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Jazz Bar por rkivexxxv

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Tal vez tú también lo sientas 

—¡Naruto!

La voz chillona y emocionada de Ino Yamanaka, su compañera de trabajo, lo sobresaltó a tal punto de dejar caer su vieja libreta en la que guardaba sus canciones. Incluso su voz dejó de resonar de repente por el camerino debido al susto; llevaba tiempo ensayando su siguiente actuación hasta estar satisfecho con ella.

—¡Naruto! —Ino llegó hasta él, le sujetó de los hombros firmemente y lo miró serio.

El rubio quedó inmóvil ante el agarre y alzó una ceja realmente confundido, cuestionando silenciosamente por qué tanto alboroto.

—¿Qué pasa?

Ella clavó sus uñas sobre su piel y ese silencio teatral apareció—. Ese hombre está ahí de nuevo—dijo en voz baja.

—¿Qué hombre? —dijo en el mismo tono—. ¿Y por qué estamos susurrando? —habló normal y se alejó de ella, un poco avergonzado.

—¿Cómo que qué hombre? —dijo casi gritando—. ¡Tu admirador secreto!

Naruto sintió arder su cara, ¡por supuesto que sabía a qué hombre se refería! Llevaba meses apareciendo ahí, sentándose en la misma mesa al fondo del lugar, como si quisiera pasar desapercibido para todos, menos para él claro está. Naruto no lo sabía en ese entonces, pensó que era un cliente habitual más del bar en un pequeño barrio de Tokio, fuera del bullicio del centro de la ciudad.

No sabía su nombre, nada de él excepto que parecía gustar del macchiato, porque era lo único que ordenaba al entrar al bar; o eso es lo que dijo Shikamaru cuando le preguntó por él hace algún tiempo. Era un cliente reservado, que no decía mucho y que no parecía estar ahí para salir con compañía después de una buena charla.

Cuando subía al reducido escenario a cantar, podía sentir su intensa mirada desde la distancia, bajo la tenue luz roja de los reflectores. Luego desaparecía, dejando propinas desmedidas a los meseros, ni siquiera se quedaba un rato más para escuchar a los otros cantantes o simplemente para terminar su café, se levantaba de la silla en cuanto Naruto terminaba de dar su presentación.

—¿Y eso qué? —dijo, sin querer sonar grosero.

Ino le miró como si estuviera loco—. ¿Qué pasa contigo? ¿No quieres hablar con él? ¡No puedes ignorar a un hombre tan guapo como ese!

—No es como si no quisiera, Ino—murmuró avergonzado—. Cada vez que me ve, siento como si quisiera dejar de cantar—dijo en un tono de lamento.

Un suspiro frustrado salió de sus labios, e Ino le dio unas palmaditas en el hombro tratando de alentarlo. Naruto estaba cansado del juego de miradas que mantenía con aquel desconocido, a veces eran dulces y otras simplemente le dejaban sin aliento. No entendía lo que estaba sintiendo, pero era como si él...

—¿Y qué es lo que te detiene?

—No lo sé—se pasó una mano por sus rubios cabellos con frustración—. Olvídalo, ¿quieres?

Incluso Ino dejó caer los hombros desesperada, queriendo ayudarlo de alguna forma.

—Tengo una presentación que dar.

Y se paró sobre el escenario una vez más, dándole una mirada al público que visitaba el local esa noche. Una sonrisa amigable se formó en sus labios, los aplausos y uno que otro grito se escuchó cuando se presentó. Y en cuanto la sala quedó en silencio, su melodiosa voz empezó a escucharse en una tierna balada; buscó aquellos ojos negros que tanto le habían hecho a su corazón en los últimos meses, y ahí estaba, en la mesa del fondo que siempre habitaba, su mirada se clavaba en la de él, en lo más profundo de su alma.

De nuevo, esa sensación de querer dejar de cantar apareció.

Naruto cerró los ojos, escapando de su mirada y de sus sentimientos. Como si esa fuera la única forma de no perder la concentración, su frente se arrugaba, preguntándose si aquel hombre sólo se colaba por la puerta para sentarse ahí, y verlo de esa forma cada día; esperaba con fuerza que pudiera transmitirle lo que sentía a través de su canto.

¿Que si quería hablarle?

¡Se moría por hacerlo!

Naruto deseaba sólo dejar de cantar, bajar del escenario y acercarse a él, para susurrarle al oído todo lo que sentía. Quería dejar de lado los saludos incómodos, los aburridos silencios y los nervios de una primera vez; como si fueran una pareja de viejos amantes. En el fondo, tenía la esperanza de que él también se sintiera de la misma forma, porque por muy pequeños que fueran sus movimientos, Naruto no podía evitar no caer ante a ellos.

