Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Naruto estaba trabajando en la oficina intentando no pensar en el desastre de BubFun porque le había dicho, le había ordenado, que no se preocupara al respecto. Observó la fruta que se había llevado al trabajo para satisfacer sus antojos de comida, y cogió un plátano.

Acababa de dar un mordisco cuando algo le llamó la atención a través de la puerta de cristal. Sasuke atravesando la oficina con pasos largos en dirección a la oficina de Kakashi Hatake.

Naru salió disparado de la silla y caminó hacia la puerta con el corazón golpeándole con fuerza en el pecho, y después volvió de nuevo a su silla. No quería saber qué había planeado Sasuke como solución al problema, pero ya le daba mala espina.

Por primera vez en su vida, recurrió a morderse las uñas, pero le resultó asqueroso y paró a tiempo. Pasó una hora y mantuvo los ojos pegados a la puerta de cristal, esperando a que Sasuke saliera de la oficina de Kakashi.

En realidad no estaba asustado. Simplemente estaba nervioso. Sasuke Uchiha era muy impredecible y muy prepotente. Aunque a Naru le parecía adorable, tenía que admitir que esas dos cosas tal vez no fueran cualidades admirables desde el punto de vista de otra persona. Como le quería, todos sus defectos eran sexis y emocionantes, y Naru estaba dispuesto a hacerse cargo de ellos.

Vio a Sasuke salir de la oficina de Kakashi con Kakashi tras él para estrecharle la mano. Kakashi tenía una sonrisa en la cara que parecía extrañamente fingida, y la que mostraba el rostro de Sasuke era casi agresiva. Dejando a Kakashi atrás, Sasuke caminó ofendido directamente a la oficina de Naruto.

Naru se recostó en su silla mientras él abría la puerta, con el ceño fruncido.

—¿Qué coño estabas haciendo ahí dentro? —dijo Naru en voz baja. La expresión rebelde de él se evaporó, sustituida por una sonrisa.

—Siempre me gusta verte en ese escritorio. Es muy sexi. —Ignoró el evidente enfado de Naru, rodeó la mesa y le dio un beso en la cabeza.

—Sasuke, lo digo en serio —dijo Naru cuando él apoyó la cadera en la mesa y le sonrió, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Te   he dicho ya que te preocupas demasiado? Naru entrecerró los ojos de forma amenazadora.

—No me dijiste que ibas a hablar con Kakashi. Eso es… eso es… inapropiado.

—¿Por qué?

—¡Pues porque sí! —gritó Naru—. He pasado una eternidad intentando ser autosuficiente e independiente y ahora parece que te hubiera ido llorando y… ahora parezco débil.

La sonrisa de él se desvaneció.

—Yo nunca te haría eso, cariño. Quiero hacerte aún más fuerte de lo que eres, no hundirte.

—Entonces, ¿por qué lo has hecho? —Estaba frustrado—. Deberías haberlo hablado conmigo.

—Naruto, ¿quieres escucharme? Estás volviendo a hacer lo mismo.

—¿El qué? —gritó.

—Lo que haces cuando te preocupas demasiado y siempre tienes miedo. Me tienes a mí, joder. Somos un equipo. Aprende a contar conmigo.

Naruto lo miró boquiabierto, enfurruñado a pesar de que su corazón irradiaba amor.

—Vale.

Él le agarró la mano.

—Bueno, la cuestión es que… BubFun necesita que ese anuncio se ruede en un plazo de tres semanas.

—Estás de broma.

—No.

Naru suspiró.

—No sé si debería estar contento o disgustado. —Cuando él simplemente esperó a que Naru dijera algo más, dio un profundo respiro—. Siempre he solucionado mis propios problemas y ahora estás haciendo esto, y no es profesional…

—Que le den a lo profesional. Te quiero. Haré cualquier cosa para que las cosas sean exactamente como las quieres. Y claro está que no voy a disculparme por cuidar de ti.

Naruto apretó los labios y se derritió por dentro con el corazón agitado. Se levantó y le rodeó el cuello con los brazos.

—Estás loco, ¿lo sabes?

—Lo sé. —Él también se agarró a Naru—. Pero tienes que sentarte para lo que te voy a contar.

Naruto se tambaleó hacia atrás.

—¿Qué has hecho ahora? —gritó con agitación; todo su afecto desapareció en un instante.

Él se rio.

—Solo siéntate. — Cuando lo hizo, él se aclaró la garganta—. Bueno, pues me estaba preguntando… Y esto es una petición de verdad. No hay nada definitivo, acuérdate. Eso es lo más importante que debes saber. Que no voy a obligarte a hacerlo pero de verdad, de verdad quiero que lo hagas porque creo en ti y porque creo que tu pasado tiene que quedarse en el pasado, y ya has dejado que te afecte durante demasiado tiempo. Así que esto es una petición. Y creo que estarás de acuerdo porque me quieres y porque te chantajearé mentalmente, pero al final agradecerás que yo estuviera ahí para darte el empujón.

