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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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— Por favor, ¿vas a dejar de hablar de esto? Ino resopló con un dolor fingido.

—¿Por qué? Solo necesito saber cosas, ¿sabes? Vosotros habéis estado hablando durante un buen rato y…

—Y yo no quiero hablar de eso —la reprendió Naruto de buen humor—. ¿Vale?

—¿Adónde te va a llevar esta noche?

Naruto suspiró. Ino era un caso perdido. Siempre era muy habladora e indescriptiblemente intrusiva.

—No lo sé, Ino. No le he preguntado a dónde quiere ir ni lo que quiere comer ni lo que se va a poner.

—¿Pero estás seguro de que es una cita de negocios?

—¡Sí! —mintió Naruto, deseando que su cara no lo delatara.

—Pues vale. Me voy a mi habitación a aburrirme y no hacer nada mientras tú sales a hablar con ese cliente tan guapo.

Naruto se alegraba de que Ino se marchara. Estaba demasiado nervioso para tener que lidiar con su habladora amiga. Cogió su bolsito, se puso el abrigo sobre el vestido de doncel plisado azul cobalto y se soltó el pelo. Mirándose al espejo, le asintió a su maquillaje casi imperceptible, un tono rosa en los labios, y salió de la habitación del hotel hacia el recibidor.

Llegaba diez minutos pronto y miró alrededor del recibidor en busca de un lugar cómodo donde sentarse a esperarlo, pero entonces vio a Sasuke levantarse de una zona cómoda del sofá con una sonrisa en la cara. El corazón le latió con fuerza con la mirada que le dirigió. Esperaba estar tranquilo y compuesto cuando lo viera, pero no lo estaba. Él lo había besado en la mejilla antes. Ya nada era profesional. Lo estaba llevando quién sabía adónde. Era una cita muy, muy poco profesional.

—Hola —dijo Naruto con nervios—. Llegas pronto.

—No quería hacer esperar a mi doncel.

«Mi doncel. Qué encantador. ¡Mujeriego!». Intentaba estar enfadado, pero no lo conseguía. Ya era demasiado bueno controlándolo. Y a naru le aterrorizaba que fuera perfectamente capaz de manipularlo como quisiera, como a una marioneta. Simplemente podía hacerlo. Sin siquiera intentarlo.

Él lo guio fuera del hotel hasta la limusina. El conductor mantenía la puerta abierta al tiempo que él le tocaba lentamente la espalda para guiarla dentro. Naruto se deslizó dentro del lujoso interior y respiró hondo mientras él se unía. Cuando él le dio instrucciones al conductor en italiano, naru se ahogó en el delicioso sonido de su acento mientras ese idioma magnífico y exótico salía rodando de sus labios como si fuera líquido. Quería atraparlo con su boca.

Él se giró hacia naru.

—¿Y qué has estado haciendo todo el día?

—Estuve en la conferencia otra vez, solo un par de horas. Tenía que ver a otro cliente.

—Oh… —Sasuke lo miró con cautela—. ¿Ha ido bien? naru se encogió de hombros.

—Nos vamos a reunir mañana para hablarlo de nuevo. Sasuke parecía curiosamente celoso.

—¿Te va a llevar a cenar? Naruto se rio en bajo.

—¿Puedes al menos intentar ser un poco más sutil?

—Lo siento. Soy bastante directo con las cosas; el engaño no es mi punto fuerte.

—Me alegro de oír eso —dijo naru con suavidad. Él sonrió.

—¿Entonces qué es? ¿Una cita para cenar?

—¡No! —Naru se rio—. Tenemos una reunión programada mañana por la mañana en su oficina.

—Vale, suena bien. Avísame si necesitas ayuda. Naru asintió.

—Creo que soy perfectamente capaz de coger un taxi hasta su oficina y después volver a mi hotel.

Él sonrió.

—Entendido.

Hablaron sobre cosas aleatorias relacionadas con la conferencia hasta que el coche se detuvo y Sasuke lo condujo fuera. Una larga cola fuera de una discoteca hizo que Naru entrecerrara los ojos.

—¿Vamos a entrar ahí? —preguntó Naru.

Él asintió, cogiéndole la mano como si tuviera el derecho para hacerlo. Lo guio hasta el lateral del edificio, donde las puertas se abrieron para ellos, y Naruto se vio en un balcón situado por encima de la enorme pista de baile que había debajo.

—¡Vaya! Esto es genial.

—Lo es —admitió él.

—¡Sí! — Naru giró la cara hacia él, hablando más alto y acercándose para que pudiera oírlo con la estridente música—. Creía que me iría de España sin echar un vistazo a la vida nocturna.

