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«Shu no benitsuki» por Raziel Soul

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Notas del capitulo:

La canción utilizada es: There's Nothing Holdin' Me Back de Shawn Mendes
La melodía de cumpleaños: https://www.youtube.com/watch?v=-k-MGuu5L1o&list=WL&index=140&t=20s

 

Nunca había hecho algo así, desde que se conocían nunca cotilleó como tal el teléfono de Yagami, al menos no a espaldas de este, de vez en cuando lo tomaba para revisar Facebook y ver memes, pero jamás hizo algo como lo que ahora estaba haciendo, escucha el agua de la regadera comenzar a caer, no le queda mucho tiempo, suda una gota nada más ver la lista, una muy corta de hecho, de contactos en el celular.


Contactos:

 

Banda 1

Banda 2

Banda 3

Banda Idiota 1

Banda Idiota 2

Kurumi Batería

 

- ¡Apúrate o terminaré de bañarme antes que aparezcas! – da un leve respingo ante la voz de Yagami, para su fortuna no salió a ver qué estaba haciendo, de ser así le habría bajado el azúcar del susto.

- ¡S-sí! Ya voy… dame un par de minutos – el otro farfulle algo como siempre, seguro quejándose de la tardanza del gato.

Con premura pasa todos los contactos a su teléfono, si Kurumi no le respondía tal vez alguno de los chicos ya sea el “banda 1” o algún “idiota”, claro que tendría que probar para ver quién era quién. Borra el mensaje de Line que se envió a si mismo desde el celular del pelirrojo para no dejar evidencia. Aunque eso era solo por una muy gran precaución pues a diferencia de muchas personas que conocía, algo que no tenía el pelirrojo era una manía insana con los celulares, de hecho el suyo ni siquiera tenía contraseña ni bloqueo de ningún tipo, solo con deslizar la pantalla cualquiera podría ver todo lo que el chico de ojos azules guardaba en el aparato, lo que era en su mayoría fotos de gatos, al principio solo gatos que él mismo fotografiara, pero después el castaño empezó a contribuir con la colección felino-compulsiva de su amante, le pegó la manía de que cada gato que se encontrase le tomase fotografías, así que tanto la carpeta de la cámara, como la de Line entre ellos estaba colmada de félidos. Y en otra carpeta especial las fotos de ambos, en concreto de ese gato de dos piernas y ojos preciosos, algunas tomadas cuando estaba distraído – como se las tomaba a los demás gatos – otras tantas con el castaño mirando a la cámara, y un par más bastante subidas de tono, esas regularmente las pasaba casi de inmediato a su portátil, no quería que su pareja anduviese semi-desnudo, vagando por la red o algo así, aún más si la condición para tomar dichas imágenes era que fueran para su uso exclusivo.

- ¿Por qué tardaste tanto? – pregunta Yagami aprisionando al otro peleador contra la fría pared de la ducha, eso le pone la piel chinita

- Ya te dije que estaba haciendo algunas cosas, buscaba algo en google… y metía la ropa sucia al cesto – pretexta el menor quien apenas terminar es besado de manera intensa.

 

Ya lo presentía, cuando el pecoso demandaba su presencia en la regadera era porque no saldrían rápido, claro que a él no le molestaba en lo absoluto, saber que pese al tiempo que llevaban con esa extraña relación no se hartase de él le hacía feliz. Por su parte el amor que sentía hacia ese hombre testarudo y malhumorado crecía día con día. Leves jadeos y gemidos sensuales invaden el baño. Después de varios minutos salen. 

 

- ¿Irás a practicar con Sadistic hoy? – pregunta mientras siente al otro secar su cabello con la toalla, a sus pies Kibou se restregaba produciéndole cosquillas – espera Kibou – intenta no reírse demasiado, le aparta suavemente con el pie.

- Anda, shu… - le insta Yagami, y tal que, si fuese el macho alfa de la manada, el minino se aleja de ahí obedeciéndole

- ¿Por qué te hace caso y a mí no?

- Porque tú lo conscientes, y yo le reto si no obedece – se aguanta el gesto divertido al ver el cabello todo levantado de Kyo

- Me dejaste de nuevo como salido del manicomio ¿verdad? – reclama Kusanagi peinándose un poco con los dedos – no respondiste lo que…

- Si, iré a practicar hoy, sabes que siempre lo hacemos los viernes… - los ojos avellana del menor no se apartan ni un ápice de ese cuerpo tan sexy, los músculos marcándose a cada movimiento, una bella sincronía, si bien las cicatrices era algo que le gustaría borrar en el otro, y no por la cuestión estética, sino todo lo que implicaban en el pasado de su amante, estas incluso le daban un toque entre salvaje y dominante. Y sabía que Yagami pensaba lo mismo de las que Kusanagi tenía pues muchas veces notó como acariciaba sus cicatrices en la intimidad.

- Sí, solo quería reiterar… no te enojes

- ¿Quién demonios se enoja? – una venita en la frente de Iori

- Nadie, nadie… “qué carácter” – piensa divertido

- Más te vale… - termina de vestirse y toma el estuche con el bajo echándoselo a la espalda

- Espera – Kusanagi aún con el torso desnudo se acerca a su pareja para ponerle el cinturón de cuello, algo que era distintivo en ese hombre

Yagami se deja hacer, pero tampoco pierde la oportunidad de acariciar la piel de su gato, toma una de sus manos y la besa, después atrapa esos labios, le pega contra si profundizando el beso. Si por Kyo fuese no le soltaría, claro que no podía desaprovechar la oportunidad, solo quedaba menos de una semana para el cumpleaños de su pareja y debía tener todo listo para la sorpresa que deseaba darle. Con todo el esfuerzo del mundo se separa.

