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Lo importante se dice, lo valioso se demuestra. por dark kirito

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Notas del fanfic:

Yu-Gi-Oh! GX pertenece a Kazuki Takahashi-sensei y Konami. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo.

Yu-Gi-Oh! GX pertenece a Kazuki Takahashi-sensei y Konami. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo.

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Lo importante se dice, lo valioso se demuestra.

El silencio que lleva a la tragedia, un destino que da otra oportunidad.

Johan x Judai (principal)

Haou x Jehu (secundaria)

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Reino de la Oscuridad, hace quinientos años.

Jehu observa desde la ventana con gran apatía a una pareja, un chico y una jovencita que van tomados de la mano, que se detienen y recargan sobre el tronco de un árbol, se besan y de vez en cuando él le susurra al oído palabras que la hacen sonrojar. El espectador mira ahora a la distancia, a ningún punto en particular, chasquea la lengua, tuerce la boca, recarga los codos y antebrazos sobre la barandilla, posteriormente el rostro y finalmente suspira pesadamente, como si la vida se le fuese en ello.

—¿Qué de bueno tiene el amor? Ni siquiera es real.

Y si acaso alguien fuera lo suficientemente estúpido como para hacerse algo así, se convertiría automáticamente en esclavo de otra persona, perdería toda libertad. Sonríe con amargura.

—Si, solo un idiota haría algo así.

No pasa mucho para que a lo lejos distinga a la razón que prácticamente le tiene pegado a la ventana, el rey, Haou regresa de una de sus decenas de expediciones bélicas, sin herida alguna, joder que si quiera se ha manchado con una sola gota de sangre, luce impecable, es sin duda un monstruo, uno que hace latir a su corazón como no debiera.

—¿Porqué no me llevó?

En todo el mundo son por demás conocidas las habilidades prácticamente psicópatas de Jehu, su gusto por la sangre y sufrimiento ajeno y sin embargo, Haou le dejó atrás, como si fuese un inútil o una carga. Ha pensado en ello hasta el cansancio pero no ha logrado dar con la respuesta.

—Vamos — intenta animarse — la próxima vez le dejarás sin palabras, rogará porque esté a su lado — se le escapa una risilla, si claro, ese hombre no pediría clemencia ni por su vida.

Se pone en pie esforzándose por olvidar rencores y recibirle como merece, de menos para felicitarle aunque las palabras jamás hayan logrado cambiar su expresión. Tarda un poco dando vueltas en la habitación, indeciso e incómodo por tener que rebajar su orgullo, por verse obligado a callar.

—¿Callar? — arquea una ceja dibujando la locura en su rostro — Haou me va a escuchar.

Lo quiera o no. Es así como deja transcurrir los segundos, adivinando el momento es que se encuentre a solas, no pretende dar un espectáculo y nada tiene que ver la opinión de todos los otros inútiles que le sirven al rey, no desea la más mínima interrupción.

Sale de la alcoba y recorre los pasillos con sigilo, cuál sombra, apuntar una daga al cuello de Haou es una buena idea, hacerlo sangrar demasiado tentador, quizá aquel líquido tuviera un delicioso sabor al provenir del único ser al que anhela. Humedece sus labios con la lengua, ahora también planea profanar la boca real total, está convencido de que al monarca siquiera le importará… eso ciertamente es doloroso y frustrante. ¿De qué manera puede meterse a sus pensamientos, alma y vida? Al diablo con el sigilo, ahora mismo arde en furia. Verá a Jehu, tendrá en cuenta su presencia así sea lo último que haga. Empuja la puerta bruscamente, a dos manos y queda clavado en el sitio, cada músculo inmóvil e incluso una gota de sudor en la barbilla que finalmente cae. Abre los ojos en demasía, no da crédito al grotesco cuadro. En el trono, sentado como el dirigente se encuentra Darkness y dándole la espalda, en su regazo y tomado de las muñecas, Haou. El espectro le muerde el cuello y se alimenta con la sangre que Jehu debería estar bebiendo. La rabia le ciega y se abalanza contra lo que el considera una feliz pareja, toma al castaño del hombro, con autoridad y le lanza hacia atrás, el monarca no ofrece resistencia, cayendo al piso.

—¿Eh? —Jehu se da cuenta demasiado tarde de la inconsciencia del rey que no deja de sangrar.

—Tonto — le dice el ente — Haou me ofrendó miles de vidas incluida la suya por ti y tu has venido a mis manos por voluntad propia.

—¿Qué…?

Antes de que Darkness continúe, la espada del castaño le decapita. El cuerpo arde en un diabólico fuego verde que hace hervir la sangre consumida y hace crepitar los restos. El de ojos miel toma asiento en la ventana, demasiado asqueado como para ocupar el asiento que le corresponde. Cierra la herida en su cuello con algo de magia.

—¿Qué está pasando? — es lo único que Jehu atina a preguntar de inicio — ¿Por qué esa cosa dice que te ofreciste en mi lugar? — silencio — ¡Habla maldita sea!

—Esto no tiene nada que ver contigo.

—El dijo que … — el otro continúa en su mutismo — ¡Jamás hablas conmigo de las cosas importantes! ¡O de lo que sea! ¡Eres incapaz de confiar en mí! — da un pisotón al mosaico, le mira decidido — Me largo, no voy a ser otra marioneta controlada por ti — le da la espalda — Hasta nunca.

El de cabello azulino camina lentamente hacia la puerta, con la esperanza de que le detenga, rogando desde lo más profundo del corazón, aferrado a ese pedacito de esperanza.

—Mas te vale no volver Jehu.

—Vaya — dice con tono lastimoso — Para eso sí eres capaz de armar una frase. Está bien, no regresaré — no puede darle la cara, ya que apenas es capaz de contener las lágrimas inspiradas por algo más profundo que el odio: el amor no correspondido.

Jehu desaparece, es entonces que Haou se levanta más por inercia que por otra cosa, estira el brazo intentando alcanzarle, pero alguien a su espalda le coge por la cintura, en un abrazo que le rompe una costilla, le clava los afilados dientes en el cuello más dispuesto que nunca a terminarse hasta la última gota de ese brebaje que hasta hace nada saboreaba, el ente le sostiene con ahínco de la garganta, al menos la parte que no le impide degustar el manjar, difícilmente le permite respirar y aún así no hay un solo quejido de la víctima.

—En verdad eres aburrido Haou, todos lloran, suplican, pierden el orgullo y tú tan valeroso… no, no es eso, estás vacío — silencio — ¿Para qué dar ese espectáculo? Sabes muy bien que soy inmortal.

—¿Cuántos años llevas persiguiendo a Jehu?

El espectro afila la garra libre, clavándola directo en el corazón que estruja.

—El tuyo también late y emite calor, por un momento pensé que sería una piedra.

El monarca ni siquiera se movió, aunque el líquido empezaba a mojar el piso con pequeñas gotas que asemejaban el rocío matutino.

—Ya no te queda mucha, hasta tu puedes morir — continúo succionado con fuerza.

El brillo en los ojos de Haou desapareció, se dejó caer en control del malhechor que le tomó del mentón, acercando sus labios a oídos ajenos.

—Ese idiota no entenderá tu sacrificio, no se da cuenta de algo que es tan evidente para los demás… — el castaño se estaba quedando dormido al tiempo que un escalofrío y extrema debilidad se apoderaban de su cuerpo — Conoces la respuesta a esa pregunta, dudo sea casualidad lo hayas traído a tu castillo aquel día, cuando tenía como, ¿tres, cuatro años? Sus padres si suplicaron pero al final es inútil, después de terminar contigo iré por él y no podrás evitarlo — una sonrisa se dibujó en el rostro de Haou.

