Año Nuevo hace 11 años.
Cuando todos en el orfanato ya se habían ido a dormir, los únicos que quedaban despiertos eran Seiya y Shun. El par había robado unas cuantas botellas de metaxá1 y mientras aún seguían borrachos, se cambiaron al cuarto del segundo, esto, para dejar dormir a Hyoga y a Isaak. Una vez en la habitación de Shun, se acostaron en el piso, alumbrados tan solo por la pequeña lámpara que Shun había construido unos meses atrás usando materiales reciclados cortesía de la fábrica cercana, y un bombillo robado.
En aquel entonces, estaban en la plenitud de la adolescencia, y sus amigos, Hyoga y Shiryu vivían en el mismo orfanato en las habitaciones al final del pasillo. Ikki, el hermano mayor de Shun, al cumplir con la mayoría de edad en agosto tuvo que independizarse del orfanato. Seika, la hermana mayor de Seiya, pasó por lo mismo en marzo. Y debido a los estrictos horarios del orfanatorio, aquel Año Nuevo y Navidad fueron los primeros que el par pasó alejados de sus únicas relaciones filiales. Si bien, era un poco triste pasar las festividades lejos, lograron encontrar consuelo en la compañía de sus amigos y el alcohol que lograron hurtar.
—Ojalá me gustaran solo las mujeres... —se quejó Shun en la seguridad de su cuarto, mientras Nachi, su compañero de cuarto roncaba escandalosamente—, o que me gustaran también al menos. Tal vez mi vida sería más fácil entonces.
—Je je, yo te aviso —dijo quitándole la botella a Shun para tomar un trago y quedarse pensativo por unos momentos —. Sabes, no estoy seguro, pero creo que también me gustan los hombres —dijo Seiya jugando con la botella de metaxá.
—¿De verdad? —preguntó Shun sorprendido —¿Por qué piensas eso?
—Es que, por ejemplo, cuando Shiryu se quita la camiseta siento que tengo que hacer la vista para otro lado porque si no me le quedo viendo. También, Aiolos, mi nuevo jefe es cool y varonil y me hace sentir cositas —Shun no pudo evitar reír ante aquella admisión, intentando ahogar sus risas para no despertar a su compañero y dar por terminada aquella conversación.
—¿Qué clase de cositas?
—No sé —rió con él —, algo como “uff, ¡eso!” —Shun continuó riéndose, más por la embriagadez del alcohol que por otra cosa —. Tal vez debería besar a un hombre, para saber si de verdad me gusta eso o no.
—Tal vez —contestó entre carcajadas —. ¿Dónde conseguirías a un hombre para eso?
—No sé, ahora yo también necesito un hombre —mientras decía eso Shun seguía riéndose —. ¿Oye, y si me beso contigo?
—¿Conmigo? —un ronquido inusualmente estrepitoso interrumpió momentáneamente la conversación, pero no se tomó más en serio—. ¿Por qué yo? Mejor bésate con Shiryu si tanto te gusta ver su espalda desnuda.
—Pero a ti te gustan los hombres. Así que tú ya sabes besar hombres.
—¿Y qué ganó yo? —preguntó haciendo un puchero, milagrosamente sofocando su risa —. Al menos tú descubres algo de ti mismo. ¿Y yo qué?
Seiya lo pensó por un momento. —¡Ya sé! ¡Ya sé! Mínimo ya besaste a alguien en Año Nuevo y yo soy una muy buena opción como primer beso del año, ¿no crees? No soy un patán, me lavo los dientes y las chicas me han dicho que beso muy bien. Aparte, solo es un beso entre amigos, no es como si cambiará algo entre nosotros.
—Pfft… está bien.
Seiya, quien estaba acostado en el suelo se sentó para acercarse a Shun.
Shun se acercó el licor y tomó un sorbo de golpe. —No estoy lo suficientemente borracho para esto —se justificó.
—¿Y tú crees que yo lo estoy?
—Seiya, esto fue tu idea.
—Touché.
—Entonces, ¿cómo quieres hacer esto?
—Esperaba que tú supieras.
