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La Fuerza del Destino por KakaIru

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Notas del fanfic:

Holaa!! Espero q les guste esta cosita q acabo d colgar!!! n_n

Notas del capitulo:

Seeh, nombre estupido para el capitulo! u////u

Sólo puedo decir q este capi es un PoV's Kakashi, y espero q lo disfruten, d todo corazon!!!! n/////n

Capi dedicado a tod@s l@s fans de esta superlinda parejita....

KakashixIruka

 

 

29 de Abril, 03:58 a.m.

 

29 de abril. Una fecha para nada especial. Es de noche y hace algo de frío, todo está muy silencioso en casa y me parece normal viendo la hora que es. Casi las cuatro de la madrugada. A lo lejos puedo escuchar la música proveniente de la calle, algunos chicos que no descansan, no como yo, que ahora estoy encerrado entre las cuatro paredes que conforman mi habitación.

Estoy terriblemente aburrido. Ver la tele es algo que he decidido no hacer a falta de buenos programas. Así que lo único en lo que puedo desahogarme es escribiendo este tonto diario que talvez alguien lea algún día, porque no tengo la estúpida idea de que un diario es algo seguro, al contrario, hay muchas posibilidades de que alguien lo lea, sólo espero que esa persona no seas precisamente tú.

Y, ¿qué iba diciendo? Ah, sí, estoy aburrido. Simplemente escribo, en silencio, en mi cuarto apenas iluminado por una de las lámparas junto a mi cama. Acabo de pelear con mi hermano, pero eso no es importante así que no le dedicaré más palabras al suceso. Ah, sí, se preguntarán, ¿quién está escribiendo estas tonterías? Pues, mi nombre es Hatake Kakashi, pero pueden llamarme Kakashi, nada de Kaka o Kakashito, por favor, eso me cabrea hasta morir.

En fin, soy un chico de lo más normal, más bien un hombre, ya que a los veinte años no se puede decir que sea precisamente un ‘chico’. La persona que lea esto seguramente ya debe saber como soy, así que no pienso describirme, y si por alguna razón este diario cae en manos equivocadas no le voy a dar pistas para que dé conmigo, ni que estuviera loco.

Bueno, eso no es lo que importa. Este diario es para hablar de mí y mis secretos. Bien, mi secreto número uno es que no me gusta la leche. ¿Es eso un secreto? No, no lo creo. Vale, qué tonterías escribo. Lo realmente importante es lo que me sucedió hoy.

Y a eso es a lo que voy.

Antes de empezar he de aclarar un pequeño hecho. Acabo de mudarme. He llegado a esta ciudad hace apenas un par de días, no conozco a mucha gente, de hecho no suelo socializar demasiado, trato de mantenerme alejado de todo y de todos. He de decir, y con mucho orgullo, que pocas han sido las personas capaces de comprenderme a la perfección. Podrían pensar que estar en un nuevo lugar, de hecho me he mudado a un país completamente nuevo, me haría sentir mal. Pero debo diferir. Al contrario, me siento muy bien. No me interesa no conocer a nadie, ni tener esos terribles problemas de ubicación que me imposibilitan llegar a tiempo a cualquier sitio, así como tampoco me afecta el cambio de clima tan brusco.

¿Y saben por qué? Pues porque aquí he encontrado a la persona más especial que pueda haber sobre la faz de la tierra. Vaya frase más larga y cursi, pero es así. Tampoco es que me enamoré de esta persona de la noche a la mañana, claro que no, es decir, fue así pero no ocurrió precisamente hace unos días. A esta persona ya la conocía desde hace mucho, de hecho crecimos juntos, éramos muy buenos amigos.

Esa persona era especial, era hermosa, inteligente, podía entender cada una de mis reacciones y podía leer en mi mirada los cientos de cosas que no me atrevía a expresar. Eso fue hace unos doce años, cuando le vi caí completamente enamorado, hechizado, embrujado caí de lleno en el conjuro de su hermosa sonrisa, de su expresiva mirada, todo era tan perfecto, sus reacciones, la forma en que me hablaba, de esa manera tan dulce. De sólo recordar siento como si me sonrojara.

Pero no quiero que se formen una idea errada de esta persona. Todos aquellos que piensan que me enamoré de una dulce y tierna jovencita pueden darse con una piedra en los dientes. Él no era una doncella tierna y preciosa. Sí, claro que era tierno y claro que era precioso, pero era un chico. ¿Qué? ¿Si soy homosexual? Ah, ya deberían haberse dado cuenta, es decir, no que sea muy evidente, pero no hago mucho esfuerzo por ocultarlo.

