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Nueve Meses y Un Año por AzuraWhiteAki

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Notas del capitulo:

Todos aquellos escalofríos y dolores que creyó terminarían con su vida cesaron casi de un momento a otro. ¿Qué había pasado? 


Capítulo 2: Preocupación

La paz parecía inundarlo en su totalidad. Todos aquellos escalofríos y dolores que creyó terminarían con su vida cesaron casi de un momento a otro. ¿Qué había pasado? Fue lo primero que se preguntó al comenzar a abrir sus ojos. Su visión borrosa parecía que le decía que tuvo un sueño bastante largo y pesado. Su cuerpo de igual manera, aunque sin duda ya podía moverse a voluntad.

Comenzó a moverse poco a poco, estirando sus músculos, haciendo tronar uno que otro hueso. Le relajó de cierta manera. Siguió con su propia rutina mañanera hasta que su mano logro dar con algo suave y caliente.

Se detuvo por un momento, y ajustando su vista al lugar miro a su lado, un cuerpo azulado le acompañaba sin ningún pudor, su respiración lenta y continua le hacía saber algo que le sorprendió.

Astral estaba dormido.

Su amado Astral estaba dormido.

¡El Rey del Mundo Astral estaba dormido!

Era noticia. Sin duda lo más extraño que había vivido junto al ser azulado. Comenzó a reír bajo, no quería que el momento terminara. ¿Cuándo? ¿Cuándo es que se imaginaria a su amado en ese estado? Se suponía que los seres Astrales no dormían por ningún motivo. Su energía era lo suficientemente fuerte para ignorar el simple hecho y el placer de dormir. Pero ahí estaba. A su lado Astral descansaba. Sin prisa, sin apuro. Sólo él y esa enorme cama mullida.

Su sonrisa no se borró de su rostro. Eso hasta que por fin después de presenciar un hecho histórico, dirigió su mirada al techo de la habitación. Había esperado el blanco de su recamara. Pero lo que vio. Eso lo confundió.

Un dosel blanco era lo que veía.

Él no tenía ningún dosel. Decidió mirar más, sentándose en aquella cama. Y contemplo que en su habitación no había adornos plateados y tampoco muebles de lo que parecía ser cristal y mármol. No. Su casa y su habitación era mucho más sencilla por muchas razones. Pero ahí estaba. En medio de los aposentos de lo que parecía ser Astral.

—¿Qué está pasando aquí? —Fue lo único que atino a decir mientras trataba de levantarse. Más un brazo se lo impidió. Miro de reojo a su compañero el cual seguía en el Mundo de Morfeo.

Quería despertarlo. Pedirle explicaciones. Rayos quería que le dijera a todo detalle que fue lo que ocurrió. ¿Por qué estaba en aquel lugar desconocido? ¿Acaso esa era luz del Mundo Astral? ¿Qué hacía en la cama con su novio? No era que no le tuviera confianza, pero él recordaba haber dormido solo y en agonía. ¿Qué estaba pasando?

Parecía que un ataque de pánico estaba por llegarle, más unos movimientos a su lado le hicieron calmarse, aunque sea momentáneamente.

Astral se removía en aquellas sábanas blancas a placer. Dio un pequeño bostezo y comenzó a mostrar aquellos ojos que tanto le gustaban a Yuma.

Su visión aun borrosa no le impidió reconocer la silueta de su compañero, y con una sonrisa tenue le dio lo que se supone hacia una persona al levantarse.

—Buenos días Yuma. ¿Dormiste bien?

El nombrado no podía creer la calma envidiable de su compañero. No, es más. Parecía surrealista.

—¿Qué está pasando? —Ataco apenas Astral le miro con normalidad.

—Directo como siempre. Si duda a veces una cualidad nada amable. —Recrimino gentilmente. Yuma se avergonzó apenas un poco.

—Lo-Lo siento... ¡Pero Astral! ¿Dónde estamos? ¿Por qué estoy aquí? —Volvió a cuestionar mirando a su alrededor.

Cosa que solo hizo sonreír al mayor.

