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Farewell por Aquarius No Kari

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Notas del fanfic:

T.T el inframundo no es lo mio =/... no sé manejar correctamente a ninguno de los personajes... sin embargo, hice un intento por escribir otra cosa que mi tipicio y apoyar en otro de los eventos de mi foro =)

 

Espero que sea de su agrado, y cualquier sugerencia se las agradeceria sobremanera *w*

Farewell

A pesar de haber terminado nuestra relación, no podemos estar separados. Yo necesito de tu compañía, tanto como deseo pensar que tú anhelas la mía. Es decir, somos amigos porque tú así lo pediste, y tú has dicho más de una vez que soy libre, que puedo estar con alguien más…

Bien, no es mi deseo obligarte a que seamos algo que ya no quieres, aunque más de una vez ya te he insinuado que no puedo estar sin ti, a pesar de que ya te he pedido una oportunidad para continuar juntos. Tú no me amas tanto como yo quisiera, y me temo que por mucho que yo te quiera así… no puedo estar eternamente enamorado de alguien que ya no podrá amarme. Sé que a la larga sabrás comprenderlo, y si no lo hicieras, yo no me culparía si llegaras a sufrir al saberme perdido…

Esas son las ideas que nadan en mi mente mientras te observo: tú estas delante de mi, oyendo la charla de las personas a nuestro alrededor, seres que no conoces del todo, pero a quienes te encanta escuchar; y es que esa es tu naturaleza: te mantienes serio, frío, distante… Tú y yo sabemos que eres una persona excepcional, a pesar de que tú mismo lo niegues o pienses que jamás lo serás. Tienes muchas cualidades Radamanthys, y una luz que a pesar de tu aparente ‘oscuridad’, no puedes ocultar.


Reímos un poco, charlamos, bebemos un tanto más, y ‘disfrutamos’ la compañía de estas personas… O al menos yo pretendo hacerlo. Mi personalidad me lo exigiría, y yo cumpliría con mi papel de ‘alma de la fiesta’ si no fuera por la llaga que llevo en mi… Dolor al que en este momento no prestaré atención.

Tomo mi copa, mis ojos y los tuyos se cruzan: no se dicen nada. Nuestros labios son los que se saludan con un gesto cortes, dulce en algún tiempo remoto. Luego la vista se desvía e intenta concentrarse en otro punto.

Permanecemos así en la reunión hasta que llega el momento de partir. Todos alrededor se dicen frases de adiós, se expresan con un suave abrazo, con un beso o con palabras que llevan la intensión de expresar algún buen deseo acerca del destino de aquella persona. Nosotros copiamos sus movimientos, y como juntos llegamos, así debemos partir.

-“Muchas gracias por la invitación, Myu.”- Le comento formalmente a nuestro anfitrión, con una sutil inclinación por parte de mi cabeza.

-“¡Ah, Minos!”- Me abraza de improviso. –“¡Sabes que siempre serás bien recibido en este lugar!”- Yo intento palmearla la espalda y hacerme hacia atrás para liberarme de sus brazos. Él entiende mi intensión y concede mi petición. –“¡Tú también, Radamanthys!”- Exclama para mi rubio acompañante, quien se limita a retroceder y gruñir en señal de asentimiento, escapando así a los brazos de él. –“Aunque seas un gruñón…”- Agrega, guiñándome el ojo y soltando una risita.

El aludido frunce el cejo y simplemente sale de la habitación, mirándome, segundos antes, para indicarme que esperará por mí fuera de la casa.

Hago una seña a nuestro anfitrión, despidiéndome de él, con la intensión de avanzar hacia la puerta y darle alcance, cuando Muy me detiene por el brazo y se acerca a mi oído:

-“Tu novio es un agrio, no tienen nada en común.”- Me encojo de hombros, sin responderle y continuando mi trayecto.

