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After the Darkness (Boku no Hero Academia) por BlackHime13

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenencen a mi, sino a Horikoshi-sensei (=^w^=)

Notas del capitulo:

No sé de dónde salió la idea, pero me ha gustado escribirlo la verdad nwn


Las edades de los personajes no se especifican en la historia, por lo que las pondré aquí:


Camie: 23 Izuku y Ochako: 25


Shindo: 26 Katsuki y Eijiro: 28


PD: hay tres POV's distintos, aunque creo que no es nada confuso, solo que por di acaso quise decirlo aquí ;)

¿Alguna vez os habéis preguntado qué hay peor que volver a ver a vuestra expareja después de una mala ruptura? Quizás verle con la nueva es una de ellas. Quizás el ver que siguen con su vida mientras que tú sigues sin nadie. Hay muchas cosas que una persona pueda sentir en ese momento ¿verdad? Emociones tales como la envidia, la tristeza, la irritación, etc. Aunque puedo asegurar que hay algo todavía peor que eso. La situación anterior es más común de lo que uno podría pensar. Pero la mía… No lo es. No. Lo mío era quizás la situación más incómoda y surrealista del mundo.


Mejor retrocedamos un poco.


Esta mañana me levanté como siempre. Me duché, vestí y desayuné con tranquilidad para luego salir de mi pequeño apartamento. No ganaba mal en mi trabajo, no obstante, me parecía innecesario gastar dinero en un sitio enorme cuando estoy solo, por lo que dos habitaciones eran más que suficientes para mí.


Hay una ventaja de este complejo de apartamentos que me encanta la cual es que queda a 10 minutos andando de mi oficina. ¿Por qué es una ventaja? Porque lo cierto es que, a pesar de sí tener una licencia de conducir y un vehículo, no me gusta para nada hacerlo. Me saqué el carnet por necesidad, sin embargo, una de mis prioridades cuando busqué un piso fue el no tener que utilizar el coche innecesariamente. Desde que me mudé a esta ciudad hace poco más de tres meses, siento que he tomado muchas más decisiones pensando en mí y lo que realmente quiero, algo que, sinceramente, antes no hacía lo suficiente.


Llegué frente al edificio donde la oficina donde trabajo está situada. No puedo evitar sonreír al entrar y saludar a la recepcionista la cual me devuelve el gesto sin dudar. Al principio me inquietaba el cambiar de agencia porque no sabía lo que me encontraría, sin embargo, mis compañeros no dudaron en recibirme con los brazos abiertos y puedo decir sin lugar a dudas que son personas amables, entretenidas y profesionales. Así que estoy contento de mi decisión de aceptar el traslado y venir aquí.


La mañana pasó sin nada destacable. Traté con todos mis clientes, a la hora de comer me tomé mi descanso y fui a la cafetería en frente del edificio hasta que terminé de comer. Luego volvía a la oficina donde mi compañera y mejor amiga desde el instituto, Uraraka Ochako, se acercó a mi en la recepción con urgencia.


- ¡Izuku! –me llamó al verme y yo le sonreí.


-¿Pasa algo? –pregunté al verla mirarme con nerviosismo y ansiedad.


-Verás… una pareja llamó hace un rato para pedir cita y me han dicho que se supone que serán mis clientes, pero… –se mordió el labio inferior dubitativa y yo la miré confundido.


-Juraría que tu agenda estaba completa. –murmuré pensativamente.


- ¡Exacto! –exclamó ella. –La secretaria miró tú agenda, en vez de la mía, y ahora hay dos parejas esperando hablar conmigo al mismo tiempo. –explicó la situación completamente frustrada por ello.


-Cálmate, Chako. –intenté tranquilizarla. Este tipo de errores no eran habituales, no obstante, cuando sucedían podían ser de lo más estresante. Teniendo en cuenta la gran cantidad de trabajo con el que lidiamos cada día, añadir más a nuestras agendas no era nada más que contraproducente. Tanto para los clientes como para nosotros. Además, de ser física y mentalmente agotador. –Puedo hacerme cargo de uno de ellos. –sugerí sin pensarlo demasiado. Quiero ayudarla y, sobre todo, puedo hacerlo, es así de simple.


-¿De verdad? –susurró ella, mirándome esperanzada.


-Sin problema. La semana pasada terminé con unos clientes y por eso tengo un huevo libre. –aseguré con una sonrisa en el rostro. Ella saltó a abrazarme con fuerza.


-¡Gracias, gracias, gracias! –repitió sin parar, cosa que me hizo reír con diversión.


-¿Cuándo es la cita? –cuestioné cuando por fin me soltó.


-En cuanto a eso… –al verla apartar la mirada y jugar con un mechón de su pelo nerviosamente, supe la respuesta.


-Ya están aquí ¿verdad? –hablé a la vez en que suspiraba.


-Lo siento. –susurró ella, apenada.


-No es culpa tuya. –aseguré sonriéndole. Ambos entramos al ascensor para ir a la zona de oficinas. –Me encargaré de los que llamaron hoy ¿verdad? –inquirí para cerciorarme a lo que ella respondió al asentir.


-Al parecer tuvieron problemas con su anterior agencia y decidieron cambiar a la nuestra. –me comentó y ambos nos miramos con comprensión.


En nuestro trabajo lo primordial es cumplir con los pedidos de nuestros clientes y satisfacerlos con nuestras habilidades lo mejor que nos sea posible. No obstante, había ocasiones en que esto no era posible por lo que era mejor que cambiaran de agente a uno más compatible.


