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Una habitación en silencio. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Después del sexo, Choi Hee-seo salió de la casa, dejando deliberadamente al desordenado Kim San en la sala de estar.
Kim pensó que los niños podrían llegar en cualquier momento así que se arrodilló y metió los dedos en el agujero de su trasero para intentar sacar todo el semen de inmediato. Se sintió miserable, desgraciado y muy estúpido y hasta pensó que iba a llorar, pero luchó por contenerlo. Todo lo que hacía era para proteger a sus niños después de todo.

Kim, que luchó por limpiar todo el semen con un pañuelo húmedo, recogió su ropa con manos temblorosas y entró al baño para cepillarse los dientes. El sabor del semen, que le quedaba en la boca, era bastante salado.

"¿Tanto te gusta mi verga?"

En ese momento, pudo sentir claramente la forma de su pene atravesando su pared interior, frotando y frotando hasta que pudo tocar ese punto dentro de él donde realmente lo sentía. Los dedos de sus pies se arrugaron y su respiración se volvió un tanto áspera y apagada.

Choi Hee-seo frunció el ceño.

"Estás muy apretado... Ah, maldita sea."

Su entrada, que se abrió hasta un punto en que terminó por dejar de tener una sola arruga, resplandeció de color rojo debajo de él de modo que lo hizo parecer un tanto sexy. Golpeó con fuerza, elevó la cadera y entonces Kim San reprimió la emoción que le estaba aumentando por dentro hasta que no tuvo más remedio que apoyar la frente en el suelo y morderse. Levantó las uñas y rascó el azulejo, pero incluso eso fue bloqueado por Choi Hee-seo porque el hombre había decidido agarrarle ambas muñecas y mantenerlas pegadas en su espalda mientras continuaba con el sexo.

"Ah, ah..."

"Dios, me encantas. Aunque es gracioso que abras tus piernas para mí solo por tus hijos."

Aunque en realidad, a él le pareció algo un tanto lógico. Porque estaba feliz de estar con sus hijos, verlos a los dos y tenerlos siempre a su lado. En realidad, escuchar sus risas y tomar sus manitas por la noche era la mayor felicidad de la vida de Kim San. Y si los niños pudieran quedarse junto a él para siempre, entonces no había nada más que pudiera pedirle al mundo. Además, por lo que había dicho al llegar, solo tenía que esperar cinco meses y entonces finalmente vería el final de este condenado infierno

Kim San-eun se miró en el espejo. Había llorado tanto que su cara estaba hinchada así que se refrescó con agua bien fría hasta que disminuyó. No debería mostrarle nada de esto a sus niños nunca. Pero mientras Kim San estaba en eso, Choi Hee-seo miraba a Isaac y Lee Taek, quienes aparentemente se habían quedado frente a la puerta todo este tiempo. Al ver a los dos, que se parecían a él de un modo casi exagerado, les contestó con una sonrisa sospechosa que no era paternal en absoluto. Se puso un cigarrillo en la boca, abrió los labios y dijo:

"Su papá es delicioso ¿Saben?"

Choi Hee-seo, que soltó una risa horrible, sacudió los hombros mientras se burlaba de sus caras. Y después de inhalar profundamente el humo del cigarrillo, lo exhaló en el aire y dejó que el filtro se destrozara bajo su zapato. Al final, cuando la mano de ese hombre se acercó para tocar el cabello de Isaac y de Lee Taek, entonces retrocedieron hasta casi pegarse contra la pared. Y Choi Hee-seo, que estaba mirando las puntas de sus dedos en el aire, observó hacia abajo y descubrió que la entrepierna de los niños estaba completamente dura después de escuchar a sus padres tener sexo. Choi Hee-seo contuvo la risa mientras fumaba un segundo cigarrillo. Luego deslizó el papelito entre sus dedos y lo sacó:

"Ustedes realmente son mis hijos ¿No es verdad? Parece que tenemos el mismo gusto en hombres."

"... No queremos que toques a nuestro papá otra vez."

Isaac dijo esto, mirando a su padre biológico, Choi Hee-seo, como si lo estuviera retando a pelear con él. Si hubiera existido una espada en sus manos, entonces el hombre definitivamente hubiera sido decapitado sin siquiera darle tiempo de dar batalla. Pero como ese no era el caso, su padre inhaló el humo, lo exhaló y sonrió, mirando  el pasillo del apartamento como si toda la situación le diera asco.

"¿Te atreves a darme órdenes? Mis padres ni siquiera lo hacen ¿Por qué lo harían mis hijos?"

Luego negó con la cabeza.

"Pero está bien. Porque no puedo enojarme con unos mocosos como ustedes para empezar."

