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Nueve Meses y Un Año por AzuraWhiteAki

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Notas del capitulo:

Yuma apostaba a estar en un palacio como en los cuentos de hadas que tanto le gustaban a su hermana. Y junto a él, el príncipe Azul que se supone sueñan todas las princesas.


Capítulo 3: ¿Y ahora qué..?

Yuma y Astral, juntos tomados de la mano, se dirigieron a lo que serviría como comedor. Lugar antes adaptado para Yuma, ya que ellos como seres Astrales no tenían la necesidad de comer. O al menos no algo enteramente físico. Contrario a los humanos u otras razas.

Los pasillos parecían recibirlos con más alegría que antes, las paredes blancas, azuladas o cristalinas parecían adquirir un brillo propio. Yuma apostaba a estar en un palacio como en los cuentos de hadas que tanto le gustaban a su hermana. Y junto a él, el príncipe Azul que se supone sueñan todas las princesas.

Aunque pesándolo bien. El palacio del Mundo Astral no podía ni compararse realmente a la verdadera belleza que irradiaba por sí mismo. Los cuentos eran una blasfemia con solo narrar algo parecido a donde estaba ahora.

El príncipe Azul que muchas y muchos anhelaban. Se le cumplió, aunque de una manera algo literal. Su amado Astral por sí mismo ya era azul. Así, que. Bueno, eso lo hacía cumplir con el requisito, ¿no? Sin embargo, dando la situación actual. El ser Astral ya no era un príncipe. No, señor. Él ahora era en toda regla un Rey.

Si mal no recordaba, Astral le mencionaba ahora todo lo que hacía en su Mundo. Entre montañas de papeleo, revisiones de ciudades cercanas, así como la principal. Nuevas reglas y leyes. Ya que las antiguas leyes eso eran. Antiguas y obsoletas a este punto, por ende, necesitaban ser actualizadas. Y muchas otras cosas más que ahora no podía rememorar. Pero que eran igual de importantes y valiosas.

El tener a un ser como él a su lado. Era mucho mejor que sus sueños. Por favor. Los príncipes de los cuentos quedaban obsoletos ante tal maravilla de ser.

Y al final. Él no era una mujer. No era una chica esperando a que el príncipe azul viniera y le rescatara de una vida que ella misma pudo haber evitado siguiendo un camino independiente y valiente. No. Él era un hombre, joven por su edad marcada de 16 años. Casi 17. Y a su corta edad estaba agradecido con ello.

Ya había casi muerto dos veces si no fuera por Astral, y viceversa. Vivió y triunfo. Había pasado por tantas cosas en tan poco tiempo, que su mente y alma habían evolucionado casi a la altura de su compañero. (Aunque sinceramente Astral le rebasaba con milenios). Pero volviendo al presente. Gracias a ello. Se sentía listo y dichoso de poder continuar con el siguiente reto que alegraría sus vidas. Su pequeño o pequeña niña.

Yuma sonreía sin parar. La luz en sus ojos irradiaba amor y esperanza. Los sirvientes y habitantes del palacio lo notaron. Y los rumores no esperaron.

Las Doncellas en sus deberes comenzaron a susurrar. Los guardias comenzaron con apuestas y uno que otro reto en Duelo. Los ayudantes más directos del Rey solo se dedicaban miradas cómplices. Pronto el Mundo Astral se enteraría de la verdad. Pues el tan solo ver a su majestad en busca de Ana, era una prueba irremediable de que ahí pasaba algo.

Astral en su propio Mundo apenas y lo notaba, y sinceramente poco le importaba. Estaba feliz. Yuma de igual manera. No había por qué preocuparse. O quizá no ahora. Su objetivo principal por ahora era aquel comedor. El cual doblando una esquina comenzó a hacerse notar.

Sirvientas iban de aquí allá. Haciendo cada una con esmero sus mandados. Astral y Yuma se las toparon en los pasillos, y ellas solo se limitaban a sonreír, e inclinarse en señal de respeto. Y eso sucedió hasta llegar al lugar, en donde su único obstáculo eran las puertas blancas y enormes, las cuales fueron abiertas para ambos por dos guardias, quienes no dudaron en imitar un poco a las sirvientas en cuanto a su saludo a ambos monarcas.