Me despedí de ella al llegar a nuestra planta. La castaña se apresuró a entrar a su oficina y saludar a quienes la esperaban allí. Yo me acerqué a la mía y abrí la puerta, dispuesto a hacer lo mismo, sin embargo, las palabras se atoraron en mi garganta, donde un nudo no tardó en formarse casi causando que me costara respirar. Sentí mi corazón acelerarse y un sudor frío apoderarse de mi cuerpo.


¿Recordáis lo que hablábamos antes? ¿Lo de volver a ver a tu expareja después de romper de forma no muy amistosa? ¿Lo de que podría ser peor? Pues, da igual todo lo que hayáis pensado, porque esta es en definitiva la situación más horrible que alguna vez enfrenté en mi vida. A quién quiero engañar. No quería enfrentarme a aquello. Todas y cada una de las células de mi cuerpo gritaban que huyera. Que corriera lo más rápido que fuese capaz, me cambiara el nombre y me fuese a vivir al lugar más remoto y desolado del planeta. El fondo del océano pacífico sonaba a la opción perfecta.


La verdad es que no recuerdo gran cosa de lo discutido durante aquella hora y media. Mi cuerpo se movió por inercia y tomé notas como de costumbre. No obstante, mi mente se encontraba en pánico. Un amalgama de voces gritaban distintas cosas al mismo tiempo, imposibilitando el ser entendidas y logrando que una migraña comenzara a aparecer para quedarse durante mucho tiempo.


Recuerdo despedirles con una sonrisa en el rostro para luego dejarme caer boca abajo sobre el sofá que ellos ocuparon no hacía nada. Las ganas de gritar me abrumaron, aunque logré controlar aquel repentino impulso. Decidí enfocarme en mi trabajo y no en las emociones que intentaban desbordarse dentro de mi persona.


Durante los siguientes días, hice llamadas, acudí a citas y reuniones, discutí opciones e hice los distintos cambios acordes a las decisiones tomadas por mis clientes. Para cuando llegó el viernes, mi energía había desaparecido por completo. Ochako notó mí, francamente, deplorable estado de ánimo y al terminar la jornada laboral de aquel día me arrastró hacia el bar más cercano a la oficina. Después de cenar y un par de copas, ella me miró inquisitivamente lo cual me hizo suspirar y dejar caer mi cabeza con pesadez sobre la mesa.


-Izuku… –me llamó ella y yo solté un quejido en respuesta. –Cuéntame qué pasa. –pidió con voz suave. –Te conozco y sé que, si no sueltas lo que estás pensando, ese caótico remolino que llamas mente te llevará a tener un ataque de pánico. Te quiero y no puedo dejar que te hagas daño si hablando podemos aclarar tus ideas. –habló tranquila y dulcemente.


-Ochako… –susurré y la miré con los ojos aguados. Ella me sonrió y esperó pacientemente, dándome tiempo para organizar mis ideas. Y yo… no sé por dónde empezar. Hay tantas cosas mal con mi situación que no sé si debería reír, llorar o gritar. Tal vez una mezcla de las tres cosas. Suspiré y dejé mi rostro esconderse entre mis brazos, los cuales se encontraban cruzados sobre la mesa.


-He metido la pata hasta el fondo. –murmuro.


-¿En qué sentido? ¿En el trabajo? –pregunta ella y yo sonrío ligeramente. Ochako sabe que tiendo a divagar y me cuesta explicar las cosas cuando me siento abrumado, por ello es mejor dirigir mis pensamientos con preguntas directas y concisas.


-Sí y no. –respondo después de suspirar.


-Mmm… ¿algo que pasó fuera está afectándolo ahora? –cuestionó y yo asentí. –¿Es una cosa o varias? –siguió y yo levanté dos dedos para indicar que era la 2ª opción. –¿Tienes claros cuáles son los problemas? –otra vez asiento. –¿Tienen solución? –y es aquí cuando dudo en cómo responder.


-No lo sé. –susurro.


-¿No lo sabes o no quieres saberlo? –esa es la pregunta del millón ¿no? Suspiro y me revuelvo el cabello con frustración. Es mentira. Durante toda la semana no he dejado de mentirme a mí mismo. –Todo problema tiene solución. La cuestión es si esta nos gusta o no. Y puedo decir que para ti es lo segundo. –declaró ella y yo bufé derrotado.


-¿No se te escapa nada, eh Chako? –digo con cansancio bañando mi voz.


-No cuando se trata de ti. Tiendes a hacer las cosas más complicadas de lo que en realidad son y para eso estoy aquí, para asegurarme que no te pierdes en esa cabeza tuya. –comenta en tono burlón y yo río levemente por ello.


-Cierto… pero no creo que este sea el caso. –me lamento con voz floja.


-Izuko. –me llama firmemente antes de que me pierda entre pensamientos pesimistas.


-Lo siento… es que no sé por dónde empezar. –confesé molesto y frustrado conmigo mismo.


-Por lo que te resulte más sencillo. –fue su respuesta.


-Vale… –digo y cojo aire para darme valor. –Hace dos semanas, en el banquete de bodas de los Yamada, bebí de más y… me acosté con un desconocido. Al despertarme… entré en pánico y hui de allí. –expliqué con una mezcla de nerviosismo y vergüenza.


-¿Y? –me instó a seguir con mi historia, sabiendo que había más por contar.


-Él es el hermano de mi nueva clienta, Bakugo Katsuki. –admito en voz baja. Unos segundos más tarde ella soltó una risita y yo sentí mi cara arder de vergüenza.


