***El Peor Castigo***
Mmm… ¿qué puedo decir que no haya dicho ya? ¿Que te quiero? ¿Que te amo? ¿Que eres todo para mí? No, no diré eso porque… no quiero sonar repetitivo. Podría decirte, en cambio, las miles de cosas que no te he comentado, que siquiera he mencionado frente a ti, son tantas cosas que te sorprenderías.
Aunque no lo creas tengo muchos secretos. Y mis secretos son terribles, son egoístas, son oscuros y me hacen una persona miserable. Puede que no conozcas esa otra de mis facetas. Claro, jamás imaginarías toda la suciedad que se esconde dentro de mí. Para ti yo sólo soy ese chico sonriente que siempre encuentra el lado bueno de la vida. Y puede que no te equivoques del todo, pero… no soy tan bueno como crees.
Yo también tengo mis miedos y mis inseguridades aunque no lo demuestre muy a menudo. ¡Dios! Son tantas las cosas que quiero decirte pero aún así no me atrevo a intentarlo… ¿Por qué? Muy sencillo, no quiero que dejes de quererme. ¿Qué? ¿Que te estoy engañando? Puede ser, pero créeme, soy lo que ves cuando me ves, ni más ni menos. Porque a pesar de todos mis defectos, te quiero. Vale, sé que dije que no lo diría pero no puedo evitarlo, así de grande es lo que siento por ti.
Esa es la razón por la que te perdono todo, ¿sabes? No es porque me guste que me lastimen, ni porque tus acciones (por demás dolorosas) no me afecten. Obviamente sí me duelen, sí las siento en lo más profundo de mí, pero, ¿qué puedo hacer si te amo más, incluso, que mi propia vida?
¿Sabes? No me importa lo que me hagas, no me importa cuánto me dañes, haz lo que quieras conmigo (te doy mi permiso) pero no me dejes, por favor. Sí, te lo estoy pidiendo, y lo volveré a pedir las veces que sean necesarias: no me dejes, no te alejes de mí nunca, por favor.
¿Qué importa que en tu ciega preocupación por mí seas tú quien termine causándome más daño?
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, herirme hasta sangrar. ¿Qué me importa el daño si yo te amo igual?
Sí, puede ser que no demuestre suficiente amor propio, pero no me importa ser así. Porque aún en el fondo reconozco que soy algo egoísta. Te quiero para mí, sólo para mí, y no quiero que te acerques a nadie, no quiero que mires a nadie ni que sonrías a nadie más. Quiero que vivas por y para mí. ¿Es mucho pedir?
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, tratarme con frialdad. ¿Qué me importa el hielo si yo te amo igual?
Perdona, sé que no he sido lo suficientemente claro. Pero soy un ser terrible, soy consciente de ello. Sé que incluso aunque no lo parezca, trato siempre de dominarte, con mis sonrisas (porque sé que son tu debilidad y me aprovecho de ello), con mi aparentemente frágil personalidad (porque sé que no eres de piedra y sufres con mi dolor), con mis delicadas maneras de hacer crecer el fuego en ti (porque sé que me quieres e incluso el más leve roce puede hacer arder tu piel). Perdona, no soy justo, a veces siento que me aprovecho de ti.
Pero, ¿sabes qué es peor? Lo peor es que no me importa.
No, estoy mintiendo. Me importa, pero (como ya dije) soy muy egoísta, y siempre que estés para mí no me importa todo lo demás.
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, hacerme llorar. ¿Qué me importa el llanto si yo te amo igual?
Lo siento, lo siento de veras, sé que todo es mi responsabilidad. Soy yo quien te ha guiado hasta el punto máximo, hasta casi hacerte perder la razón. Pero, por favor, compréndeme. Yo también siento celos de ti, cuando andamos juntos y todos te siguen con la mirada, atraídos como moscas a la luz, siendo tu figura imponente la cosa más hermosa y atrayente sobre la tierra. ¿Comprenderías lo inseguro que me siento al ver esas significativas miradas sobre tu casi etérea figura?
A veces siento que no puedo resistirlo. Y finjo que estoy triste, o finjo que te necesito, e incluso te he dado celos deliberadamente. Lo sé, está mal, pero es lo único que puedo hacer. Entiéndeme, cuando estoy contigo es como si el mundo entero me perteneciera, soy completamente feliz, ¿comprendes el temor tan grande que me embarga cuando pienso que podrías alejarte de mí?
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, impedirme actuar. ¿Qué importan las acciones si yo te amo igual?
