Atlántida
PrologoEn solo un día y una noche de infortunio, los dioses, furiosos, mandaron una ola gigante como castigo por la osadía de aquellos seres, hundiéndolos en el fondo del océano y desapareciendo todo rastro de ellos para siempre, es así como los historiadores lo cuentan pero, ¿Realmente es esa la verdad?
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Atlántida, aquella mítica ciudad, era en verdad una joya de la arquitectura, con sus perfectas calles y altos edificios iluminados por luz eléctrica, en un tiempo en que aquello no existía, sus vehículos voladores y tecnología única, tecnología que guiaba era algo común en la vida de los Talantes, pero, ¿podía el misticismo y la ciencia coexistir?, bueno, la respuesta a ello recaía en cuatro seres, aquellos a los que se les conocía como Guardianes, aquellos seres que poseían un extraño poder comparado únicamente con los dioses.
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En una gran habitación que parecía haber salido de una fantasía o algún sueño irreal, se encontraban 6 seres con apariencia de Ángeles, de los cuales, cuatro de ellos se encontraban en el centro de la habitación, formando un circulo, sus rostros cubiertos, con las manos extendidas a cada lado mientras recitaban algo en una lengua extraña, frente a cada uno de ellos se encontraba un pequeño bulto, un bebe, los cuatro continuaron orando largo rato mientras eran observados por los otros dos, uno, era un hombre de edad madura, de largo cabello cano y ojos verdes, sus alas eran de un color blanco pulcro, el otro era un hombre mas joven, cabello corto y negro, ojos de igual color.
De pronto, una esfera luminosa salió de los pechos de los cuatro, las tomaron en sus manos, para luego introducirlas en los pequeños
-Esta hecho –dijo una de ellos, una joven de larga cabellera rubia, ojos azules, sus alas eran de color blanco y en su frente se encontraba una joya de igual color, su nombre era Aradara, la guardiana del norte, mientras tomaba al pequeño bebe.
-Guardianes –hablo el ángel de cano cabello –Ahora deben entrenarlos y criarlos adecuadamente para que cumplan sus funciones de nuevos pilares....
-Como ha sido costumbre entre los Atlantes... –continuo el hombre pelinegro
-De eso no se preocupe –dijo una mujer pelinegra de ojos de igual color, sus alas eran de color rojo y naranja, dando la ilusión de fuego, en su frente había una joya de iguales colores, ella era Mitsuri, la piral del sur.
-Los entrenaremos duramente, para que lleguen a ser los mejores -dijo un hombre de cabello largo de color rojo y ojos verde, sus alas eran de color café y en su frente había una joya café, el era Shukaku, el pilar del este, mientras miraba a su pequeño hijo dormir placidamente en sus brazos.
-Pero debemos ser cuidadoso, ahora que “el” se fortalece con el pasar de los días y no atacarnos en atacarnos –dijo una joven de cabello negro y ojos de igual color, sus alas y joya eran de color azul, ella era Mizu, la pilar del oeste
Si alguno iba o no a decir algo mas, no tuvieron la oportunidad, ya que en ese momento las puertas se abrieron de golpe
-¡Padre!/¡Majestad! –dijeron cuatro jóvenes Ángeles al unísono
-¿Qué forma es esa de entrar? –dijo molesto el anciano
-Padre.... –intento protestar uno de ellos, un joven de cabello rubio y ojos azul claro
-¡Silencio! –replico el pelinegro –Itachi, Kaseiyo, Ese no es el comportamiento de los príncipes y menos de los futuros gobernantes –le dijo al rubio y a un pelinegro de largo cabello amarrado en una coleta
-Majestades –esta vez fue un castaño el que hablo –El esta aquí
-¡¿QUÉ?! –exclamaron los pilares y ambos adultos
-Ya ha arrasado la mitad de la ciudad –dijo una rubia de ojos verdes.
-Eso es imposible.... –dijo el anciano
Los pilares se miraron entre si y asintieron
-Es mejor que se vayan y se lleven a los bebes –dijo la peliazul mientras abrazaba a su hijo contra su pecho
Ante esto, el rubio y el pelinegro se acercaron a los pilares del norte y sur respectivamente con claras intenciones de tomar a los bebes de brazos de su madre.
-No –dijeron al mismo tiempo
-Pero madre...
-No es seguro que estén junto a sus hermanos
-Pero madre....
-Aradara tiene razón
-Madre..
-Shikamaru... –hablo la rubia al castaño –Por favor cuida a mi pequeño Naruto –dijo mientras entregándole al bebe.
-Kaseiyo.... Por favor, cuidad de mi Sasuke –le pidió al borde de las lagrimas.
-Itachi, onegai, te lo suplico, cuida de Gaara
-Temari, cuida de Sai
Los cuatro miraron a los pequeños que ahora descansaban en sus brazos, de pronto, una gran explosión se escucho.
-Ahora, deben irse –les ordeno el anciano
-No se mueran –les dijo el pelinegro para luego salir junto con los otros
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Los cuatro salieron de la ciudad flotante, mientras esta se consumía en explosiones, fuego y gritos desgarradores.
-Kaseiyo –Lo llamo Itachi –¿A donde iremos?
-A un lugar seguro –dijo el rubio
Una explosión los hizo separarse y caer precipitadamente a Tierra, dispersándolo, separándolos.
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Shikamaru despertó, encontrándose en las cercanías de un poblado, tomo al bebe a su cuidado, tenia que buscar a sus compañero, pero al no encantarlos, se preocupo, se preocupo y temiéndolos muertos, decidió que en ese momento la seguridad del pequeño era lo único que debía preocuparle, guardo sus alas para evitar llamar la atención y se dirigió al poblado para así, llevar una vida común y proteger, al que seguramente seria la única esperanza del mundo.
Continuara...