Él deslizó el brazo por su cintura y, por primera vez, Naruto disfrutó del momento sin ponerse nervioso ni preocuparse por lo que podía parecer. Maldita sea. Estaban en una cita. No tenía sentido seguir negándolo.

***

Él lo condujo a una zona VIP donde había varios grupos de gente sentada y charlando, y la música se oía menos por el cristal que la separaba del resto de la discoteca.

 —¿Habías estado aquí antes?

—Sí. —Él extendió las manos sobre su abrigo y lo deslizó por sus brazos con una respiración entrecortada. El escote del vestido cobalto era modesto, pero se ajustaba a tus curvas voluptuosas.

—Dios, estás precioso —dijo él sin vergüenza.

—Gracias. Tú tampoco estás mal.

—¿Por qué no reservaste algo de tiempo para la vida nocturna cuando viniste aquí?

—Bueno, lo primero es que tenía tantas reuniones que no tenía tiempo. Lo segundo es que iría si tuviera buena compañía. Ino no es una buena pareja con la que salir a beber en un país extranjero. Es bastante difícil aguantarla en casa.

Él se rio.

—¿Quién es Ino?

—Mi amiga. También es mi compañera de trabajo. Estaba en el discurso, ¿te acuerdas? ¿La rubia con pecas?

Él agitó la cabeza.

—No vi a nadie más que a ti en ese discurso.

Naru sonrió y le golpeó en el brazo de forma juguetona.

—Deja de hacer eso. Él sonrió.

—Continúa. ¿Por qué no podías salir con Naru?

—Porque a Ino le encanta beber. A mí también, pero se pasa y a veces tengo que pedir ayuda a alguien porque se desmaya en la discoteca.

—Vaya.

—Exacto. No estaba preparado para tener esa responsabilidad en mis manos en España. No va a pasar. —El camarero le dio una copa de champán y Naru se rio de forma nerviosa—. ¿Qué estamos celebrando?

Él se acercó.

—Celebramos… que tu agencia ha asegurado el contrato con BubFun. Naru se quedó inmóvil.

—¿Estás de broma?

—No.

A Naru le cambió el gesto y empezó a mirar fijamente la copa mientras él las chocaba y esperaba a que Naru gritara de alegría.

Pero no hizo nada de eso. En todo caso, parecía horrorizado de forma positiva.

—Has… No tenías que darle el contrato a mi agencia solo porque querías volver a verme.

Él sacudió la cabeza.

—Naruto, no haría eso ni en un millón de años.

—No, pero… Dios mío… — Naru se agarró la cara después de dejar la copa—. Por eso no quería salir de la esfera profesional. Esto está muy mal.

—Oye. —Él le cogió la mano y se lo acercó, apretándola entre las palmas y frotándola ligeramente. Naru pareció calmarse al instante mirándole la cara—. Vale, tengo que confesar algo.

—¿Qué? Él suspiró.

—Estaba tan ocupado mirándote mientras dabas el discurso que no he escuchado ni una palabra de lo que has presentado para el anuncio.

Naru negó con la cabeza.

—¿Ves? Esto ha sido una idea horrible. Debería… debería irme de aquí.

—No, escúchame. He pasado toda la mañana repasando la presentación que nos enviaste por correo electrónico, lo he hablado con mi gente y todos piensan que es un concepto fantástico. Por eso estoy de acuerdo.

Naruto respiró hondo.

—¿Lo prometes? Él se rio en bajo.

—Lo prometo

—Vale.

—Vale. —Él le pasó la copa otra vez y las chocaron—. Por nosotros.

—Por nosotros.

Su deseo por el aumentó aún más mientras daban un sorbo al champán.

—¿Bailas?

—¿Si bailo? A veces.

—Vamos. —Él se levantó y extendió la mano.

Naruto sonrió mientras la conducía por las escaleras hasta el centro de la pista de baile, poniendo las manos de Naru sobre sus hombros al tiempo que él lo agarraba de la cintura. El sitio estaba animado con el ritmo de la estupenda música que sonaba. Él lo guiaba ajustando las manos alrededor de su cintura y, cuando le cogió las manos para hacerlo girar, deslizó las manos desde sus muñecas hasta sus codos y después hasta sus hombros.

Naruto le mantenía la mirada, él le acarició la mejilla con los nudillos para retirarle el pelo de la cara. Naru estiró la mano sobre su mejilla de forma sensual, haciendo que el calor viajara a través de su cuerpo, endureciéndole el miembro y poniéndolo alerta al instante para recibir más. Él iba a tomarse su tiempo, a disfrutar del contacto, del aspecto que tenía Naru con el rubor rosado en las mejillas. No tenía prisa.