 

-Si me sigues besando así voy a aventarte a esa cama y no te dejaré ir en todo el día – le dice con firmeza al tiempo que observa esos mares profundos. Nota una sonrisa ladeada por parte de Iori – ¡ya anda! – con toda la fuerza de voluntad que logra acumular le saca de casa a empellones

- Pero ¿qué jodidos te pasa?

- No quiero que después me culpes de que no fuiste a ensayar… - se inclina robándole un beso sonriéndole de forma más que traviesa, nota esas pequitas encenderse un poco

- Tch… luego no me molestes diciéndome que no paso tiempo contigo – baja las escaleras subiéndose al auto echándolo andar enseguida.

El chico del clan del sol le mira partir, se había quedado con ganas de seguir, eso era seguro, pero solo tenía esa ocasión para hablar con Kurumi, y poco tiempo, puesto que el trayecto desde el departamento hacía el estudio que rentaban para ensayar era bastante corto en relación con lo que necesitaría para ahondar en el tema.  Escucha uno, dos… tres timbrazos, pero nada, quizá al no ser número conocido sencillamente la jovencita no quiere responder.

 

- ¿Hola?...

- H-Hola… ¿Kurumi-san? – pregunta titubeando un poco lo que menos quería era que la otra pensase que es un acosador y vaya a decirle algo a Yagami

- Así es, hola Kusanagi-san – un gesto de sorpresa/desconfianza enmarca ese rostro, ¿cómo sabe que es él?

- ¿Cómo sabes que soy yo? – sí, él fue el primer en marcar a una desconocida, pero por ello ella no debería tener ni la mínima idea, la chica suda una gota al darse cuenta que ha metido las cuatro, es obvio que el moreno no esté al tanto del por qué todos en la banda tienen su número de teléfono, pero era algo fácil de explicar realmente, como buen novio previsor, Iori les pidió guardar el contacto de su gatito, tal cual “gatito”, en sus celulares, por si algún día sucediese algo ellos tuviesen la manera de avisar a la persona más importante en su vida.

- Tengo muy buen oído así que al escuchar tu voz un par de veces cuando Yagami tiene el altavoz, se me hizo fácil saber que eras tú… - miente, pero esperaba que el otro se creyese ese cuento chino, algo que para su fortuna pasó, agradece que no era una video llamada pues ella no era buena mintiendo cara a cara. – dime, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Iori está bien?

- ¡Sí! Sí, de hecho, él va camino al ensayo es solo que… sé que no nos hemos tratado y seguramente esto es un abuso de confianza, pero… - suspira profundamente y comienza a contarle sus planes para el cumpleaños de Yagami, la ayuda que necesitaba por parte de ellos, obviamente todo debía hacerse de forma discreta. El gesto de Kurumi cambia, una enorme sonrisa que la delata frente a los demás chicos quienes empiezan a gastarle bromas sobre sus dos parejas.

- ¿O acaso estás conquistando a la tercera? – pregunta Chiharu, como siempre queriendo molestar a medio mundo, ella le hace señas que se calle, regularmente siempre seguía las bromas, pero ahora parece ser algo serio esa llamada.

- Está bien, hablaré con ellos, no puedo prometerte nada… al menos no en su nombre, pero cuenta conmigo para lo que sea… cuídate – cuelga

- Anda ya, suelta la sopa – Jun le mira fijamente, ella sonríe mientras camina a su encuentro

- Chicos… nos han pedido participar en una misión imposible – su gesto travieso les deja más confundidos.

 

**************

 

Eran casi las 9 de la noche, una de las ultimas cajas de ramen sabor a res estaba siendo acomodada en la bodega, las entregas se habían atrasado debido a un pequeño temblor por lo que tuvo que quedarse más tiempo del previsto, pese a que Yamada-san le insistió en irse a la hora de siempre.

 

-Soy un trabajador como todos Yamada-san, le agradezco que me conceda tantas facilidades, pero no puedo dejar que mis compañeros hagan todo el trabajo…

- Por eso lo quiero tanto Koneko-san – dice la anciana sonriendo amable, no se detenía en decir lo que pensaba, había pasado tanto tiempo haciéndolo que un día decidió que dejaría de vivir para los demás y disfrutaría lo poco que quedaba de su existencia como ella deseaba.

- Bien, cerremos entonces – las luces del combini son apagadas, pero unos faros alumbran para que puedan cerrar, ya no solía haber terceros turnos pues el chico que se ocupaba de eso había renunciado hacía un par de días, Kyo se ofreció, pero ella no aceptó pues no quería separar tanto tiempo a la pareja.

- Yamada-san buenas noches – la voz de pelirrojo les hace voltear a todos, un par de chicas se sonrojan, si alguna hubiese sido fujoshi seguramente caería desmayada nada más ver a ese par de bombones juntos, no obstante, solo atinan a desviar la mirada para no ser pilladas observando de más al monumento que acababa de llegar. 

- Hola Hi-san… ¿qué tal su día? – una leve sonrisa en esos labios afilados, siempre era igual, esa pregunta era lo primero en salir de esos labios algo rugosos, cuatro palabras que le llenaban de felicidad el corazón.

- Excelente, aunque tengo a este gato tonto a mi lado no puedo quejarme, claro que si no fuese porque trabaja con usted ya lo habría sacado de la casa por holgazán – bromea para hacer enojar al castaño

- ¡Hi-san! Esas cosas no se deben decir – le reta la anciana

- Tiene razón… no lo haré nuevamente – le ofrece su brazo de forma galante – déjenos llevarla a casa.

