"Señor, yo..."
Pero la mano tosca de Finley se colocó de inmediato sobre su hombro.
"No te preocupes por él, muchacho. Parece que es de esos que solo viene para calmarse y comer. Después de todo, se la pasa explorando todo el día".
"¿El laberinto?"
"Así es. Seguramente ya lo sabes, pero le llaman "El conquistador de la ciudad laberinto." Aunque en realidad su nombre es "Raja". Hasta ahora, es el único hombre que a llegado a la parte más profunda".
Sisi dirigió una mirada anhelante al hombre que estaba comiendo en una mesa junto a la pared.
La apariencia del conquistador era sucia, por así decirlo. Su cabello estaba pegado en pedazos de tierra y no parecía ser de los que se peinaba constantemente o se bañaba. ¿En cuántos niveles de la ciudad se sumergió y contra qué tipo de monstruos luchó? Lo imaginó tanto que comenzó a emocionarse.
"Bueno, quita esos ojos brillantes de tu cara y ponte a trabajar. No estamos para perder más clientes."
"Pero yo quiero..."
"Un hombre como él es alguien tremendamente ocupado. No va a escucharte. Además, si fuera amable con todas las personas que se le acercan para preguntarle de sus aventuras, ni siquiera tendría tiempo para disfrutar de su comida. No lo molestes y ven a ayudarme".
Pero incluso durante la conversación, notó como los clientes entraban constantemente y comenzaban a hacer fila frente a las ventanas solo para ver si realmente era el "maravilloso Raja". Y definitivamente ninguno de los dos tenía tiempo para admirar las experiencias que seguramente tuvo en el laberinto.
Suspiró, llevó comida, trajo comida, hizo algunas facturas y se ocupó de la vajilla vacía. De vez en cuando, Sisi volteaba la cabeza en dirección a ese hermoso cuerpo alto que se había solidificado en la oscuridad, pero descubrió que nadie había intentado sentarse a su lado o hacerle plática. Todo el mundo conocía a Raja y, por esa razón, parecían tener miedo de estar con él.
Sin embargo, cuando se dio cuenta, Raja desapareció de la barra y dejó solo una vajilla vacía.
***
Tres cabecitas se asomaron por detrás de uno de los puestos que vendían agua fría de sandía.
El dueño, que se envolvió la cabeza con un gran turbante, aplastó la fruta congelada, se agachó a sus pies para ver que todo estuviera en orden, y miró a los pequeños hombre bestia que susurraban entre ellos:
"Oye, aquí todo da miedo."
"Así es ¡Son muy grandes!"
"¡Es enorme!"
Las diminutas orejitas y colitas de los niños se balanceaban de un lado para otro mientras hablaban. Ciertamente las personas que pasaban frente a ellos variaban desde un hombre valiente hasta una niña solitaria pero, supuso que desde la perspectiva de aquellos que eran demasiado jóvenes, todos estaban en la categoría de "grandes" y "aterradores".
"¡Queremos entrar allí!"
Había una enorme puerta frente a los ojos de los niños. Aparentemente, toda la gente que pasaba por allí era succionada para teletransportarse a otro sitio así que, fue imposible no hacer que los ojitos les brillaron intensamente ante el sonido de otra aventura. Incluso extendieron sus manitas como si pudieran entrar también con solo desearlo. Sin embargo, los tres sacudieron la cabeza al momento siguiente. De pie, a ambos lados de la puerta, había un hombre dragón con un cuerpo enorme y feo. Parecía un pájaro de color escarlata y su expresión era difícil de entender, probablemente porque estaba cubierto de escamas brillantes. Por si fuera poco, con solo respirar, daba la ilusión de que definitivamente se los comería si quisiera.
"Bueno, es hora de irme. Hay otras cosas importantes que hacer hoy así que... ¿Saben qué hacer?"
Los niños pequeños asintieron, llegaron a los pies del comerciante y formaron un círculo casi perfecto.
"¡Sí!"
"Entonces vayan. Andando."
Los pequeñitos comenzaron a correr. Sin embargo, incluso si eran solo niños, eran bestias de tigre por lo que la fuerza física que tenían era mucho mayor que la de los humanos e incluso los elfos. Estaba seguro de que no iban a estar en peligro alguno.
Al final, desaparecieron entre la multitud.