Choi Hee-seo miró los rostros de los niños por última vez y finalmente extendió las manos de nuevo. Sus dedos se extendieron en un instante y entonces, agarró los hombros de los niños con muchísima fuerza. Y en cuanto Isaac y Taek fueron atrapados por su padre, sus rostros se distorsionaron hasta un punto que pareció casi una broma. Fue porque Hee-seo Choi los agarró con la fuerza suficiente como para romperles los huesos. Luego, susurró en voz baja, disfrutando de ver como sus rostros se obligaban a soportar el dolor:

"Tu padre está comiendo bien, deberían estar agradecidos conmigo por eso."

Entonces levantó las manos de sus hombros, puso los dedos índice y medio en sus frentes y finalmente los empujó:

"Así que, chao".

Los niños vieron a Choi Hee-seo irse así que, lo único que pudieron hacer para esa situación fue apretar los puños todo lo que pudieron. Sus mandíbulas se llenaron de ira y resentimiento pero ciertamente, no había nada que unos chicos de 14 años pudieran hacer.

"Hermano."

Taek llamó a Isaac así que, él, que miraba todavía en su dirección con un rostro completamente inexpresivo, giró la cabeza para poder hacerle caso. Taek tenía todavía las manos dentro de los bolsillos de su suéter:

"¿Deberíamos entrar?"

"Hay que entrar."

Pero a diferencia de su hermano menor, Isaac no se movió ni una sola vez. Había un hombre llamado Choi Hee-seo... Y no podía sacarlo tan fácil de su mente como le hubiera gustado. Lee Taek sacó la mano de su bolsillo y agarró el hombro de su hermano mayor con la esperanza de que volviera a la tierra. Isaac giró la cabeza sin decir una palabra y lo observó una vez más. Siempre se decía que Isaac era más maduro que Lee Taek, mucho más centrado. Pero esta vez... Pareció que Taek se estaba comportando como un ser mucho más lógico y racional que él. Bajó los dedos por su hombro, llegó hasta su mano y lo sostuvo como para consolarlo:

"Todavía tenemos mucho tiempo para planearlo bien. Ahora, solo perderíamos".

Con una sonrisa similar a la de Choi Hee-seo, Lee Taek agarró el pomo de la puerta para hacerla girar. Luego dijo:

"Además, eso también metería en problemas a papá. Y ya viste, no hay nada que no haría por nosotros."

"¿Y por qué no podemos hacer lo mismo por él?"

"Bueno, si se te ocurre algo me dices. Pero yo pienso que no se hará hoy."

Lee Taek, que sintió la ira de su hermano, tiró del pomo de la puerta y la empujó lentamente para que pudieran entrar. Y al sonido de la madera abriéndose, papá preguntó: "¿Son Isaac y Lee Taek?" Y llegó frente a ellos luciendo tan amistoso como de costumbre.

Lee Taek le respondió a su padre de manera animada y jaló a su hermano mayor, quien aún estaba de pie en la entrada, para que hiciera lo mismo. Cuando el niño se acercó a él una última vez, bajó la voz y susurró para que solo Isaac pudiera escuchar:

"Porque... Al final si vamos a poder ganar esto ¿O no?"

Lee Taek dejó a su hermano mayor, de pie y con un semblante completamente inexpresivo sobre la cara.

Kim San dijo que estaba preparando la sopa de fideos que tanto les gustaba así que sonrió y besó la cabeza de Taek en cuanto llegó a su lado. En realidad, el niño había visto a Kim tener una aventura bastante explícita en la sala de su casa pero, fingió que no y se colgó de su cintura como lo hacía todos los días. De esta manera, el hombre suprimió el dolor que estaba creciendo dentro de él y finalmente pudo sonreír con la misma honestidad de la mañana.

Taek sonrió brillantemente también y preguntó:

"¿Puedo comerlos ya?"

"Vete a bañar y veremos."

"De acuerdo."

La puerta aún estaba abierta y además le pareció muy extraño que Isaac todavía no apareciera frente a él. Kim San se limpió las manos en el delantal y fue directo hasta la entrada. Allí, como esperaba, Isaac se había apoyado contra la pared con el rostro increíblemente pálido. Kim estaba aterrorizado de verlo tan mal porque hace un tiempo, descubrió que incluso el más mínimo dolor estaba destinado a convertirse en una enfermedad grave dentro de su cuerpo. En el pasado, pensó que solo tenía un resfriado común pero se convirtió en neumonía y tuvieron que llevarlo de emergencia al hospital. Y recordando ese momento, Kim San acarició el rostro de Isaac y le pidió que le dijera lo que le pasaba y lo que sentía también. El niño parpadeó, moviendo esas enormes pestañas de muñeca hasta hacerlas parecer alas de mariposa. Miró en silencio a su padre y finalmente lo abrazó en lugar de decirle alguna otra cosa. Kim San se quedó inexpresivo, quieto y con los brazos bien abiertos, pero inmediatamente después sonrió y comenzó a palmear la espalda del niño hasta que pareció calmarse. Kim San abrió la boca, sintiendo la piel caliente y suave del pequeño contra él:

"¿Qué pasa, mi amor?"

