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Angra Mainyu por Mascayeta

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Draco escuchaba la voz de Lucius mientras éste con calma cepillaba su cabello contándole  lo que vivió en Francia, y como querían robarle parte del poco patrimonio que le quedaba a Scorpius. Los negocios no iban bien, Greengrass hacía lo mejor posible, pero la muerte de Astoria lo destrozó.

—Dragon quisiera verte antes de morir, quedaron secuelas de Azkaban, de las torturas y del veneno—. Lucius lloraba, pocas veces lo había hecho, casi siempre ligadas a Narcissa o a él, como el día que recibió la marca, esa mancha deforme y grisácea que adornaba su brazo y el del patriarca—. El esposo de Pansy no determina el tiempo, según él, al igual que el bárbaro que me atendió en Francia, dice que debí morir hace meses, pero los Malfoy no morimos cuando los otros quieren sino cuando sabemos que no tenemos pendientes…

Draco sintió el vacío del mayor cuando se alejo de su lado,  sin duda había terminado de peinarlo, sonrió mentalmente porque nadie creería que su cabello era cuidado por Lucius, su padre se preocupaba tanto o más que Narcissa por la apariencia. Aún se acordaba de un día de diciembre, cuando estaba entrenando en la escoba y no contaba con más de diez años, viendo el desorden de su ropa y cabello le dijo:

«…puedes estar como la mierda, pero tú apariencia no debe demostrarlo, menos a tus enemigos»…

Esa premisa la mantuvo hasta que Voldemort resucitó tomando la mansión como su cuartel. Los recuerdos del Lord Tenebroso cuando casi asesina al dueño de la Manor a punta de golpizas y pociones, al dejarlo sangrando en el suelo, se dio media vuelta riendo por la hazaña, los mortífagos que le secundaron de repente callaron cuando Lucius se irguió, pidió permiso para retirarse manteniendo el porte. 

Ese día El que no debía ser nombrado se dio cuenta que no podría destruirlo tan fácil, no quería utilizar sobre Lucius un Crucio porque era su voz fuera de esas paredes, era inmune al Imperius, y si le lanzaba un Avada la casa de inmediato lo aniquilaría por la protección ancestral, pero el Lord Tenebroso encontró otros medios para infringir dolor y doblegarlo, su familia.

Los Malfoy podían ser catalogados de muchas cosas, eran racistas, despreciaban a los nacidos de muggle, odiaban a los traidores de la sangre, consideraban a Dumbledore un individuo poderoso y manipulador, pero jamás, los que ignoraban lo que ocurría de puertas hacia adentro, sabrían que ellos se protegían porque se amaban, eso no quería decir que Lucius no le exigiera, Draco lo tenía claro, el amor también equivale corregir, su padre en eso era implacable, al igual que Cissy.

—Descansa Dragón, mañana hablaremos.

Oyó la puerta cerrarse quería llorar por no poder hablarle, al fin, como siempre, se decidió por esperar que las cosas fluyeran. Entró en el limbo eterno en el que vivía, para retroceder al último día en Azkaban, del juicio y de haber llegado a la mansión, de ahí su mente parecía suspendida, recorría de vez en cuando un pasillo lleno de puertas grises y negras, las abría y veía con interés lo que dentro de esos cuartos ocurría. Al principio esas visiones eran borrosas, de una mujer, una castaña de ojos verdes como las aceitunas, se sentía contento, ella le daba paz

Otras veces esos ojos eran de un verde esmeralda y la voz de su dueño le decía que lo protegería, el sentimiento que le embargaba era diferente, su cuerpo se calentaba mientras percibía en su boca una intromisión, jadeaba, sus uñas se deslizaban por una piel cálida para quedar envuelto en un letargo donde su memoria táctil le decía que eso ocurrió, más su cabeza lo mostraba como una alucinación.

Lo más frecuente era quedarse en las habitaciones vacías, allí en la penumbra o en la más completa oscuridad, eran frías, sin dolor, ansiedad o cualquier emoción que le afectara. Su mente descansaba. 

