Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quedé embarazado en una dulce noche. (Traducción finalizada) por yuniwalker

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Nefert aceptó ser su compañero.

Por supuesto, al recibir la respuesta, Theo dejó salir al hombre de la mazmorra casi de inmediato.

"Bien, pero quiero pruebas de que no vas a engañarme cuando tengas la oportunidad."

Theo agarró a Nefert por la barbilla y lo acercó para poder besarlo. Sin embargo, él lo alejó utilizando las dos manos y movió la boca para que pudiera ver cada una de sus palabras cuando dijo: "No creo que quieras que te bese una puta." Por lo que Theo sonrió al darse cuenta de que no solo era considerablemente hermoso, sino bastante difícil de roer.

"Tienes orgullo. Yo respeto eso. Eres el faraón después de todo. Valió completamente la pena ejecutar a Ined y no a ti". 

"..."

"¿Estás impresionado? Te dije que lo iba a hacer ¿No es cierto? Lo maté después de que me respondieras que ibas a ser mi esposo."

Nefert trató de fingir desinterés sobre esto cuando Theo le sonrió y le habló sobre la manera en la que le había cortado el cuello a su hermano, pero simplemente no fue posible. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin darse cuenta, una y otra vez así que tuvo que apartarlas tan rápido como pudo incluso al tener unas manos tan increíblemente temblorosas. Ined... ¿Ined de verdad fue asesinado? Era su gemelo, su sangre. ¡Y todo fue por haberle dicho que aceptaba casarse con él! Por supuesto, esta respuesta fue solo para ganar tiempo porque no tenía ni la más mínima intención de convertirse en compañero suyo cuando ya era completamente de Lucius después de haber sido mordido en el cuello. Aún así, cuando pensaba en ello y sentía el peso de todo lo que había perdido, comenzaba a dolerle el corazón de una manera que podía explicar cómo "bastante exagerada". Porque pensaba que Ined en realidad había dado su vida en vano. 

"¿Estás llorando?"

Nefert negó con la cabeza. 

"Él quería tu cadáver ¿Por qué lloras por alguien así?"

Nefert negó con la cabeza e inmediatamente después miró a Theo con una expresión que podía definirse como bastante determinada. Tenía que mantener su mente fuerte y su espíritu arriba para no caer en su provocación.

"No lloro por él."

Respondió sin voz, así que Theo decidió sonreírle:

"¿Ves lo que digo? Siempre me has parecido más digno de ser faraón que tu hermano". 

Así lo creía Nefert también, pero decidió no hacer nada para probarlo. Justo ahora, lo más importante era sacar a su pequeño bebé de este país y mantener a Lucius a salvo. Y mientras cumpliera eso, pensó que entonces podía aguantar escucharle decir lo que le viniera a la cabeza. Sin importar que fuera una estupidez.

"Anunciaré que nos casaremos. Mientras más pronto, mejor ¿No lo crees?"

Sí, eso es lo que quería que hiciera. Que informara a los ciudadanos de Roma sobre sus planes y que comenzaran a esparcirse las historias sobre la manera en que mató a Ined para casarse con él ¡Y todo solo para intentar convertirse en otro gobernante del Reino del Nilo! No sonaba como algo que fuera agradable para la multitud.

"Espero con ansias nuestro encuentro de mañana".

Nefert por supuesto que comenzó a pensar que era un completo estúpido. Es decir, este hombre no pareció estar ni un poco consciente de las consecuencias que tendría que pagar por sus acciones y, como si se tratara de cualquier otro día, hasta gozaba de su triunfo como si ya fuera el nuevo rey. Y en su opinión, era algo extraño.

Theo siempre fue conocido por ser un hombre lo suficientemente inteligente como para sacar a Ined en secreto del Reino del Nilo sin que Galba lo supiera y tan meticuloso como para incluso llegar a asesinar a este último sin que se lo esperara. Y ahora que lo pensaba, en realidad Galba también se portó como un novato. Se decía que era un gobernante aterrador que silenciaba a los niños que lloraban con solo una mirada y que era un cónsul tan poderoso de Roma que no alcanzarían manos para contar todo el apoyo que tenía de la gente. Pero nada de estos estudios le hicieron notar la traición de Theo y en cada una de las oportunidades que tenía de hacer algo bien y tomar venganza, resultó que fracasó de la peor manera posible. Nefert se llevó la mano al pecho y pensó: ¿Es culpa mía? ¿Algo en él estaba volviendo estúpidos a esos hombres? Ya lo había dicho, eran estrategas maravillosos, pero igualmente fallaron contra alguien que no les llegaba a los talones.

