéndome más cerca.


— Estoy yo para protegerte… Pero has estado huyendo de mí últimamente — Susurró en mi oreja, lo cual me hizo estremecer.


Jamás pensé que la voz ronca y seductora de Eren, la cual siempre usaba para coquetear con chicas, tuviera tal efecto en mi cuerpo. Casi pude jurar que me desarmé con solo escuchar su voz, y se sintió tan bien.


Maldita sea, Eren.


— L-Lo siento — Solté un jadeo involuntario por la sorpresa que me dio el sentir su respiración en mi cuello.


Llevé las manos al frente de su camisa y me sostuve de la misma empuñando la tela con fuerza.


Por qué tiene que sentirse tan bien.


— No te voy a disculpar, Armin, me has hecho sufrir demasiado en estas tres semanas.


Una sensación húmeda y suave se deslizó por la piel de mi cuello, y abrí los ojos en grande al ser consciente de lo que era la lengua de Eren.


— E-Eren… ¿Qué hac-? — Un gemido bajo brotó de mi boca al sentir la succión.


¿Cómo era posible que de pronto pudiera estar emitiendo sonidos con tan poca estimulación? Ninguna de mis parejas anteriores había logrado ese efecto en mí con tanta rapidez.


¿Será porque he fantaseado con esto por mucho tiempo hasta ahora?


— Creí que solo serías mío, Armin — Susurró en mi oreja.


Me tensé por completo, intentando contener los estremecimientos de mi cuerpo por la forma en que estaba resultando la situación. La respiración de Eren en aquella zona tan sensible, me llevó a apartar el rostro, intentando huir, aunque claramente era imposible al ser inmovilizado de aquella forma por su cuerpo imponente.


Cerré los ojos con fuerza, mordiéndome los labios para evitar emitir algún sonido vergonzoso nuevamente, pero me sostuvo la barbilla y me obligó a encararle.


— Abre los ojos — Ordenó, sintiendo su respiración contra mis labios.


De forma inconsciente lo hice, obedeciendo al instante, ni siquiera yo sabía que era tan obediente. Y al encontrarme con su mirada, contuve el aliento, sintiéndome hipnotizado por el intenso color de sus ojos, el cual era más cercano al verde marino, sus pupilas estaban dilatadas y no veía ninguna buena intención en ellos.


— ¿Dónde está tu novio ahora? — Se burló, inclinando su rostro hacia el mío, nuestros labios rozándose de una forma tan exquisita que no quería moverme más que para concretar aquel ansiado beso que siempre había soñado con darle.


— Lo estoy viendo justo ahora — Susurré con una media sonrisa.


La sorpresa en su rostro fue evidente, y tuvo la intención de girarse a ver de quién se trataba, pero en realidad hablé más por instinto que por estar pensando en algo racional. Y antes de que se girara por completo, le tomé la barbilla y conecté mis labios a los suyos.


Sé que estoy actuando de forma impulsiva, pero… Mis sentidos están más nublados que una madrugada de altamar, y lo único en lo que puedo enfocarme es en él.


La embriagante esencia de su perfume, el fuerte impacto de su cuerpo contra el mío, sus dulces y cálidos labios moviéndose contra los míos con aquella exquisita impaciencia característica suya. Puedo sentir una media sonrisa en su boca, y por inercia mis ojos se abrieron para observarle con duda, de pronto sintiéndome inseguro.


Grande fue mi error al descubrir que me estaba besando sin cerrar los ojos, y la intensidad de su mirada me hizo sonrojarme hasta las orejas por la vergüenza. Lo empujé sin mucha fuerza para apartarlo, desviando la mirada y el rostro a otro lugar por lo que había hecho. Se estaba burlando en mi cara con aquella expresión.


— No te burles de mí —  Repliqué de forma mordaz, mirándolo de reojo con el ceño fruncido.


Le di otro golpe en el hombro con el puño, empujándolo. A ese primer golpe le siguió uno y otro, hasta que finalmente estuve forcejeando con él, mirándolo con las mejillas ardiendo y el ceño fruncido. Todo era su culpa por andar acercándose tanto a mi cuando ha pasado tanto tiempo desde que estábamos compartiendo el mismo aire.


— ¿Así que ahora me rechazas? — Inquirió enarcando una ceja con diversión.


Fácilmente me inmovilizó al sujetarme por las muñecas con fuerza, haciéndome soltar un quejido de dolor por la forma en que sus dedos rodearon mi piel, dándome cuenta de lo pequeño que soy comparado a él.


Arrugué la punta de la nariz, frunciendo el ceño y mostrando los dientes en un gesto de enfado. Pero solo recibí una risa burlesca de su parte y nuevamente lo tuve presionándome contra la áspera y fría pared.


— Cállate de una vez — Mascullé empujándolo con mi cuerpo, pero fue inútil, su fuerza era abrumadora, jamás me di cuenta de ello hasta ahora, y más que tener miedo, sentía una corriente eléctrica recorriendo mi espina dorsal, haciéndome estremecer.


— Tengo que volver adentro — Dejó un casto beso en mis labios y al ver que dudé en corresponder, volvió a presionar sus labios contra los míos, moviéndose de forma lenta. Instintivamente cerré los ojos y solté un suspiro bajo de placer, deshaciéndome en su agarre y contra su cuerpo con tanta facilidad que me molestó darme cuenta de la forma en que puede hacerme caer en sus redes. — No quiero que huyas si te suelto… — Apoyó su frente contra la mía, soltando un sonoro suspiro antes de besar la punta de mi nariz. — ¿Prometes quedarte hasta que termine mi turno?


Lo miré con seriedad, y apenas me soltó las muñecas me acaricié las mismas para aliviar el ligero dolor que allí había quedado. Desde luego que una marca se formaría con facilidad, después de todo mi piel siempre ha sido sensible y él lo sabe, lo cual quiere decir que lo hizo con intención. Y lo terminé de confirmar al notar su mirada satisfecha allí donde me estaba masajeando.


— No me quedaré — Murmuré quitándole esa expresión tan confiada del rostro, lo cual me hizo sonreír divertido.


— ¿Debería amarrarte en el cuarto de descanso entonces?


La mirada en sus ojos fue realmente seria, no estaba bromeando con ello, y de pronto, la imagen de Eren amarrándome e inmovilizándome se me hizo atractiva, pero de inmediato la quité de mis imaginaciones, sintiéndome confundido por aquel impulso que quién sabe dónde se originó.


