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Nueve Meses y Un Año por AzuraWhiteAki

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Notas del capitulo:

Todo un Mundo ahora le felicitaba por lo ya antes anunciado. Tanto por su nueva posición y ascenso, hasta la concepción de su primogénito o primogénita.


Era demasiada atención para él.

Capítulo 5: Al Final del Día

Yuma se sentía un poco fuera de lugar ante tantos gritos y alabanzas hacia su persona. Era extraño. Todo un Mundo ahora le felicitaba por lo ya antes anunciado. Tanto por su nueva posición y ascenso, hasta la concepción de su primogénito o primogénita.

Era demasiada atención para él.

Aunque, el sentir a su lado a Astral, le era suficiente razón para permitirse disfrutar el momento. Yuma entonces miro con deleite y orgullo a lo que ahora, se convertía también en su pueblo. Pensar que antes no tenía ni el brillo que hoy daba a conocer.

Astral daba ahora por su cuenta un gran discurso, agradeciendo a los ciudadanos y a cada representante de ciudades y pueblos que hicieron posible que la prosperidad alcanzara hasta a los más alejados del gran Palacio. Era increíble la fluidez en la que podía expresar sus pensamientos e ideas.

Su espalda recta y su postura eran en todo momento las correctas. Y qué decir del atuendo que ahora portaba. Iba muy a juego con las ropas que ahora Yuma lucia. Las joyas que adornaban su cuerpo solo lo hacían ver más etéreo de lo que se ve usualmente. Astral era digno de admirar.

Yuma se vio atrapado por la presencia y autoridad que emanaba su "Prometido". Y con una tímida sonrisa dejo caer levemente su cabeza hacia el brazo de Astral que seguía sosteniendo. Recargando su cabeza.

El pueblo miro y juzgó. El Rey había hecho una excelente elección de pareja. Pues, aunque ninguno de los monarcas realmente lo notará, podía percibirse un amor puro e infinito fluyendo entre ambos.

Ambas partes del Reino se sentían satisfechas. Y después de que Astral diera por terminado su discurso, dieron por concluido tal evento.

Los más grandes siguieron festejando, mientras que otros solo volvían con más entusiasmo a sus labores diarias, como lo eran los líderes de cada ciudad y pueblo. Pues, ahora mismo, se encaminaban a sus hogares u oficinas para redactar cartas y cartas de felicitaciones y agradecimientos. Agregando además informes de lo que iba del mes, pues sentían que ahora su Real Majestad Yuma, debía conocer a fondo todos los esfuerzos que realizaban cada día sus ciudadanos, así como las mejoras que habían tenido gracias a varias intervenciones suyas.

La manera en la que se trabajó el resto del día, hizo realmente placentera la noche. Los guardias se encargaron de retirar los residuos de los comunicadores, mientras las sirvientas al igual que las Doncellas tomaban un merecido descanso. Todos hicieron lo mejor para que, una vez concluido el día, la noche fuera silenciosa. Ese era uno de sus regalos para el descanso de la nueva Reina.

Yuma se dejó caer sin ninguna preocupación en la cama de su pareja (ahora también suya) y como si fuese un gato, comenzó a estirarse para desestresar su cuerpo. Astral le veía de cerca mientras se deshacía de sus zapatos y accesorios.

El mayor no podía estar más que feliz. Ahora el amor de su vida iba a estar junto a él hasta lo que durase la eternidad misma y un poco más. Con aquella pequeña ceremonia, había no solo dejado en claro sus acciones, si no también sus intenciones. Yuma para él, había pasado a ser su prometido. No oficialmente aún a falta de algunas otras ceremonias a realizarse. Pero para él, en su corazón. Yuma ya había pasado a ese puesto que tanto trabajo les costó alcanzar. Sonrió. Y con lentitud se acercó a su pareja.

Yuma ahora miraba a Astral, el cual al llegar a su lado cayo recostado de igual manera. Ambos se sentían plenos, felices.

—¿Lo hicimos bien? —Pregunto de la nada el menor.

—Yo creo que sí... —

—¿Eso crees? —

—Por supuesto... De otra forma nos hubieran rechazado... —

—Es cierto... —El menor rio levemente.

Un silencio reconfortante podía percibirse esta vez. Yuma nunca dejo de mirar al mayor, el cual, por su parte, solo miraba el techo del dosel.

