Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hanahaki. por christalchii268

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Historia corta, parte del desafío de la página de Facebook, Es de fanfics.

 

Notas del capitulo: No andaba muerta, sólo enfocada en historias originales a las cuales le faltan mucha revisión para que vean la luz xD


 


Sin embargo, ya que estoy participando en esta dinámica, quise compartir por aquí mi loca idea cruel.


 


Lo siento por adelantado...

Si hubiese sido más rápido, más asertivo, más directo. 


No obstante, ya no importaba "el hubiera". La realidad era clara.


Comenzando por esa brillante mañana, en el parque local, reuniéndose con sus viejos amigos sin una pista de que su vida cambiaría para siempre.


El cohete había tomado un desvío y Nowaki fue tras de él, encontrando a ese hermoso hombre sollozando en la banca del parque.


Lo recordaba con tanto detalle. Su miseria, su derrota, su belleza escondida detrás de tanto sufrimiento.


Intercambiaron miradas, y en el transcurso de un segundo, Nowaki pensó, "oh, si sólo dependiera de mi, yo no lo haría llorar".


Por eso se presentó, lo tomó de la mano y lo arrastró con él, ya planeando en su cabeza todas las formas para verlo sonreír.


Su nombre era Kamijou Hiroki, estudiante de filosofía y letras. Terco, orgulloso e inteligente. Un ser tan admirable que intimidaba a Nowaki, pues al contrario de Hiroki, no poseía mucho más que sueños imposibles y un corazón débil.


Pudo ver que sin importar cuánto se esforzara, él todavía pensaría en esa misteriosa persona que le hacía daño.


Y ahí se encontró cometiendo el primer error.


Conociéndolo en su peor momento, los breves destellos de sonrisas y paz le eran tan preciados que temía insistir más. No quería equivocarse y provocarle más pena, que se alejara, que autodestructivo, se aferrara a un sentimiento equivocado.


Creyó tener tiempo, una oportunidad de hacerlo bien y encontrar el camino hacia su dañado corazón. Demostrarle cómo era el amor verdadero, y si se lo permitía, nunca hacerlo sufrir otra vez.


Teniendo los sentimientos y la determinación, la intrusión de aquel que vino antes, lo tomó desprevenido, derrotándolo tan fácil.


— ...Estaba buscándote.


—¡Tengo que trabajar en dos tesis! No tengo tiempo para haraganear con el gran novelista en persona.


—No te burles de mi. ¡Estaba realmente preocupado!


Nowaki vio, desde la esquina del pasillo hacia su departamento, cómo la máscara agrietada no podía sostenerse mucho más en el rostro de Hiroki; no con el causante de su dolor acariciando su cabello.


Dio un paso hacia ellos, aterrado.


Fue demasiado tarde.


—Lo siento. Por lo de la otra noche —dijo el escritor de improvisto, sobresaltando a ambos, Nowaki y Hiroki. Su voz y expresión demostrando la sinceridad de sus palabras.


Hiroki olisqueó y disimuló las lágrimas, evitando encarar al otro hombre.


—¿Lo sientes? No hay nada que sentir, Akihiko. Fue idea mía... —despreció, intentando desproveer de importancia todo. El novelista negó luciendo exasperado.


—Yo también tuve culpa en ello. Tú no me obligaste a nada. De verdad, lo siento —susurró, reverenciando. Hiroki se quedó helado.


—¿Qué...? ¡P-para! ¡No necesitas ir tan lejos, demonios! —parloteó, obligándolo a enderezarse y verse al fin.


—Me di cuenta —susurró Akihiko, apretando los brazos de un tembloroso Hiroki—. Lo que hice esa vez, no fue diferente de lo que Takahiro... Lo siento —negó, abatido—. Yo lo sabía. Sé cómo te sientes por mí. Lo he sabido por un tiempo ya.


—¿Lo... sabes? —jadeó Hiroki, pálido y mareado. Akihiko, aún derrotado, no lo dejó ir de su agarre.


—Pensé... que si no lo decía, si actuábamos como si nada pasara, nuestra amistad no cambiaría. Yo no tenía que hacerte más daño ni avergonzarte. Sólo... pasaría.


—Hijo de puta —gruñó Hiroki, dividido entre el horror y cólera. Empujándolo lo suficientemente fuerte para liberarse y soltarle un puñetazo en todo su resignado rostro.


