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Tragedy Eternity por AzuraWhiteAki

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Notas del capitulo:

Atem lo único que pudo hacer fue sonreír. Prometiendo con gestos, que una vez su jornada de trabajo terminara. Él mismo, iría por Mahad para concluir lo que ya habían iniciado. 

Capítulo 2:

La mañana siguiente fue maravillosa, por no decir menos.

Atem y Mahad despertaron de buen humor y sentimiento.

El menor de ellos ayudando primeramente a la matriarca de la casa a hacer el desayuno para los invitados y demás miembros de la familia. Mientras el mayor se ocupaba al mismo tiempo de limpiar cualquier rastro revelador que haya quedado de sus actividades nocturnas. Dejando la habitación prestada tal cual como la habían recibido, quizá incluso un poco más ordenada de lo usual. Convirtiéndolo en un pequeño presente de Mahad a la madre de Yugi, quien no necesito más palabras para asentir con una sonrisa cómplice. Un tarareo viniendo de ella siendo suficiente para que Atem entendiera el mensaje, relajándose de no tener que dar explicaciones de más o detalles que, realmente no quería revelar.

Muy a pesar de las marcas evidentes que adornaban el inicio de su cuello. Las cuales trataba de ocultar perezosamente, consiguiendo su cometido justo cuando escucho pasos bajando las escaleras.

Su sonrisa ampliándose antes de esperar a que aparecieran sus amigos por la entrada de la cocina. Deteniendo sus acciones momentáneamente solo para saludar al primero que se asomara.

Extrañándose justo cuando al pasar al menos un minuto no se escuchó más.

Ni voces o movimientos.

Mucho menos los cuchicheos que las féminas del grupo siempre hacían cada vez que él y Mahad estaban cerca, o alguna pareja en específico. Como por ejemplo la extraña pero maravillosamente bien llevada relación de Kaiba y Jonouchi. O la bella pareja que hacían Yugi y Yusei. Quienes se veían cada fin de semana sin falta cuando uno de ellos se trasladaba para verse. Visitándose mutuamente y en turnos. En palabras de ambos, quedando de esa manera al menos hasta que los dos terminaran la Universidad y pudieran mudarse. Un buen plan si se lo preguntaban.

Él y Mahad habían vivido algo semejante, pero, quizá con un poco más de dramatismo. Después de todo no era un secreto que él y su padre jamás se llevaron bien. Sin embargo, eso ya había pasado. Ahora experimentaban otro momento.

Como el de ahora. Donde vivían plenamente y en armonía.

Aunque lo que ocurría en ese instante, quizá era lo más extraño que le había sucedido. Pues, al no ver a sus amigos. Fue entonces que se acercó a la entrada de la cocina para observar si es que estaban susurrando algún plan o una broma o algo similar.

Encontrándose solo con un vacío que le provoco mirar dos veces al pasillo antes de parpadear confundido. Ladeando su cabeza ligeramente antes de verificar sus propios oídos. Golpeándolos suavemente antes de volver a mirar con atención al pasillo, alcanzando a ver el inicio de las escaleras.

El silencio solo convenciéndolo de qué, quizá había sido su imaginación o falta de sueño. Tal vez más lo segundo. Mahad mismo lo había empujado a un límite del cual no se quejaba, así que lo más seguro es que era su cansancio actuando.

Vaya, hasta bien podría tratarse de los típicos sonidos de una casa. El eco atrapado sonando justamente en ese momento. Atrayendo su atención al no estar familiarizado con el mismo.

Su cabeza negando sirviendo como pauta para redirigirse de nueva cuenta al interior de la cocina. En donde volvió a entablar una conversación amena y tranquila con una de sus cómplices favoritas. El desayuno retomando su cocción antes de que grititos emocionados se escucharan esta vez con claridad, dejando ver segundos después a los invitados. Los cuales le saludaron sin más, ofreciéndose inmediatamente para que todo pudiera acomodarse para comenzar con la primera comida que a tantos gustaba.

Mahad siendo el último en llegar, su sonrisa siendo bien recibida por los presentes antes de otorgar un dulce beso a su amado. Provocando a las chicas que ya especulaban en voz baja. Iniciando así su mañana. En donde pudieron convivir sin ningún inconveniente y contándose más anécdotas que detonaron en chistes o temas interesantes. Retomando hasta después de un par de horas, las despedidas que habían quedado pendientes.

