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Gusto culposo por I_beloved

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Notas del fanfic:

¡Hola!

 

Estoy devuelta por estos lugares, vaya, parece que ha sido una eternidad casi 7 años desde que escribí un fic desente, la verdad esto no lo hubiera logrado sin dos personas que fueron importante para que yo sacara adelante este capítulo, Elsy nena muchas gracias, gracias por leer todas mis locuras y mis constantes acosos para que me dieras ideas, también quiero agradecer a la chica que me ayudo a corregir ciertas cosas que no habia notado, sino hubiera sido por ustedes neta, no lo habría logrado.

 

sin mas que agregar espero disfruten tanto como yo lo hice al escribirlo.

 

 

Capítulo 1: 



Sonrió a la persona que entró por la puerta del salón de clases, sutil, agitó la mano en un movimiento corto como forma de saludo, y en respuesta el otro hombre hizo un imperceptible asentimiento de cabeza aceptando aquel gesto, con la sonrisa aun estampada en los labios Joseph Wheeler recordó con emoción el primer día que vio al castaño perdido por los corredores del edificio.

 

¿Cómo olvidar que él también vagaba por los pasillos sin encontrar su salón? llevaba bastante tiempo sin localizar el edificio al que pertenecía, hasta que dobló en una esquina del corredor y a lo lejos vislumbró una silueta que se le hizo conocida, paro un poco su andar dudando si debía o no acercarse, tal vez lo estaba confundiendo con el hombre que él creía, así que aún titubeante si era o no aquella persona caminó despacio hasta ubicarse tras el sujeto, puesto que cabía la posibilidad que sus ojos lo engañaran, le tocó el hombro con el índice, y sonrió de lado al ver el alivio que reflejaron los azules ojos al reconocerlo, si era sincero fue gracioso escucharlo maldecir en voz baja y gruñendo cada que intentaba ubicarse, (algo bastante inusual en alguien que era obsesivo-compulsivo) Kaiba desde su punto de vista, parecía más un pequeño gato asustadizo que el CEO de una Corporación multimillonaria. 

 

¡Sí, sonrió animado, la universidad no sería aburrida como pensó!...

 

Además, valía la pena incomodar al castaño.

 

Seto carraspeo la garganta viendo alrededor, ¡Genial, lo que le faltaba!, bajo los hombros con cansada resignación, y otro largo suspiro brotó desde su garganta, abrió la boca para decir algo, muy seguramente un insulto, pero al instante cerro los labios apretándolos formando una línea, hasta que ladeo el rostro metiendo una de sus manos en los bolsillos del pulcro pantalón sastre de color beige, y ahí Joey se dio cuenta que Seto portaba una ropa tan casual que no podía creerlo. jamás se imaginó vivir para contar que Kaiba no vestía su tan usual gabardina de aquellos tiempos en preparatoria. 

 

—Wheeler  —dijo a modo de saludo, el de cabello rubio sonrió divertido asintiendo con la cabeza en un gesto tranquilo, bueno, al menos estaban siendo civilizados. 



—¿Perdido? —quiso soltar un “ricachón” de por medio, pero se contuvo, ya no tenía diecisiete años, había madurado y al igual que Kaiba estaba bastante desorientado, ir con alguien que ya conocía le hacía sentir a salvo muy seguramente al igual que el castaño.



—Algo así —contestó rotando los ojos fastidiado, pero prosiguió—, los inútiles que me dieron este croquis, se equivocaron —movió la mano que tenía el papel, gruño lento y salvaje, Joey quería soltar una gran carcajada pero agradeció infinitamente el controlarse—, ahora me siento tan imbécil por perderme en el primer día de clases —frunció las cejas. Wheeler asintió mostrándole su apoyo— resulta que debo arreglar las estupideces de los demás, tengo que encontrar el salón por mi cuenta, en quizás un edificio que no me corresponde solo porque alguien no hizo su trabajo.



—En general me pasó lo mismo, pero no puedo enojarme, no somos los únicos que hoy entramos, así que… — Kaiba chasqueó la lengua murmurando un “inútiles” interrumpiendo aquel diálogo, y Joey ahora si no pudo contener la profunda carcajada que a Seto no le gustó ni un poco.

 

—¿Qué se supone que es tan gracioso? Wheeler, desde donde yo lo veo, estar perdidos como estúpidos y no llegar a tiempo a la primera clase, no causa gracia —argumentó puntualizando el porque se encontraba de tan mal humor, Joey, confianzudo pasó un brazo por los hombros del castaño sonriendo mientras dejaba de reír provocando un gruñido de insatisfacción por parte del ojiazul, no quería molestarlo, solo le había parecido gracioso que ambos se estuvieran conteniendo para demostrar lo mucho que maduraron el largo tiempo que no supieron uno del otro, sólo ocasionalmente por medio de Mokuba, aquel niño tan dulce que adoraba con el corazón el de ojos miel. 



—Resulta, Kaiba, que debes relajarte un poco, es el primer día, y los maestros no hacen nada más que presentarse y preguntar cómo nos fue en vacaciones, viejo, no te lo tomes tan apecho, si te relajaras un poco —otro gruñido por parte de Kaiba hizo extender mucho más la sonrisa que bailaba en los delgados labios de Wheeler. —ambos podríamos encontrar nuestro edificio, preguntaremos a algún decano o alumno que ande por ahí que esté mucho más ubicado que nosotros —propuso y Seto aceptó a regañadientes.



¡Genial!, El gran Seto Kaiba iba a pedir indicaciones con el “pobretón” Joey Wheeler. Lo que le faltaba a su vida.

 

En efecto, Kaiba jamás había imaginado que aquel encuentro le traería a un buen amigo y excelente confidente, con el cual podía ser él mismo, sin prejuicios y aceptado por lo que era. Con Joey las cosas eran más sencillas, no era el CEO, sino Seto Kaiba. Un simple ser humano.

 

