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-Mi vida es otra, Becky –dijo Draco sentado junto a su amiga mientras tomaban el sol- Mis hijos tienen una vida feliz y segura, mis padres están aquí viviendo en Malfoy Manor, me reencontré con mi mejor amigo y estoy casado con un hombre al cual amo profundamente… no podría pedir nada mas, a veces hasta me da miedo.
-No tengas miedo, no desperdicies esa energía en temores.
-Es que soy muy feliz, incluso verte a ti también feliz me hace pensar en lo peor.
-Soy feliz gracias a ti cariño y ver lo felices que estamos ahora en comparación a como era nuestra vida antes, me hace atesorar cada día, no pienses en lo peor.
-Tienes razón, soy muy aprensivo.
-¿Y cómo te está pareciendo la vida de casado?
-¡Oh maravillosa! Harry dejó que decorara Grimauld Place a mi total gusto.
-Bueno, ahora también es tu casa.
-También estoy estudiando, quiero ser pocionista y pude acomodar mis clases en los días en que los niños están con su papá.
-¿Y cómo es Harry con los niños?
-Increíble… los trata como a sus hijos, ya me imagino cómo será cuando tenga los propios.
-¿Cuándo lo tienen planeado?
-En algunos años, por ahora sería muy abrumador con los mellizos y la escuela.
-¿Y Harry y Barnett como la llevan?
-Bien, a veces charlan un poco, no son los mejores amigos obviamente, pero se respetan, eso es lo importante.
-Nunca hubiese imaginado que el innombrable hubiese podido cambiar tanto.
-Yo tampoco… ni en mis sueños lo imaginé… así como tampoco nunca imaginé que Harry Potter se enamorara de mí –añadió con una sonrisa.
-¿Por qué no cariño? Eres un encanto y además muy guapo.
-Eso ya lo sé Becky, pero él estaba comprometido.
-Pues sí, entiendo el punto, pero fuiste tú quien lo atrajo, nadie más.
-Sí y ahora es mío, es mi marido –añadió disfrutando esas palabras.
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Un mes después…
-¿A dónde hijo? –preguntó Ayla mientras comían en el comedor, ya que Barnett había dejado de hacerlo en su habitación.
-Al desfile del orgullo gay, si de verdad ya tienes un criterio abierto como dices no te importará ir ¿o no?
-¿Tú has ido alguna vez?
-¿Bromeas? Nunca… ya había rumores sobre mí, no iba a ir a confirmarlos, pero tengo mucha curiosidad, además ya no me interesa lo que digan de mi… total, ya todo mundo lo sabe.
-¿Y qué se hace ahí?
-No lo sé a ciencia cierta, veo que hay un desfile y cosas así, pero para averiguarlo habría que ir en persona.
-Pues yo creo que es buena idea –dijo Calem entonces haciendo que todos lo miraran- ¿Qué?... pienso que no solo es ir a “loquear” sino a demostrar que apoyas a esa comunidad… y bueno, también a “loquear”
-Ya quiero ver eso –dijo Garia- llevemos a los niños, aprenderán que el respeto ante cualquier orientación es primordial.
-Hecho.
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Días después todos se preparaban para asistir al desfile del orgullo gay del mundo mágico, nunca imaginaron ir a un evento así y lo tomaron como una fiesta.
-¿Seguro que estoy bien así? –Preguntó Ayla mientras Garia le pintaba un arcoíris en las mejillas- ¿no es demasiado?
-Estás bien abuela.
-Creo que deberíamos irnos ya si queremos un buen lugar –dijo Calem apurando a todos.
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Pronto estuvieron acomodados en un buen lugar, con sombrillas flotantes encima de ellos que les protegían del sol, todos iban con camisetas multicolores, incluso Tom, quien empujaba la silla de ruedas de Barnett, quien estaba hasta el frente sujetando una banderita de colores.
-¡Esto es muy festivo! –Exclamó Ayla sentada junto a Barnett- ¡Ay por Dios! ¿¡Que es eso?!
Todos comenzaron a reír al ver la expresión de la abuela al ver pasar frente a ellos a un grupo de hombres vestidos solamente con tangas y patines que repartían dulces; uno de ellos, uno especialmente bien formado y vestido con tanga y una boina, se acercó a la abuela y le pasó por el cuello una estola de plumas, luego siguió su camino.
-¡Oh cielos! ¿Qué fue eso?
Pero eso era solo el inicio, la gente desfilaba en la calle con música y vestidos estrafalariamente, hubo una sección de drags queens que impresionó a la abuela.
-¡Son maravillosas!
-Sabes que son hombres ¿verdad? –preguntó Barnett.
-¿En serio?
-Ajá.
-Pues su maquillaje es magnífico.
-Hubiéramos invitado al abuelo –dijo Calem a Barnett haciéndolo reír.