El abuelo siendo uno de los que más se tardaron en llevarlo a cabo. Yugi y su madre tuvieron que intervenir para que pudieran irse libremente.

Las primeras de ellas siendo Anzu, Rebeca y Mai, la última ofreciendo su automóvil para llevarlas a casa. Mientras Honda, tomo su motocicleta para ir rumbo a su apartamento. Esperando no llegar tarde a su actual trabajo en la empresa de su Padre. Dejando al final a Mahad y Atem, quienes se fueron en el auto del mayor, su rutina volviendo a comenzar una vez se vieron en su hogar.

El Pent-house, del edificio Delta dentro del corazón de la cuidad Domino. Lugar preciso para obtener un poco de soledad y al mismo tiempo estar conectados con lo que les rodeaba y como las Industrias Encinereb demandaban. Una simple pero valiosa estrategia que se le ocurrió a Atem. Quien ahora parecía solo escuchar a su amado hablar sin parar mientras bebía un jugo de uva. Esperando el momento idóneo para interrumpir.

—No, nuestro más útil modelo a lanzar debe estar listo antes de fecha. Los planos y bosquejos ya están listos, así que eso no debería representar ningún problema con el producto y sus materias primas... —

Mahad movió sus manos al aire solo para expresar su punto, mientras una pantalla holográfica le seguía por donde caminaba en círculos. Un micrófono inalámbrico siendo portado para hacer más sencilla su tarea.

—Escucha, han tenido al menos dos meses para planificar esta entrega de acuerdo a los avances y pautas. Mi pregunta aquí es, ¡¿Cómo es que me pides más tiempo del que no tengo?! —Exclamo de pronto, su tono siendo frio y malhumorado.

Ocasionando que su amado diera un ligero brinco por el susto. Derramando su bebida en el suelo. Un suave "Oye" escuchándose de fondo, mientras Mahad aún seguía discutiendo.

—¡No! ¡No me importa! ¡Quiero ese producto final en mi oficina mañana a primera hora o puedes considerarte fuera de las Industrias Encinereb!

—¡Pero...! —

La voz temblorosa de quien estuviese hablando con él se escuchó antes de que Mahad suspirara para calmarse. Sus sienes siendo sobadas para retomar su postura y su decisión.

—Brian, no me has fallado en todo este tiempo que has estado conmigo. Pero quiero que entiendas que sería una perdida millonaria si no haces lo que te pido. ¿Comprendes? Eres el mejor de la empresa. Así que no me falles ahora... —

Se detuvo por un momento antes de mirar a su amado, quien le saco la lengua de manera infantil. Provocando que una sutil sonrisa se asomara en la comisura de sus labios. El humor perdido volviendo a él en menos de lo que espero.

—Tienes hasta mañana para encontrar una solución, no pretendas saber menos de lo que vales. Arréglalo —Y con ello, termino aquella llamada que más urgente se mostraba. La pantalla holográfica despareciendo momentos después.

Un suspiro dando pauta para que Atem se acercara a Mahad sin demora.

Empujándolo con ligera fuerza al sofá de la sala de estar, para sentarse junto a él antes de que el mayor comenzara a quejarse.

—¿¡Cómo si quiera es posible que me pidan que extienda el tiempo de entrega?! No es como que pueda ir libremente a decirles a nuestros inversionistas: "Oh amables y adinerados contribuyentes. Me temo que por el fallo de unos de las Industrias Encinereb, su producto no llegó como lo esperaban. Así que espero puedan comprender que han perdido millones en menos de lo que canta un gallo, por favor no dejen de apoyarnos. Que esto solo es temporal" ¡No! ¡Maldición no! Eso es lo que debemos evitar... Ah... ¿Por qué esto me pasa a mí? ¿No puede pasarle a Kaiba?

—Me temo que eso no pasaría con él... O si lo hace, muchos quedarían desempleados... Eres amable Mahad —Calmo Atem. Posándose suavemente sobre el pecho de su amado. Sobando sus hombros superficialmente. Asintiendo a lo que murmuraba y maldecía. Entendiendo a la perfección su frustración. —Y, por otro lado, Kaiba es un amargado... No se compara contigo en el trato a sus empleados...

—¡Pero...! —Se quejo Mahad una vez más. Un puchero siendo la adoración del menor, quien no dudo en besarle con ímpetu para tranquilizarlo.

