Templo de Athena
Milo: Patriarca, me ha mandado a llamar?
Shion: si Milo, pasa…deja el protocolo, puedes permanecer de pie.
Milo: gracias –tras una reverencia significativa regresa a su postura vertical-. Dígame… -expresó el griego solicitando la razón de su presencia.
El Patriarca, poderoso santo encargado de dirigir a casi un centenar de caballeros, se hallaba sentado en su trono, ambos brazos recargados; sin la característica máscara propia de su envestidura se podía apreciar su faz serena y su abundante cabellera oliva, lo cual, a pesar del efecto hegemónico de su posición, permitía una visión más afable.
Shion: Milo… -el lemuriano le miró con su acostumbrada serenidad que despedía una agradable sensación de paz, no obstante esta vez había una pequeña señal de preocupación, parecía como si estuviera considerando concienzudamente lo que iba a decirle; se decidió al fin a pronunciar- te he mandado a llamar porque quisiera hacer notar y aclarar algo que he observado en tu conducta.
Milo: si? –el Escorpión se hallaba completamente desconcertado- ¿quiere llamarme la atención por algo?
Shion: pues…últimamente has estado desconcentrado, distraído quizás, y tus misiones no han sido completamente satisfactorias.
Milo: ah? Pero he cumplido con todas sin problema, si acaso el accidente en las ruinas del templo del Oráculo…-dijo esto último cada vez más bajo.
Shion: tu misión de traer a los aprendices de caballero de Isla Mujeres …
Milo: todos llegaron sanos y sin contratiempo –se apresuró a especificar Escorpión.
Shion: lo sé –concedió el mandatario.
Milo: entonces…
Shion: también sé que eran son cubanos.
Milo: cubanos? –repitió el griego, elevando sus cejas en sorpresa.
Shion: si, en la prueba como aspirantes se descubrió que ellos pensaban que eras un contratista y los traías para trabajar.
Milo: pero eso quiere decir…
Shion: que te equivocaste de isla.
Milo: y los verdaderos aspirantes?
Shion: deben seguirte esperando en SU isla que, aunque cercana, no es la misma.
Milo: aa..
Antares abrió la boca pero quedándose sin palabras ni argumentos, en ningún momento notó la diferencia o cualquier cosa extraña. El Patriarca reparó en esto y exhaló en señal de resignación, realmente no pretendía regañarle, más bien resolver el problema, por lo cual preguntó en tono comprensivo.
Shion: dime Milo, tienes algún problema o razón que te distraiga?
Milo: no, ninguno Patriarca –respondió inmediatamente.
Shion: de verdad? –cuestionó elevando (si tuviera) la ceja derecha, o al menos el área correspondiente.
Milo: si Shion: en serio? –insistió.
Milo: en serio.
El portentoso Ariano le miró profundamente con sus dulces ojos verdes.
Shion: …
Milo: …
Shion: …no te creo –expresó al fin, levantándose de su silla y mostrándose así aún más imponente.
Milo: (quien había abierto sus ojos desmesuradamente y adoptado una expresión como de gato asustado) pero Patriarca!!…
Shion: Mmh –volvió a exhalar con su boca cerrada; sabía ya la forma de solucionar aquello ayudando de paso a un obcecado y a un obstinado- Milo, de verdad no hay nada que decirme al respecto?
Milo: pues…no, no sé, no creo –expresaba evasivo.
Shion: pues yo si creo e intuyo que esta relacionado con cierto caballero dorado… de la onceava casa para ser más específicos.
Escorpión miraba expectante, por un momento temió que el francés fuera castigado como responsable de sus fallos, pero no había alguna razón válida, o si?
Milo: pero él no…
Shion: no te preocupes caballero de Escorpión, que no habrá ningún tipo de represalia para ninguno.
Antares trataba de comprender el sentido de esa conversación sin mucho éxito, sólo percibía que su propia tensión iba en aumento aunque esto tampoco lograba explicarlo.
Milo: disculpe Patriarca, pero no entiendo.
Shion: ah! Pero yo si; Milo, tu interés por Camus de Acuario es bastante obvio y por ello no creo que haya caballero en el Santuario que no esté enterado, incluyendo al aludido.
Milo: bueeno, si..eso es cierto, pero no afecta nadie.
Shion: no? Yo pienso que si; es más, te afecta a ti, por ejemplo, y a todo el santuario.
Milo: eh? A mi? Al Santuario?
Escorpión llegó a considerar -dentro de sí- que el Patriarca exageraba, pero evidentemente no llegaría a expresarle tal opinión.
Shion: a ti, porque también es sabido que tus intenciones no pasan de eso y aún así no son correspondidas.
El octavo caballero no pudo reprimir una mueca semejante a un puchero, esos eran temas ya muy personales.
Milo: discúlpeme Patriarca pero no creo que esto sea de relevancia…
Shion: pero lo es! Y aquí entra la segunda parte afectada, como ya dije me atrevo a suponer que el origen de tales descuidos proviene de tu enajenamiento por el santo de Acuario y con ello se corre el peligro de negligencias mayores.
Ahora si el griego se atrevió a expresar.
Milo: pero! no cree que está exagerando un poco Patriarca?
Shion: para nada y el incidente del templo de Delfos lo confirma.
Y era cierto, si es que aún podía llamársele templo a una sola columna que estoicamente aún permanecía en pie junto a grandes escombros producto de un derrumbe ‘accidental’ en la penúltima misión del Escorpión (cómo sucedió? Eso ni el mismo griego podría haberlo explicado).
Shion: por ello he tomado una decisión; creo que la mejor solución es que de una vez se defina su situación.
(n/a: verso sin esfuerzo, ah?)
Escorpión parpadeó.
Milo: nuestra situación?
Shion: así es, si es que haz de formar una pareja con él o ninguna relación; ya que este plano intermedio afecta tu concentración. Por ello te plantearé lo siguiente: tendrás 10 oportunidades para que Acuario te acepte, podrás disponer de lo que tú quieras, sea recursos o personas…
Antares sonrió con aires de superioridad.
Milo: [diez? No necesito más de una] –y este pensamiento iba a hacérselo saber cuando escucho lo siguiente.
Shion: pero, y escúchame con atención, si no logras que en esa diez oportunidades el santo de Acuario te acepte… deberás olvidarte de él, te quedó claro?
Escorpión abrió los ojos en sorpresa, resultaba demasiado extremo.
Milo: olvidarme de él?
Shion: así es, dejarás de rondarlo y centrarás tus pensamientos exclusivamente a tus tareas como santo de Athena.
Antares sabía que esa no era una propuesta, sino una orden, y a pesar de su seguridad por un momento temió el segundo resultado. Inclinó su cabeza en conformidad.
Milo: esta bien Patriarca, se hará lo que diga.
Shion: bien, ya puedes marcharte.
Escorpión se inclinó en reverencia; mientras salía escuchó.
Shion: Milo!
El aludido volteó.
Shion: confío…en la mejor resolución –expresó tras una pequeña pero dulce sonrisa conciliadora.
Antares siguió su camino. El poderoso Patriarca le vio partir con la esperanza de que esto llegara a un buen fin, ya que a pesar de considerarse los seres más fuertes del mundo, encargados de protegerlo, a veces demostraban ser como cualquier humano, llegando a comportarse como jóvenes, adolescentes o peor…
Shion: …niños…necios, ahh….. -exhaló por tercera ocasión el peliverde.