¿A quien engaño? Claro que lo intento ocultar, sino no lo estaría escribiendo en un diario. Él, menos que nadie, puede enterarse de mis inclinaciones sexuales. No porque pudiese perderlo, sino porque sé que él no comparte mis preferencias y no quisiera verme obligado a declararle mis sentimientos, mucho menos sabiendo que no me corresponde.

¿Y cómo estoy tan seguro? Pues porque él está saliendo con una de mis amigas, de hecho los tres nos criamos juntos. Al principio sólo éramos él y yo, pero luego se añadió una tercera figura y los tres éramos inseparables. Pero un día, de buenas a primera, me di cuenta de que lo que yo sentía por mi amigo iba más allá de un cariño fraternal, pude haberle dicho pero entonces me enteré de la devastadora noticia de que él estaba enamorado de la chica que había crecido junto a nosotros. A ella yo también la quería, no como a Iruka pero tampoco podía interponerme en su felicidad.

¡Diablos! Se me ha escapado el nombre de mi amor platónico. Bueno, no importa, al final iban a darse cuenta. Sí, su nombre es Umino Iruka, pueden llamarle Iruka, a secas, si no quieren sentir en carne propia mis celos. Porque lo acepto, soy algo celoso, aunque no tanto como quisiera.

A todas estas la chica que me robó a Iruka y que también es mi amiga se llama Anko, no puedo decir que sea una persona dulce, pero sí es alguien sencilla y sé que ama a Iruka con todas sus fuerzas. Y eso lo sé pues también estoy consciente de que la personalidad de mi adorado Iruka no es la más fácil de llevar que digamos, ya que a pesar de ser la persona más dulce sobre el planeta cuando se enfada es de temer… lo digo yo que ya lo he enojado demasiadas veces.

Pero Iruka es todo corazón así que le perdono todas sus imperfecciones, porque a mis ojos son más que perfectas.

Ah, diablos, nuevamente me he desviado. Anteriormente había dicho que hoy había sido un buen día. Pues sí lo fue, porque me he reencontrado con Iruka. Él y yo nos habíamos separado hace unos cuatro años, cuando sus padres decidieron ir a trabajar a otro país. No hubo nada que hacer y él se despidió de todos. De más está decir que yo quedé destrozado con la noticia y Anko también sufrió mucho. Pero ella fue más fuerte y decidida que yo, al año de haberse marchado ella se independizó de sus padres y se fue detrás de él. Yo nunca tuve el coraje de hacer eso. Por eso es que no puedo arruinar su felicidad, porque sé lo mucho que le costó conseguirla.

En ese momento, cuando me vi completamente solo, pensé que jamás nos volveríamos a encontrar.

¡Pero ya ven! El destino se empeñó en unirnos de nuevo. ¡Dios! Si casi no lo puedo creer.

Fue un accidente fortuito pero fue como si ya todo estuviese preparado, como si viviese una película. Deberían haberlo visto, fue espectacular.

Yo, recién llegado y todo, había decidido ir a comprar los víveres para la cena ya que todos en casa estaban muy ajetreados. Pero, como cabezota que soy, no dejé que nadie me acompañara. Caminé por la ciudad cerca de una hora, estaba cansadísimo, los pies me dolían y eso sin contar el dolor de cabeza que cargaba. Bien, al fin logré llegar a un pequeño mercado donde compré todo lo que previamente había anotado en una lista cortesía de mi madre, porque si algo he de reconocer es que a mí el orden en la cocina no se me da. Y pues, ahí estaba yo, con las compras en la mano, que por cierto estaban bastante pesadas. Caminando, ya casi de noche, apenas podía ver a dónde me dirigía. Cuando vine a darme cuenta ya no sabía dónde estaba.

Sí, me había perdido.

Pensé: ¿y ahora qué hago? Hurgué en mis bolsillos y con rabia me di cuenta de que había dejado el celular en casa y tampoco había por ahí cerca un teléfono público. En cambio había unos bancos en los cuales descansar, así que me dirigí hacia allá y tomé asiento. No sé por qué lo hice, tampoco es que me iba a aparecer un teléfono de la nada, pero eso fue lo único que se me ocurrió.

Esperé a que alguien pasara para poder pedir algo de orientación. Pero nada, ni un alma. Y para rematar el frío estaba en su punto, y yo me congelaba como un cubo de hielo. Incluso había empezado a temblar. ¿Ya dije lo del cambio de clima? Bueno, las maldiciones que solté en ese momento fueron muchísimas y no las enumeraré porque no acabaría nunca.

Pero… como siempre Dios estuvo de mi lado.

