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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            Cuando Harry regresó a Gran Bretaña, lo primero que hizo fue llamar a Ron desde su casa.

            -¿Qué hiciste qué, Harry? –exclamó desde las llamas verdes.

            -Puse fecha para mi boda –respondió en pijama y tomando café después de un día de trabajo.

            -Pero…

            -¿Por qué tan sorprendido? Creo que he esperado demasiado.

            -Pero Harry ¿Qué hay de los hijos? Tú dijiste que ella no quiere.

            -Bueno Ron, creo que está bien, es decir… podemos vivir la vida a nuestro completo aire ¿Qué hay de malo en ello?

            -Por supuesto que nada… si es que ambos lo desean.

            -Bueno, yo lo deseo ahora.

            Ron permaneció en silencio unos momentos, hasta que Harry dijo:

            -¿Cuento contigo?

            -Siempre lo has hecho Harry, no te hagas el tonto… ¿y donde será la recepción?

            -No lo he pensado, le pedimos ayuda a una amiga de Rachel, quiero un lugar íntimo y privado, serán pocos invitados, su familia, unos amigos y los míos.

            -¿A quienes piensas invitar?

            -A toda tu familia por supuesto, al menos los que puedan venir, a Luna y Neville… creo que nada más.

            -¿Y a Draco no piensas invitarlo?

            -¿Draco?... mmm… no lo sé.

            -¿No lo sabes? –repitió extrañado.

            -Es decir, ya está viviendo con Barnett, no sé si pueda.

            -Espera ¿qué?...

            -Sí, ya se mudó con él a la mansión MacLeod ¿no te lo dijo?

            -Sí puse esta cara, obviamente no, además no tenemos una relación tan de confianza como para que me cuente esas cosas, no sé a Hermione, pero no creo, ella ya me lo hubiera contado.

            -Bueno pues ya viven juntos.

            -Vaya… ¿y tú qué piensas?

            -Qué aunque el tipo es una mierda, es bueno que se haga responsable ¿no crees?

            -Pues sí, es genial que tenga apoyo y los niños sean reconocidos legalmente… ¿y tú como estás Harry?

            -Bien ¿Por qué? –preguntó extrañado.

            -Por nada Harry, por nada… -dijo exhalando un suspiro- pero ya sabes que cuentas conmigo y con Hermione, ahí estaremos.

            -Perfecto Ron, ya sabía que puedo contar con ustedes.

            -Bueno, nos vemos, cuídate.

            -Bye.

 

 

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            Draco no había salido de su habitación en todo el día y aunque se enteró que los abuelos ya habían llegado, siguió sin querer salir a cenar otra vez.

            -De acuerdo –dijo Barnett- los elfos te traerán la cena.

            -Gracias.

            -Pero el abuelo ya me dijo que mañana quiere platicar contigo.

            -Está bien, ya lo esperaba.

            Barnett sonrió y volvió a darle un beso en la mejilla y luego un abrazo, un abrazo que duró más de lo normal.

            -Barnett…

            -Solo un beso Draco, no es mucho pedir ¿o sí?

            -Me dijiste que podía pensarlo.

            -¿No se te antoja volver a hacer el amor? –musitó mientras le besaba el cuello.

            -Francamente no.

            -¿No te gustaba? –preguntó separándose para mirarlo.

            -Claro que si torpe, pero ahora me siento gordo y pesado.

            -Pero estás lindo.

            -Pues no me siento lindo.

            -Vamos Draco, tu cabello esparcido en la almohada mientras yo estaba entre tus piernas es una visión que nunca olvidaré.

            Draco sonrió sin poderlo evitar, hacía mucho que no se sentía deseable y el que Barnett se lo dijera ahora, era algo que su autoestima agradecía.

            -Pues no –dijo a pesar de sonreír- con esta panzota no se me antoja, gracias.

            -Pero tú no harías nada –continuó sonriendo mientras le besaba la oreja, consciente de la sonrisa de Draco- Yo haría todo, solo déjalo en mis manos.

            -¡No, ya dije que no! –exclamó riendo mientras lo aventaba.

            -Ok, ok, me voy –respondio riendo mientras se levantaba- le diré a los abuelos que quieres descansar, pero mañana no creo que puedas escapar.

            -Lo sé.

            -Buenas noches.

            -Buenas noches.

 

 

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            -Así que no quiso bajar –dijo el abuelo mientras los elfos comenzaban a servir la cena.

            -No abuelo, está nervioso, compréndelo por favor.

            -Lo sé y lo entiendo, no es fácil.

            -¿Quién abuelo? –preguntó Garia.

            -Querida, quiero hablar contigo cuando terminemos de cenar –dijo la abuela Ayla mientras le sonreía y le tomaba una mano.