Hay veces en las que no sé qué hacer, cómo actuar, que plan idear para que no te alejes de mí. Sé que te utilizo, uso tu incesante fragilidad, pero por favor, compréndeme. Me duele más perderte que dejar de vivir, me duele más tu adiós que el peor castigo que pudieran desatar sobre mí. Eres todo para mí, eres lo único que tengo, eres… mi mundo. Eres parte de mi alma, eres el sol en mi extraño mundo de sombras, eres al rayito de luz en mi alma oscura. Te necesito demasiado como para alejarme de ti.
¿Que no te merezco? Puede ser, no lo voy a negar, muchas veces he pensado en ello. Pero no puedo dejarte ir, por más que me obligue a mí mismo a dejarte marchar, simplemente no puedo, y tampoco quiero.
Porque eres… el amor de mi vida.
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, no volverme a hablar. ¿Qué importa el silencio si yo te amo igual?
_
-Lee- dices asomándote por el resquicio de la puerta.
Yo sólo alzo la mirada y te contemplo como si fueses la cosa más maravillosa sobre la faz de la tierra (que lo eres). Observo tu rostro triste, contraído por el dolor, puedo ver tu propio sufrimiento que te encoge el alma. En mi fuero interno sonrío. ¿Estás así por mí, Gaara? ¿He sido yo el que te ha puesto triste? ¿Soy yo el causante de tu sufrimiento?
-Perdóname- dices con tu varonil voz esta vez inundada por tu dolor.
Yo sonrío, como siempre, te tiendo mis brazos para que te acurruques en ellos, para que descanses, porque sé cuánto sufres cada vez que me haces esto. Pero no importa, está bien el dolor si eres tú quien me lo proporciona. Estos pequeños momentos me hacen amarte cada vez más.
-Perdóname…- susurras a punto de romper en llanto.
Quiero ver tus lágrimas. Perdona, no debería pensar así, pero es que el hecho de saber que sólo ante mí te permites mostrar tu debilidad me hace sentir inmensamente feliz. Sé que estoy siendo caprichoso, lo siento. Y claro, debo aceptarlo, ni siquiera yo soy tan retorcido como para disfrutar tu llanto, por eso seco tus lágrimas con mis besos y te repito una y otra vez que todo está bien, que no hay nada que perdonar, que te amo, que te amaré siempre hasta el día en que muera.
-No lo volveré a hacer- prometes, pero yo sé que es mentira.
Lo harás de nuevo, y luego te lamentarás por ello y volverás, pidiendo perdón, diciendo lo mucho que me amas. Pero ¿no te das cuenta que yo no te he recriminado en ningún momento? Bueno, sí lo he hecho, pero lo he fingido (muy bien), porque no me molesta que seas tú quien me lastime, porque sé que es la única manera en la que puedes demostrar amor. Bien, no es la única, pero es lo que mejor te sale. Y yo te quiero como eres, así de violento, así de celoso, así de posesivo, así de cruel…
-¿Me perdonas?- preguntas, mirándome a los ojos, clavándome esas dos gemas azules que tienes por ojos.
¿Que si te perdono? Si supieras que no hay nada que perdonar… Así que lo único que hago es sonreír y besar tus labios, tiernamente, la verdad… no tengo fuerzas suficientes como para hacer algo más. Esta vez has sido duro. Lo reconozco. Me has tenido encerrado tres días con sus noches, sin beber agua o probar alimento. Aunque, la verdad sea dicha, no me importa, lo único que realmente me dolió fue que no me vinieses a visitar en estos tres días.
¡No sabes cuánto te extrañe!
-Te prometo controlarme, Lee- dices ahora acurrucándote en mi pecho.
Eres tan tierno, tan frágil como una flor al viento, tan frágil como fina pieza de porcelana. Aunque no lo creas… es tan fácil hacerte llorar. Porque ahora estás llorando y sé que es mi culpa, pero acepto que te lo mereces y siento una fría felicidad dentro de mí, porque sé que realmente me amas, porque estoy completamente seguro de que no me abandonarás.
Y si lo pensaras algún día… ten por seguro que haré hasta lo imposible para retenerte a mi lado.
Porque (¿ya lo he dicho?) te amo…
Pobre Gaara. Si supieras que tu dolor me alienta a quererte a más. Si supieras cuánto disfruto verte llorar (porque sé que lo haces por mí), cuánto disfruto verte perder el control, cuánto me gusta que te abraces a mí pidiendo perdón….
¿Y tú crees que eres el malo?
El peor castigo que me puedes dar, no será, amor mío, volverme a encerrar. ¿Qué me importa el claustro si yo te amo igual?
Pero si me dices, “no te quiero más”, entonces sí, amor mío, me pondré a llorar…
***OWARI***