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Quedé embarazado en una dulce noche. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Al darse cuenta de que se acercaba la temporada de apareamiento de Nefert, Galba le quitó los supresores y comenzó un viaje que deliberadamente lo expuso al público.


Debió ser su plan desde el principio, liberarlo en el campo de las bestias Alfa y dejar que Lucius se lo llevara de allí para protegerlo.


Y un bebé debía salir de todo eso. 


Durante la marcha triunfal de Galba, (una celebración por el fin de las guerras), la mayoría de los ciudadanos romanos acudían a las calles para elogiar sus hazañas militares, su buena fortuna y energía y, como era de esperar, significaba que todo comenzaba a envolverse en un ambiente festivo que duraba varios días. El lunes, a primera hora, Galba montó un caballo, pulcramente arreglado, e hizo que Nefert se fuera en un palanquín. Como "señor de la guerra", Lucius había sido asignado para proteger la retaguardia de los dos así que estaba observando muy atentamente cada uno de sus movimientos. Después de todo, Nefert estaba allí, envuelto en una capa y observando la ciudad de Roma como si fuera la primera vez que lo estaba haciendo. Cuando llegó aquí, en barco, estaba embarazado y no podía esforzarse más de la cuenta. Además, estuvo atrapado en la parte trasera de su camarote todo el tiempo y cuando salió, ya era de noche. Ahora, el cielo estaba despejado por todas partes y el aire se estaba sintiendo cálido, pero no hasta el punto de llegar a ser sofocante. Era evidente que se trataba de un clima más cómodo que el del Reino del Nilo porque no había desierto o río y sin embargo, el polvo se levantaba más y más, a medida que avanza la marcha triunfal, para convertir el entorno en un paisaje color heno.


Tenía que decir que el país, en su conjunto, no pareció ser muy rico que digamos. Como superpotencia militar, contaba con la mayor caballería del Mediterráneo y aún así, viéndolo desde varios ángulos diferentes, pensó que el Reino del Nilo era mucho más avanzado culturalmente de lo que ellos podrían llegar a ser alguna vez. 


(No quiero perder, no quiero quedar bajo el control de un país como este.)


Era su cultura, se trataba de una historia poderosa que había durado miles de años y que ahora necesitaba proteger a como diera lugar. Pero mientras miraba la ciudad, Nefert escuchó las voces de los ciudadanos que habían llegado hasta allí solo para poder verlo un poco más de cerca. Aparentemente se rumoreaba que un Omega era un monstruo. Alguien con una belleza que ciertamente tenía que ser hechizante y peligrosa para la población. Se veía como una criatura demoníaca que seducía a todos los Alfa para aprovecharse de ellos y dar a luz a un niño. ¡Ciertamente espeluznante!


Se decía que había más Alfa entre los ciudadanos de Roma que en cualquier otro país del mundo. De la piel de Nefert, que estaba cerca de entrar en celo, probablemente estaba saliendo esa pequeña feromona que atraía a todos ellos y, más específicamente: A los soldados de la guardia. Y al parecer esa era la razón principal por la que los ciudadanos estaban murmurando sin parar y además, el motivo por el que los hombres de Galba estaban actuando de manera extraña. Sin embargo, el cónsul pareció disfrutarlo mucho. Era un espectáculo inevitablemente cruel que le estaba poniendo la piel de gallina. Solo quería volver al Reino del Nilo lo antes posible. Quería recuperar a su hijo, huir de este país y estar con su familia. Pero ¿Qué debía hacer para lograr eso? Soñarlo definitivamente no era suficiente.


"Lucius, guía al faraón a la trastienda. Es obvio que no se siente bien". 


"... Sí, señor."


Obviamente Galba esperaba este momento.


"¿Qué te pasa?" Dijo una vez que estuvieron solos "Incluso si Galba-sama está cerca... ¿¡Por qué hueles tanto a feromonas!?"


Pero Nefert no podía hablar. Tal vez lograba emitir pequeños gemidos, pero no salían oraciones muy elaboradas. 


"..."


"¡Te estoy preguntando por qué hueles así de fuerte! ¡Si sigues de esta manera, los soldados van a violarte! ¿¡Qué no entiendes cómo son!?"


Nefert abrió la boca, pero eso fue lo único que logró hacer. La verdad era que todo este nuevo escenario estaba terrible. Galba esperaba que Lucius mordiera el cuello de Nefert y que tuvieran otro hijo que pudiera ser un Omega. Y el plan pareció ir muy bien.


"¿…Tienes un supresor?"


Nefert negó con la cabeza. 


"Estás enlazado con Galba, ¿No es verdad?"


No lo estaba, pero de todos modos asintió. 


"¿Entonces qué es este olor?"


