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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            -¿Y cómo van las cosas con Draco? –preguntó Andreas visitando el departamento ya remodelado y listo para usarse- Mmm por como veo, van bien –añadió mirando a su alrededor.

            -Aun no acepta mudarse pero al final lo hará, ya sabes, quiere hacerse el digno un rato –respondió mientras servía un trago para cada uno.

            -¿Y crees que quiera regresar contigo?

            -¿Por qué no lo haría? –preguntó alzándose de hombros mientras le daba el vaso de cristal y se sentaba junto a él en el nuevo sofá color blanco.

            -¿Porque lo trataste como una mierda?

            -Nah se lo compensaré con creces.

            -¿Y cuando le hablarás de él al tio abuelo?

            -Eso sí me da repelús, no sé su posición respecto a los intersexuales.

            -Pues deberías hacerlo ya ¿Cuántos meses tiene exactamente?

            -No lo sé, pero pienso acudir con él en su próxima cita de control.

            -¿Crees que quiera?

            -Soy el padre, tengo derecho ¿no? -Andreas solo sonrió y bebió un sorbo de su coñac- Pero mañana iré a visitarlo de nuevo, creo que dos días es más que suficiente para pensar ¿no crees?

            -Pues sí, no hay mucho que decidir.

 

 

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            Esa noche, Draco puso en su mesa de la cocina dos  platos con un par de huevos fritos, salchichas, tomates en rodajas y puré de papas con dos enormes vasos de té de jazmín, un plato de pan tostado en una sartén y sonrió satisfecho.

            -Se ve delicioso cariño –dijo Becky tenedor en mano- gracias por invitarme a cenar… y a desayunar y a comer.

            -Tobby me ha estado enviando comida ¿puedes creerlo? Hice muchos amigos elfos, así que hay suficiente comida para los dos, yo no me la acabaría toda.

            -Querido, ya desde antes compartías lo poco que tenías conmigo.

            -Bueno, tú me dabas de tu pay de manzana –dijo colocando servilletas.

 Se sentó y en cuanto pinchó una salchicha, el timbre de la puerta sonó.

-¿Quién puede ser a esta hora? –Dijo Becky- ¿será alguno de tus nuevos amigos?

Pero Draco permaneció en silencio, esta vez un presentimiento le hizo pensar que no, así que sin más remedio se levantó.

-Cena tú, creo que tardaré un poco.

-¿Será Barnett? –preguntó viéndole la expresión.

-Eso me temo.

-Puedo regresar en un rato para que hables a gusto.

-No te preocupes, no tardaremos.

Cuando abrió la puerta, no se sorprendió de ver a Barnett, quien saludó sonriendo.

-Hola Draco ¿puedo pasar?

Draco se hizo a un lado y luego ambos fueron a la sala en donde Barnett se sentó sin esperar invitación.

-¿Cómo te has sentido?

-Bien –dijo sentándose frente a él.

-Me alegro.

-¿Vas a tardar mucho? Estaba a punto de cenar.

-¡Oh lo siento! Si quieres podemos salir y cenar en un restaurante.

-¿En un restaurante?... pero ese es un lugar público, nunca antes me llevaste a un lugar público ¿no temes que te vean con un ex mortífago?

Barnett suspiró suavemente sabiendo de antemano que iba a ser golpeado por Draco ante cada oportunidad.

-Lo siento, pensaba de otra manera, era un completo idiota… pero ahora no Draco, mi hijo me ha hecho reflexionar, por favor… dame la oportunidad de demostrarlo.

-¿Qué quieres Barnett, a que viniste? Becky me espera en la cocina para cenar juntos.

-Oh ¿hay alguien más?

-Sí, es mi vecina, una buena amiga.

-Entonces no te entretengo… solo quiero saber que has pensado de mudarte.

-Ya lo pensé.

-¿Y la respuesta?

-Es no.

Barnett lo miró en silencio unos segundos, luego sonrió y frunció el ceño como de quien no entiende el tema.

-Pero Draco, te encantaba ese lugar, además lo remodelé para que sea de tu gusto.