Shun negó con la cabeza, aún sin creer lo que estaba pasando. —Solo bésame como lo harías con una mujer, dijiste que tienes muy buenas referencias, ¿no?
—Está bien, ya te entendí.
Seiya se acercó aún más, como si se fuera a sentar en su regazo y acomodó sus manos suavemente sobre las mejillas de Shun. Se acercó suavemente y gravitó sus labios sobre los de Shun, ladeándolos por unos instantes.
—¿Seiya, estás nervioso? Tal vez sí te gustan los hombres.
—Oye, no es eso —contendió ignorando sus crecientes nervios —. Es que el mundo está girando y quiero hacerlo bien mi primera vez.
—Tal vez sí te gustan los hombres entonces.
—Así no puedo… —se apartó, demasiado avergonzado por lo que estaban haciendo por un momento, ignorando los contantes ronquidos.
—Está bien, ya pues, me calmo. Anda, ya bésame —admitió con una sonrisa en el rostro.
Suspiró y retomaron la cercanía, dejándole a Seiya que se tomara el tiempo necesario para prepararse.
—Así está bien, ¿verdad? —susurró, aún inseguro de lo que iban a hacer.
—Sí —le aseguró.
Finalmente, Seiya presionó sus labios con los de Shun, acomodándose ligeramente. Una vez que ya estaban bien alineados profundizó el beso, llevando sus manos de las mejillas de su amigo a su cabello, acercándolo más a él en el proceso. Ambos envueltos en la calidez del otro y del alcohol, dejados a sus andadas por los demás residentes quienes no despertarían hasta mediados del día siguiente.
Dejándose llevar, Shun llevó sus manos a la nuca del otro, permitiendo que aquel primer beso se convirtiera en varios besos cortos, acariciando su rostro. Sintiéndose extático y ligero mientras sus labios jugaban tiernamente con los de Seiya.
Se separaron solo cuando se quedaron sin aliento, extrañamente, más sobrios que hace unos minutos. Aquella intoxicación inicial evaporada en el calor de aquellos tiernos roces.
—¡Wau! —exclamó Seiya regresando a su espacio lentamente —. Es cierto, me gustan los hombres.
—Te lo dije —se burló Shun.
—¿Y ahora qué? —preguntó Seiya —… ¿nos vamos a dormir?
—No lo sé —Shun se rascó la cabeza —. ¿Acabas de tener una revelación de tu sexualidad y quieres irte a dormir?
—Perdóname por no saber que hacer. Al menos me lo estoy tomando mejor que tú.
—Eso cualquiera —aseguró, haciendo a un lado el comentario de su amigo. Cruzó miradas con Seiya, preguntándose qué estaría pensando. En sus ojos estaba claro que él buscaba su liderazgo y consuelo. Por supuesto, Shun era quien ya había pasado por una experiencia muy similar, pero para él había sido algo mucho más desgarrador y traumático, llevándolo a que se tomara muy mal aquel hecho inevitable de sí mismo. Y para ser honestos, ¿cómo podría hallarle el lado bueno bajo sus circunstancias?
Lo besó una vez más, con gentileza, pero con una firmeza que distinguía a aquel beso de los anteriores. Los anteriores habían sido por diversión, pero este había sido un beso dado con la intención de animarlo de la única forma que se le ocurría en aquel momento.
—Tú estarás bien, de eso estoy seguro —le aseguró con melancolía detrás de su sonrisa.
Sentimientos que no pasaron desapercibidos y Seiya, en respuesta lo besó bruscamente, llevando sus manos a entrelazarse con su largo y suave cabello, empuñando los mechones entre sus dedos, besando su labio inferior primero, necesitando un movimiento adicional para encajar sus labios correctamente.
—Tú también, Shun. Me aseguraré eso, bueno, nos aseguraremos de eso.
Shun sonrió, recargándose en las manos de su amigo, tomando consuelo en el cariño y determinación de su amigo.
—Gracias Seiya. Sabes, creo que irse a dormir es una buena idea.
—¿Ves? ¡Te dije! —exclamó Seiya levantándose del piso.
***
Año Nuevo hace 10 años.