Esta vez levantó los hombros. 


"¿No lo sabes? ¡Vamos a estar en un gran problema si seguimos así!"


"..."


"¿Quieres que te muerda?"


Un "sí" con todo su cuerpo.


"Pero tú eres de Galba... ¡Dios!"


Nefert inclinó la cabeza. Ya lo había rechazado antes así que era posible que lo hiciera de nuevo. Sin embargo, incluso mientras pensaba en eso, se aproximó, tomó la mano de Lucius entre la suya y la apretó con muchísima fuerza. 


"Pareces muy desesperado..."


Nefert asintió de nuevo. Sin embargo, en ese momento sintió tanto dolor en el pecho que pareció no tener más remedio que tocarse con ambas manos en un intento por consolarse. No le había dado de comer a su bebé durante mucho tiempo y la leche solo estaba acumulándose en sus senos hasta hacer que el área alrededor de sus pezones estuviera extrañamente estirada.


"Muéstrame que pasa."


Puso sus manos encima para esconderse de él. Sin embargo, las gotas que comenzaron a brotar de allí, fluyeron de inmediato desde cada uno de los espacios existentes entre sus dedos. 


"¿Qué pasa con esto?"


Lucius agarró la mano de Nefert y la apartó para el otro lado. Y solamente entonces, pudo ver la forma en que las gotas blancas de leche comenzaban a caer de ambos pechos y la manera en que, al mismo tiempo, un olor dulce comenzaba a emanar de allí. Algo que parecía una decena de nenúfares.


"Es por el niño..."


Nefert parpadeó. 


"No te había pasado esto antes ¿Fue por haberte dado al bebé la otra vez?"


Nefert movió la cabeza de nuevo. Como dijo, probablemente todo esto se había desatado gracias a que le habían pasado al bebé para que pudiera darle pecho. Desde entonces, comenzó a sentir que esto de la leche le estaba causando problemas.


"Que injusto que el hijo de Galba te haya hecho esto".


Con una sonrisa burlona, ​​Lucius acercó sus labios al pecho de Nefert y lo probó.


"¡...!"


"¿Lord Galba también te lame?"


Negó. Lucius sonrió como si no le creyera en absoluto.


"Tienes una forma muy extraña ahora. Quiero decir, es evidente que tus pezones se volvieron muy grandes después de dar a luz." 


"Hmmm..."


"Es dulce." 


Lucius lamió la leche, que goteaba de sus pezones, hasta hacerle sentir un hormigueo aterrador en lo más profundo de su cuerpo. Algo que incluso le hizo terminar con una secreción bastante espesa en el culo. 


"¡Hmmm!"


Cuando la piel de Nefert fue recogida por sus dedos y succionada por su boca, como si estuviera ordeñando a una vaca bastante traviesa, las gotas de leche salpicaron hasta mojar las mejillas de Lucius, su cabello y parte de su ropa también ¡Y fue tan vergonzoso ver la manera en la que estaba goteando que pensó que podría morir en ese mismo lugar! Sin embargo, después de que el hombre comenzara a lamer toda la leche con la punta de la lengua, se aproximó, lo tomó entre sus brazos sin decir ni una sola palabra, y de inmediato, sin avisarle o prepararlo, le mordió el cuello tan fuerte que gritó:


"¡Ay!"


"Nunca antes había tomado algo tan dulce..."


"Hmm..."


Un leve dolor y unas pequeñas gotas de sangre comenzaron a caer de su cuello hasta hacerlo sentir honestamente mareado. Luego, decidió levantar los labios de su carne y darse un pequeño impulso para asentarle una mordida considerablemente más fuerte que la anterior. Al mismo tiempo, sus pezones estaban siendo exprimidos y su trasero estimulado por una pelvis que se había quedado detrás de él todo este tiempo. Era muy diferente de cuando su bebé lo había tomado. Más que eso, era un calor que le hacía temblar al ritmo de la forma en que lo estaba mamando.


"Ah..."


Pero, como era de esperar, en lugar de que las palabras salieran de su garganta como en otras ocasiones, ahora había dejado escapar un jadeo que sonó considerablemente bochornoso


"Es espeso, justo como el líquido que sacas de aquí."


Y era verdad. Se estaba mojando hasta la parte posterior e inferior de sus piernas.


"Mira como estás..." Dijo mientras tomaba el semen con sus dedos. "Y de todos modos, pensar que aceptaste a Galba aquí y concebiste un hijo gracias a su esperma, me hace sentir muy enojado". 