Y no faltaba decir que desde ese pequeño incidente las cosas entre ellos fueron bastante bien, en general Joey no podía creer que ambos fueran amigos en ese punto de sus vidas, aun recordaba aquellos días de preparatoria donde ninguno de los dos podía estar en la misma habitación sin pelear o insultarse. Cursaban la misma carrera, ambos empezaron la universidad al cumplir los veintidós, Seto le confeso un día mientras hacían un proyecto de 3D que tuvo que alejarse de Japón por un tiempo ya que la sede que se ubicaba en Europa sufrió problemas económicos fuertes por el mal manejo de quien estaba a cargo de aquella empresa y que le había tomado tiempo poner todo en orden relegando así el estudio en segundo plano, hasta que regreso a Ciudad Domino, para ahora sí, retomar sus estudios universitarios, Joey siempre pensó que Kaiba siendo un magnate hombre de negocios no necesitaba una carrera, pero se equivocó, Seto era una persona común con una fortuna inmensa, y bueno si de Wheeler se hablaba este último tuvo que trabajar con mucho esfuerzo para juntar el dinero con el que iba a pagar sus estudios, ahora mismo trabajaba en un restaurante que era únicamente para las personas que tenían algún tipo de poder, ya fuera monetario o político, el castaño en un momento de buena voluntad había hablado con el dueño de restaurante para conseguirle un empleo a medio tiempo, Joey recordó con amargura lo mucho que peleo con Kaiba en esa ocasión, él no necesitaba que lo cuidaran ni mucho menos que le buscaran trabajo, se dejaron de hablar por un tiempo bastante prolongado, con el resentimiento a flor de piel uno de los dos tenía que ceder  y este no fue otro que el orgulloso dueño de Kaiba Corp, se acostumbró tanto a la presencia del rubio que por aquellos días había intentado de todo para que le perdonara, Joey sonrió nuevamente, ambos ya eran mejores amigos desde ese momento que no le costó ni un gramo el perdonar las buenas intenciones hacia su persona (aceptando el empleo para satisfacción de Kaiba), sobre todo, cuando Seto en un arranque de desesperación le compró un ramo de flores y le llevó a ver aquella exposición que solo ciertas personas podían darse el lujo de admirar ya que la entrada era enteramente exclusiva.

 

Ambos habían cambiado demasiado, a Joseph le agradaba saber que Kaiba podía ser bastante transparente con él, que sabía bromear, divertirse, salir incluso de rumba los fines de semana, ambos compartieron bastantes cosas como sus primeras borracheras, aquellas inolvidables donde a trompicones llegaron casi a salvo al apartamento de Seto.

 

Si sus antiguos amigos estuvieran en este momento, no lo creerían, e incluso mandarían a los dos al manicomio. Por esa misma razón ahora se encontraba emocionado, ya quería ver las caras de todos cuando el tan afamado Kaiba llegará en su hermosa Harley, con ese aire salvaje y sencillo que Joey amaba, las cosas se pondrían interesantes, de eso estaba bastante seguro. Quería que conocieran al verdadero Seto y no siguieran con aquella imagen errónea de los días de preparatoria.  

 

Entonces sintió vibrar su móvil en la bolsa del pantalón extrayéndole de sus recuerdos, con cuidado lo sacó intentado que el profesor no lo descubriera, inclinó el cuerpo solo un poco para ver el mensaje, Yugi había respondido que llegaba junto con Yami a ciudad Domino por la tarde (venían desde Tokio), que incluso Tea y Tristan ya estaban en camino y que muy seguramente también llegarían a media tarde, Mokuba, bueno, a él solo le tenía que decir la hora y el lugar, en cuanto a Duke ese hombre sí que era complicado de contactar pero al parecer Yugi había tenido mucha suerte en poder hablar con él, llegaría a la ciudad al día siguiente por la noche, con Mai la pandilla ya iba a estar casi completa, pero la mujer tuvo que declinar aquella invitación, el trabajo no se lo había permitido, era una verdadera lástima, al final ya tendría otra ocasión para verla después de tanto tiempo. 

 

Abrió whatsapp y escribió rápidamente el mensaje “Vamos al bar restaurante Jonh’s, Yugi y pandilla se reunirá, no puedes faltar, Seto”. sonrió de lado cuando su amigo alzó la cabeza viéndolo a los ojos con suspicacia.

 

“Quieres presumir con la bola de inútiles amigos que tienes, no cuentes conmigo”. Wheeler era un idiota, pero de igual manera le respondió.

 

“¡Claro!, no todos tienen como mejor amigo a Seto Kaiba”

 

“En otra ocasión, gracias”

 

“Amargado, vamos, prometo compensarte la próxima que salgamos, yo invito las cervezas”

 

“Ni siquiera me agradan”

 

“Mentira, resígnate y acepta”

 

“En tus sueños Wheeler”

 

“Bueno, en mis sueños tú aceptas y vamos junto tomados de la mano, como ese sticker de los teletubbies”

 

“Idiota, recuérdame porque soy tu amigo”

 

“Porque soy irresistible”

 

“Mentira no es”

 

“Entonces, ¿Soy lo suficientemente irresistible como para que aceptes mi invitación?”

 

“Touch” “¿Qué día?”

 

“Mañana sábado que ya estarán todos aquí, al único que tendremos que esperar es a Duke”

 

“¿Deblin?, pudiste contactarlo”

 

Joey entrecerró los ojos al leer el último mensaje que le había enviado, era inusual que Kaiba preguntara por alguien en específico, un pinchazo de mal augurio lo embargo, se mordió el labio escribiendo rápidamente, algo no le cuadraba, pero si Seto no le decía él no podría hacer nada para sacarle la verdad ni aunque se lo propusiera con aquella terquedad tan propia de él.

 

“Sip, ¿eso que leo es interés? ¿Acaso tú has intentado hablar con él?”

 

“No voy a responder a eso. Pero al menos habrá alguien que no sea lo suficientemente estúpido como para que me aburra”

 

“¡Hey!, pues no recuerdo que te quejes con mis tonterías”

 

“Tú eres mi amigo”

 

“No lo olvides”

 

“Lo anotaré en la agenda”

 

Después de eso Joey volvió su atención en las clases las cuales pasaron tranquilas y sin tanto problema, convencer a Kaiba no era tan difícil, el castaño casi nunca se negaba a las peticiones que el rubio pedía, así que a pesar de su afán de conservar aquel porte frío y desinteresado ya no funcionaban con él. 

 

Cuando las clases concluyeron Joey estaba guardando sus cosas en la mochila mientras todos los demás alumnos salían exclamando alivio, había sido una semana muy pesada ya que los finales de semestre estaban bastante cerca, los proyectos a la orden del día también tenían agotado al de mirada miel, pero eso realmente no le quito la felicidad que sentía. Mañana sería sábado y por fin después de cinco largos años volvería a estar junta la pandilla, ahora, claro está, con un nuevo miembro más. Iban a amar a Kaiba como él lo hacía.

 

Escuchó unos pasos que se detuvieron a su espalda, aquel perfume tan encantador no podía ser de otra persona más que de su amigo, sonrió, tomó sus cosas y echó al hombro la mochila encarando al hombre que tenía en frente. 

 

—Así que una reunión —Joey asintió con la cabeza, contento, Feliz, Kaiba sonrió y acortó la distancia entre los dos posando su mano en la curvatura de la espalda de Wheeler—, ¿ya les has dicho que me llevaras?

 

—No, les dije que iba a llevar a alguien, pero no saben a quién, deja que te vean y les dará un infarto —guiño el ojo complacido, estaba muy emocionado.



—No a todos Wheeler —dijo empujando con amabilidad a Joey para que avanzará mientras sacaba las llaves de su auto del bolsillo del pantalón—, recuerda que mi hermano está enterado de nuestra amistad —puntualizó, y el rubio solo se dejó guiar por la fuerte mano que aún continuaba en su espalda baja.