-Eso no es tan malo. ¿Incómodo? Seguro. Pero no pasa nada. Ambos sois adultos y se trata de su hermana. Ella es tu clienta, no él. –esas palabras hacen que me tense levemente, cosa que ella nota. –¿Izuku? –me mira entre confundida y preocupada por mi actuar.


-Si solo fuera eso Chako… –me quejo tristemente. –Si ese fuese el único problema no estaría así… –me lamento a la vez en que suspiro. –Como dijiste, ambos somos adultos. Podríamos hablar de la situación y continuar desde allí… preferiblemente después de arrodillarme entre sus piernas y enterrar mi cara en su entrepierna… –confieso de forma pensativa y ella se ríe con diversión.


-Te vuelves más desvergonzado después de beber alcohol. –dice entretenida y yo en respuesta me encojo de hombros puesto que no tengo nada que rebatir, no teniendo en cuenta que lo que dice es completamente cierto. Después de un par de copas siempre estoy más relajado y abierto a decir cosas que normalmente no diría. ¿Pensarlas? Seguro. ¿Decirlas? No, gracias. Incluso mis actos tienden a ser más… libres y despreocupados.


-¿Sabes por qué cambiaron de agencia? –son las palabras que salen de mi boca. Es una pregunta retórica, no espero una respuesta la verdad. –Bakugo Camie, la novia, se cansó de que la organizadora de bodas estuviera más preocupada por meterse en la cama de su increíble e injustamente atractivo hermano mayor que de hacer bien su trabajo. –cuento para tomar otro trago de mi dulce, afrutada y, engañosamente alto en contenido alcohólico, bebida. No recuerdo el nombre de este cóctel, pero tendré que recordar el preguntarle al camarero para así poder pedirlo de nuevo en un futuro.


-Lugar dónde tú ya has estado. –comenta en claro tono burlón.


-Al igual que en la del novio. –digo inconscientemente. El silencio se hace unos segundos para luego oír como la castaña comienza a toser fuertemente. La miro sin comprender qué ha causado esa reacción. No hasta que mi cerebro parece procesar mis propias palabras.


-Izuku… ¿qué acabas de decir? –consigue decir cuando su ataque de tos se calma. Yo suspiro.


-Shindo Yo, mi cliente y el prometido de Bakugo Camie, quienes me han contratado para ayudarles a organizar su boda, la cual tendrá lugar en unos dos meses si todo va bien, es mi exnovio. –admití para a continuación beberme de un trago lo que quedaba de mi cóctel.


Con una seña, le indico al camarero para que me traiga otro, el cual asiente rápidamente. Yo vuelvo mi atención a mi mejor amiga la cual me mira con los ojos abiertos a más no poder.


-Vale… eso es… vaya… –tartamudea sin saber muy bien qué decir. Lo entiendo. De verdad que sí. Pero no puedo parar ahora. Después de llegar a este punto, necesito decir todo lo que llevo guardado en el pecho desde hace tanto tiempo.


-¿Y sabes lo peor Chako? –me oigo decir en voz floja. –Katsuki me gusta… ese día, cuando me fui del hotel, me arrepentí de no dejarle mi número. Odié el dejar escapar la oportunidad de conocerle mejor. –confieso y siento las lágrimas salir de mis ojos y deslizarse por mis mejillas.


-Izuku… –susurras y te deslizas por el sofá que ocupamos hasta quedar sentada a mi lado, para luego rodearme la cintura con uno de sus brazos y acercarme hasta que mi cara quedó escondida sobre su cuello. –Solo dile la verdad. Si tú también le interesas, cosa de la cual estoy segura por la forma en que le he visto mirarte fijamente el trasero en más de una ocasión, entonces no le importará con quien saliste antes. –intentas animarme, sin embargo, esas palabras me hicieron llorar con más fuerza.


-No hay forma de que no le importe… no si le digo toda la verdad. –logro decir entre sollozos.


-¿Qué quieres decir con eso? –inquieres sin comprender, pero al mismo tiempo puedo sentir lo preocupada que estás por mí, incluso aunque no te esté mirando el rostro.


-Sabes… una parte de mí esperaba que fuese mentira… que al menos, solo lo hubiera inventado para romper conmigo y… asegurarse que no le llamaría otra vez… –susurré sin parar de llorar.


-Izu… no lo entiendo. –dices y por el tono de voz sé que también estás a punto de derramar lágrimas.


-Shindo y Camie salieron durante tres años antes de comprometerse hace poco más de tres meses… –digo quedamente. –Shindo y yo salimos durante dos años… antes de que él rompiera conmigo… –continué solo para detenerme al sentir un nudo en mi garganta y mi respiración cortarse. Me está costando respirar. Siento mi corazón latir fuertemente en mis oídos.


-Izuku, respira. ¡Izu! –creo que ella me está diciendo algo, pero su voz suena como si estuviera debajo del agua.


-Tres meses… antes de que… rompiera conmigo… hace poco más… de tres meses… –logro terminar de hablar, aunque no estoy seguro de si realmente las palabras han salido de mi boca o no.


Me siento mareado. Me duele la cabeza, no puedo respirar y solo quiero cerrar los ojos, desenado que al abrirlos de nuevo esto haya acabado. Quiero que esta pesadilla termine porque así es como se siente toda la situación. Esta semana ha sido como un horrible sueño del cual no puedo escapar.