            -Claro abuela –respondió forzando una sonrisa, todo ese asunto le estaba dando mala espina pero debía aguantar hasta hablar con ella.

            La cena transcurrió sin  más.

 

 

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            Cuando la cena terminó, Garia y la abuela Ayla caminaron hasta el salón de té donde se sentaron mientras un elfo les servía una taza.

            -¿Qué pasa abuela? Me estás preocupando.

            -Querida, hay algo que debes saber.

 

 

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            -Ok, para mañana Calem ya se habrá enterado –pensaba Barnett en su habitación preparándose para dormir- no tardará en interrumpir su viaje y llegar aquí echando pestes… bueno, ya veremos qué pasa.

 

 

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            -¿Y ya habló Draco con el tío abuelo? –Preguntó Andreas al día siguiente, de visita en la mansión.

            -No, Draco no ha salido de su habitación.

            -Lo entiendo, ha de ser abrumador… por cierto ¿cómo vas con Isobel, ya terminaste con ella?

            -No –respondió encendiendo un cigarrillo- nos hemos carteado, pero nada más.

            -¿Y no crees que ya deberías haberle dicho?... digo, ya tienes al otro viviendo aquí.

            -Sí pero llegué a ir a su casa e incluso cené con sus padres, sino termino esto correctamente ella puede armar un revuelo, así que mejor espero que regrese, de todos modos llega la semana que entra.

            -Pues veremos qué pasa –dijo exhalando un suspiro y sonriendo condescendiente.

            -Sí, por lo pronto el abuelo ya me dijo que quiere a Draco en su estudio después de comer.

            -Creo que es ineludible ¿y tú estarás presente?

            -No lo creo, el abuelo quiere su propia visión del asunto.

            -¿Y no te preocupa que Draco hable de más?

            -Sí y justamente de eso iré a hablarle en un rato, quiero decirle lo que debe decirle al abuelo.

            -¿Y crees que lo haga?... creo que se te olvida con quien tratas.

            -No lo olvido, pero espero que por una vez, su estúpida y dura cabeza me escuche.

 

 

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            Esa tarde, después de comer, Barnett fue con Draco a su habitación.

            -Draco, en un rato el abuelo te mandará llamar.

            -Sé que no puedo posponerlo más –respondió sentado en una mecedora junto a la ventana.

            -Hay un par de cosas que le dije de nosotros.

            -Y quieres que yo las ratifique –concluyó recargado cómodamente en la silla.

            -Sí, veras… le dije que terminamos por una discusión tonta y que no sabías que estabas gestando, que no me lo dijiste antes por temor a dar la impresión de querer atraparme con un hijo.

            -¡Oh tan bueno yo! ¿Verdad?

            -Draco –exclamó con voz conciliadora y sentándose junto a él mientras le tomaba una mano- mi imagen ante el abuelo es importante, si la conservas es beneficioso para los dos, solo te pido que me secundes en eso y ya ¿lo harás?

            Draco exhaló un profundo suspiro antes de decir:

            -Bien, lo haré.

            -¡Gracia mi amor! –respondió feliz dándole un beso en la sien.

            No mucho después, un elfo fue enviado a su habitación pidiéndole que se presentara al estudio del abuelo.

            -Vamos, te acompañaré –dijo Barnett.

            -Estoy nervioso, tu abuelo es intimidante, lo he visto en los diarios.

            -No te preocupes, no te morderá.

            -¿Seguro?

            -Claro –dijo sonriéndole mientras lo tomaba de la mano y salían de la habitación.

           

 

 

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            Cuando llegaron frente a la puerta de madera del estudio del abuelo, Barnett se giró y lo tomó de los hombros.

            -Todo estará bien, solo recuerda lo que debes decir ¿de acuerdo?

            -Sí.

            -Bien –dijo dándole un suave beso en los labios y luego tocar la puerta.

            -Adelante.

            -Abuelo, Draco está aquí –dijo asomándose.

            -Bien, que pase.

            Cuando Draco entró, el olor de tabaco y madera inundó sus fosas nasales recordándole el estudio de su padre cuando vivían en Malfoy Manor.

            -Buenas tardes –saludó cuando la puerta se cerró tras él.

            El viejo Allister se giró en su asiento para enseguida apagar su puro y desaparecer el humo con su varita, Draco llevaba el cabello suelto e iba vestido con un suéter grueso que le llegaba hasta medio muslo; aunque la ropa era vieja, la estampa de Draco le recordó a su viejo amigo Abraxas, que aunque no llevaba el cabello tan largo como lo hacía Draco ahora, el rubio casi platino era un signo muy característico de los Malfoy.

            -Adelante, ponte cómodo.

            Draco asintió y se sentó frente al escritorio siendo consciente del escudriñamiento discreto del viejo.