Nowaki, contrariado, se obligó a quedarse quieto. Ellos debían aclarar esto, para bien o mal, en beneficio de Hiroki luego de todos esos años pasados.


Se apoyó en la pared más alejada y los escuchó, dando y recibiendo golpes emocionales. Llegando hasta el punto que nada quedó oculto y ambos sacaron hasta la última cosa en su interior.


Por eso le sorprendió que al final, Hiroki sentenciara que ellos no debían volver a verse más.


—¡Tengo que elegir, ¿entiendes?! —gimió afligido—. ¡Debo cuidarme a mí mismo, Akihiko! ¡No puedo hacerme más daño amándote! Esto es lo correcto.


—¡No dije nada porque no quería perderte, Hiroki! —gruñó, frustrado, el novelista, dando vueltas en el pasillo de la entrada, ya que Hiroki no lo dejaría entrar al departamento—. ¿No lo entiendes? Eres lo último que me queda. No puedo perderte también a ti.


—Estoy harto de sólo ver por ti, Akihiko. Te lo dije, ¿no? ¡Es hora de que vea por mí, para variar!


La sonrisa orgullosa y aliviada de Nowaki desapareció, asomándose para ver al escritor besar a su querido Hiroki, sin ninguna oposición de su parte.


—Intenta salir conmigo, Hiroki.


—¿Qué... estás diciendo ahora? —negó él, cerrando los ojos, seguro evitando ver el rostro cruel tan cerca suyo.


—Es fácil quererte, Hiroki. Ya lo hago como amigo. Así que enséñame, a quererte como amante.


—No digas tonterías —susurró Hiroki negando, intentando alejarse sin fuerzas, o participación del decidido escritor.


—No quiero perderte —repitió en un murmullo—. Y si tengo que elegir, prefiero tomar este último riesgo. Te prometo hacer mi mejor esfuerzo. Y si fracasamos... Bueno, al menos sabremos que hicimos lo que pudimos.


—Eso no es justo, ¿sabes? —sollozó Hiroki, pero lo abrazó, oh, tan desesperado y esperanzado.


Fue ahí, escondido y Nowaki mismo llorando, que el primer pétalo carmesí escapó de entre sus labios.


 


+++


 


Resultó fácil a partir de ese momento poner distancia entre ellos.


Para Hiroki no era más que un molesto niño que se quiso meter a la fuerza en su vida. Ahora, ocupado intentando enamorar a su amado, ni siquiera notó del todo su falta.


Mientras el tiempo pasaba y su salud decaía, Nowaki continuaba convenciéndose de que las cosas estaban bien, que todos los involucrados encontrarían su propia felicidad, y él conseguiría recuperarse tarde o temprano.


Sin embargo no lo hizo. Y fue evidente para quienes lo rodeaban, ya que estaba estudiando para convertirse en doctor.


—No me gusta nada esa tos tuya, Kusama —negó su maestro un día, después de su clase. 


Nowaki, intentando suprimir dicha tos, reverenció nervioso.


—Disculpe por interrumpir la lección, sensei.


—No es por eso, muchacho —despidió el hombre mayor, mirando serio sus aspavientos y muecas adoloridas—. ¿Te has hecho ver por un colega? Desde que te conozco has estado tosiendo, pero parece que últimamente empeora. Está empezando a preocuparme.


—Por favor, no lo haga —sonrió Nowaki recuperándose como siempre luego de unos minutos—. Soy muy propenso a enfermarme, eso es todo. Prometo cuidarme mejor, sensei.


—Mmm —pronunció escéptico el experimentado doctor—. Eso es lo malo con nuestro tipo; siempre desestimando nuestras propias dolencias. Al menos déjame hacerte un chequeo rápido con el estetoscopio.


—Sensei, de verdad, no es necesario... —intentó Nowaki, parando ante la mano levantada del severo profesor.


—No fue una petición, Kusama. Anda, vamos a mi oficina.


Luego de una revisión corta pero profesional, no hubo forma de ocultar su estado de salud, o las sospechas que el propio Nowaki había tenido por ya un rato. Después de todo, expectorar pequeños pétalos como si fuesen gotas de sangre, no era normal.


—¡Por dios, muchacho! —exclamó el hombre mirándolo reprobatorio—. Pensé que serías más sensato. ¡¿Tienes una idea de lo grave que es esto?! ¡Podrías morir!


