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Liar por Sora Hatake

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Obito le dio un par de golpes en el rostro a Kakashi despertándolo un poco, el Hatake soltó un gemido de dolor y apenas abrió los ojos se encontró con el sharingan de Obito quien lo metió en un genjustu.

Quería matarlo, pero lo dejaría vivir únicamente por los buenos momentos a su lado, aunque no permitiría que recordara nada de lo que paso en aquel lugar.

Kakashi comenzó a despertar poco a poco, vio a su alrededor confundido. Estaba en el hospital, se levantó de golpe ¿cómo había llegado ahí? Un dolor punzante recorrió todo su cuerpo obligándolo a recostarse de nuevo, era peor en la cabeza.

—Hasta que despiertas —Tsunade entró a la habitación revisando un par de hojas seguida de su fiel asistente Shizune

— ¿Qué paso? ¿Cómo llegue aquí? —preguntó Kakashi

—Mmmm me temía que ocurriera esto —dijo Tsunade frunciendo el ceño

 —Kakashi, nosotros veníamos a preguntar qué fue lo que ocurrió —habló Shizune preocupada

— ¿Qué ocurrió? ¿Sobre qué? —Kakashi no estaba entendiendo nada

— ¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunto la rubia cruzándose de brazos

—Me asigno a una misión en un pueblo, yo…llegue al lugar —Kakashi hacia su máximo esfuerzo por recordar, pero el dolor de su cabeza no se lo permitía.

—No te esfuerces, no es bueno que lo hagas estando así —dijo Tsunade. —Hace una semana apareciste en la entrada de la aldea, estabas herido e inconsciente, parece que alguien te dio un fuerte golpe en la cabeza que te provoco amnesia.

Tenía sentido por qué no podía recordar nada más allá de él caminado por el lugar.

— ¿Qué hay de la misión? ¿Qué ocurrió? —preguntó Kakashi

Tsunade y Shizune intercambiaron miradas.

—No creo que sea buena idea que lo sepas —dijo Tsunade. —Toma, estos son los informes que enviaste, léelos para ver si te ayudan a recordar. Volveré cuando estés mejor, por ahora descansa —le entregó un par de hojas que Kakashi puso a un lado.

—No te esfuerces demasiado, no será bueno para tu salud —comentó Shizune antes de que ambas salieran.

Kakashi soltó un suspiro, sea lo que sea que paso, no era nada bueno a juzgar por como actuaba la Hokage. Durmió un poco más y cuando el dolor era más tolerable decidió tomar los informes y leerlos.

“Aún no encuentro al sujeto que provoca desconfianza en las personas, pero aun así me quedaré un par de días más para investigar a fondo”.

“Las cosas parecen estar en orden en el lugar, pero me pareció ver a alguien sospechoso, lo estaré vigilando y notificaré de cualquier problema”

“Al parecer fue una falsa alarma, después de investigar un par de días el sujeto no era más que un forastero, pero todo está bien en este lugar. He hablado con los habitantes y parece que la persona que les preocupaba se ha ido.”

¿En verdad él había escrito eso? ¿Por qué se quedó tanto tiempo en el lugar si las cosas parecían estar bien? No entendía nada, y aún peor, seguía sin poder recordarlo.

Tsunade iba a diario para ver como seguía, algunas veces también la acompañaba Sakura quien estaba preocupada por la situación de su sensei.

Estaba de pie frente a la ventana, preguntándose cuando lo darían de alta. Ya estaba bien, pero Tsunade quería tenerlo otro poco bajo vigilancia porque su amnesia le preocupaba.

—Buenos días Kakashi-sensei, Tsunade-sama me mando a preguntarle qué tal se encuentra —Sakura entro a la habitación

—Bien, ya quiero irme de aquí —contestó Kakashi girándose a verla.

—Me alegro mucho, me preocupe mucho cuando llego y Tsunade-sama dijo que no despertaba —comentó la chica

—Por cierto Sakura, ¿tú sabes algo acerca de cómo termino la misión? Ni Tsunade-sama, ni Shizune me han querido decir y no entiendo porque, si al parecer no había nada malo allá

—Bueno…no sé si debería, escuche algo pero Tsunade-sama dijo que por su bien no se tenía que enterar —respondió la chica dudosa de sus palabras

—Ya estoy bien, dime que paso

Sakura soltó un suspiro y vio a su sensei preocupada. —Kakashi-sensei, el pueblo fue masacrado… Cuando usted apareció en la entrada de la aldea Tsunade-sama envió a un equipo de Jounin para saber si había sido atacado en el camino o en aquel lugar, y los Jounin encontraron el lugar hecho trizas, no había ningún sobreviviente. Tsunade-sama cree que quizá fue emboscado por aquella persona sospechosa, que fueron demasiados para usted y que llego aquí buscando pedir refuerzos pero…bueno, ya era muy tarde—explicó la chica para ver al Hatake que se quedó en completo silencio.  —¿Kakashi-sensei, está bien?

Kakashi dio un par de pasos hacia la cama intentando procesar aquella información, todos, todos en aquel lugar que debía proteger murieron, y él ni siquiera sabía que paso, se desvaneció antes de poder llegar a la camilla.

—¡¡Kakashi-sensei!! —la genin se acercó preocupada a moverlo, con esfuerzo lo subió a la camilla y salió corriendo a buscar ayuda.

Tsunade examino a Kakashi, no podía reprender a su alumna, sabía que Kakashi tarde o temprano se enteraría de todo, pero no esperaba que el shock fuera tan grande.

Un par de días después fue dado de alta, la Hokage lo mando a descansar dándole unas pequeñas vacaciones para que se recuperara bien, no físicamente, sino mentalmente.

Kakashi visito la tumba de Obito, le contó  sobre como fracaso en aquella misión. Se sentía tan mal, ¿acaso solo eso podía hacer, fallarle a todos?

Incluso si la hipótesis de Tsunade sobre lo que ocurrió no lo terminaba de convencer, era lo único que tenía ya que él no recordaba nada.

 La Hokage no lo culpo, ella asumió todas las consecuencias de la masacre. Comprendía que Kakashi ya tenía suficientes líos mentales después de lo ocurrido con su equipo, lo mejor era dejar pasar aquello.

El tiempo pasó, las estaciones cambiaron, aquel acontecimiento, si bien no fue olvidado por Kakashi, si dejo de atormentarlo. Además, Naruto había regresado a la aldea, regresaría a tener misiones con su querido equipo, finalmente podría mantener ocupada su mente en otras cosas.  

En una cueva oscura Obito se preparaba para su regreso, tomo la bufanda verde que Sukea, o mejor dicho Kakashi le había regalado. Era el día en que se presentaría con su nuevo compañero de Akatsuki. Saco del bolso de su pantalón el amuleto de buena suerte y sonrió recordando las palabras que le dijo aquel día “Es un amuleto de buena suerte, no sé qué harás después de que tus vacaciones terminen ni cuáles son tus planes, pero espero que lo logres, me gustaría que nunca más vuelvas a estar en el infierno”. Claro que los lograría, haría todo lo posible para conseguir el Tsukuyomi infinito y envolver a todos en un mundo de ensueño, porque esa realidad, esa asquerosa y podrida realidad ya no le interesaba en lo absoluto.


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