Los tres se despiden de los otros trabajadores y toman camino hacia la pequeña, pero acogedora, residencia de Yamada-san, con tiento la ayudan a bajar del auto, no les agradaba demasiado el hecho de que ella viviese sola, a su edad y con todo lo que conllevaba cuidar de una casa; sin embargo ella decía que aún se sentía joven, que hacía sus cosas sin problemas.

 

-Además mis hijos vienen a visitarme – mentía, los demás trabajadores del combini, aquellos que llevaban años con ella, estaban enterados que, si bien sí tenía hijos, ninguno de ellos se tomaba el tiempo para ver qué necesitaba la anciana, como muchos otros se olvidaron de la mujer tal que si les estorbase.

 

Iori se enojó sobre manera cuando el castaño se lo contó mientras cenaban, este último se sorprendió al ver el coraje que mostraban esos ojos rojizos como carbones encendidos, compartiendo a su vez la impotencia que sentía ese pelirrojo al no poder ayudarla pues ella no quería que los demás se enterasen de su verdadera situación, por tal motivo decidieron pasar, aunque fuese de vez en cuando, más tiempo con ella, la llevaban a casa, ya fuese Iori cuando no estaba de gira, o Kyo tomando prestado el coche de su amante cuando el pelirrojo andaba de viaje. También se quedaban a tomar el té, un par de veces incluso cayeron de “sorpresa” con comida lista para departir entre los tres.

 

- ¿Viste cómo se le iluminaron los ojos cuando la invité a partir el pastel en mi cumpleaños? – aquello sí que dejó sorprendido a Kusanagi, Yagami no era de los que celebraban, al menos no su propio aniversario, lo tomaba como un día más, claro que eso cambió cuando comenzaron a salir, Kyo era el que le instaba a hacer algo especial ese día. Por tanto, el que invitara a la anciana a “festejar” su nacimiento le pareció inverosímil, pero al mismo tiempo conveniente, pues tal vez la mayor se animaría a departir con ellos, y no en casa precisamente.

- Sí, lo vi… igual que a ti cuando te dijo que sí – los palillos y los vasos son colocados en la mesa, habían pasado por ramen y sushi preparado, no les agradaba no empacarse algo fresco, pero peor era nada, con ambos trabajando era normal no tener demasiado tiempo para preparar sus propios alimentos, ya irían adaptándose y más adelante tenían por sentado que lo lograrían. – sé que la quieres mucho

- Casi tanto como si fuese mi abuela…

- Alguna vez dijiste que agradecías no haberla conocido… a tu abuela, abuela… ¿o lo soñé? – pregunta Kyo tomando un buen sushi de salmón

- Bueno, lo poco que recuerdo es que mi padre le pasaba una pensión, pero la había desalojado del clan… una ocasión que hablaban por teléfono descolgué el auricular que estaba en el cuarto de mamá, su voz era áspera… seguro fumaba demasiado, pero además parecía tan agría… sé que no es un término común para referirse a una persona, simplemente sé que solo de escucharla me provocó aversión, al parecer murió cinco años después de mamá, papá no fue a la ceremonia y todo en casa seguía igual. – toma un sushi de huevas de cangrejo zampándoselo de un solo bocado.

- Yo no conocí a mis abuelos paternos

- Los mató el mío – señala Iori a lo que el otro asiente

- Aunque los maternos fueron bastante cariñosos conmigo, solo pude disfrutarlos unos cuatro años, la abuela murió primero y…

- Él no pudo soportar su ausencia… ¿cierto?

- ¿Cómo lo adivinaste? – ladea el castaño levemente la cabeza

- “Porque me pasaría lo mismo si un día te perdiera” – piensa Yagami – bueno, es normal, he escuchado de casos de parejas que han vivido décadas juntos y no resisten la ausencia del cónyuge

- Pues eso… - suspira

- No te pongas melancólico – toma el salmón de su sushi y se lo ofrece al otro, si bien ya se había comido el que le tocaba sabe que Yagami lo hace para animarlo, abre la boca y lo come gustoso

- Gracias… retomando el asunto, ¿qué tipo de pastel crees que sea bueno para ella?

- Por lo que sé – que era mucho pues Yamada-san no se cortaba demasiado – le gustan las cosas dulces, pero tiene diabetes así que no puede comer demasiada azúcar…

- Ya pensaremos en algo – asegura el menor, aunque con aquella invitación le había complicado bastante los planes eso no haría que hiciera a un lado a Yamada-sama

 

****************

 

- ¿Kusanagi-san? – la voz al otro lado de la línea le sorprende, en realidad creyó que ella se había olvidado pues tenía casi dos días que hablaron por primera vez, él la saluda presintiendo lo peor – perdona la tardanza, estábamos a media conversación cuando llegó Iori… en cuanto pisa el estudio se pone como energúmeno a dar órdenes…

- Lo sé… es igual aquí en casa – ambos ríen levemente – pero… no está con ustedes

- Sí y no… Shigeo lo llevó a rastras a comprar algunas provisiones pues ensayaremos hasta tarde… precisamente para que pudiese hablar contigo, lo haremos, todos te ayudaremos con lo que me pediste – la felicidad crece en el pecho de Kusanagi – claro que no puede ser aquí… como sabes es tan meticuloso que seguro se daría cuenta, así que debes encontrar un sitio apropiado

- No te preocupes por eso, lo encontraré… ¿cuándo podemos comenzar? – pregunta emocionado

- Si lo consigues hoy, mañana mismo – comenta ella bastante animada

- Haré un par de llamadas… ¿quieres que te mande mensaje por si Yagami está ahí cuando te tenga una respuesta?