A las cinco de la mañana con una botella de retsina2 en mano, el par decidió aprovechar que Nachi había roto una ventana que les permitía escalar hasta el techo. Listos con una colcha gruesa, la botella de alcohol y una bolsa de kourabiedes3 que habían comprado aquella mañana y milagrosamente no se habían terminado antes, decidieron aprovechar el acceso al techo.
Con cuidado de no deslindar las tejas ni caerse en el proceso, ambos treparon hasta encontrar un lugar donde acomodarse, antes de congelarse o atrapar un resfriado. Se sentaron con cuidado en el techo de buhardillas, la altura del orfanatorio permitiéndoles ver la ciudad con sus varios edificios, la iglesia vecina, las fábricas cercanas, el cielo coloreado con nubes doradas, reflejando el color de las luces de la ciudad, contrastando hermosamente con el oscuro cielo azul antes de que comenzara a salir el sol. A lo lejos se apreciaba la Acrópolis, un símbolo de la antigua historia de la ciudad en medio de la modernización cimentada durante el último siglo.
Pasaron varios minutos disfrutando de aquella nueva perspectiva, jugando a ubicar correctamente los edificios a su alrededor, recordando sus interacciones con su entorno e imaginando como sería brincar de un techo a otro. Fue solo cuando empezaron a asomarse los colores del amanecer que reacomodaron la colcha que traían en los hombros y empezaron a comer, cambiando drásticamente de tema.
—Intentar quedar con hombres es tan difícil como es fácil —se quejó Seiya, recordando su suerte en todo el año —. Fácil porque siempre es lo mismo, difícil porque nunca sabes quien estará dispuesto.
—Te entiendo. Y este año no tuvimos mucha suerte —dijo tomándose un trago de la botella.
—Ya sé. ¿Qué tal si nos besamos para ver si tenemos mejor suerte este año?
—¿Cómo se supone que funcione eso? —preguntó Shun extrañado.
—No sé, pero escuché en el trabajo que hay parejas que se besan al empezar el año para desearse buena suerte. Tal vez si nos besamos podamos conseguir un poco de esa buena suerte.
—Creo que he escuchado de eso…
—No va a ser nada malo, no es como si no nos hemos besado antes.
—Supongo… Está bien —sonrió. Dejó la botella a su lado y se acercó a Seiya, quien al igual que aquella primera vez, tomó el rostro de Shun en sus manos y lo besó. Esta vez con más decisión y confianza, saboreando el contacto aún más por el agradable calor que irradiaba de sus labios, contrastado con el frío aire de la madrugada.
Al separarse, ambos se miraron con sonrisas satisfechas.
—¿Otro más para que amarre esa buena suerte? —sugirió Seiya en tono de broma, causando que Shun se riera y tumbara la botella de retsina que habían subido con ellos —. Creo que hasta ahí quedó nuestro plan de ver el amanecer.
Y sin perder ni un segundo más, regresaron corriendo a sus habitaciones.
Año Nuevo hace 9 años.
El grupo, aprovechando la recién inaugurada casa de Seiya y Seika, se juntaron con ellos para seguir con su ritual de tomar durante el Año Nuevo. Seiya había cumplido la mayoría de edad a inicios del mes y todos celebraron su mudanza con su hermana, al ser el último del grupo que faltaba de independizarse.
Se hicieron brindis con los obligatorios discursos acerca de lo difícil que era la vida después del orfanatorio y alentadores palabras y consejos de parte de sus amigos. Y como siempre, para el final de la noche, los únicos que quedaban despiertos, eran él y Shun, con la adición de Hyoga y Shiryu aquel año. Entre los varios temas que podían discutir, terminaron hablando acerca de aspiraciones o planes en el futuro.
—Sería genial ser granjero y trabajar en los campos —dijo Shiryu.
—¿Eso no es algo anticuado? Pensé que la maquinaria era para todos —preguntó Seiya mientras comía uvas.
—Dejalo que haga lo que quiera, no es como si esta ciudad es el epítome de la modernidad como lo era antes —añadió Hyoga —, si quieres modernidad regresate hace 30 años. A como están las cosas, tal vez le conviene más ir al campo.