Se decía que un Faraón del Reino del Nilo era un mensajero de Dios y que por eso mismo poseía un poder bastante misterioso. Los cielos, conociendo esto, protegían al Faraón del Reino de todas las maneras posibles con el único fin de que cumpliera en proposito por el que nació.

(Dios, tú me escuchas siempre... ¿Volviste locos a Galba y Theo por haberme tratado mal? ¿Por eso sus planes fracasaron?)

Por otro lado, ni Lucius ni el rey de Libia, que habían aceptado el tratado de paz de Nefert, tuvieron efectos negativos en sus vidas y en realidad, siempre fue como si todo les saliera bien.

Como se esperaba, estaba siendo guiado hacía su propósito de vida. Dios siempre protegía a cualquier persona que estuviera dispuesto a dar su vida por su gente así que, si esto ya era así ahora, ¿Entonces eso significaba que Theo moriría pronto también? Nefert no sabía qué decir ante sus propias suposiciones, así que esperó.

El sol estaba a punto de ponerse. Nefert todavía estaba de pie en el balcón, sintiendo los rayos del sol sobre él mientras también bañaban el cielo occidental en llamas brillantes de un fuerte color naranja. Al parecer, lo que podía ver en el Reino del Nilo era lo mismo que aparecía para él estando en Roma. Sin embargo, en el Reino del Nilo, a comparación de aquí, se pensaba que este fenómeno era gracias a la aparición de una deidad que iba mucho más allá de ser solo un ente. Una entidad que iluminaba el mundo por la mañana, retrocedía por la noche y volvía a aparecer para hacer brillar el mundo a primera hora del día para sus hijos buenos. Y el sentimiento de reverencia por esa abrumadora existencia daba lugar a los pensamientos sobre el inframundo, la reencarnación y el más allá, en donde podías encontrar a Anubis y Horus y pedir un favor especial de sus manos. Claro, aunque no los vieras como en las estatuas que estaban en los templos, se decía que ellos siempre estaban cerca, en el mundo de los mortales. Cuidando a todos en forma de escarabajos, mariposas y flores de loto. Siempre junto, si sabías donde buscar.

Sintiendo una vez más que la bendición de Dios estaba ahí para él, quien estaba tratando de proteger este país y también el suyo, Nefert se paró en el balcón, en la esquina más alejada de la mansión de Theo, y observó a los ciudadanos, a los sirvientes y a los soldados que no dejaban de revelarse en contra del nuevo orden de Roma.

"¿Dónde está Theo?"

"¡Hay que matarlo!"

"¡Hay que deshacernos de ese traidor!" 

Como había predicho Nefert, tan pronto como Theo anunció su matrimonio con él, los ciudadanos de Roma se volvieron locos y comenzaron a planear distintas formas de quitarlo del trono. Dejando atrás a Nefert, Theo escapó diciendo que sería solo hasta que "las cosas se tranquilizaran en el reino" y tomó un velero. Pero sabía que los ciudadanos eventualmente lo encontrarían y lo matarían de una forma que ni siquiera él podía imaginar. Lo vio claramente en su sueño: La manera en que la gente hablaba a gritos sobre un Omega del Reino del Nilo que destruyó Roma. Además, ya que no solo Galba, sino también Theo estaban obsesionados con él, había rumores constantes de que muchos de los Alfas se están batiendo a duelo por Nefert aquí y allá.

"¡Hay que matar a Theo! Luego hay que hacer lo mismo con Nefert".

"¡El Rey Omega vuelve locos a los Alfas de Roma! Hay que ejecutarlo o de lo contrario, la paz no llegará a Roma".

"¡El Faraón debe ser ejecutado o exiliado!" 

