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Quedé embarazado en una dulce noche. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Le envío una carta un mes después.


Las negociaciones de paz exitosas con Libia, la retirada del ejército y la captura de Ined, llevaron a Nefert hasta los brazos de Galba. No hubo necesidad de tomar prestado el poder del ejército romano, no hubo guerra ni destrucción y él fue designado con seguridad como faraón del Nilo, por lo que después del funeral de su amado padre y el entierro de los altos funcionarios, acordaron que la ceremonia de entronización se llevaría a cabo dos meses después. Después de eso, iban a casarse. Por supuesto, odiaba completamente la idea de que otro hombre lo tomara y le obligara a tener sexo con él. Sin embargo, para que este país sobreviviera, hacerlo era necesario.


De pie en el balcón del palacio y mirando hacia el cielo lleno de estrellas, de repente recordó la importancia de su existencia de una manera que provocó que su corazón comenzara a correr de una manera un tanto desesperada. Si hubiese sido por él, entonces nunca habría disuelto el contrato de enlace con Lucius. Pero debía vivir como un faraón. Ahora Ined estaba confinado en una prisión vacía, pero no había duda de que alguien volvería a utilizarlo para amenazar la posición del reino. Y el cónsul era su única carta segura.


Tras enviar una carta a Roma solicitando que participara en la ceremonia de entronización por el bien de la paz, decidió reprogramar el funeral de su antecesor y la ceremonia de entronización del faraón a la próxima luna llena. Después de separarse de Lucius, estuvo tomando supresores tan constantemente que todavía no le llegaba el celo. Hizo cuentas y lo pensó: Casi se ponía la luna llena, luego tendría 10 días de rituales sintoístas y un momento para dedicarse al dios sol para poder darle gracias por las oportunidades que le habían dado. Estaba a las puertas del templo mortuorio ahora. Allí se encontraban dos gigantescas estatuas de Horus y su consorte Hathor, ambos con lanzas impresionantes en las manos. La momia de su querido papá también se había completado satisfactoriamente así que iba a poder ponerlo a salvo en su ataúd para velar por él y pedirle su consuelo.


Nefert, que tenía que agradecer a Dios, encendió el fuego, colocó incienso y rezó. Durante los primeros tres días, después de purificar todo su cuerpo, era su deber como heredero pasar un tiempo en una cámara funeraria a oscuras, aislando todos los mundos exteriores y sellando los cinco sentidos. Luego, tenía que continuar orando para pedir por su familia y un buen destino para todos ellos. En los sueños que estuvo teniendo durante este tiempo, siempre venían imágenes de él sosteniendo a un niño pequeñito y a Galba, el cónsul, a su lado. Pero, aunque estaba seguro de que después de esto sería emparejado con él y tendría a su bebé para cumplir con sus visiones, últimamente se había estado sintiendo terriblemente mal todos los días. Y esto fue notorio para él casi de inmediato. Estaba sufriendo de dolores de cabeza y náuseas severas. Es decir, todo le daba asco.


(Es extraño... Mi cuerpo está diferente.)


Pero justo cuando estaba pensando en eso, comenzó a sentir la presencia de alguien en la cámara funeraria.


"¿Hola?"


"..."


"¡Nadie puede entrar aquí!"


Gritó Nefert.


"¿Ni siquiera tu futuro esposo?"


Un hombre alto entró en la habitación con una vela en la mano. 


"..."


Era alguien de unos cuarenta años, enorme y muy, muy ancho. Nefert se mordió el labio en cuanto vio el rostro del hombre vestido de romano: Era Galba, el cónsul. El mismo personaje que había aparecido en sus sueños y en las imágenes que le venían a la mente cuando comenzaba a tener visiones del futuro. Su largo cabello castaño oscuro y sus ojos color ámbar brillaban con fuerza en la habitación hasta hacerle creer que habían absorbido la luz de las velas. Además, su piel levemente morena y las cicatrices en sus mejillas le daban una apariencia digna, pero que no podía alcanzar la masculinidad completa de Lucius.


"Señor Galba..." 