—Por favor, solo podría ir al campo si pudiera casarme con la hija de un granjero —interrumpió Shiryu —Pero hasta que eso no pasé, me quedaré aquí trabajando en ensamblaje —suspiró.
—Animate, Shiryu. Solo tienes que saber donde buscar —ofreció Hyoga como consuelo.
—Sabes, he tenido curiosidad, pero ¿cómo es que ustedes par de adoptados están aquí esta noche en vez de con su papito? —preguntó Shiryu, mirándolo con curiosidad y señalando a la sala, donde Isaak estaba colapsado junto con la mayoría de los invitados.
—¿Seguirá dormido? —se preguntó y abrió la puerta del cuarto de Seiya para cerciorase de que, en efecto, todos en el exterior estaban plácidamente dormidos.
—Oye, es cierto. ¡No esquives la pregunta! —acusó Seiya.
—Esta bien, esta bien. Como pasamos navidad en grupo, el Maestro Camus dijo que podíamos hacer lo que quisiéramos en Año Nuevo Isaak y yo. En realidad, dijo que no necesitábamos pasar navidad juntos, pero ambos insistimos.
—Ay mira, que bonita familia —se burló Seiya.
Hyoga se escondió detrás de su bebida, evitando presumir de su buena fortuna.
—Se ve que les tiene mucho aprecio —sonrió Shun —. Dijiste que esta ayudando a Isaak con sus estudios de biología ¿no es así?
—Sí, es verdad. Le alegra ver que alguien más siga sus pasos. Yo también lo estoy haciendo de cierta forma, yo estoy estudiando química.
—Que bonito es ser adoptado —sonrió Seiya.
—Adoptados no somos —se ruborizó.
—Solo les falta el papel, pero en nombre ya están adoptados —señaló Shun.
—No hay nada de malo en eso Hyoga, estamos feliz por ustedes —le aseguró Shiryu —. Es solo que también quisiéramos tener tu misma suerte —añadió sin envidia alguna en su voz.
—Yo no, no sé qué haría si pasara más tiempo con Aiolos —chistó Seiya mientras Shiryu le quitaba la botella de la mano.
—A todo esto ¿a qué hora es el ritual? —preguntó Hyoga.
—¿Qué? ¿Cuál ritual?
—¿De qué hablas? —preguntaron Seiya y Shun sin entender a lo que se refería.
—No se hagan, Shun nos contó de su ritual de besarse en Año Nuevo para la buena suerte —cuando dijo eso, ambos casi se ahogaron con su trago de metaxá.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Seiya.
—A Shun se le salió cuando estábamos tomando un día que tú no estabas —añadió Shiryu entretenido por la situación.
—¿Cuándo? —preguntó Shun perplejo.
—Cuando lo llevamos a celebrar su independencia.
—Dejé de tomar aquella tarde solo para poder recordar eso después. Entonces, ¿qué tal? ¿cómo estuvo su suerte este año? ¿se van a besar otra vez a ver si así tienen mejor suerte? Otra vez, digo —preguntó Hyoga, revelando lo mucho que sabía al respecto.
—No recuerdo haber dicho todo eso —intentó protestar.
—Bueno, tomaste más que nosotros —recordó Shiryu.
—¡Es verdad, así que ya! ¡Bésense! ¡Bésense! ¡Bésense! —alentó Hyoga, más emocionado de lo que debería.
—¿En frente de ustedes? —preguntó Seiya.
—Les damos porras, ¡ánimo! —continuó Shiryu.
—…No le van a decir a Ikki ¿verdad? —preguntó con un hilito de voz.
—Seiya, si te hace sentir mejor, creo que Ikki ya sabe—comentó Shiryu con una sonrisa pícara en el rostro.
—¿¡Qué!? —preguntaron ambos al unísono.
—Oh, cierto. Y es más, hasta aprueba de ti —dijo Hyoga picarón —. Un día me dijo que si yo salía con él que no encontrarían mi cadáver, y le pregunté “¿y qué hay de Seiya?”. Se lo pensó por un momento y contestó algo como “puedo vivir con eso”.
—… ¿Por qué mi hermano…? —Shun tenía demasiadas preguntas en su cabeza tras aquella anécdota, pero ninguna logró materializarse en sus labios.