En alguno de esos espacios, antes de ser consciente de la presencia de  sus padres, de saber que estaba en la mansión,  escuchó gritos, salió para ver de quién se trataba, tan pronto miró al hombre con la ropa desgarrada por el Diffindo, sangrando por el Crucio que le lanzaban tres uniformados, supo que era él. Fue como unir la fantasía a la realidad de su existencia.

Draco recordó cómo cerró los ojos por la debilidad después de escribir en la pared de su celda, su cuerpo entró en un estado de somnolencia que fue interrumpido por  las voces de tres hombres. Al verlos, descubrió que uno de ellos no era Auror aunque vistiera uniforme, demasiado ansioso en sus movimientos, incluso pensó que era una mujer con un Glamour o una poción multijugos por como sacudía y tocaba su cabello corto fastidiado.

Fue cuando lo sintió, el primero de varios que, sin ser tan fuertes como los de Voldemort y Bellatrix infringían a sus víctimas que quedaban con los huesos rotos y sangrando de inmediato, dolían por la condición física en qué se hallaba.

No supo quién lanzó los Diffindo, quizás los tres, pero sí que el infiltrado —como decidió identificarlo—, fue quien lo bañó en un líquido que ardía mientras carcomía su carne.

Las risas por cómo se revolvía en el suelo se disolvieron cuando la pregunta de Flikiers resonó en la celda.

—¡Aguamenti! —fue bañado, pero aún ardía, su piel sabía que estaba quemada—. Vulnera sanentur

—¡Emilia a San Mungo!

—¿Por qué me ayudas? —preguntó a sabiendas que ese hombre que lo cargaba, llevaba años odiandolo.

—Porque hasta el resentimiento tiene un límite, y no vale la pena perder mi vida por un Malfoy.

El recuerdo lo expulsó mandándolo a otra habitación, allí entraba sostenido por Flikiers, lo aseguraban dentro de la jaula donde metían a los mortífagos, veía todo como un espectador dentro de otro, no escuchaba bien las frases del Fiscal y tampoco de Pansy, lo entendió, para traerlo hasta allí utilizaron un Imperius, la orden se repetía en su mente «Habla solo si te preguntan directamente sobre el caso de Zabini».

Por eso, cuando vio a sus padres no pudo saludarlos, nadie le cuestionó, fue un audiente mudo de su propia desgracia, hasta que Flikiers susurró a su oído cuando lo declararon inocente, junto con la liberación de la imperdonable.

De nuevo el vacío, caer al suelo frío, verse en la casa que creció, percibir los rastros de magia oscura de los mortífagos por la hipersensibilidad de las criaturas que a su lado se mantenían evitando cualquier intervención de Stevenson como medimago o de sus padres… Y pasar a esa rutina donde Lucius o Narcissa le hablaban de tonterías o leían alguno de sus libros favoritos para despedirse con un beso en la frente, cerrar la puerta y dar paso  a la llegada de los Dementores. El frío antecedía la entrega de magia de las criaturas, una que lo envolvía haciéndole sentir cada una de sus células regenerarse.

Esa noche fue distinta, de pronto Draco vio cómo su cuerpo quedaba en la cama mientras su espíritu levitaba hacia el exterior de la habitación, las criaturas lo guiaban al lago en la parte final del bosque, lo atravesó fijándose en varios pavos reales albinos con sus crías, una prueba de que el tiempo solucionaba todo, y se alegraba que la mansión supo resistir y reconstruirse, al menos cuando Scorpius la viese, podría saber algo de su ancestro Malfoy.

Siguió caminando hasta ver la superficie congelada donde se le indicaba ir, se arrodilló percibiendo debajo del hielo una figura similar a él, colocó sus manos sobre el hielo para tratar de rescatarse, el dolor en el pecho y la falta de oxígeno le desesperaron, de repente eso que estaba allí le agarró con fuerza para acercarlo hasta casi chocar con el cristal.

—Dime lo que quieres —exigió con una voz  diferente a la suya.