- Sí, es lo mejor, estaré esperando tu mensaje, nos vemos – el bip intermitente le hace saber que la otra ha colgado con algo de premura, seguro ya habían llegado aquellos dos.

No pierde el tiempo, quedaban unos días tan solo, ni siquiera sabe si lo que planea será posible de lograr en tan poco período, pero no importaba lo que costara, haría del cumpleaños de su enemigo algo difícil de olvidar...o por lo menos dejaría la vida en ello. Para su buena suerte Yamada-san le pudo ayudar con aquello que podría resultar de más dificultad conseguir, además se animó a invitarla a ser su cómplice en la sorpresa de Hi-san, cosa que aceptó de inmediato. Aunque quería llamar a Kurumi nada más colgar con la abuela, debía esperar un poco, pues aun había alguien con quien contactarse… antes de comunicarle a todos los que tenía anotados en la lista de: “To do”.

 

- Hola mamá… disculpa la hora – eran casi las once de la noche, sabe que para ese momento su madre ya está prácticamente dormida, no obstante, para su fortuna estaba a pocos minutos de haber acabado su sesión diaria de skin care.

- No te preocupes cariño, ¿qué ocurre? ¿Todo bien? ¿Tú y Yagami-san están sanos? – sonríe mientras niega levemente, siempre que él le llamaba preguntaba lo mismo, se le hacía tierno que considerase a Iori parte de la familia sin problemas, cosa que para su padre aun costaba trabajo.

- Tranquila, todo está bien, solo quería saber si… ¿podrías preparar el pastel de cumpleaños del enojón? – sí, podría haber ido a comprar el tradicional pastel japonés de cumpleaños, pero quería que fuese algo por demás especial hasta en el más mínimo detalle

- Por supuesto mi amor, ¿qué tipo de tartas le agradan? – pregunta mientras cepilla su cabello con tiento

- Pues no muy dulces… en realidad él no es mucho de postres y esas cosas, pero esta vez al parecer le dio por comer pastel en su cumpleaños… tal vez de menta o duraznos… no sé.

- La menta sabe bien pero combinada con chocolate y el chocolate tiende a ser algo dulce en los pasteles, podría ser chocolate amargo, pero aun así… - reflexiona – que tal si preparado el de fre…

- ¡No! – urge el castaño – el de fresas es… muy dulce… - la señora Kusanagi alza una ceja, entiende por qué su hijo no desea que prepare ese pastel en específico

- Kyo… el hecho de que les prepare a ambos el mismo pastel no significa que dejes de ser mi consentido - ¿cómo es que sabía? – lo he hecho muchas veces para ti… anda, es solo un pastel y es para tu pareja. – ante eso último se reprende a sí mismo, ella tenía razón, estaba actuando como un chiquillo envidioso nuevamente siendo que él lo ha tenido prácticamente todo en la vida, y no solo en cuestiones materiales.

- Tienes razón madre… perdona, es solo que…

- No me des explicaciones cariño, lo sé, y lo entiendo… ¡entonces prepararé el de fresas! – dice con cierto entusiasmo

- Si, por favor, la acides de la fruta hace que el bizcocho no sepa tan dulce, aunque claro que aquí tu eres la experta – Shizu no puede evitar que su gesto sea de plena felicidad pues ese pequeño, su hijo único que por obvias razones creció sin saber compartir del todo, estaba soltando los últimos resquicios de “egoísmo infantil”.

- En eso tienes razón – comenta con un tono “presuntuoso” pero a sabiendas que el castaño sabe que solo bromea – supongo que será el 24 en su dep… - sus ojos se abren cuando su hijo le comenta la verdadera ubicación de la celebración

- Espero puedas convencer a papá… porque si todo sale bien Yume-san, mi cuñada y mis dos cuñados… – le encantaba decir eso, pese a no atreverse aun a llamar “suegro” a su suegro - … vendrán también.

- Tranquilo, tu padre irá, aunque deba llevarlo a rastras y darles a esos dos un par de abanicazos para que se comporten. Descansen, un saludo a Yagami-san.

- Se lo daré mamá, y de nuevo muchas gracias – ambos cuelgan, se prepara entonces para comunicarle las buenas nuevas a Kurumi-chan.

Los días siguientes fueron de un ajetreo peor, Iori estaba comenzando a molestarse cuando de pronto todos le ponían horarios estrictos para todo, desde ese gato que de pronto trabajaba más horas extras que nunca, Yamada-san que no le permitía faltar un par pese a que antes le daba días enteros. Y peor aún su banda, ninguno de ellos, ni Kurumi quien era la que adoraba ensayar, se quedaban ni diez minutos más, simplemente se desperdigaban como cucarachas al encender la luz

 

***********

 

-Hola, buenos días… - parpadea, frente a él, preparándose para salir, ese castaño que le volvía loco, no solo en cuestión sentimental sino también mental, si bien ambos eran bastante independientes como buen felino el menor a veces solía buscarle para que le diese cariño, pero ahora estaba más distante que Rusia y USA en la guerra fría.

- ¿Ya te vas? – alza una ceja, no es como si le molestara quedarse solo ese día… o, mejor dicho, antes no le hubiese provocado ese nudo en el estómago, ni siquiera un beso de buenos días, un bizcocho con una vela o algo parecido.