— No… No estás hablando en serio.


— Nos conocemos de pequeños ¿Y aun no sabes cuándo hablo en serio?


— Lo sé.


— ¿Entonces?


— Olvídalo, no me quedaré, estoy cansado, tuve exámenes todo el día y solo quería distraerme un poco antes de ir a casa — Me crucé de brazos y caminé en dirección a la puerta que ahora se encontraba ridículamente lejos, haciendo que cada paso hacia adelante en realidad se sintiera como una distancia muy tortuosa.


Realmente no quería marcharme.


Relamí mis labios y mordí mi inferior ¿De verdad nos habíamos besado?


No lo puedo creer ¿Sucedió o fue un sueño?


Me pellizqué con fuerza, siseando bajo por el dolor mientras masajeaba la zona. Definitivamente no es un sueño.


— Necesito verte esta noche, Armin — El tono demandante de Eren hizo que me detuviera de inmediato, tragando con nerviosismo en lo que sentía un nudo de tensión creciendo en mi vientre bajo.


— Dije que no, terminas muy tarde — Solté un suspiro y solté los brazos derrotado.


Definitivamente quería decirle que sí, pero ¿Por qué sigo negando lo evidente? ¿Es por el acuerdo con Historia? ¿O es mi nerviosismo?


— Armin — Mi nombre sonó casi como un regaño, e inconscientemente me removí inquieto.


Su voz tiene un gran poder, lo maldigo.


— Puedes… — Apreté los puños y fruncí el ceño caminando de forma rápida a la puerta. Situé mi mano en la manija para bajarla y abrir, pero antes le di una mirada fija y busqué sus ojos, sintiendo mi corazón galopar como loco dentro de mi pecho por lo que iba a decir. — Puedes ir a mi habitación, el guardia de la residencia ya te conoce, le diré que vendrás… Pero no me despiertes.


Lo último lo dije como una advertencia, incluso levanté mi dedo índice para amenazarlo, y un segundo después abrí la puerta con fuerza, casi corriendo dentro del ambiente lleno de sudor y perfumes mezclados. Ni siquiera fui capaz de mirar a algún lugar en específico de la pista de baile, simplemente me dirigí a la mesa en la que habíamos estado bebiendo, y me despedí de los compañeros que allí había todavía, excusándome bajo la mentira de que me sentía mareado y volvería a la residencia primero.


Dejé mi parte del pago de los tragos y tomé mis pertenencias para marcharme de una vez. En todo momento sentí su mirada perforándome la nuca y la espalda, pero no volteé ni un solo segundo. Suficiente con lo que tengo lidiar todavía al ser consciente de la invitación que le di.


Eren sabe el código de la puerta del cuarto de estudio en el que vivo, por lo que ni siquiera tendrá que decir algo apenas llegue. Simplemente puede acomodarse y dormirse a mi lado como siempre hacía cada vez que quería pasar tiempo a mi lado luego de una noche extenuante de trabajo. Recuerdo que esas noches despertaba solamente por el olor de sus cabellos, impregnados en humo de cigarrillos.


Aquel recuerdo me hizo sonreír con nostalgia y de inmediato me estremecí de nerviosismo. El taxi que había llamado tocó el claxon dos veces y le hice una seña para que me esperara en lo que corría el resto de trayecto para subirme al mismo. Le indiqué la dirección y apenas se puso en marcha, comencé a revisar las notificaciones de mi teléfono.


Escribí un rápido mensaje de texto a Historia para decirle que me había tenido que marchar temprano debido a que me sentía enfermo, una mentira que de seguro tendré que explicar mañana, pero por el momento no quiero mencionar nada de lo que ha sucedido con Eren. Sigo pensando que es un sueño.


Y seguiré pensando lo mismo por la mañana probablemente.


— Qué desastre.


Me restregué el rostro con ambas manos y guardé las mismas en los bolsillos de mi chaqueta, mirando por la ventana el trayecto a esas horas de la noche. Solo era poco más de medianoche, pero las calles estaban desiertas a esta hora, y el turno de Eren generalmente terminaba cerca de las 4 AM.


Lo que significa cuatro horas de estar en la cama pensando sobre lo que sucedió, y qué tan verídico fue. Aunque debería intentar dormir de verdad.


El vehículo dejó de estar en movimiento y al ser consciente de que nos encontrábamos frente al edificio de la residencia, saqué dinero y le pagué al conductor, bajándome en un tembloroso movimiento debido al frío que me golpeó de pronto.


Corrí dentro del edificio, y al entrar me encontré al guardia de seguridad, quien me pidió mi identificación mientras anotaba en la lista a las personas que habían llegado hasta el momento.


— ¿Noche ajetreada?


— Ni me digas, eres de los pocos que ha llegado temprano — Comentó riendo mientras anotaba mis datos.


— Bueno, ya me conoce… Y sobre eso, Eren vendrá más tarde, espero que no sea un problema — Junté mis manos en una súplica silenciosa mientras componía mi mejor sonrisa amable.


— Desde luego que no es problema, joven Armin, su amigo ya es de la residencia… — Se inclinó ligeramente hacia mi con la intención de hablar una confidencia. — Y entre los dos, siempre me trae café y donas, consigue que me mantenga despierto, buen muchacho tu amigo.


— Suena como algo que él haría — Dije riendo a la par que negaba con la cabeza. Desde luego Eren era esa clase de chicos, sabía cómo llegar a las personas con acciones y palabras decididas. — Ya debo irme, tenga una bonita noche, gracias de nuevo.


Me excusé con una sonrisa cordial, caminando hacia las escaleras con un sonoro bostezo atacándome en el trayecto. Por suerte mi cuarto estaba en la segunda planta y no debía de subir escaleras infinitas, y así fue como en menos de cinco minutos estaba dentro de la habitación, dejándome caer sobre la cama con la mente en blanco mientras intentaba asimilar todo lo que                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         había sucedido.


Y seguí pensando en lo mismo.


Reproduciendo mis recuerdos una y otra vez en mi mente.


Los labios de Eren. El cuerpo de Eren. Los ojos de Eren. Eren. Eren. Eren.


— Dios, qué hice, yo lo besé primero, me dejé al descubierto así de fácil, con solo un poco de jugueteo. Soy el peor.


Agarré una almohada y ahogué un grito de frustración, para luego levantarme y enfrentar mi triste destino.