Yuma se preguntó a sí mismo, si todo lo que pasaba resultaba ser real. Sí realmente Astral estaba allí junto a él. Si todo esto no era producto de su alocada mente. Dudoso, estiró su mano hasta tocar aquel bello rostro que tenía el mayor. El cual, dirigió su mirada y atención al menor.

Astral de alguna manera podía percibir lo que Yuma pensaba. Su mirada rubí, le miraba con intensidad, mientras le preguntaba en silencio algo que no alcanzaba a comprender.

Ambas miradas conectadas, dieron a conocer al otro cuanto se amaban. Cuanto se querían, y hasta donde llegarían por ver bien a su contraparte. Astral entonces, sin poder evitarlo realmente, y sin estar al pendiente de sus acciones. Acerco más de lo que pudo al menor, subiéndose en él sin lastimarlo en el proceso.

Yuma no dijo nada. Ni se molestó. Al contrario. Lo que vio en aquella mirada heterocroma le agrado. Un sonrojo intenso subió a sus mejillas y parte de sus orejas.

Aquella imagen encantó al mayor, el cual, no pudo contenerse más. Y con delicadeza acerco sus labios hasta los del menor. El cual, gustoso le recibió.

Un beso inocente y tierno fue lo que ambos ofrecieron. Astral apenas y se separó, solo para seguir depositando uno que otro beso en el rostro y cuello del menor, el cual suspiraba de vez en vez. Ser mimado de esa manera por su pareja le encantaba mucho más de lo que esperaba. La piel usualmente fría del mayor, era lo perfectamente atrayente a su propia piel. La cual ahora parecía arder ante cada caricia y beso recibido.

Un nuevo beso nació. Esta vez húmedo y sonoro. Yuma alojó sus brazos en el cuello del mayor, acercándolo aún más. Ambos no necesitaban entender que es lo que estaba pasando. Ellos ya habían recorrido este camino más de la cuenta, así que, con una rápida mirada, accedieron a lo que pasaría.

Yuma comenzó con lentitud a despojar a Astral de sus prendas, mientras el mayor se ocupaba del molesto vestido que tanto llego a odiar Yuma. Todo ello, regalándose besos en donde llegase a mostrarse más piel. Yuma reía de vez en cuando, Astral se mantenía fiel a su labor.

Prendas eran dejadas en el suelo y en lugares insospechados, y no se detuvieron hasta que la última cayo. Astral miraba con amor y deseo al menor, mientras Yuma trataba de mantener sus suspiros y gemidos a raya, tomado con fuerza aquellas sábanas blancas, fallando miserablemente al sentir de nuevo nacer caricias en su cuerpo, pasando desde la punta de sus manos, hasta pies.

De alguna manera para el menor. Todas aquellas sensaciones podía percibirlas el doble de placenteras que las veces anteriores. Se preguntaba por qué. Aunque, a decir verdad. Eso poco importo cuando Astral volvió a invadirlo en aquella zona en la que era más sensible.

Un vaivén lento comenzó, Yuma se sentía renacer y morir al mismo tiempo. El mismo cielo e infierno, siendo alcanzados a la vez. Era indescriptible lo maravilloso que era estar de esta manera con Astral. Su amor, su pareja, su cómplice, su amante, su amigo. Su Rey.

Astral disfrutaba enormemente de aquellas sensaciones tan placenteras que solo Yuma podía hacerlo alcanzar. Era reconfortante estar con él.

Hacer el amor, era reconfortante para los dos.

Un glorioso Clímax fue alcanzado. Y varios Te Amo fueron escuchados.

La constante respiración agitada del menor, hizo sonreír al mayor. Ambos se veían visiblemente cansados. Sus cuerpos perlados por el sudor hacia denotar el esfuerzo puesto para ello.

Sin querer realmente, ambos se separaron, solo para acomodarse de nueva cuenta en aquella mullida cama. Astral atrajo al menor para recostarlo en su pecho, Yuma por su parte, se acurruco lo mejor que pudo.

Y con ello, ambos amantes dieron por terminado aquel bello acto, sellando una promesa muda con un último beso, antes de caer rendidos a Morfeo.

Un bello día había concluido.

Notas finales:


Adelanto:

Suspiró, para después dejar salir un bostezo. Movió un poco sus brazos, y fue cuando se topó con el delicado cuerpo de su amante. 


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