La cama donde se halla se siente tan gigante. Le cuesta despertar, abrir sus ojos y ver que por quien suspira todo su ser... no está allí...
Amanecer con él
a mi costado no es igual que estar contigo
no es que este mal, ni hablar
pero le falta madurar, es casi un niño.
Blanco como el yogur
sin ese toro que tu llevas en el pecho
fragilidad de flor
nada que ver con mi perverso favorito.
Hikoishi sin duda no tenia la culpa de estar ahí sin que su amor fuera correspondido.
Tanto tiempo vagando en búsqueda de un amor que le hiciera olvidar el otro. Era un iluso, lo sabia perfectamente. Nunca lograría amarlo siquiera una milésima parte de lo que amaba al chico de ojos violetas y eso le aprisionaba el pecho con fuerza. ¿Pero como echarlo de su vida después de que fue él mismo quien le buscó? ...solo en el vano y tonto deseo de querer olvidar.
Suspiró frustrado levantándose de una vez, de forma cuidadosa evitando querer despertarlo y ver aquellos ojos que solo le irradiaban un amor descomunal. No podía, ni quería verlos. Eso le hacia sentir basura.
Caminó descalzo hacia la sala con la tan sola idea de mirar a través de la ventana el paisaje exterior y perderse en un punto lejano de este, abrazándose a si mismo.
Aun conservaba la fragancia exacta sobre su piel, como le molestaba que no fuera la que el quería. Ese olor a sudor producto de la larga sesión de sexo que tuvieron y que, sin embargo, no había logrado satisfacerlo.
Sin tus uñas arañandome la espalda,
sin tus manos que me estrujan todo cambia,
sin tu lengua envenenado mi garganta,
sin tus dientes que torturan y endulzan yo no siento nada.
- ¿donde estarás y con quien estarás en este minuto?- se preguntó en un lamento.
No quería pensar que estuviese despertando en brazos de alguien más, ese alguien que estaba robando su lugar despiadadamente.
Su cuerpo tembló involuntariamente producto del frío y de la rabia que sentía en ese minuto. Su corazón dolía demasiado tanto que veces temía que se le escapara por la boca.
Nunca tuvo suerte en el amor, primero lo rechazaban 51 chicas y cuando al fin creyó que el amor tocaba a su puerta, se había equivocado ¿acaso solo estaba destinado a enamorarse erróneamente?. Si, con él también lo había hecho, se equivocó al entregar de tal manera todo su ser.
Hacer el amor con otro, no, no, no,
no es la misma cosa, no hay estrellas de color rosa
no destilan los poros del cuerpo
ambrosía salpicada de te quieros.
- Akira- suspiró una vez más. Deseaba con todas sus fuerzas que fuese él quien despertara a su lado y le mirara con ese mismo brillo en los ojos con que le miraba cada mañana el hombre que dormía en su habitación.
Hacer el amor con otro, no, no, no,
es como no hacer nada, falta fuego en la mirada
falta dar el alma en cada beso
y sentir que puedes alcanzar el cielo.
A su mente vino los recuerdos de aquella noche en que le hayo con otro en su propia cama. Su cuerpo se tensó y una expresión de profundo dolor apareció en su cara.
Después de tanto tiempo juntos tuvo que enterarse de la verdad de mala manera aunque siempre habia sospechado sobre sus aventuras. Hubiese preferido no encontrarlo y seguir confiando en la ilusión de que sus caricias, mimos, sonrisas y abrazos fueran solo para él...
Quise olvidarte con él,
quise vengar todas tus infidelidades
y me salió tan mal
que hasta me cuesta respirar su mismo aire.
¿Por que no lo habia escuchado cuando el rogo por una disculpa?, estaba encerrado en su dolor y angustia de la traición. No podía creer en sus palabras y en un futuro cambio que pensó que nunca se haría realidad.
Ahora solo deseaba poder volver el tiempo atrás y dar una nueva respuesta a esa boca que clamaba una disculpa.
No es posible- el tiempo no puede retroceder- pensó sacudiendo su cabeza con fuerza como si con ello pudiera sacar de encima toda la frustración que sentía.
-¿Qué sucede Hanamichi?- le sacó de sus pensamientos un suave murmullo que llego desde atrás.
- nada- respondió volviéndose, intentando ocultar su expresión adolorida con una falsa sonrisa.
Los mechones de tu pelo negro crespo,
tus caderas afiladas y escurridas,
esa barba que raspaba como lija
y tu sonrisa retorcida son lo mejor que hay en mi vida.
Abrazó a su pareja, ocultando el rostro en su hombro.
-te amo Hana- expresó el muchacho
Otra vez su cuerpo temblaba y se aferró mas al del otro para ver si así podía calmarlo. Pero cualquier cosa que hiciera no seria efectiva, nada podría hacer que lo amara como él merecía ser amado. Eso lo angustiaba aun más puesto que solo lo había transformado en su objeto de olvido y despecho.
Deseaba poder repetir sus palabras más no podía...
Hacer el amor con otro, no, no, no,
no es la misma cosa, no hay estrellas de color rosa
no destilan los poros del cuerpo
ambrosía salpicada de te quieros.
Se separo al fin luego de unos largos minutos y lo miró a los ojos dedicándole una sonrisa forzada. Luego tomó su rostro entre sus manos y le deposito un suave beso en los labios. Como lo suponía nunca sabrían a miel como los de su amado puercoespín. Eso provocó que sus ojos se cerraran nuevamente con resignación.
Hacer el amor con otro, no, no, no,
es como no hacer nada, falta fuego en la mirada
falta dar el alma en cada beso
y sentir que puedes alcanzar el cielo.
Apoyó su frente en contra la del otro- voy a lograr amarte, aunque me lleve toda la vida...olvidaré a akira- se prometió a si mismo antes de volver a besarlo con fuerza como si con ello se despidiera de una vez y para siempre de aquel sentimiento por el ojivioleta.