No podían ver a Nefert en el balcón, probablemente porque era un punto ciego. Pero desde allí, él podía escuchar todo lo que estaban planeando en su contra 

Nefert entonces se inclinó ante el sol en la distancia, junto las manos y cerró completamente los ojos: "Gracias Dios." Dijo. "Por favor, déjame ver a mi hijo y déjame estar a salvo de todo esto. Permite que vuelva al Reino del Nilo. No solo yo, sino toda mi familia."

Después de rezar, Nefert bajó las escaleras hasta el sótano, dónde las criadas que estaban de su lado, le dijeron que había alguien que lo estaba esperando desde muy entrado el día. Luego, tomó una antorcha de aceite, sus cosas y continuó su recorrido a través de un estrecho y angosto canal subterráneo que estaba lleno de goteras y manchas de humedad. Aparentemente, fue construido por los antiguos gobernantes romanos para que pudieran escapar al puerto en caso de batallas. Era lo suficientemente ancho como para que pasara una sola persona, pero tenía piedras en punta y agujeros que eran peligrosos en caso de que se le ocurriera meter el pie. El agua estaba fluyendo, se acumulaba en cada esquina y se conectaba al manantial que suministraba a cada hogar del centro y también del este. El nivel de control de inundaciones, que no se encontraba en el Reino del Nilo, era completamente maravilloso así que pensó que podía utilizarlo como referencia cuando regresara sano y salvo a su hogar y gobernara su reino.

Mientras más caminaba, más notaba que se habían comenzado a iluminar varios lugares alrededor y por las esquinas así que, aunque era un pasaje subterráneo por la noche, descubrió que la vista lograba abrirse rápidamente por la mañana. Y también, notó que Lucius estaba esperando por él con la mano extendida para que pudiera tomarla. Se suponía que ya debía haberse ido desde la mañana, pero de todas maneras no estaba enojado con él.

"El niño y tu pueblo están en un lugar más seguro ahora. En otro puerto, cerca de Poniente. Yo vine por mi cuenta porque odio terriblemente estar sin ti."

"..."

"Mis soldados los van a encaminar al reino del Nilo de inmediato. Pero ahora que Theo no está aquí, mi promesa se mueve hacía tu lado, cariño. Necesito llevarte a casa."

Pero Nefert solo asintió. No era justo. Realmente quería de nuevo su voz. Quería poder hablar para poder unir a la gente y para poder compartir lo que pensaba justo ahora ¿Pero qué tenía que hacer?

(Dios, dame fuerzas si estoy destinado a vivir en este mundo. Si voy a ser faraón, entonces ayúdame tanto como lo has hecho hasta ahora. Ayuda a Lucius a llevar a mi hijo a salvo por el mar. Ayúdame a ser fuerte)

Y mientras oraba, entonces se dio cuenta de que la noche se apartaba lentamente en frente de él. Todavía les quedaba un poco de tiempo juntos. Todavía podían tomarse de la mano y hablar el uno con el otro. Todavía podían sentirse. Aunque el cielo del este era un poco más brillante, faltaba un poco hasta el amanecer. 

"Me despediré de ti pronto". Escribió Nefert, mientras extendía las manos y le mostraba un anillo con una hermosa piedra de color esmeralda. "Si sobrevivo... Entonces quiero que te vuelvas mi esposo". 

"..."

"No sé cuánto tiempo voy a quedarme aquí. Es algo que quería decirte. En primer lugar, porque no puedo dejar Roma cuando está en un estado de caos tan horrible como este y en segundo porque, pienso que es mi obligación calmarlo y, convertirme en el emperador que tanto necesitan. Dios me lo dijo en un sueño. Siento que para eso estoy aquí. Para combinar nuestros países, pero todo mediante mi propia fuerza".

Salió una voz. Algo débil y aún no clara, pero ya era algo.

"... Tal vez deba quedarme contigo. Ya todo está jodido de todos modos."

"Si te quedas aquí, solo serás ejecutado."

De nuevo, una voz terriblemente chillona.

"Todo el país sabe que me obtuviste como recompensa en ese torneo. Van a atacarte, como el hombre que se acostó con el monstruo del Reino del Nilo."

"¿Monstruo? ¿Qué pasa con eso? Ciertamente tienes una belleza diabólica, pero... Yo recordaría si me hubiera cogido a un monstruo"

"Este no es el momento para bromear."