—Pero Mokuba no dirá nada, creo que él se divertirá tanto como nosotros cuando te vean llegar —dijo juguetón mientras le daba un pequeño codazo inofensivo en el estómago al castaño que asintió despacio—, aún me cuesta olvidar la reacción del peque cuando nos vio juntos en tu despacho —recordó alegre alzando los brazos.

 

Kaiba asintió luego prosiguió— Tuve que sostenerlo a tiempo para que no se desmayara de la impresión —ambos sonrieron cómplices al evocar aquellos eventos donde a su parecer fueron bastante exagerados y melodramáticos para un jovencito como Mokuba—, el dolor de cabeza que se convirtió al preguntarme si realmente éramos amigos, o si yo tenía tanto miedo de salir del closet como para no decirle la verdad, ¿Puedes creerlo? —bufo divertido ladeando la cabeza.



—A mi me acoso por teléfono todos los días – rieron negando con la cabeza, Joey más expresivo que Kaiba— fue tanta su insistencia por saber qué pasaba con nosotros, al final tuvimos que ser sinceros, Mokuba da miedo si se lo propone —soltó entretenido.

 

—Bueno Wheeler, no culpo a mi hermano —aclaró con voz profunda y relajada— su primera vista de ambos fue tenerte sobre el escritorio mientras reposaba mi cabeza en tu pecho y mis manos en tus rodillas. —Joey movió la mano quitándole importancia, por ese entonces Kaiba sufría de constantes migrañas por el estrés que le causaba la empresa y las tareas.

 

—Lo que tu hermano no sabe es que estaba quitando ese horrendo dolor de cabeza. —Kaiba le dio la razón saliendo por fin del edificio y dirigiéndose al estacionamiento

 

—Me salvaste la vida, eran insoportables —dijo con voz amarga al recordar, luego continuó— cuando me contaste que tu madre te había enseñado a hacerlos, realmente dude, es decir, no pensé que ella fuera una reconocida fisioterapeuta y quiropráctico.

 

—No hablo mucho de eso y lo sabes —Kaiba se le quedo viendo arqueando la ceja—, ella y yo no nos llevamos muy bien, pero en un arranque de lazo maternal, me mostró técnicas para quitar el dolor de cabeza, de huesos y cuello, cuando se fue sin decir a dios, era yo quien atendía los dolores constantes de papá, así que aliviar tu migraña no era problema.



—No importa la razón, sino el resultado, ya te lo he dicho Wheeler. —Presionó el control para abrir el auto y dejar que el rubio subiera acomodándose en el asiento del copiloto, mientras él lo hacía frente al volante. —Si algo tengo que agradecerle a la perra de tu madre, es que te haya enseñado de maravilla cómo usar esas manos. —la sonrisa juguetona que bailó en los labios de Kaiba de manera perversa hizo alzar ambas cejas del de mirada miel que había captado al vuelo el doble sentido de aquellas palabras.

 

—Maldito pervertido —volteó la cara en un falso gesto indignado que hizo soltar unas cuantas carcajadas del CEO. — Y no llames así a mi madre —defendió elocuente, retándolo por ello, aunque no se llevara bien con ella la mujer se merecía algo de respeto, no todo de ella fue malo y los viejos rencores ya no existían, lo aprendió a la mala cuando su padre falleció después de descubrir que aquellos dolores agonizantes de cabeza no eran otra cosa que el cáncer hablando.

 

—Esta bien, pero sabes lo que pienso de ella —agregó restándole importancia sin mostrar arrepentimiento por lo dicho antes—. Además, no puedo negar lo innegable, Wheeler —contra atacó a la vez que encendía el carro, maniobró girando el volante poniendo en marcha el auto—. ¿No estoy del todo mintiendo o si?, por ahí escuche que tus novias no se han quejado de ese tipo de favores — pico un poco el orgullo del rubio, este abrió los ojos sorprendidos, ¿De dónde rayos había escuchado eso? 

 

—¿Estás tratando de sacarme de mis casillas, Kaiba? —susurro entrecerrando los ojos con cierto enfado. Kaiba rió al conseguir lo que buscaba, como recompensa puso su mano sobre la pierna de Joey acariciándola con cariño hasta dar un suave apretón. 

 

—Para nada, cachorro, quizá en algún momento podré comprobar aquello de una manera… —calló un momento luego continuó— más satisfactoria para ambos.

 

Joey ni siquiera se molestó en quitar la mano, era algo que Kaiba hacía constantemente, sobre todo como demostración cariñosa. En esos dos años había aprendido que el castaño solía tener como gesto de afecto el contacto físico y no le molestaba en lo absoluto.

 

—Ni en tus más locos sueños Kaiba —sonrió viendo la mano que aún estaba en su pierna la cual de vez en cuando subía suavemente dando pequeños apretones intercalando entre la palanca de cambios y sus caricias.

 

Enfocó el perfil de Kaiba quien sonreía arrogante y cínico, sabía que estaba pensando en cómo atacarlo verbalmente, irónico, ahora conocía perfectamente cada gesto, cada mirada, cada movimiento imperceptible que el cuerpo de su amigo hacía. 

 

—Podría darte detalles específicos de todo lo que te hago en mis sueños, Wheeler, te aseguro que más de una fantasía, haría que la realizaras sin problema  —pronunció lentamente casi como un ronroneo sensual cargado de sátira bajando la mano hasta situarse en la rodilla acariciando tras la pantorrilla de forma descuidada mientras hablaba, Joey le dio un pequeño golpe y Kaiba le vio de reojo divertido. Eso no detuvo ni provocó que moviera la mano de lugar—. Aunque, necesitarás ser bastante flexible para lograr cumplir todos mis caprichos —otra sonrisa petulante se dibujó en los labios delgados que prometían ser tan venenosos como se lo permitiera.

 

Joey entrecerró los ojos, suspicaz, alerta y con todos sus sentidos activados, Kaiba era peligroso cuando estaba de muy mal humor, ensañarse con él con aquellos jugueteos candentes y mordaces a veces hacían que al de cabellos rubios se le erizara la piel, pero no dejaría que Seto lo amedrentara, claro que no, él también sabía jugar y muy bien.

 

—Te sorprendería lo flexible que soy —sonrió de lado murmurando con enojo disfrazado de sensualidad. Los ojos azules brillaron cargados de lujuria, ¡diablos!, aquel tira y afloja estaba llevando la conversación a un tema bastante turbulento—, sin embargo, temo decirte, mi querido Seto, que no podrías darme el kilo ni aunque tú vida dependiera de ello, de hecho, no creo que tengas suficiente aguante, digamos que, “soy un amante bastante exigente” —. Si Kaiba quería molestarlo, él también podía hacer lo mismo, era peligroso tocar las fibras sensibles de su amigo, pero ambos ya se habían metido en un terreno peligroso.



