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Lene por PoisonSkarlett

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En las últimas semanas había una escena repitiéndose constantemente en el resguardo del lujoso departamento de la joven pareja.

Ray no sabía cuánto fulguraban sus doradas pupilas al observar a su amado. Y Kai desconocía cuán encantadora era la imagen que le daba a su pareja mientras amamantaba a su bebé, aunque sí lo había atrapado mirándole con brillo en los ojos.

—¿Algo que quieras decir, Ray?

Tras la pregunta retiró su vista del bultito entre sus brazos para posarla en su felino novio, amagando una sonrisa divertida al notar el sobresalto que le provocó.

—Yo… —carraspeó, tomando valor y esperando no molestarlo con sus siguientes palabras— Te ves muy dulce. Nunca creí que llegaría a verte así.

—Yo tampoco.

Concordó, sin hacer tormenta por el adjetivo recibido. Si bien nunca se referiría a sí mismo como alguien "dulce", no podía negar que su hijo lo hacía actuar de manera distinta. El bebé le despertaba ternura y cariño incluso mayores a los que Ray causaba en él, seguramente por ser tan pequeño, por depender de sus cuidados, por necesitar su delicadeza para estar bien.

No se dijo más, el silencio reinó en la sala.

Kai regresó su mirada a su hijo, dejando en una de sus tersas y regordetas mejillas una caricia cuidadosa. Ray no tardó en cambiarse de sofá y tomar asiento al lado de los hombres de su vida, llenando de mimos a ambos mediante unos besos en la mejilla de Kai y unas caricias a la diminuta manita de Gou. Ante tantas atenciones, el pequeño abrió sus ojos, clavando sus pupilas escarlatas en sus dos padres, sin dejar de alimentarse.

—¿No te parece que come demasiado?

—Eso sin duda lo sacó de ti, Ray.

Malicia y diversión se mezclaron tanto en sus palabras como en la sonrisa que adornó sus labios. A su lado, su novio hizo un leve mohín. Le dio una mirada orgullosa antes de regresar a mirar a su hijo.

—Pues algo tenía que sacar de mí en vista de que físicamente es idéntico a ti.

Aquella débil queja casi le sonsaca una risa. Su felino novio aún no le perdonaba que Gou no sacara ninguna característica física suya.

Cabello, color de ojos y tono de piel, absolutamente en todo el bebé era igual a Kai. Eso suscitó algunas bromas cuando los demás conocieron a Gou, y algunos reclamos en broma de parte de Ray.

—Le gusta comer y dormir, eso viene de ti. ¿No te es suficiente?

Ray se cruzó de brazos y guardó un pesado silencio por ese comentario.

No había duda de lo hermoso que Kai se veía amamantando a Gou, pero tampoco había duda de que seguía siendo el mismo de siempre. Irónico y sarcástico. Al mirarlo tan amoroso con su bebé, se olvidaba de que su novio podía congelar a cualquiera con una de sus gélidas miradas o pinchar con un comentario burlesco si tenía ganas de molestar.

El timbre sonó, reventando la burbuja familiar.

—Son los papeles de la oficina que debo revisar —Kai apartó suavemente a su hijo de sí, llevándose pequeños balbuceos quejosos de Gou que amenazaban con convertirse en llantos si no le devolvía el alimento—. Toma, encárgate de él mientras vuelvo.

—Pero… —recibió a su niño, arrullándolo un poco para calmarlo— Yo puedo recibir los papeles, así continúas alimentando a Gou.

—No, porque ese idiota asistente querrá entregármelos en persona.

—No hables así en frente de nuestro hijo.

Reprendió a su amado con seriedad, ignorando que este le miró con una ceja levantada. Puso sus doradas pupilas en el bebé, alzándolo suavemente para besarle el rostro y que se tranquilizara.

—¿Qué tiene de malo?

—¿Cómo que "Qué tiene de malo"? —le dedicó una mirada incrédula— Te lo juro, Kai, si las primeras palabras de nuestro hijo llegan a ser groserías…

Dejó la amenaza en el aire. Para entonces, Gou se había calmado un poco, observando a sus dos padres con curiosidad brillando en sus pupilas escarlatas, como si quisiera comprender la situación y la conversación.