- Sí, Yamada-san me pidió estar algo temprano en el combini, quiere que prepare al chico que se quedará en el tercer turno – le sonríe – descuida solo serán unas horas, además prometimos comer con ella tu pastel ¿recuerdas? – eso le alivia bastante

- ¿Por qué no…

- ¿Te desperté? – se acerca sentándose en la cama al lado del otro – llegaste tarde anoche, además en tu cumpleaños mereces despertar tarde, no quiero que empieces a verte ojeroso – acaricia la mejilla del pelirrojo, el cual se siente más aliviado

- Gato idiota… “me asustas” – piensa eso último pues decirlo podría sonar demasiado cursi o hacerle parecer débil… o peor, ñoño.

- Sí, sí… gato idiota, como siempre – sonríe dándole un beso tranquilo, pero con cierta profundidad – feliz cumpleaños pecoso odioso – se aparta tomando el casco de su moto.

- Ve con cuidado… y más te vale regresar a tiempo para el pastel – espeta con indiferencia como restándole importancia a algo que ahora sí que la tenía.

Escucha el sonido de la moto al arrancar, se pregunta si estará bien acostumbrarse a ese tipo de cosas, claro que ya era tarde para levantar barreras, tenía tan metido a ese hombre en el corazón pese a no querer admitirlo, que borrarlo sería prácticamente imposible. Justo en ese momento no se sentía con la fuerza necesaria para seguir sin tenerlo a su lado. Niega para sí, tenía que levantar el reguero que seguro dejó aquel tarado, sabía que por lo regular al prepararse para salir solía dejar botadas las cosas, sin embargo, al mirar el cuarto de baño todo estaba bien ordenado, frunce el ceño levemente, no es que no le agrade ver su casa sin que esta fuese un campo de batalla, solo que ahora estaba en lo cierto que algo raro sucedía con ese castaño.

No desea hacerse más ideas por lo que decide tomar una ducha, por la tarde tendría concierto con Sadistic en “The seven gate”, un sitio bastante underground en realidad, tomaría algo para preparar su garganta esa noche pues el repertorio tenía tracks un tanto fuertes para sus cuerdas vocales. Mira el reloj en el buró del lado de su cama, eran las 8 de la mañana, Kyo y Yamada-san deberían estar de regreso como a las 3, ella prometió llevar el pastel, así que tenía tiempo suficiente para hacer el tonto, leer un rato, quizá otra siesta y tal vez, solo tal vez, ensayar un rato con los chicos, si a estos les da la gana aquello, porque estaban de un renuente que no podía soportarlos. 

 

Transcurridas unas horas había hecho más de la mitad de tareas que estaban en sus planes, faltaba solo hora y media para poder departir con el gato y Yamada-san, no se atrevía a llamar a Shizu-sama, no porque no deseara hablar con ella, pero el incidente de días anteriores, donde dijo de todo prácticamente en su cara, le dejó con una cruda moral que simplemente aún no estaba preparado para enfrentar. Toma a Kibou con cuidado de su abdomen y lo lleva a su cama para que siga durmiendo, el pequeño gato, ahora no tan pequeño realmente, le seguía mucho y solía recostarse en él cuando leía. Iba a preparar algo rápido, tal vez pasta con camarones, o quizá una lasaña, aunque debía pensar en su invitada, quizá no le gustase comer un platillo demasiado “extranjero”, ella era sumamente tradicional, o al menos daba esa apariencia, ahora que lo pensaba bien, ella les conocía tal vez más de lo debido al no ser familia de sangre, pero él no sabía demasiado, apenas y uno que otro dato histórico que ella misma le soltó en una de esas pláticas que solían tener, en las cuales hablaba mucho de sus hijos, su difundo esposo, pero poco de sí misma, pronto estaba por tomar el teléfono para preguntarle qué deseaba probar cuando este vibró apenas ser tocado, robándole un pequeño susto.

 

“Idiota 1” ponía en el identificador de llamadas.

 

- ¿Qué quieres Hiroyuki? – la voz del tecladista del otro lado de la línea le extraña pues aún no era hora ni del ensayo ni del show

- El jefe – el dueño del lugar – quiere que lleguemos un par de horas antes, al parecer unos chicos pagaron por un show privado, ya sabes, esos niños ricos que no quieren mezclarse con la gente común…

- Pero …

- No hay peros que valgan, es eso o no nos deja tocar hoy y además nos quita el contrato… - dice de manera tajante, Iori hubiese mandado todo al carajo, pero un par de sus compañeros no tenían la misma solvencia que él, estaban prácticamente a expensas de lo que ganaban en los conciertos y giras, claro que frunce el ceño con molestia, sí, tocarían para el “show privado” pero precisamente los contratos eran para no dejarse explotar ni mandar de esa forma, le restregaría el papel nada más terminar su número, y si se ponía pesado le daría un par de golpes para dejarlo casi en coma

- Como sea… estaré allá en media hora a lo mucho

- Perfecto, te esperamos Yagami – la llamada es cortada y el bufa con molestia, marca el número del castaño

- Kusanagi…

- Ya sé que eres Kusanagi, ¿no te fijas en quien te habla o qué? – lo del bar le puso algo de malas – tch… no quise hablarte así es solo que no… debo irme ya al trabajo

- Comprendo… - un pequeño dejo de desilusión en esa voz, se muerde el labio inferior, si por el fuese le diría que no debe preocuparse, que, aunque lo despidiesen estaría con ellos para lo del pastel, pero por más que el mundo lo crea así, no es una mala persona en realidad, no dejaría desempleados a sus compañeros

- Prometo que en la primera oportunidad invitamos a Yamada-san a comer

- Descuide Hi-san – la voz de la anciana le sorprende un poco, claro que es normal saberla con Kyo si trabajan juntos – el destino nos dejará reunirnos más pronto de lo que espera – el gesto del hombre de ojos azules se relaja un poco más, esa mujer era tan comprensiva, y siempre miraba el lado positivo de las cosas.