Astral se mostró satisfecho. Yuma, por lo contrario, no estaba acostumbrado a tanto respeto y mucho menos atención. Pero al ver a Astral actuando con normalidad, supuso que todo andaba bien. Y decidió pasar con su pareja.

Un exquisito comedor fue lo que volvió a recibir. No importaba cuantas veces viniera al lugar. Cada vez que abrían esas puertas parecía la primera vez en entrar.

El candelabro del más puro y fino cristal colgaba al centro del comedor, dando una luz tenue y acogedora. La mesa blanca en forma rectangular lo invitaba a tocarla, mientras que los asientos mullidos lo atraían a sentir su comodidad. Esos asientos le encantaban a Yuma, pues como una buena película de ficción, estos no poseían patas para estar de pie. Al contrario, el respaldo y el asiento parecían flotar por sí mismos. Estáticos. Ignorando la gravedad.

Astral sonrió aún más al ver la emoción infantil en su pareja. Quien casi corrió a sentarse en lo que ya era su lugar habitual. Y tras unos pasos más Astral le imitó. Sentándose justo a un lado de él.

Ambos se miraban con emoción. Astral aún por la noticia y Yuma porque ahora comería "por dos" Así que su novio no tenía que limitarlo en las "sanas cantidades" que le mencionaba muy seguido cada que visitaban el sitio.

Y con una calma envidiable, el mayor le cedió una campana al menor. La cual hizo sonar. Y esta al estar "encantada" desapareció después de ser usada. Ahora solo faltaba unos minutos para que aquella comida fuese traída a Yuma. Y mientras tanto una nueva conversación nació entre los dos.

—¿Como crees que será? —Cuestiono el menor.

—Mm. —El mayor pareció pensarlo por un momento antes de responder. —Quizá y con suerte se parezca a mí.

—¿Por qué lo dices?

—Bueno, tú eres quien lo está gestando justo ahora. Así que, basándome en ello, creo que tomara más rasgos tuyos. Incluso el color de piel.

—¿De verdad lo crees?

—Supongo. No estoy seguro. Pero... —El mayor tomo las manos de Yuma entre las suyas. —Me alegraría aun así si así fuera.

Yuma sonrió enternecido. Le encantaba ver de esa manera a su pareja. Ya que usualmente se mostraba orgulloso y misterioso. Aunque esos eran rasgos que de igual manera le encantaban, que Astral mostrara sus sentimientos abiertamente le hacía sentir mejor.

—Yo creo, que será una copia exacta de ti Astral...

—¿Lo dices en serio? —Pregunto divertido el mayor.

—Sí. Lo creo.

—¿Y cómo lo sabes?

Instinto de "Madre". —Fue lo que se limitó a contestar. Astral río suavemente seguido de Yuma. Se sentía un hermoso ambiente. Algo que fue roto, al abrirse las puertas.

Sirvientas entraron junto a mayordomos, con varios platos de comida de extraña apariencia. Parecían imitar las comidas de la tierra, más quien las viera dirían que estaba hecha de plástico de distintos colores y uno que otro vidrio o cristal.

A ningún humano le gustaría realmente comerlo. A ningún humano exceptuando al salvador del Mundo Astral. Quien, al tan solo ver la comida, de inmediato se le hizo agua a la boca. Sus platillos favoritos estaban ahí. De una manera diferente a la concebida, pero estaban, a fin de cuentas. Los seres astrales de alguna manera consiguieron lo imposible. Aparecer comida a través de la energía el Prana que ellos consumían. Lo cual estaba en el ambiente. En los Mundos. Fluyendo siempre en silencio.

Las sirvientas con rapidez, colocaron todo en posición mientras los mayordomos se aseguraban de las cargas más pesadas colocándolas al centro de la mesa. Un plato y cubiertos fueron pasados al menor, quien los recibió con inmensa alegría. Y después de volver a ver un desfile de sirvientes. A exceptuando a dos sirvientas y un mayordomo que se quedaron atrás para ayudar a servir como se debía, comenzó el ansiado festín.