"Es solo que... Aunque sé lo que tengo que hacer, una parte de mi dice todo el tiempo que no puedo dejarte en un lugar tan peligroso e ir solo a un sitio seguro. Soy tu pareja."

"Voy a estar bien."

Lucius sonrió.

"En serio estoy bien. He estado bajo vigilancia todo este tiempo y he estado expuesto a situaciones en las que podrías ser atacado en cualquier momento. Pero no ha pasado nada. Para mí, tú y el bebé son más importantes..."

"Nefert-sama... Ese bebé es mío, ¿Verdad?" 

"..."

"Dime honestamente. Por favor. Ya que estás tan desesperado por deshacerte de mi, creo que al menos merezco esto."

Nefert pensó que ciertamente tenía un punto:

"Sí, es tu bebé. No me he acostado con nadie más que contigo. Ni Galba, o alguna otra persona me ha abrazado jamás así que, obviamente es tu hijo".

El sonrió. Pareció estar conteniendo las lágrimas. 

"Gracias... Gracias por.... Arriesgar tu vida para proteger a mi hijo. Decidiste sacrificarte y convertirte en el amante de Galba para no darme problemas. Ni siquiera sé qué debería decirte". Lucius se arrodilló ante Nefert y besó su mano una y otra vez. "Sabiendo que Galba me odiaba... Tú me protegiste. Y no creo que puedas entender lo mucho que me salvaste de otras maneras en todo este tiempo. Así que, por favor, huye conmigo y con tu hijo".

"No puedo".

Lucius se levantó y puso ahora su mano en la mejilla de Nefert. Incluso sintió su mirada recorriendo fijamente su cara mientras le apartaba el cabello suelto. 

"No te entiendo."

Nefert se mordió el labio. 

"... No puedo, no puedo ir a casa".

"¿Por qué no? No necesitas nada de esto, Nefert. No necesitas probar nada. Regresarás al Reino del Nilo y reconstruirás el país como un faraón. No necesitas guiar un país que no es tuyo. Es por tu felicidad, y por el bien de nuestra familia..."

Sabía que si alguien tenía alguna posibilidad de hacerlo, definitivamente era ese hombre. Entendía la razón por la que estaba tan convencido de que podía superar cualquier dificultad en el futuro porque básicamente lo había hecho toda su vida. Pero ahora podía ser diferente.

"No quiero que te sacrifiques por mi. Al que la gente odia es a mi, quien confundió a Galba y a Theo soy yo. Necesito probarme ante ellos así que, solo ve y asegúrate de que Quinn pueda subir al trono como el nuevo Faraón".

"¿Y qué hay con el nuevo faraón que crece en tu vientre?"

"... ¿Te diste cuenta de eso?"

"Tu aroma cambió de nuevo."

Nefert sostuvo su abdomen. 

"Entonces daré a luz a este niño en este país."

"Todos pensarán que es hijo del cónsul. Ya no serás necesario y serás ejecutado ¿Eso quieres?"

Mirando el pecho del hombre, subiendo y bajando con enojo. Nefert dijo:

"No puedo responder. Es parte de mi destino."

"Dime cómo te sientes realmente."

Lucius había decidido tomarlo de la muñeca así que, en un rápido movimiento, su cintura quedó cerca de la suya, y su pecho y el otro permanecieron en estrecho contacto, con la temperatura corporal del otro recorriendo sus pieles. Sabiendo que los latidos de sus corazones se superponían, Nefert sonrió y volvió a juntar toda su fuerza para sacar oraciones decentes:

"Un faraón debe amar a su pueblo. Siempre me dijeron que eso era lo primero y lo único"

"Pero fue imposible para ti."

"..."

"Sé que me amas." Con un dedo en su barbilla, Lucius le levantó la cara para poder mirarlo. "Porque yo te amo con mi vida. Más de lo que puedes imaginarte."

"..."

"Entonces, tienes que ser demasiado honesto con el bebé".

"¿Honesto?"

"Si pasa mucho tiempo y seguimos separados el uno del otro, por favor, dile al niño sobre lo loco que me tienes. No dejes que piense que me fui porque quería".

Nefert contuvo desesperadamente las lágrimas que estaba a punto de derramar. 