—Sin duda han pasado algunos años, pero sigues sin cambiar realmente. —Menciono acercándose más a su compañero atrayéndolo a un abrazo-Sigues siendo aquel niño que alguna vez miraba a la derrota como un reto, más que una enseñanza.

Yuma no entendió realmente el mensaje, así que solo atino a responder aquel extraño abrazo.

—Cariño, estamos en mis aposentos. En el Mundo Astral. Te traje apenas el día de ayer. —Dijo alejando apenas lo suficiente a su compañero para mirarlo a los ojos. —Tenías una intensa fiebre y un malestar que podía percibir muy bien-Acaricio la sonrojada mejilla de su compañero. —Debo disculparme por haberme atrevido a llevarte conmigo sin el consentimiento de tus padres o hermana, pero en mi defensa. Estabas lo suficientemente grave como para no tomarme en serio esos protocolos que lo único que hacían era atrasarme de una revisión adecuada.

Yuma lo escucho. Y al verle. Sin duda le creyó. Astral jamás haría algo malo para dañarlo. Jamás.

Así que tomando apenas unas bocanadas de aire. Pudo quitar toda la tensión y desesperación que en un principio le abrumo. Ahora sabía dónde estaba, cómo y por qué. Pero ahora surgiría lo demás.

—Astral. —Llamo suavemente la atención de su amado, a la vez que se separaba para recuperar su espacio personal. Quedando sentado cómodamente en aquella cama.

—¿Sí?

—¿Qué...Qué es lo que me pasa?

Oh. Ahí venía la sorpresa que menciono Ana. Astral de un momento a otro, se mostró con nerviosismo. Comenzó a peinar con cuidado su cabello con una mano, mientras que la otra jugaba con la sabana entre sus manos. Yuma dudo por un momento de lo que veían sus ojos. Pero ahí estaba la segunda cosa histórica que presenciaba. Astral nervioso.

Debía ser sincero. Quería fotografiar el momento. No todos los días dos hechos históricos aparecían enfrente de ti. Comenzó a reír suavemente, llamando la atención de nueva cuenta de su compañero. Quien le contemplo. Le observo cada pequeño detalle, cada gesto. Yuma podía sentir la penetrante mirada de su amado. A lo cual hizo una tos fingida.

—¿Y bien? —Presiono un poco más.

Astral pareció debatirse entre algo que no entendía y espero, hasta que pasaron los cinco minutos de su paciente tolerancia.

—Astral. —Segunda advertencia.

—Yuma... —Hablo por fin su compañero. —Sabes que Te Amo. Más que a mi Mundo y más que a mí mismo.

Eso le aterro momentáneamente. Su corazón palpito tanto en poco tiempo que parecía salirse de su pecho. Más espero con nerviosismo lo que su compañero estaba recio a mencionar.

—Sí, lo sé. Astral. Te Amo de la misma manera. Y lo sabes. —Reitero.

—Lo sé, lo sé. Es solo que... —Suspiro. —No sé cómo te tomaras la noticia.

—¿Noticia? ¿Qué noticia? —La cara de Yuma era todo un poema entre confusión, miedo, y emoción.

—Veras... Cuando llegué contigo en brazos pedí a Ana que te revisará...

—¿Ana?

—La Curandera Real, por así decirlo.

—Oh...

—Continuo. —Un nuevo suspiro salió de sus labios sin pensarlo. —Cuando Ana te reviso, yo exigía que me dijera que era lo que te tenía tan mal. A lo que me dio un simple veredicto y un par de explicaciones más...

—¿Y eso es...? —Yuma se acercó más al mayor.

—Yuma... —Le miro a los ojos, y sin titubear le dijo. —Estas en cinta Yuma. Estas esperando a nuestro hijo... Yuma... —Fue el turno de acercarse a su compañero. —Estas embarazado...

—¿Qué?

—Lo que dije Yuma... Estas en cinta. —Astral de manera amorosa tomo las manos de su incrédulo compañero, para depositar un sin fin de besos, lo cual demostraba lo emocionado que estaba con la situación actual.

—¿Astral?...

—¿Sí?

—¿Acaso estás loco?... —Fue lo primero que quiso preguntar. Sin malas intenciones. Solo quería en ese momento satisfacer su duda.