-¿De mi gusto? –Preguntó extrañado- ¿cómo sabes cuales son mis gustos? Sólo ibas a verme para coger.

-Claro que no, pasábamos buenos ratos conversando.

-Después de coger… además eras tú quien hablaba y solo hablabas de tus amigos y quejándote de tu hermano.

-Bueno, entonces déjame conocerte entonces y puedes cambiar lo que no te guste del departamento.

-Sí solo quieres participar de la vida del niño, puedes hacerlo conmigo viviendo en este lugar ¿Qué necesidad hay de que me mude?

-¿Esa es tu duda?... ¿Qué solo quiera estar en la vida de mi hijo?

-¿Y no es así?

-Por supuesto que no Draco, quiero recuperarte, quiero que estemos juntos de nuevo -Draco se quedó callado- cuando te fuiste intenté olvidarte y siendo sincero lo logré metiéndome en muchas otras camas, incluso tengo una novia formal que terminaré en cuanto la vea; pero definitivamente tu nunca saliste de mi cabeza y ahora me doy cuenta, que de mi corazón tampoco -Draco rodó los ojos ante las últimas palabras- ¡es cierto!

-No sé de qué novela barata sacaste eso último, pero de una vez te digo que no me mudaré, si quieres visitar al niño será aquí y es mi última palabra.

Barnett exhaló un suspiro mientras entrelazaba sus dedos.

-Bien –dijo entonces- Sí lo que quieres es que te demuestre con hechos que he cambiado, así lo haré, respeto tu decisión de quedarte aquí, pero también quiero participar más de tu vida ¿Cuándo tienes cita médica?

-¿Para qué quieres saber? –Preguntó descolocado.

-Para acompañarte por supuesto, soy el padre ¿no? -Draco pasó saliva, eso no se le había ocurrido y no supo que decir- Quiero ver cómo está tu salud y la de mi hijo.

-Hijos –dijo entonces.

-¿Cómo?

-Son… son mellizos, un niño y una niña.

Barnett abrió la boca unos segundos para luego levantarse y sentarse a un lado de Draco abrazándolo con fuerza.

-¡Draco mi amor, es fantástico! -Draco se había quedado de nuevo sin habla, percibiendo el aroma varonil que tanto le gustaba y el calor de los brazos que acostumbraban abrazarlo después de hacer el amor- Está decidido –dijo soltándolo y tomándole el rostro con ambas manos- te acompañaré en la próxima cita ¿Cuándo es?

-Dentro de una semana.

-Perfecto, es con el sanador Potter ¿verdad?

-Sí.

-Bien mi amor, ya no te entretengo más –dijo besándole la frente y levantándose- paso por ti dentro de una semana ¿vale? ¿A qué hora es?

-A medio día –respondió automáticamente.

-Perfecto, descansa –dijo dirigiéndose a la puerta- buenas noches.

 

 

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Cuando regresó a la cocina, Becky no había comido ni un bocado, antes vio preocupada como él tomaba asiento de nuevo.

-Querido ¿estás bien? Oí todo.

-Sí, estoy bien Becky –respondió sonriendo débilmente- vamos a cenar.

 

 

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Pero no, no estaba bien, después de cenar y de dejar a Becky ya en cama, permaneció sin una pizca de sueño en la suya; por más que lo negara, ese abrazo había hecho estragos en él, añoraba el contacto, añoraba ser especial para alguien y aunque Barnett había sido un hijo de puta, sólo él se había atrevido a acercarse cuando nadie más lo había hecho considerándolo casi, casi, un despojo humano.

-¿Por qué todo es tan complicado? –Pensó mientras suspiraba.

 

 

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            Dos noches después, Andreas llegaba al departamento de Barnett.

            -Hola –saludó mirando a su alrededor- ¿Draco está en la habitación?

            -No, no aceptó mudarse –respondió encendiendo un cigarrillo mientras se servía una copa del bar- ¿quieres una?

            -No, tengo hambre.

            -¿Quieres bocadillos o quieres cenar?

            -Bocadillos.

            -Zelly.