—Puedo apostarte lo que desees Joey, pídeme las cosas más obscenas, confíame tus más bajas pasiones y me asegurare de cumplir cada una de ellas —prometió con voz peligrosamente suave, Kaiba aprovechó para colocar una de sus manos sobre la cadera de Joey mientras la otra viajó en la cara oculta de la pierna del rubio acercando sus labios hasta el oído aprovechando que el semáforo continuaba en rojo. Entonces un delicioso y apetecible mordisco capturó el lóbulo de la oreja de Joey, erizándole los vellos augurando la ira recorriendo las venas del afectado. Kaiba sonrió con maldad rebosante—. Te aseguró que puedo llevarte a un viaje de placer maravilloso, si tan solo me dejases. 

 

Como respuesta Wheeler tomó la mano que estaba peligrosamente cerca de su ingle deteniendo la exploración importandole poco si le hacía daño o no en el proceso, estaba empezando a enfurecer por la actitud de su amigo, así que sonrió molesto enfrentando los ojos azules que brillaban peligrosos, ambos ahora se enfrascaron en una pelea interna que solo ellos entendían. Kaiba sonrió cansado, alejando así ambas manos del cuerpo de Joey como tregua a la derrota no verbal. Justo a tiempo cuando el semáforo se puso en verde. 

 

El resto del camino fue silencioso y agradable, Kaiba manejaba concentrado, tratando de no molestar a Joey con sus juegos, no es que la hubiese cagado, ni nada por el estilo, ese tipo de conversaciones eran frecuentes cuando alguno de los dos estaba estresado. No había sido un buen día, el lanzamiento del nuevo proyecto que saldría a finales de ese año lo traía vuelto loco, sí, era un genio, y era multitareas, pero eso no lo eximía en lo absoluto de ponerse de mal humor. O que se equivocara.

 

Suspiro al ver el edificio donde se ubicaba el apartamento del rubio, estacionó el carro y se dejó caer en el respaldo del asiento, Joey se le quedó viendo acomodando su cuerpo de lado frente a Kaiba, quien cerró los ojos cansado y frustrado. Su pequeña diversión había terminado. 

 

—¿Qué es lo que te pasa? —¡Oh, si! Joey Wheeler lo conocía perfectamente, aún así sonrió de lado volteando la cabeza para ver mejor el rostro de su mejor amigo quien alzaba una ceja.



—¿Qué te hace pensar que tengo algo? —levantó la mano para pasar con delicadeza un mechón rebelde tras la oreja de Joey sin quitar la sonrisa floja de sus labios. 

 

—Porque hace un momento quisiste desquitar conmigo tu frustración, te deje estar porque sé que si necesitas ayuda me la pedirás afirmó y los ojos azules de Kaiba brillaron con maldad y algo más que Joey no pudo identificar, pronto aquellas lagunas se convirtieron en pozos profundos llenos de promesas. El de mirada miel tembló imperceptible ocultando bastante bien lo inquieto que todo aquello le ponía.



—No te equivoques Wheeler —declaró petulante—. El molestarte es más un placer insano que aún y con todo el tiempo de por medio, no ha desaparecido de mi sistema. 

 

—Te conozco, sabes que no tengo problemas con que me toques, se podría decir que ya estoy acostumbrado, pero lo de hace un momento, fue un asalto hacia mi persona.



—Si te ha molestado, lo lamento —se disculpó sincero y con algo de arrepentimiento encogiéndose de hombros despreocupado. Joey asintió aceptando. 

 

—Ven aquí estúpido niño rico —extendió los brazos haciendo una clara invitación que Kaiba no pudo rechazar, abrazó la delgada cintura mientras sus cabellos eran acariciados por los largos dedos de su amigo—. ¿Volvieron las migrañas? —Kaiba negó enterrando la cara en el pecho de Joey abrazándolo mucho más fuerte.



—Solo estoy agotado… y frustrado… —habló tan bajito que el rubio tuvo la delicadeza de afinar su oído para escucharlo correctamente.



—¿Qué fue lo qué pasó?

 

—A veces quisiera simplemente deshacerme de todas las responsabilidades que tengo —explicó apretando los dientes—, ser tan normal como tú o cualquiera —Joey pudo notar un pequeño deje de añoranza en todo lo que decía Kaiba mientras se desahogaba, por supuesto no se atrevía a interrumpirlo, sobre todo cuando estaba dispuesto a darse la oportunidad de ser tan abierto, él continuó sumergiendo los largos dedos por la melena café escuchando con atención—. Todos piensan que ser rico y dueño de una famosa empresa es sencillo, pero no lo es Wheeler, soy humano, me canso, se vale querer dejar todo botado y largarme lejos. 



—Quizá sea bueno que ambos planeemos unas vacaciones cortas a alguna isla cercana, despejarte de tus deberes te hará muy bien —Seto negó nuevamente enterrando la cara por completo en el pecho del rubio—.  Kaiba Corp seguirá en el mismo lugar si te vas, te aseguro que no se irá a ningún lado —nuevamente la cabeza se movió de forma negativa. Wheeler suspiró entendiendo por completo el porqué Seto no se podía dar ese lujo, aunque quisiera, o en su defecto, si no tuviera tan arraigado el sentido de la responsabilidad —. Oye, sé que no puedes dormir en otras casas y la verdad nunca he entendido eso, pero ¿Quieres entrar un rato?, tengo la cerveza que te gusta —esperó un corto tiempo a que Kaiba reaccionara captando el mensaje, era la forma que tenía de consolar al de ojos azules, aunque en algunas ocasiones sentía que no era suficiente.

 

Esa idea le pareció bastante atractiva al castaño que levantó la cabeza de donde estaba, sonrió agradecido y beso con cariño la mejilla derecha de Joey acariciando la espalda de un muy sonriente rubio.

 

Ambos bajaron del auto, Seto puso la alarma y se dirigieron a la entrada de aquel edificio no muy lujoso donde Joey rentaba un apartamento cómodo con un pago accesible que le otorgaba todos los beneficios que un chico universitario podía desear, Kaiba había insistido en que se instalará en el apartamento que no usaba en una zona bastante céntrica, el cual fue rechazado por Wheeler casi al instante, si, el de ojos azules recordó que habían peleado por días sin lograr tregua, el orgullo de su amigo no tenía límites pero al menos se aseguró que aquel lugar estuviera ubicado en un barrio tranquilo. 

 

Se daba por bien servido con eso, si al menos Joey no iba a aceptar el apartamento él se aseguró que cumpliera con los estándares básicos de su lista personal, ningún amigo suyo iba a vivir en una pocilga si él podía evitarlo, y así lo hizo. Satisfecho observó el lugar al entrar, habían hecho algunos arreglos que a Seto le agradaron y aprobó en silencio sin dejar de seguir a Joey que parecía contento por alguna razón. 

 

Y ahora qué lo recordaba, jamás había pasado del lobby, esta era la primera vez que visitaba a Joey, no es que el de ojos miel no lo invitara a pasar algún fin de semana con él era más bien su apretada agenda que no le dejaba disfrutar de su juventud. Muy seguramente a eso se debía la alegría que no podía ocultar el de cabellos rubios. 