Aunque me será difícil esconder el efecto de sus palabras, pues él, al igual que los demás, desconoce que entre nosotros hace más de un mes ya no hay química. Fue solamente un problema de comunicación, y, pese a que yo no entiendo como es que dos personas que se aman tanto –porque sé que aún me quieres- no están juntas, tú te niegas a darnos otra oportunidad…

Salgo por fin a la calle, sintiendo el gélido suspiro del invierno atravesar mis ropas y colarse hasta mi piel, castigándola como si hubiera cometido crimen alguno…

Tú estas de pie junto a la jardinera, fumando un cigarro, con la mano diestra en él, junto al labio, y la otra escondida entre la chaqueta de piel.

No volteas, pero sé que sabes que estoy aquí por la forma en que tiras el cigarro y lo apagas con la punta del calzado. Esto a consecuencia de conocer lo mucho que eso me desagrada.

-“No planeaba fumarlo todo.”- Te excusas, a pesar de que yo no te he pedido que lo hagas. Simplemente sonrío: parece que a ti se te ha olvidado que me has quitado el derecho de reprenderte, aunque a mi se me pasa por alto que aún lo tengo como ‘amigos’…

-“Hace frío, te entiendo.”- Respondo, caminando por la acera en dirección a nuestro destino.

No vivimos juntos, ni siquiera cerca, pero imagino que en la próxima cuadra cambiarás tu destino; sin embargo, hay algo que quiero darte…

-“¿Podrías acompañarme a casa?”- Te pregunto, ladeando mi cara para mirarte, pese al flequillo plateado que me impide hacerlo completamente. Lo retiro un poco con los dedos, abriéndolo.

-“Si quieres…”- Contestas, encogiendo los hombros como es tu costumbre hacerlo ante algo que consideras no merece tu importancia.

Quedamos como amigos, y aún así no hay algo de lo que tengamos que hablar. No existe un tema en común entre nosotros, y francamente yo no tengo ánimos de ser yo… Digamos que mi persona todavía agoniza…

Seria aburrido decir todas las cosas que hay en este trayecto, o el describir y contar todas las ocasiones en que viré a mi costado para regalarte una sonrisa, con la esperanza de poder decir algo más que ‘hace un poco de aire, la noche está muy nublada, ése foco esta fundido, la casa se encuentra vacía y solitaria’; comentarios tan absurdos que me extraña alguien los inventara…

Llegamos, y él se detiene primero a la espera de que yo entre y él pueda marcharse, por lo menos eso me parece.

-“Espera aquí un momento.”- Le digo, haciéndole una seña para que no pretenda moverse, enseguida avanzo hacia el interior de la casa, dejando la puerta de entrada abierta; encendiendo las luces para no tropezar con algún mueble. Llego directamente hasta mi habitación y comienzo a buscar lo que quería darle desde hace tiempo…

Cumplimos meses de haber salido y yo le compré un obsequio: sé que a él le fascinan los perros, así que decidí adquirir un cachorro de peluche. Aquél día duré más de una hora decidiendo cual seria el indicado, porque todos me gustaban, pero solamente uno se llevó mi corazón.

No pude dárselo porque a partir de ahí tuvimos muchos problemas para vernos, hasta el momento en que terminamos definitivamente…

Creí que lo odiaba… y estoy seguro que lo hice durante un par de días. El tomar este presente en mis manos, y saber que se lo puedo entregar, es mi forma de cerrar un círculo, de desprenderme de aquél dolor que se ha pegado como garrapata a mi corazón.

Lo llevo en una bolsa negra, abrazado contra mi pecho, con mil ideas acerca de lo que debería decir o la manera de dárselo: una menos cuerda y más errónea que la otra.

Por fin salgo y él se encuentra parado junto a un árbol, mirando hacia arriba como si buscara algo. Yo me acerco, él se da cuenta. Voltea a verme y yo le extiendo el presente

-“Quería dártelo hace tiempo… pero no me había sido posible…”- Es todo lo que expreso. Sé que mi amplio flequillo me puede ocultar perfectamente de la luz de sus pupilas ámbar, sin embargo, no puedo evitar concentrar mi atención en la bolsa, sin querer ser testigo de su reacción.