—Sé que le agrada más Seiya porque él te defendió más que Hyoga de los acosadores cuando éramos niños —explicó Shiryu —. Le pregunté.
Shun se tapó el rostro en vergüenza.
—Como sea. Ya lo discutimos y no tenemos problemas con que ustedes empiecen a andar, pero si van a emparejarse tiene que ser para siempre, para no disolver al grupo.
—Hyoga tiene toda la razón —añadió Shiryu.
—Está bien, como sea —dijo Seiya mirando a Shun quien aún se estaba tapando la cara.
…
—¿Entonces no se van a besar?
—Ah, ¡como chingas! —y así sin más, quitó las manos del rostro de Shun y lo besó rápidamente —. ¡Ya! ¿Contento? —Shun se quedó pasmado.
—No —negó Hyoga con la cabeza.
—¿¡Cómo que no!?
—Es que no lo hiciste con la intención de besarlo, ¿sabes? —a su lado, Shiryu exhaló “oh, por Dios…”
—¿Por qué tu fijación en que nos besemos? Pensé que preferías besar hombres, no verlos besarse.
—Me gusta molestarte.
Al escuchar eso, Seiya le lanzó su trago.
—Desquítate, pero no lo desperdicies.
Una hora después ellos también se colapsaron en el piso. Shun quedándose con Seiya un rato más para ayudarle a limpiar y no tener tanto que limpiar a la mañana siguiente.
—Perdón por decirles, no se me ocurre cómo pudo salir el tema…
—No te preocupes, —le aseguró mientras levantaba con cuidado una de las botellas que no se terminaron —. Aunque bueno, sé que cuando tomas mucho tiendes a decir lo que estás pensando. Lo más seguro es que estabas divagando y dijiste eso entre otras cosas. No hay nada más que recoger, ¿verdad? Solo hay que limpiar. ¿Uno más ahora que hay privacidad? —sugirió Seiya bromeando. Shun sonrió pícaro y se acercó a él besándolo tiernamente con ambas manos en sus mejillas.
—Feliz Año Nuevo, Seiya —dijo, robándole las palabras.
“¿Será que de verdad me gusta Shun?” Se preguntó, tocando sus labios al mismo tiempo que Shun se daba la vuelta para recoger más basura. “Nah, no lo creo.”
Hace 4 años
En la casa decorada con almendras endulzadas, repleta de deliciosos olores y con una enorme cantidad de gente, estaban un par de novios celebrando su compromiso. Después de 3 años de noviazgo, Ikki le había propuesto matrimonio a quien, había descrito a su hermano como su alma gemela, Esmeralda.
La celebración estaba compuesta mayormente por la familia de Esmeralda. Los invitados del novio por otro lado eran menos, la mayoría gente cercana a su edad, en pocas palabras eran las amistades de Ikki al no gozar de una familia extendida como la novia. Lo que esperaban todos se convirtiera en un problema con sus padres resultó no ser así. Los padres de Esmeralda en realidad lo habían recibido a él y a Shun con los brazos abiertos, y esta reunión fue una forma de estrechar lazos con la familia que ambos hermanos habían formado con los años.
Unas horas después de estar saludando y conociendo a la familia, Seiya y Shun salieron al patio a tomar un poco de aire.
—¡Puaaa! ¡Que sofocado está ahí adentro! —exclamó Seiya una vez fuera.
—Y que lo digas. Siento que no he respirado bien desde que empezó la celebración.
—Pero es lindo, ¿no te parece? Formar parte de una familia grande —opinó Seiya dejando que el fresco aire nocturno del verano acariciara su rostro.
—Todos los parientes de Esmeralda han sido muy amables, creo que, si hubieran sido otro tipo de personas, las cosas no habrían salido tan bien —suspiró y miró a la ajetreada casa por un momento —. Me alegro de que mi hermano vaya a ser bienvenido a una familia tan buena como la de ellos.
—Igualmente, Ikki ha llevado una vida muy dura estos años, merece algo bueno en su vida. Y no parece quererlo dejar ir —bromeó —. Oye, Shun —le habló en un tono más serio.