Necesitaba una ducha para aclarar mis ideas y serenar un poco mis emociones. Tengo que dormir un poco y así no encontrarme con Eren. Puedo hacer como si nada a la mañana e irme antes de que despierte.


Y luego nada sucedió.


El agua fría de la ducha me hace espabilar de inmediato, temblando y respirando de forma entrecortada. De tan distraído que me encontraba ni siquiera fui capaz de regular bien la temperatura.


Estornudé y una vez el agua se tornó caliente, ingresé nuevamente a la ducha, refugiándome bajo la comodidad envolvente del agua. De inmediato las puertas de vidrio se empañaron por el vapor, y apoyé una mano sobre la misma, mirando al vacío mientras mis pensamientos corrían a la velocidad de la luz.


Eren podría estar tomando una ducha conmigo. Sosteniéndome por detrás. Teniéndome inclinado sobre el vidrio, mi único soporte mientras arremete contra mí…


— ¡Pero qué demonios!


Me di fuertes palmadas en las mejillas, las cuales ya se encontraban tan calientes por lo que había estado imaginando. La vergüenza comiéndome por dentro mientras miraba la erección que se me había formado por la excitación.


Desde luego no era la primera vez que me pasaba al pensar en Eren, pero eso no quitaba que cada vez que sucedía me sentía extremadamente avergonzado y culpable, por lo que simplemente dejaba que se bajara sola.


Sin embargo… No sé si se debió al impulso del alcohol que bebí antes, o por el beso que seguía grabado a fuego en mis labios y recuerdos, pero no pude contenerme. Y simplemente me dejé llevar.


Tomé mi miembro con la diestra y me apoyé con la mano libre en la puerta de vidrio. Comencé a mover mi muñeca con lentitud, mordiéndome el labio inferior en lo que temblaba levemente por la excitación creciente. Mis ojos se cerraron, de inmediato trayendo la escena a mi imaginación.


Un gemido brotó de mis labios, y de tan solo escucharme de esa forma, me sonrojé hasta la nuca. Pero se sentía tan bien que no me detuve, simplemente seguí moviendo mi mano de arriba hacia abajo sobre mi miembro, presionando el glande con suavidad… Pero no era suficiente.


Aparté mi diestra y me lamí dos dedos, imaginando que eran los falanges de Eren los que se presionaban contra mi lengua, empujando más profundo en mi cavidad para obligarme a tomar más. Lamí y succioné, hasta que no pude tolerarlo más y simplemente los dirigí por mi cuerpo hasta llegar a mi parte baja, separando mis glúteos para exponer mi entrada, imaginando que la intensa mirada de Eren estaba devorándome.


Introduje un dedo en mi interior, emitiendo un bajo quejido que muy pronto se transformó en un gemido al mover con lentitud aquel falange, relajándome poco a poco hasta que me acostumbré a la sensación incómoda de momento. Aproveché para ir introduciendo un segundo dedo con lentitud, mordiéndome el labio inferior con fuerza por el escozor que sentí.


Ha pasado mucho tiempo desde que tuve sexo, pero de alguna forma logré acostumbrarme con rapidez a este tipo de sensación, y luego de unos suaves movimientos, el ardor y dolor se transformó en placer líquido, nublando mi mente y haciendo que mis piernas tiemblaran.


— Eren…


De tan solo imaginarlo penetrándome, sentí mi vientre bajo revolverse exquisitamente anunciando mi pronto orgasmo. Pero seguía sintiendo que era insuficiente este tipo de acción, por lo que comencé a mover mis dedos de una forma más dura, clavándose en mi interior lo más que podía, rozando el punto dulce que me hizo gritar de placer.


No tardé en correrme de forma rápida y abrumadora, todo mi cuerpo temblando en lo que eyaculaba y apenas podía sostenerme por mí mismo. Tuve que apoyar mi espalda en la fría pared mientras el agua escurría por mi cuerpo.


Respiré de forma agitada por varios segundos, sintiendo mi corazón latiendo a mil por hora, poco a poco volviendo a la realidad y sintiendo el peso de lo que había hecho.


¿Cómo voy a mirar a Eren a los ojos después de esto?


Nunca había cruzado el límite como lo hice ahora.


— Estoy jodido — Murmuré sintiéndome abatido.


Me puse de pie nuevamente y me abstuve de seguir imaginando tonterías mientras tomaba la esponja para comenzar a lavarme con rapidez. El champú hizo arder un poco mis ojos, y me apresuré en enjugarme para evitar la irritación después.


Una vez terminé, cerré el agua y me salí tomando una toalla para secarme el cabello y el cuerpo. Luego me senté sobre el baño y enchufé el secador de pelo para ponerlo en marcha y así luego poder acostarme sin problemas.


En todo el zumbido del secador, aproveché de recriminarme en silencio, mordisqueándome el labio inferior hasta que sentí el sabor metálico de la sangre, sumado a la punzada de dolor que me acompañó de inmediato, llevándome de vuelta a la realidad.


Definitivamente había hecho mal. Crucé una línea que no debía de haber cruzado jamás… Bueno, crucé la segunda línea que no debí haber cruzado.


Y por si fuera poco, mañana es sábado, no tengo ninguna excusa para desaparecerme en la universidad y evadir a Eren.


Me dirigí nuevamente a la habitación, esta vez con el pijama puesto. Apagué la luz principal y encendí la del mueble de noche para luego meterme a la cama y cubrirme hasta la nariz.


Solté un gran y profundo suspiro, en donde se me fue el alma y cerré los ojos contando en mi mente para mantenerme enfocado en solo números en lugar de seguir pensando sinsentidos que no me llevarían a ningún lado.


En algún momento debí dormirme, porque sentí que solo pasó un parpadeo cuando escuché que alguien estaba ingresando el código en la habitación.


Abrí los ojos asustado, y me senté en la cama, aun medio dormido mientras recordaba y ponía en orden mis pensamientos confundidos.


Eren.


Rápidamente me volví a acostar y me acomodé dándole la espalda mientras fingía seguir durmiendo. Regularicé mi respiración a pesar de que mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido a medida que sentía sus pasos más cerca.


Me tensé de forma inconsciente y contuve el aliento cuando se detuvo frente a la cama. Intenté mantener mi expresión lo más relajada posible mientras sentía su mirada en mi rostro.


La tentación de querer verlo casi me hizo abrir los ojos, y estoy seguro de que me delaté de alguna forma, pero él no pareció notarlo porque lo siguiente que hizo fue caminar al baño, donde segundos después escuché el agua de la ducha comenzando a correr.


