- ¿buscas inspiración?- preguntó Kaede tras hacer ingreso a su departamento luego de un ligero trote por la playa. Ante sus ojos un muchacho alto de de veintidós años, piel blanca, cabello oscuro, de 1,90 metros de estatura, revolvía su estantería de video casettes de la liga de la NBA.
- hola Kaede- saludó volviendo su vista hacia el ojiazul- veo que después de todo se te ha olvidado la cordialidad de un saludo-
- hola Bryan - dijo con desgano, esperaba llegar a casa y relajarse tranquilamente antes de dirigirse tranquilamente a realizar los entrenamientos- ¿que haces aquí?, debiste llamar antes de venir- dijo luego a modo de reproche. Guardó las llaves y se dejo caer en el sillón.
- ¡vaya hermanito! ¿Que sentido del humor?, veo que nos haz mejorado tus modales- respondió con una sonrisa irónica mientras se sentaba en el sillón de en frente- estoy aquí por que "last number" realizará un par de conciertos en Tokio, parte de nuestra gira mundial, y bueno... como se que no muy lejos tengo a un familiar , lo preferí antes que quedarme con los chicos en el hotel-
- ¡que hermano tan considerado!- expresó Kaede frunciendo el ceño, no le gustaba para nada tener que soportarlo tan solo unas horas y menos días completos, sinceramente prefería la soledad de su bello hogar.
- no te quejes, son solo un par de días- expresó al contemplar la expresión de disgusto de su hermano menor
- ¡grandioso!- bufó molesto mientras se levantaba, contemplando su reloj, estaba a tiempo de tomar una ducha e ir a la preparatoria.
Bryan se acomodó mejor en el sillón, sonriente, no tenía mejor placer en la vida que molestar a su hermanito. Dormitó por un rato liberándose del cansancio del pesado viaje que tuvo que realizar desde Tokio. Agradecía el hecho de haber recordado el camino. Hacia mas o menos dos años que había hecho el mismo recorrido junto a su madre, vez misma en que intentaron convencer al muchacho de ir a vivir a Estados Unidos, proposición que negó rotundamente argumentando un agrado por la vida independiente.
El abrir y cerrar la puerta de la habitación le regreso a la lucidez.
- tengo entrenamiento, hay de todo en la cocina, ya sabes donde esta- explicó el zorrito quien llevaba consigo su bolso deportivo dispuesto a salir.
- ¿sabes que?, he decidido acompañarte, eso me hará salir de la apestosa rutina...-
-NO-
-¿Por qué?-
- ya sé como es, tus fans te reconocerán y nos veremos envueltos por un millar de molestosos gritones-
- te prometo que no será así, mírame- dijo levantándose y dando un giro- visto normal, nadie me reconocerá en esta facha. Un joven común y corriente no llamará la atención de ninguna multitud-
- ah ¿si?- dijo mirando su pose no muy convencido, niñitas como las ru-ka-wa reconocerían aun principie vestido de sapo, pensó- como quieras, pero al llegar aléjate de mi- accedió vencido.
- de acuerdo- expresó triunfante- vamos en mi coche, allí es mas seguro que te duermas que en tu bicicleta- Kaede meneo la cabeza, conociendo la terquedad de su hermano no tenía mas opción.
Bryan condujo tranquilamente remitiéndose contemplar la ciudad de residencia de kaede quien dormía placidamente acurrucado en el asiento del copiloto. Una pequeña instrucción de las calles y donde debía doblar le sirvieron de mucha ayuda.
En menos de veinte minutos se encontró haciendo ingreso al estacionamiento de la preparatoria que gozaba de detalles constructivos muy diferentes de aquel o aquellos en que él estudió.
Ya correctamente estacionado, motor apagado y llaves en su poder, coloco una de sus manos en el hombro del zorrito- "no perdonaré a quien ose despertarme"-. El recuerdo de la vez anterior en que le había despertado y recibido un par de golpes, lo hizo desistir de su acción. Solo procedió a tomar su bolso y salir del vehiculo rodeando hasta llegar a la puerta donde el cuerpo estaba apoyado.
- ¡Kaede llegamos!- llamó divertido mientras daba pequeños golpes en la ventanilla con los nudillos de la mano. Kaede despertó lentamente, algo desorientado pero seguro de hacer pagar a aquel que interrumpió su preciado sueño, solo que para poder alcanzar su meta se le interponía una puerta.
-vamos Kaede, no te enojes- pidió su hermano con una sonrisa maliciosa, dando unos pasos hacia atrás.
El ojiazul quería estrangular a su hermano, apenas llevaban unos minutos juntos y ya se había atrevido a molestarlo. Pero se controlo y salió del coche algo somnoliento.
Caminaron hacia el gimnasio que se botaba demasiado silencioso- como siempre soy el primero en llegar- se dijo Kaede en sus pensamiento, le agradaba tener siempre algo mas de tiempo extra para practicar solitariamente. Bryan por su parte se encontraba maravillado por conocer algo más de la cotidiana vida de su hermano, poco sabia de él, sus esporádicas visitas a Estados Unidos, y sus continuos largos viajes de gira por lo general impedían que gozaran unos buenos tiempos juntos.
Ya en el interior del gimnasio...
- las bancas- señaló Kaede apuntando con el dedo hacia ese lugar- allí esperaras y no se te ocurra llamar la atención-
- ok, ok- respondió como un niñito regañado. Vio como su hermano se adentro en los vestidores y busco un lugar donde sentarse.