 

—Esto que ves aquí es el lobby —sonrió alegre hablando como guía turística extendiendo los brazos como alusión al lugar—. De este lado se encuentra el ascensor —explicó caminando hacia las puertas de metal que se encontraba a un lado de la recepción—. Mi apartamento está en el piso siete, así que tengo una bonita vista —confesó orgulloso e inflando el pecho como un pavo, esto último, le causó mucha gracia al CEO que no pudo más que reír a pequeñas carcajadas.

 

Joey presionó el botón del ascensor eufórico de que al fin Kaiba conociera el departamento donde vivía y así demostrarle que aquel lugar se lo pagaba con su propio esfuerzo. 

No es que su mejor amigo dudara de él o que no estuviera enterado de lo que Joey Wheeler podía obtener con su determinación y duró trabajo. Pero se sentía extrañamente reconfortante mostrarle más de él.

 

Así que cuando las puertas del elevador se abrieron dejó pasar primero a Kaiba con una exagerada reverencia, el de cabellos castaños solo bufó divertido ante tal acto negando con la cabeza cuando ya estuvo dentro y Joey le siguió de cerca balanceándose de un lado a otro de manera infantil, se podía ver desde lejos que todo aquello lo mantenía eufórico. Presiono el botón que los llevaría al apartamento, Kaiba no pudo evitar recargarse en la fría pared de metal proporcionándole cierta satisfacción, estaba cansado, pero no quería ir a casa aún, tenía un montón de cosas por hacer relacionado con la empresa y la verdad, sus ánimos no eran los mejores. Tomaría un par de cervezas acompañado de Joey, comería un poco y después pediría un taxi, él no manejaba ebrio, aunque solo tuviera un poco de alcohol en la sangre, de todos modos, su carro estaría bien cuidado y pasaría temprano por él antes de ir a la empresa. 

 

—Me sorprende lo callado que estás Wheeler.

 

—No tengo nada que decir —argumentó viendo de reojo a Kaiba quien mantenía una pose relajada, entonces se dio el lujo de observar a su antojo, realmente se veía cansado, bajo los ojos había una sombra casi imperceptible que lejos de sentarle mal, lo hacían verse más atractivo.



—Tú siempre tienes algo que decir… —sonrió de lado metiendo ambas manos en las bolsas del pantalón viendo como el ascensor subía lentamente hasta que Joey se colocó frente a él metiendo el dedo índice por la cinturilla de Kaiba jalándole un poco para acercar sus cuerpos. — ¿Qué estás haciendo?



—Estoy tratando de consolarte, bastardo. ¿Acaso no es obvio?



Kaiba bufó divertido picándole la mejilla hasta agarrar con el dedo índice y pulgar un mecho de cabello rubio. 

 

—Tienes una forma muy curiosa de definir “consolar”, si me preguntas, yo preferiría algo más que solo tu dedo índice tirando de mí —enfatizó, soltando el mechón de cabello y bajando su mano hasta colocarla en el cuello del otro hombre acariciando la ligera curva, ahí donde se ubicaba la manzana de Adan.

 

—Deberías apreciarlo, y dejar de quejarte.



—Si vas a consolarme, al menos hazlo de la forma correcta, Wheeler.



—Ha, ¿sí? ¿Y cómo sería eso? —sonrió de lado, astuto, suspicaz y travieso. Quería llevar a su amigo al límite, deseaba vengarse por lo ocurrido momentos antes. 



Y logró lo deseas, como las abejas en la miel, cayó en la trampa. Kaiba sonrió de lado con el brillo peligroso que dilató sus pupilas, convirtiendo el azul de sus ojos en un profundo mar turbulento que provocó un pinchazo de excitación en Joey.

 

Un paso… otro más y Wheeler exhaló el aire que sus pulmones contuvieron cuando el de cabellos castaños le tomó de la cintura, clavando los dedos en la suave piel bajo la tela de su playera.

 

Con esa aura peligrosa y sensual, Kaiba se inclinó lo suficiente hasta colocar sus labios en la oreja de sensación tersa, percibió el temblor que Joey trataba de ocultar por orgulloso, amplio mucho más la sonrisa salvaje y susurro lento, tranquilo, pero no por eso menos sensual: —Preferiría que usarás tu boca en algo mucho más interesante, eso sin duda, sería satisfactorio.

 

Tembló empezando a excitarse, el muy maldito de Kaiba estaba volcando su plan contra él, el hijo de puta lo sabía, y lo comprobó al ver sus ojos llenos de maldad y lujuria, trago la saliva que se le acumuló en la boca, agradeciendo que el elevador abriera sus puertas permitiéndole poner distancia entre ambos. Aclaró la garganta caminando apresurado hasta quedar frente a la puerta del apartamento con Seto pisándole los talones, nervioso como estaba saco con torpeza las llaves escuchando tras él una risa burlona que le hizo avergonzarse. La cara le ardía. Maldito Seto Kaiba.

 

Cuando por fin la cerradura cedió, sus dedos temblaban, podía sentir el frío acumulado en ellos. Abrió la puerta permitiendo pasar a Kaiba primero mientras él se encargaba de encender las luces. Seto barrio con la mirada todo el lugar, observando con ojo crítico el apartamento, los colores grises y blancos en la pared le daban ese toque hogareño, tranquilo e incluso reconfortante, póster de algún promocional de festivales donde asistieron grupos favoritos de Joey los cuales él había conseguido, ¿Entonces para eso había insistido tanto en obtenerlos? Hasta enmarcados los tenían, los sillones de un color gris azulado lucían elegantes y acogedores, que decir de la cocina, hasta lanzó un silbido impresionado, eran tan bonita que parecía de esas que salían en las películas estadounidenses amplias con colores neutros, sonrió complacido al ver la buena decoración. Su pequeño obsequio, uno que hizo parecer que venía incluido en el contrato de renta. Jamás le diría aquello a Joey, si era posible, se lo llevaría a la tumba. (Mucho menos que él pagaba la mitad del alquiler, Wheeler lo colgaría de la torre de Tokio si se enteraba).

 

—¿Qué te parece mi hogar? —habló contento desde la cocina antes de salir y pararse a un lado de Kaiba observando orgulloso los detalles personales que había agregado en las paredes. Extendió la cerveza al castaño quien la tomó agradecido.

 

—Debo decir que me gusta, tiene ese toque perfecto que te define —agregó asintiendo a sus propias palabras. Joey sonrió como un pequeño niño a quien le han comprado un juguete nuevo—, hasta quiero dormir en tu cocina —bromeo.