Algo alejada de mí pude ver una figura que permanecía de pie en una de las esquinas, al parecer esperando a alguien. Y si dije que mi reencuentro con Iruka parecía de película es porque en ese momento sentí como mi corazón palpitaba con más fuerza, y eso que ni siquiera lo había reconocido, pero fue como esa sensación de déjà vu, como si yo supiera que estábamos destinados. Claro que en ese momento él no era más que una persona más, pero a cada paso que daba hacia él mi estómago se revolvía y mi corazón se aceleraba retumbando en mis oídos con la fuerza de un gong chino.

Entonces, cuando toqué su hombro para hacerlo voltear, sentí una descarga eléctrica recorrerme la espina dorsal y supe, no sé cómo, que lo conocía.

Y por Dios, cuando volteó, me quedé en shock.

Lo reconocí de inmediato y él también pareció reconocerme, pero ninguno de los dos reaccionó. Nos mirábamos a los ojos, yo un poco más alto que él, inseguros, como si se tratara de un sueño. Finalmente nuestros cerebros parecieron funcionar.

-Kakashi…- dijo él en un susurro muy bajo, como si se tratara de un sueño.

-Iruka…- dije yo como si fuese una ilusión que terminaría en cualquier instante.

Eso fue todo lo que nos dijimos antes de fundirnos en un tierno abrazo. En ese momento no me preocupé por las bolsas de comida que se desparramaron por el suelo y él tampoco hizo caso de sus libros, los cuales lanzó al suelo sin preocupación. Y ese momento para nosotros fue… eterno.

¿No dije que era un reencuentro de película? Pues no mentí, ¿a qué sí parece sacada de una novela? Con todo y lo cursi que nos pareció después pero, ¡venga!, yo estaba enamorado de él, era normal que reaccionara así, y no nos habíamos visto en años luego de habernos criado juntos.

Es normal, digan lo que digan es normal.

Debieron vernos luego. Reímos como tontos ante toda la escena. Él recogió sus libros rápidamente y yo ubiqué cada cosa recién comprada. Después caminamos en silencio, hombro contra hombro, aún sin creernos lo que nos sucedía. ¿Realmente estábamos juntos? Sí.

-Te extrañé- dijo Iruka de pronto, volteando a verme con esa hermosa sonrisa que le caracterizaba y que yo había amado desde la primera vez.

-Yo también- respondí, y no era mentira. Él era y es la única persona a la que he extrañado con el corazón, sinceramente.

Había soñado tantas veces con ese momento y no sabía qué decir. Él tampoco. ¿De qué podríamos hablar? Habíamos estado mucho tiempo separados. Aunque, creo que las palabras no hicieron falta. En cambio pasé todas mis compras a una sola mano y con la que tenía libre estreché la suya con cariño. Por un momento me miró confundido, pero luego seguimos caminando, juntos, tomados de la mano.

Se me hizo extraño que no se molestase. Obviamente no porque lo haya tomado de la mano sino por todo el tiempo que había tardado en dar con él. Tengan en cuenta que yo había roto toda comunicación con él años atrás pues la tristeza que sentía al leer sus cartas, cuando me decía lo feliz que estaba junto a Anko, era demasiada. Yo deseaba lo mejor para él pero, yo también lo amaba, ¿cómo podría pensar que tenerle tan lejos junto a otra persona podría alegrarme? Ah, pero él no sabe que lo amo, y creo que nunca lo sabrá.

De repente se detuvo. Yo lo miré con curiosidad. Él había bajado la mirada, contemplaba el piso como si fuese más importante que yo, pero sabía que no era así. Lo conocía. Cuando agachaba la cabeza de esa manera era porque estaba triste, aún peor, yo era el culpable.

-¿Qué sucede?- pregunté. Entonces me reprendí pues bien sabía que a Iruka no le gustaba que lo apresuraran, él pensaba cada cosa que decía, no como yo. Aún así yo estaba ansioso.

-¿Por qué no viniste antes?- noté un tono afligido en su voz y un pesar extremo hizo presa de mí. Sentí su tristeza y su… decepción. Él estaba decepcionado de mí, me guardaba rencor.

-Lo siento- sabía que una disculpa no sería suficiente así que me acerqué a él y traté de abrazarlo haciendo maromas entre sus libros y mis bolsas. Pero él me apartó y, a pesar de que no soltó mi mano de la suya, no me permitió que le abrazase.

-Incluso Anko pudo venir- noté el reproche y la amenaza en su tono. Claro, yo lo había abandonado, una mañana había dejado de contestar sus cartas, de atender sus llamadas, de responder sus e-mails. Era obvio que estaba enfadado conmigo.

-Ahora estoy aquí- dije, y sí, sé que fui cínico, pero así soy, así he sido siempre. Él pareció reconocer al Kakashi de antaño porque esbozó una diminuta sonrisa. Yo también sonreí pero luego él me miró con furia, como si yo no tuviese derecho a reír con él.

