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24 de Diciembre, el día recién despuntaba, él ya había despertado desde hace un buen tiempo, quien lo viera levantado antes que el sol saliera, ja, pero siendo sinceros, hace tiempo que no dormía bien. Inesperadamente desde que la guerra terminó, no es que durante la guerra hubiera sido mejor pero pensó que cuando derrotara a Voldemort y la paz reinara el mundo mágico todo se arreglaría, no era así, ni su insomnio ni su vida se habían solucionado, sí, tenía dinero, salud, amigos, pronto empezaría una carrera, y sin embargo había algo que le faltaba, algo que sentía perdido.
Se acomodó un poco el cabello , tenía que verse “presentable”, -como si los condenados a muerte te fijaran en eso- pensó con ironía.
Odiaba estos eventos, ¿qué no fueron suficientes las muertes que tuvo que ver durante la guerra?, ahora también tenía que soportar estas, - Eres el héroe Harry - recordó las palabras de su amiga, como si por eso fuera agradable ver morir a la gente, cierto que eran mortífagos pero ni ellos merecían esa muerte.
Una vez listo, tomó su túnica y la colocó sobre sus hombros, se metió en la chimenea y fue directo al ministerio de magia.
Cuando llegó no esperaba encontrarse con tanto ajetreo, no daba crédito a lo despiadada que podía ser la gente, parecía que iban al cine en lugar de ver una ejecución, tal vez pensaban que así sus temores, rencores y envidias desaparecerían, él lo dudaba pero no había nada que pudiera hacer. Con paso firme avanzó hasta el “palco de honor”, como si tuviera algo de honorable ver como asesinan a alguien, por que valga la ironía, lo premiaban por haber detenido a Voldemort un magu oscuro que mató a muchos inocentes por una absurda ambición, pero sin embargo lo llamaban para acciones “especiales” como esta, en donde justificando sus actos como muestra de justicia mataban a sangre fría, ¿no se suponía que los héroes estaban en contra de esos actos?
Algo se oprimió en su pecho, y no era por la próxima matanza, para su desgracia había visto mas de las necesarias, era algo mas importante, ¿pero qué?
La ceremonia comenzó casi inmediatamente, él estaba harto, todo ese teatro lo asfixiaba, volteó la cara a un lado, su amigo Ron estaba a unos cuantos lugares mas allá, parecía fascinado no se explicaba el porque y prefirió no pensar en eso, su vista viajó por la plazoleta, quien diría que era noche buena, casi medio mundo mágico estaba ahí, conocido y no conocidos parecía el evento del año, las palabras cesaron dando paso al prisionero, la gente comenzó a gritar, los mas atrevidos arrojaban cosas.
Dejó de observar a la multitud para fijar la vista en el sentenciado.
Draco Malfoy, reconocido mortífago, que después de un juicio en el que fue encontrado culpable y penado al beso del dementor.
Iba vestido con un traje formal de color negro, su aspecto era altivo, aunque se notaba que la vida en Azkaban no era la mejor, pues con el poco tiempo que llevaba en prisión había dejado huella en él, con todo caminaba erguido con la mirada en ato desafiando a todos.
Algo se revolvió en su estómago, tal vez era la conmoción de ver morir a alguien conocido, sin importar cuanto detestaba esto, no podía apartar la mirada de Malfoy, se le veía tan... Desidido
Su muerte estaba tan cercana, a sólo unos minutos sufriría uno de los peores ataques, los dementores arrancarían el alma de su cuerpo algo por demás doloroso, el lo había visto antes, en Lucius Malfoy precisamente, y como en esta ocasión parecía orgulloso de su muerte, en su mirar no había miedo, había convicción.
Pero a diferencia de esa ocasión, Draco no destilaba ese brillo demente por la fascinación de su peculiar muerte.
El rubio subió el último escalón y los dementores comenzaron a llegar, estaba desafiante hasta el final.