Preguntó con cuidado, prestando atención al hecho de que su propia voz se partió al final. Pero ante esto, Isaac levantó la cabeza para que pudieran verse directo a la cara. Las mejillas regordetas del niño le hacían ver como la escultura de un ángel en alguna iglesia. Pareció pensarlo bien antes de rodear el cuello de su padre con ambos brazos así que los ojos de Kim San se abrieron como platos ante eso. Aunque hubo casos en los que Lee Taek se colgaba así de él, era raro que Isaac decidiera hacerlo. Después de todo, pareció que siempre estaba tratando de actuar como un adulto. Le dolió mucho ver a su hijito perfecto, que hacía todas las tareas del hogar sin decir nada y quien siempre estudiaba mucho, actuar como un niño otra vez. Quizá, era debido a la sorpresa de ver a su padre biológico en la casa. Sin embargo, las palabras que salieron de la boca de Isaac fueron completamente diferentes de lo que Kim San esperaba:

"Papá, no vas a dejarnos ¿Cierto?"

"¿Qué?"

Sorprendido por la oración sobre "dejarlos", Kim San comenzó a acariciar las lindas mejillas de su niño hasta que finalmente habló con un tono bastante firme:

"Ustedes son los únicos para mí."

"¿Somos realmente los únicos?"

"Claro que sí, mi amor." Kim San apretó los brazos. "Solamente ustedes, no hay nadie más en mi mundo".

Y ante esas palabras, Isaac se clavó en el pecho de su padre como un bebé y se permitió permanecer completamente quieto. Al final, cuando decidió darle un par de palmaditas en la espalda para terminar, Isaac derramó todas las lágrimas que había estado conteniendo y ocasionó que sus hombros quedaran completamente mojados debido a esto. Por supuesto que eso fue suficiente para penetrar su corazón. Debió haber estado muy asustado porque su padre biológico, que de repente se acercó a él, era más descarnado y extraño de lo que esperaba. Además, él lo obligó a irse sin siquiera explicar nada por lo que no podía imaginar el miedo que debieron tener los dos. Pensó que fue demasiado descuidado así que Kim consoló al niño, tocándole la cabeza y la espalda muchísimas veces después más.

Cuando se detuvo, comenzó a limpiarle la carita mientras hablaba con una voz amistosa y un tono suave:

"Tu padre biológico, él..."

"Por favor, no hables".

El niño se negó, con un gemido impresionante de dolor. Isaac se secó las lágrimas con el puño y siguió hablando mientras miraba a su padre:

"Solo… Tenía miedo de que mi padre nos abandonara y lo eligiera a él".

"¿Por qué haría eso?"

"Porque... La forma en que el hombre miró a mi padre fue muy... Descarada."

Kim San mantuvo la boca cerrada ante las palabras que salieron de la boca del niño. Al parecer habían logrado leer la extraña corriente que fluyó entre Choi Hee-seo y Kim en esa reunión. ¿Sería que Choi Hee-seo parecía enamorado de él o algo? Pero aunque de repente pensó en eso, lo borró de inmediato con un movimiento de cabeza. Choi Hee-seo no era importante ahora sino calmar los corazones de los niños que se habían sorprendido por la situación.

"¿Papá? Terminé."

Kim San, quien se detuvo por un momento y miró a Isaac, giró la cabeza ante el sonido de la voz que venía desde el baño. Al parecer era Taek. Kim tomó la mano de Isaac para que se levantara y entonces entraron juntos a la casa. Le ayudó a quitarse el jersey que llevaba e incluso lo acompañó hasta la ducha para que pudiera bañarse. Luego Kim San fue a revisar que el caldo estuviera bien y regañó a Lee Taek por haber encendido la televisión sin ponerse ropa.

"Deberías ocuparte en secarte el cabello, Lee Tak-ah. Mira como lo tienes".

"Pero está seco."

El niño sonrió y levantó la toalla para volverla a pasar por su cabeza una última vez. Y al ver esto, San Kim puso su mano en su cintura y mostró una actitud bastante severa.