"Así es. Y tú, eres mi futuro cónyuge. Mi hermosa, hermosa pareja."


Pero el olor a perfume en su cuerpo le mareó la cabeza tan rápidamente que sintió muchísimas ganas de vomitar. Nefert se tapó la boca con la palma de la mano y cayó de rodillas. 


"Ugh..."


Era doloroso. 


Estaba sintiendo tantas náuseas que Galba pareció saber de inmediato lo que estaba sucediendo. Se acercó a Nefert, que estaba en cuclillas en el suelo, y le preguntó:


"¿Te trajeron embarazado?"


Los ojos de Nefert se abrieron de una manera terriblemente exagerada.


"... Sé que Lucius fue tu pareja sexual al no tener supresores de celo. Fue un informe de los militares".


"¿Alguien lo informó?"


"Por supuesto que alguien lo hizo. También he recibido notas de que todos los soldados Alfa se quedaron horrorizados por tu olor. Ya sabes. Un Omega huele muy fuerte".


Este hombre realmente lo sabía todo.


"Además, entiendo que Lucius te llevó a su habitación y conozco que al día siguiente perdiste el olor. Nadie en el ejército sabe qué pasó entre ustedes dos pero, es obvio".


Silencio.


Nunca le contó a nadie cómo era su relación con Lucius, pero tampoco lo ocultó. Obviamente alguien iba a informarlo en algún momento.


"No quiero culpar a Lucius. Estoy seguro de que fue necesario en ese momento".


Pero habían pasado dos meses desde eso. Los niños de Omegas nacían antes de tiempo así que, si comenzaba a hacer cuentas, significaba que nacería en menos de cinco meses. Además, incluso si estaban embarazados, un Omega no echaba mucha barriga así que la gente no se iba a dar cuenta de eso. Aunque obviamente no podía engañar a este tipo de algo así. 


"Si de verdad tengo al hijo de Lucius en mi cuerpo... ¿Qué vas a hacer?"


Preguntó Nefer. Si era verdad que había concebido al hijo de Lucius dentro de él, entonces le gustaría hacer todo lo posible para que estuviera a salvo. Libre de todo lo malo del mundo. Pero, lamentablemente pensó que lo más seguro era que su bebé fuera asesinado en cuanto saliera.


"¿Qué va a pasar conmigo?"


Sin embargo, no podía mostrar su debilidad o desconcierto, por lo que miró a Garba con una expresión que aparentaba ser tranquila. 


"Bueno, ¿Tú qué crees que se hace en estos casos?"


"Lucius es un hombre orgulloso. Tú lo sabes. No creo que el mejor gladiador de Roma se tome bien la noticia de que mataron a su heredero. Menos si es un varón."


Pero como era de esperar, Galba solo se rió al escucharlo hablar. En realidad, este hombre era bastante parecido a Ined. Tenía esa atmósfera tensa y amarga y algo así como una oscuridad muy profunda en su interior. Un aura que le hacía estremecerse y ponerse a pensar si todos los gobernantes extranjeros eran así de horrendos.


"Tus ojos son duros. ¿Me estás subestimando incluso aunque apenas nos conocemos? No parece digno de ti".


Se escuchó tan cruel que se preguntó por qué admiraba el pueblo de Roma a un hombre así.


"Pero tienes razón. Por eso necesito mantener a Lucius a mi lado." Suspiró. "Un Faraón Omega enloquece a todos los Alfas del mundo con su belleza sin igual y su dulce olor... Pero verás, tus feromonas no tienen efecto en mí. Quiero decir, soy un Alfa, pero diferente."


Y tenía razón. Incluso aunque estaba frente a un Omega como él, no había algo como animosidad o emoción viniendo de su cuerpo. Ciertamente era guapo pero, por alguna razón solo sentía una especie de ira cada vez que hablaba sobre casarse o estar a su lado ¿Y por qué le estaba arrojando una enorme cantidad de rencor a pesar de que eran completos extraños? No pensó que fuera por haberse acostado con Lucius o porque estuviera embarazado del hijo de otra persona. Era una parte profunda y congelada del cuerpo de Galba que manifestaba ira. Algo de hace tiempo.