—Es cierto, aún con todo el poder que tengo no puedo asesinarte porque a final de cuentas soy humano pero precisamente al ser uno puedo maldecirte, no eres tan inmortal como piensas.

—¿Qué? No serías capaz, tu alma también…

—¿Parece que me importa?

El cuerpo de Haou emitió un aura dorada increíble, majestuosa y luego de ello hubo una estruendosa explosión que terminó con esa parte del edificio.

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En la entrada del castillo poco antes.

Jehu pensaba en el estorbo que seguramente era para Haou a estás alturas, que no le era grata su presencia y aún así, antes de dar un solo paso afuera giró y corrió en dirección contraria. ¿Qué importaba que no le correspondiera? No estaba esperando una recompensa, estar a su lado era más que suficiente. Le imploraría de rodillas que le permitiera regresar. Sonrió ampliamente.

—Soy un jodido masoquista.

Ya se encontraba en el corredor que lleva a la habitación real cuando se dio la explosión, misma que le lanzó bastante lejos, estrellándole contra una pared. No perdió el conocimiento pero se abrió la cabeza que sangraba en abundancia, ello no le importó y se reincorporó de golpe.

—¡HAOU!

Estaba aturdido y confundido, ¿qué pudo haber pasado? No tardó en llegar a la alcoba, había pedazos de lo que antes fuera Darkness por todo el recinto y recostado boca abajo en un pilar, el castaño, a juzgar por un rápido vistazo estaba completo, asumió que solo se había desmayado, corrió hacia él y le cogió entre sus brazos, tenía una expresión serena que jamás le había visto o siquiera imaginado, algunas lágrimas resbalaron por las mejillas de Jehu pues Haou había muerto.

—¿Por qué?

—Kuri, kuri, kuri.

El rey de los espíritus se había aparecido ante él.

—¿Qué quieres decir con que me salvó? No me importa lo que pase conmigo — sonrió con amargura — ¡¿PORQUÉ HAOU TUVO QUE MORIR?!

—Kuri… kuri.

—¿M-maldito? — Balbuceo incrédulo — No… no… esto no pude estar pasando… Debe haber una manera… — perdió todo color en el rostro.

Kuriboh le explicó varias cosas, a detalle, indicándole los riesgos y lo costoso que podría ser todo, le indicó que el cuerpo de Darkness y gran parte de su alma se habían desintegrado puesto que el poder de Haou era mucho mayor de lo que esté mismo imaginaba pero, que la energía residual les causaría problemas de nueva cuenta en el futuro. También que debido a la magia empleada, Haou estaría vagando en el infierno hasta el fin de los tiempos aunque había una manera de salvar su alma y era justo el precio que el rey no estuvo dispuesto a pagar.

—Bueno, al bastardo le tuvo sin cuidado lo que pude sentir, ¿porqué habría de preocuparme si ya no puede ordenarme? — hizo un ademán despreocupado pero el dolor era evidente en su tono — ¿Estás seguro de que funcionará?

Kuriboh asintió diciendo que todo dependía de ellos y le deseó buena suerte, luego desapareció para darles la privacidad que seguramente necesitaban. Jehu acarició el rostro de su amado, retirando algunos mechones rebeldes.

—¿Cómo es el infierno? ¿Ahí también haces esa cara de que nada te interesa? — le acarició los labios con ternura, incluso al estar helados fue capaz de sentir su suavidad — Somos unos idiotas, si me hubiera dado cuenta, si hubieses confiado en mi, estoy seguro de que ambos lo habríamos derrotado. Siento no habértelo dicho — le besó respetuosamente, fue un contacto unilateral y cruel que solo le hizo daño pero también muy feliz — ya es tarde y no podrás escucharlo, aún así te amo — se clavó un puñal en el costado, quería quedarse con Haou tanto como le fuera posible, proteger ese cuerpo vacío que le significaba su mayor tesoro así tuviera que pasar por la penuria de una muerte lenta y sumamente dolorosa, ya que era un artefacto perteneciente al mundo de los espíritus y por lo mismo, capaz de afectar a estos hasta la partícula más alejada. Era ser torturado una y otra vez, a cada segundo y sin embargo solo podía pensar en lo hermoso que se veía el sol reflejado en el sedoso cabello castaño, en lo delicada que era su piel o lo pequeños que resultaban sus hombros, no era muy alto y estaba delgado, es difícil imaginar como alguien en apariencia inofensivo despertaba terror en los enemigos. El corazón se le oprimió al ver el pecho herido de Haou, las marcas en cuello y garganta e incluso la piel hundida en la zona de la costilla rota, y muchas mas lesiones que no eran fáciles de notar y a juzgar por la apariencia… tragó saliva, si, Haou ya estaba bastante herido cuando fue a sentarse a esa ventana, en el interior… ¿qué rayos le hizo Darkness y porqué lo permitió? “Kuri, kuri”.

—Amor, ¿eh?

Repitió las palabras de Kuriboh. Darkness le hizo tanto daño a la única persona que jamás le habría gustado ver sufrir y siendo un espíritu era seguro que incluso estando desmayado desgarraba su alma. Se aferró con aún más fuerza, incluso cuando ya no la tenía, como si buscase fundirse a él. No aguantaría mucho más.

—Lo siento Haou, yo fui el idiota. Si es verdad que nos volveremos a ver te pido algo, enséñame lo que es el verdadero amor, no tiene que ser romántico solo, en verdad, está vez quiero… — cayó semi inconsciente en el pecho del fallecido rey — entenderte.

Y así fue como Jehu también falleció y con ello le permitió a Haou y a las reminiscencias de Darkness el reencarnar.

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En las cercanías de un río, en la actualidad.

Un par de niños corren a toda prisa, el de cabello castaño lleva la delantera.

—¡Apúrate Johan o te dejaré sin comida! — grita alegremente.

—¡No puedes acabar con todo Judai! — le reta divertido.

—¿Ah no? ¿Cómo no?

—¡Es imposible!

—¿Crees que no puedo comer tanto?

—Es porque ya te alcancé — se lanza hacia el.

—¿Uh? — sorprendido.

—¡WAAAAAAAAAAAAAH!

Dan un alarido al unísono al rodar por culpa de la anterior acción, cayendo de llenó al agua.

—¡Ja, ja, ja, ja, ja! — el castaño — Esa no la veía venir.

—Fue un empate.

—Tchi — hace un infantil berrinche — Fue trampa.

—Lo que importa son los resultados — hace una expresión intelectual pero graciosa que los hace reír a ambos.

—Ah~ — se tira a la orilla, con medio cuerpo en el líquido, observa el cielo, el otro se echa a su lado.

—¿En qué piensas? Conociéndote seguramente se te han antojado las nubes, eres un glotón de primera.

—Claro que no — levemente ofendido — Me preguntaba cuándo fue la última vez que me sentí triste, es que bueno, jamás me ha molestado el ser un simple aldeano, pobre y todo eso pero desde que llegaste al pueblo hace dos años todo es mucho más divertido.

—Te entiendo perfectamente.

—¿Enserio?

—Claro que si.

—En ese caso hagamos un juramento — se reincorpora y extiende la mano, haciendo énfasis en el meñique — Pase lo que pase, sin importar lo que suceda, siempre seremos amigos.

—Eso no está bien.

—¿Eh? — le es imposible ocultar el shock y desilusión en el rostro.

—Nosotros no somos amigos, somos los mejores amigos — estrecha su meñique con el ajeno.

—Eres un tonto, me espanté.

—No fue mi intención.

—¡Y por eso mereces un castigo! — le hunde en el agua.

—¡Judai! — exclama aunque es difícil de entender.

—¡No te soltaré hasta estar satisfecho!