Suaves caricias viniendo después, lo que casi los lleva a una réplica de lo que había ocurrido anoche. Siendo detenidos solo por la siguiente llamada entrante que molesto de nueva cuenta al mayor.

Atem lo único que pudo hacer fue sonreír. Prometiendo con gestos, que una vez su jornada de trabajo terminara. Él mismo, iría por Mahad para concluir lo que ya habían iniciado. Aquello siendo suficiente para que el mayor recuperara su buen humor y su energía, animándolo a continuar con lo que faltaba. Dejando a Atem solo en la sala mientras se dirigía a su propio estudio. Encerrándose prontamente para no molestar a su amado con los gritos venideros.

Lo que provocó una risa burlona en el menor, quien solo negó antes de envolverse en su propia rutina. Su celular sonando justo a tiempo para comenzar un nuevo día en su trabajo como parte del equipo especial de los almacenes Sumiko. Atendiendo a los clientes VIP de la misma. Siendo el encargado en jefe de su departamento. Comenzando a dar órdenes y demás instrucciones antes de pasar a vestirse formalmente para dar una entrevista a la hora siguiente. Sus movimientos y voz siendo suficientes y eficientes para que todo estuviese en el orden y momento correcto.

Limpiando su pobre desastre y bebida tirada de antemano. Dejando una vez más el lugar reluciente y perfecto. Dejándolo sin ningún pendiente al menos hasta que diera la tarde. En donde cocinaría algo para él y Mahad. Su mente comenzando a llenarse de recetas y demás postres mientras tarareaba en lo que se acercaba la hora acordada.

Su día pareciendo ser brillante y alucinante. Apenas notando como es que uno de los cajones de la cocina se abría en silencio. Deslizándose y manteniéndose abierto sin notarse.

La sutil silueta oscura del rincón pasando a ocultarse entre las sombras. Un par de ojos violetas mirando al entorno marcando lo que vendría después.

[O1 de octubre, año XXXX, 5:00 p.m.]

La mañana trascurrió como la pareja misma indicó. Sin incidentes (Unos cuantos gritos, pero sin pasar a mayores) y con la calma debida. Cada uno atendiendo sus deberes antes de desconectarse de su trabajo como su horario lo estipulaba.

Encontrándose como dos adolescentes en pleno enamoramiento se tratará. Su cita celebrándose poco antes de realizar la comida de la tarde. Donde al final, Mahad se paseaba por el apartamento con solo un pantalón mal puesto, dejando ver un poco más de piel de la necesaria y su cabello siendo todo un desastre que trataba de aplacar con sus dedos en vano, rindiéndose a los minutos.

Colocándose solo una liga que encontró por ahí, un mandil blanco siendo necesario para protegerse del aceite que pudiera botar de los condimentos y la carne que ya soltaba sus jugos.

Un suave aroma pasando a invadir las fosas nasales de Atem. Quien tomo prestada la camisa de su amado. Convirtiéndola en la única prenda que mantenía encima. Sus movimientos perezosos tratando de imitar a su esposo, el cual le otorgo las tareas más sencillas a realizar.

Ambos quedando en un acuerdo silencioso antes de que Atem tropezara sin querer.

Sus pasos deteniéndose ante el dolor punzante que sintió al rozar un cajón que se encontraba cerca de la barra de la cocina, en dirección al almacén en donde guardaban su despensa del mes. Y en donde guardaban su arsenal de cuchillos refinados.

Un par de cuchillos brillando de manera amenazante ante el movimiento brusco que los desacomodo.

La punta de la madera consiguiendo dañar la suave piel del empeine del menor. Quien, al caer, no dudo en expresar su dolor con un ligero grito que alarmo a Mahad. El cual de inmediato dejo lo que hacía para ir en ayuda del llamado de su amado.

Teniendo cuidado de no pisar los utensilios alcanzados a tirar por sus bruscos movimientos. Arrodillándose a un lado de Atem, quien sostenía su pierna en alto, dejando ver la pequeña herida.

Herida suficientemente profunda para emanar un poco de sangre, la cual alcanzo a manchar en gotas pequeñas el suelo prístino. Preocupando a Mahad, quien no dudo en tomar a su amado en brazos para llevarlo al sillón de la sala, yendo después por el botiquín de primeros auxilios que descansaba en el baño de la primera planta.