Plato tras plato era consumido con esmero por el menor, quien apenas y ponía atención al mayor. Astral al final se rindió y sonrió soltando un suspiro. Por esta vez dejaría a Yuma comer tanto como quería. Después vendría la dieta estricta de Ana. Y quizá uno que otro antojo, pero hasta ahí. Y ahora que lo meditaba bien.

Definitivamente los Duelos estaban rotundamente prohibidos para el menor. Así como las tantas volteretas y giros que siempre llegaba a dar en momentos de felicidad y libertinaje.

Sus aventuras quedarían suspendidas hasta nuevo aviso, y al final tenía que venir a vivir, aunque sea temporalmente al Mundo Astral.

Mm, a Yuma no le gustaría nada de eso. Pero suponía que lo entendería por lo delicada de su situación. Miro de reojo como es que ahora la fruta iba desapareciendo poco a poco y decidió interrumpir ya el largo festín.

—Yuma. —Llamo con suavidad. —¿No crees que es hora de hablar de como manejaremos la situación?

—¿Qué? —Menciono entre dientes el menor, mientras veía con poco interés a su pareja. A la vez que encaminaba un nuevo trozo de pastel a su boca. El cual parecía apetitoso.

Astral no pudo evitar disgustarse un momento, amaba a su Yuma con todo su corazón. Pero había un abismo entre él y la comida. Si le dieran a escoger a Yuma para salvar su vida. Yuma estaría por horas pensando a quién salvar. Una gotita estilo anime bajaba por su cabeza.

Suspiro con resignación y volvió a hacer su pregunta inicial. ¿Cómo es que ahora manejaran la situación?

Yuma después de un rápido bocado más, por fin dejo de lado aquel delicioso pastel de chocolate color azul y coloco su atención de nuevo a su pareja. Quien le veía con cierta seriedad para darle a entender lo importante de la situación. Yuma sintió un limbo en su estómago.

—No lo sé... —Fue lo que automáticamente su mente y boca produjeron.

Sinceramente no es de que estuviese en blanco. O algo parecido. Sabía que todo esto era algo espontáneo. Producto de una relación amorosa fogosa y querida, pero también de una relación oculta. Sabía a ciencia cierta algunas consecuencias, pero no podía adivinar otras. El qué será. Era el problema. Eso y con ello algunas reacciones de algunos buenos amigos y compañeros.

No podía mentirse. Esto era una prueba de fuego para todos. Aquí se definirán muchas cosas y otras simplemente desaparecerán. Y de ahí radicaba tal respuesta.

—No lo sé Astral... —Dijo nuevamente Yuma. Ahora ligeramente abrumado por ser regresado a la realidad. Astral lo noto de inmediato y con rapidez indico a los sirvientes salir por un momento. Estos se vieron desilusionados por ser momentáneamente despedidos del lugar. Ellos querían escuchar aquel jugoso "chisme"

Yuma se sintió de nuevo un poco abatido, y decidió tomar las manos de su amado en busca de consuelo. Cosa que Astral aceptó y contribuyó. Juntando un poco más sus sillas para estar aún más cerca del menor. Y después de buscar una posición cómoda recargándose en el otro. Comenzaron aquella temida conversación.

—Se que es difícil Yuma. Lo sé. —Acaricio la espalda del menor. —Soy consciente de ello. Pero sabes de sobra que tenemos que tomar cartas en el asunto antes de que algo malo quiera explotarnos en pleno campo de batalla. —Explico lo mejor que pudo el menor. Yuma lo entendió a medias, pero sabía la sabiduría que estas transmitían calmándole al momento.