Cinco minutos sin mas vista que un gimnasio vació y solitario, advirtió el ingreso un sonriente y alborotado pelirrojo, quien tarareaba una canción haciéndose alusión a su propia persona, muy efusiva por cierto y muy popular entre el circulo que detestaba singular manera de estropear la música.-¡ que interesante!- pensó, la particular cabellera de fuego y la espontaneidad que irradiaba su rostro no le fue desapercibida. En cambio el revoltoso muchacho parecía no haberse dado cuenta de su presencia ya que se dirigió a los vestidores sin desviar la mirada.
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El gimnasio no tardó en llenarse del bullicioso ruido del botear de balones. Quienes advirtieron la agradable presencia de aquel extraño, fueron y le extendieron un saludo cortés. Sus facciones occidentales quedaban al descubierto bajo esa cabellera algo alargada como si se tratara de un corte melena solo que en versión masculina y muy a la moda, el estilo propio y particular un roquero. Para que mencionar aquellos ojos, que a la luz del sol tomaba un color celeste mientras que a la sombra cambiaba a cierto verde acuoso, comparándose con los bellos ojos de un gato, o así fue la comparación que le otorgó Hana, sin pasar la oportunidad de dar a podo a toda persona que se atravesara en su camino.
Bryan se dedicó a observar la entrega con que su hermano realizaba cada actividad que indicara el estricto capitán Akagui. de vez en cuando su vista se posaba en cierto muchacho de prominente musculatura y en la forma en que se las ingeniaba para irritar a su hermano. Ayako en todo momento estuvo a su lado. Un atractivo muchacho, buena compañía que le hacia mostrarse mas coqueta ante la fría de disgusto del guardia central que no le parecía muy buena idea de que aquel publico estuviese presente.
Pronto inició un partido, Ayako parecía mas parlanchina de lo normal, hablaba y hablaba y el pobre muchacho no hacia mas escucharla un tanto sorprendido por la cantidad de palabras que una persona podía decir en un minuto, ni siquiera le daba tiempo de responder las preguntas que le hacia, en fin, siempre terminaba respondiéndolas sola. Solo un golpe estrepitoso en la duela la calló de pronto. Un nuevo enfrentamiento entre Kaede y Hanamichi por el poder del balón hizo que este último cayera sin control golpeándose con fuerza en los entablados, perdiendo la conciencia en el acto.
- que alguien me ayude a llevarlo a la enfermería- ordenó Akagui, al instante Yasuda, Kogure y Mitsui estuvieron dispuestos a seguir la orden de su superior.
- esto ocurre cada vez que esos dos se enfrentan, siempre alguien termina golpeado- señaló la joven al ver la cara de desconcierto del muchacho a su lado.
- ¿con que frecuencia?- preguntó interesado, no sabia que aquel pelirrojo provocaba de tal manera a su hermano.
- siempre, no hay como tranquilizarlos, al parecer son rivales por naturaleza- explicó ve la chica de rizos suspirando con resignación- veré que puedo hacer por él, si gustas puedes acompañarme para que no te quedes tan solito- terminó de decir deseosa de no separarse de tan agradable compañía.
- claro- asintió. Siguió los pasos de la manager no sin antes de dar una mirada de desaprobación a su hermano quien driblaba el balón totalmente indiferente a los hechos sucedidos.
Tras unos minutos de dar atención a Hanamichi...
- ya esta, duerme ahora, por suerte no es nada grave... unas compresas frías y bajará el chichón del golpe- dijo la chica saliendo tras la cortinas que rodeaban la camilla en que se encontraba el pelirrojo- si no te molesta hacerle compañía mientras despierta, me harías un gran favor que yo tengo que darle la noticia a los muchachos para que no se preocupen-
- no hay problemas, yo me encargo- respondió Brian provocando que con tal amabilidad la muchacha soltara el suspiro numero cincuenta en lo que llevaban de la tarde.
Ayako se marchó sin prisa. Bryan por su parte corrió levemente las cortinas permitiendo su paso, a su vista un angelical pelirrojo dormía relajadamente como si se tratara de un bebe-¡Qué ternura!- exclamó sin poder evitar el impulso que tan bella visión le provocaba. Inclinó su cuerpo hacia la cama y acercó sus labios a los de Hana buscando un beso. Ese primer contacto muy dulce de por si hizo que se separara para permitir saborear sus propios labios en señal de agrado. El segundo beso fue más prolongado y casi descuidado.
- no sabia donde diablos te habías metido- reprochó Kaede apareciendo detrás provocando un sobresalto y la inmediata separación de el pelirrojo
- Kaede, a estas alturas de mi vida es muy difícil que me pierda, pero gracias por preocuparte por mi- dijo siguiéndolo, el muchacho le había hecho un gesto que le insinuaba tal acción.
-vi lo que hiciste- el ojiazul lo dijo mas serio que su habitual postura.
-¿hacer que?- preguntó haciéndose el desentendido.
- no te hagas-
- no hice nada malo-
- es un torpe-
-es lindo-
-Lo que tu digas pero eso no quita que lo sea- accedió exasperado.
- así me gusta hermanito- festejó pellizcándole una mejilla.
- ya deja de hacer eso- le había irritado el rostro- ya tenemos que volver a casa y olvida por completo dártelas de niñero mira que no te queda- dijo con enfado iniciando la caminata hacia la salida.
- no podré despedirme por hoy pero ya volveremos a vernos- dijo dirigiendo las palabras hacia la habitación antes de seguir a su hermano. No alcanzo a oír el grito ahogado de Hanamichi, apenas y acababa de darse cuenta de lo sucedido. Un hombre y muy guapo le había dado el mejor beso de toda su vida.