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Por amarte así por pionguis

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Notas del fanfic:

Bueno después d emuhco tiempo decidi se4guir con la historia y6 no slo con uno sino haciendo uan mini trilogía, esta es al segund aparte y espero en poco tiempos ubir la tercera.

Espero les guste Adios

Notas del capitulo:

segunda parte de mi trilogia de tres ;)

 Una fría tarde lluviosa en Londres, como era costumbre en  cada verano el agua subía a niveles alarmantes dejando la impresión de que en un momento dado pasarían de ser una isla a ser  una leyenda en lo más profundo del mar.  

Si tienes un poco de paciencia podías ver  la tormenta como algo glorioso, como si el agua fresca  en vez de empaparte y arruinar tus planes se uniera a tu cruzada  y mientras el resto del mundo corría  en busca de un refugio  tú solo desearas que la lluvia no acabara. 

Si, estas empapado, pero eso no importa ahora, por que el largo viaje que acabas de hacer a valido la pena, por que incluso ahora, viendo el trafico hecho un lió, a  gente corriendo  aparentemente sin sentido  y la mayoría de los lugares cerrados o atestados de personas  que  parece temer al agua pero que no pueden dejar de verla, te sientes bien, por que le has visto.  

Ahora no importa que  estés escurriendo de agua o  que tu visión se llega a nublar por las pequeñas gotas de agua que escurren por tu frente, incluso no importa que el ultimo automóvil allá pasado muy cerca de ti  lanzando un gran chorro de agua enlodada arruinando tu costoso abrigo y zapatos. 

Todo eso es nada si puedes verlo cinco minutos más. Si por fin y después de tanto tiempo sientes paz, si  lo que por tantos meses  anhelaste puede hacerse realidad de un momento a otro,  y al fin logras acallar la desesperación de tu adolorido corazón.

 Sientes una calida lagrima confundirse con las gotas de lluvia, quien te viera llorando en medio de una tormenta en pleno Londres muggle, tú mismo sonríes ante la ironía del asunto, pero ahora ya no importa, nada importa, por que no hay dolor mas fuerte que tener lejos de ti a la persona amada, el saber que es por su bien que te alejas y lo desprecias, duele ser fuerte, duele amarle, duele llorar, pero  mas  duele  no verlo; y hoy por fin te has dado cuenta que su amor es lo único que anhelas, que después de pensar en los castigos del  infierno te has dado cuenta que no existe uno mas grande que su ausencia, que después de no verlo no se olvida, que por mas que le llores no saldrá, que esta mas dentro tuyo que tu propio pensamiento, que prefieres verlo muerto a sentir su  indiferencia, que es mejor que te mataran y no vieras un solo quebrando de sus ojos, que su muerte también es tu muerte y su llanto también es tu llanto, que lo amas incluso mas que antes y si la tierra se acabara en este instante  rogarías  que este él a tu lado, para que mientras el mundo se consuma tu pudieras tomarlo de la mano y con el brillo en tus ojos le digas  yo te amo. 

Le observas con detenimiento en busca de cualquier cambio, pero según tus ojos sigue igual o más hermoso de lo que le recordabas, cinco meses han pasado, pero a ti te parece que fue solo ayer cuando le dejaste en su habitación con la esperanza quebrada. Le miras darse vuelta con una charola en mano, parece cansado, quisieras correr a su lado y sacarlo de ese inmundo lugar,  pero cuando das el primer paso te das cuenta que la lluvia a cesado y toda la gente comienza a salir de sus refugios.

  Poco tiempo pasa antes de que lo veas salir del restaurante donde trabaja, extrañamente sientes una cobardía nunca antes experimentada, y llegas a pensar en su olvido. Sabes que esta no es la manera de presentarte, y para empeorar las cosas, nada te asegura que aún te ama.

Divagas tanto en tus pensamientos que lo has perdido de vista. En un afán desesperado corres empujando a quien se atraviese para  poder verle un poco más, pero es inútil, el tumulto de personas te lo impide. Derrotado te acercas a un pequeño expendio a comprar unos cigarros. 

Cuando sales y  lo enciendes, recuerdas la última vez que compraste uno; fue precisamente cuando te diste cuenta que amabas a tu hijo y no de la manera en que un padre debía amarlo. Una extraña coincidencia en una todavía más extraña situación. 

Te sorprendes al reconocer que él es todo para ti, que incluso abarca los momentos más simples de tu existencia, y te preguntas el porque, pero no sabes si hay una verdadera explicación a tu pregunta. Sabes que lo amas por ser él, ¿pero qué de él es lo que amas? Te lo preguntas mientras caminas sin fijarte a donde. Llegas a pensar que todo esto es una obsesión sin sentido, pues todo lo que él tiene lo puedes encontrar en cualquier otra persona, cualquier otro que no amas. Te amargas pensando que no hay una fácil solución para tu dilema, sigues caminando. 