            -¿Sí amo? –preguntó una elfina apareciéndose.

            -Tráenos bocadillos.

            -A la orden amo.

            -¿Es en serio? –Preguntó sonriendo incrédulo- ¿no que al chasquearle los dedos iba a saltar como un caniche contigo?

            -Puedes burlarte cabrón, pero tarde o temprano lo tendré conmigo, sino aquí, en la mansión MacLeod.

            -¿Tanto así, ya hablaste con el abuelo?

            -No, pero pronto lo haré, mientras tanto debo encargarme de Draco… ¿sabes? La última vez que lo vi estaba acompañado de una vecina, haré que la investiguen para saber que tan cercanos son, tal eso me sirva.

            -Podría ser –respondió tomando un bocadillo de la charola que la elfina llevó- Pero será mejor que te apresures, el tiempo pasa.

            -Lo sé, lo sé.

            -¿Y Calem?

            -Está de viaje en la Patagonia… o en la Conchinchina, la verdad no sé y no me interesa, lo que sé es que debo actuar ahora que no está, no es que pueda interferir en algo, pero será un inconveniente menos tenerlo aquí.

            -¿Y cuando regresa?

            -No sé, preguntaré.

            -El asunto con Draco no te está resultando tan fácil como creías ¿eh?

            -Ya te dije, se está haciendo el digno, pero es cuestión de tiempo ¡por cierto! ¿¡Qué crees?!

            -Qué –preguntó pidiéndole a señas una copa de vino para pasar el bocadillo de queso que estaba a punto de comer.

            -Draco está esperando mellizos.

            -¿¡Bromeas?! –Exclamó recibiendo la copa de vino- ¿es en serio?

            -Andreas, creo que definitivamente el destino está de mi lado, tendrá un niño y una niña… la abuela se volverá loca con la niña.

            -Eres un bastardo suertudo –exclamó sonriendo mientras negaba con la cabeza- no puedo creer tu maldita suerte.

            -Ni yo, por eso te digo que estoy más que determinado a que lo mío con Draco funcione de nuevo, ya me conoces, lo que quiero lo consigo.

 

 

 

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            Un Par de días después, mientras desayunaba en la mansión MacLeod, Barnett dijo a Garia:

            -¿Y cómo te has sentido Garia?

            -Bien aunque últimamente me canso mucho, por eso a Calem ya no le gusta viajar tanto, no quiere dejarme sola mientras más avanza el embarazo.

            -¿Cuándo regresa?

            -En una semana.

            -Comenzaré a involucrarme más, así él no tendrá que viajar tanto cuando nazca el bebé.

            -Sería maravilloso.

            -A ver si es cierto –dijo el abuelo Allister, quien comía a la cabecera de la mesa, ocupando el lugar del patriarca, con la abuela Ayla a su derecha.

            -Claro que si abuelo, confía en mí, ya entendí que debo comportarme como un verdadero MacLeod.

            -¿Quién eres  y que has hecho con mi nieto? –exclamó mirándolo con una ceja levantada y con el tenedor en la mano.

            -Es en serio, creo que ya me tardé ¿no?

            -Demasiado diría yo –respondio Allister continuando con su desayuno.

            -Por cierto abuelo ¿podemos hablar en privado cuando terminemos de desayunar?

            -Claro, por cierto Garia ¿Cuándo tienes tu cita con el sanador?

            -Hoy abuelo.

            -Ayla te acompañará ¿verdad?

            -Ya lo habíamos decidido querido, tranquilo –dijo la abuela tomando su taza de té- ella está bien cuidada cuando Calem no está.

            -Y después iremos de compras –añadió Garia emocionada- ¿verdad abuela?

            -Sí, compraremos cosas para mi bisnieto.

            -Ya tenemos muchas pero creo que nunca es suficiente, además me encanta  ¡hay tantas cosas tan bonitas!

            El desayuno continuo con trivialidades, hasta que Allister se retiró a su estudio y Barnett se reunió con él poco después.

            -¿Y bien, que es eso tan importante de lo que querías hablarme?