Siento algo cálido rodearme enteramente. Es… duro, pero se siente bien. Seguro… si, eso. Aire contra mi oído. Un susurro. Alguien hablando. No sé qué dice. Me duele la cabeza. Me remuevo, o eso creo, mi cuerpo se siente pesado. Algo se mueve. No, no quiero que la calidez desaparezca. Muevo la mano y agarro algo con fuerza. ¿Es tela? Se siente así. Apoyo mi cabeza en… ¿dónde? Es firme, pero suave… Cálido. Se mueve… y un sonido que no sé qué es… Constante y lento… ¿un latido? ¿El pecho de alguien? Es… tranquilo. Me gusta ese sonido. Algo… es diferente. Hay otra cosa más. No sé qué es… movimiento… en mi cabello… Oh, una mano. Es grande. Me acaricia con cuidado y gentileza… Suspiro. Oh, ya no duele. ¿Por qué no? Algo dolía mucho antes… Oh, era eso. Respirar es más fácil ahora. Mi pecho tampoco duele… Sí, me gusta esto…


-Eso es… sigue así… –la voz… por fin puedo oírla. Es profunda… grave… Su pecho vibra… se siente bien. Aunque estoy cansado… está bien que descanse ¿verdad? Si… estoy bien. Me siento seguro. Puedo dormir un rato. Si. Todo estará bien. Nada malo me pasará. De eso estoy seguro.


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-El sitio está bien ¿verdad? –comentó al aire un joven pelirrojo de ojos como el fuego. Sus dos acompañantes solo asintieron. Él suspiró. –¿Vais a hablaros en algún momento? –inquirió y ambos le fulminaron con la mirada. –Esto es incómodo. ¿Por qué no habláis como los adultos de las cosas en vez de hacer un berrinche como niños de 5 años? –reprochó con los dientes apretados.


-Hmp. Kat no sabe lo que es ser adulto. –dijo la mujer con sorna.


-Pensaba que esa eras tú, hermanita. –rebatió el hombre de cabello rubio y ojos como la lava misma.


-¡No entiendo por qué le tratas así! –gruñó ella enfadada.


-Porque no es más que un trozo de basura. –respondió él con tranquilidad.


-¡Yo es mi prometido! ¡Nos casaremos en dos meses! ¡Siempre le has odiado y no entiendo por qué! –habló ella en tono de voz cansado. Aquella discusión la habían tenido cientos de veces. Desde el momento en que les presentó a ambos, su hermano no perdía oportunidad de comentar lo mucho que odiaba al de cabello azabache. En esta ocasión, era porque este tuvo que cancelar sus planes de ir a cenar con ellos por un imprevisto en el trabajo.


-Así que de eso se trata… –susurró Eijiro, el mejor amigo del rubio, a la vez en que se masajeaba la sien con cansancio palpable.


-No me gusta porque esa sonrisa falsa suya me pone de mala ostia. Porque desde que le vi por primera vez, sé que es una escoria de la cual no puedes fiarte. Porque todos mis instintos gritan que ese imbécil debe desaparecer de nuestras vidas. –declaró fría y seriamente el de ojos rubí. Ella apartó la mirada. Katsuki nunca había sido tan claro sobre lo que pensaba de su ahora prometido y una parte de ella se sentía inquieta después de oírle decir todo aquello.


-Yo no es tan malo. –murmuró ella, soltando un bufido al tiempo en que se cruzaba de brazos y fruncía el ceño. Sabía que estaba siendo testaruda, pero la verdad es que no sabía muy bien que pensar en ese momento.


-Yo estoy del lado de Kat en esto. –confesó el pelirrojo, llamando la atención de los hermanos. –Cam… sabes que eres como una hermana pequeña para mí. Ambos lo sois. Y sabes que siempre intento ayudaros en vuestras diferencias sin entrometerme demasiado. Solo que esta vez… yo siento lo mismo que Kat. Shindo no me gusta. Me da muy mala espina, pero tú estabas feliz y decidí que no iba a meterme en el tema… –apartó la mirada entre nervioso e incómodo. Dubitativo en cómo debía seguir.


-¿Qué ha cambiado? –quiso saber ella.


Una cosa era su hermano, al cual respetaba y quería, sin embargo, este tendía a cerrarse a los demás y juzgaba a la gente muy rápido. Es por ello que su opinión en el tema… no terminaba de convencerla. Confiaba en él, por supuesto que lo hacía, solo que… como este tendía a saltar a conclusiones muy rápido… Además, que él siempre era muy brusco al hablar, algo que sacó de su madre, y en muchas ocasiones discutían sin llegar a ningún acuerdo por culpa de ese explosivo temperamento suyo. Por otro lado, Eijiro solía mediar entre ello desde que eran niños. Él era más calmado y era mejor en hablar las cosas sin perder los estribos. Si incluso él sentía que Yo no era bueno para ella… necesitaba saber la razón.


El pelirrojo suspiró y volvió a verla con el rostro más serio que alguna vez vio en él.


-El cómo te pidió matrimonio. El hecho de que esperara a que tanto Kat como yo estuviéramos fuera del país para hacerlo. El que tuviera tanta prisa por fijar una fecha y quisiera hacerlo cuanto antes, hasta el punto de decir varias veces lo mucho que le gustaría llevarte al juzgado para así poder llamarte su esposa… No importa que todos crean que es una broma porque tanto Kat como yo sabemos que no es así. Está desesperado y ansioso. Como si temiera algo. Y solo puedo pensar que está ocultando algo. Algo que si supieras… probablemente no se lo perdonarías. –explicó Eijiro.


-¿Algo como qué? –quiso saber ella al tiempo en que se mordía el labio inferior de forma nerviosa. Tenía una idea de lo que podría ser, pero… no quería pensar en que era una posibilidad.


