Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Naruto miró por la ventanilla del coche en silencio mientras iban de camino a casa.

Sasuke miraba fijamente la carretera. Simplemente estaba contento de que Naruto hubiera accedido a ir a casa con él después de que Karin se marchara. Asqueado, también se dio cuenta de que eso no era ninguna victoria. Naruto no tenía ningún otro sitio al que ir.

No tenía familia y había dejado su apartamento. Y con su embarazo de alto riesgo, no tenía más opción que no decir nada. Odiaba que estuviera indefenso. Odiaba no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento porque estaba luchando contra sus propios demonios. No quería que estuviera indefenso y sin opciones, pero eso era evidentemente la única razón por la que Naruto aún seguía a su lado y estaba dirigiéndose a su casa.

—¿Podemos hablar de esto? —intentó preguntarle.

Naruto no apartó la mirada de las vistas que pasaban a toda velocidad por la ventana.

Al ver que no hablaba, Sasuke no lo presionó.

Cuando llegaron a casa, Naruto entró en la habitación y cerró la puerta tras él.  Sasuke no quería agobiarlo, sobre todo porque no sabía qué hacer. Estaba atrapado y tan sorprendido como Naru. La única diferencia era que Naru no era el que se había equivocado, era él. Había cometido un error terrible, horrible.

Lentamente, entró en la habitación adyacente a la que compartían y se sentó en el borde de la cama. Le sonó el teléfono y cuando lo cogió su mente fatigada se quedó inmóvil por las noticias que recibió.

Dos horas después, el ama de llaves llamó a la puerta. Sorprendido, Sasuke levantó la mirada. Llevaba horas sentado exactamente en la misma posición.

—¿Sí?

—La comida está lista.

Sasuke se dio cuenta por el tono amable del ama de llaves de que había adivinado que algo iba mal.

—Gracias, señora Shizune. Puede tomarse el resto del día libre.

Sasuke cogió la bandeja de comida que había preparado el ama de llaves antes de marcharse y llamó a la puerta de la habitación de Naruto. Al ver que no respondía, entró. Estaba tumbado de lado en la cama con unos pantalones cortos ajustados de color gris y una camiseta que le quedaba grande.

—¿Naruto?

Se movió ligeramente, pero no se giró.

—¿Sí?

—Tienes que comer.

No opuso resistencia. Al parecer pensaba que, pasara lo que pasara, los bebés eran lo primero.

Él le tendió un plato de trozos de pollo pequeños y Naruto mordisqueó uno. Poco después, apartó el plato.

Sasuke se levantó.

—He estado pensando en ello.

Naruto respiró con dificultad; la expresión de su cara dejó claro que no estaba preparado para afrontarlo, y que tal vez nunca lo estuviera.

—No te fui infiel, Naruto. Te lo juro. Naruto suspiró.

—Eso ya lo sé. Su embarazo está mucho más avanzado que el mío, lo cual quiere decir que la conociste antes de conocerme a mí.

Sasuke sintió que le quitaban un peso de los hombros.

—¡Menos mal!

Naruto sonrió afligido.

—Eso no cambia el hecho de que está embarazada de ti y de que, por supuesto, si lo hubieras sabido, te habrías quedado con ella.

La irracionalidad de esa afirmación lo paralizó.

—Nunca —siseó. Tomando sus frías manos con las suyas, se encogió cuando Naru hizo fuerza para soltarse—. Escúchame. —Tiró más fuerte de su muñeca y consiguió obligarlo a que lo mirara a los ojos—. Nunca habría elegido a nadie más que a ti. No te elegí porque estuvieras embarazado. Te elegí por... ser tú.

—Puedes decirlo, pero es difícil de…

«Creer». Él suspiró, asintiendo.

—Ya lo sé. Lo he arruinado todo por completo. Pero lo arreglaré. Naruto apretó los dientes.

—Deja de decir eso. No puedes arreglar eso. Esto se va a quedar con nosotros. Conmigo. Contigo. Porque ese bebé va a nacer en cualquier momento y lo verás, y querrás a ese bebé antes de querer a las nuestras. —Rompió a llorar—. Ya nada es mío.

—No. —Le pasó las manos por el pelo con impotencia, deseando que dejara de llorar. Pero sabía que habría destrozado por completo su fe en él—. Por favor, Naruto. Ayúdame a arreglar esto.

—No sé cómo, Sasuke.

Sasuke lo miró, perdido y confuso.

—Quédate conmigo. Todavía no sé cómo, pero voy a arreglar esto.

—Puedes intentarlo —dijo Naru desanimado.

Posteriormente Sasuke se levantó.

—Voy a volver al hospital, Naruto. Naruto se giró con el ceño fruncido.