- Cuídense – se despide.

Con parsimonia, sin muchas ganas, toma el estuche de su bajo, ya se estaban gastando bastante las correas, debería cambiarlo en poco tiempo, no le agrada poner en peligro aquel instrumento tan importante en su vida, pese a no querer reconocer que fue el mejor regalo que su padre pudo hacerle.

 

**********

 

The seven gate 4 pm

 

Ahí estaba, estaciona el auto en el lugar de siempre, Sadistic Eyes era de las bandas que más pedían en el local, no solo por los covers de agrupaciones del mundillo underground, sino por las canciones originales que interpretaban, las voces de Yagami y Kurumi se complementaban sin problemas, ni se diga cuando Hiroyuki también hacía su parte, en todos había algo especial que integraba al otro, tanto con la melodía como la voz. Una armonía perfecta, casi igual que como en su tiempo tenía con Konoe, la hermana de Kikuri. Mira la hora, llegó treinta minutos antes, debían preparar todo para el show. Abre la puerta del backstage y es recibido por sus compañeros, a diferencia de la mayoría de las personas el no consideraba amigo a alguien de manera tan sencilla, sí, los apreciaba y se ayudaban entre ellos, pero muchas veces fue traicionado por quienes se llegaban a comportar de la misma forma clavándole al final un cuchillo por la espalda, por lo que decidió ser por demás prudente, claro que a veces exageraba demasiado. Como fuese estaba ahí y tenían que comenzar, al salir le extraña un poco que el escenario esté tan oscuro, y más la pista, se notaban algunas siluetas, pero seguramente eran los niñatos aquellos de quienes le hablaron, sin embargo, que estuviesen tan temprano tampoco se le hacía común, quizá habían contratado gente extra para atenderlos, qué más daba.

 

-Apenas y puedo ver, ¿qué el de las luces es nuevo? – pregunta en susurros a Kurumi

- Quizá – dice esta sin prestarle demasiada atención, Yagami nota que se ve algo nerviosa, talvez había peleado con Take o Amy antes de llegar, no obstante, no se nota preocupada, sino nerviosa-emocionada. En fin.

- Buenas tardes – la voz de Jun interrumpe a Iori quien era el que solía presentar a la banda, pero lo deja pasar – esperamos que disfruten la música, somos ¡Sadistic eyes! – el vitoreo a todo pulmón le deja saber al ojiazul que había más gente de la que él pensaba, sería un concierto como los demás.

Toma su bajo, sus dedos en la posición correcta para comenzar, como lo tenían planeado, con algo de Breaking Benjamin: Dance with the devil. Sin embargo, los primeros acordes no tenían nada que ver con las canciones que ellos solían tocar, voltea a ver mal a su compañero, sin embargo, la voz entre las sombras le sorprende bastante…

 

I wanna follow where he goes
I think about him and he knows it
I wanna let him take control
'Cause everytime that he gets close, yeah

 

Kyo camina por el escenario sin inhibición alguna, seguro de sí mismo mientras cantaba, vestía con unos pantalones de mezclilla algo ajustados que para la felicidad de Yagami delineaban ese trasero bien formado, con rasgaduras en las rodillas,  una camiseta blanca, una chamarra negra abierta, tipo mezclilla y unas zapatillas deportivas, totalmente casual, cómodo pero con ese toque sexy de todo buen felino.

 

He pulls me in enough to keep me guessing (mmm)
And maybe I should stop and start confessing
Confessing, yeah

 

Se para frente a Iori, mirándole de forma más que provocativa, los chicos de la banda seguían la música tal que, si la hubiesen ensayado por horas, lo que era correcto, claro que por el momento el pelirrojo no estaba hilando ideas, observaba aquel hombre frente suyo, cantándole de esa forma. En cuanto comienza la siguiente estrofa el griterío es inevitable, las luces se posan en el escenario dejándole ver no solo a fans sino a conocidos también.

 

Oh, I've been shaking
I love it when you go crazy
You take all my inhibitions
Baby, there's nothing holdin' me back
You take me places that tear up my reputation
Manipulate my decisions
Baby, there's nothing holdin' me back

There's nothing holdin' me back
There's nothing holdin' me back

 

Todos cantan el coro, las palmas se unen a los instrumentos en un ritmo sin igual, lleno de emoción y alegría.

 

He says that he's never afraid
Just picture everybody naked
He really doesn't like to wait
Not really into hesitation

Pulls me in enough to keep me guessing, whoa
And maybe I should stop and start confessing
Confessing, yeah

 

Sin perder tiempo, y con ganas no solo de ver sino de participar en aquello, de actuar junto a su gatito Iori comienza a repetir los acordes, el moreno se sorprende un poco pero así era el pelirrojo, todo un estuche de monerías y con un excelente oído, le dejará seguir cantando solo, por el momento, ya que no se lo iba a perder por nada, Kusanagi sonríe emocionado…

 

Oh, I've been shaking
I love it when you go crazy
You take all my inhibitions
Baby, there's nothing holdin' me back
You take me places that tear up my reputation
Manipulate my decisions
Baby, there's nothing holdin' me back
There's nothing holdin' me back

 

Se acerca un poco más a su pelirrojo como para marcar territorio con tanta grupie reunida, su mano acaricia la mejilla ajena cuando comienza la parte más calmada, sus ojos no se despegan de aquellos mares que amaba tanto, ya fuesen tan azules como reflejo del cielo o cuando se tornaban en mares de sangre…