"Entonces… ¿Por qué estás aquí?"


"Porque no se trata de lo que quiero, sino de lo que necesitamos."


"..."


"Te perdonaré la vida".


"De todos modos no tienes derecho de hacer nada con la vida de mi hijo". 


"Ja. Eres un Omega muy valiente ¿No es verdad? Pero bueno, ¿Qué es un Omega en realidad? Son criaturas sombrías que se calientan con quien sea mientras huelan a Alfa. Personas que despiertan sus impulsos sexuales, inyectan semillas en su propio cuerpo y hacen crecer descendencia cuando otras personas la necesitan. Creo que son humanos asquerosos pero, te haré un favor e igual te trataré con respeto. Digo, después de todo eres el rey del Reino del Nilo y yo tengo modales."


De verdad no estaba entendiendo por qué este tipo tenía tanto odio hacia los Omega. No, no solo a los Omega sino también para Lucius. E incluso sintió que si hacía algo equivocado, entonces en definitiva podría tomarlo del cuello y matarlo.


"Nefert, solo te pido que me hagas tu esposo. No me importa con quién te acuestes o con quién tengas hijos después. Es inevitable para ti."


"¿Crees que un Omega es una puta?"


"Um. No quiero decir nada de eso abiertamente pero... Es un pensamiento común. Tal vez aquí en el Nilo seas importante, pero en mi reino, eres solo una herramienta con la que puedes tratar sexualmente a aristócratas y sacerdotes".


Nefert lo sabía. Entre los monarcas de cada país, había muchos hombres como él que parecían hambrientos de menospreciar a los Omega de esta manera. Sin embargo, frente a la autoridad, la riqueza y el dominio del poderoso Reino del Nilo, nadie había adoptado abiertamente una actitud así hacia el faraón. Por ejemplo, no vio una sola mota de malicia en Lucius solo por ser un Omega. Más bien, lo elogió y lo trató como si fuera una entidad mística y perfecta. 


"Mi objetivo es hacer del faraón mi aliado y convertirme en el padre de un niño nacido de ese Omega. Entonces, puedes acostarte con Lucius tanto como quieras y quedar embarazado diez veces si eso te hace feliz. Pero nunca debes decir quién es el padre. En lo que a ti respecta, ese bebé es todo mío."


"..."


"A cambio de eso, te perdonaré la vida, la vida del niño en tu vientre, y la de Lucius también..."


(Increíble... No puedo sentir ninguna emoción humana de este hombre.)


Y si este sujeto se convertía en su esposo, probablemente convertiría al Reino del Nilo en un estado completamente inútil. Un sirviente de Roma. Queriendo evitar eso, negoció la paz con Libia sin la ayuda del ejército romano y sin embargo, si rechazaba esta oferta ahora, tanto él como su bebé serían golpeados hasta la muerte y entonces, el Reino del Nilo se iba a destruir. De nuevo, no podía decir que no.


Había visto una imagen del futuro antes. Se visualizó sosteniendo a un bebito al lado de este hombre muchas veces. Pero al parecer, era el hijo de Lucius, no el de Galba. 


"Está bien. Voy a fingir que estoy embarazado de tu hijo".


Galba se rió ante las palabras de Nefert. 


"Entonces, a partir de ahora vas a tener que criarlo como si fuera mío".


"Sí".


"Además, vamos a tener que coger el doble de veces de lo que lo hiciste con mi sobrino".


"¿Es un castigo?"


"¿Eso es para ti?" Agarrando a Nefert por la barbilla y mirando su perfil, Galba se rió por segunda vez en lo que iba de la conversación. Era una voz espeluznante que resonaba con fuerza en la habitación tan reducida. "¿Por qué? ¿Te enamoraste de Lucius después de que te metiera el pene?"


"... Él fue solo una pareja sexual. Lo hizo para que no me atacaran". 


Galba lo soltó tan violentamente como lo había tocado. 


"Entonces está bien. No digas nada sobre el niño. Lo anunciaré como mi hijo de inmediato y empezaremos con los preparativos. Estás embarazado de mi niño, el heredero, y lo darás a luz para que siga mis pasos".