—¿Ah si?

El de ojos verdes le agarra de las piernas, provocando que pierda el balance, después de un rato, ambos se divierten y juegan ignorando por completo lo demás, incluso el valor del tiempo.

—¡Ah! — caen rendidos pasados veinte minutos.

—Descansemos un poco — el de cabello azul — si llegamos sin comida otra vez, nuestras madres se molestaran.

—Es cierto. Ya deja de distraerme Johan.

—Deja de hacerlo tú.

Ambos estallan en carcajadas, no cabe duda que disfrutan la compañía mutua como nada más en el mundo. Su amistad es tan simple que es lo más puro que puede haber.

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El tiempo sigue su curso hasta llegar a los quince años de ambos muchachos que, ahora caminan por el bosque cubierto de nieve, bastante abrigados.

El castaño lleva cargando un hacha.

—Este año si que llegó rápido el invierno.

—¿De qué hablas? Si toca en la misma temporada — sonríe — solo eres algo distraído.

—¿Es así? — se encoge de hombros — Supongo.

—Esta es mi época favorita, adoro el frío.

—A mi no es que me moleste pero hay que cortar leña y me da flojera cargarla de regreso.

—Pero podemos estar juntos y hablar de cualquier tontería.

—Siempre lo hacemos Johan, ahora que lo pienso estamos pegados todo el tiempo.

—Es verdad, creo que necesito nuevas amistades — el otro pone una expresión desencajada — Ja, ja, ja, no te creas. Después de todo sería muy difícil incluso con más amigos, el llevarme mejor con otras personas que contigo. Siempre me entiendes y hasta parece que me lees la mente… casi siempre.

—¡NO ME ASUSTES!

—Ja, ja, ja. Perdón, perdón — se lleva la diestra a la nuca — Oh, ya llegamos.

—Bien, de regreso te toca llevar esto — Indica la herramienta.

—Y a ti la leña, la próxima será a la inversa. Pero hablemos de algo más importante. ¿Quién tardará menos en cortar la madera?

—Claro que seré yo.

—Hasta ahora vamos empatados. Es la hora de la verdad.

El de cabello azul toma asiento sobre un pedazo de tronco, el otro coge el aditamento con ambas manos, separa las piernas apoyándolas con firmeza en el suelo y da la primera estocada.

—¡Achú! — estornuda — Hace más frío que otros días aunque… ¡eso no me va a detener! ¡Ahí voy!

Un corte, dos cortes, tres, diez, veinte y un árbol seco y pequeño se viene abajo, una vez ahí da varios hachazos en distintas posiciones, transcurridos poco más de quince minutos finaliza.

—Bueno — el otro — cuando empezaste el sol estaba aquí — señala una rama incrustada en el piso — ahora está aquí — indica otra — eso significa que has tardado más o menos quince minutos. Es mi turno.

—Buena suerte intentando superarme — dice sin mala intención — Esto se está poniendo interesante — sonríe entusiasmado — Deberíamos apostar algo.

—Estoy de acuerdo, ¿qué propones?

—Mmm — pensativo — ¿Qué tal si me das tu porción la próxima vez que mi madre haga camarones fritos?

—Eso siempre lo hago, después de todo son tus favoritos.

—Es cierto — se acaricia el mentón pensando — no se me ocurre nada.

—Si pierdes te quedas a dormir en mi casa para que contemos historias de esos espíritus de los que me hablaste una vez cuando niños.

—¿Espíritus? No lo recuerdo.

—Si ya sabes, ¿cómo se llamaba? Creo que Kuriboh alado o algo así.

—¿Seguro que no lo soñaste?

—Te lo aseguro pero fue hace tanto que tal parece lo olvidaste.

—En ese caso pide otra cosa.

—Bueno, lo pensaré más tarde. Si seguimos así llegaremos por la noche a casa.

—Esta bien — dice sin mucho ánimo, distraído.

Judai toma asiento donde su compañero anteriormente mientras este coge el hacha y hace lo suyo, da la primera estocada a un árbol. Un brillo algo molesto le hace subir la vista en dirección a las hojas.

—¿Eh? — se sorprende.

—¿Qué ocurre Johan?

—Esas hojas son rojas — señala.

—¿Cuáles? — se reincorpora y ve en dicha dirección — No veo — entrecierra los ojos y coloca la diestra por encima de las cejas — no las encuentro.

—Pero si todas lo… todo el árbol a excepción del tronco es de ese color.

—Para mi es verde y jamás supe de algo así. ¿Te sientes bien? ¿Quieres regresar a casa? Podemos ver al médico del pueblo en el camino.

—No te preocupes, quizá sea un efecto del sol que me ha deslumbrado — le resta importancia.

—¿Seguro? — suena preocupado.

—Claro. Si más tarde sigo con el mismo problema te diré sin falta.

—Bueno — dice a modo de puchero, retorna a su asiento.

El de ojos verdes vuelve a lo suyo pero siente un poco torpes las manos, es como si alguien o más bien algo le hubiese amarrado de las muñecas.

«—¿Será que me entumí? Imposible, nunca antes me había pasado y soy bastante resistente al frío.»

Como puede continúa con la tarea pues no quiere angustiar a su acompañante, con suerte es solo un malestar temporal, después de todo siempre ha gozado de buena salud, no hay razón para la contrario. Da la espalda a Judai, aparentando lo mejor que puede, aunque este intuye que algo no va bien.

—Enserio Johan, si estás enfermo volvamos a casa, olvida lo de la apuesta, total que no sugerí nada.

El mayor separa los labios para decir algo, más le es imposible. Ahora siente que eso que le limitaba en las muñecas se ha extendido por el resto del cuerpo, no puede moverse en lo absoluto y es como si una mano invisible estuviese sobre sus labios, obligándole a callar. No vislumbra nada pero una respiración se estampa sobre su cuello. Definitivamente hay algo ahí puesto que “eso” ha dejado al descubierto la piel de esa zona.

«—Que suerte la mía. Hace mucho que espero a un nuevo receptor… estoy demasiado débil como para salir de este árbol, pero hoy me encontré a dos deliciosos niños. Para ser honesto me atrae más el otro pero algo en el me da escalofríos. Así que mejor tomaré tu cuerpo.»

«—¿Qué?»

—Ey Johan, deja de jugar, me estás poniendo nervioso.

«—¿Judai no lo escucha?»

La víctima siente un increíblemente doloroso pinchazo sobre su cuello, luego todo el cuerpo arder como si se estuviese consumiendo en las llamas del mismísimo averno. Las cosas le dan vueltas, no logra enfocar nada. El ente le libera y finalmente cae sin sentido sobre la nieve.

—¡JOHAN!

El otro corre a su encuentro, le coge entre sus brazos solo para confirmar que se ha desmayado. Le toca la frente.

—Estas hirviendo.

Le carga y se lo lleva de vuelta a su hogar que por desgracia está como a veinte minutos, después de todo no es muy recomendable vivir en las cercanías del bosque donde los lobos podrían devorar a la aldea entera en un par de días.

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En la madrugada, habitación de Judai.

Johan descansa sobre la cama, con expresión de sufrimiento luego de que el médico le haya revisado y le fuese imposible dar un diagnóstico. El castaño aguarda sentado en una silla, han pasado tantas horas que el sueño le seduce y cabecea, el tiempo parece transcurrir a cuenta gotas, quizá por la inmensa angustia que le aqueja.

—Vamos, no es momento de jugar.