—¿En qué estás pensando? —preguntó encarándolo solo para recibir un tierno y corto beso en los labios —. ¡Aquí no! —lo regañó —. ¿Y si alguien nos ve?
—Nadie nos vio, por eso lo hice —le aseguró guiñándole un ojo —. Todos están concentrados en los novios. Aparte, verlos a ellos hacen que quiera besar a mí propio novio —dijo, besándolo gentilmente otra vez.
—…Solo ten más cuidado —contestó con una sonrisa.
—¿Y ustedes que hacen acá afuera? —preguntó Esmeralda, saliendo de la casa y asustando al par, resbalando a Seiya del peldaño sobre el cual estaba sentado y casi causándole un paro cardíaco a Shun —. Interrumpí algo, por lo que veo.
—No nos interrumpiste, solo nos asustaste —admitió Shun ayudándole a Seiya.
—Pero oye, deberíamos preguntarte eso a ti. Es tu fiesta de compromiso, ¿no deberías estar pegada a Ikki? —preguntó Seiya sacudiéndose la tierra de encima.
—En estos momentos, debería estar cuidando a Aiacos y a Kanon la verdad —suspiró cansada —. Ikki está en el baño y yo no quise enfrentar esto sola, le dije que viniera a buscarme cuando saliera. Es mucha familia en un espacio muy reducido.
—Mientras no lo haya acorralado tu prima todo bien —bromeó Shun.
—¡Y que lo digas! Se lo estaba comiendo con los ojos. Necesitaré pedirle a alguien que la mantenga vigilada el día de la boda.
—Puedo hacer eso —se ofreció Shun, pero Esmeralda hizo una mueca.
—No lo creo, con eso de que “no tienen pareja” y son un par muy guapo va a querer seducirlos y no me perdonaré si hay una infidelidad por mi culpa, no importa lo accidental que sea.
—Y no es como si puedo golpear a una mujer —se quejó Seiya al escucharla.
—A ella sí, se lo merece —rio ella. Entonces suspiró —. ¿Puedo decirles la verdad?
—Sí claro —confirmó Shun.
—Estoy preocupada por el compromiso —confesó sentándose a lado de ellos en los peldaños—. Él suele ser terco y agresivo, pero tiene muy buen corazón. Amo esa parte de él, no me malentiendan, admiro que el pueda ser tan brusco cuando Shun y yo no somos capaces, pero no puedo evitar pensar que algún día las cosas se derrumbaran, que algo malo va a pasar algún día.
La ansiedad de Esmeralda no era un tema nuevo. Ocasionalmente habían tenido que calmarla o asegurarle que algunas cosas estaban bien. Ikki tenía la paciencia de lidiar con aquellos pensamientos, escuchándola y asegurándose de aliviar sus miedos, una habilidad que había adquirido de cuidar a Shun y sus propios arrebatos. Reconociendo lo que estaba pasando, decidieron tomar acción.
—No tienes que preocuparte por nada. Ikki te ama con locura —le aseguró Seiya —, estoy seguro de que pase lo que pase, podrán superarlo juntos.
—¿De verdad? —preguntó mirando a ambos, quienes asintieron efusivamente —. Siendo honesta, el verlos a ustedes dos me da esperanza —confesó avergonzada —. A pesar de las dificultades que ustedes tienen, se mantienen firmes, y deciden continuar con su amor cada día. Me inspiran. Me hacen creer que, si ustedes pueden, entonces nosotros no tenemos excusa. Así que no me queda de otra más que hacerles caso.
—¡Nos conmueves! —contestó Seiya incapaz de ocultar o evitar el rubor que coloreaba sus mejillas, mientras se rascaba la cabeza.
—Espero que sean muy felices juntos —ofreció Shun quien tenía el rostro tapado por la vergüenza.
—Gracias, igual ustedes —justo en ese momento escucharon a Ikki llamarla —. Se acabo mi descanso, ahora sí tengo que regresar.
—Buena suerte —dijo el par. Una vez dentro y después de asegurarse de que nadie los veía Shun se robó un beso de Seiya.
—Solo te lo estoy devolviendo —contestó.