 

Es decir, no todos los días se recibía elogios del gran Seto Kaiba, Joey sintió un pinchazo de felicidad burbujeante, a él jamás le había importado lo que otras personas dijeran u opinaran de su vida, esa etapa ya había quedado atrás, pero con el de ojos azules todo era distinto, sabía que cualquier cosa que saliera de los labios del CEO era verdad, la diplomacia y los comentarios adulatorios siempre habían sido el fuerte para obtener numerosos contratos millonarios, Kaiba solía ser hipócrita con la sociedad en la que se desenvolvía pero no con él, sabía con satisfacción que lo que salía de la boca de Seto eran palabras reales, directas y sin engaños. Eso era una de las tantas cosas que le gustaban de su mejor amigo, virtudes que no había apreciado en preparatoria los cuales le desagradaban en extremo, por ello las incontables peleas y continuos insultos cada que se tenían en frente, aquellos tiempos se vislumbraban lejanos y ajenos a todo el presente que ambos compartían.

 

La esbelta figura de su amigo se agració caminando hasta el sillón y dejarse caer colocando el brazo sobre el respaldo dándole un trago a la cerveza, divertido, Wheeler le siguió con una sonrisa bobalicona en los labios, todo era paz y tranquilidad Kaiba parecía relajado, y a Joey de repente le atacó una duda que jamás había tenido tiempo o el momento para esclarecer lo que revoloteaba por su mente. 

 

Con las defensas bajas en Seto, podía sacarle la verdad sin problemas.

 

Lo medito…

 

Y con calma saboreo lo que iba a preguntar.

 

—¿Por qué nunca nos llevamos bien en preparatoria? —Kaiba se le quedó viendo por largo rato envolviéndolo en el azul del mar que eran sus ojos oscureciéndose de pronto, Joey pensó que quizás, tal vez la pregunta en realidad le había tomado por sorpresa.

 

Y cuando le pareció una eternidad el silencio, Seto le dio otro trago a la cerveza y Joey lo imitó, disfrutando el amargo sabor de la burbujeante bebida.

 

—No me agradabas —comenzó cauteloso—, representabas todos lo que yo odiaba —Joey asintió escuchando con atención—, parecía que nada te importaba, detestaba ese aire de libertad que te rodeaba, la energía que exudabas, la lealtad que brotaba de tus poros, que no temblaras ante mi y me hicieras frente, odiaba todo en ti, incluso el simple hecho de que tuvieras a toda esa bola de… —calló un momento pensando con cuidado lo que diría— amigos alrededor tuyo, me enervaba la sangre, yo quería eso, tú tenías algo que yo no…

 

—Quería ser tu amigo —replicó indignado, si tan solo le hubiese dado una oportunidad todos los malos entendidos no hubieran ocurrido.

 

Kaiba le dio un último trago a la cerveza, dejando la botella sobre la mesita de entretenimiento frente a ellos. 

—Lo sé.

 

—Entonces, ¿Por qué?



—Era mucho más fácil insultarte y humillarte que ser tu amigo, demasiado estúpido, supongo… —se encogió de hombros restándole importancia, era parte del pasado y no tenía caso sacarlo a relucir. — ¿Qué te dio por preguntar eso hasta ahora?

 

—Es algo que había querido saber desde hace mucho  —Kaiba asintió, serio, recostando la cabeza en el brazo que tenía sobre el respaldo—. ¿Tú no tenías curiosidad?



—No —respondió tajante, demasiado rudo para su propio gusto, luego cambió el tono de voz—. Es parte del pasado y como tal se debe quedar, no tiene caso, es algo que no tiene solución, a mi parecer, me gusta lo que hemos obtenido hasta ahora, ¿A ti no? 



—Me gusta más este Kaiba —sonrió juguetón, acariciando con delicadeza los cabellos castaños de la nuca, Seto buscó tener más contacto con aquella mano que le mimaba. Como un gato pensó el de ojos miel. Una risa cristalina brotó de los delgados labios de Joey sonrojando levemente las mejillas terminando de un trago lo que quedaba de la cerveza. —¿Quieres otra? —el castaño asintió.



—Por favor…

 

El rubio se levantó caminando directo a la cocina para sacar de la nevera dos cervezas, todo esto seguido de cerca por los ojos de Seto que no perdían detalle del andar de su amigo, cuando Joey volvió ofreciéndole la cerveza, se permitió sonreírle de lado. 

 

—Así que… ¿Te gusta más el yo de ahora?

 

—El Kaiba del pasado también me gustaba, pero si me preguntan, prefiero el que es mi amigo y me trata bonito.

 

—Exageras, yo diría más bien, te tolero más..

 

—Admítelo Kaiba, yo también te gusto tanto o más de lo que me gustas tú a mi.

 

—No tiene caso negarlo o ¿si? —dijo divertido relajando el cuerpo en el proceso bebió de la cerveza cogiendo un mechón de cabello rubio colocándolo tras la oreja de Joey en un contacto íntimo. 

 

—La verdad es que no, serías un total mentiroso  —sonrió tomando un trago de cerveza, entonces Kaiba pasó la mano por la pantorrilla de Joey subiéndola a su regazo descansando la mano sobre el muslo— contando sobre todos, que te gusta manosearme cada que tienes oportunidad.



—Es el precio a pagar, por soportarte —el rubio le dio un puñetazo en el hombro no demasiado fuerte pero si lo suficiente para que Seto hiciera un gesto de dolor.



—Eres un cabrón… —susurró rencoroso enfrascándose en un duelo silencioso, Joey sonrió de lado al igual que Kaiba que aprovechó aquello para arrastrar al rubio mucho más cerca de él.

 

—Vamos Wheeler, ¿Crees que no me he dado cuenta cuánto te encanta que tenga mis manos sobre ti? —atacó viperino, con los ojos brillosos brindando ese toque de maldad insana bailando en las Iris azules— No lo niegues.



Subió la mano que aún conservaba en el muslo hasta colocarla en la cadera de Joey pasando la punta de los dedos sobre la tela levantando la camisa hasta quedar en contacto con la suave piel, Kaiba sonrió divertido, con aquella aura peligrosa que prometía algo que Wheeler no tenía intenciones de pensar ni mucho menos poner atención.

 

—No me estoy quejando, no, solo que a veces siento que si no paro esas manos tuyas, terminaré desvestido en un abrir y cerrar de ojos.

 

Kaiba soltó una sincera carcajada apartando las manos poniéndolas frente a los ojos de Joey. 

 

—Sabes que no haría eso sin tu consentimiento —agregó serio, echando la cabeza hacia atrás recargándose en el respaldo del sillón, agotado y demasiado pensativo. Joey se mordió el labio con nerviosismo y el silencio que hizo de pronto lo puso incómodo.

 

Abrió la boca para decir algo pero la cerró al instante. Así que tiró un poco de la camisa de su amigo, tomando una punta de ella entre el dedo índice y pulgar.

 

—No es que piense que eres un violador o algo por el estilo —expresó tan rápida y atropelladamente que Kaiba se le quedó viendo divertido—. ¿Tienes hambre? —cuestionó sonrojado hasta las orejas— Por qué yo si — Seto levantó una ceja sin entender el comportamiento de su amigo.

 

De un salto se paró del sillón caminando hacia el mueble donde yacía empotrada la pantalla LED de 50 pulgadas, sacó un par de folletos y regresó al lugar que momentos antes ocupaba tomando el teléfono inalámbrico que extendió hacia a Kaiba. Aún así este no lo agarró.