Aquello tardando al menos un minuto en lo que Atem ya era atendido por su esposo. Su atención demostrándose ser de primera calidad si lo comparaba con los servicios médicos, aunque sencillamente no se tratara de eso.

La devoción siendo lo que provocó que una sonrisa se posara en sus labios aun con las muecas que daba ante el dolor que sentía al ser curado. Culpando al alcohol abiertamente ante su ardor. Su semblante volviendo a la calidez usual ante la mirada satisfecha de Mahad, quien asintió una vez vio un trabajo bien hecho. Dejando la venda al final.

Sus dedos posándose tan delicadamente como podía, tratando de no lastimar más a su esposo, quien le veía de manera gentil y un poco burlona. Divirtiéndose ante aquel hermoso y maravilloso gesto. La dicha colándose entre sus sentimientos y su tono de voz. Llamando la atención del mayor, el cual no dejo de realizar diligentemente su tarea.

—Estoy bien... No es la gran cosa...—

—El grito que diste no me dijo lo mismo. —Menciono Mahad en voz profunda. Su preocupación notándose activamente.

—B-Bueno, no es mi culpa. No vi que el cajón estaba abierto... Me sorprendió...—Admitió Atem, encogiéndose ligeramente de hombros. Cerrando sus ojos ante la mirada acusadora de su amado, sonriendo al final. —Vamos, sabes que no era mi culpa. Además, no me dijiste que estabas ocupando los cuchillos del cajón... En todo caso, puedo culparte a ti... —Bromeo, consiguiendo que Mahad le mirara confundido.

Deteniendo sus acciones. Su voz dejando entre ver su desconcierto.

—Atem. Cariño. Yo no he usado esos cuchillos... Sabes que los uso en carnes distintas e importadas, hoy no los he usado... Nuestra cena no los amerito...

—¿Eh? ¿En serio? ¿Entonces por qué el cajón estaba abierto?

—No lo sé... Quizá un fallo en su cerradura, lo revisare más tarde. —Aviso Mahad, negando con un suspiro. Acabando de atender a su esposo, quien sonrió una vez más zanjando el tema. De alguna manera ambos acordando en que aquello fue un incidente.

Extraño.

Pero incidente, a fin de cuentas.

Consiguiendo olvidarse del mismo una vez el olor a quemado llego a sus fosas nasales, alertándoles de que algo en la estufa se quemaba. Mahad siendo el indicado para salir corriendo en busca de salvar lo poco que quedaba. La comida bien planeada pasando a ser cena ante su fracaso.

Atem tomo el celular de su amado antes de hacer una llamada corta algún lugar de comida rápida. Una pizza siendo lo que llegó después, dejando de lado por ahora la limpieza y sus vestimentas.

Ya habían tenido un largo día. Ambos se merecían un buen descanso.

[02 de octubre, año XXXX, 00:15 a.m.]


Después de una buena cena y ambos quedar en que limpiarían todo en la mañana, Atem y Mahad se dirigieron a reponer las energías gastadas en el día. Sus aposentos siendo bien recibidos para el cansancio que parecía haberse mostrado tan solo al ver su cómoda cama.

Las almohadas llamando poderosamente al menor para que las apretara y se acurrucara en ellas en un ritual que duro al menos un par de minutos en lo que Mahad pasaba a preparar un baño necesario para los dos.

El sonido del agua siendo relajante para Atem, quien, sin notarlo, paso a estar somnoliento y en un estado de vigilia. Sus ojos entrecerrados siendo suficientes para notar una sombra bien conocida por él, relajándose al observar cómo es que se paseaba por la habitación en silencio, buscando (Intuyo él), alguna crema o capsula aromatizante para la bañera. Apenas importándole el momento en el que su amado se acercó a la cama para contemplarle. Sonriendo a medias antes de dejar sus piernas al descubierto a propósito, su único fin siendo solo el de molestar al mayor.

Sus pensamientos borrosos solo siendo abruptamente despertados cuando su piel pudo registrar una caricia mortalmente fría.  Así como un par de dedos que le tocaron superficialmente antes de ser retirados tan rápido como paso.

Consiguiendo que Atem volviera a despertarse por completo para observar con molestia a su esposo.