En el fondo, él lo sabía.


Había dejado pasar las cosas, esperando, que al igual que sus sentimientos, su aflicción desaparecería si le daba el debido espacio.


Sumergiéndose en su educación y el trabajo para pagar esta, él no tuvo mucho ocio para cuestionarse o pensar bien nada. Orando cada vez que tenía un ataque, que la imagen de su querido Hiroki no tuviera que desaparecer.


Si sólo podía tener una cosa de él y eran esos dolorosos recuerdos, Nowaki soportaría cualquier otra molestia.


Parecía que su cuerpo no soportaría más tortura al igual que su alma.


—Tienes que extirparlo, Kusama —susurró gentil el profesor, poniendo su mano en su hombro—. Sólo empeorará. Tu cuerpo intenta expulsar aquello que tu mente quiere tan desesperado mantener adentro. La lucha interna terminará matándote. No te hagas eso.


Nowaki cerró los ojos con fuerza, sin saber si dolía más su pecho por sus pulmones enfermos o su corazón roto.


—Déjalo ir, hijo. Ya es hora.


En tanto escuchaba la voz amable, Nowaki terminó tosiendo otra vez, más fuerte, llenando sus manos de tanto rojo que se desbordaba.


Su último pensamiento antes de desmayarse fue hacia su amor imposible, lo que este le diría y el golpe contundente que le daría.


Se despertó en la enfermería sonriente, con la decisión tomada.


Porque como Hiroki había dicho aquella vez: No podía hacerse más daño amándolo; debía cuidarse a sí mismo. Debía hacer lo correcto.


 


+++


 


—¿Nowaki? ¿Kusama Nowaki?


Nowaki levantó la mirada, atraído por la voz sorprendida y hermosa.


Ojos castaños y curiosos lo vieron por largos segundos. Nowaki se sorprendió pensando, "oh, qué hermosa expresión feliz. Él debería verse así siempre".


—Sí eres tú —susurró el extraño, cruzando los brazos y mirándolo de arriba hacia abajo. Nowaki se abochornó un poco—. Estaba indeciso ya que te vi desde lejos. ¡Qué sorpresa!


—L-lo siento —negó Nowaki, recordándose a sí mismo y recuperando su actitud profesional—. ¿Teníamos cita, señor?


—¿"Señor"? ¿Qué hay con la actitud tan distante? —rio el hombre, ajeno del pequeño e inesperado dolorcito en el pecho de Nowaki—. Cualquiera diría que eras ese cachorro molesto, ¿eh? Mírate, todo un doctor en regla. Bien podrías agradecerme, Nowaki. Sin mi ayuda, no lo habrías conseguido.


Nowaki abrió la boca, a punto de aclarar que no recordaba a ese arrogante extraño, no obstante ninguno pudo decir más, interrumpidos por la llegada de otro hombre, el cual no dudó en poner su mano en la cadera del primero y acercarlo a su cuerpo.


—¿Acabaste? ¿Todo fue bien, Hiroki?


—Ya te lo dije, sólo era un chequeo de rutina para la universidad. ¿Qué haces aquí? ¡Deberías estar trabajando! Deja de darle más problemas a la pobre Aikawa.


—Si ya acabaste, vámonos. Regresemos a casa —le ignoró por completo, sin soltarlo, llevándoselo con él.


Nowaki ladeó la cabeza, confuso por la reprimenda en voz alta del castaño, mientras se dejaba guiar sin replicar el contacto físico.


Concluyó que eran cercanos, tal vez amantes. Saltaba a la vista su felicidad, familiaridad y cariño.


Devolviendo la distraída despedida del peculiar apuesto extraño, Nowaki sonrió.


No sería la primera vez que se topaba con un paciente que lo confundía con otro doctor o actuaba de forma rara. Ni era ajeno al leve dolor de su pecho, producto secundario de aquella cirugía tantos años atrás.


Oh bueno, la vida seguía.


Sonriendo tranquilamente, Nowaki regresó a su rutina, todo pensamiento sobre el importante encuentro, olvidado pronto.


 


Fin.


 


 

Notas finales:

Fue un gusto volver a publicar en esta hermosa plataforma, pero con su permiso, me desapareceré hasta estar lista en el futuro.

Que tengan un bonito día <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).