 

'Cause if we lost our minds and we took it way too far
I know we'd be alright, I know we would be alright
If you were by my side and we stumbled in the dark
I know we'd be alright, I know we would be alright

 

No puede evitarlo, de un momento la voz de Yagami se une a la de su Moreno en la siguiente estrofa, el griterío aumenta, no solo por las voces que contrastaban estupendamente sino por la escena entre romántica, sexy y con toques de sensualidad por esa manera de verse el uno al otro


'Cause if we lost our minds and we took it way too far
I know we'd be alright, I know we would be alright
If you were by my side and we stumbled in the dark
I know we'd be alright, we would be alright

 

Kurumi y todos estaban más que emocionados, nunca habían visto esa sonrisa en los labios de su compañero, era abiertamente feliz, atesorarían ese momento por mucho tiempo, por fin conocían el lado más “humano” del jefe de Sadistic.

Kyo toma el escenario como si fuese parte de él, Yagami no deja de tocar, todo aquello era perfecto.

 

Oh, I've been shaking
I love it when you go crazy
You take all my inhibitions
Baby, there's nothing holdin' me back
You take me places that tear up my reputation
Manipulate my decisions
Baby, there's nothing holdin' me back (oh whoa)
There's nothing holdin' me back

 

La mayor parte del tiempo es el chico de ojos azules quien recibe la atención de su moreno que solo desvía la mirada para no salir del escenario o para ver las reacciones del público, sus cuñados estaban por demás emocionados, su mamá les miraba dulcemente, Yume y Saisyu de vez en cuando intercambiaban miradas, ya no con ese cariño de antaño, incluso se percibía algo de nostalgia en ese par de ojos cansados, pero al final de cuentas, de cierta forma sus hijos fueron capaces de hacer lo que ellos no se atrevieron: enfrentar al mundo para estar juntos.

 

I feel so free when you're with me, baby

 

Esa frase da en el corazón de Iori, más aún el modo y el gesto con que la dice el menor, sí, no era una fiesta íntima, ni tampoco como él le organizó a Kyo, de haber sido así poca gente habría sido invitada, pero no pudo pedir mejor regalo, no solo departir con la banda o sus fans, al enfocar mejor la vista en los ahí reunidos ve a su familia, a la familia de Kyo, alguno que otro peleador que no le desagrada demasiado, su amiga Athena y… Yamada-san


Baby, there's nothing holdin' me back.

 

Como era de esperarse al término de la canción los aplausos no se hacen esperar, seguidos de una canción de cumpleaños al ritmo de jazz, completamente diferente al estilo del bar, de la canción anterior pero más que acorde a uno de los gustos de Iori. No quería confesarlo, pero estaba un tanto nervioso, y gracias a las luces nadie se dio cuenta que también avergonzado, sus pecas encendidas eran ocultadas por la tenue iluminación, un pastel de cumpleaños es llevado por su suegra, tal vez no alcanzaría para todos, pero nota que en la barra hay más pasteles que corrían por cuenta del bar, regalo del boss, por lo cual todos probaron un trozo de tarta. Yamada-san estaba más que encantada, y tanto ella como los otros invitados se quedaron hasta el final del concierto de Sadistic, la música, aunque estridente era tan bien interpretada por la banda que no era molesta, todo lo contrario, el tiempo se pasó volando sin que los presentes lo notasen.

Al finalizar el show los músicos se quedaron firmando algunos autógrafos, las familias de la pareja se despidieron momentos antes de ello, Yagami-sama se ofreció a llevar a la señora Yamada a casa, esta no se negó, tenía mucha curiosidad en conocer al padre del señor fuego, la mirada de ese hombre le parecía enigmática, no iba a quedarse con las ganas de cotillear un poco.

 

- ¡Feliz cumpleaños! – los brazos de Kurumi rodean al pelirrojo – suertudo – le dice al oído y se despide, va junto a Amy quien le esperaba para ir al auto con Takeshi.

- Pásalo genial – dice Jun despidiéndose con un apretón de manos.

- Dile a tu suegra que cuándo nos trae más pastel – un zape a la cabeza de Hiro por parte de Jun para que deje de estar jodiendo, el sujeto se soba el golpe quejándose como niño pequeño.

El chico del clan de la luna se despide de todos y camina hacia su auto, Kusanagi estaba recargado esperándole, en cuanto el otro llega le atrae para besarlo de forma profunda, le fascinaba que el moreno se comportase de esa manera tan dominante, jamás le vio como la chica de la relación, pero aquellas demostraciones de “macho alfa” le provocaban sobre manera. Ambos eran hombres, tanto en la cama como fuera de ella. Alguna vez le dijo que si quería algo se lo dijese, y ahora no solo lo decía, sino que lo tomaba.

 

-Si seguimos así te lo haré aquí mismo – susurra Yagami con ese tono varonil

-No es como si fuese la primera vez que lo hacemos en vía pública – responde el menor con todo el descaro del mundo y sin despegarse de esos labios – pero no quiero pegarme contra el toldo como la vez del parque… ni que el asiento se me clave en la espalda igual que en el estacionamiento… vamos a casa – con todo el dolor de su corazón se separa y entran al auto

El recorrido no duró demasiado pero apenas e intercambiaron palabras, no es que no supieran qué decir, ni que el momento fuese algo incómodo, al contrario, solían disfrutar las charlas interminables como los ratos en silencio, tanto pequeños y extensos. La puerta del departamento es abierta, el bajo es dejado en su lugar al igual que las llaves del castaño. El ambiente era tan agradable, el aroma a lavanda daba cuenta que el pelirrojo aseó todo antes de salir.

