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Por primera vez, después de muchos tiempo y demasiados descansos obligados, volvía a estar donde debía: En un caso junto a Hisoka.
Debía admitir que había extrañado esas palabras, los casos y todo el estrés que conllevaba lo anterior. Aunque no se le daba muy bien convivir con nuditos musculares en su espalda a causa del poco descanso y eso de romperse la cabeza (Y otras partes del cuerpo, literalmente, a veces, pero qué importaba. Era un shinigami, no podía volver a morir por más graves que fuesen las heridas).
No sabía porqué pero todo aquello había dejado de importar.
No es que fuese precisamente atento ni nada así, de hecho la mayoría de las cosas le traían sin cuidado. PERO con su trabajo siempre había sido distinto. Si bien las cosas no le interesaban en demasía, si le importaba predecir y cumplir el final de cada una de sus misiones (Almas salvadas, ese debía ser el final. Siempre.).
Curiosamente desde la aparición de Kurosaki todo había tomado un rumbo diferente.
Ahora estaba bastante incómodo, porque estaba cerca de él, compartiendo una cama por cosa del destino (Típico: La única habitación libre del hotel. Y con cama matrimonial) y no podía decirle, no podía ni siquiera tocarlo por temor a verse demasiado directo.
También estaba incómodo porque pensaba en exceso…
¿El rubio podría tomarse en buen modo sus sentimientos? ¿Podría confiar completamente en él? ¿Cuándo lo tocase (Si es que llegaba a hacerlo…) le recordaría a Hisoka las caricias de aquel que tanto había destrozado?
Ese era su temor más grande.
No podía permitírselo.
Cualquier cosa que causara un daño al menor, y que fuese provocada por él, sería simplemente el pecado más grande, una falla imperdonable que no soportaría.
Rió de sí mismo.
Era tan mayor, y aún así tan inmaduro, tan cobarde…
-Deja de moverte, Tsuzuki. No me dejas dormir- Le regañó el de ojos esmeralda con voz adormilada.
Dejó de moverse por completo. Quedó boca arriba, mirando el techo y suspirando sin saber qué hacer para calmarse.
Tal vez si…
-¿Hisoka?-
-…Dime- Murmuró el otro, más dormido que despierto.
-…Yo…¿Puedo abrazarte?-
El shinigami de ojos violeta se percató de que Kurosaki aguantó la respiración unos segundos antes de voltearse a verlo. Aparentemente ya estaba muy despierto.
¿Le había molestado? Si, probablemente.
Abrió la boca para disculparse cuando el rubio alzó levemente las sábanas, dándole la pauta para que rodeara su cuerpo. Tembló levemente al hacerlo.
El pequeño se limitó a recargar la cabeza muy suavecito (Casi imperceptible) en el pecho de Tsuzuki.
-Buenas noches, Tsuzuki-
Hubo algo en el tono de voz que le hizo sentirse feliz.
-Buenas noches, Soka-chan-