 

—Se supone que soy tu invitado, ¿No deberías ser tú quien ordene la comida? 

 

—Quiero comida Coreana, y el chico que atiende babea por ti, si yo llamo, se le olvidara hasta lo que le pedí, ya me ha pasado —expresó ladeando la cabeza aun con el aparato en la mano.



—Wheeler estas exagerando —exhaló un largo suspiro tomando por fin el teléfono. Marco al restaurante, esperó un momento e hizo el pedido. 

 

Joey suspiro distraído observando los ademanes y gestos que Kaiba hacía cada que articulaba alguna respuesta, Seto era bastante apuesto, no le sorprendía la larga fila de pretendientes que cada mes se le declaraban, sonrió, pobres chicas sentía pena por ellas, casi siempre salían despavoridas con una sola mirada de aquellos ojos azules que se convertían en dos témpanos de hielo. ¡Ah, esos hermosos ojos que tanto le gustaban!, tan llamativos como su dueño. 

 

Kaiba volteo  al darse cuenta que su amigo llevaba rato viéndole pensativo.

 

—¿Qué? —Joey sonrió con dulzura acariciando la mejilla de Kaiba con la punta de los dedos.

 

—¿Te he dicho alguna vez, lo mucho que me gustan tus ojos? —cuestiono distraído en un ataque de vómito verbal.

 

—Un par de veces… —murmuró despacio concentrado en las caricias brindadas por Joey. Sentía que si hablaba más de la cuenta aquella atmósfera se rompería.

 

—Me encanta como el azul se vuelve más claro cuando te da la luz, cada vez que te enojas parecen un mar embravecido durante una tormenta o como se oscurecen de forma enigmática al estar triste, pensativo o el brillo peligroso una vez que la pasión alcanza tus ojos — pronunció divagando, Kaiba se acercó mucho más cuando la mano de Joey pasó de su mejilla al cabello en su nuca. El castaño parecía estar en un trance, el íntimo momento los mantenía en una burbuja donde solo ellos existían.  

 

Y no es que necesitaran nada más, parecían tener su propio mundo.

 

El tiempo transcurría lento aunque solo fuera percepción de ambos, los minutos eternos, la electricidad que recorrió sus cuerpos les enviaron escalofríos placenteros.

 

Solo un poco más… Kaiba saboreo el momento preciso en que sus labios estuvieron a escasos centímetros de su objetivo, era perfecto, lo había deseado desde hace mucho tiempo, casi podía tocarlo, sus respiraciones se mezclaron.

 

Hasta que tocaron a la puerta, toda aquella aura desapareció de golpe y ambos parpadearon un par de veces, ya no estaba más aquella magia, todo había terminado y sonrojados desviaron la mirada, el rubio se aclaró la garganta saltando prácticamente de donde estaba directo a la puerta. 

 

La comida llegó, el restaurante estaba en la esquina por la misma acera del edificio donde Joey vivía, así que no era raro la rapidez con que la habían traído (a pesar que transcurrido media hora), al abrir la puerta frente a sus ojos miel estaba el mismo tipo con pinta de chico malo, cuerpo de infarto (el maldito al parecer hacía ejercicio) y cara de pocos amigos. Joseph trató de sonreír y el hombre solo chasqueó la lengua malhumorado, le entregó la bolsa casi golpeándole el pecho, Kaiba levantó una ceja al acercarse, le extendió el dinero acordado por teléfono, la grosería no le pasó desapercibida.

 

—Ni siquiera voy a darte propina, casi tiras nuestra comida —sentenció con voz profunda, Joey sonrió nervioso a Kaiba deteniendo del brazo. — Largo de aquí.

 

—Seto, esta bien…

 

—Bien —malhumorado dio media vuelta no sin antes quitarle la bolsa con la comida a Joey llevándola a la isleta donde tomó asiento viendo si la comida estaba intacta. 

 

El repartidor le echó una mirada por el rabillo del ojo, murmuró palabras que Wheeler no alcanzo a escuchar antes de cerrar la puerta y caminar hasta donde estaba Kaiba, el ambiente se sentía pesado e incómodo, lo que había pasado antes de que llegara la comida fue extraño, ¡maldición!, casi besaba a Kaiba, quería morir de vergüenza, o tirarse de un puente ¿De donde había salido todo aquello que dijo?, ¡Carajo!.

 

Joey suspiro derrotado al llegar junto a Kaiba, se sentó sobre la isleta mientras sus pies colgaban aún sin poder decir nada al respecto, el castaño le ofreció la caja que contenía lo que había pedido para él y el rubio sonrió agradecido dejando de lado todo lo que su loca cabeza estaba empezando a imaginar. Comieron con tranquilidad sin pronunciar ninguna palabra, cada uno metido en sus propios pensamientos, la realidad era que no querían enfrentar lo que ocurrió minutos atrás, resultaba más sencillo ignorar las sensaciones experimentadas, no estaban preparados para sincerarse aun. En algún momento pasaría, pero no hoy.

 

Wheeler dejó a un lado lo que quedaba en la caja, sonrió nervioso picando la mejilla de Kaiba con el dedo índice —Oye ricachón—. Seto le dio un trago a su cerveza aquella que sacó al terminar de comer, ya no recordaba cuántas llevaba, quizá unas 5 o menos, eso no importaba, puso atenciona a lo que Joey le diría, sonrió de lado disipando aquel ambiente pesado que aun los rodeaba. —¿Mañana, puedes pasar por mi? —consultó con la sonrisa floja adornando sus delgados labios.

 

Otra larga mirada de aquellos ojos azules le puso más nervioso.

 

—¿Acaso crees que soy tu chofer personal? —soltó rudo, y Joey frunció el entrecejo.

 

—No te cuesta nada vamos al mismo lugar, además, no quiero irme en el colectivo, ¿Me das un aventón?

 

Kaiba se le quedó viendo por unos minutos, terminó la cerveza y abrió otra despreocupado —Voy a salir tarde, sino te importa esperar, paso por ti, aunque primero iré a casa por Mokuba y a cambiarme de ropa.

 

—No importa.Mañana saldré a las 6:00 p.m, me darás el suficiente tiempo para bañarme rápido y estar listo cuando pases por mi —expresó pensativo, luego sonrió— ¿A que hora llegaras?.

 

—Alrededor de las ocho.

 

—¡Perfecto! —Feliz, bajó de un salto de la isleta.

 

Como buen anfitrión Joey levantó las cajas vacías de comida tirandoles en la basura sacando un par de cervezas del electrodoméstico, las colocó en la isleta y se subió de nuevo tomando el lugar que momentos antes tenía. Kaiba sonrió al ver lo cerca que Wheeler estaba de él así que sin previo aviso se colocó entre las piernas de Joey aunque solo se pasó al asiento que se encontraba al lado, acarició los muslos formando círculos y figuras sin forma con la punta de los dedos, aquello no hizo otra cosa más que ocasionar a Wheeler cosquillas. La mirada miel siguió divertida el recorrido de aquellas manos hasta ladear la cabeza echando un poco hacia atrás el cuerpo.