            -Llegaste hace días pero hasta ahora podemos conocernos.

            -Sí, la verdad es que usted es intimidante, no quería venir –respondió sonriendo.

            Allister sonrió al escuchar la franqueza del chico.

            -Sé lo que pasó con tu familia, es una pena que no puedan estar en su propio país.

            -Sí, así es, pero ni hablar, solo queda afrontarlo.

            -Es verdad… pero cuéntame ¿cómo se conocieron tú y mi nieto?

            -Pues… -dijo alzándose de hombros- yo limpiaba su oficina y así nos conocimos.

            -¿Intendencia?           

            -Así es, sí como dice, conoce bien lo que pasó con mi familia, debe saber también que yo no pude salir y que de algún modo hay que sobrevivir… y el único modo es trabajando y pues eso hice.

            -Barnett dice que se separaron en malos términos y que no sabías que ya estabas gestando ¿es verdad?

            -¿Por qué me lo pregunta? Digo, Barnett ya le contó esa parte de la historia.

            -Porque mi nieto cree que porque soy viejo, soy tonto, así que me gustaría escuchar tu parte de la historia.

            -Bueno, nos separamos cuando yo le dije que estaba gestando –dijo Draco sin más.

            -¿Ah sí?

            -Sí… me propuso un aborto y cuando yo me negué, dijo que el bebé seguramente no era suyo, así que me sacó del departamento en donde vivía y me echó a la calle.

            -Ya veo ¿y cómo se reencontraron? –preguntó Allister mostrando su cara de póker.

            -Trabajaba en un hospital, específicamente en San Mungo, también de intendencia, pero por mi embarazo me pasaron a la cocina, luego enfermé de viruela de dragón y por poco me salvé, todo gracias al sanador Harry Potter.

            -Oh si, escuché que labora en San Mungo.

            -Sí, fuimos compañeros en el colegio y me ha ayudado muchísimo, sino fuera por él, creo que incluso hubiera perdido a mis bebés.

            -Entonces debo estar agradecido con el señor Potter.

            -Sí, es una gran persona… y bueno, un día, de buenas a primeras Barnett se presentó en el hospital diciendo estar arrepentido y pues… aquí estoy.

            El abuelo sonrió débilmente mientras miraba su escritorio quedándose en silencio unos momentos, entonces Draco dijo:

            -Sí estoy aquí es solamente por insistencia de Barnett, yo preferiría seguir viviendo en mi departamento, mis condiciones laborales han mejorado mucho últimamente y podía seguir sobreviviendo por mi cuenta.

            Allister volvió a sonreír mientras decía:

            -Orgulloso como un Malfoy… me recuerdas a tu abuelo.

            -Bueno, los Malfoy perdimos todo lo material, solo nos queda nuestra dignidad y aunque  muchos han intentado pisotearla  aquí seguimos.

            -Sí, sé que perdieron todo.

            -Mis padres están recuperándose en Francia y mi padre ha logrado establecer algunas inversiones, no es para nada lo que tenía antes pero le ha dado para vivir dignamente y continuar sus tratamientos médicos, mi plan era irme con ellos en cuanto terminara mi libertad condicional.

            -¿Y ahora?

            -Bueno, ya no lo sé para ser franco, mi situación cambió drásticamente ahora que Barnett exige sus derechos de padre… no creo que me deje irme con mis niños a Francia.

            -En eso tienes razón, son mis bisnietos y merecen estar con la familia.

            -Mis padres también son su familia.

            Allister observó al chico rubio, quien después de haber dicho que lo intimidaba, ahora no parecía estarlo.

            -Por supuesto –dijo sonriendo- y es un gusto recibir en mi familia al nieto de Abraxas, él también hubiera estado contento con esto.

            -¿Fueron buenos amigos?

            -Sí, nos conocimos a través de transacciones pero llegamos a establecer una buena amistad, incluso quiso reclutarme para ser parte de la ideología de Tom Riddle, pero ese tipo nunca me cayó bien, era un pobre mestizo dándose ínfulas de sangre pura, una verdadera vergüenza que Abraxas lo siguiera si me lo preguntas, yo se lo dije muchas veces pero es más que claro que no me hizo caso, en fin, no por eso dejamos de ser amigos.

            -Ya veo.

            -Lástima que la viruela de dragón hiciera de las suyas.

            -Claro... si debo ser sincero con usted… aunque Barnett es un idiota, me reconforta que mis bebés ya tengan el respaldo familiar, la verdad es que aun me faltan cuatro años para poder salir de Gran Bretaña y el que mis niños ya tengan una familia que los apoye y proteja es muy tranquilizador.