—Yuma... —Una sonora carcajada provino del ser azulado. Y antes de calmarse le soltó lo demás. —¡Por supuesto que no! ¡Ana fue clara y su veredicto fue el final! ¡Yuma tendremos a un bebé! Bueno, tú lo tendrás, pero sabes a lo que me refiero. Yuma. —Llamo con más emoción su compañero. —Seremos papás Yuma.

Quería que la tierra se lo tragara. No podía ser verdad. Astral le estaba mintiendo. Eso era lo que le gritaba su cabeza en esos momentos. Pero al ver la ilusión casi infantil de su pareja, lo hizo replantearse su situación. Y es qué. ¡Era imposible! ¡Él era un...un él! No era una chica, no tenía un aparato reproductor como la de ellas. Y es qué... ¿Cómo?...

Bueno, no necesitaba detalles para saber cómo llego a la situación. Pero... ¡Por favor! Necesitaba a alguien con su cordura intacta.

—Astral...Yo...

—¿Sí Yuma?

—Necesito ver al Astral serio. De verdad...Yo... Lo necesito. Esto no es gracioso.

—Oh. ¿Entonces...no me crees? —La emoción del mayor pareció decaer.

—No... No es eso. No me malinterpretes. Es que... No lo sé. —Dejo ver su angustia. —¿Yo? ¿En cinta? ¿Un varón?

Astral entonces pareció comprender. Ver a Yuma con un serio conflicto consigo mismo, contemplando sus manos como si no fueran suyas. Astral entonces volvió a tomar las riendas de la situación. Se dejo llevar por su emoción que le segó momentáneamente del verdadero problema. Su amado Yuma no lograba aceptar lo antes mencionado.

—Lo siento. —Se disculpo Astral a la vez que volvía a abrazar al menor dando una que otra caricia en aquella espalda. Yuma no se quejó, se dejó hacer mientras pequeñas lagrimas resbalaban por sus mejillas. ¿Por qué lloraba? Ni él lo lograba comprender. Pero, ver a Astral haciendo todo el esfuerzo del Mundo para calmarlo y explicarle la situación tan descabellada. Le hizo reconsiderar todo.

¿Embarazado? Eso sonaba distante. Lejos, muy lejos. Pero estaba al mismo tiempo tan cerca. Poso sus manos en lo que se supone era ahora su vientre. Y comenzó a llorar aún más. Ahora que lo analizaba en silencio y en compañía de su pareja, lo que le fue sucediendo en las semanas pasadas y su diagnóstico. Parecía cuadrar a la perfección. Especialmente sus síntomas.

Mareo. Vómitos ocasionales, especialmente en las mañanas. El apetito que se abría bestialmente por las noches. El cansancio. Todo parecía cuadrar en aquella aparente lejana situación. Pero, maldición necesitaba a un experto justo ahora.

—Astral... —El mencionado solo le miro con cuidado y con cariño, esperando su pronta petición. Algo que ya había contemplado. —Quiero ver a Ana...

El mayor suspiró por última vez y sonrió con tranquilidad.

—Por supuesto. En seguida iré por ella. —Astral dio una última caricia a su pequeño antes de depositar un beso en su frente, para después irse con rapidez a realizar aquella petición.

Yuma quedo solo por unos instantes. Instantes que le valieron oro. Dejo salir una que otra maldición, así como gritos de emoción. ¡La situación era descabellada! Pero. No iba a negar que no era algo que alguna vez imagino con su amado a su lado. Claro, solo que él imagino unos papeleos de adopción por aquí y por allá. Pero esto... Esto era algo que quizá con el tiempo disfrutaría mucho. Quizá... Y con el debido tiempo todo se solucionaría. Si Astral estaba a su lado. Él estaba convencido de eso.

Minutos pasaron hasta que Astral volvió aparecer atreves de esa puerta, pero esta vez acompañado de la susodicha. Quien emocionada se acercó de inmediato al aun no oficial Reina y consorte del Rey Astral.

—Su Real Majestad me ha comentado todo, así que no se preocupe. Que yo le explicare a detalle lo que necesite saber. —Menciono cortésmente mientras tomaba asiento en un banquillo cerca de la cama de su majestad.