—Sí, lo sé Astral. Y de verdad te agradezco que pienses en todo. Pero debo ser sincero. ¡No sé ni por donde comenzar! —Movió sus manos y brazos exaltado. —O sea, debo primero hablar con mi familia o debo hablar primero con quienes causan más problemas. ¿Le diremos a nuestros amigos también o de plano lo esconderemos hasta nuevo aviso? ¿Qué hay de la protección de la tierra y el Mundo Astral? ¿Qué hay del Mundo de Vector? ¿También se lo diremos a ellos? ¿Qué pasa con tu reinado? ¿Qué pasará con tu administración? ¿El Mundo Astral me aceptará?... ¡Astral! Es qué... ¡Son tantas cosas que pueden salir mal! Y yo... ¡Yo!... No sé si pueda combatirlas esta vez. —Admitió con derrota.

Yuma estaba ahogándose en un vaso de agua. Astral lo noto, pero dejo que se desahogara. Que sacara hasta las más mínimas dudas a flote. Y después de al menos unos buenos treinta minutos por fin calmo a su espantada pareja.

—Yuma. —Llamo.

—¡Es que Astral...Nosotros!

—Yuma...

—¡Es qué no lo entiendes!

—Yuma...

—¡Por favor Astral... Debemos!

—¡Yuma! —Grito llamando por fin su atención. El menor salto por tremendo susto, a la vez que veía de nuevo a su pareja. Pocas veces le levantaba la voz. Es más, podía contarlas con la mano, y bien sabía que lo merecía. Pero esta vez se sintió descolocado.

—¿Astral?... —Pregunto temeroso de lo que sea que su pareja hiciera o dijera, pues su ceño fruncido y sus brazos que le apretaban ligeramente, le decía: peligro.

Debía admitir que confiaba en Astral. Pero cuando se enojaba, era alguien de temer y de cuidado. Era tan impredecible que eso es lo que lo hacía peligroso. Astral jamás le lastimaría, pero por ese instante su instinto de supervivencia le grito.

Astral solo dejo salir toda su frustración en su suspiró, y miro seriamente a su pareja. La cual le miraba como si fuera a morderlo. Cosa que quizá quería hacer. Pero eso lo dejaría para después. Por ahora tenía que aclarar las cosas y poner en orden otras.

—Yuma por favor escúchame. —Tomo ligeramente los hombros de su amado y lo coloco en frente de él. —¡No vamos a preocuparnos por cosas que aún no pasan y que quizá no pasarán! ¡Deja ya de crear escenarios ficticios! ¡Es tu miedo hablando!... Solo eso.

Yuma le siguió mirando con duda.

—Sé lo difícil que será esto. Pero... —Astral le sonrió. -Nadie dijo que iba a ser fácil. ¿No es cierto? —Yuma comenzó a relajarse.

—Bueno... Eso es verdad... —Admitió mirando por con confianza a su amado.

—Comencemos de a poco. Con lo primero y con lo que debimos haber hecho antes... Los siguientes serán los que debieron saberlo desde un inicio. Tus padres Yuma. Sé y tengo la seguridad de que estarán bien con esto. Tendremos dificultades, ¡Por supuesto como todo en esta vida! Pero sé qué estarás junto a mí, y yo juro estar junto a ti. Eso nos permitirá continuar con los demás. —Astral explicó tan claro la situación que Yuma, le creyó.

—¿De verdad lo crees? ¿Crees que ellos...?

—Jajaja lo sé. Tenlo por seguro. —Astral le abrazo de nueva cuenta. Y por consiguiente de separarse siguió. —Después de que tus padres se enteren y ya hayan aceptado la situación. Los demás se enterarán de a poco. Y a como tú te sientas cómodo. —Yuma le sonrió. —El Mundo de Vector y sus compañeros. (Eso incluía a Shark y su hermana) Ellos serán los últimos... De preferencia desearía que jamás se enteraran... —Astral desvió su mirada llena de recelo, maldad y burla. Yuma soltó una carcajada aliviando el ambiente serio de hace momentos.

—Jajaja, Astral no.

—... —El mayor solo le miro de nuevo con una sonrisa llena de cariño. —Está bien. Ellos se irán enterando... Pero que sean los últimos. —Pidió juntando sus manos juguetonamente en rezo, guiñando un ojo para que Yuma volviera a reír esta vez avergonzado.

—Bien señor Rey, se cumplirá su petición.

—Perfecto, confío plenamente en su persona y en su palabra Yuma-san. —Astral siguió el pequeño juego.