Confundiéndose cuando noto que en la habitación solo estaba él. Sin haber algún rastro de Mahad, quien apareció un par de segundos después para avisar que el baño estaba listo.

Portando una toalla que tapaba la parte inferior de su cuerpo, dejando ver cómo es que la humedad recorría un poco su pecho y sus manos, el vapor del agua caliente aun siendo visible en él. Su tono de piel siendo un poco rosa ante el contacto que tuvo con la alta temperatura del agua. Invalidando entonces lo que creía Atem.

Pues, si su querido Mahad no lo había molestado como él lo llego a pensar, ¿Quién entonces fue el que le toco su pierna desnuda?

Atem sintió como es que su corazón se aceleraba ante este simple pensamiento, mientras un par de escalofríos le recorrían.

¿Quizá haya estado demasiado cansado? ¿O acaso era esto a lo que llamaban sueños lucidos o alucinaciones? La mente era un ser poderoso, a fin de cuentas. ¿Tal vez si estaba realmente agotado mentalmente como para alucinar algo así? Podría haber una gran posibilidad. La voz de Mahad siendo todo un bálsamo calmante para que pudiera aterrizar sus hipótesis.

—¿Pasa algo Atem? ¿Te sientes mal? Te vez un poco pálido... —

Cuestiono el mayor, acercándose al mencionado, tocando su frente en busca de fiebre o algún otro síntoma. Confundiéndose cuando noto el ligero temblor en el cuerpo del menor. Asumiendo que quizá haya sido el frio de la temporada.

—Tus manos están heladas, deberías venir inmediatamente a darte un baño. El agua caliente te ayudara a entrar en calor...

—¿Ah? S-Sí, sí tienes razón. Es que... —El tono vacilante de Atem preocupando un poco a Mahad, quien le miro más de cerca. Tomando sus manos entre las suyas, buscando aplacar aquel ligero temblor que aún estaba en el cuerpo ajeno.

—¿Es que...? —Insistió.

—...No, no, nada. —Atem negó con su cabeza, sonriendo al poco tiempo, un suspiro siendo lo necesario para calmarse por completo. —No te preocupes, creo que tuve un sueño lucido o algo parecido, mi mente me esta jugado una broma, debo estar cansado. Después de todo hoy atendí a la señora Nakamura. Sabes bien que ella es todo un mártir para complacer...

—Sí, tengo en cuenta que ella es algo especial en las compras compulsivas y gastar dinero como si no hubiese un mañana... —

Corroboro Mahad, mientras miraba de manera interrogante a su amado, no estado seguro de la reacción del mismo, pero no queriendo forzarle a decirle lo que le alarmo y asustó, así que solo termino por asentir. Esperando que en algún punto Atem le dijera lo que paso. Aun si era algo mínimo. Uno nunca podría estar seguro realmente.

—Muy bien, entonces, ¿Quieres que te lleve al baño ahora?

—Sí por favor, si no es tanta molestia... —

Pidió Atem, sus brazos inmediatamente aferrándose al cuello del mayor para dejarse cargar. Mientras su vista aun viajaba alrededor de la habitación. Un presentimiento colándose en su pecho. Provocando que buscara la seguridad que siempre le otorgaba Mahad. Perdiéndose en él antes de que su mente pasara a volar a otros temas que consideraba irrelevantes.

Tal vez solo pasaría como un mal momento. Un acontecimiento no sucede dos veces.

[05 de octubre, año XXXX, 3: 00 p.m.]


Todo fue viento en popa al menos durante la mañana de ese día. Atem puede recordarlo muy bien.

Recuerda haber visto a Mahad por la mañana, bañándose con los rayos de sol que se colaban por la ventana de sus aposentos, en una posición que él mismo calificó como una obra de arte.

Las almohadas y las sábanas blancas solo contribuyendo a la imagen justo frente a él antes de que ese par de gruesas pestañas se movieran para dejarle ver aquellos bellos ojos azul oscuro que tanto amaba. Una media sonrisa siendo suficiente antes de darse los buenos días a base de besos y una que otra caricia. Culminando en lo que era su mejor manjar para alimentarse.

Marcas frescas en su cuerpo siendo la prueba irrefutable de ello. Así como el dolor en sus caderas, el cual, gracias a caricias y un buen masaje, pudo pasar a segundo término. Continuando después con los mimos y halagos, lo que se extendió en un delicioso desayuno en cama, en donde él paso a ser atendido a cuerpo de Rey. Sin siquiera dejarle molestar en levantar los platos o tazas usadas, regalándole la mañana para su completo disfrute.