-Que tiene un o una amante. –habló el rubio y ella se tensó ante sus palabras. –No digo esto porque él no me guste. Es porque desde hace tiempo que suenan alarmas en mi cabeza y con todas las veces que ha cancelado planes contigo poniendo de excusa el trabajo… No suena nada bien. Dejó de ser creíble hace mucho. Y el que dejara de hacerlo después de pedirte matrimonio… es como si estuviera vigilando. Como si se estuviera asegurando que no ibas a cambiar de opinión. Y no me gusta. Ese cambio de actitud es de alguien de quien no puedes fiarte. –finalizó su razonamiento.


Ella los miró a ambos y luego el anillo que decoraba su mano el cual nunca había sentido tan pesado. Ella no era tonta. Contrario a lo que muchos pensarían, es cierto que en ocasiones podía ser despistada, pero no era idiota. Ella también había notado todas aquellas cosas y se convenció a sí misma que no eran nada. Solo detalles sin importancia. Algo por lo que no debía preocuparse.


-Cam… –la llamó el pelirrojo y ella le volvió a mirar, con los ojos algo cristalinos. –No estamos intentando convencerte. Eso no es lo que queremos ni pretendemos. Solo deseamos que pienses las cosas bien ¿vale? Es porque nos preocupamos por ti que preferimos ser claros contigo ahora, sobre todo si con esto podemos evitarte un dolor mayor en el futuro. No queremos que te arrepientas de tu decisión. –aseguró sonriéndole con cariño, gesto que ella le devolvió sin dudar.


-Sabes Eiji… si no fueras gay me habría enamorado de ti hace años. –comentó jocosamente cosa que le hizo reír.


-Ni de coña te hubiera dejado salir con el pelo pincho este. –fueron las palabras del rubio el cual tenía una sonrisa ladeada, claramente burlona, adornando su rostro.


-Eso duele, hermano… la traición… –dramatizó el aludido el cual se encontraba sentado a su lado. El ambiente se despejó considerablemente y la tensión que había anteriormente desapareció de la mesa por completo, siendo reemplazada por comodidad, familiaridad y diversión.


-Pues hablando de gay… mirad quién está en esa mesa. –señaló Eijiro y cuando ambos hermanos dirigieron su mirada hacia allí, sus reacciones fueron de lo más dispares: ella sonrió con deje pícaro mientras que él se tensó considerablemente.


-Eres un capullo. –gruñó el rubio, aunque su mirada seguía fija sobre el hombre de cabellos verdosos y preciosas esmeraldas por ojos.


-Podrías… ya sabes… saludar, pedirle salir… lo típico. –comentó ella con un brillo malicioso adornando sus orbes color miel.


-Cállate, mocosa. –bufó él, quien se cruzó de brazos en claro gesto defensivo ante sus palabras. Ella rodó los ojos con exasperación.


-Oh vamos… no creas que no he notado como te lo comes con la mirada cada vez que le vemos para discutir sobre la boda. –mencionó ella con diversión. –Mira, sé que es algo raro por todo esto de la boda, pero… después de lo que hablamos antes, no sé qué es lo que voy a decidir hacer, así que… no quiero que pierdas una oportunidad por mi culpa. –dijo sinceramente.


-Ni si quiera sabemos si tiene esos gustos. –recalcó el pelirrojo. El mayor de los hermanos se tensó ante sus palabras mientras que la menor de los dos le miró como si fuese idiota.


-Oh Eiji… con esas piernas y culo que se carga, no hay forma en que no le vayan los hombres. –aseguró Camie, ocasionando que el mencionado se riera con diversión ante la forma en que la mujer dijo aquello. Ninguno de los dos notó el actuar del rubio quien se encontraba ligeramente más rígido que de costumbre y miraba hacia otro lado que no fuese ellos.


Sin decir nada más, ella se levantó y agarró con fuerza uno de los brazos de su hermano. Este gruñó, sin embargo, no tardó en suspirar y levantarse, sabiendo que no le dejarían tranquilo a menos que fuese, como mínimo, a saludarle.


Se acercaron a la mesa que ocupaban el de ojos esmeralda y la mujer de cabello castaño. No obstante, se detuvieron cuando los oyeron hablar. Al parecer se trataba de trabajo y, después de suspirar derrotados, cosa que al rubio le hizo sonreír con satisfacción, dieron media vuelta para volver a su mesa cosa que habrían hecho de no ser por lo que llegó a sus oídos en ese momento.


Los ojos de dos de los tres se agrandaron en estupefacción, haciendo que tanto Eijiro como Camie miraran a Katsuki con sorpresa evidente en sus rostros. Este, por su parte, hacía todo lo posible por no cruzar mirada con ninguno de los dos pues sabía que estos le harían sentir culpable por no haberles contado semejante suceso. Sobre todo, teniendo en cuenta como ambos le habían estado animado para que intentara acercarse al de ojos esmeralda.


Ante el actuar del mayor de los tres, ambos bufaron con evidente enojo y estaban por hablar, olvidando por completo dónde se encontraban y el hecho de que seguían muy cerca del par de amigos, solo que fueron interrumpidos por los mismos quienes sin saber de su audiencia siguieron con su conversación.


Los siguientes minutos parecieron convertirse en horas para ellos, particularmente Camie quien no sabía muy bien cómo debería sentirse ante la recién adquirida información. Tristeza, dolor, decepción… hasta que se detuvo en enfado. En absoluta y pura rabia. Por supuesto que hacia su futuro ex prometido. Si no hubiera sido por que ya tenía dudas sobre la decisión de casarse con ese hombre, quizás se le habría hecho más difícil creer lo que sus oídos habían escuchado, sin embargo, incluso si ese hubiese sido el caso, el ver a ese amable hombre, no mucho mayor que ella, desmoronarse por culpa de ese… bastardo. Le habrían ayudado a ver la realidad como era. Y en ese momento sentía una furia inconmensurable adueñarse de su ser. Todo dirigido hacia una sola persona.