Judai se toma ambas manos entrelazando con fuerza. ¿Cómo es que las cosas cambiaron tanto de un instante al otro? Solo competían como de costumbre en uno de sus tantos juegos infantiles y ahora no tiene la certeza de que su mejor amigo vaya a despertar. Además, ¿cuál es la razón de su repentino colapso? Hasta donde sabe ambos son poseedores de una salud envidiable. Se muerde los labios, que frustración. Se pone en pie, así no sepa como ayudar, no piensa quedarse de brazos cruzados sin más, gira en dirección a la puerta cuando escucha un quejido de su amigo.

—¿Johan? — mas este continúa dormido, así que se inclina con intención de volver a llamarle pero le toman del rostro con ambas manos — ¿Eh? — es lo más inteligente que se le ocurre decir al no saber cómo interpretar las acciones ajenas — ¿Te sientes mejor? Es que te desmayaste de la nada y yo no…

—Me siento mejor que nunca — le sonríe divertido, en una expresión que jamás le ha visto.

—S-supongo que está bien — se aleja un poco, escapando del agarre — Iré por el médico para que…

—Enserio estoy bien ah… — ladea la cabeza como si estuviera confuso.

—¿Qué pasa?

«—Que idiota, este sujeto va a sospechar si no digo su nombre. Oh vamos, lo dijeron un montón de veces, concéntrate Jehu, tu puedes, vamos.»

—¡Enserio estoy bien Judai! — exclama con alegría — Solo tengo un montón de hambre, supongo que por ello pasó todo esto.

—Ah — suspira aliviado — Parece que has vuelto en ti. Iré a la cocina, mamá debe tener algún guiso por ahí. Mmm si no mal recuerdo en la mañana había estofado de venado, ¿te traigo un poco?

—¡Genial! Suena delicioso.

—Regreso enseguida — sonríe amigable.

Una vez él castaño sale, el otro se estira perezosamente en la cama.

«—¡Qué bien se siente el dormir sobre una cama suave! El poder oler las cosas que te rodean, incluso el ver poco en la oscuridad, ¿hace cuánto que no disfrutaba de todo esto? Es tan divertido. ¡Tener un cuerpo es genial! Lo único que necesito es continuar engañando a ese chico, no parece muy complicado, se ve bastante ingenuo.»

Cierra los ojos y se entrega a Morfeo, no está cansado, en lo absoluto pero el reposar de esa manera tiene cierto encanto, es como si le trajera paz al alma.

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En el pasillo, recargado de la puerta.

Judai mira hacía la nada asustado, un sudor frío le recorre la espina. Tuvo cierto presentimiento cuando su mejor amigo colapsó y no precisamente relacionado a su salud, es algo que no podría explicar con simples palabras, es algo más relacionado con su intuición y que confirmo con una inocente pregunta. A Johan no le agrada en lo absoluto el estofado de venado ya que los ama, entonces…

«—¿Quién… quién está en el cuerpo de Johan?»

Las ideas no parecen cobrar sentido, ¿cómo va a estar más de una persona en un mismo cuerpo? Suena tan loco, es más, es imposible. ¿Y si solo perdió la razón? ¿De la nada? No… ¿personalidad múltiple? Hace años un viajero le contó de algo similar. Niega repetidamente con la cabeza. No, aquello ni por asomo es Johan, es como si ya no estuviera en ningún lugar, se siente como buscarlo en medio de la nada, como haberlo perdido para siempre. Y de pronto todas las aventuras que han vivido juntos pasan ante sus ojos. Aprieta los puños con fuerza. ¡No! ¡No hay peor lucha que la que no se hace! Corre rápidamente hacia la habitación de sus progenitores, si no mal recuerda, su padre tiene un libro de historias sobre criaturas mágicas o espíritus de la naturaleza, siempre creyó que eran puros cuentos que los adultos le contaban a los niños para obligarlos a comerse los vegetales pero cree que quizá haya un poco de verdad en ellos, o al menos es lo que espera puesto que es su única esperanza. Llega y busca en los cajones hallándolo casi de inmediato, ojea las páginas.

—“Kuriboh” — lee en voz alta — “Es un espíritu pacifico lleno de pelaje, existen de varios tipos desde el que tiene alas…” — pasa de ello, duda que sea el ente que ha poseído a su amigo — “Antique Golem, es un mecánismo de gran tamaño compuesto básicamente de piedra…” — se revuelve el cabello con la diestra, desesperado. Da igual lo que sea que esté dentro de Johan, lo que necesita es una solución inmediata. Va al índice, pasa con el dedo, nombres y más nombres, no parece tener fin, origen, pociones para protegerse de espíritus, curar enfermedades… hasta que topa con una frase que dice: Métodos para liberar a un poseído. El rostro de Judai se ilumina, radiante. Tal parece que acontecimientos como este han pasado antes y hay solución.

—Mmm… veamos, veamos — repasa el texto con la mirada.

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Alcoba de Judai (donde descansa su invitado)

Este se gira en el lecho, buscando una posición cómoda para dormir, sin embargo le chillan las tripas, tuerce los labios molesto.

—Ya se tardó, ¿qué tanto hace? Muero de hambre.

La puerta se abre de pronto.

—Lo lamento Johan — el castaño que trae una charola con los alimentos — el carbón tardó un poco en encender, será cosa de la humedad por la nieve.

—Lo importante es que estás aquí — sonríe.

—Ya no había estofado de venado, te he traído de cerdo, ¿está bien?

—Todo es bienvenido.

El invitado toma asiento, rápidamente le ponen los alimentos en el regazo, lo contempla extasiado, hace siglos que su paladar no se deleita con alimento alguno, incluso ha olvidado el sabor de todas las cosas pero el aroma que inunda sus fosas se encarga de ayudarle a rememorar. Respira profundo, casi saliva, el corazón se hincha de alegría, coge la cuchara y la mete al caldo.

—¡Espera! — el otro le mira con desagrado, ha interrumpido su valioso momento de dicha — Más temprano comí un poco y le faltó sal — oh, mineral virtuoso capaz de purificar, la herramienta por excelencia — No sabrá bien si no le pones, ¿te ayudo?

—Ah, si, claro — responde con algo de torpeza, descolocado.

El castaño coge el salero al que ya con anterioridad le había girado la tapa, por lo que le vacía el contenido en pleno rostro, en un solo movimiento. Rápidamente se forma una nube picante.

—¡Achú! ¡Achú! ¡ACHÚ!

Ambos comienzan a estornudar frenéticamente.

—¡WAAAAAAAAAAAAAH! ¡Achú! — estornuda Jehu sintiendo que se sale un pulmón.

—¡Achú! ¡WAAAAAAAAAAAAAH! — le secunda el otro.

—¡¿Pero qué?! ¡Achú! ¡Arde!

—¡Creo que era…! ¡Achú!

—¡Estoy llorando! ¡Achú! — se talla los ojos como si pretendiera arrancarlos.

—¡Achú! ¡Los mocos pican! ¡Ah!

De esa manera se pasaron varios minutos, de pura suerte el caldo no terminó derramado. Al final los chicos respiraban agitadamente, tratando de recuperarse del ataque de estornudos y una que otra tos, con los rostros encendidos en carmín.

—Ah, ah, ah — el de ojos turquesa se lleva las manos la garganta — ¿Querías matarme?

—Ah, ah, ah, confundí la sal con la pimienta. Lo siento — dice más por compromiso, incrédulo por su descuido.

—Tranquilo, suele pasar. Ahora a comer, sería un desperdicio el no aprovechar — sonríe amigable.

Judai sintió un pinchazo en el pecho, estaba seguro de que el verdadero Johan habría aprovechado para hacer varios comentarios que les hicieran reír hasta que les doliera el estómago. No ha pasado ni un día y ya le echa de menos más de lo que puede soportar.

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Sala, varias horas más tarde.