—¿Puedes decirlo de una vez? —soltó, y él sonrió. A Naru no le resultaba gracioso.

—Solo por mi bien, piensa en ello. Y dale una oportunidad, y yo estaré aquí todo el tiempo ayudándote, apoyándote, besándote y animándote a seguir.

 —¡Sasuke! —gritó enfadado; el corazón le latía con rapidez por la larga y extensa acumulación de lo que fuera que había hecho ahora—. Cuéntamelo de una vez.

Él respiró hondo.

—He sacado el tema con Kakashi y él cree que es una idea genial. Pero como este anuncio fue idea tuya y personalmente creo que necesito tu permiso para este cambio en el anuncio…

—¿Qué cambio?

Él le sostuvo la mirada.

—¿Y si usamos un doncel embarazado en el anuncio? En vez de una madre delgada y en forma jugando con su hijo, ¿por qué no ponemos a un doncel embarazado?

A Naruto se le paralizó la mente y lo contempló con desconfianza.

—Con doncel embarazado, ¿quieres decir…?

—Tú, Naruto. Sin duda alguna, tú. Naru se levantó de la silla de un salto.

—¿Te has vuelto loco? ¿Eso ya se lo has propuesto a Kakashi?

—Naruto…

—Sabes lo que siento al respecto, Sasuke. No quiero hacerlo. No quiero ser la estrella de nada.

Él lo sujetó por los hombros.

—Tú eres la estrella de mi vida, Naruto. Tú eres el centro de atención. Ahora eres mi motivación para todo. Para trabajar, para comer, para sonreír, para cuidar mi salud. Tú ya estás en primer plano para mí, así que ¿no crees que ya es hora de dejar atrás el miedo y de ocuparte de lo que realmente te gusta?

Naruto emitió un sonido breve y emocionado y apartó la mirada, negando con   la cabeza con vehemencia.

—No. No puedo, Sasuke. Es demasiado. —Lo miró suplicante—. Por favor, no me hagas hacer esto. Las heridas son demasiado profundas. No puedo.

Él tragó saliva.

—Escucha, nadie te está presionando, ¿vale? Es solo que… te encantaba ser modelo y en vez de eso acabaste dirigiendo por ese miedo a acabar arrastrado a una batalla que tendrías que afrontar tú solo. Pero ahora no estás solo. Incluso si vas de cabeza a la batalla, estaré justo a tu lado, moviendo mi espada ante cualquiera que se atreva a interponerse en tu camino.

Naruto se rio al imaginarse la escena.

Él le devolvió la sonrisa, zarandeándolo con suavidad.

—Deja de tener miedo. Deja de pensar en el pasado. Se ha acabado. Ahora me tienes a mí y yo te tengo a ti. Y las cosas son diferentes. De verdad quiero que cumplas este sueño que abandonaste. Y si funciona, ¿quién sabe? Podrías cambiar de carrera y pasar de la dirección a ser modelo.

Naru apretó los labios, captando la confianza que había en sus ojos. Creía en él y estaba ahí para apoyarlo. Ya no estaba solo.

Los ojos se le anegaron en lágrimas.

—¿Estás seguro de que el anuncio funcionaría con un doncel tan embarazado?

—Si lo piensas, sería mejor.

Los labios de Naruto se curvaron en una sonrisa.

—Solo tú podías ser tan audaz… mejorando mi idea perfecta. El se rio.

—Me alegra ser de ayuda. —Cuando Naru no dijo nada y apretó la cara contra su pecho, él suspiró—. Yo creo en ti, Naruto. Sé que harás un trabajo fantástico.

***

Ese sábado Naruto se despertó y vio un vestido de verano amarillo brillante, planchado y con la etiqueta quitada. Lo miró agradecido. El gusto de ese hombre era exquisito. Se duchó rápido, se puso el vestido y lo encontró en la cocina, peleándose con una gran cesta de picnic.

—¿Qué haces?

—Te voy a llevar de picnic. Naru se rio.

—¿Se ha ido corriendo la señora Shizune después de prepararte toda la cesta de picnic para un sábado por la mañana?

Él se le quedó mirando.

—Oportunamente, hoy no ha venido a trabajar. Naruto miró la cesta.

—¿Has hecho tú lo que sea que hay en esa cesta?

—Sin duda alguna, sí.

Naru se estaba riendo cuando él cogió la cesta de picnic con un brazo y la manta con la mano contraria, y ambos salieron por la puerta.

—¿Tu chófer también está de baja? Deberías haberle llamado para que viniera. Él lo miró con los ojos entrecerrados.