Y… no tengo idea de cuanto tiempo llevo en esa misma posición, mas, sé que él ni siquiera se ha movido para tomarlo, irse, o para decir algo alusivo a lo que estoy haciendo. Rendido, quiero simplemente tirarlo a sus pies y que haga lo que quiera con él, porque si ya lo he guardado todo este tiempo, sin decidirme en dárselo a alguien más, hasta ser consiente que lo compré para esa persona, y que es la única que debe tenerlo, simplemente no volveré a casa con el perro.

Sin embargo… Radamanthys lo acepta.

-“¿Qué es?”- Me pregunta con su habitual tono serio, aquél que carece de alguna emoción aunque le agrada o no lo que sucede. Mira inquisitivamente la bolsa, sin soltarla.

-“No lo sé…”- Le respondo alzando los hombros y bajando los brazos.

Ahora es cuando me doy cuenta que estoy tan nervioso que el labio inferior me tiembla.

Abre su presente… lo sé por el ruido de la bolsa… pero no puedo ver su expresión, ya no quiero hacerlo después de todos los días que mantuve un duelo entre mi conciencia y mi corazón, para saber que haría con el dichoso perro…

Entonces algo mágico sucede: Sus brazos me rodean con fuerza… con una mezcla de aquél sentimiento que aún existe entre los dos, y al que él trata de escapar. Yo correspondo su muestra afectiva, consiente que le ha gustado mi regalo, y que deduce, por mis primeras palabras, la razón de este.

Permanecemos un momento así, abrazados como si volviéramos a ser aquellos amantes, a pesar de las cosas dolorosas que nos hemos dicho y de las heridas que aún no han cicatrizado por completo. Siento su amor, su devoción en la manera que sus manos acarician mi espalda y mi cabello, en la forma que me besa la mejilla que tiene al alcance y en el silencio que establece y que no me atrevo a romper.

Esta es mi forma de cerrar un círculo, de decirle a adiós.

Acepté conservarlo como amigo porque mi amor por él es demasiado grande, sin embargo, a partir de esta noche mataré toda esperanza en mi ser, aguardando la llegado de aquella persona que de verdad me merezca, aquella que enserio luche por mí y no le tema a lo que siente o a lo que pueda pasar, que agradezca nuestros buenos y malos momentos, y, que sobre todas las cosas, sea consiente de lo mucho que ambos necesitamos del otro.

No quiero en mi vida otra persona cobarde. No quiero tener que volver a sufrir por quien no merece más la pena.

Radamanthys no lo sabe, pero esta es mi despedida.

Nuestro abrazo continua, y quiero… No. Creo firmemente que lo disfruta, tanto como yo lo hago.

Mis ojos se dirigen al cielo que antes estaba nublado, observando las formas que cobran las nubes grises y las estrellas escasas que a penas si se muestran; deseando de corazón que él pueda encontrar a alguien que lo ame más de lo que pude hacerlo, y que yo alcance aquél olvido tan necesario para mí.

-“Muchas gracias, Minos…”- Escucho su susurro, siento su beso en mi mejilla. Me aparto un poco, sabiendo que es hora de terminar con esto y abrir un nuevo capítulo en mi vida, en nuestro destino.

-“No, Radamanthys… gracias a ti…”- Por el dolor, por la alegría, por las cosas que aprendí y que viví a tu lado. Le sonrío, y comienzo a separarme lentamente de él, sintiendo que mi antigua fuerza regresar. –“Espero verte pronto.”- le digo, avanzando con cuidado hacia la entrada, de espaldas.

-“Igual yo…”- Me regala un gesto de labios, una sonrisa cálida y sutil.

Entro a la casa y cierro la puerta. Suelto un suspiro y comienzo a reír, lo hago en un volumen tan alto que resuena por las paredes, amplificándolo.

No estoy loco, únicamente me alegro por ser una persona libre, por tener en mis manos la oportunidad de ser feliz otra vez y de elegir realmente a la persona con quien debo compartir mi vida; siendo cauteloso en no tropezar con alguien igual a ti…

Vuelvo a reír, sin parar de recordar lo que sucedió hace un rato…

Y es que, espero no equivocarme, pero creo que aún no eres consiente de lo que esta noche perdiste; de la forma en que ese presente significó mi despedida.

FIN

Notas finales:

 

No quedó como yo hubiera querido, pero me esforzé TwT


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