Solté un suspiro de alivio y me relajé en la cama, llevándome una mano a la frente mientras miraba al techo. La luz de la lámpara seguía encendida y pude ver por entre las persianas que el cielo comenzaba a esclarecer un poco.


Ni siquiera tuve que mirar la hora para calcular que eran cerca de las 6 AM. Eren siempre llegaba a mi cuarto a esa hora cuando tenía turno los días viernes, ya que era cuando más se llenaba el bar por ser el fin de la semana.


Debe de sentirse muy cansado luego de trabajar todo el día sin haber dormido lo suficiente.


No me percaté de que la ducha había dejado de correr, hasta que fue muy tarde y tuve a Eren junto a la cama, mirándome con una media sonrisa mientras se secaba el cabello con una toalla. Mi mirada bajó por su torso desnudo y tragué con dureza al ver que solo llevaba un bóxer negro ajustado.


Mi boca se hizo agua cuando miré directamente su zona inferior. No es como si no lo hubiera visto antes… Pero luego del beso estoy comenzando a sentir cosas que había sepultado y a las que le había negado el derecho hace mucho tiempo.


La risa suave de Eren me hizo volver la mirada a su rostro, sintiendo las mejillas calientes en menos de un segundo. Él sabía lo que había pensado.


— Sécate el cabello, vas a pescar un resfriado si no lo haces — Murmuré dándole la espalda mientras me cubría casi por completo con las sábanas.


— ¿Me lo puedes secar tú? Estás despierto de todas formas — Sonrió, de aquella forma en la que siempre hace cuando quiere conseguir algo, viéndose como un niño pidiendo un dulce.


Solo resoplé y fruncí el ceño lanzándole una almohada al rostro en lo que me levantaba de la cama, dando zancadas a pisotones, ligeramente molesto, pero no lo suficiente como para decirle que no.


Bostecé sonoramente una vez volví a la habitación con el secador de pelo en la mano, y lo conecté al enchufe junto a la cama, indicándole al castaño que se sentara en el suelo y se acomodara allí.


No esperé que se situara entre mis piernas de frente, abrazando mi cintura y atrayéndome al borde de la cama para que él pudiera esconder el rostro en mi vientre.


— Qué… ¿Qué estás haciendo? Muévete, no puedo secarte el cabello así — Lo cual era un mentira, pero sentir su respiración en mi vientre bajo traspasando la delgada tela de mi pijama, me hacía sentir nervioso.


— Sí puedes, hazlo, no me moveré de aquí.


Y como lo conozco bien, sé cómo es de terco.


Le di un suave jalón en la oreja y luego suspiré intentando relajarme mientras encendía el secador y lentamente lo movía por su cabello, moviendo las hebras castañas para que se secara más rápido.


Era sumamente consciente – demasiado consciente –  de que Eren estaba olfateándome, lo cual hizo que automáticamente el calor subiera a mis mejillas y orejas. Sin embargo, a él parecía no importarle demasiado lo que me provocaba, porque deslizó sus manos bajo mi ropa y comenzó a tocar directamente la piel de mi espalda baja y cintura.


Contuve el aliento cuando sus pulgares encajaron en el hueso de mis caderas, y me estremecí de forma involuntaria al sentir las caricias circulares que le siguieron. Él sabía que aquel era mi punto sensible, y aun así lo estaba haciendo a propósito.


Le di un fuerte jalón en los cabellos de la nuca para que se detuviera y en su lugar solo recibí una risa suave en respuesta. Seguido de las palmas de sus manos deslizándose de forma ascendente por mi torso y abdomen.


Mi lado racional quería detenerlo, pero de pronto la escena de lo que hice en la ducha me llegó a atormentar y me dejó sin saber qué hacer realmente. Su tacto se sentía demasiado bien, sus dedos eran expertos recorriendo mi piel, encontrando las zonas sensibles con tanta facilidad que me hacían perder el rumbo de lo que estaba haciendo, debido a que me retorcía contra él en respuesta.


Mordí mis labios para evitar emitir algún sonido que me dejara en evidencia, y simplemente me forcé a seguir con lo que estaba haciendo. Sin embargo, al bajar la mirada me encontré con sus ojos, los cuales me miraban fijamente con una sonrisa traviesa en aquellos labios que anhelaba besar nuevamente.


Me guiñó un ojo y luego comenzó a desabotonar la parte superior de mi pijama, lentamente dedicándose a liberarlos hasta que más de mi piel quedó expuesta.


— Detente.


Apagué el secador y lo dejé sobre el mueble para luego tomar las muñecas de Eren y apartarlas. Comencé a respirar de forma irregular, me sentía excitado pero a la vez avergonzado y culpable de lo que estaba sucediendo. Tenía una pizca de miedo acerca de qué es lo que esto terminaría significando para nuestra amistad, y sobre todo porque no quería perderlo.


Al parecer él notó mis preocupaciones, con tan solo mantenerle la mirada unos segundos. Me dio una sonrisa tranquilizadora y llevó sus manos a mis mejillas para acunarlas, levantándose del suelo para inclinarse sobre mí, dejando un beso en mi frente.


— Debes saber cuánto he anhelado por esto, por ti… — Tomó mi nuca y rodeó mi cintura para dejarme recostado en el centro de la cama. Mis manos se apoyaron en sus hombros y de forma natural mis piernas le dieron cabida para apretar suavemente sus caderas con los muslos. — La mirada que tienes justo ahora, es la que siempre soñé recibir de ti… Tanto que esto parece un sueño más que algo real.


— Tú… — Aparté la mirada y jugueteé con un botón de mi pijama mientras debatía sobre lo que iba a decir. — ¿Prometes que no vamos a separarnos ni a dejarnos de lado?


— Quiero que seas mi pareja, ¿Cómo vamos a separarnos? — Me miró confundido mientras lo decía como si fuera algo obvio, pero eso no quitó que me sintiera nervioso.


Me cubrí el rostro con las manos y sonreí tras las mismas, mi corazón sintiéndose aliviado e inesperadamente cálido por lo que había dicho. Entonces rodeé su cuello con los brazos y asentí sonriendo completamente feliz.


— Acepto. Sí, quiero.


— No vas a salir con patanes de nuevo, ni te vas a tomar fotos provocativas para alguien más que no sea yo — Sentenció frunciendo el ceño con seriedad, a lo cual solo pude reír.