Ver su mirada furibunda me dolió más de lo que hubiese querido. A decir verdad no me gustaba molestarlo. Y, me da vergüenza decirlo pero, me deprimí. Solté su mano lentamente con la esperanza de que él la volviese a tomar, pero no fue así. Di media vuelta y emprendí el camino a casa. Bueno, más bien empecé a caminar, yo aún no sabía a dónde me dirigía.

Entonces lo sentí. Me abrazaba. Iruka me envolvía entre sus brazos de manera protectora, algo posesiva, de esa forma que a mí me encantaba, porque por momentos me hacía pensar que talvez él me correspondía, a pesar de que sabía que no era así. Sentí su respiración en mi nuca y mi piel se erizó tras el casto beso que allí dejó.

Mi inocente Iruka.

-Tonto, claro que estoy molesto- dijo, aunque yo pude adivinar que estaba sonriendo-, pero aún así estoy feliz de haberte visto. ¿Piensas irte como si nada?

Claro que no. Me volteé rápidamente y correspondí al abrazo. Así estuvimos varios minutos, hasta que me di cuenta de que era demasiado tarde. Con sumo pesar me separé de él y le pedí que me guiara el camino a casa.

Iruka sonrió, como siempre.

-Nunca cambias, Kakashi- dijo tomándome del brazo e iniciando la marcha.

Entre risas le di la razón. Sí, nunca cambiaré, por eso siempre te seguiré amando, mi Iruka precioso.

Durante el camino no hablamos mucho, nos reconfortamos con el calor mutuo y lo que sentíamos. Pude apreciar en él que estaba ansioso, no paraba de sonreír y de vez en cuando me contaba algunas cosas de lo que había sido su vida junto a Anko, pues ambos vivían juntos desde que la chica fuese a buscarlo. Este hecho me entristeció un poco pero no dejé que se diera cuenta de ello. Yo, mientras, le conté sobre mí, las pocas cosas que había hecho. En más de una ocasión me reprendió por ser un flojo sin remedio, yo sólo reí y le di la razón nuevamente.

Cuando llegamos a casa le pedí que entrara conmigo, seguro mis padres estarían encantados de verlo, pero él declinó la invitación alegando que tenía que levantarse temprano. Así que nos despedimos, no sin antes intercambiar teléfonos, direcciones y demás. Le envié saludos a Anko y luego le vi partir.

En todo momento mantuve una sonrisa en el rostro.

Estaba feliz, más que feliz.

Ahora estoy aquí, en mi habitación, pensando en él. A decir verdad yo nunca había dejado de hacerlo. Es cierto que la noticia de que aún estaba con Anko me afectó un poco, pero al menos le tengo cerca de mí, al menos conservo su amistad.

Si tengo que amarlo en silencio no importa, no me quejo.

Bueno, creo que por hoy he escrito suficiente. Es tarde. Pasan las cinco de la madrugada y tengo que levantarme a las ocho para acompañar a mi hermano a su universidad. Ah, es tan fastidioso que ambos vayamos a la misma universidad, pero así es la vida.

 

29 de Abril, 05:05 a.m.

 

Me tiendo sobre mi cama y apago la luz. Observo el techo. Es todo tan silencioso que estoy seguro que me duermo antes de darme cuenta. Cierro los ojos y suspiro. El recuerdo de Iruka pasa por mi mente. Esta tarde lucía tan lindo, incluso más hermoso de lo que lo recordaba. El tiempo sin duda ha jugado a su favor. Para mí sigue siendo la cosa más irresistible del mundo.

De pronto un ruido hace que vuelva a abrir los ojos.

Es mi celular que chilla y chilla. Me acerco con desgana al fastidioso y diminuto aparatito y lo tomo en mis manos. Lo abro con cierta pereza y al ver lo que escribe la pantalla no puedo evitar que una tonta sonrisa adorne mi rostro.

Tecleo algo en las pequeñas letras y me devuelvo a la cama aún con la sonrisa adornando mis labios.

Es el destino, ¿qué otra cosa si no?

Antes de caer completamente rendido recuerdo el breve mensaje:

 

“Te extrañé, tonto. No vuelvas a desaparecer así o no te lo perdonaré. Te quiero. Iruka”

 

Notas finales:

 

Holaa!! jejeje so es todo!! n_nU

Les ha gustado aunque sea un poco??  Quieren que lo siga o ya si lo dejo como esta?? Bueno, es su desición! n_nU

Por haber leido esta pequeña tontería muchisimas GRACIAS!!!!!!!!! 

Por cierto, dejaran review???? -.-U (no se ni como tengo el descaro de preguntarlo) 


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