—Me parece ofensivo que no confíes en que puedo llevar a mi novio dobe de picnic sin necesitar a la cocinera y al chófer. —Le sostuvo abierta la puerta del copiloto y Naru sonrió.

—¿De verdad él también está de baja?

—Sí. Él tampoco ha venido a trabajar hoy.

Naruto no se lo creyó ni por un instante, y cuando él se metió en el coche junto a Naru, en el lado del conductor, su expresión dejó claro que no estaba mintiendo.

—¿Estás listo?

—Sí. Vamos allá. —Se frotó el abultado vientre.

Sasuke estiró la mano para hacer lo mismo, deslizando la palma por encima.

—Me muero de ganas de que estén aquí.

El parque ya estaba lleno de familias y niños pequeños jugando por todas partes.

Sasuke encontró un lugar cerca de un árbol, extendió la manta y sacó un bote de crema solar del bolsillo.

—Creo que necesitarás esto. —Naruto lo cogió agradecido y luego sacó un gorro de la cesta de picnic—. Esto también lo necesitas.

Naruto se rio.

—Has venido preparado, ¿no?

—Siempre.

—Y este vestido es precioso.

—Te queda precioso a ti.

Naruto le sacó la lengua y se rio.

—Qué bien se te da complacer a tu novio.

Él bajó la vista y se rio como si tuviera alguna broma secreta de la que Naru no estuviera enterado.

—Complacer a mi novio.

—Sí. —Lo miró de cerca—. Estás tramando algo, ¿verdad? Él se quejó.

—Un hombre lleva a su novio de picnic y el novio piensa que está tramando algo sospechoso.

—Ay… —Naru sonrió—. No dudo de ti. Es solo que te conozco, teme —dijo con voz cantarina.

Sasuke se inclinó hacia un lado y le dio un beso en la cara.

—Vamos a comer. Me muero de hambre.

Naruto le ayudó a sacar las cosas de la cesta de picnic. Bocadillos, fruta troceada, zumo de naranja recién exprimido y pedacitos de pollo frito.

Comieron entre niños gritando y corriendo a su alrededor.

—Vaya, esto es muy alentador, ¿no? —bromeó Naruto cuando vio a un bebé llorando y pisoteando la hierba mientras su pobre papi doncel intentaba, fracasando estrepitosamente, hacerlo callar y alejarlo del césped del que no quería moverse.

Sasuke se rio.

—Muy alentador, mucho. Naruto sonrió.

—De repente tengo ganas de tener a mis dos niñas de dos años gritando a todo pulmón.

—Yo también —dijo él—. Me muero de ganas.

Naruto se echó a reír y Sasuke se inclinó para besarle el vientre antes de posar la cabeza sobre sus muslos.

Naruto le pasó los dedos por el pelo, observando a los niños, a las madres y papis extenuadas y a los despreocupados padres.

—¿Serás como uno de esos?

—¿Cómo? ¿Un padre? Supongo.

Naru se rio entre dientes.

—Ya sabes lo que quiero decir. De los que no se preocupan si sus hijos están destrozándolo todo. Aunque aquí todo lo que hay es hierba, árboles y bancos muy robustos.

—¿Crees que seré como ellos? Naruto abrió los ojos.

—Solo me estoy asegurando de que sabes que no es una posibilidad que seas como ellos. Tienes que ayudar.

Él suspiró.

—Si tú lo dices.

Naruto le agarró un puñado de pelo y se inclinó para besarlo en la boca, pero se olvidó del enorme bulto que había de camino. Sasuke se rio cuando Naru no consiguió inclinarse lo suficiente. Riéndose, levantó la boca hasta donde Naru alcanzaba.

—Gracias —dijo Naru con una carcajada.

—No hay problema. Es un placer ayudar.

—Entonces, ¿estás preparado para ser un padre que colabore?

—Si digo que no, ¿te negarás a tener un bebé conmigo? Naruto le golpeó de broma en el hombro.

—Qué cruel por tu parte que me restriegues que estoy indefenso. Él se incorporó y, riendo, apoyó la cara de Naru en su hombro.

—Te quiero. Y te prometo que seré un padre que colabore. ¿Contento?

—Ajá. —Entonces se mordió el labio—. Por cierto, gracias por el picnic. Es divertido y te has esforzado mucho.

—En realidad estaba intentando demostrarte que no soy un magnate inútil que ni siquiera puede llevar su propia comida a casa. Soy capaz de afrontar cualquier reto que se nos ponga delante.

—Nunca lo he dudado.

—Bien. —Suspiró y se echó hacia atrás, exhalando con fuerza—. ¿Has pensado en algún nombre para las niñas?

A Naruto se le iluminaron los ojos.

—No, ¿y tú?

