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Angra Mainyu por Mascayeta

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Draco estaba desesperado sin noticias de Astoria y su bebé, pronto se cumpliría el tiempo del embarazo, la chica tenía una maldición de sangre volviéndola más frágil y vulnerable a cualquier dolencia, así que no se le haría raro si la encontraban muerta junto con su hijo.

Por la unión de sus magias sabía que ambos todavía vivían, pero la pregunta era por cuanto tiempo. Donde fuera que estuviese el dolor lo podía sentir, sin embargo, lo más preocupante era ese leve sentimiento de ira y decepción que en algunos momentos se apoderaba de ella, y que en Draco se manifestaba con espasmos musculares y la expulsión de magia involuntaria.

Lo único bueno era que Flikiers lo había dejado en paz, era como si hubiese perdido el interés en lastimarlo cuando se enteró de la posibilidad que tenía de quedarse de por vida en Azkaban, eso no quería decir que los otros Aurores evitaran molestarlo con la falta de alimento, trabajos físicos relacionados con la limpieza de las celdas y los baños, y los golpes que no faltaban en cualquier momento tomándolo desprevenido, y que varias veces lo dejaron inconsciente.

Una de las razones para que ese día se encontrara recostado en la dura tabla que llamaba cama, el hechizo que mantenía su celda cálida no lo había podido hacer porque la exigencia —a pesar de la distancia—, que tenía su hijo de magia, se la consumía prácticamente por completo.

La puerta se abrió dando paso a dos guardias que lo cogieron por los brazos de manera brusca para llevarlo a rastras a una sala donde lo esperaban Pansy y Stevenson.

—¡Por Merlín! ¿Qué te hicieron mi vida?

El escolta quiso apartar a la elegante chica que años atrás fue también su prisionera, pero el brazo de Stevenson le impidió tocarla.

—Mi esposa y yo necesitamos privacidad con el preso —extendió el pergamino con la autorización de Flikiers, el Auror leyó abandonando de inmediato el recinto con la rabia de no poder humillar a la joven.

Una vez pudo trabajar con tranquilidad, Daniel se dedicó a curar las heridas y darle unas pócimas para el dolor y los moretones, que previendo la condición en que lo encontrarían le había dicho a Pansy que empacara camufladas como maquillaje.

Un poco mejor les sonrió a sus amigos.

—Así que esposa —Parkinson se sonrojo sacándole una sonrisa—, me alegro por ambos, nadie mejor para controlar una serpiente que otra.

—Tu núcleo mágico está demasiado debilitado Draco, además que tu salud, en especial tus pulmones…

—¿Estudias medimagia? —Daniel asintió, tan pronto hicieron los EXTASIS y comprobaron su inocencia en las circunstancias que rodeaban a los “estudiantes especiales”, pasó su carta de renuncia siendo aceptada con poco agrado.

Stevenson siempre se supo bueno en pociones, y aunque no fue nunca su interés principal, al ver las heridas en Pansy tomó la decisión de estudiar algo que le permitiera ayudar a las personas igual que lo hacía en su labor de Auror.

—Draco las cosas no andan bien fuera de aquí, lo único bueno es que en el momento que Astoria dijo estar embarazada, el heredero de Black no pudo intervenir más en las empresas Malfoy —la noticia de Pansy fue buena y sabía que ayudaría a sostener el orgullo de Lucius, dándole la alegría de morir con las propiedades de su casta—. Lo mejor es que jamás pudo entrar a la manor, la casa rechazó al tinterillo que lo representa lanzándolo junto con la gente que iba a expropiarla tan lejos, que cuando regresaron parecía que habían caminado por kilómetros.

—¿Lo han visto? ¿Sabe quién es?

Stevenson y Parkinson se miraron entre sí, Draco sin necesidad de escuchar su voz lo supo, muy a su pesar tenía aún la esperanza de que cumpliera la promesa que le hizo el día que la guerra terminó, esa que lo mantuvo vivo el año en las celdas del Ministerio, y que le dio fortaleza hasta que Astoria apareció en su vida.

Limpió las indiscretas lágrimas que nublaron sus ojos, para con una triste sonrisa ver a la pareja.

—No me extraña, desde que lo conocí me ha defraudado —tragó en seco y retomó la máscara indolente que lució en Hogwarts hasta su quinto año—. Necesito que encuentren a Blaise, no pienso estar más tiempo en este lugar… Astoria dará hasta su última gota de magia por la vida de nuestro hijo, faltan días para el nacimiento de Scorpius, si el heredero Black quiere mi fortuna no se la dejaré tan fácil.