"Hazlo con un secador de cabello o sino vas a tener gripa después. También ponte crema en la cara".

"Es molesto hacerlo ¿Papá no puede ayudarme?"

El niño se acostó en la sala y lloriqueó. Pero Kim San, quien sacó una olla ancha en donde pudiera hervir los fideos, solo frunció el ceño:

"Taek Kim. Dije que ya tenías que comenzar a hacerlo tú solo. ¿Cuánto tiempo más vas a querer que yo lo haga todo?"

"Hasta que me muera."

Sabiendo que estaba siendo regañado, Lee Taek trató de hacer un puchero que lo pudiera convencer. Sin embargo, cuando la molestia brilló con fuerza en los ojos de Kim San, el niño se elevó de hombros y desapareció en la habitación sin decir otra palabra.

Por otra parte, mientras Lee Taek se ocupaba de arreglarse, Isaac salió del baño y se metió dentro de la manta que había sido preparada por su padre especialmente para él. El hombre sacó los huevos y las cebollas verdes del caldo y comenzó a preparar el kimchi para poder ponerlo encima. Luego volteó por un segundo y ​​vio que Isaac lo miraba también. Y al observar a su padre, con ambas manos llenas, Isaac abrió la boca y preguntó:

"¿Te ayudo?"

Estaba goteando, pero no tenía energía para enojarse otra vez:

"No. Seca tu cabello también, anda."

Tenía dos hijos, así que debía decir los regaños dos veces. Aun así, Isaac, que escuchaba mejor las órdenes que Lee Taek, se levantó, se quitó la manta y se fue directo a su habitación.

Al poco rato, vio a los niños conversar y reír dentro de la habitación así que Kim San sonrió también. Aunque Choi Hee-seo lastimó su corazón, al menos le dio unos niños hermosos que lo hacían feliz todo el tiempo con solo echarles un vistazo. Eran amables, escuchaban lo que decía y lo obedecían tan bien, que se preguntaba si de verdad tenían los genes de los dos. Y que hermoso sería si Isaac y Lee Taek crecieran a la perfección, se casaran y tuvieran sus propios hijitos. Kim San, que pensaba en su futuro nieto, que sonreiría con una cara bonita bastante parecida a la de Isaac y Lee Taek, sintió que su pecho se llenaba de puro orgullo.
En realidad, tuvo una vida dura y ardua. Dio a luz a los niños a la temprana edad de 15 años y los crió con su propio poder. Llegó un momento en que estaba tan deprimido como para querer morir pero, no pudo hacerlo cuando vio a los bebés tocarle las mejillas y llamarlo "papi". Además ¿Cómo podía dejar solos a niños tan bonitos como esos alguna vez? Desde entonces, Kim San, como siempre, perseveró y perseveró hasta lograr formar una familia tan unida como la de ahora. Y en realidad, hasta pensaba que si pudiera quedarse con los niños hasta que fueran adultos y encontraran su propio camino, entonces no podría pedirle nada más a la vida.

Lo que sus padres no pudieron hacer con él, San Kim deseaba dárselo a sus hijos.

"Papá, mi cabello está seco".

Isaac se acercó a él y le mostró su cabeza. Entonces, cuando San Kim lo felicitó diciendo "Hiciste un buen trabajo", justo como cuando era un bebé, se rió de lo bien que se sentía ser tan mimado. 

Los niños ayudaron a su padre con las cucharas y los palillos. Sacaron una botella de té de cebada y luego uno fue por las tazas. Acomodaron los cuencos con los que solían comer, los limpiaron y los pusieron sobre la mesa. Para verificar que los fideos estaban bien cocidos, Kim San-eun sacó algunas hebras y las lavó con agua bien fría. Luego las puso en su boca para probar y cuando se dio la vuelta, entonces encontró a Isaac abriendo la boca como si fuera un pollito. Kim San le dio a probar:

"¿Está listo?"

El niño asintió.

"Es bueno."

"Pues sabrá mejor cuando lo comas con caldo y kimchi."

Colocaron rápidamente los fideos, los lavaron, los dividieron en tres y colocaron cada porción en los pequeños tazones. Cuando el caldo, que contenía huevos, cebollas verdes, zanahorias y champiñones, se agregó también, se creó entonces una comida que olía realmente delicioso. Y al final, al poner las algas, las estrellas brillaron de inmediato en los ojos de los niños igual que cuando solo eran bebés.