"Sí..."


"Y ya sabes lo que va a pasar si escucho cualquier otra cosa viniendo de ti."


Galba, el cónsul de Roma, era un hombre más terrible de lo que pensó.


(Pero está bien. Voy a estar bien.)


En este momento, Galba no pareció querer a Nefert como una verdadera pareja. Por el contrario, era evidente que no le gustaban para nada los Omega o lo que representaban. También era obvio que le tenía resentimiento a Lucius. ¿Y cuál era la causa de ese sentimiento tan negativo? Pensó que podía hacer algo para acabar también con él como lo había hecho con su hermano pero, si su niño estaba creciendo dentro de su vientre en este momento, entonces estaba completamente dominado por sus debilidades y no tenía más remedio que hacer lo que decía.


Pensó que si hacía enojar a Galba, entonces seguramente liberaría a Ined de la prisión y crearía una nueva relación con él para destruirlo.


(Quiero evitar eso. No tengo opción.)


Después de que Galba se fuera, Nefert, que estaba solo en la cámara funeraria, se arrodilló ante el ataúd de su predecesor y oró desesperadamente a Dios por ayuda.


"Por favor, protégeme a mí y a mi niño. No sé si va a nacer como un Alfa o un Omega, pero si es un omega, es una vida importante que se convertirá en el sucesor de este país. Por favor, que esté bien. Que pueda nacer y crecer bien. Deja que pueda estar conmigo."


Las lágrimas brotaron mientras oraba. Tenía mucho miedo del futuro porque el corazón de Galba era como un pantano sin fondo. Y solo pensar en cómo debería proteger a este niño, a Lucius, a este país y a si mismo, le hacía sentir como si estuviera cayendo en un infierno lleno de hormigas rojas. Sin embargo, tenía que aceptar que en el fondo de su corazón, sintió una sensación de felicidad bastante notoria.


Tenía al hijo de su ser humano favorito creciendo en su cuerpo.


Sintió una alegría infinita por tener un niño de Lucius en lugar de un niño de Galba. Y el hecho de que ambos fueran almas gemelas, personas que Dios unió a pesar de que no tenían un enlace, le hacía tener ganas de reír a carcajadas y pedir por él para que viniera a verlo.


El era un faraón virgen que había estado tomando inhibidores durante mucho tiempo y de todos modos, concibió en un solo celo. ¡Nunca había escuchado nada como esto antes! La gente decía que se necesitaban al menos tres períodos de celo antes de que pudiera quedar embarazado de un Alfa y a pesar de esto, logró tener un hijo con Lucius a la primera. Y Nefert lo amaba lo suficiente como para estar profundamente agradecido por el milagro. 


"Dios, gracias por no dejarme solo. Te lo juro de nuevo. No dejaré que este país caiga en los estragos de la guerra. Nunca dejaré que la gente pase hambre y arriesgaré mi vida para proteger este lugar y al mismo tiempo, de ahora en adelante, arriesgaré mi vida para proteger a este niño y a Lucius. Dedicaré mi vida a hacer esto realidad de ser posible."


Deseaba el poder de proteger a su amada alma gemela.


Y entonces, le vino otra visión:


"Papi... ¿Qué estás haciendo?"


"Es pan de leche de coco. Antes lo hacían para mí en el palacio así que quería intentarlo. Anda, prueba un poco".


"Bueno."


Tenía pelo rubio y unos ojos azules tan hermosos y brillantes como los de Lucius. Los bollos de leche de coco que sostenían sus pequeñas manitas eran unos dulces típicos que había hecho para el cumpleaños de su amado hijo. Las había preparado mezclando leche de coco con harina y luego friendo en aceite de oliva para agregar miel a la cubierta. La textura crujiente era bastante rica. 


Los panecitos de leche de coco con miel eran muy populares.


"¡Saben rico!"


"¿En serio?"


"¡Ujum! ¿Puedo llevarle a papá?"


"Claro."


Y al final, notó muy claramente que le estaba sonriendo.


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