Pansy percibió como de un momento a otro el poder de la magia oscura embargó el recinto cubriendo el espíritu devastado del platinado, sintió miedo porque si en sexto año esa energía lo consumió anímica y físicamente, en esta oportunidad parecía fortalecer su núcleo mágico.

Draco se despidió esperando por buenas noticias en su próxima visita. Escoltado por dos Aurores, caminó por un corredor que no conocía, se dio cuenta que lo llevaban a otro lugar y no era para nada bueno.

Al ingresar a lo que parecía un celda múltiple, cinco Aurores le dieron la bienvenida recordándole que tenía prohibido el uso de la magia, y que por esa razón, Flikiers le enviaba un recordatorio del poder que tenía sobre él y sus actuaciones. El puño se estampó de lleno en su rostro recién sanado, mandándolo de inmediato al suelo.

Las risas resonaron en el cuarto que a Draco se le hizo demasiado lleno por sus visitantes, quiso apoyarse en una de las camas que observó cuando entraron y levantarse, fue cuando se dio cuenta que las habían desaparecido. Una patada llegó a su estómago y otra más a su espalda.

El largo cabello platinado fue sujetado con fuerza mientras le propinaban un golpe en la mejilla, sintió el sabor de la sangre inundar su boca, la tragó porque no quería que vieran derrotado.

—Ha llegado el plato principal.

El tono sugerente del agresor no le gustó para nada a Malfoy, como pudo procuró reconocer las caras de quienes lo rodeaban, los pasos de un recién llegado avanzaron hasta él, Flickiers le sonreía con soberbia.

—En unos meses estarás a mi merced por completo, hasta que llegue ese momento, estos caballeros disfrutaran de tu agujero.

Con la cabeza dio la señal para que los otros le desvistieran, el director del penal lo observó satisfecho de la humillación.

Draco cerró los ojos cuando su cuerpo recibió el frío de la desnudez, sin embargo, bastaron segundos para darse cuenta que él seguía con dos de las tres prendas que portaba, y sus dedos reflejaban la sensación agradable de la escarcha en el invierno.

Los gritos de sus atacantes lo hicieron intentar mirar la escena, cubriéndolo se encontraban dos dementores que ondeaban las capas negras que les distinguía, la escena detrás de este no debía ser muy agradable porque Flickiers gritaba órdenes entre los lamentos de sus secuaces. Al fin la puerta se abrió cuando la onda de un hechizo calentador inundó la sala.

Draco escuchó como el Director de Azkaban explicaba que los presos robaron uniformes y lo habían atacado, los cuerpos jadeantes de los que yacían en el suelo fueron sacados para que los dejaran en la enfermería.

Nadie se preocupó por él, Draco permaneció inmóvil a la espera de que los Aurores lo llevasen a su celda, cuando la criatura se apartó permitiéndole ver el espectáculo, cuatro dementores permanecían en la habitación congelada, cogió la raída camisa colocándosela y avanzó escoltado por las criaturas hasta su celda.

Antes de retirarse, el platinado observó las cuencas oculares vacías detallarlo mientras la huesuda mano pasaba por encima de él sin tocarlo, la boca membranosa se abrió emitiendo lo que Draco sintió como un nombre, ambos se despidieron con una leve inclinación. Su último año en Azkaban acababa de comenzar.

 

Lejos de allí, minutos una pelirroja corría por el oscuro pasillo de las bodegas de la empresa Black & Red rumbo a donde provenía la descarga de energía oscura que hacia unos minutos había llegado con fuerza a la empresa.

Abrió la puerta encontrándose con la enfermera tomando los signos vitales de la mujer que hasta esa mañana parecía morir por los síntomas de la preclamsia que padecía, además, de que su magia era mínima por la manera como sostenía al niño en su vientre.

Tan pronto como la enfermera se marchó, los ojos de quienes fueron compañeras en Hogwarts se encontraron. La exGryffindor habló de primeras.

—¿Qué hizo tu marido para pasarte magia?

—Comadreja eres una sangre pura, debías saber las ventajas que tenemos sobre los mestizos —respondió Astoria con las ínfulas de grandeza que su mal estado de salud le habían restado en esos meses de sobrevivir secuestrada.

—No te alegres de a mucho querida, tan pronto obtenga lo que deseo, tu y el asqueroso mortífago no podrán utilizar más la magia oscura.

—¿Qué es lo que quieres Weasley? —la enfrentó Greengrass levantándose de la cama sin dejar ver la molestia por el abultado vientre y la debilidad que su maldición de sangre le daba—. ¿Acaso tu marido ya se dio cuenta de la mentira que llevas en esa panza de trapo?