 

- Te voy a llevar a limpiadores compulsivos.  – bromea el chico de ojos avellana, atina solo a medio quitarse la chaqueta cuando los brazos de su amante le aprisionan.

- Y yo voy a llevarte directo a la cama

Obviamente Kyo no opone resistencia, eso deseaba, desde que le vio en el escenario solo pensaba en besarle, sentir sus manos recorrer su cuerpo y viceversa, ni se diga suspirar por esa boca que solía pasear por su piel en todos lados, cada día que pasaba se daba cuenta que el amor por el otro seguía igual, o tal vez no, parecía acrecentarse, con cada pelea y reconciliación. Alguna vez Yagami le mencionó a un tal Empédocles, que hablaba del amor y el odio, las fuerzas que producen la unión y separación de los elementos y de los seres, la formación y destrucción de los mundos. Aquello le recordaba demasiado a lo que pasaba entre ellos, el odio, las peleas, parecían poder llegar a separarlos, pero ese choque fortuito les hacía unirse de manera oportuna para constituir un solo “organismo”, la unión de ambos, más allá del sexo.

 

-Feliz cumple…años – farfulle mientras su amante se entretenía con sus tetillas, las había estimulado tantas veces que se volvieron por demás sensibles

- Justo ahora es más que feliz – la desnudez del otro le parecía exquisita, las sombras y luces gracias a la iluminación de la ciudad que se colaba por la ventana dotaban al castaño de una sensualidad tal que apenas lograba resistir.

Aquello fue el comienzo de una velada apasionada, ninguna parte de sus cuerpos quedó sin ser atendida, la estrechez de aquel hombre de piel morena logró que se perdiese en el deseo, y él enloqueció a su amante cuya libido fue saciada hasta varias horas después.

 

Estaban recostados con la sábana tapando la mitad de sus cuerpos, los besos en la espalda del menor tienen un toque de ternura, algo raro en su amante, pero no desconocido, él sabe cosas de ese pelirrojo que nadie más podría, tanto buenas como malas, y una de ellas es precisamente ese lado “dulce” que saca a relucir muy de vez en cuando, especialmente con él. No necesita que se lo diga para saber que está agradecido por el regalo de cumpleaños, 26 años y varios cerca suyo, ha sido parte de su vida durante tanto tiempo que no la podría concebir sin ese gato a su lado. Kyo se voltea para darle un beso.

 

-Creo que te sorprendimos esta vez – dice mirándole a los ojos

- Más de lo que imaginas… ahora comprendo por qué los de la banda estaban tan raros, cada vez parecían querer practicar menos conmigo, y tú ni tus luces… hasta Yamada-san estuvo de acuerdo, seguro – una risilla escapa de los labios del moreno

- Sí… estaba encantada, cuando le dijiste lo del pastel me estabas cambiando toda la jugada… afortunadamente al decirle mis planes no dudó en ayudarme

- Eres un gato del demonio – dice con molestia fingida – y tu mamá… hace ricas tartas…

- Le dije que no te gustaba demasiado el dulce, así que decidió prepararla con fresas

- Se acabó por completo… necesito que le pidas la receta y prepares más… esperando que no incendies la casa - bromea para hacerle enfadar, pero el menor está tan feliz que no le da demasiada importancia

- Por cierto, aun te debo tu obsequio – el mayor ladea el rostro

- Creí que esto… – le alcanza a dar una nalgada – …había sido mi obsequio – esquiva el almohadazo que iba a darle Kusanagi

- Qué manía de pegarme en el trasero – se pone los boxers y saca del armario una caja algo grande

- ¿Qué es? – se escucha una pizca de emoción en su voz, a Kyo le gusta verle así, ilusionado, aunque sea un poco, disfrutando de su cumpleaños como debió hacerlo desde pequeño.

Y tal que, si en esos momentos fuese uno, toma la caja deshaciendo el papel sin demasiado cuidado, una gabardina estilo steampunk, negra de forro color rojo oscuro con grecas grabadas en el interior y un escudo de Yasakani en la espalda, de la misma textura y color del interior. Yagami mira la prenda, sus dedos rozan ese escudo y sonríe un poco. Se inclina besando nuevamente a su felino, algo que en idioma Iori es un: gracias.

 

-Si no estuviese tan sudado me la probaría justo ahora – dice mirándole a los ojos.

- Descuida, está hecha a la medida – sonríe divertido el moreno

- ¿Y cuándo me tomaste medidas? – la ceja derecha del pelirrojo se alza dando énfasis a la interrogante

- Mis manos ya tienen más que medido este cuerpazo – recibe un jalón de nariz – ¡ouch!… tomé de tu closet una de las cazadoras que ya no te ponías, se la llevé a mi madre y ella fue con su modista… - se soba la nariz

- Ya decía yo – da un beso en esa naricilla

- Gracias gato… - un beso más, esta vez en los labios

- ¿Y el estúpido?... o ¿idiota? ¿Acaso ya no me quieres?, pecoso odioso – cada beso es respondido por ese castaño que reclamaba cada que su boca era liberada.

- Te gusta que te maltrate entonces, gato imbécil – la caja de la gabardina es dejada con cuidado en el piso.

Los besos continúan profundizándose cada vez más, era obvio que sus cuerpos aún no se saciaban el uno del otro, por supuesto que ni esa, ni todas las noches que pasaran juntos lograrían hacerlo.


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