Acción que se tomó muy en serio al ser sábado.

Su siesta de cinco minutos alargándose hasta convertirse en un segundo sueño que duro al menos un par de horas más de las previstas. Siendo despertado una vez más por su esposo, el cual le animo a levantarse de la cama, preparándole un baño y alguna ropa sencilla que a él le encantaba usar en casa.

Un par de pantuflas siendo lo más perfecto para la imagen hogareña que recibía Mahad sobre su esposo. Maravillándolo justo como lo venía haciendo hace ya al menos seis años desde que consumaron y realizaron su matrimonio. Un delicioso sabor dulce y meloso, quedándose en sus paladares al tener un día tranquilo y relajante, habiendo llamadas solo de amigos y uno que otro colega que esperaban, ambos pasaran un buen fin de semana.

Aquello pintando perfectamente para tener un buen día. Uno sin trabajo o quejas. Sin situaciones malas o interrupciones.

Atem casi celebrando el que tenía a su esposo para sí solo después de al menos un mes de duro trabajo. Sus pupilas dejando ver lo feliz que estaba con la actual situación, llevándolo incluso a intentar cocinar algo solo para complacer a su amado. Una burbuja formándose sin obstáculos, al menos hasta que sus odios captaron los gritos enojados que Mahad daba al teléfono. Maldiciendo en todos los idiomas que se sabía.

Inglés, francés, alemán y español resonando a viva voz por lo menos unos minutos hasta que el mayor colgó. Su expresión siendo lo suficientemente molesta como para que Atem procediera a apagar el horno de la estufa. Menguando sus ganas de hacer algo al respecto.

Quizá todo pintaba de maravilla solo para que alguien viniese y lo arruinara. Tal vez, solo tal vez no debió celebrarlo antes de que el reloj marcara las ocho de la noche.

Recordará ese detalle en la próxima ocasión.

Mahad subió las escaleras al segundo piso en pasos sonoros, antes de que siguiera murmurando enfadado y en voz baja. Tardándose en arreglar menos tiempo de lo usual. Un traje negro, con camisa blanca y corbata morada siendo lo elegido para comenzar a moverse de un lado a otro en busca de un par de maletas y más ropa que solo alarmo a Atem, quien no dudo en expresar su descontento.

—¿Te iras ahora? ¿No pueden esperar?

—Esos idiotas no pudieron esperar. ¡Mira que ir a sabotear todo el producto del próximo mes a causa de su descuido! Ahora nuestra rama occidental está en problemas, necesito ir y verificar por mí mismo, así como poner orden en las oficinas centrales... —

Informo Mahad, su voz aun sonando molesta y un poco apresurada. Aventando ropa al azar a sus maletas. A lo que Atem se dio a la tarea de organizar y acomodar, preparando la misma para que su esposo no tuviese problemas en su elección después.

Su propio buen gusto por la moda y lo elegante, consiguiendo dejar un par de prendas que no le favorecían a su amado. Aventándolas al suelo para simplemente patearlas a un lado. Su atención volviendo al mayor, quien suspiro antes de verificar una segunda vez sus maletas. Asintiendo cuando noto que era hora de seguir guardando lo que faltaba.

— ¿Iras a América? ¿Será mucho tiempo? —

Cuestiono Atem, su tono sonando un poco decepcionado y triste, provocando que Mahad le mirara antes de dejar caer en una de las maletas un par de audífonos y una laptop. Importándole poco si se rompían o no. Encaminándose hasta estar al frente de su amado, quien le abrazo al poco tiempo. Claramente inconforme por la situación prevista.

—Tratare de realizar lo mejor que pueda para estar aquí a tiempo... —Menciono Mahad en tono bajo, dulce, conciliador, apretando un poco más a su esposo, acariciando su cabeza en suaves movimientos. —Me temo que esto es por negocios, y no me gustaría llevarte de hotel a hotel y mucho menos interrumpir tus horas de sueño, además, aun tienes tu trabajo, no puedes irte libremente por más que quieras...