-Tenías razón Kat… ese tipo no es más que un pedazo de basura. –declaró ella en voz baja.


Su hermano la miró brevemente con los labios apretados, no obstante, su atención volvió hacia el hombre sobre su regazo a quien intentaba hacer que volviera en sí. O bueno, al menos que su pánico desapareciera. Fue horrible para todos los presentes el presenciar semejante escena y todos respiraron aliviados cuando el de adorables pecas en sus mejillas por fin se calmó e incluso pareció relajarse tanto hasta el punto de quedarse dormido entre los brazos del de ojos rubí.


-Kat, Eiji… parece que tengo que lidiar con un grandísimo hijo de la gran puta. Si me disculpáis, me iré ahora. –habló ella y ambos asintieron con expresiones de lo más serias. Entonces su mirada se posó sobre la castaña a quien le sonrió. – Uraraka ¿verdad? –preguntó y esperó hasta que esta asintió en respuesta. –Eiji puede llevarte a casa en su coche y, no te preocupes, mi hermano cuidará muy bien de él. –mencionó, al tiempo en que señalaba a este el cual seguía mirando con preocupación al de menor estatura y continuaba con sus suaves y delicadas caricias sobre el cabello y espalda baja del de ojos esmeralda.


La castaña los miró y se calmó considerablemente ante la escena. Asintió con rapidez y, después de escribir algo en un papel, el cual le acercó al de ojos rubí, se levantó.


-Es su dirección. Está a diez minutos andando de aquí. –dijo con una dulce sonrisa adornando sus labios. Katsuki asintió a la vez en que aceptaba el papel y lo guardaba en el bolsillo derecho de su pantalón, claro que una vez leyó lo escrito.


Ochako agarró sus cosas y se acercó a la otra mujer con la intención de salir del local junto a ella y el pelirrojo.


-Oye Cam… –llamó el rubio y ella giró a verle con una ceja alzada. –Asegúrate de dejar algo para Eijiro y para mí. –fueron sus palabras lo que ocasionó que ella sonriera ampliamente.


-No te preocupes. Dejaré que os divirtáis cuando termine yo con él. –prometió Camie con una expresión de lo más aterradora. Su hermano sonrió de igual forma y muchos de los presentes sintieron escalofríos recorrer por sus cuerpos ante la imagen. La castaña, junto con el pelirrojo, soltaron una risa divertida por la actitud de los hermanos. Ya junto a la puerta de salida, ella pareció recordar algo porque volteó a verle de nuevo. –¡Kat, todavía me debes una explicación! ¡Que no se te olvide! –exclamó ante lo que él rodó los ojos en respuesta.


Sin decir nada más, los tres salieron del bar, dejando al par dentro todavía en aquella mesa. Ya en la calle, no dieron ni tres pasos que Ochako se detuvo y alzó el rostro para mirar hacia las estrellas que iluminaban el cielo aquella noche.


-¿Sabes? Conozco a Izuku desde el instituto. Ambos cambiamos de escuela después de acabar secundaria y no conocíamos a nadie. Sin embargo, el primer día de clase, chocamos en el pasillo y fue así que empezamos a hablar… ha sido mi mejor amigo desde entonces. –comenzó a contar ella. Sus acompañantes la miraron con evidente interés. –Fuimos a la misma universidad, compartimos piso, incluso descubrimos que ambos somos homosexuales después de besarnos estando borrachos en una fiesta… –paró al no poder evitar que una risita escapara de sus labios al recordar aquello.


Los otros dos no sabían hacia dónde quería llegar la castaña con aquel relato, pero ninguno tenía la intención de detenerla. Si ella necesitaba decir todo aquello, estaban seguros de que sería por alguna razón, así que permanecieron en silencio, escuchando con atención cada palabra que salía de su boca.


–Nos graduamos y conseguimos trabajo en la misma agencia. Y aunque fue triste el estar en sucursales en ciudades diferentes… seguimos hablando casi todos los días. –entonces suspiró con tristeza. – A Izuku siempre le ha costado relacionarse con otras personas. Cuando era pequeño tuvo un accidente y acabó con muchas quemaduras y cicatrices… los niños pueden ser extremadamente crueles ¿sabéis? – paró sorprendida cuando oyó al pelirrojo soltar un bufido y al dirigir su mirada hacia él le vio apretar los puños con fuerza. Por la expresión en su rostro, supo que el tema le resultaba conocido. Lo cual era más que acertado dado que él también sabía lo que era recibir ese tipo de tratamiento por parte de los demás, si no hubiera sido por Katsuki quien siempre callaba a los demás niños… sabía que sus años estudiando habrían sido horribles. Agitó la cabeza para borrar aquellos pensamientos y le sonrió como disculpa y para hacerle saber que podía continuar. Ella le devolvió el gesto sin dudarlo.


-Así que, cuando en una de nuestras habituales llamadas me contó que había empezado a salir con alguien… me alegré como no os imagináis. Pensé que las cosas iban bien, dado que siempre sonaba contento cuando hablábamos, pero entonces… –respiró profundamente un par de veces antes de continuar. –Me llamó para decirme que había aceptado el traslado. Y aunque estuve encantada de saber que volveríamos a vernos todos los días… supe cuando se quedó callado al preguntarle sobre su relación… que esta no había acabado bien. No me contó la razón y tampoco quise obligarle a decírmelo. Durante estos meses… se le veía bien. Verle sonreír por las cosas que le gustan es algo que adoro y sé que ha estado bien desde que se mudó a la ciudad. –entonces la vieron apretar los puños con fuerza. –Por eso me cabrea. Hacía años que no le veía tener un ataque como ese. Años de trabajar en su autoestima, en su ansiedad, en aprender a quererse más y cuidarse, a estar cómodo consigo mismo… para que al final un gilipolla le haga semejante daño. –gruñó entre dientes, a la vez en que sus orbes chocolate brillaban con un enojo palpable.