—Venganza, destruirlo, lograr lo que otros no pudieron.

—Draco ¿Me darás lo que te pida?

El platinado asintió, si era su conciencia, que mejor que ser sincero consigo mismo, si era un Dementor con una apariencia más afable para enfrentarlo, también prefería decir la verdad de lo que haría tan pronto despertara.

—Si no es mi familia, te daré a quien desees —contestó sin remordimiento—. Si lo quieres es porque lo merece.

La energía que le transmitió la entidad congeló su cuerpo, se fijó en cómo lo que fue la marca tenebrosa, se convirtió en un bello Dragón rodeado de rosas rojas.

—Mi nombre significa discordia, caos y destrucción, tú serás mi adalid, y así te reconocerán —Draco sonrió, volvería a tener a su hijo y nadie lo detendría.

Se levantó y miró a los seres que tanto tiempo lo acompañaron, ambos hicieron una reverencia para perderse en el bosque, al darse la vuelta una mano golpeó su pecho con una orden precisa: «Despierta».

 

Stevenson casi muere del susto cuando los ojos grises de Draco se abrieron al mismo tiempo que sujetó su mano al sentir el frío metal del estetoscopio.

—No es necesario Daniel, he regresado y conmigo la muerte.

El grito de Narcissa desde la puerta alertó a los que estaban en la casa, pronto Draco se vio rodeado de sus seres queridos, a cada lado de la cama se ubicaron Lucius y su madre, en frente Pansy, Blaise, Stevenson, y para su sorpresa Ronald Weasley, a quien observó con detenimiento.

Tras una debida explicación de lo acontecido después de su llegada a Malfoy Manor, el platinado se alegró por la situación de su némesis, aunque no demostró nada con su rostro, fue Cissy la que percibió el cambio en la magia que ahora poseía. Con delicadeza la mujer solicitó a los presentes que se retiraran para que su hijo pudiese asearse y acompañarlos a almorzar, al quedar solos los tres Malfoy llegó el momento de las confrontaciones.

Draco no quería mentirles, pero tampoco inmiscuirlos en la cruzada que emprenderia, habló con la verdad buscando su comprensión, advirtiéndoles que sino estaban de acuerdo, tampoco se detendría.

—Mi hijo cumplió un año, si lo dejó más tiempo a su lado, sé pronto seré un enemigo.

Lucius y Narcissa lo abrazaron, era la promesa de apoyo ilimitado que necesitaba, un beso en la frente y otro en la mejilla para luego darle su espacio saliendo de la alcoba.

Al llegar al comedor, Draco vestía una camisa blanca con unos pantalones negros y unos zapatos de igual color.

Sin dudar los tres hombres ajenos a la familia se levantaron para con una reverencia recibirlo en la mesa, ocupando la cabecera.

Narcissa pidió a los elfos domésticos que sirvieran, iniciando lo que parecía un almuerzo de negocios y no la bienvenida a la vida de quien estuvo meses en coma.

Draco tomó la copa de vino dando vueltas al líquido que miraba con atención escuchando el reporte Pansy sobre la compañía y la labor que en América el señor Greengrass estaba haciendo. Los resultados eran buenos, sostenían la empresa, un margen de ganancia y les permitía vivir a sus padres, pero para él eso no era suficiente, bebió un largo trago para mirar de nuevo a Weasley.

—Tienes la energía de Scorpius, y muy a mi pesar, la de su destinado —Ronald asintió diciendo el nombre de Albus Severus Potter, y de los hechizos de rastreo que los niños tenían antes de que el rubio preguntará el por qué de no haberlos llevado a la mansión—. ¿Hasta dónde quieres llegar en tu venganza?

—Hasta el final con ella, con él… prefiero primero saber que oculta, eso que en el entierro de James, lo llevó a lo que es ahora, luego —Ron hizo una pausa para con una sonrisa sostener la mirada gris que parecía escudriñar en su interior al punto de pasar por encima de todas las barreras dadas por la oclumancia que aprendió en sus años de Auror—, como has podido ver en mi mente, quiero destruirlo de la misma manera que lo hizo conmigo .