—¿Por qué?

—Me ha llamado el médico de Karin. Acaba de dar a luz.

La cara de Naruto se retorció de angustia y bajó la mirada al suelo. Él le agarró los brazos y lo zarandeó con suavidad.

—Voy a pedir una prueba de paternidad. Naruto ahogó un sollozo que salió solo.

—Déjame solo.

***

Tres días después Naruto se despertó en una cama vacía. Miró hacia el lado de la cama donde no había dormido nadie una vez más, sin añorarlo por primera vez desde que se conocieron. No soportaba mencionar lo que pasaba con el bebé de Karin y tampoco podía ignorar por completo la aplastante verdad.

Él no había negado que pudiera ser su bebé y, sinceramente, el hecho de que Karin hubiera aceptado tan fácilmente que hiciera una prueba de paternidad no lo hacía estar muy optimista con respecto a los resultados.

Así que Naruto tenía dos opciones: o bien olvidarlo todo porque técnicamente no lo había engañado y le había dado una cantidad increíble de apoyo y de amor, y quería casarse con él; o podía simplemente olvidarse de sasuke.

Se quedó mirando el anillo que tenía en el dedo. ¿Cómo iba a ser capaz de aceptar algo así? Su relación había estado abocada al fracaso desde el principio. Una parte de Naru sabía que esa deducción se debía en gran parte a las hormonas del embarazo que estaban jugando con él, pero había estado estresado al máximo con una cosa o con otra.

Solo quería estar libre de todo eso. Quería escapar.

Por el momento, el hecho de que Sasuke le estuviera dando todo el espacio que quería le resultaba de ayuda. Cuanto menos veía su cara u oía su voz, menos echaba de menos la relación que había tenido con él. Era completamente evidente que por mucho que lo intentara, nada volvería a ser lo mismo.

Naru entró en el salón y él levantó la vista del teléfono móvil.

—Hola —dijo sin mirarlo a los ojos.

—Hola, Naruto. ¿Cómo te encuentras?

—De maravilla —dijo Naru con énfasis.

Sasuke se frotó los ojos y cuando volvió a levantar la vista, Naruto estaba mirando la pantalla de la televisión con los ojos como platos.

—¡Sube el volumen! —dijo con apremio.

Sasuke hizo lo que le pidió, mirando un poco más tarde la pantalla donde aparecía una foto de él y de Naruto mientras un presentador ridiculizaba su vida privada.

«...anunció el compromiso de Sasuke Uchiha con Naruto Namikaze hace dos semanas, y hoy tenemos la última exclusiva. Naruto presuntamente había sido hospitalizado y el motivo que se le atribuye a su ingreso es el hecho de que la ex novia de Sasuke Uchiha, y esto se pone interesante, Karin Hebi, acaba de dar a luz a un bebé que, según afirma ella, es hijo de Sasuke Uchiha».

—Esa estúpida… —Caminó hacia Naruto y lo giró para que lo mirara—. Mírame.

¡Escúchame! ella no significa nada para mí. No significó nada. Tú eres todo lo que quiero. ¡Naru para mí no significa nada!

Los labios de Naruto se curvaron en una sonrisa sarcástica mientras sus ojos se anegaban en lágrimas.

—¿Acaso importa? No tiene que significar nada para ti para ser la madre de tu hijo.

—No digas eso. ¡No dejes que esto nos destruya! Naru se soltó de él.

—Ya ni siquiera te conozco, Sasuke. ¿Por qué tuviste que acostarte con ella? — gritó lastimosamente, odiándose, odiando lo débil que era, odiando el hecho de que adorara su cara, su tacto y su voz. Quería hundir la cara en su pecho y rogarle que arreglara su corazón. Era una súplica irracional, ya que él era el que lo había hecho pedazos.

Él lo rodeó con los brazos, obligándolo a quedarse quieto.

—Lo siento. Lo siento mucho. Nunca quise hacerte daño. Te quiero, Naruto. Te quiero, dobe.

—Esto se quedará con nosotros para siempre —lloró con voz ahogada contra su pecho.

—No. No dejaré que ocurra. Lo eres todo para mí. Eres todo lo que quiero. Ojalá pudiera decir que ella mentía para poder hacer que todo esto desapareciera. Pero ayúdame a afrontar eso, dobe. Ayúdame, por favor.

Naruto cerró los ojos con fuerza y sus sollozos se detuvieron al instante. Agarró la camisa de él con las palmas de las manos, aferrándose a él y respirando profundamente.

—Ayúdame, por favor —le volvió a suplicar él, y su voz se quebró ligeramente cuando lo dijo.