Luego de platicar un rato con su invitado y avisar en casa de este que harían una pijamada pues ha ocultado el incidente para no preocupar a los Andersen. Dejó a su amigo durmiendo para que así recuperase energía. Mientras él continuaba la investigación en un horario donde nadie le hiciera preguntas o le vigilase. Por obvias razones no podía repetir lo de la sal o sería muy sospechoso, así que pasó al segundo método: Limpieza del aura con hierbas.

—¡Oh! ¡Seguro que esto funciona! Mmm veamos — lee el texto con cuidado — primero debo conseguir esto y hacer aquello. Bien. ¡Lo tengo! ¡Manos a la obra!

—¡Cállate Judai! — grita una voz femenina.

—¡Perdón mamá!

Cierra el libro y regresa a su habitación, donde el otro duerme, usualmente reposan en la misma cama pero ahora le resultaría por demás incómodo, por lo que opta por colocar algunas cobijas en el piso. Judai no logra conciliar el sueño, solo mira el cielo a través de la ventana, preguntándose una y otra vez por el paradero de Johan e incluso si cabía la posibilidad de que ahora que otro espíritu ocupaba su cuerpo, quizá… hubiese muerto. Finalmente cerró los ojos entregándose al cansancio, más del alma que físico.

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En un sitio oscuro en el cual es imposible siquiera ver la mano propia.

El chico de cabello castaño camina o eso cree puesto que no logra sentir el entorno o siquiera el movimiento de sus piernas. Realmente ante tal oscuridad es difícil asegurar que este despierto o tan siquiera pensando en algo.

—Judai.

—¿Eh? — le llama una voz demasiado familiar, una que tiene grabada en los tímpanos — ¡Johan! ¡¿En dónde estás?! — le busca en vano.

—No lo sé.

—¡No te preocupes! ¡Voy a salvarte! ¡Te lo juro!

—No podré volver — antes de que el otro pudiese preguntar la razón, fue interrumpido por un tétrico alarido — ¡AAAAAAAH!

—¡JOHAN!

Más le recibió un absoluto y escalofriante silencio.

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Habitación de Judai.

Este despierta y queda sentado en el sitio donde estuviese echado, sobresaltado, agitado y bañado en sudor. Por fortuna no ha gritado pero respira tan rápido que da la impresión de que fuese a hiperventilar. Se lleva las manos al rostro.

«—¿Qué fue eso? ¿Una pesadilla? Pero se sintió tan real… Johan…»

—Ja, ja, ja… eres tan divertido.

Su acompañante ríe aún entregado al sueño, es tan extraño, es la misma voz, el tono tan conocido y aún así es un completo extraño. Se tira sobre las cobijas de nueva cuenta, pensado en tonterías no logrará arreglar la situación. Respira hondo.

«—Cálmate.»

Se riñe a si mismo.

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Por la mañana.

Ahora que Jehu ha logrado adaptarse por completo a su nuevo cuerpo, sale de la habitación más dispuesto a explorar el mundo, se dirige a la cocina al escuchar el sonido que produce el cuchillo sobre la madera cuando uno corta vegetales por poner un ejemplo.

—¿Es hora del desayuno?

Apenas atraviesa el umbral cuando un ramazo le da en pleno rostro.

—¡Shiiiiiiiii!

Hace un extraño sonido con los labios al quejarse pero es recibido por varios golpes más, se cubre con los antebrazos.

—¡Basta Judai! ¡Ya!

—¡Solo te doy un masaje! No te sentías bien — continúa.

—¡¿Qué clase de masaje es ese?!

—¡Es por tu bien!

—¡Qué no! ¡Duele! — comienzan a forcejear.

«—¡Este espíritu es muy persistente! ¡No está funcionando! ¿Lo estaré haciendo mal?»

Meditaba en ello cuando a sus recuerdos llegó la imagen de su madre que le dio una tunda de aquellas cuando por accidente le prendió fuego a una cortina. “¡Ahora sí te voy a sacar el diablo que traes dentro!” Habían sido sus palabras. Los ojos avellana adquirieron cierto brillo, si el había cambiado de actitud quizá pudiera ayudar a su querido amigo, solo tenía que ser sutil para no ponerse en evidencia.

—¡Bájate los pantalones! — exclama imperativo el castaño.

—¡¿QUÉ?!

Estaba convencido de que el método de su progenitora era infalible, por tanto no se detuvo a pensar en lo mal que sonaban sus palabras, o como se veía encima del otro, con la mano en el cinturón de este que lo alejaba desesperado, tan perplejo que tenía la mente en blanco, lo único que busca era no le privase de la prenda.

—¡Déjate Johan! ¡Será rápido!

—¡¿El qué?!

—¡Prometo que no dolerá tanto! ¡Bueno, tal vez un poquito!

—¡¿Que qué?!

Dieron varias vueltas por el suelo hasta que el castaño quedó arriba del otro.

—¡JUDAI!

Hizo acto de presencia la madre de este, si alguna vez el castaño temió por su vida, estaba lejos de sentirse como ahora.

.

.

Al atardecer, habitación del de ojos avellana.

Este sobaba su magullada anatomía luego del castigo de su madre que antes de escuchar explicación, se lo sonó como si no hubiera un mañana. Únicamente le dejó ir hasta que se cansó, instante en que Judai se excusó diciendo que quería alcanzar los platos en la alacena alta, y que casi los tiraba todos y de ahí los gritos, finalmente ambos habían caído cuando Johan intentó atajarle, lo que fue corroborado por el de ojos esmeralda. Ahora ambos se miraban fijamente, molestos.

—Ya no hay nadie que nos interrumpa — el poseído — ¿En qué estabas pensando?

—Solo jugaba un poco — intentó disimular.

—¿Crees que soy tonto?

El castaño adoptó una expresión intimidante.

—¿Dónde está Johan?

—Ah. Así que lo sabías. Deberías olvidarte de él. Después de todo, ¿qué de bueno tiene?

—¡No me jodas! — se levantó rápidamente, le cogió del cuello de la camisa y le estampó contra el piso una vez le hubo tirado de la cama — ¡Lo quiero de vuelta!

—No lo conozco pero yo soy mucho más divertido — en un hábil movimiento le puso debajo de él, acercó sus labios a los contrarios con intención de morderle y hacerle sangrar, estaba demasiado sediento pero, un algo imposible de explicar le detuvo, ¿acaso su propio cuerpo? — Ah, como sea, este recipiente me pertenece.

El menor forcejeó para liberarse pero no podía escapar del agarre ajeno ahora que le sostenía por las muñecas, aún así estaba decidido a no mostrar temor.

—Johan no es un objeto, devuélvelo.

—¿Es esa una orden, su majestad? — no recibió contestación — Siempre eres tan frío, incluso ahora te niegas a verme. Está bien — se pone en pie — Haré que experimentes una ola de sentimientos. ¿Qué te parece perder a este chico?

—¿Qué?

Judai se reincorporó de un salto debido a sus instintos y se abalanzó en contra de su invitado que hábilmente se dio a la fuga, salió de la habitación por la ventana para subir por un barandal y de ahí llegar al techo. El cielo se había puesto oscuro al caer la noche y ello hacía más difícil la observación, de todos modos Judai se las arregló para llegar al otro, estaba nervioso más lo disimulaba bastante bien.

—No te haré daño, solo quiero a mi mejor amigo de regreso.

—¿Qué te hace pensar que estás en posición de exigir? — dijo divertido para luego caminar temerario por la orilla.

—¡Detente! ¡Es peligroso!

El castaño buscaba una solución pero como no fuese precavido, sería el causante de una tragedia, agradecía que su progenitora estuviera en casa de una amiga para llevarle la cena, ya que estaba indispuesta, lo que menos necesita ahora son gritos que le saquen de balance. Se decidió a cortar distancia, hasta que estuvo a metro y medio del otro que le miró retador.