— Las fotos eran para ti, en realidad — Comenté como si nada, sacudiendo de su hombro alguna mancha invisible en su piel desnuda.


— ¿Qué?


— Todo fue un plan de Historia e Ymir para… Enamorarte — Me encogí de hombros intentando disimular que no me daba vergüenza admitir que yo acepté formar parte de ese plan.


Eren se vio genuinamente desconcertado. Y por un minuto tuve miedo de que se lo tomara mal. Pero apenas pensé eso, él soltó una carcajada, su expresión comenzando a iluminarse conforme me miraba, como si acabara de conocer la ubicación de un tesoro perdido.


— Así que las citas… Las fotos, el ghosting… ¿Todo fueron esas brujas?


— No les digas así, pero sí, fueron ellas.


— No puedo creerlo. Ellas lo sabían del inicio.


— ¿Qué cosa? — Fruncí el ceño confundido.


— Ellas sabían que estoy enamorado de ti desde siempre. Vamos, Armin, todos decían que el único que jamás se daría cuenta por sí solo eras tú, pero el resto de personas lo sabían a kilómetros de distancia.


— Yo… No es cierto — Reclamé.


— Claro que sí, siempre he estado a tu lado para espantar a todos los pretendientes. Por eso ninguno te duraba más de un mes — Me guiñó un ojo a la vez que se acercaba a mi mejilla para depositar un beso sonoro.


— ¿Por qué nunca te declaraste formalmente?


— Por la misma razón que tú. Miedo a perder lo que tenemos.


— Tiene sentido — Asentí con lentitud, relajando mi expresión para sonreír suavemente al sentir sus besos en mi rostro.


— Eres el más inteligente… Pero sinceramente no lo eres tanto para estos temas — Se burló riendo con diversión, mientras sus manos volvían a trepar por mi torso desnudo.


Ni siquiera me percaté de cómo terminó por desabrochar mi pijama para tenerme a su merced. Le di una mala mirada y estaba a punto de reclamar, cuando capturó mi labio inferior entre sus dientes y lo mordió, sacándome un quejido por el dolor, el cual alivió lamiendo y succionando el mismo.


— Mereces ser castigado por haberme atrapado con una artimaña que me hizo sufrir por tres semanas consecutivas.


Tragué con dureza apenas escuché su sentencia y la seriedad en su rostro. No había más Eren juguetón. Esta nueva faceta de alguna forma me hizo sentir excitado, enviando una punzada directa a mi entrepierna.


— Tus pupilas se dilataron, sabía que ese tipo de cosas te gustaban — Comentó mientras me levantaba con facilidad para quitarme el resto del pijama.


Ambas partes, superior e inferior, me fueron despojadas con rapidez, y me cubrí la entrepierna con las manos, apartando la mirada avergonzado por ello.


Él lo sabía, que yo dormía sin bóxers.


Intenté cerrar mis piernas al sentirme demasiado expuesto y cerré los ojos, sintiendo mi cuerpo arder por la vergüenza, podía jurar que en ese momento hasta los dedos de mis pies estaban tintados de un color rojizo.


— No te puedes cubrir.


— Eren, no hagas esto.


— Pero te gusta.


— No lo hagas — Supliqué mirándolo, pero fue inútil.


Tomó mis manos y rodeó mis muñecas para presionarlas contra la cama. Cruzó ambas y me sujetó las mismas con solo una mano por sobre mi cabeza.


Doblé mis piernas para acercarlas a mi pecho y así cubrirme un poco la erección que estaba creciendo con el paso de sus acciones, sin embargo, me arrepentí casi de inmediato cuando él se arrodilló, tomó mis caderas y me acercó a su cuerpo, donde sentí una dureza frotándose contra mis glúteos.


Tragué saliva con fuerza al hacerme la idea de lo que aquello era. Nada más y nada menos que una erección, bastante notoria.


Abrí los ojos con sorpresa cuando se presionó más contra mis glúteos. Negué con la cabeza al entablar contacto visual y solté un jadeo involuntario cuando comenzó a frotarse contra mis glúteos. Intenté forcejear contra su agarre para soltarme, pero fue imposible, y lo único que conseguí, fue que afianzara más fuerte su empuje contra la cama.


— Baja tus piernas, Armin.


Negué con la cabeza de forma obstinada, elevando la barbilla al mantenerle la mirada, aunque desde luego, me sentí inmediatamente intimidado por la intensidad que brillaba detrás de sus ojos, los cuales se habían oscurecido notablemente por la excitación.


Me dio una media sonrisa que implicaba muchas cosas, y cuando digo muchas, me refiero a un abanico de posibilidades y fantasías sexuales…


— Sé que eres desobediente y terco, pero realmente quiero hacerte el amor — Dicho esto, soltó mis manos y tomó las mismas para acercárselas al rostro y dar un beso en los nudillos con gentileza.


Luego deslizó su tacto por mis muslos, dando suaves caricias, dejando un calor abrasador por cada lugar que tocaba. Mis piernas temblaron por la excitación y nerviosismo, por lo que terminé cediendo y bajando las mismas para rodear sus caderas nuevamente, sintiendo mi rostro arder en calor por la vergüenza al dejarme expuesto de esta forma. Mi erección irguiéndose en busca de atención.


Intenté no dejarme dominar por el nerviosismo, e intenté relajarme, después de todo se trataba de Eren. Nadie más que él. El mismo que conozco de toda mi vida. El único que ha tratado de conquistarme mil y una veces, sin siquiera rendirse.


Asentí lentamente a sus palabras anteriores, y apoyé las manos en sus hombros, mordiéndome el labio inferior con suavidad al mantenerle la mirada. Desde luego que sentía un remolino de nerviosismo recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza, tornándome más sensible de lo que ya era, pero no aparté la mirada.


No pude apartar mis ojos de los suyos, cuando aquel color verdoso estaba atesorando hasta el más mínimo detalle de mí. Casi podía jurar que los latidos de mi corazón con los suyos resonaban al mismo ritmo, sin una pizca de duda.


Mis manos descendieron por sus hombros desnudos hacia su pecho, delineé con la punta de mis dedos, aquellos pectorales que se tensaron bajo mi tacto, y seguí descendiendo hacia su abdomen, sonriendo levemente al notar la reacción en su cuerpo y su expresión.