La cachetada que Ginevra propinó a la ojiverde resonó en la habitación, al regresarle la mirada, Astoria sonreía soberbia, había dado en el clavo, la chica no estaba embarazada.

—Ya veo, quieres a mi hijo para recuperar la relación con Potter —el tono sardónico que empleaba la castaña enervaba a la pelirroja, era una versión femenina de Draco, sintió rabia porque ni siquiera ella logró esa empatía con Harry en tantos años de relación—. Te tengo una pregunta ¿Cómo vas a cubrir el rubio cabello y los ojos grises de mi bebé? El gen Malfoy es tan fuerte que dudo que algo de mi apariencia se refleje en él.

—Te equivocas, tan pronto como Malfoy nos ceda la compañía y las mansiones, él se podrirá en Azkaban, tú y el engendro que llevas van a morir.

Weasley dio media vuelta y salió sin esperar el comentario que seguramente tendría Astoria para hacerle.

Regresó por el mismo corredor esperando recuperar la calma que esa serpiente le quitaba, era tan parecida a Draco que por más que la humillaba y a sabiendas que pronto moriría, seguía con ese porte de reina sin importar lo que sucedía a su alrededor.

Uno que era consciente nunca tendrían ni ella ni Harry así ostentaran toda la riqueza de los Black, una que a Ginny no le importaba, porque deseaba era tener lo que el príncipe de Slytherin poseía, era mucho más que el dinero y la fama, era eso que ella intuyó el día que la segunda guerra mágica acabó, aquello que Harry reflejaba cuando abrazó a Malfoy en el destruido puente de Hogwarts.

Astoria tenía razón, su matrimonio hacía mucho se había ido por el caño, Potter y ella seguían juntos por la apariencia, por la fortaleza que la imagen de familia perfecta les daba, pero los sentimientos que el ojiverde alguna vez le tuvo, habían desaparecido.

Se recompuso para ir a las oficinas, esa tarde quería pasarla con su unigénito, en unos días tendría al bebé en sus manos, y cuando obtuvieran los bienes de Malfoy, ya sabría qué hacer para que Harry no la abandonara, por ahora estaba tranquila, él no debía regresar del viaje de negocios sino hasta después del parto, una prioridad que debía planear de inmediato.

La figura con el encantamiento desilusionador la observó irse como si lo ocurrido minutos atrás no hubiese ocurrido, dio media vuelta y caminó hacia la alcoba que tenía a Astoria Malfoy, al ingresar la castaña se sorprendió de la visita.

Harry Potter se había aparecido en la oficina para buscar los papeles que requerían para la firma del contrato en Italia y poder asistir a las plantaciones en Grecia, llamó a su secretaria para pedirle las carpetas relacionadas, la bruja se las llevó a los pocos minutos de haber salido a buscarlas. La eficiencia de esa mujer era extraordinaria.

Con una sonrisa coqueta y desabotonando su blusa, el ojiverde la abrazó por la fina cintura, para agradecer apropiadamente el servicio.

Desde que por culpa del licor se acostó con Ginevra, dejándola embarazada por segunda vez, ella no había querido volver a tener relaciones, ya de por si ese “revolcón” fue prácticamente un milagro, su relación matrimonial se centraba en aparentar ante la sociedad que eran la pareja perfecta para que no le quitara a Albus, ya que su esposita le había demostrado que era incapaz de criar a un bebé.

El recuerdo de su primogénito muerto por la negligencia de Ginny le dolería siempre, y eso fue lo que arrancó de tajo el amor que alguna vez sintió por ella.

En medio del fogoso beso, el golpe de magia oscura le alertó separando a la chica medio vestida de su regazo. Acomodó su ropa y le advirtió que nadie debía enterarse de que había llegado, con un ligero roce en los labios le prometió seguir en la noche, una mentira porque tan pronto averiguara lo sucedido, volvería a Roma.

Fue extraño ver salir a una enfermera de una de las bodegas, de su época de Auror aprendió varios hechizos para la vigilancia de sospechosos, al aparecer el cristal invisible en la pared su sorpresa por la presencia de Astoria Malfoy embarazada incrementó la curiosidad por la charla que sostenía con la pelirroja.

Ahora frente a la mujer que llevaba en su vientre el hijo de su némesis escolar, sacó a relucir lo que ocultó de su personalidad en años de fingir ser un estúpido.

—¿Quieres que sobreviva tu hijo?

—Dime lo que propones, y espero que esta vez sí cumplas tu promesa.

—Draco fue el culpable de que rompiera la que le hice, pero ten por seguro que si tu no me fallas, ese niño estará protegido —respondió Harry a Astoria.

—Te escuchó Potter.


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