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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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—¡Oh, Dios mío! —gritó Ino al tiempo que salía de la sala de reuniones junto a Naruto.

—Shhh. Cállate —susurró Naruto.

«Confía en Ino para que una situación incómoda sea todavía más incómoda».

—¡Te ha pedido salir!

—Shhh. Cállate, Ino —susurró el enfadado con los dientes apretados.

—¿Naruto?

Su voz lo paralizó y naru se giró con una sonrisa mientras Sasuke permanecía ahí con el brazo extendido hacia el.

—Naruto, me gustaría presentarte de manera informal a mi director de marketing y buen amigo Suiguetsu.

Naruto extendió la mano y saludó a Suiguetsu educadamente, calmando su ataque de nervios.

—¿Qué te ha parecido el discurso, Suiguetsu? —le preguntó Sasuke, desesperado por exculparse por parecer tan poco atento durante la presentación.

Suiguetsu lo miró y naru se alegró de que al menos él fuera profesional.

—Creo que es un concepto muy prometedor. Es creativo y diferente. Inusual. Nos gusta lo inusual. Es lo nuestro.

Naruto sonrió, animado por el comentario.

—Me alegro mucho de saber eso. —Por fin. Al menos alguien tenía algo que decir sobre su duro trabajo.

Entonces Sasuke puso su enorme mano con calma y de forma posesiva sobre la zona baja de la espalda de naru, se disculpó por Suiguetsu y la mente de Naruto se esfumó.

—Me gustaría hablar contigo a solas. Por aquí, por favor.

—Hmmm, vale. —Naruto no podía evitar la perturbadora sensación de que estaba haciendo algo malo al ir con él. Aunque él quería quedarse a su lado para seguir sintiendo su mano sobre su cintura, había unos límites de poca profesionalidad que no quería cruzar.

Después de caminar juntos varios metros más por el local, por fin naru se detuvo y se puso frente a él. Mala elección. Cuando él se detuvo, él estaba a solo un metro de su cara. Sus labios preciosos y cincelados estaban a treinta centímetros de los de naru.

—¿Está todo bien? —preguntó naru, preocupado por un momento.

—Sí, está todo genial.

—¿Entonces por qué hemos tenido que venir hasta aquí solo para hablar?

En respuesta, Sasuke se rio y el sonido profundo de su garganta hizo que sus costillas se apretaron alrededor de sus órganos para que no explotaron de delirio.

—Porque sí.

Naruto apartó su lado profesional por un instante. Sin duda, a él no le interesaba ser profesional.

—¿Porque sí? Estoy seguro de que puedes darme una buena razón. Sasuke apretó los labios, lo liberó y lo miró con intensidad.

—Vale, te diré la verdad. —Cuando naru esperaba oír su excusa, se dibujó una leve sonrisa en los labios de él y lo desafió con sus ojos misteriosos. Él inhaló bruscamente.

—Tengo que llevarte a un sitio que no sea tan oscuro y lúgubre.

La confusión de Naruto sacó lo mejor de él. Naru arrugó la cara, olvidando que era uno de los mayores clientes que habían tenido jamás, olvidando que tenía mucho que ganar al asegurar ese contrato, olvidando que eso era una reunión profesional y que su empresa no lo había enviado hasta Madrid desde Nueva York para jugar con ese tío.

—¿Por qué?

—Porque necesito un lugar con buena luz para ver el color de tus ojos.

Naruto se resistió, pero no podía contener su atracción por ese hombre. ¿Qué diablos estaba pasando? Ardía por dentro por la excitación, la alegría y el deseo por ese hombre tan seguro y maravilloso que sin duda era demasiado honesto para mentirle aunque la situación fuera tan inapropiada.

Entonces le golpeó un aviso desalentador: ese hombre era un mujeriego.