— Armin…


— ¿Qué? De todos modos vamos a “hacer el amor” — Imité su tono de voz y fruncí el ceño acorde, para luego soltar una suave risita traviesa al ver su expresión tornarse seria.


Pensé que diría algo para cerrarme la boca, sin embargo, todo lo que hizo fue apartarse, arrodillarse en la cama y tomar mis muslos, los cuales comenzó a separar con facilidad. De inmediato llevé mis manos para cubrirme, pero fue inútil cuando su mirada se enfocó en mis glúteos.


— Eren, no mires — Me cubrí el rostro con ambas manos, intentando dejar de lado la vergüenza que sentía al estar tan expuesto de aquella manera.


— ¿Qué? De todos modos vamos a “hacer el amor”.


Lo fulminé con la mirada apenas recibí de vuelta aquella frase que había dicho recién. Sin embargo, fue inútil, puesto que se alejó y se acercó al cajón de mi mueble para tomar el lubricante. Vi cómo lo abrió y aplicó un poco en su mano, frotándolo entre sus dedos.


— No cierres las piernas.


— Eren… No…


— ¿No? Pero si no he comenzado.


— Me da… vergüenza — Musité a regañadientes, cubriéndome los ojos nuevamente.


No escuché ninguna palabra más, por lo que pensé que se había quedado quieto. No obstante, apenas miré, sentí sus dedos deslizándose entre mis glúteos, acariciando mi entrada con la punta de sus dígitos.


Ahogué un jadeo por la sorpresa y me tensé involuntariamente.


— Eren… — Llevé una mano para tomarle la muñeca y detenerlo. Si seguía así, iba a darse cuenta de lo que hice en la ducha.


Como siempre, hizo caso omiso a lo que estaba tratando de impedir, y simplemente me miró, introduciendo uno de sus dedos con lentitud, deslizándose con facilidad debido al lubricante.


Un gemido escapó de mis labios de forma involuntaria debido a la sensación, para nada displacentera, debido a que seguía aflojado por lo que había hecho antes.


— Así que esto era — Murmuró la voz de Eren, escuchándose más baja y ronca que de costumbre.


— Eren, yo…


— ¿Fue por el beso? — Introdujo un segundo dedo sin previo aviso, y casi sin ninguna dificultad, haciéndome estremecer por la sensación mientras mi cuerpo se adaptaba a la intromisión y se relajaba.


— No… — Lo vi enarcar una ceja por lo que miré a otro lado y tomé una almohada para cubrirme el rostro. Lo siguiente que supe fue que estaba moviendo sus dedos, simulando suaves embestidas en mi interior con sus dedos, haciéndome gemir por lo bien que se sentía, pero aun así quería más.


La almohada me fue quitada con extrema rapidez, y solo pude mirar a Eren con la respiración agitada. Sentía las mejillas calientes por el sonrojo que de seguro llenaba la mayor parte de mi cuerpo, y la mirada abrasadora del castaño frente a mí no ayudaba a calmarme. Es más, solo servía de aliciente para llevarme más al borde de perder la cordura.


Ni siquiera fui consciente de que mis caderas se movían al compás de sus dedos, ni de que de mis labios se escapaban sonidos bajos de placer. Mi respiración era cada vez más agitada, y la necesidad de sentirlo a él incrementaba al mismo ritmo que los segundos.


Extendí mis manos hacia su cuerpo, y el mensaje silencioso que entregué, fue captado al instante. De inmediato, se acomodó sobre mi cuerpo juntando nuestros rostros. Busqué su mirada y la mantuve por varios segundos, luego acaricié sus labios con mi pulgar, y me acerqué para rozar nuestras bocas.


Sentí como ambos contuvimos el aliento, y nos miramos comunicando tantas emociones en silencio, hasta que finalmente cedimos en la necesidad de aquel contacto. Nos besamos con anhelo, deseo, hambre. El solo sentir como nuestras lenguas rozaban de aquella forma tan exquisita, hizo que mi cuerpo reaccionara aún más anhelante.


Sus dedos eran insuficientes para satisfacerme, y necesitaba que me tocara. Que recorriera cada centímetro de mi piel y me incendiara en llamas con el deseo que tenía acumulado de él.


Y casi como si hubiera leído mi mente, de pronto sus dedos dejaron de penetrarme, y rompió el beso para apartarse y quitarse el bóxer.


Me relamí los labios, mirando, por no decir devorando, la vista que me ofreció en ese minuto. Y me tensé de forma involuntaria al anticipar lo que seguiría. Desde luego Eren estaba bien dotado, en todo sentido de la palabra, y de alguna forma me estaba haciendo pensar que aquello no iba a funcionar.


— Eren… — Tragué con algo de dificultad viendo cómo se ponía el condón luego de haber roto el envoltorio de plástico. Su miembro se erguía completamente orgulloso. — Um… Eso… No va a entrar.


— Me aseguraré de que no duela — Dijo mientras me sonreía con diversión.


Negué con la cabeza pero tampoco hice demasiado para apartarme de él. Mi cuerpo lo deseaba. Yo lo deseaba. Sin importar si dolía o si estaba demasiado nervioso o avergonzado para reaccionar adecuadamente. Confiaba en Eren.


Fue así como lo miré aplicarse lubricante hasta cubrir por completo su longitud. Entonces se acercó a mi cuerpo, separando mis piernas con suavidad. Se inclinó a dejar besos y mordidas en mis muslos, haciéndome gemir por ello, dado a que era uno de mis puntos sensibles y él parecía saberlo muy bien.


Sus manos se deslizaron por mi abdomen, ascendiendo a mis pezones, los cuales acarició haciendo círculos alrededor hasta que se irguieron en busca de atención. Los tomó entre sus dedos con gentileza y tiró suavemente de ellos, provocando que mi excitación creciera con cada estímulo.


Mis piernas se cerraron alrededor de su cuerpo, y supliqué en silencio para que se apresurara, pero todo lo que obtuve fueron besos y marcas por todo aquel lugar que sus labios encontraban. Mi piel se estremeció bajo su tacto, llenándome de tantas sensaciones que el deseo se hacía cada vez más insoportable.


— Por favor… Eren… — Al borde de las lágrimas, moví mis caderas hacia él, recibiendo solo silencio de su parte.


Pero podía sentir la sonrisa que se le formaba en los labios al dejar besos por mi abdomen de forma ascendente. Respiré agitado, llevando una de mis manos a su cabello para empuñarlo y obligarlo a que me mirara.