Camie agarró su mano y comenzó a caminar, arrastrando a la otra mujer con ella.


-Vamos a darle una lección que no olvidará ni en sus 100 siguientes reencarnaciones. –prometió ella a lo que la castaña asintió con determinación.


Eijiro las miró con una sonrisa en los labios. –No me gustaría estar en su lugar… esas dos están decididas a derramar sangre hoy. –murmuró para sí mismo con absoluta diversión. Decidió ir con ellas y grabar lo que sucedería, sabiendo lo extasiado que Katsuki se sentiría al ver lo que estaba por caerle a ese imbécil encima. Él esperaría hasta que su casi hermano esté libre para darle su merecido a esa escoria juntos. Después de todo, ellos también tenían ganas y derecho a descargar su ira contra el causante de la misma.


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Me quedé varios minutos más en el bar. Respirando profundamente una y otra vez. Controlando mis ansias asesinas las cuales sentía se desbordarían en cualquier momento si no las mantenía a raya. Sinceramente, al levantarme ese día no esperé que algo como esto sucediera. Suspiré y miré hacia el hombre que en ese momento dormía con calma sobre mi regazo, con su cabeza apoyada sobre mi pecho. Limpié el resto de lágrimas de su rostro con una de mis manos y sin poder, ni querer, evitarlo besé su frente casta y dulcemente.


La verdad es que cuando dos semanas antes desperté solo en aquella habitación de hotel, me sentí decepcionado por que el de ojos esmeralda me había llamado la atención como nunca nadie más lo hizo. Me fui de allí e intenté no pensar en mi amante de tan solo una noche, cosa que no logré hacer en absoluto. No le conté a nadie sobre aquella noche y agradecí mi decisión cuando volví a verle una semana más tarde.


No sabía si era una broma pesada o algún tipo de señal divina, sin embargo, decidí, al verle allí tan precioso y dulce como recordaba, que tomaría aquella oportunidad. Solo tenía que esperar un poco, tantear el terreno y crear un plan de juego apropiado. Dado que tenía la intención de conquistar al más bajo y, sobre todo, mantenerle a mi lado lo que resta de mi vida, al menos si tengo la suficiente suerte y juego mis cartas bien, cosa que para lograr debería de actuar con precaución, pues no deseo volver a espantarle y que huya de mí.


Durante las siguientes reuniones le observé sin sutileza alguna, evidente por como mi hermana y mejor amigo lo notaron de inmediato y no dudaron en hacer comentarios al respecto, y rumié la mejor forma de acercarme a él, entablar conversación, etc. Incluso ese desgraciado notó mi interés hacia el de esmeraldas y recuerdo cómo me dirigía miradas llenas de enfado cada vez que me quedaba viéndole. Esa memoria hizo que volviera a encabronarme. Puede que al principio no entendiera por qué hacía eso, pero ahora que conseguí la información necesaria… digamos que tengo aún más motivos para vengarme de él.


Volviendo al tema. De todo lo que imaginé, no pensé que la situación se convertiría en tal drama, de todas maneras, aunque fuese algo inesperado, agradecí profundamente el haber venido a la cena de hoy. Aún más, el que ese malnacido no estuviera presente. Oh… cómo ansiaba ver su cara cuando dos pequeños demonios llamaran a su puerta, puesto que de solo ver la reacción de la castaña sé que esta también se siente deseosa de venganza. La mía podía esperar. Ya saciaría mi sed de sangre otro día. En ese momento mi prioridad era ese bello ser reposando sobre mis piernas.


Con cuidado me levanté con él en brazos y cargando con él y las cosas de los dos, me dirigí hacia la salida, pero antes de cruzar la puerta, vi al dueño del local, un hombre de avanzada edad, sonreírme desde la barra, guiñarme un ojo y con su dedo índice hacerme el gesto de ‘silencio’. Yo reí levemente por ello y entonces es cuando por fin salí del lugar con una sonrisa adornando mi rostro.


Después de ser testigo del derrumbe emocional del de cabello rizado, el viejo se acercó y con voz que no daba lugar a discusión, me dejó claro que las cuentas de ambas mesas corrían a cargo de la casa y que mi única obligación de aquella noche era el cuidar del más bajo. Normalmente me habría negado y peleado fuertemente la decisión, puesto que tengo más que suficiente dinero como para pagar las dos cuentas y también porque soy una persona orgullosa la cual no quiere que se compadezcan de ella, sin embargo, después de semejante día no quise malgastar mi energía en algo tan trivial como lo es un gesto de amabilidad por parte de un desconocido, así que simplemente asentí para luego darle las gracias en un susurro.


Una vez fuera del local, comienzo a caminar con decisión hacia el edificio de apartamentos donde el de ojos esmeralda reside. Por mi mente, solo puedo pensar en todas las cosas que quiero hacer por y para él, deseando que una vez llegue la mañana y hablemos como corresponde, este me conceda el honor de poder estar a su lado. Una oportunidad es todo lo que necesito y juro que, si me la da, me aseguraré de que nunca se arrepienta de su decisión. Pero eso, será para cuando salga el sol de nuevo.