Naru no intentaba decir nada. No podría escuchar las palabras con esa música de todas formas. Además, parecía estar tan absorto en el momento como él. Aunque otros cuerpos bailaban y se mecían a su alrededor, eran invisibles para él. Él le agarró la mejilla, cediendo al ansia de frotarle suavemente el labio inferior con la yema del pulgar. Naruto gimió en alto mientras él le arrastraba el labio inferior hacia abajo descubriendo sus dientes.

Un arrebato de lujuria lo agarró con sus implacables tentáculos. El calor le recorrió el cuerpo, sus muslos se tensaron y deseó besarlo. Quería que su lengua se enredara con el sabor de su boca. Con la urgencia alimentándolo, se inclinó y presionó los labios sobre su mandíbula mientras el cuerpo de Naru temblaba al agarrarlo. Él respiró acaloradamente en su oído mientras los hombros le temblaban por la tensión de la contención.

—Tu cuerpo está hecho para mis manos —susurró con fuerza para que lo escuchara con la música.

Naruto frenó con la música todavía sonando, pero su cuerpo se derretía en sus  manos. Le rodeó el cuello con los brazos y acercó el cuerpo al de él. La erección dura y abultada se clavó en su ombligo. Naru gimió y puso la boca en la curva de su cuello, expandiendo el pecho al respirar profundamente.

Sus cuerpos no respondían a ningún ritmo, pero oscilaban ligeramente. Él presionó la frente sobre la de Naru, deslizando las manos por su espalda y deteniéndose justo sobre sus caderas antes de volver a subir. Naruto echó la cabeza hacia atrás y se agarró a su cuello, y él puso los labios sobre la suave línea de su garganta. Con la boca trazó un camino desde la garganta hasta la oreja. A Naru se le escapó un fuerte jadeo cuando él le mordió el lóbulo.

Sasuke lo sujetó más cerca ajustando el brazo alrededor de su cintura y haciendo espacio para él entre sus piernas. Parecía que Naru estaba a punto de perder el equilibrio, pero él no lo dejaría caer.

Antes de que Naru pudiera sucumbir al ansia de hacer algo inapropiado en la misma pista de baile, le cogió la mano y lo alejó del baile por un pasillo más apartado. Era lo más lejos que podía ir antes de sucumbir al deseo, y presionó la espalda de Naru contra la pared.

—Naruto… —susurró él, sujetándole la cara entre las palmas de las manos. Naru esperó, jadeando.

—¿Tienes idea de lo que le haces a mi cuerpo? Naruto le agarró los bíceps.

—¿Tienes idea de lo que le haces tú al mío?

Él bajó la boca bruscamente, tomando la de Naru en un beso ansioso que les dejó sin aliento. Naru gemía en su boca y las vibraciones del sonido resonaban en el cuerpo de él. Él le mordió el labio inferior suavemente, después el labio superior, acariciando, memorizando esa boca voluptuosa que sabía a gloria y que se sentía aún mejor.

Cálidos fragmentos de lujuria le recorrieron el cuerpo, le tensaron los abdominales, le abultaron el miembro, avanzando con ardor mientras le agarraba la cara.

Naruto deslizó las manos por su cuerpo mientras él le devoraba la boca. La posesión de sus labios era frenética, casi castigadora, intentando reparar el tiempo que Naru le había hecho esperar. Sus bocas estaban hechas para bailar con una sincronización perfecta, moviéndose de forma fluida, encontrándose con la lujuria del otro y, cuando sasuke puso la lengua sobre su labio superior, Naru perdió el control. Naru arrastró las manos hasta sus caderas y él gruñó en su boca, apretando su miembro contra Naru para mostrarle el efecto que tenía sobre él.

Sasuke le soltó la cara y Naru sumergió la lengua atrevidamente en su boca. A él lo recorrió la satisfacción. La avidez de Naru era igual a la de él. No era el único que estaba perdiendo el control y volviéndose loco con la química sexual que había entre ellos. Todo lo que Naru hacía era intenso. Sus pequeñas manos sobre sus caderas lo acercaban mientras enredaba con atrevimiento su lengua con la de él.

Él interrumpió el beso un instante y Naru gimió quejándose y entrecerrando los ojos. Su expresión le hizo sonreír entre fuertes jadeos.

—No voy a ninguna parte. Ten paciencia.


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