—Pero... —

Atem quiso replicar, más Mahad no lo dejo. Besando sus labios como una disculpa silenciosa antes de separarse y continuar con lo que faltaba, siendo ayudado de mala gana por el menor, quien guardo lo que creía podía ayudar a su esposo. Su rostro mostrando una decepción que menguo cuando Mahad le prometió estar de vuelta al menos en una semana. Su ánimo volviendo a medias al menos para pocos minutos despedirlo en la puerta de entrada.

Ayudando a colocar el abrigo de viaje de su esposo en el mismo. Entregando un maletín que creía pertinente, frunciendo un poco sus labios al sentir como es que su esposo partía nuevamente y en contra de su voluntad. Un último y profundo beso siendo necesario para que su corazón se calmara al menos por esos días. Las palabras de despedida siendo cálidas y necesarias.

—¿Prometes que te cuidaras? Recuerda no despedir a nadie a menos que tengas pruebas suficientes y concluyentes... —

Recordó Atem a Mahad, quien asintió antes de volver a besarle. Un abrazo naciendo a partir de ello, separándose a los siguientes minutos a regañadientes.

—Te esperaré en casa, llámame cuando llegues al aeropuerto y cuando tomes el avión, de ahí avísame que llegaste a salvo hasta América. ¿Está bien?

—Sí, lo prometo. Estaré en casa en menos de lo que piensas... Llamare cada noche para saber cómo fue tu día, ¿Bien? —Pregunto Mahad, su sonrisa ayudando a la resignación de Atem.

—Está bien... Cuídate, ya he llamado a Brian, debe estar abajo esperándote...

—Gracias, seguiré mensajeándote... —Aviso Mahad, sonriendo un poco más ampliamente al ver la reacción de su amado, quien solo negó divertido. Pasando a cerrar la puerta poco a poco.

—Deberías poner atención a tus negocios, ya no estamos en la preparatoria...

—Ni en la universidad, además somos esposos... Estoy en mi derecho—Contraataco Mahad despidiéndose con un ademan antes de tomar su camino en dirección al elevador del edificio. Dejando de esta manera al menor, quien solo suspiro con cansancio.

Había momentos que quizá debían ser interrumpidos. Quizá, era eso o alguien tuvo envidia de su día... La segunda opción sonaba más convincente.

Pero ahora la cuestión quedaba en, ¿Qué se supone que debía hacer ahora?

Una notificación en su teléfono siendo suficiente para saber en qué entretenerse. Una llamada a su "hermanito" tal vez ayudaría a su reciente abandono. Se quejaría, y esta vez lo iba a escuchar las horas que había que tardar. Necesitaba desahogarse...

[5 de octubre, año XXXX, 10: 35 p.m.]


Desde que Mahad lo había abandonado "cruelmente", había divagado de un lado a otro, entreteniéndose con diversas cosas, incluso llamando a sus colegas solo para ese propósito.

Al final del día quedándose sin opciones para distraerse, más que con la televisión, la cual le mostraba un sinfín de programas aburridos y poco atractivos, los canales volviéndose repetitivos conforme más y más cambiara de programación. Casi haciéndolo cambiar de parecer hasta que se topó con una película que hace ya tiempo deseaba ver.

Por un momento el brillo en sus ojos aumentando antes de que una sonrisa se colara en sus labios, sus ánimos apagados volviendo solo al ver la primera escena. Llevándolo rápidamente a preparar palomitas de maíz y un refresco que consiguió de la nevera. Acomodándose en el gran sofá de la sala de estar para luego colocar su atención a la película mostrada.

Sus comentarios en voz baja siendo la pauta para entrar sin más al mundo de la película. Sufriendo cuando el personaje lo hacía, o llorando cuando el mismo volvía a sufrir. La película de acción siendo más intrincada conforme pasaban los segundos, aquel retirado asesino convirtiéndose en su personaje favorito desde que vio la primera entrega.

¡Su venganza siendo totalmente justificada ante la maldad del Mundo! Un pañuelo siendo lo que quedaba en su mano izquierda y otro en su mano derecha. Ambos usados sabiamente en lo que duro el filme.

El reloj pasando a marcar pronto la media noche, convirtiéndose en un llamado para dormir, así como sus bostezos ocasionales. Lo que lo llevo a apagar por fin la televisión, dejando de lado un cuenco desocupado y su botella de refresco vacía. Pasando a sacudirse las boronas que dejo su última comida.