            Barnett no estaba nervioso… más bien  estaba  al punto de la histeria, sin embargo sonrió mientras se sentaba en uno de los sofás de cuero mientras el abuelo abría la ventana para dejar que la brisa matutina entrara a la espaciosa habitación.

            -Quiero preguntarte tu opinión sobre algunos temas.

            -Bien –dijo Allister sentándose junto a su nieto, contento de ver que su opinión era importante para Barnett- hace mucho que no conversamos –añadió tomando la taza de café que un elfo había llevado en una charolita de plata.

            -Bueno… -exclamó luchando con sus propios nervios para no comenzar con el final y hacerlo tal y como lo había ensayado en su cabeza docenas de veces, pero ya con los penetrantes ojos azules de su abuelo mirándolo fijamente, por un momento se quedó sin saber que decir.

            -¿Pasa algo?

            -No, no, nada… es solo que… bueno, la verdad me intimidas abuelo.

            -¿Por qué? –Preguntó serio- no te voy a morder.

            -No lo sé, tu fama de tiburón de los negocios debe ser por algo ¿no? -Allister comenzó a reír de buena gana- Bueno, haré una reunión con algunos amigos aquí, en la mansión.

            -¿Y? –Preguntó extrañado- la última vez que me pediste permiso para eso tenías veinte años.

            -No es por eso.

            -Pues mientras pongas los hechizos silenciadores como corresponde, no hay problema, ya sabes que detesto la música de ahora, ya todo son gritos estrambóticos.

            -No abuelo, el asunto es otro… mira, yo sé lo que opinas sobre la homosexualidad…

            -Andreas, si vas a traer a alguno de tus amigos con esas malas costumbres, de una vez te digo que…

            -¿Por qué no me dejas terminar abuelo? No es eso.

            -Perdón hijo, pero es que ese tema me exaspera, personas con esas mañas son pervertidos y no es que yo sea un mojigato, es simplemente que eso es contra natura, no está bien.

            -¿Pero qué piensas de los intersexuales? Nunca me has dicho tu posición frente al tercer sexo.

            -¡Ah bueno! Eso es muy distinto, ellos fueron creados así, la naturaleza habla por ellos, no es que decidan meterse con tal o cual sexo solo por gusto, tienen vagina y tienen pene, su cuerpo tiene total libertad para decidir… ¿Por qué, uno de tus amigos es intersexual? Porque si es así, no hay problema en que venga a esta casa, será bienvenido como cualquiera de tus amigos… que no tengan esas otras mañas –añadió alzando una ceja.

            -Verás abuelo, no es ninguno de mis amigos.

            -¿Entonces?

            -Es mi pareja.

            El abuelo Allister se le quedó mirando por unos momentos, para luego mirar al frente y alzar ambas cejas.

            -Vaya, sí que me has sorprendido.

            -Cuando lo conocí nos hicimos amigos, yo nunca lo vi con otra intención, luego salió el tema del tercer sexo y mencionó que era intersexual, desde entonces cambió mi forma de verlo, me gustó su forma de ser y decidí pedirle una cita con miras… ya sabes, románticas… y bueno, pasaron los meses y me enamoré.

            -Un momento ¿Y qué hay de Isobel en este asunto?

            -Que hace unos meses terminé con él, luego me hice novio de Isobel, pero abuelo… no la amo y yo quiero una relación que resista el paso del tiempo como la tuya con la abuela.

            -Pues sí, entiendo eso, pero eso no explica…

            -Además abuelo, hay otra cosa… -dijo atreviéndose a interrumpir.

            -¿Algo más Barnett? Si que estás lleno de sorpresas hoy.

            -Bueno, esto último es muy importante.

            -Pues habla que me intrigas.

            -Hace poco lo busqué de nuevo y me enteré de algo… abuelo, él está gestando, va a tener un hijo mío.

            -¿Qué?... ¿Y estás seguro que es tuyo?

            -Sí abuelo, las fechas coinciden.

            -¿Y por qué no te lo dijo antes?