—Y yo lo prometo solemnemente. —Dijo Yuma alzando su mano en juramento.

—Que así sea... Jajajaja. —Astral no pudo evitar reír, más pronto se calmó, prosiguió. —Y en cuanto al Mundo Astral. Bueno, es bueno que seas despistado. —Yuma fingió ofenderse.

—¡Oye!

—Pero el Mundo Astral ya te ha aceptado completamente. Y con las defensas no te preocupes, me encargare con algunos colegas de ella. De verdad. —Aseguro. —¿Has escuchado los rumores?

—¿Rumores? —Se acomodo mejor en aquel asiento que tanto le gustaba.

—Sí, rumores.

—Pues... No, realmente no.

—¿Ves? por eso digo que debes de prestar más atención a tu alrededor. —Yuma hizo un puchero, a lo que Astral no pudo resistirse a pellizcar una de sus mejillas.

—Está bien, ya entendí. —El menor aparto la mano de su pareja. Y le miro pidiendo que continuara.

—Bien. Los habitantes del Mundo Astral, esperan que seas pronto la "Reina" del lugar. Ellos ya saben de nosotros y esperan pronto tener un heredero al cual cuidar, adorar y mimar. Ellos estarán felices con la noticia. Es más. —Volteo por un momento a la puerta antes de volver a su posición original. —Apuesto a que ya hasta lo saben.

—¿¡Qué!? ¡¿Cómo!? ¡¿Cuándo se decidió eso?! —Yuma pregunto claramente exaltado, y completamente sonrojado. ¿Él? ¿Reina? ¡Por favor! ¡Él era un varón! ¡Un chico por el amor de Dios!

—Sí. Así como lo oyes. Jajaja no te preocupes, ser "Reina" es solo un título. No es como que de verdad desearían convertirte en algo más. Eres su salvador, así que yo creo que está bien. —Termino de explicar el mayor, en un tono burlesco y juguetón. Antes de cambiar a una mueca que solo Yuma veía en momentos llenos de pasión y en su intimidad. —Además... —Se acerco peligrosamente al menor. —Yo creo que va muy bien al compañero a mi lado, ¿No lo crees?

Yuma parecía aquella verdura que odiaba. Su color rojo resaltaba naturalmente del lugar, y la sonrisa juguetona de Astral termino por sacar su lado agresivo.

—¡Astral por favor! —Le dio un empujón, cosa que provoco que el asiento se alejara con todo y dueño.

La carcajada de Astral fue lo que se escuchó después. Pero con eso intuyo todo. Él estaría a salvo. Y su bebé también. El futuro ya no se veía lejano o malo. Al contrario. Parecía quitarse un gran peso de encima. Su risa se volvió una carcajada contagiando a su pareja. Cosa que llamo la atención de los sirvientes que esperaban afuera.

—Mis señores, ¿Paso algo? —Pregunto cortésmente el mayordomo, quien apenas se asomaba a la puerta.

Yuma miro a Astral, y viceversa. Y el mayor lo entendió.

—Nada malo Inma, pero, puedo pedirte un gran favor. A ti y a tus compañeras que nos escuchan escondidas.

Unas risas femeninas se escucharon de pronto. Fueron atrapadas fácilmente, aunque era de esperarse por parte del Rey.

—Por supuesto su majestad. Estamos aquí para servirles. —Una inclinación de respeto y miró de nuevo a su Rey.

—Bien. En ese caso. —Miro de nuevo a Yuma, el cual le tomo la mano en el proceso, con un pequeño sonrojo. —Comiencen los preparativos para un anuncio al Mundo Astral.

Los sirvientes al ver tal gesto. Atinaron a emocionarse. Y con una sonrisa radiante, respondieron.

—¡En seguida!

¡Los engranajes del destino comenzaron a moverse!

Notas finales:

Adelanto:



¡¿Por qué le pasaba eso a él?! ¿¡Que karma estaba pagando con eso!? Quizá su vida pasada fue lo suficientemente malo para que las malditas arcadas llegaran siempre después del desayuno o la cena. 



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