Isaac y Lee Taek esperaron a que su padre levantara los palillos primero, lo vieron poner el kimchi sobre los fideos y entonces ellos lo siguieron y pusieron kimchi también. Solo el sonido de los fideos, siendo succionados, resonó en la mesa una y otra vez hasta que después, tal vez unos diez minutos más tarde, Lee Taek miró a los ojos de su padre y suspiró con muchísima fuerza para hacerse notar. Kim San-eun, que estaba saboreando el caldo frío en pequeñas porciones, levantó la vista al sentir lo que estaba pasando así que finalmente, el niño abrió la boca y preguntó:

"El hombre que vino hoy... ¿Es nuestro padre de verdad?"

Kim San dejó sus palillos y miró a los niños. Por extraño que pareciera, ellos nunca preguntaron por su padre biológico. Parecía que, naturalmente, reconocían a Kim San como el único familiar que tenían y como tal no tenían interés en otros seres humanos. Cuando eran bebés, a los niños que preguntaban si no tenían madre les decían que él era su mamá así que, ya que para ellos era incomprensible, Kim San los obligó a llamarlo "papá" todo el tiempo y frente a las personas. Más tarde, decidió que se los contaría todo cuando crecieran un poco más así que esto no podía evitarse. Además, apareció su padre biológico y él mismo reveló que lo era por lo que los niños necesitaban alguna clase de explicación.

"Sí, es su padre biológico".

"Pero ¿Por qué está aquí ahora?  ¿Quiere vivir contigo?"

Al ver a Lee Taek haciéndole una pregunta similar a la Isaac, San Kim sonrió como para intentar tranquilizarse. Tenía sed, así que bebió toda su agua de golpe y aunque en ese momento estaba tan nervioso como para ponerse a fumar, no lo hizo para no romper las reglas de la casa. Y en lugar de cigarrillos, se llevó a la boca los dulces que estaban sobre la mesa. Los de limón que eran los favorito de los dos.

Lentamente, sacando el caramelo de su boca, Kim San reflexionó sobre la mejor manera para empezar. Y después de pensarlo durante unos minutos, miró a Isaac y Lee Taek, que estaban esperando sus palabras y dijo:

"Cuando me embaracé, a los 15, hablé con él y de inmediato me dijo que no eran sus hijos".

Los niños no estaban particularmente sorprendidos por eso. Kim San, quien se animó por la reacción más tranquila de lo esperado, continuó con naturalidad:

"Yo los di a luz solo. Los crie en un centro de capacitación y... Bueno, a últimas fechas, cuando me volví guardaespaldas, lo volví a ver por casualidad dentro de un bar. Me dijo que pagaría la manutención de los dos".

"¿Solo eso?"

Isaac preguntó con una cara perpleja.

"Entonces, ¿Por qué vino a casa de repente?"

Antes de responder la pregunta de Isaac, Lee Taek lanzo otra que le hizo quedarse callado. Es decir, Kim San no podía decir que vino a tener relaciones sexuales con él y declarar la guerra en la cara de sus hijos. Se secó el sudor de las palmas de las manos con los pantalones.

"Porque se va a casar. Así que quería pagar la manutención de sus hijos por última vez."

"Genial. ¿Entonces eso significa que se acabó?"

Isaac le preguntó esto a Kim San con una cara que decía que esperaba que Choi Hee-seo nunca volviera a aparecerles en frente. Kim asintió, estirando la mano para acariciar la cara del niño. 

"Se acabó."

La tensión en los rostros de los niños desapareció así que, al ver esto, San Kim sintió que el núcleo que había estado enterrando profundamente en su corazón también se calmaba. Y lo mismo pasaba con la ansiedad que tenía y que se basaba en el hecho de que alguna vez se descubriera la relación sexual que ambos mantenían. Si Choi Hee-seo desaparecía, entonces ellos no lo sabrían nunca y lo recordarían como un padre que se fue con un mínimo de conciencia después de pagar la pensión. Kim San apretó los puños debajo de la mesa y sonrió:

"¿Son todas sus preguntas?"

Los niños se miraron el uno al otro y luego, lo observaron atentamente antes de comenzar a sonreír. Kim respiró aliviado, llevándose una enorme cucharada de fideos de nuevo a la boca.

Sin embargo, Taek, que masticaba los fideos también, miró a su padre y habló como en un murmullo:

"Eso significa que vamos a tener que seguir fingiendo que no vimos nada."

Y al escuchar esto, Isaac puso los ojos en blanco y entonces "Puck", le dio otro zape en la nuca que se escuchó bastante duro. Ante esto, Kim San volvió la cabeza pero Isaac corrió a la sala de estar fingiendo no saber nada y Taek sonrió mientras decía que todo sabía muy bien. Papá preguntó "¿Qué está pasando?" Pero ya que nadie respondió, pensó que no era gran cosa y se concentró en lavar los platos.


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