-Hubiera venido sí, pero para quemar a todos en la hoguera.
-¡Gaso! ¡gaso! –gritó Scorpius en las rodillas de Draco señalando un camión alegórico con hermosos pegasos a los lados, obviamente caballos con un hechizo para parecer pegasos y con hombres y mujeres bailando.
-¡Son carros alegóricos! –Exclamó Garia impresionada- ¡Vaya, son hermosos, cuanta creatividad!
Docenas y docenas de personas iban desfilando entra cada carro, grupos con carteles y lanzando luces de colores con sus varitas, pero a lo lejos se alcanzó a ver un carro que destacaba entre los demás.
-¡Mira ese, tiene sirenas! –Dijo Barnett señalándolo.
-¡Silenas! –gritó Cissy sin saber que eran, más bien porque su papá las había mencionado.
El impresionante carro tenía la forma de un barco pirata, con la enorme bandera desplegada, solo que en lugar de que la calavera estuviera cruzada por dos huesos en forma de equis, tenía dos rosas detrás y en lugar del típico fondo negro, era multicolor.
Había sirenas y tritones sentados en la cubierta saludando a la gente, aventando flores y dulces, y los marineros… algunos estaban con muy poca ropa saludando a la gente y lanzando besos mientras bailaban al ritmo de la música; pero lo más impresionante fue cuando sacaron sus cañones de los costados disparando no una bala de hierro, sino confeti y purpurina que hizo básicamente enloquecer a la multitud pues tal despliegue no se había visto en ningún carro.
-¡Es una locura! –exclamó Barnett.
-La verdadera locura es el capitán de la nave –dijo Calem.
Todos pusieron más atención e intentaron ver quien estaba en el timón, en el obvio cargo de capitán, todos quedaron boquiabiertos cuando vieron a la gente aclamar a un hombre mayor, vestido de pirata sujetando una espada en una mano y con la otra el timón.
-¿A-abuelo? –balbuceó Barnett.
-¿¡Allister!? –exclamó la abuela atónita, pero no era la única estupefacta… todos lo estaban, menos Calem, quien sonreía viendo a su abuelo señalarlos con la espada y dar órdenes a sus marinos de ¡fuego!
Y nuevamente el estruendo de los cañonazos se dejó oír enloqueciendo a la multitud al ser bañados con confeti brillante y dulces, los cuales intentaban atrapar alzando las manos.
Entonces el barco se detuvo frente a ellos y el capitán dejó el puente de mando y caminó hasta la orilla y recargándose en la cubierta gritó señalando a Barnett con la espada:
-¡Hey tú marinero!... ¿quieres subir a bordo?
Barnett quedó sin palabras viendo a su abuelo, la gente a su alrededor saltaba emocionada animándolo a subir, pero él simplemente se quedó tieso.
-Vamos Barny –dijo Calem poniéndole una mano en el hombro- es hora de darle una oportunidad al abuelo.
Y no solo Barnett, toda la familia MacLeod presente se subió al barco.
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-Tú lo sabías ¿no? –dijo Barnett ya a bordo, con el barco aun moviéndose lentamente y los demás en la orilla viendo todo desde arriba.
-Algo así.
-Estoy… desconcertado.
-Vamos Barnett, tú no eres el único que puede cambiar y el único que puede recibir segundas oportunidades… si lo que querías era que el abuelo te quisiera no por casi haber muerto, sino por ser quien eres ¿no crees que esto dice más que mil palabras?
-¿Pero cómo…?
-A estado conociendo gente de la comunidad, conociéndolos de primera mano… a cambiado mucho su forma de pensar, incluso hizo una fundación de apoyo para la comunidad LGTB que da refugio a personas rechazadas por su orientación que no tienen donde dormir; hay refugio y asesoramiento psicológico y médico, hay talleres que imparten oficios para saber ganarse la vida, incluso hay bolsa de trabajo… el abuelo merece una oportunidad, créeme que se la ha ganado con creces.
Barnett ya no dijo nada, miró hacia el frente viendo la espalda de su abuelo que seguía saludando a la gente y comandando “su nave”… no había intentado acercarse a él y comprendió que esperaba que deseara hacerlo por sí mismo.
Así que le dio a Cissy a Garia y con ayuda de Tom se levantó y caminó hasta su abuelo, le puso la mano en el hombro y éste se giró.
-Tú si sabes hacer entradas triunfales ¿eh?
Allister sonrió quedándose callado por un momento, luego lo miro largamente sin que Barnett se sintiera incomodo por esa penetrante mirada, luego dijo:
-Lo siento hijo, no entendía.
Barnett sonrió y lo abrazó.
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El barco siguió su rumbo con toda la familia MacLeod bailando en la cubierta al ritmo de “Pluma gay”
FIN
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