—Me pregunto porqué tengo tantas ganas de beber tu sangre. Ya sea ahora o de tu frío cuerpo pero al final será mía.

Algo en el interior de Jehu le daba mala espina, tenía una especie de deja vú, como si hubiese vivido lo mismo con anterioridad, cerró los ojos un instante y la expresión en aquella cara se transformó de una sonrisa cínica a una que difícilmente tenía emoción alguna. El ente no estaba muy convencido de saber quién era, durante siglos se creyó Jehu pero ahora aquello le parecía distante. A decir verdad recordaba pocas cosas como su nombre e imágenes confusas y mezcladas. Estaba tan distraído que el otro logró tirarle sobre el tejado. El de ojos esmeralda admiró el cielo.

—Ya veo, cuando ese mocoso liberó tu alma, la mía quedó afectada por sus fuertes sentimientos y en la confusión los demás espíritus me encerraron. Aún si soy una fracción de lo que fui, estás muy lejos de ser un rival digno Haou, ¿o debo decirte Judai?

—¿De qué estás…?

Antes de que el joven pudiese terminar la interrogante, el ente le cogió por la garganta con fuerza sobrehumana, monstruosa, le hizo retorcerse de dolor y abrir los ojos en demasía debido al shock.

—Si antes fue sencillo ahora lo es más, te tuve en mi poder y serás mío de nuevo. Ansío tu energía Haou.

La víctima sonrió divertida a la vez que un hilo escarlata escapaba por la comisura de sus labios.

—Si soy tan débil, ¿porqué me sigues buscando? ¿Porqué parece que tienes miedo? ¿Porqué te vales de trucos sucios?

El espíritu le lanzó toscamente a un lado.

—¿Trucos sucios? Veamos si dices lo mismo cuando te postres ante mi.

El ser se lanzó sin más al vacío pero Judai logró cogerle de la mano.

—Que patética expresión tiene el rey de la oscuridad.

—Deja de decir tonterías, de todos modos no entiendo.

El otro continuaba hablando pero ya no le prestaban atención, el joven estaba más empeñado en subir a su gran amigo pero una punzada intensa en el hombro, seguramente provocada cuando le aventó, le obligó a relajar el agarre, fue un segundo pero ello hizo que Johan se precipitara, el castaño salto tras el y logró atraparle entre sus brazos, si caían al menos esperaba que su cuerpo amortiguara un poco el golpe.

—Ju… ¡JUDAI! — su camarada había logrado reaccionar y con ello una especie de neblina oscura había abandonado su interior para dispersarse por el aire.

—Johan.

El castaño le abrazó con más fuerza, feliz de verle de nuevo, el otro quería cambiar lugares pero ya era demasiado tarde y terminaron estrellándose contra el piso, afortunadamente el pasto estaba algo crecido aunado a la nieve aún sin comprimir, pero de todos modos no quitaba que el impacto hubiese sido considerable. El de ojos esmeralda emite un quejido y se reincorpora arrodillándose a un costado del otro que luce inconsciente.

—¡JUDAI! — le toma por los hombros dudoso pues podría herirle.

—Tchi, ay, ay, ay — se sienta — Eso si que dolió. ¿Estás bien Johan?

—Eso debería preguntar yo, fuiste muy imprudente.

—No fue mi intención.

—Lo sé, lo lamento es solo que pensé que… No me has dicho, ¿estás bien?

—Adolorido, pero nada de consideración.

—¿Estás seguro? Podríamos llamar a un médico.

—No creo sea necesario. Mejor entremos a la casa, no quiero otro regaño de mamá.

—Esta bien.

Ambos se ponen de pie pero el más joven se tambalea, por fortuna logran sostenerle.

—Solo me maree un poco, enserio estoy bien.

—No tienes que forzarte. ¡No me hagas a un lado de nuevo! ¿Eh? — se lleva la zurda a la boca, sorprendido por el enunciado, el que no reconoce. Siempre han sido muy buenos amigos y se entienden a un nivel en que prácticamente se adivinan los pensamientos. Jamás ha tenido razones para recriminar y menos ahora que le ha salvado la vida, aún así algo se siente incómodamente familiar.

—Lo lamento Johan, no fue mi intención, solo estoy aturdido y lastimado por la caída, de verdad. Si llego a notar algo preocupante, te diré, como siempre lo hago.

El mayor le carga entre sus brazos, haciéndole sonrojar.

—J-Johan…

—Espero que no tengas quejas — articula divertido.

—N-no…

Guardan silencio, el castaño se abraza al cuello del otro y percibe su aroma, jamás lo había hecho tan cerca, las mejillas queman, siente la sangre hervir.

—Tu corazón late demasiado Judai… mejor si busco a alguien para que te revise.

—No…

—Es por tu bien.

—No es eso… yo… ah… yo… — la voz se le quebró y comenzó a temblar, el otro intentó verle a la cara pero la había escondido en el espacio que se forma entre el cuello y el hombro.

—También se elevó tu temperatura, quizá tengas fiebre, deberías tomar una ducha para que descanses.

Judai guardó silencio durante varios segundos, acababa de darse cuenta de algo sumamente importante que debía decir pero temía que eso destruyera la magnífica amistad que han tenido desde siempre. Cerró los ojos, no quería pensar en nada, no ahora. El cuerpo prácticamente se le hacía pedazos y estuvo a punto de perder a la persona más importante en su vida, no tenía la cabeza para ello, le parecía algo demasiado complicado como para procesar.

—Necesito dormir, mañana estaré mejor.

Y así llegaron a la casa del castaño y a su cuarto, donde le depositaron cuidadosamente en el lecho, el otro se recostó al lado, como otras tantas veces sin embargo, era tan distinto al mismo tiempo. No estaban molestos aunque era complicado hablar con naturalidad, únicamente miraban a la nada, dando vueltas en el colchón ocasionalmente.

—Descansa Judai.

—Ah eh, si, gracias…

El mayor se preguntaba si en un descuido había hecho un mal comentario, finalmente lo atribuyó al agotamiento por todo lo acontecido, lo que en realidad no estaba del todo claro. Tuvo la impresión de estar encerrado en un sitio oscuro al que de vez en cuando llegaba la voz de Judai y, de alguien que ansiaba dañarlos a ambos.

«—¿Quién era? Siento que lo he visto antes.»

.

.

Por la madrugada.

El castaño tuvo un mal sueño que le hizo despertar, observó sus manos con terror, llenas de un espeso líquido escarlata, cerró los ojos un par de segundos y los abrió de nueva cuenta, suspiró, solo era su imaginación. Su atención se centró a un lado, donde debía estar su acompañante.

—¿Eh?

Pero no había el más remoto rastro de él, salió de la cama para ir a buscarle, temiendo lo peor, más apenas dio un par de pasos, alguien le cogió por la espalda, cubriéndole la boca con la mano, con una fuerza que bien pudo partirle la quijada.

—No todos los días tienes al rey de la oscuridad lastimado y débil, puede que no sepas nada pero el alma es la misma, me alimentare de ti hasta hartarme.

Acto seguido, le enterró una garra en el costado, entre el costillar, la sangre empezó a brotar de inmediato y si bien Judai le propinó varios golpes, ninguno surtió efecto, menos aún cuando el ente estrujó los órganos a su alcance, provocando una punzada de dolor insoportable que hizo perder el sentido a la víctima que se echó al hombro cuál si llevase una bolsa de basura para luego desaparecer.

Johan regresó tres minutos más tarde luego de ir por un poco de agua pues sentía un poco de bochornos, más quedó perplejo al notar el charco carmesí. Contuvo la respiración, era como ver una mala película de nueva cuenta, se tambaleó un poco retrocediendo hasta tocar pared.