Draco no respondió, los recuerdos que Weasley le mostró justificaban el odio que sentía por quienes fueron sus amigos, pero también despertaron su curiosidad.

—Pansy, Blaise, creo que ha llegado el momento de unir nuestras empresas, y anunciar al mundo mágico que asumo la dirección de Malfoy Company, además de mi segundo matrimonio.

—¿Conocemos a la afortunada? —preguntó Narcissa.

—Afortunado madre —enfocando al único soltero ante ellos preguntó sin pena— Ronald Weasley, ¿Quieres fingir ser mi prometido?

 

«Por Merlin, ningún periodista esperaría tantas noticias como regalo antes de Navidad, y menos que vinieran de la mano de quienes hasta hace poco pasaban por una de las situaciones más difíciles que cualquier mago pudiese afrontar.

Lectores de El Profeta, el unigénito Malfoy  retoma oficialmente su rol como CEO de la empresa que hasta hace unos meses estaba al borde de la ruina subsistiendo por evitar el despido de los leales empleados.

Cómo lo leen, Blaise Zabini se ha unido a Draco Malfoy para reactivar las inversiones en la Bolsa, así como comercializar los vinos de las dos familias  producidos en los viñedos ubicados en Italia y Francia.

La esposa de Blaise Zabini, hermosa dama que tuve el gusto de conocer cuando ayudé a desenmascarar el complot en contra del joven Malfoy, comentó a su servidora que los mercados mágicos y muggle ya están al tanto de recibir las cosechas que en estos años han producido.

Así mismo, los jóvenes empresarios compraron uno de los equipos de Quidditch que vimos en estos años decaer tras perder el apoyo que las empresas Malfoy le daban, algo que por lo visto el señor Harry Potter desconocía. Pronto veremos al apuesto Víctor Krum de entrenador (véase en la página 29 "Historia de un Campeón").

Por último, tengo la fortuna de anunciar en exclusiva, con un reportaje en Corazón de Bruja, el compromiso de Draco Lucius Malfoy Black con nada más y nada menos que  Ronald Billius Weasley Prewett. Un romance que surgió en la casualidad de un encuentro después de dos meses de salir el rubio de Azkaban, y que  ahora, a puertas de Yule, confirman al mundo mágico.

Enhorabuena a los novios.

Rita Skeeter»

 

Harry Potter arrugó el periódico lanzándole un incendio para destruirlo, cuando vio entrar a Ron para la reunión de la campaña publicitaria con la nueva modelo, no le dio tiempo de hablar, un puño fue a estrellarse en su mejilla.

La carcajada de Ron lo desconcertó, enfrentándolo el pelirrojo dejó el material en la mesa arreglando la elegante túnica que vestía, difícil no notar el anillo con pequeños zafiros en su mano izquierda.

—Mi vida personal es algo que no te atañe, aquí tienes lo que necesitas para la reunión, Ginevra te ayudará.

—¿A dónde vas? —la puerta se cerró cuando Ron trató de abandonar la sala—. Firmamos un contrato y cumplirás con tus funciones. Y en cuanto a Malfoy, ¡Él hace años me pertenece!. Si Astoria no me lo quitó, menos un pelele como tú.

—Pues eso está por verse Potter, porque a quien besa y se le entrega cada noche  es a mi, —el pelirrojo supo que podía volver a ser golpeado, pero la sensación de conocer ese punto débil de Harry lo embargó—. Hermione sabes que es buena en la cama, pero si probarlas la pasión de  Draco, sabrías que después de él, ningún amante te haría sentir satisfecho.

La magia de Harry inundó la sala destruyendo los ventanales y varios de los muebles, salió ordenando a su secretaria reubicar el sitio de encuentro, si Ron pensaba que lo despediría, se equivocó, bien dicen los muggle, "a los amigos hay que tenerlos cerca, y a los enemigos aún más", Malfoy era suyo, y nadie impediría volver a poseerlo.

 

 


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