— Dámelo.


— ¿Qué cosa? — Apoyó su barbilla en mi pecho y me miró con una media sonrisa malvada.


Aunque yo sabía jugar sus juegos.


— Olvídalo, déjame usar un consolador — Hice amago de levantarme hacia el mueble junto a la cama, donde había guardado la colección de regalos que me habían hecho mis amigas.


Sin embargo, no alcancé a incorporarme ni siquiera dos segundos cuando tuve a Eren derribándome sobre la cama.


Su ceño fruncido y sus manos sosteniendo fuertemente mis muñecas, me hicieron sonreír con suficiencia.


— Te has vuelto más atrevido, Armin.


— Te deseo, Eren.


Su ceño se relajó y soltó un suspiro bajo. Apoyó su frente en mi hombro y comprendí lo que estaba sucediendo. Eren estaba nervioso.


Aquello hizo que aumentaran locamente los latidos de mi corazón, a la vez que rodeaba su cuerpo en un abrazo gentil, dejando besos en su mejilla.


No pude evitar sonreír, besando su rostro, el cual cada vez se escondía más en el recoveco de mi cuello, emitiendo sonidos de protesta. Como si de un momento a otro tuviera un niño en mis brazos en lugar de un adulto crecido.


Poco a poco sentí su risa, seguido de un ataque de besos a mi cuello, junto con mordidas y de seguro succiones que serían muy notorias.


Pero esto era lo que amaba de Eren. El compartir cada una de estas experiencias, mostrarnos tal como éramos y como nos sentíamos, sin miedo a exponernos o sentirnos vulnerables. Mi mejor amigo, y ahora mi amante… Mi pareja.


Tomé su rostro con una sonrisa imposible de borrar de mis labios. Sentía los ojos llorosos de pronto, debido a la cantidad de emociones que suscitó esta persona tan… indicada para mí, y dejé besos suaves y lentos sobre sus labios.


Rodeé su cuello con mis brazos para atraerlo más cerca, e incliné mi rostro para profundizar aquel beso otro poco más. Lamí su lengua y aproveché de explorar su cavidad sin prisa alguna, dejándome invadir por todo aquello que sentía en su compañía. A la vez que podía notar cómo se acomodaba sobre mi cuerpo y alineaba su miembro en mi entrada.


Aflojé mi abrazo a su cuello y aproveché de acariciar su torso, suavemente rasguñando la piel de sus caderas cuando lo sentí presionarse en mi entrada, deslizándose lentamente en mi interior.


Emití un gemido, el cual se ahogó en su boca, y mordí su labio inferior cuando de pronto una ligera punzada de dolor me invadió. Mis uñas se enterraron con más fuerza en su espalda, a la vez que respiraba de forma agitada y con algo de dificultad por ello.


— ¿Te hice daño?


Negué con la cabeza y afiancé el agarre con mis muslos en torno a sus caderas para que no se apartara. De pronto comenzó a mover sus brazos y cuerpo, hasta que me levantó las caderas y situó una almohada bajo mis glúteos.


Solté una risa nerviosa al notar que en aquella posición me permitía libertad para mover la pelvis, y así lo hice luego de unos minutos en que solo recibí de sus besos dulces por todo mi rostro, como si de aquella forma se estuviera disculpando por la incomodidad inicial.


Moví suavemente mis caderas para que continuara con lo que estaba haciendo, sabiendo que se encontraba solo a medio camino. Una de sus manos se adueñó de mi miembro desatendido y comenzó a masturbarme con lentitud, deshaciéndome en gemidos y suspiros de placer conforme me distraía de sentirlo deslizarse dentro casi por completo.


Me sostuve de sus hombros, enterrando mis uñas en su piel, pero él ni siquiera emitió un sonido de protesta, en su lugar simplemente siguió besando la delicada zona en mi cuello. Lugar que siguió maltratando, y estoy seguro de que también, llenando con marcas de beso.


— Armin… — Mordió mi hombro con fuerza, a la vez que arremetía los últimos centímetros hasta clavarse profundamente en mi interior.


Solté un grito de sorpresa, mi cuerpo temblando por completo ante la sensación. Podía sentir un par de lágrimas deslizándose por las esquinas de mis ojos, pero no era dolor lo que sentía, sino que nada más que placer en su estado más puro.


Eren se apartó y tomó mi rostro con gentileza, depositando besos lentos que no dudé en corresponder, y apenas recuperé el aliento, comencé a mover lentamente mi pelvis en suaves vaivenes contra él.


Nuestras miradas se anclaron, y ninguno la apartó, ni siquiera cuando el ritmo de las embestidas cambio de uno lento a uno más rápido. La sensación de tener a Eren de aquella forma, unidos, piel con piel, intercambiando besos y gemidos hizo que mi cuerpo se estremeciera por completo, notando el orgasmo crecer con una rapidez abrumadora.


— Eren… Despacio… — Llevé una mano a su nuca, sujetando en un puño sus cabellos.


La punta de los dedos de mis pies se apretaron y mis muslos temblaron por los espasmos de lo que implicaba la llegada del clímax, sin embargo, Eren detuvo el movimiento de sus caderas abruptamente. Acarició mi mejilla a la vez que depositaba besos suaves sobre mis labios, mirándome con una emoción tan cálida en sus ojos, que sentí mis mejillas arder todavía más si es que aquello era posible.


— ¿Q-Qué pasa? — Pregunté con algo de nerviosismo, puesto que seguía mirándome con tal intensidad que de pronto me olvidé que estamos en medio de… un acto sexual.


— Eres… Me haces muy feliz, Armin — Juntó su frente con la mía y me miró de cerca acariciando mi mejilla con su pulgar, luego descendió su tacto de mi hombro a mi brazo, y buscó mi mano para entrelazarla.


— Qué dices — Me reí con nerviosismo, mirando hacia un costado al sentir un calor abrumador dado a la forma en que mi ritmo cardiaco dio un considerable aumento en sus latidos con solo esas cinco palabras. — Pero tú… Me haces feliz, Eren. Gracias por no haberte rendido a pesar de todo.


— No acepto un “gracias”, me vas a devolver todos esos años, Armin, así que te preparas.


— De alguna forma eso sonó a una amen… ¡Ah! — Mi espalda se arqueó en el momento en que Eren dio una estocada profunda y con fuerza, tocando mi punto sensible sin aviso alguno.