Quedando conforme una vez se vio así mismo otra vez, decidiendo limpiar a la mañana siguiente, pero sí dejando los trastes ocupados en el fregadero de la cocina.

Extrañándose cuando noto el grifo del agua abierto.

El sonido del agua pareciendo haber sido opacado por el sonido de la televisión. Confundiendo un poco a Atem, quien levantando los hombros y decidiendo que quizá en su apuro la había golpeado y por ende abierto, paso a cerrarla sin mucha ceremonia.

Sus hombros alzándose una vez más como si se confirmara que nada estaba fuera de lugar, encaminándose al poco tiempo a apagar las luces ocupadas, dejando que la luminiscencia de la ciudad entrara por los grandes ventanales. Alumbrando su camino hasta su habitación.

Deteniéndose súbitamente cuando volvió a escuchar el sonido del agua correr. En un sonido estridente, curiosamente metálico y mojado.

Sus pasos pareciendo ser alcanzados en el principio de las escaleras, las cuales parecían un poco más largas que lo habitual.

Logrando aturdir a Atem, quien solo negó con su cabeza antes de volver sobre su camino y entrar a la cocina. Buscando una respuesta lógica.

Sus ojos abriéndose en extrañeza cuando encendió de nueva cuenta las luces. Encontrándose con la cocina hecha un desastre, a pesar de saber qué hace un par de segundos él la había dejado en total limpieza. Exceptuando los trastes usados y colocados en el fregadero. Los cuales, ahora yacían rotos y con el grifo abierto.

Un escalofrió fue lo que le recorrió poco antes de que sus pies se movieran por sí mismos, consiguiéndolo sacar de la cocina en conmoción. Su corazón pasando a latir de manera desenfrenada en menos de lo que espero, mientras su mente trataba de encontrar alguna manera en la que lo mostrado haya sucedido.

Tantas teorías y conocimientos siendo repasados con rapidez y en desesperación, mientras su parte racional le trataba de tranquilizar con una tonta lógica.

Razones científicas siendo nombradas poco después de escuchar de nueva cuenta como es que el grifo se cerraba lentamente en un crujido metálico, casi grotesco.

Molesto a sus oídos.

El switch de las luces resonando en silencio poco antes de que la televisión se encendiera por sí misma, mostrando la programación de aquella hora. Las barras en colores sustituyendo el ultimo noticiero de la noche.

Dejando un beep, que solo hizo correr a Atem escaleras arriba sin mirar atrás, la puerta siendo azotada como muro final entre lo que pasaba y lo que creía era su mente.  

Rápidamente dirigiéndose a la cama en total horror y sudor frio para después tapar sus oídos con las almohadas. Acurrucándose en medio de la misma para establecer un fuerte de cobijas y sábanas que le dieron el confort que necesitaba. Trayéndolo una vez más a la realidad, dejándolo en un silencio abrumador que le inquieto de sobremanera.

El sonido retumbante de su corazón jugándole una mala broma.

Apenas consiguiendo pasar saliva duramente para lo que vino después.

Una voz comenzando a llamarlo sin parar desde las escaleras de la primera planta. Su tono pareciéndose tanto al de su esposo que lo único que logro en él fue hacerlo sentir incomodo.

Sus manos pasando de nueva cuenta a sus oídos para tratar de acallar lo que escuchaba. Mientras sus ojos se abrían en terror al observar cómo es que la perilla de la puerta comenzaba a moverse, primeramente, siendo lento, para después ser un movimiento errático y brusco. Provocando que su corazón latiera a mil por hora. A la vez que sus ojos pasaban a derramar una que otra lagrima en un miedo puro.

Un temblor inundando su cuerpo de forma inconsciente mientras su tono de piel pasaba a ser tan pálido como una hoja de papel. Mientras sus manos apretaban más y más sus oídos hasta que en un momento, todo fue silenciado, así como su conciencia.

Este era el inicio de un martirio...

Su hogar quedo en silencio.

Notas finales:

Adelanto: 


Dolía.


Algo era sumamente doloroso para Atem. Y eso eran sus oídos. Pues desde que despertó hace un momento en una manera extraña en la cama gracias a los rayos del sol, fue que pudo notarlo. Un par de gotas secas de sangre manchando la almohada que descansaba bajo su cabeza, eran suficientes testigos como para hacerle saber que el daño era mayor del que pensaba.


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