            -Esos niños son MacLeod –dijo muy serio- y quien se meta con ellos, se mete conmigo… te doy mi palabra como jefe del Clan MacLeod que esos niños estarán bajo mi protección hasta el último día de mi vida -Draco no pudo evitar sorprenderse por esas palabras, para bien o para mal, todos conocían al Clan MacLeod y lo que había dicho el viejo, era una garantía total para el bienestar futuro de sus hijos- Y como muestra de lo que digo, quiero hacerles un regalo.

            -Aun no han nacido –dijo sonriendo.

            -Pero lo harán y cuando lo hagan quiero que posean algo magnífico y majestuoso.

            -¿Algo  como qué? –preguntó sin dejar de sonreír.

            -Algo como Malfoy Manor.

            La sonrisa de Draco se congeló en su rostro para luego ir desapareciendo lentamente.

            -¿Qué?

            -Sí ¿esa mansión te parece lo suficientemente majestuosa y magnifica?

            -Pero… fue vendida, es decir…

            -Sí, lo sé.

            -Entonces…

            -Yo compré Malfoy Manor, Draco.

            Si Draco hubiese estado de pies, seguramente se hubiera ido de culo.

            -Malfoy Manor fue vendida a la mitad de su valor.

            -Sí, fue una gran inversión.

            -Pero… si de verdad fue tan amigo de mi abuelo ¿Por qué no pagó por ella lo justo para ayudar a mis padres?

            -Porque antes de buen amigo, soy buen empresario, además Draco, tu abuelo ya está muerto y esa propiedad no merecía estar en manos de cualquiera -Para ese momento Draco se quedó sin palabras y su expresivo rostro redondo solo hizo sonreír a Allister- Pero hablaremos de eso cuando los niños nazcan, dime ¿cómo se llamarán?

            -Mmm… él Scorpius –respondió obligándose a salir de su aturdimiento- y ella se llamará Cissy.

            -Cissy MacLeod… me gusta, dime ¿te casarás con Barnett?

            -No, es decir… algo se rompió cuando rechazó mi embarazo, pero siendo sincero, está demostrando haber cambiado y ahora es un hombre distinto, la verdad estoy confundido, quiero tiempo para discernir mis sentimientos.

            -Sabia decisión, me gusta.

            -No sé qué pasará en el futuro, pero Barnett es distinto y eso me agrada.

            -Por lo pronto siéntete bienvenido a la mansión MacLeod, eres el padre de mis bisnietos y con eso ya eres parte de la familia ¿Barnett te ha proporcionado lo que necesitas?

            -Sí señor, aunque la verdad he aprendido a poseer poco y ahora con tener un techo sobre mi cabeza y alimento, me doy por bien servido.

            -De todos modos se te asignará una mensualidad te cases o no con Barnett, mis bisnietos estarán bien provistos de todo lo necesario, por lo que le he encomendado a Ayla que vaya contigo a comprar lo necesario para la habitación de los niños, hizo lo mismo con Garia, la esposa de mi otro nieto.       

            -¡Vaya, pues gracias!

            -Y también lo que tú necesites –añadió dando una significativa mirada a su apariencia, hecho que no sorprendió ni ofendió a Draco, sabía cómo era esta gente, pues él  mismo había sido uno de ellos- Ya hablaremos que pasará a futuro, por lo pronto vivirás aquí y convivirás con la familia como debe ser ¿entendido?

            -Sí señor –respondió sabiendo que era mejor no contrariar al viejo Allister.

            -Hay otro asunto… sobre el parto, te atiende el sanador Potter, veo que es muy competente, pero me gustaría que fueses atendido por nuestro medimago de cabecera, ya lo conoces -Esa petición sorprendió a Draco dejándolo sin palabras, por lo que Allister continuó hablando- Si lo aceptas, él se encargará de pedir tu expediente médico.

            -Pero… tengo mucha confianza con él y además es mi amigo.

            -Lo entiendo, pero me gustaría que lo reconsiderases.

            -Bien, lo pensaré.

            -Saliendo de aquí irás al salón de té en donde te espera mi esposa, ella está feliz con un par de niños más en camino y desea conocerte.

            -Y yo a ella sabiendo que será abuela de mis bebés.

            -También puedes llamarnos así, sé que es muy pronto y no hay la suficiente confianza para que lo hagas, pero considéralo.

            -Sí señor y nuevamente gracias por su hospitalidad.

            -Adelante Draco, me dio gusto conocerte y darte la bienvenida a la familia.

            Con eso entendió que la plática había terminado, así que sonriendo se puso de pie y salió del estudio.

            -Con su permiso, me retiro.

            -Adelante.

            Afuera estaba Barnett caminando de un lado a otro.

            -¿Cómo te fue, que te dijo, que le dijiste tú?

 

 

 

 

 

 

 

 

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