A veces se sentía patético esperando por algo de lo que no estaba seguro.

Al cantar la última nota de la noche, los aplausos y el griterío aparecieron de nuevo. Le dedicó una sonrisa a su público, estando agradecido con ellos por su apoyo. Hacía tres años que había empezado a trabajar para Shikamaru en su negocio, siendo bien recibido desde el principio por el resto del personal y especialmente por los clientes fieles del lugar.

Buscó una vez más al desconocido, conectando de nuevo con su oscura mirada. Veía como sacaba la billetera para dejar la propina, el como tomaba su gabardina para ponérsela de nuevo, y el como le miraba una última vez antes de levantarse de la mesa. El sonido de la campanita al cerrar la puerta lo regresó al mundo real, y bajó rápidamente del escenario. Pasando de la gente y de la mirada confundida de algunos compañeros del bar.

Abrió la puerta roñosa del local y salió a pesar del frío invierno en el que estaban, sintió la nieve crugir bajo sus zapatos y corrió tras el hombre con el terror de no poder decirle nunca lo que sentía.

—¡Oye tú! —gritó desesperado, mientras sujetaba su brazo.

Era alto, desde la distancia era difícil notarlo, pero ahora que estaba frente a él podía ver las claras diferencias entre ellos. Se giró lentamente, notándose un poco sorprendido de que fuera tras de él de esa forma. La vergüenza se apoderó de Naruto y soltó aquel brazo del que se aferraba.

—Yo...—no sabía qué decir exactamente—. Lo siento.

El hombre intentó decir algo, pero Naruto levantó la mirada con enfado.

—¡No! ¡En realidad no lo siento! —gritó exasperado—. ¿Quién eres?

Se acercó más, haciendo que el otro retrocediera un paso estando aun sorprendido.

—¿Por qué estás aquí siempre? ¿Quieres volverme loco?

Naruto dio otro paso adelante, haciendo que el desconocido caminara hacia atrás cada vez.

—¿Eres un pervertido acaso? —su pregunta hizo que el hombre le dedicara una sonrisa, como si se estuviera burlando de él—. ¿Po-por qué te ríes?

Se vieron, como cada vez que sus ojos se encuentran en el bar.

—Soy Sasuke—esta era la primera vez que escuchaba su voz—. Me gusta oírte cantar, por eso siempre estoy aquí—ahora era él quien daba pasos hacia adelante, logrando que Naruto retrocediera los suyos.

—No trato de volverte loco, y definitivamente no soy un pervertido—Sasuke veía aquellas mejillas sonrojadas, preocupándose porque el rubio no traía nada con que abrigarse—. Me río porque eres exactamente como pensé que serías.

Él había respondido cada una de sus preguntas.

—Esto es ridículo—Naruto se dio la vuelta, apenado.

Sasuke lo observó curioso.

—¿Por qué me haces sentir así? —murmuró para sí mismo, aunque fue claramente escuchado.

—¿Cómo te hago sentir, Naruto? —preguntó acercándose más a él.

Al escuchar su nombre ser pronunciado por él pudo sentir a su corazón encogerse en su pecho.

Estaba claro, estaba realmente claro.

—¿Hace cuánto vienes al bar? —lo ignoró haciendo otra pregunta.

—Por más de un año—explicó, sintiendo una corriente de aire pasar entre ellos—. Pero... supongo que hace algunos meses dejé que me notaras a propósito—el pelinegro se quitó la gabardina, colocándola sobre los hombros de Naruto.

Ellos no eran tan diferentes, ambos esperaban que algo ocurriera.

—Me gustas—dijo el rubio en un susurro, se alejó rápidamente de él y rascó su cabeza en señal de confusión—. O más bien creo que te amo... ni siquiera te conozco.

Pero se sentía como si lo hiciera desde hace una vida entera.

Sasuke se quedó paralizado, sintiendo la calidez inundar su corazón, aunque no sabía si Naruto lo decía con tristeza o con alegría, ahora sólo parecía un manojo de nervios; pensó absurdamente lo lindo que eso le resultaba aún en esta situación.

—Si piensas venir a mí en algún momento—su rostro seguía rojo, más por la vergüenza que por el frío—. Por favor, deja de dudar y acércate.

Él sonrió nuevamente ante las palabras de aquel que creía un amor platónico.

—Lo lamento, quizás debí acercarme a ti desde el principio—Sasuke caminó hacia a Naruto, sosteniendo su mejilla con delicadeza—. Porque yo también siento lo mismo.

Se sonrieron cómplices, bajo el cielo estrellado y la nieve cayendo sobre ellos, prometieron volver a verse en ese mismo bar.

 


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