FIN


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-¡Buenos días señor y futuro señor Bakugo! –saludó ella al entrar a la oficina.


-¡Ochakoooo~! –exclamo ante el vergonzoso actuar de mi mejor amiga. A mi lado oigo una profunda voz reír y yo giro a ver al dueño de esta con un puchero adornando mi rostro. –¡Kacchan, no te rías! –me quejo a lo que él solo me besa como respuesta para luego comenzar a discutir con la castaña sobre arreglos florales.


Viéndolos a ambos interactuar hace que mi corazón dé un vuelco. Todavía no puedo creer que esta sea mi vida. Sin embargo, el brillante y precioso anillo de rubís y esmeraldas que adorna mi mano me dice todos los días que no, esto no es un sueño del cual acabaré despertando tarde o temprano. Me cuesta creer que ya haya pasado un año y medio de aquello. No puedo evitar sentirme agradecido por lo ocurrido, aunque solo en cierta medida. Después de todo, recuerdo lo mucho que me dolió el ser traicionado de tal forma y eso no es de agradecer en lo más mínimo, pero sí lo que ocurrió después de sufrir de aquella manera.


A la mañana siguiente, me desperté en mi cama. Entre cansado y confundido, salí de mi habitación solo para encontrarme al rubio en mi cocina, el cual se encontraba preparando el desayuno para ambos. No hace falta explicar la sorpresa que sentí en ese momento ¿verdad? Bueno, el caso es que pasamos la mañana hablando, donde él me contó lo que me perdí la noche anterior por culpa de mi ataque de ansiedad y no sabría decir qué emoción me embargó con más fuerza: la vergüenza o el horror.


Al notar mi miedo él me agarró la muñeca, me jaló de la silla que ocupaba y sin decir nada me arrastró hasta el sofá de la sala donde se sentó para a continuación tirar de mi hasta que quedé sentado sobre su regazo. Luego sacó su móvil del bolsillo de su pantalón y me enseñó un vídeo. ¿Conocéis el dicho de: ‘Una acción vale más que mil palabras’? Pues en este caso es cierto. Esa grabación decía mucho más que cualquier cosa que el rubio pudiese haberme dicho para calmarme. En él se podía ver a Shindo recostado en el suelo, por la sangre que cubría su rostro deduje que su nariz estaba rota, mientras que Camie se encontraba sentada sobre su estómago y, al tiempo en que le gritaba todo tipo de improperios y maldiciones, se la veía obligándolo a abrir la boca y tragarse lo que pude ver era el anillo de compromiso de ella. De fondo, pude ver a Ochako animando a la otra mujer.


La imagen… fue aterradora. Vale, reconozco que también tenía su parte divertida, pero fue, en su mayoría, aterradora. Katsuki soltó una fuerte carcajada y, a día de hoy, no sé si fue por mi cara o por lo ocurrido en el vídeo, aunque sospecho que fue por ambos, y sin dudar lo primero que salió de su boca luego de calmarse fue el invitarme a salir. Como podréis deducir, accedí, pero no sin antes hablar de todo lo ocurrido como Dios manda y, como dicen por ahí, el resto es historia.


Un año y medio más tarde, ambos nos encontramos en el despacho de mi mejor amiga para empezar con la planificación de nuestra boda. La castaña me hizo prometer desde el primer día que, cuando llegara el momento, algo de lo cual ella no dudó ni un momento en que pasaría, ella sería la encargada de organizarlo todo.


Perdido entre mis sentimientos y pensamientos, todavía soy capaz de notar su mano agarrar la mía y entrelazar sus dedos con los míos. Él no dice nada, ni detiene su discusión con Ochako, aunque no hace falta nada de eso para que pueda entender su silencioso apoyo. Katsuki sabe que me siento abrumado en este momento y que lo que menos quiero es hablar de ello, convertirlo en el centro de atención. No. Él sabe que lo que necesito ahora es apoyo y silencio, no un interrogatorio, y es por ello que eso es lo que me está dando.


Sonriendo, me acurruco más contra su pecho y cierro los ojos, disfrutando del latido de su corazón y el vaivén de su pecho al respirar. Es lo que más me calma y me hace sentir seguro. Sé que los dos están sonriendo con diversión en este momento por mis acciones y también estoy seguro que en un futuro no muy lejano, me molestarán con comentarios burlones al respecto, pero eso me da igual ahora mismo. Eso será problema para mi futuro yo.


Por otro lado, mi yo de este instante, me dedicaré a disfrutar de la calidez y amor de mi prometido. Y si lo anterior junto a su grave y profunda voz ocasionan que me quede dormido… bueno, a quien le importa ¿verdad? ¿Por qué sentirme avergonzado cuando puedo enfocar mi energía en disfrutar de esto? Algo que, debo dejar bien claro, planeo hacer por el resto de mi vida.


Contento, nervioso, pero, sobre todo, emocionado por lo que me deparará el futuro junto a mi rubio, me dejo llevar por Morfeo al mundo de los sueños, sabiendo que nada malo me pasará por que Katsuki estará ahí para asegurarse de ello. Sinceramente… no puedo esperar a pasar lo que resta de mis días en la tierra junto a este maravilloso hombre.


…FIN…

Notas finales:

Pues esto es todo nwn


Espero que os haya gustado (=^w^=)


PD: cada persona es distinta cuando hablamos de superar un ataque de pánico/ansiedad y esto está basado en una experiencia real mía por lo que espero que comprendáis que quizás no se parece a algo que hayáis vivido (si se ha dado el caso que si), pero para mi funcionó :D


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