—Hay un nombre que me gusta mucho… si a ti te gusta.

—Dime, no me tengas en vilo.

Se pasó la mano por el pelo, despeinándolo.

—¿Michelle?

—Mmm… Me gusta. ¿Qué te parece Himawari para la otra?

—Me encanta. De hecho, he pedido al equipo creativo que hagan una muñeca nueva que BubFun sacará en cuanto nazcan los bebés.

—¡Qué bonito! —Su consideración y su creatividad lo dejaron asombrado.

—Quiero dos muñecas casi idénticas en un paquete, y quiero llamarlas Michelle y Himawari.

Naruto se rio.

—Eso es… una locura y una maravilla, y solo se te podría haber ocurrido a ti.

—Quiero a mis tres chicos.

Naruto le cogió la mano y apretó los labios contra sus nudillos, dándole un beso cariñoso y sincero.

—Nosotros también te queremos.

Sasuke lo miró en silencio durante unos segundos y después tragó saliva.

—Te he traído aquí porque quiero pedirte algo.

—Dios mío. Otra vez no. Él se rio.

—Vale, esta vez es diferente. Espero que realmente lo disfrutes, pero ya sabes que soy un poco prepotente y todo eso, así que sin duda dudaría de mi propio criterio sobre este tema.

—Eres prepotente.

—Ya lo sé. Es lo que acabo de decir. Naru asintió.

—Está bien que lo sepas. Él sonrió.

—¿Puedo continuar?

—Adelante —dijo Naru como si prefiriera desvanecerse a escucharlo.

Él hizo una pausa durante un instante con la mirada recorriendo a toda prisa el picnic. Al final le cogió la mano con la suya y se acercó a Naru.

—¿Te quieres casar conmigo?

Naruto no oyó nada más que un fuerte zumbido mientras miraba fijamente sus ojos oscuros y lo vio tal y como lo había visto en España solo seis meses antes, contemplándolo desde la distancia, sonriéndole. Parpadeó varias veces y asintió con la cabeza, con las lágrimas amenazando con brotar.

—Sasuke...

—Sí o no, Naruto. ¿Te quieres casar conmigo?

Naruto se rio, pero las lágrimas le rodaron por las mejillas.

—Claro que me casaré contigo.

Se lanzó a sus brazos y él le devolvió el abrazo, dándole besos en las mejillas mientras sus brazos lo rodeaban con fuerza.

Un fuerte instinto protector le recorrió el cuerpo y tomó varias bocanadas de aire, deseando absorber a Naruto.

—No me imagino vivir sin ti.

Naruto apretó los labios para intentar calmar los sollozos y se echó hacia atrás, sorbiéndose la nariz, riendo y llorando al mismo tiempo.

—¿Lo ves? Sabía que estabas tramando algo.

Él se llevó la mano al bolsillo, sacó una caja negra y la abrió.

—Espero que te guste.

Naruto volvió a sollozar al ver el anillo, indescriptiblemente bonito; el diamante grande y brillante era sofisticado y espectacular.

—Si no te gusta, podemos ir a elegir otra cosa.

—¿Estás loco? Es precioso y… perfecto. —Levantó una mano hacia él—. Vamos a ver cómo queda.

Riendo, sacó el anillo de la caja y lo deslizó en su dedo.

—Voilà. Te queda perfecto.

—Has dado en el clavo. Él hizo una mueca.

—En realidad tomé prestado uno de tus anillos para asegurarme de que compraba el tamaño adecuado.

Naruto se rio.

—¿Cuándo compraste el anillo?

—Mmm… ¿Te acuerdas del evento benéfico al que fui para el orfanato? Naruto frunció las cejas.

—Ah sí. Me acuerdo de esa noche. La noche en que te vieron con esa modelo japonesa.

Una sonrisa se dibujó lentamente en la cara de él.

—Sí. Bueno, pues ese fue en día en que decidí que quería ponerte un anillo en el dedo.

—Creí que me estabas engañando aquella noche.

—¿Qué?

Naru se rio para restarle importancia al asunto.

—Llegaste muy tarde y después te fuiste a dormir a la otra habitación. A la mañana siguiente vi tu foto con esa diosa japonesa, ¿qué esperabas que pensara?

—¿Estabas celoso?

Naruto quiso darle un puñetazo.

—Sí, estaba muy celoso.

Sasuke lo volvió a atraer hacia su pecho, rodeándolo con los brazos y manteniéndolo cerca.

—Soy todo tuyo. Y no tienes que estar nunca celoso de nadie ni de nada.

—Ajá —murmuró contra su pecho, cerrando los ojos y deleitándose en sus preciosas y maravillosas palabras.

—Pronto serás mi doncel.

Naruto sonrió y levantó la vista hacia él, feliz.

—Y tú pronto serás mi marido.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).