            -Cuando terminamos él no sabía que estaba gestando y cuando se enteró, no quiso decírmelo por temor a que yo pensara que solo quería atraparme con un hijo.

            -¿Y no es así? –Dijo levantándose- vamos Barnett, eso suena muy bonito pero aun eres joven y al parecer, ingenuo.

            -¿Por qué lo dices? Fui yo quien lo encaró al respecto, él no me dijo nada… además está dispuesto a una prueba de paternidad.

            -¿En serio? –dijo cruzado de brazos, de pie a media habitación.

            -Sí abuelo, terminamos por una tonta discusión pero él me ama y yo…  y yo estoy dispuesto a hacerme responsable de mi hijo, no voy a dejar que él se enfrente solo a esto, no es eso lo que ustedes me enseñaron.

            -Eso es correcto… -convino Allister asintiendo mientras daba pequeños pasos de un lado para otro- pero antes de cualquier decisión al respecto, deberás hacer una prueba de paternidad, haz una cita con el sanador Floyd, él hará todo con la mayor discreción.

            -Gracias abuelo.

            -No me lo agradezcas, tampoco es que esto merezca una celebración, me decepciona que no hayas hecho las cosas correctamente como Calem, además ¿Qué harás con Isobel, ya has pensado en cómo quedaremos frente a sus padres?

            -Lo sé abuelo, de hecho aun no hablo con ella, pero es que no he podido, salió de viaje con su hermana y regresan en unos días y no puedo terminar con ella por carta, debo dar la cara como lo amerita el asunto.

            -Es correcto… Pero aun así me decepcionas Barnett –dijo el abuelo exhalando un suspiro sin dejar de caminar lentamente- Pensé que serías más listo y elegirías a tu pareja correctamente y no solo por lo que dicen tus pantalones.

            -Abuelo… no seas injusto, simplemente me enamoré ¿Qué puedo hacer ante eso?

            -Eso no es excusa ¿crees que tu abuela y yo nos casamos solo por amor? Claro que no Barnett, lo hicimos porque convenía a ambas familias, fue una fortuna que nos enamoráramos, pero tampoco éramos idiotas… un intersexual venido de quien sabe donde –continuó pasando ahora sus manos por detrás de su espalda y caminando mientras negaba con la cabeza – La familia de Isobel al menos tiene prestigio.

            -Pero no es sangre pura.

            -¿Y eso qué, el muchachito que embarazaste sí lo es? –exclamó molesto.

            -Pues… si.

            Allister se quedó con su siguiente palabra atorada en el cogote, lo que hizo fue mirar a Barnett sorprendido.

            -¿Qué? –Dijo al fin plantándose frente a él- ¿Quién es?

            -Es el hijo de Lucius Malfoy y Narcisa Black –Allister se sentó a su lado más interesado en el asunto- su familia cayó en desgracia y están fuera del país, él tiene libertad condicional y no puede salir de Gran Bretaña, pero creo que no requiero explicarte su abolengo ¿o sí?

            -No, no, para nada –respondió en aire pensativo- Vaya… nunca imaginé que fuera él.

            -¿Lo conoces?... digo, fuera de la mala publicidad.

            -Por supuesto, yo conocí a la familia Malfoy, de hecho una vez te hablé de Abraxas, éramos buenos amigos, por lo tanto conocí a su hijo y a su esposa.

            -¿Ah sí?

            -Ajá… y haciendo memoria, creo que el viejo Abraxas me mencionó algo de su nieto… si, definitivamente me contó esto –añadió sonriendo de su aun buena memoria- me dijo que su nieto había nacido intersexual, que él hubiera preferido que fuese un varón ordinario pero yo le dije “viejo amigo, que sea intersexual no es tan malo, puede ser cabeza de familia y a la vez quedarse a los hijos por si algo sale mal”

            -Ese es un buen punto.

            -Pero nunca imaginé que caería contigo.

            -Siento haberte decepcionado abuelo, pero lo hecho, hecho está y debo afrontar la situación.

            -Eso es correcto ¿y cuantos meses tiene?

            -Ocho.

            -¿Ocho? –exclamó sorprendido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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