En ese momento Yuma lo supo.

Su embarazo. Su situación. Era completamente real. ¡Iba a tener un hermoso bebé con su amado Astral!

—¿Cómo es...?

—¿Cómo es posible? Disculpa que le interrumpa. Pero así es. Después de todo hablamos de la Unión de un ser Astral y un ser Humano. Todo puede pasar. Recuerde eso su majestad.

Eso lo confirmo.

Yuma miro con miedo e ilusión a su amado, quien sonreía de emoción. Apenas podía contenerse. Ambos serían padres.

¡Ambos serian papás!

Y así entre uno que otro llanto por parte del menor. Aquella experta en el tema le hizo saber todo lo que necesitaba, así como lo que quizá no. Bueno uno nunca sabía cuándo sería utilizada tan información. Y llevar a un híbrido con él. Bueno, no quería cometer una tontería y dañarlo. Mejor estar seguros.

—Mis señores, debo retirarme. Pero por favor cualquier situación fuera de lugar o duda, no duden en llamarme, yo acudiré a su llamado de inmediato. —Dijo Ana ya despidiéndose de ambos monarcas.

—¿No sería mucha molestia Ana? —Soltó de pronto el menor. Su independencia salía a relucir. Astral solo rio bajo por su comentario. Recordándose mentalmente no dejar tanto tiempo solo a su pequeño. No quería que nada le pasase a su bebé por un desliz de su "Mamá"

—Para nada su majestad. En realidad, es un honor poder ser quién lleve el control y el futuro parto del heredero del salvador del Mundo Astral y el Rey Astral. Nada me haría más feliz que ayudarlos.

Yuma se sintió tranquilo, pero también algo incómodo con tantos títulos encima. Él quería que fuese tratado como su igual. Ya que, bueno estarían casi literalmente juntos en esto.

—Ana... —El menor la llamo.

—¿Si mi señor? —Detuvo su andar a la puerta para voltear.

—Yuma...Solo dime Yuma por favor.

Ana se mostró sorprendida, más era lo que imaginaba. Así que asintió en respuesta.

—Como diga Yuma-sama.

Oh, bueno. Lo intento. Yuma suspiró y viendo salir a Ana de la habitación, levantándose con pereza fue al lado de su pareja. Quién se encontraba viendo por el gran ventanal de la habitación. Era una hermosa vista de la ciudad Astral.

—Gracias Astral. —Le sonrió, sincero y tranquilo por fin después de tantos giros dramáticos en tan solo un par de horas.

—Lo mismo digo Yuma. —Menciono el mayor atrayendo a su amado a él una vez más. Depositando un beso en aquellos labios tan llamativos para él, separándose apenas un poco retomo sus palabras. —Me has hecho el ser Astral más feliz de mi Mundo y de la tierra. Te Amo querido Yuma.

—Y yo a ti, Astral. —Y con ello volvió a cerrar el espacio entre los dos.

Se sentían bendecidos. Ambos como eran. Se sentían completos. Su sueño platónico había dejado de serlo. Si ese era un sueño no quería que nadie los despertara.

Los besos siguieron, más un ruido ajeno al momento hizo que se separaran.

Astral miro al menor divertido, mientras sonreía burlón.

—¿Acaso ambos ya tienen hambre?

—¡Astral! —Reclamo el menor sonrojado.

—Jajajaja, vamos a comer de una vez. No quiero que ambos mueran de inanición. —Dijo tomando de la mano a Yuma listo para guiarlo a través del Palacio.

—...Tonto... —Fue el simple contraataque del menor, más con el andar del mayor este se dejó hacer.

No podía pedir nada más por ahora. Claro a excepción de que su estómago fuese saciado.

Notas finales:

Adelanto:


Los pasillos parecían recibirlos con más alegría que antes, las paredes blancas, azuladas o cristalinas parecían adquirir un brillo propio. Yuma apostaba a estar en un palacio como en los cuentos de hadas que tanto le gustaban a su hermana. Y junto a él, el príncipe Azul que se supone sueñan todas las princesas.


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