Naruto deslizó los brazos alrededor de su cintura y se aferró a él, y la batalla quedó enterrada en su mente. Aún estaba roto, aún estaba herido, pero no se había dado cuenta de la cantidad de estrés a la que estaba sometido él. Se había estado arrastrando por el suelo intentando hacerlo feliz desde el día en que se conocieron, y Naru no había hecho nada.

¿Qué le había dado el? Naru solo había recibido. Naru era el único que se beneficiaba de esa relación. Era el chico herido, con defectos y con un pasado doloroso, y sasuke lo había aceptado, lo había arreglado, había hecho que fuera mucho más de lo que él creía que podía ser. Y Naru no le había dado nada.

—No quiero que me perdones —le dijo él al oído—. Lo único que quiero es que te quedes a mi lado y me ayudes a afrontar esto. Yo  solo quiero una familia contigo. Nada más. Solo quédate conmigo. Haré todo lo que pueda para hacerte feliz.

***

Las cosas parecían mucho mejor después de aquel día, pero solo en ciertos aspectos. Podían hablar sin que Naruto le contestara mal, para empezar. Sin embargo, Naruto todavía evitaba charlar con él. Se estaba secando el pelo con una toalla cuando lo oyó hablar enfadado por teléfono, y cuando Naru le preguntó, él se pasó los dedos por el pelo.

—El laboratorio quiere que vaya a hacerme otra prueba de ADN. La última estaba contaminada.

Naruto asintió, pero estaba gritando por dentro. Solo él sabía lo larga que había sido la espera de los resultados durante cinco días, y ahora todo empezaba de nuevo.

Se quedó tumbado en la cama el resto del día, solo, sensible y a punto de rendirse.

Todo había sido demasiado bueno para ser cierto. La primavera de su vida, tener bebés, estar prometido, estar enamorado… todo se había acabado. No sabía cómo les iría a sus bebés cuando nacieran. Los médicos aún lo tenían bajo un control constante. Sin duda alguna no estaba pensando en casarse. Y la parte de estar enamorado… bueno, aún estaba enamorado locamente, pero no estaba seguro de que pudiera funcionar teniendo en cuenta las circunstancias.

Estaba intentando ser normal, actuar normal, pero su salud estaba cediendo. No tenía energía, no podía trabajar, y sabía que se debía más al estrés al que estaba sometido que al propio embarazo.

Su siesta se vio interrumpida cuando Sasuke lo movió con delicadeza.

—Eh, ¿estás bien, dobe?

—¿Qué ha pasado?

Él se sentó al lado de su cadera.

—Estabas gimoteando mientras dormías. —Le puso la mano en la frente—. Tienes un poco de fiebre.

—Me encuentro bien —mintió.

—¿Qué has comido?

Naruto evitó su mirada. Puede que él hubiera traicionado su amor, pero los bebés no le habían hecho nada.

Él salió disparado de la habitación, y cuando volvió dos minutos después, le tendió un cuenco de ensalada de fruta.

—Acábate esto en dos segundos. Estoy muy harto de esto —le espetó.

Naruto lo contempló boquiabierto, mirándolo a los ojos por primera vez en cinco días, y su familiar predominio llenó toda la habitación.

—Entiendo que estés enfadado conmigo, pero yo estoy igual de sorprendido que tú por este giro de los acontecimientos. Y si lo piensas, Naruto, no comer y matar de hambre a nuestros bebés que, por si lo has olvidado, en realidad no están completamente bien, raya lo repugnante. Yo también estoy luchando. Yo también estoy aterrorizado, pero al menos estoy cumpliendo con mis responsabilidades. Porque te quiero. Parece que no solo te has olvidado de mí, a quien supuestamente querías, sino también de tus hijas.

Naruto tragó saliva para pasar la repentina sequedad que sentía en la garganta y que lo estaba ahogando.

—No me sentía bien, así que cerré los ojos y acabo de despertarme ahora. No me he quedado sin comer a propósito —dijo lentamente.

Sasuke apretó los ojos y suspiró.

—Lo siento.

Naruto le miró la cara con recelo. Parecía que no hubiera dormido en días. Tenía sombras oscuras debajo de los ojos y había perdido peso. ¿Cómo no se había dado cuenta? Las finas líneas que tenía alrededor de los ojos antes no las tenía, y los cambios que vio en él y que le hacían parecer demacrado le encogieron el corazón.

Cuando él estuvo en la puerta, Naru alzó la voz, incapaz de detenerse.

—Sí que te quiero, Sasuke. —Se le quebró la voz—. Lo sabes, ¿verdad? Suspiró.

—Ya lo sé. Yo también te quiero.

Naru asintió y las lágrimas le rodaron por las mejillas mientras él salía de la habitación.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).