—No… no… Haou… Haou… ¡JUDAI!

Salió por la ventana para subir al tejado, alzó las manos en dirección al cielo, concentrándose, sonrió. Si, podía sentirlo, siempre había estado a su lado. Saltó al vacío.

—¡Rainbown Dragón! — aterrizó en su espalda y se sostuvo del cuello — Gracias amigo — este gruñó a modo de respuesta — ¿Puedes encontrar a Judai? — el espíritu movió la cabeza afirmativamente — ¡Vamos a salvarlo!

Johan sentía que el corazón se le oprimía, nada garantizaba el que llegase a tiempo pero debía mantener la esperanza.

.

.

En algún lugar del bosque.

—¡WAAAAAAAAAAAAAH!

El alarido del castaño resuena por los alrededores, no ha tenido un agradable despertar pues el espectro le ha clavado una rama que atraviesa ambas manos situadas justo encima de su cabeza para mantenerlo fijo en un árbol.

—Ah, ah, ah, ah…

Respira con dificultad, el frío se apodera de su cuerpo y no solo por la pérdida del vital líquido sino, por el clima que ataca como si fueran dagas sobre la piel. Darkness se acerca y es recibido por un rodillazo que siquiera siente.

—Llegó tu fin Haou, tan débil entonces, aún más ahora — silencio. El ser le cogió a la altura de la cintura, con fuerza bestial y le mordió el cuello, bebiendo el cálido líquido, tan delicioso, tan adictivo.

—¡UHGH! — se remueve con violencia, prácticamente convulsiona, intenta dar un cabezazo más es en vano.

—Me decepcionas Haou, antes al menos oponías resistencia… ese mocoso te arruinó, te volvió tan aburrido, dime, ¿valió la pena? — se limpia la sangre con el dorso de la mano.

Judai baja la mirada, respira con dificultad, todo le da vueltas.

—¿Vas a morir de nuevo en mis manos?

Le da la espalda, momento que es aprovechado por el otro que le da una patada aunque ello no haga la más mínima diferencia en el ente que siquiera se mueve.

—En soledad y congelado, un gran final par el “frio rey de la oscuridad” — sonríe diabólico.

A la víctima le recorre un escalofrío por todo el cuerpo, mezcla de miedo y auto reproche. ¿En verdad sería tan patético como para aceptar su muerte en total sumisión? Se muerde los labios frustrado.

«¡NO! ¡AUN NO! ¡AUN QUIERO VER Y HACER MUCHAS COSAS! ¡QUIERO HACER TONTERÍAS CON JOHAN!»

Sintió las cálidas lágrimas recorrerle las mejillas, el otro le cogió del rostro con desdén.

—Comienzo a preguntarme si vale la pena devorarte, en tu actual estado quizá… ¡WAAAAAAAAAAAAAH!

Judai se había liberado con el dolor que ello le causó y la rama antes clavada en sus manos terminó apuñalando el ojo de Darkness, mismo que comenzó a quemarse gracias a una llama dorada.

—¡¿Qué me hiciste mocoso?!

Es claro que el aludido no se quedó para escuchar, corrió lo más rápido que pudo, no tenía la menor idea de cómo defenderse, lo de recién había sido cuestión de suerte, aunque claramente Darkness sabía que no era del todo cierto, dormidos pero ahí estaban los instintos asesinos de Haou. Los orbes le brillaron repulsivamente y sonrió como maniático, posiblemente con un poco de presión Haou volvía a lo que fue, un manjar digno de disfrutar. Rápidamente le dio persecución. Judai difícilmente veía el camino, apenas se mantenía despierto y la sangre no dejaba de emanar, ya fuera asesinado o por la hemorragia, moriría pronto. Los ojos avellana se volvieron opacos, el espectro le tomó del cuello, mismo instante en que fue atravesado por una espada hecha de fuego dorado en el hombro.

—Así que has recordado cómo usar magia.

Más no obtuvo respuesta, el castaño hizo un movimiento horizontal y con ello le cortó la extremidad al enemigo que le liberó por impulso, este se apartó de un salto y fue atravesado del otro ojo, quedando completamente ciego. El aura oscura y pesada de Darkness emergió de su cuerpo salvajemente, eran como olas que se tragaban todo a su paso, que exterminaba cuanto tocaba, los árboles, las pocas plantas que resisten tan cruel clima e incluso estaba por llegar a un par de pequeños animalitos que fueron protegidos por otra ola de energía oscura que a diferencia de la primera, emitía un cálido tono dorado. El espectro pudo sentir en su cuerpo, en los huesos que tiene por piel un grato estremecimiento, eso era lo que buscaba, ese era el poder del que Haou, aún con su muerte le privó, le había engañado la primera vez pero no ahora. Estaba ciego pero no sordo, escuchaba claramente los latidos cada vez más espaciados del rey, incluso que este había caído de rodillas, estaba en las últimas, seguramente no podía moverse más. Intentó dar un paso pero su pierna derecha se incinero en el acto, estaba tan cerca y tan lejos a la vez. Centró toda su energía en el castaño, aquello provocó que el mismo viento se volviese peligroso, arrancaba troncos de tajo, lanzaba piedras por todos lados, los huesos de Darkness emitían un grotesco sonido, se quebraban uno a uno al tiempo en que se encendía en llamas, a la vez Judai tenía múltiples rasguños en la piel y una afilada roca se había clavado en su pecho cuál puñal, muy cerca del corazón. Alzó la mano en dirección al cielo que de alguna manera no había perdido su brillo ni color azul, sonrió radiante al darse cuenta de lo importante que siempre había sido la persona a la que recordaba, el único arrepentimiento que tenía era el jamás haberlo dicho, aunque lo hubiese rechazado valía la pena expresarlo. Dejó caer pesadamente los párpados.

—Johan…

—¡JUDAI!

—¿Eh? ¡¿EH?! — abrió los ojos para encontrarse con su amigo que surcaba los cielos y lo hizo aún más cuando le vio montado en una especie de monstruo que solo había encontrado en libros — ¡¿Qué haces aquí?!

—¡Vine a salvarte! ¡¿Qué más?! ¡Rainbown Dragón! ¡Over the Rainbown!

Con ello una luz arcoíris se estrelló directo a Darkness, estaban prácticamente igualadas hasta que la oscuridad dorada se sumó, el espectro luchó y se resistió desesperarme pero no tardó mucho para que barrieran con el, se calcino por completo, incluso el alma. Darkness siempre lo supo, que no era rival si les enfrentaba a la vez, incluso uno era problemático, el asunto es que Haou siempre apartaba a Jehu para no exponerlo, porque prefería amarlo en silencio, después de todo era un fastidio todo aquello relacionado a tener pareja, es muy desgastante para quien no acostumbra tener aquello que todos llaman sentimientos, es por ello que no le importaba herirlo o a si mismo y ello terminó en aquella tragedia ridícula que tan fácilmente se pudo evitar, porque en el fondo era el mayor cobarde. Por eso sí alguna vez tenía la oportunidad de encontrarse con Jehu, así fuera imposible, deseaba ser otro tipo de persona, no solo poseer la magia que todo el mundo codiciaba, sino el coraje que más valía.

—¡JUDAI!

Johan corrió a su lado solo para atrapar al inconsciente muchacho entre sus brazos, completamente bañado en sangre, palideció asustado y luego sonrió divertido.

—Te encanta torturarme, ¿verdad? El tipo de amor que siempre me das es tan enfermo y retorcido, más te vale compensarme está vez — le dio un suave beso en los labios transfiriendo un poco de magia a su rey para que así pudiesen cerrar las heridas, aunque con la pérdida de sangre no había nada que hacer, todo dependía de los deseos de su amigo por aferrarse a la vida.