 

—¿Qué haces? —cuestionó divertido y Kaiba le miró con sus ojos azules aquellos que se oscurecieron solo un instante antes de ejercer un poco de fuerza los vaqueros habían facilitado arrastrar a su amigo y acercar mucho más el cuerpo de Joey. 

 

—¿Qué te parece que hago? — susurro despacio, con la voz ronca presionando los muslos ajenos. 

 

—¿Es que tus padres no te dijeron que es de mala educación contestar con otra pregunta?.

 

Seto alzó los hombros restando importancia colocando las manos en la cadera del rubio. Quizá el alcohol ya les estaba poniendo desinhibidos, a Joey poco le importaba lo que pasara comenzaba a estar un poco ebrio debido al cansancio acumulado de los días anteriores, se sentía como si flotara pero aun consciente de lo que pasaba a su alrededor. Vio levantarse de su como asiento al de ojos azules, Kaiba era mucho más alto que él, quizá por veinte centímetros. Con rudeza lo arrastró lo poco que falta para tenerle a su alcance, el rubio soltó un pequeño chillido de sorpresa irguiendo el cuerpo usando como soporte los hombros del castaño.

 

—Kaiba, eres un bruto… —replicó molesto aun asustado, Joey casi podía jurar que si no hubiera reaccionado a tiempo su rubia cabeza sería la única que sufriría las consecuencias. 

 

El castaño le ignoró por completo gruñendo suave, Joey tembló excitado al percibir el aura salvaje que Kaiba despedía, borracho o no, le resultó  tentador picar el orgullo del ojiazul, necesitaba sentirse dominado, quería que lo sometiera con aquella rudeza de la cual las pocas amantes del castaño esparcieron entre cuchicheos por los pasillos. Wheeler sonrió de lado al percibir como las manos de Seto bajaban hasta su trasero apretándolo deliciosamente mientras en su largo cuello esparcía besos pequeños casi sin tocar la piel, empujó el cuerpo de Kaiba para alejarlo, rebelde, le miró a los ojos desafiante levantando la barbilla tentándolo, no se la pondría fácil, su temperamento no era nada sumiso y como respuesta el de ojos azules lo apego mucho más a su cuerpo, rudo, salvaje y sin un ápice de suavidad. 

 

Kaiba le mordió la barbilla presionando la palma de sus manos por la espalda, sonrió de lado oscureciendo sus ojos azules por el deseo, inclinando el cuerpo de Joey sobre la isleta, el rubio despreocupado apoyó el peso sobre sus manos.

 

Y de pronto una sonrisa petulante y siniestra se dibujó en los labios de Kaiba, posesivo jalo el cabello rubio exponiendo la dulce garganta masculina acercándolo a su cuerpo, Wheeler quería pelea y él se la daría. A Seto le gusta la rebeldía en sus parejas puesto que él no era nada suave, más de uno se quejó sobre sus arranques pasionales dejándoles marcas de dedos y mordidas en el cuerpo, amaba no tener que detenerse y Joey parecía no asustarse, sino todo lo contrario, suspiro encantado, cuando su amigo jalo de su playera para desafiarlo de nuevo, aquella acción no era otra que dándole permiso al beso que se le antojo delicioso, se relamió los labios, Wheeler se alejo con soberbia cuando intento besarlo, un desafío que iba a ganar y su amigo se arrepentiría de haberlo provocado, jugando con su paciencia.

 

—Wheeler —advirtió sereno con la voz enronquecida.

 

—¿Qué? —susurró con falsa inocencia alejándose nuevamente cuando Kaiba intentó besarlo. 

 

—No juegues conmigo… —parafraseó rudo y excitado.

 

Joey sonrío molesto aquello lejos de ser un coqueteo parecía una pelea primitiva donde el único que dominaría sería el ganador.  Y él no iba a dar su brazo a torcer no al menos, que Kaiba le demostrara lo que deseaba.

 

Un gruñido bajo, una risa compartida, ambos estaban concentrados en no dejarse amedrentar, querían, no, deseaban aquella unión de labios pero como era ya su costumbre, no lo harían sin antes pelear. 

 

Seto clavó las yemas de los dedos en los redondos glúteos aprisionando a Joey con la maestría que le habían dado la experiencia, sonrió de lado acercándose hasta boca ajena, suspiro mezclando las respiraciones, primero un toque suave, tan imperceptible que la boca de Joey lo siguió,un roce efímero y Wheeler soltó un gruñido de insatisfacción, eso era lo que había querido escuchar y por fin le besó mordiendo lentamente los labios mientras saboreaba con placer cada rincón de la húmeda cavidad, jugó con la lengua contraria arrancando suspiros cada que intensificaba el beso, mordiendo con la fuerza correcta el labio inferior del rubio, comparándolo con pequeños roces de labios intensificando cada que se le daba la gana el contacto.

 

Joey rompió el beso agitado, y Kaiba aprovechó para besarle el cuello, lamiendo y succionando la piel expuesta, el rubio jadeó cuando las manos del castaño se metieron dentro de sus pantalones apretándole las nalgas deseoso, un gemido salió de lo más profundo de la garganta de Wheeler. Tenía que parara a Kaiba sino quería que ambos terminaran follando sobre la isleta. Un rayo de juicio atravesó la mente de Wheeler empujando con demasiado esfuerzo a un Seto dispuesto a obtener más.

 

—No… Kaiba… espera —otro gemido salió de sus labios cuando el castaño tomó su miembro comenzandole a masturbar—. Kaiba… espera, no, detente. 

 

Cuando por fin logró quitarse de encima a Kaiba este último se le quedó viendo sonrojado y agitado.

 

—Es… es tarde… ya debes irte.— 

 

Kaiba asintió lentamente acomodándose la ropa y pasando una mano por su cabello. Una imagen que Joey describió como sexy, soltó un largo suspiro aún con la ropa desarreglada y los pantalones abiertos mostrando los ajustados bóxer, Seto le regaló una larga mirada, dudó si debía o no despedirse como usualmente lo hacía, con lo inconsciente que fue, temía un buen derechazo del rubio así que al final solo dejó las llaves del auto en las manos de su amigo saliendo apresurado.

 

En la soledad de su departamento lo único que Joey pensaba era lo lejos que habían llegado con todo aquello, quizá Kaiba se molestó por correrlo cuando permitió tanto avance pero se asustó, jamás imaginó sentirse así con la necesidad de ser domado a pesar de que nunca se lo permitió a sus ex parejas.



Continuará…

Notas finales:

Este capítulo me costo mucho realizarlo, estaba mi inseguridad a que ya no servía para esto, amo este fic por que quedó como quería que quedara, espero que a ustedes les guste también y lo amen tanto como yo.

 

espero estar subiendo el proximo capítulo muy pronto 

 

gracias por leer. 


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