Mi cuerpo comenzó a temblar a la vez que mi respiración se entrecortaba y me deshacía en sonidos necesitados. Apreté la mano de Eren, y acerqué su rostro al mío para besarlo, adaptándome a los movimientos de su pelvis, cada vez que él descendía, yo elevaba mis caderas, manteniendo un ritmo lento, que poco a poco me hizo volver a perder la razón, y solo supliqué para conseguir nuestro orgasmo.


No necesité decir nada, puesto que apenas nuestras miradas volvieron a encontrarse, sentí cómo su cuerpo se tensó y acarició mi miembro, masturbándome para llegar al clímax juntos. Su cuerpo cayó sobre mí, y lo recibí con gusto, abrazándolo a la vez que intentaba recuperar el aliento y sonreía por el mejor orgasmo que había experimentado en mi vida, sentía hasta los dedos de los pies hormigueando por la intensidad del placer que había explotado.


Mi mente seguía nublada mientras acariciaba la espalda de Eren, la cual se encontraba húmeda por el sudor que nos cubría a ambos, sin embargo, una vez la nube de éxtasis se esfumó y mi respiración se reguló, giré las posiciones y dejé al castaño de espaldas sobre la cama, mientras yo me acomodaba sobre su cuerpo a horcajadas.


Me miró con una sonrisa divertida a la vez que sostenía mis caderas.


— ¿Qué haces?


— Si piensas que nada más con una ronda te dejaré libre, estás equivocado.


— ¿Ah, sí? — Soltó un suspiro fingido mientras me miraba.


— Sí, debo devolverte todos estos años ¿no? — Dejé de mirarlo a la vez que retiraba su miembro de mi interior, emitiendo un gemido ahogado al sentirme vacío.


Le quité el condón e hice un nudo en la base para luego lanzarlo al basurero junto a la cama.


— Bueno, yo pensaba más en… Citas y viajes juntos…


— ¿Sin toneladas de sexo? Me sorprende que esos pensamientos hayan sido tan puritanos — Me burlé enarcando una ceja mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.


Eren solo soltó una carcajada y negó con la cabeza, luego se sentó, quedando a centímetros de mi rostro. Me acomodé mejor en aquella posición y abracé su cuello, miré a sus ojos y besé su nariz, luego sus labios y comencé a atacarlo con besos por todo el rostro mientras me apegaba más a su cuerpo.


— Te… quiero. Te quiero demasiado, Eren — Murmuré sintiendo el calor invadir mi rostro hasta las orejas y nuca, pero no aparté la mirada a pesar de la vergüenza que sentía en ese momento.


— Te quiero, Armin, siempre te he querido, te quiero ahora y te querré en el futuro por toda la eternidad, en esta y cualquier vida existente — Rodeó mi cintura con sus brazos mientras dejaba besos tiernos por mis labios, haciéndome sonreír, sintiéndome tan embriagado en aquella burbuja de felicidad que me brindaba cada vez que estaba a su lado.


Besé su mejilla de forma sonora antes de esconderme en su cuello, acariciando sus cabellos con suavidad, disfrutando de la comodidad que sentía a su lado, esa confianza y seguridad que solo podía encontrar en sus brazos, esa felicidad infinita que solo podía surgir cada vez que pensaba en él, y que ahora, se ha multiplicado al ser mi… pareja.


Estaba a punto de decir algo cursi cuando de pronto comencé a sentir una dureza que crecía y se presionaba insistentemente contra mis glúteos. Solté una risa divertida mientras lo miraba y enarcaba una ceja.


— ¿No que solo querías citas y viajes juntos?


— Y toneladas de sexo — Aseveró mirándome con determinación a la vez que sujetaba mis glúteos y los separaba para frotar su miembro latente y húmedo contra mi entrada.


Negué con la cabeza, sin evitar la diversión que suscitaban sus comentarios y descaro, sin embargo, la excitación comenzó a crecer con rapidez, hormigueando por mi cuerpo y bajo su tacto.


Le di una mirada y me estiré a tomar la botella de lubricante, lo abrí y eché una buena cantidad en mi mano derecha, luego sostuve su miembro y comencé a embadurnarlo con el mismo, hasta que estuvo cubierto por completo.


— ¿Sin condón? — Su ceño se frunció ligeramente mostrando preocupación, pero solo sonreí y negué con la cabeza.


— Sin condón, quiero sentir cuando… te corras… dentro — Musité mirándolo a los ojos a pesar de la vergüenza que me daba admitir aquello en voz alta.


— Maldición — Se quejó, apoyando la frente en mi hombro, a la vez que pude sentir su pene palpitando con persistencia entre mis glúteos, resbalándose por allí debido al lubricante que le permitía deslizarse sin problema alguno.


Tragué con algo de dureza por la excitación y anticipación que me envolvió al notar la forma en que se calentó todavía más con solo una frase.


Sin esperar a que se calme, guié su miembro a mi entrada, y descendí sobre él sin cuidado alguno, puesto que mi interior solo anhelaba tenerlo dentro nuevamente. Mis muslos temblaron, indicando que no serían de utilidad por mucho tiempo más a ese ritmo, sin embargo, me sostuve de sus hombros con una mano y empuñé los cabellos de su nuca para levantar su rostro, sintiendo mi cuerpo arder en llamas por el placer.


— Hazme tuyo, todo el día, todas las horas, todo el tiempo — Demandé.


La forma en que su manzana de Adán se movió, indicó que había captado mi mensaje, y con ello claro, su mirada se volvió más oscura y su agarre sobre mis glúteos se volvió más duro, llevándome a anticipar lo que sería una madrugada y un día en donde no volvería a caminar por una semana.


— No quiero quejas después, Armin.


— Oh, cariño… Quejas no habrá.


Dicho esto, sellé lo que sería mi perdición en el paraíso con Eren Jaeger.


Pero esa perdición jamás sería un arrepentimiento, sino solo un anhelo constante…


 


Fin.

Notas finales:

Y eso ha sido todo, damas y caballeros, les agradezco a todas esas personitas que llegaron hasta aquí leyendo esta historia "cortita", mi primera vez haciendo un Two shot. Les quería decir que la historia fue inspirada en un fanart de esta pareja, el cual me echó a volar la imaginación cada vez que me quedaba estancada, y tardé meses en terminarla, pero estoy satisfecha con los resultados finales, y espero que ustedes también. 

Nuevamente, muchas gracias, espero verlos en algún proyecto próximo. Besos <3


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