.

.

En casa de Johan.

Judai despierta lentamente, al principio la visión es borrosa pero de todas maneras logra reconocer a su acompañante.

—Por fin — le dice este con un amigable tono dulzón, con esa característica forma en que tiene de transmitir tranquilidad.

—Todo fue tan extraño… no entendí nada.

—Lo sé.

—¿Tú si?

—Un poco… a mi mente vienen algunos fragmentos, de pronto creí que lo sabía todo, como si fuera otra persona y después nada, solo yo. Pero ya pasó y no tiene importancia, ¿te sientes mejor?

—Creo, ¿cuánto tiempo estuve dormido?

El rostro del mayor ensombrece.

—Mañana se cumplen cinco años.

—¡¿CINCO AÑOS?! — el castaño se reincorpora hasta sentarse de golpe — ¡Ungh! — se dobla de dolor y se lleva las manos al pecho, el otro le ayuda a recostar.

—Recuerda que estás herido… — le cubre con las sábanas — disculpa, no fue mi intención asustarte, fue una broma… — se rasca la nuca apenado — algo en mi interior me dijo que lo hiciera y que con eso estaríamos a mano, en verdad lo lamento.

—No te preocupes, se que no harías algo así, seguramente me lo merecía… creo. Ya enserio, ¿cuánto tiempo ha pasado?

—Unas horas…

—Mi madre…

—Dijo que saldría de viaje, tal parece que un familiar en el extranjero necesita de su ayuda, debió ser importante para partir sin despedirse, así que te dejó a mi cuidado… honestamente creo que esa persona en mi interior le hizo creer eso o algo así, no sabía cómo explicar tu condición.

—¿Continuas poseído? — este le da una respuesta negativa con la cabeza.

—Esta persona nos ayudó y de alguna manera no se siente ajeno… Judai — le toma del rostro con dulzura — Pensé que te perdería y me di cuenta de lo mucho que me harías falta, hay algo de lo que me di cuenta y es… — se ruboriza.

—Te amo.

—¿Eh?

—Esta vez quiero tomar la iniciativa — se lleva la diestra a la boca — ¿porqué dije eso? — más su cuerpo por si mismo, cobrando autonomía de la nada, tomó el rostro de su mejor amigo entre las manos, se sonrojó tiernamente. Parecía que un ser le movía desde las sombras pues no lograba reconocerse aunque no era el caso, actuaba por voluntad propia, sabía perfectamente lo que estaba haciendo y no pensaba fingir demencia — enserio te amo Johan.

El mayor sonrió depositando un suave beso en labios ajenos, apenas un tenue roce, luego otro y uno más seguido de una decena, ¿quién los contaba?

—También te amo Judai — está vez le besó la frente — Estoy cansado, ¿puedo… dormir a tu lado?

—Es tu cama de todas maneras je je je.

—Cierto, que tonto.

—Pero nada me haría más feliz — el de ojos esmeralda se desploma a su lado, el castaño se mete entre sus brazos y coloca el rostro en el pecho ajeno, escucha los latidos de este, uno creería que parecería tambor pero era todo lo contrario, una leve y delicada melodía que también le hizo dormir no sin antes suspirar por el aroma de la ropa de este e inclusive su piel, se dejó caer en la inconciencia sabiendo que en el mundo no habría jamás lugar más seguro.

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Por la mañana.

Johan se levanta de la cama sorprendido ante la ausencia del invitado que justo va entrando por la puerta.

—Pensaba preparar el desayuno pero no encontré la… — trastabilla pero el otro alcanza a atajarle rápidamente.

—Deberías descansar, aún estás lastimado.

—Lo sé je, je, je, es solo que estaba muy emocionado y…

El mayor le carga entre sus brazos y le deposita suavemente en el lecho, cubriéndole.

—Me siento igual, por eso debes entender que me preocupa lo que pueda pasarte. No seas imprudente, al menos en lo que te recuperas, ¿si?

—Esta bien — hace un berrinche con los labios, haciendo sonreír al otro.

—Sera un tiempo, verás como después haremos de todo como de costumbre, ir al bosque, cocinar, acampar. ¡Tan amigos como siempre! ¡Los mejores! — dice confiado ante la decepción del otro.

—¿Somos amigos? ¿Solo eso?

—Bueno, lo que hagamos de ahora en adelante no cambia nuestra relación, podemos ser más de una cosa a la vez y como los demás sepan de lo nuestro podrían intentar separarnos o matarnos, especialmente tu mamá ja, ja, ja… no pelearía con ella porque sé lo mucho que la amas, aunque no prometo contenerme si me aleja de ti — expresa con severidad.

—Eso significa que somos… ¿eso a lo que llaman amigos con derechos? — siente una punzada en el pecho.

—Oh no, yo no podría. Tú tendrás tu propia opinión pero, aún si no hay boda — le coge de la mano, besando galante — para mí ya eres mi esposo porque no permitiré que nadie más te vea como lo hago, no quiero que alguien más toque a la persona que amo.

Judai se ruboriza en extremo, separa los labios sin poder emitir palabra alguna durante un rato.

—¿Estás de acuerdo?

Johan quedó pasmado cuando en lugar de obtener una respuesta recibió un beso bastante apasionado y un increíblemente fuerte abrazo, eso es algo que siempre le había atraído de Judai, que podía ser dulce y juguetón cual niño pequeño pero también bastante atrevido y decidido. El mayor inspiró hondo, debía controlarse, no era el momento, Judai no estaba en las mejores condiciones pero… pero… era como haber esperado siglos por ello. Continuó el beso y fue recostándolo suavemente sin romper el contacto labial, deslizando la diestra por el torso, metiendo la mano en la camisa, subiendo está y dejando a la vista la herida en el pecho aún vendada, Johan fue de aquella boca al cuello, olfateando en el camino, rozando las clavículas, descansando sobre el corazón donde, recargó el rostro para escuchar los acelerados latidos del nervioso chico. Le tomó de la mano y cerró los ojos.

—Por fin estoy en mi lugar favorito — recita Johan con total tranquilidad, a punto de entregarse a Morfeo de nueva cuenta.

—¿Tú casa? — arquea la ceja confuso.

—Ja, ja, ja, ja. No Judai, tu eres mi lugar favorito desde y para siempre.

—¡La próxima semana vayamos a nadar!

El mayor suelta una sonora carcajada.

—Si es contigo hasta el fin del mundo.

Haou siempre tuvo problemas para admitir sus sentimientos por Jehu, es por ello que le excluía de todo, Judai es tan transparente como el agua, por ello es que Johan está en todo cuanto hace, ya que no puede imaginar su rutina sin él. Tuvieron que pasar dos vidas y numerosos siglos para llegar a este milagro, para que el alma de ese “frio” rey comprendiera que las cosas importantes se dicen y los sentimientos valiosos se demuestran pues de nada sirven encerrados en el corazón.

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Notas finales.

Ahora que lo pienso jamás he escrito un lemmon spirit, me pregunto porqué XD supongo que los veo muy inocentes (¿ En fin, muchas gracias por leer, nos vemos en alguno de mis fics :3. Y si, para mí Haou siempre será el seme pero Judai el uke XD. Aunque creo que es más popular el Haou uke por los fics que he leído (pocos por desgracia ;///////;) pero yo no puedo ver como el uke al rey de la oscuridad XD algún día quiero hacer un fic donde en verdad sea ese rey que destruyó pueblos, que neto sea bien “malo” pero frío, aunque siento que saldría algo bien tóxico jajajajajaja.


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