"¡Eres el único que me ha tocado alguna vez!" "¡Fue tu hijo a quien cargué en mi vientre!" Quería decir un montón de cosas como esas pero, como era de esperar, no podía hacerlo. Y aunque lograra hablar, igual pareció bastante difícil cuando se ponía a pensar en lo importante que era mantener la paz en el Reino del Nilo y lo mucho que quería proteger la vida de su bebé de las manos de ese lunático. Además, quería evitar una situación en la que Lucius lo odiara y odiara al niño por un montón de malentendidos estúpidos. Incluso si no sabía como. 


"..."


Las lágrimas cayeron al sentirse impotente. 


"¿Tanto odias que te abrace?"


Quería decir que "no". Pero, cuando trataba de hablar, cuando abría la boca y forzaba su respiración, la garganta le ardía tanto que pensó que podía comenzar a vomitar sangre.


Lucius entonces lo empujó contra el colchón y le enrolló la ropa sobre el vientre hasta dejarlo tan desnudo que no tuvo más remedio que tragar saliva.


"Hoy te ves hermoso. Tu rostro en el momento de la marcha triunfal pareció estar brillando todo el bendito tiempo. Creo que los Alfa de todo el país se enamoraron de ti tan fuertemente como lo hice yo."


"Um..."


"¿... La razón por la que no me dices una sola palabra es porque me desprecias como un hombre de bajo rango?"


No lo era para nada. ¡¡Simplemente no podía hablar!!


"Supongo que así son las cosas ahora".


Sin dejar de lado ese malentendido, un objeto duro comenzó a tocar la parte humedecida que estaba entre las piernas completamente abiertas de Nefert. Trató de huir, por supuesto, pero descubrió que era imposible cuando ese hombre lo estaba sujetándo así de duro contra la cama. Además, mucho antes de darse cuenta de lo que estaban haciendo, el círculo de su carne pareció abrirse por detrás solamente para darle gusto.


"Ah, ah, ah, ah, ah...."


Mientras comenzaba a extenderse la piel de su culo, Lucius decidió penetrarlo con mucha más fuerza que la primera vez. El sonido de su semen, burbujeando y saliendo de su culo, y las gotas causadas por la fricción y el choque, estaban corriendo por la parte interna de sus muslos hasta hacer un desastre sobre las sábanas. Además de eso, Lucius decidió apretar la piel del pecho de Nefert y frotarla como lo haría de tratarse de una mujer.


"Hmmm, hmm ¡Um!"


A pesar de que sintió la horrible hinchazón que ahora tenía dentro de su abdomen, Nefert pareció tan feliz de que Lucius lo estuviera perforando que torció la cintura en su dirección y lo buscó utilizando las dos manos:


"¡...!"


"... Estás tan caliente ¿Siempre eres así? ¿Dejas que Galba te haga esto en su recámara justo como una perra?" 


Aun así, incluso mientras decía esto con una voz increíblemente fría, agarró su pecho con la palma de la mano y lo frotó con la fuerza suficiente como para aplastarlo, pero tan tierno como para no ocasionarle ningún dolor. No solo eso, sino que sus membranas mucosas estaban escurriendo tanto moco y semen que pareció fácil de manipular en lugar de sentirse apretado como en otras ocasiones.


"... Hmmm."


Estaba avergonzado de si mismo. 


Cada que hacía rodar sus pezones con las yemas de los dedos, sus pechos tiraban al suelo toda la leche que debería ser para su niño. El cuerpo se le contraía extrañamente y los estímulos hacían que se tragara su verga lo suficientemente profundo como para parecer no querer soltarlo jamás. 


"Mueves tu trasero como loco ¿Te das cuenta?"


"Hmm.... Huh".


No sabía si se estaba sintiendo tan bien por el hecho de ser un Omega o por la forma que tenía su pene.


"Respira hondo."


Cuando se metió profundamente dentro de él, sus pezones se pusieron en punta y comenzaron a extenderse en un placer que pareció increíblemente dulce y suave. La parte entre sus muslos se convirtió en algo fangoso y la leche, blanca y espesa, empezó a caer a un ritmo muchísimo más constante que segundos atrás.


Lucius lo lamió con la lengua y comenzó a chupar y a mamar hasta hacer un sonido bastante vergonzoso. Y mientras lo repetía sin parar, de arriba para abajo y desde todas las posiciones existentes, pronto pareció ser tragado por una misteriosa sensación de "estar flotando por el aire". Como si su conciencia estuviera corriendo hacia el cielo debido a lo maravilloso que se sentía tenerlo dentro de él.


Nefert estaba moviendo las caderas en su dirección a propósito. De verdad lo necesitaba y de verdad quería recibir su semen muy dentro de su cuerpo. Deseaba que lo llenara tanto como fuera posible y además, lo amaba lo suficiente como para que de verdad quisiera tener una nueva vida dentro de él. Deseaba que lo embarazara de su niño. Y con ese pensamiento en mente, Nefert se aferró a Lucius y siguió soltando el mejor grito de placer que pudo ofrecerle para hacerle entender que lo adoraba. 