"Pero ¿Y si Quinn me pregunta sobre tus sentimientos?"

Eso lo dejó sin aliento. Era un tipo bastante astuto para orillarlo a situaciones vergonzosas. Aunque por supuesto, la respuesta era bastante obvia.

"Nefert, si no fueras un faraón, ¿Me amarías? ... Si no tuvieras que hacerte cargo de un país ¿Qué te gustaría hacer con tu familia? ¿Que harías con tus hijos si fueras un hombre normal?"

"..."

Cuando pensó en eso, un sueño que una vez tuvo cruzó por su mente. "¿Puedo darle un bollo de leche de coco a papá?"Era la voz de un niñito que se parecía un montón a Lucius. 

Cuando Quinn aún estaba en su vientre, este era un sueño recurrente. Que su hijo y su esposo probaran la comida favorita de Nefert y que pasaran un tiempo lleno de amor y diversión todos juntos. Algo que era mil veces más valioso que gobernar un país.

El hombre miró hacia abajo. 

"No me preguntes eso. Yo... No puedo tener un escenario en el que esté haciendo mi comida favorita y tampoco puedo tener una familia normal." Luego miró a Lucius y sonrió de una manera extraña. "Soy muy complicado ¿No hubiera sido mejor que me siguieras odiando cómo cuando pensabas que me había embarazado de Galba?"

Lucius sonrió también. 

"Nunca deje de amarte"

"... Mentiroso. Cuando supiste que estaba embarazado, tú..."

"Estaba celoso. Demasiado... Pero no te odiaba. Ni siquiera odiaba a Quinn. Te juro que no odiaba a Quinn ni aunque llegara a pensar que era su hijo."

"¿Por qué...?"

"Porque era tu hijo también".

En el momento en que la voz baja y ronca de Lucius se derritió en sus oídos, algo estalló en su pecho.

"Si es tu hijo, no importa con qué tipo de Alfa estés, es un pedacito de la persona que amo. ¿Cómo puedo odiarlo?"

"Lucius..."

Era un amor bastante profundo. Y fue justamente por esto que había comenzado a tener pensamientos raros sobre vidas nuevas.

"¿Nefert?"

Pero el hombre había colocado sus manos detrás del cuello de Lucius y presionado suavemente sus labios contra sus sienes.

"Dile a Quinn, que yo te amabas más de lo que tú lo hacías."

Luego continuó:

"Tienes razón... Es un error que los Faraones Omega no pueden amar a nadie".

"¿Lo es?"

"Lo es".

Asintió Nefert.

"La preciosidad de poder amar a alguien tan fuerte e intensamente... ¿Cómo puede un faraón que no sabe eso, amar a su pueblo? Puedo amar a distintas naciones porque es el mismo sentimiento que tú me has mostrado. Me volviste fuerte, me cambiaste para esto."

Admitió su amor honestamente, con la misma dignidad de un faraón. Después de todo, de verdad lo necesitaba y lo adoraba como su pareja. Y más que eso, quería amarlo no por ser Alfa y Omega o por el calor de su ciclo, sino por ser un sentimiento desde el fondo de su corazón. Además, estaba decidido en crear un país que le enseñara el amor a los habitantes y que pudiera hacer que su propia felicidad fuera palpable por todos... Mientras esperaba el día en que pudiera volver a encontrarse con este hombre. 

"Estoy preocupado por ti... ¿Cómo voy a dejar a alguien tan perfecto sin compañía?"

"A la única persona que amo, eres tú. Ten confianza".

"Vuelve rápido conmigo... No quiero enterarme de que moriste, y tampoco te quiero con canas ¿De acuerdo?"

Lucius sonrió otra vez.

"Si no, ahora si voy a odiarte."

"Te amo mucho, Lucius. Iré a buscarte antes de que te des cuenta así que, por favor, espera". 

En su visión, podía ver las pirámides y un lugar lleno de arena. Países juntos y él, sonriendo más feliz que nunca antes bajo el sol de poniente. Lucius colocaba sus manos en su hombro, entrecerraba sus ojos azul cielo y decía algo que no podía entender, pero que hacía que sus dos niños, que se parecían a su padre, sonrieran con muchas ganas. Algún día, este sería su futuro. Solo tenía que ser paciente.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).