Todas las mujeres  y donceles de entre dieciséis y noventa años conocían a ese hombre, y no, no era por ser el mayor fabricante de juguetes de los Estados Unidos. Desde que apareció en un reality show en el que las mujeres y donceles intentaban que él las eligiera, se había convertido en un nombre conocido, en un símbolo sexual.

También había ganado mala fama por dejar a la finalista a unas semanas de que terminara el programa. Afortunadamente, ese recuerdo lo ayudó a recobrar su profesionalidad y a eliminar la sonrisa aniñada de la cara. Justo a tiempo. Naruto Namikaze no era como otros donceles. No estaba preparado para caer rendido a sus pies y jadear su nombre de forma ardiente. De ninguna manera. Podía estar acostumbrado a que las mujeres y donceles le cayeran por la izquierda, por la derecha y por el centro, pero él no era uno de esos donceles. Sin duda, era guapísimo. Sin duda, era uno de los solteros más deseados del país por su aspecto y su dinero. Pero nada lo impresionaba lo suficiente para destruir su dignidad. Él era muchas cosas, pero no era fácil. Y la curiosidad que él tenía por el color de sus ojos de pronto no era tan aduladora.

—¿Disculpa? ¿Quieres llevarme a otro sitio para ver el color de mis ojos? La severidad de su tono solo parecía hacerle sonreír más.

—Me está volviendo loco. No son azules, no son celestes. Y este puto local es tan oscuro que cualquiera pensaría que se celebraba un funeral y no un evento de negocios.

Él se rio entre dientes cuando Naruto resopló ante ese comentario indignante, fuera de tono y poco respetuoso y miró alrededor. Afortunadamente, nadie lo había oído.

—¿Por qué esa obsesión con mis ojos? Esto es una reunión profesional, ya lo sabes.

—Sí, por eso te he preguntado qué haces esta noche, para que podamos vernos de forma no profesional.

Naruto contuvo una sonrisa. Era muy difícil mantenerse indiferente a él. Era adorable, pero notaba que su poder y su severidad estaban atados.

—¿Tienes alguna idea de lo inapropiado que es esto?

—Sí. Pero tampoco me importa porque esas reglas las han puesto las personas y, para ser honesto, no me importa lo más mínimo cómo espera la gente que me comporte.

«Ohh. Un rebelde. Como yo». Estaba enganchado.

—Nunca lo había visto así, y soy una persona a la que le encanta desafiar las normas.

Él debía de haber visto su expresión reacia porque su sonrisa se hizo más amplia.

—¿En serio? Sería muy divertido salir juntos, ¿no crees? ¿Qué haces esta noche? Naru se rio entre dientes.

—Me iré a la cama. Solo. Y temprano.

—Me gusta que te vayas solo. No me gusta que te vayas temprano.

La sonrisa de Naruto se heló y una corriente cálida de lujuria se escapó de su control al golpearlo. Naru respiró profundamente y se urgió a decir algo, pero su lengua no cooperaba. Aunque lo hubiera hecho, su mente no era capaz de darle ninguna orden en poco tiempo. Porque la forma en la que él lo miraba era un espejo de todo lo que el sentía. Lujuria intensa. Avidez. La química sexual estalló entre ellos al tiempo que naru olvidaba dónde estaban y por qué estaban ahí.

Por fin, él respiró hondo e interrumpió el contacto visual.

—Si estás ocupado esta noche, ¿qué te parece mañana por la noche?

—No sé mañana. —Naru sonrió lentamente mientras su cabeza le gritaba que dijera que sí. Pero el profesional que había en él se negaba a ser parte de ese indescriptible absurdo. Y tenía la sensación de que él estaba acostumbrado a que los donceles le dijeran que sí sin dudar. Sin embargo, él parecía divertirse con la situación.

Justo cuando Naru pensaba que había logrado su misión de rechazarlo educadamente, un hombre que hablaba en italiano los interrumpió. Sasuke le respondió en inglés y el hombre captó la indirecta, disculpándose por sus malos modales e incluyéndolo en la conversación.