"Ah, ah ¡¡Hum!!"


"Se siente bien ¿Verdad? Ah, se siente tan bien..."


La leche que sacaba del pecho aumentaba tanto en intensidad que la piel de los dos pareció volverse pegajosa en un segundo. Por supuesto, era una lástima que se estuviera desperdiciando contra el suelo así que Lucius lo acomodó, acarició su pecho con la punta de su lengua y continuó bebiendo de esta miel como si hubiese sido para él desde el inicio en lugar de para su niño.


"De verdad estás lleno. Lo siento, seguro fue doloroso".


Los movimientos suaves y violentos de su boca, que se aseguraban de no dejar escapar ni una sola gota de leche, eran tan fuertes que Nefert se encontró a si mismo sacando el pecho para que pudiera tomarlo.


"¿Te gusta?"


"Hmmm..."


Sí, le gustaba muchísimo.


Era irresistible cuando su lengua, tan elástica y caliente, comenzaba a tocarlo y definitivamente no podía dejar de temblar o de sentir hormigas bajo su carne cada vez que lo rozaba con su aliento. Al acariciar suavemente con la punta de su lengua, al succionar la leche y cuando lo besaba, entonces pensaba que se iba a derretir desde el abdomen hasta la parte posterior de su cintura y además, cuando excavaba dentro de él, en ese lugar que estaba completamente embarrado con sus líquidos, un sonido húmedo resonaba tanto que imaginó seriamente la posibilidad de taparse los oídos. La cintura de Nefert saltaba, el "punto dulce" de su cuerpo estaba escupiendo líquidos viscosos con solo ser tocado y no solo eso, la parte inferior de sus piernas estaba tan empapada que el pene dentro de su cuerpo casi resbalaba solo. Era una sensación de adormecimiento terrible. Un calorcito en su pecho que le hizo suspirar.


"¿Te gusta tanto estar aquí conmigo? Deberías ver tu cara".


Su cuerpo estaba loco por Lucius. Desde la primera vez que se vieron hasta ahora.


"El color se volvió más oscuro. Antes eran granos de granada rojo, pero se han convertido en una nuez."


Todo su cabello estaba empapado de sudor y su piel, tanto abajo como encima, estaba llena de un ardor que pareció hasta ser un poco doloroso.


"¿Qué hiciste conmigo? Nunca me había sentido así antes. Nunca había deseado tanto a una persona, nunca había... Muerto de celos por alguien más".


"Hmm, hmm, hmm."


Sus suaves pezones fueron mordidos con tanta fuerza que no puedo evitar retorcerse sobre la cama y sacudir la cabeza de izquierda a derecha igual a si no pudiera respirar. Además, como la tela de su traje estaba completamente enrollada hasta la base de sus piernas, fue evidente para los dos que la punta de su pene estaba completamente empapada de un semen bastante claro. Faltaba muy poco para que llegara al climax.


"Ah, ah, ah..."


Una marca bajo su ojo, grabada en su piel desde su nacimiento, empezó a volverse increíblemente notoria en un instante. Por lo general, Lucius no podía verlo, pero de repente sintió que las rayas del tatuaje, que estaban en forma de triángulo, ardían con muchísima fuerza solamente para él. "El tercer ojo de horus", que aparecía repentina y misteriosamente, le hizo sentir como si hubiera alcanzado el verdadero motivo de su vida. Tal vez, porque ahora estaba sintiendo el placer de volver a ser pareja de un Alfa. De su destinado. Y seguramente eso le había hecho perder la cabeza ¡Ah! ¡Se estaba sintiendo tan extraño!


"¡Hmmm! ¡Ah...!"


Cada vez que lo empujaba hacia arriba, el sudor, que goteaba de su cuello, se mezclaba con la leche que le mojaba los pezones. 


"Los dibujos en tu piel se ven mucho más bonitos que de costumbre. Que rico estás".


Desvió la mirada y luego le arañó el brazo como si lo estuviera regañando por decir algo así. No quería que lo viera más. ¡No quería que supiera lo avergonzado que estaba! Con la cintura de Nefert todavía encajada hacía adelante, Lucius empujó las caderas para arriba, se frotó en la parte más profunda y comenzó a doblar el cuerpo en su dirección hasta estar casi frente a frente.


"¡Aah!"


Dios sabía que quería un niño Omega de Lucius. Alguien que heredara el Reino del Nilo y alguien a quien pudiera llamar "familia". Sin embargo, justo después de eyacular, solo estaba pensando en lo que tenía hacer para evitar que se convirtiera en el objeto del odio del maldito de Galba. 


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