Kai dio una sonrisa media. No añadió más al respecto, sino que se levantó del sofá y se dirigió a abrir la puerta, acomodándose su yukata morado en el camino, escuchando tras de sí a Ray hablando con su bebé.

—No escuches a papá, cariño —llenó de más besos su carita, preocupándose levemente por la seriedad en el rostro del pequeño, parecía que sus palabras no le hubieran gustado—. Es que… No debes hablar como él.

Gou se agitó entre sus brazos, queriendo ser soltado. O esa fue la impresión que le dio.

—Kai, tu hijo no me quiere.

Con esas palabras, Kai fue recibido al volver a la sala, llevando algunos papeles entre sus manos.

Alzó la vista de los documentos que leía para observar a Ray medio peleando con Gou en un intento de mantenerlo quieto. Se vio obligado a hacer un gran esfuerzo en favor de no reír por la escena que presenciaba, e incluso con ese esfuerzo tuvo que carraspear para evitar la risa.

—No digas eso, claro que te quiere —se acercó a ellos, dejando los papeles en la mesa de centro—. Sólo tiene hambre. Tú también actúas de mal humor cuando tienes hambre.

No se contuvo de molestar un poquito más a su pareja conforme le retiraba al bebé, sosteniéndolo con un solo brazo contra su cuerpo, usando su mano libre para desamarrar el yukata y descubrirse lo necesario.

—¡Deja de culparme por esas cosas!

La ofensa medio falsa, medio real que conllevaba esa queja mantuvo la diversión visible en su sonrisa. Evitó mirar mucho a su novio, centrándose en el pequeño bultito entre sus brazos que de nuevo se alimentaba con claro apetito.

—¿A quién culpo entonces si no es a ti?

Contestó al cabo de unos segundos, volviendo a sentarse en el sofá. No prestó demasiada atención al resoplido del felino muchacho.

—No invitaste al asistente a pasar.

Ray apenas reparó en ello.

—¿Por qué habría de hacerlo?

Kai le miró con ojos entrecerrados.

En ese instante fue Ray quien soltó una risa suave, bastante divertida para confusión del padre de su hijo.

—¿Sabes algo? Cuando tus empleados se dieron cuenta de que estabas embarazado, se notaron aliviados —comenzó la explicación—. Tal vez pensaron que al embarazarte y dar a luz, tu carácter se… amansaría.

—Que aprendan a no hacer suposiciones entrometidas.

Luego de su altanera conclusión separó unos milímetros a su hijo para cerciorarse de que continuara despierto, ya que había comenzado a succionar lentamente. Algo de leche se deslizó de la boquita del pequeño al emitir un terso quejido por ser apartado, sin embargo, después de ese sonido no se quejó más por lo soñoliento que se encontraba.

—Adorables.

Frunció ligeramente el ceño, instantes previos a que su amado limpiara con un suave paño la leche derramada, tanto de su cuerpo como de la carita del niño. Por esa acción no logró debatirle que él no era adorable. Por esa acción sencillamente terminó sonriendo, dándole una mirada amorosa a Ray. Este le devolvió la sonrisa, robándole un beso que no alargaron demasiado porque tenía que preparar a su bebé para dormir.

Así, Kai volvió a ponerse de pie, andando de un lado a otro al mismo tiempo que hacía eructar a su hijo mediante palmadas cuidadosas en su espalda.

Todo lo que Ray hizo fue contemplar, sin sentir más pena por los empleados de su novio; sabía que en ocasiones eran un verdadero dolor de cabeza y que, en general, era necesario que Kai dirigiera con severidad. Mas aquellos comportamientos solían quedarse en la empresa. Ahí en su hogar, su amado era distinto, como siempre lo había sido con él.

Y no podía ser más feliz de saber que solamente él y su hijo eran los únicos capaces de disfrutar la cariñosa faceta de Kai.


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