Diez minutos más tarde, cuando el hombre se alejaba, Naruto estaba preparando una forma de utilizar la oportunidad para excusarse cuando Sasuke señaló con emoción.

—Vaya, mira. Ese rincón está muy iluminado. Vamos ahí.

Su entusiasmo infantil y el infinito interés por descubrir el color de sus ojos lo conquistaron. Naru se rio y sasuke se rio con él.

Sasuke no parecía un hombre que se rindiera fácilmente. Por más que naru intento rechazarlo y aplacar su interés, parecía que eso no iba a suceder. Esta noche no. No con él.

—Entonces, ¿nos vamos?

—¡Claro! —dijo naru con una exasperación fingida. Pero le encantaba su atención y su sonrisa al poner la mano sobre su espalda, guiándolo a un rincón apartado.

—Por fin.

Sasuke se giró tan cerca que el inhaló su esencia, la esencia intensa y distinta que calmó sus nervios y electrificó su cuerpo. Naru alzó la mirada hasta encontrarse con la de él y el corazón le subió a la garganta. Golpeada por su ardiente química sexual, el tragó saliva cuando sasuke se acercó aún más.

Él levantó las manos y deslizó los dedos lentamente sobre sus mejillas.

Naruto no se movió, no lo alejó y se esforzó por que sus ojos no se cerraran ante el delirante placer. Él arrastró las yemas de los dedos sobre sus mejillas y hacia sus orejas y le cogió la cara con las cálidas palmas de las manos, manteniendo sus ojos presos mientras se acercaba.

—Son un poco… azul mar.

En el momento más ardiente de su vida, Naruto se echó a reír. Él le soltó la cara y se rio en bajo.

—No, en serio. En realidad son azul mar.

—zafiro, Sasuke. Son color zafiro.

Él tragó y su sonrisa se desvaneció, quedando sustituida por una expresión de gran asombro.

—Sabes que los dos vamos a volver a Estados Unidos, ¿no? Estaré fuera de tu oficina cada tarde preguntándote si estás libre para salir.

Naruto contuvo una sonrisa.

—Eso estaría muy mal por tu parte, porque no puedo rechazarte si estamos compitiendo por tener a tu empresa como cliente.

Él agitó la cabeza.

—No quiero que quedes conmigo por el contrato. Quiero que quedes conmigo porque quieras quedar.

—Ya veremos.

—Lo haremos. Por ahora… —Él deslizó los dedos por sus mejillas otra vez, y a naru se le entrecortó la respiración al intentar ocultar el hecho de que estaba desesperado por su contacto.

—Creo que estaba a punto de besarte.

Naruto abrió los ojos de par en par y se rio horrorizado.

—Me estás vacilando.

—No. —Pero él esperó a quince centímetros de él, mirándole a los labios con ansia.

Sin pensar conscientemente, Naruto bajó la mirada hacia su boca y el tiempo se detuvo. «Tranquilízate. Está acostumbrado a esto. Se cree que puede conseguir a quien quiera. Esto no va a pasar». Él se inclinó hacia delante y giró la cabeza hacia un lado en el último momento, ofreciéndole la mejilla.

Él apretó los labios sobre su piel en el beso más dulce.

Sasuke asintió sonriendo mientras le soltaba la cara y se retiraba.

—¿Te apetece tomar algo?

—Creo… —naru dio un paso a un lado con una sonrisa, pero era casi doloroso alejarse de él—. Voy a volver a mi hotel para descansar.

Él asintió y se metió las manos en los bolsillos.

—Supongo que te veré pronto.

—Ajá… —Naru se dio la vuelta y solo había dado dos pasos cuando se mordió el labio inferior y apretó los ojos. Inspirando profundamente, se giró en contra de su buen juicio—. ¿A qué hora me puedes recoger mañana?

Sasuke sonrió de oreja a oreja y los ojos negros le ardían mientras le mantenía la mirada.

—¿A las cinco de la tarde te va bien?


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