Hoy estabas decidido a confesarte de amores, a pedirle perdón a tu hijo, a suplicarle, a arrojarte a sus pies si fuera  necesario, todo con tal de verte de nuevo en sus ojos, por saber que puedes vivir en ellos lo que te queda de vida, y toda la valentía que sentiste se ha esfumado, y te preguntas si es lo mejor. 

El día en que se alejó, tú decidiste nunca más volver a verlo, y ahora eres también tú el que quebranta esa promesa viniéndole a buscar.

¿Es que acaso tu pobre corazón delirante no puede ser más fuerte? Chocas con alguien, te giras para disculparte por tan impropia acción, al hacerlo, te encuentras con algo más que un despistado  transeúnte. 

-Draco…- murmuras al verlo, tus ojos casi pueden sentirse acuosos y en el centro de tu estomago se forma un hueco, y piensas que no estás preparado, y todo cuanto has pensado decir se te ha olvidado. 

-¿Padre?- le escuchas pronunciar a penas audible, y miras en sus pupilas la muda pregunta a tu presencia. Sin motivos que inventarle lo miras con mucha atención y te fijas que no está solo. 

Y lo ves a él, su cabello oscuro y su clara piel hacen un exquisito contraste, sus verdes ojos se clavan en los tuyos esperando una explicación a tus actos, pero los ignoras y sigues en lo tuyo.

 Tus ojos chocan con la visión de su mano entrelazada con otra, y entonces tu corazón cae en un vacío, lo entiendes; están juntos… Era de esperarse, es lo que mereces, la triste consecuencia de tus acciones. Te reprochas, sabías que no debías ir, que lo mejor entre ustedes era la distancia, pero ya nada importa…Te arrepientes, y no por verle, sino por que fuiste olvidado, pides una disculpa y saludas a ambos cordialmente, evitas fervientemente mirar los ojos de tu hijo, aquellos en los que nunca mas te verás reflejado. 

Tratas por todos los medios de mostrar indiferencia pero fallas, cada segundo te acerca a la locura, quieres tocarlo, adorarlo, amarlo… Sabes que ya no es tiempo, que te ha olvidado; igualmente sabes que no podrás resistirte mucho más teniéndolo enfrente y sin poder demostrar tu amor, lo sabes y lo entiendes, y por eso es tan doloroso… 

Te despides y te alejas rápidamente, pero no tanto como quisieras, por que de haber podido habrías corrido, habrías volado, gritado y explotado, habrías desaparecido de la faz de la tierra para no sentir, para no desear tenerlo entre tus brazos y susurrarle incontables veces lo mucho que le amas y lo poco que te importa lo que los demás piensen; así no tendrías que pasar tu mísera existencia  con una mujer a la que no amas, ahogando tus penas en extensos días de trabajo que te agobian, pero te liberan de pensar en quien no debes.Así todo sería mejor… 

 %&%&%&%&%&    …   %&%&%&%& 

Con el tiempo te das cuenta que huir no fue la mejor opción. No has podido olvidarlo de ninguna manera, más te sientes feliz de saber que tiene a alguien que lo ama casi tanto como tú. Tomas el fino portarretrato negro con cuidado y miras su fotografía, con anhelo delineas con tu dedo su grácil figura, te detienes y ves la calida sonrisa que te ofrece, recuerdas los lejanos días cuando Draco  era sólo un niño y tu corazón estaba libre de dilemas; cuando en su joven pecho el precio de tu amor parecía normal. 

Hoy, a exactamente 45 días, sigues hecho pedazos. Cada mañana despiertas con la ilusión de verlo a tu lado apenas abras los ojos, y cada mañana giras el rostro y encuentras los finos y largos cabellos de tu esposa esparcidos sobre su almohada, miras sus delicados rasgos y piensas que es muy bondadosa y muy bella; la esposa perfecta.

 Pero no es lo que deseas, y por mas cariño que sientas y con todo lo que han vivido juntos  no la ves más que como una amiga, tal vez la mejor que puedas tener, pero únicamente eso. 

Tocas su piel y sientes su tersura, parece irreal, pasas su mano por su mejilla, entonces ella abre sus ojos azules y te dedica una suave sonrisa. Te sientes como una basura, ¿Cómo puedes fingirle amor y pasión si sólo piensas en el hijo de ambos?La besas deseando que fuera él al que besaras, la miras y deseas que fueran el quien te devolviera la mirada, ves sus ojos y piensas que ojala fueran más grises. 

Cierras los ojos y aspiras profundo, una delicada mano pasa sobre tu cintura mientras que otra delinea círculos sobre tu pecho, unos finos labios se pegan a ti con ligereza, casi con miedo; de a poco comienzas a corresponder, primero con duda, al final con brutalidad. 

Te desahogas, pero una vez que enfocas la vista en Narcissa, tu esposa, algo muere dentro de tuyo. Sales de tu habitación con el pretexto de siempre: “negocios”, dices.

 Llegas al refugio en que se ha convertido tu despacho, entras lo más rápido que puedes y sientes como si hubieras corrido tres kilómetros. Te sientas en tu sillón favorito, sientes frió e intentas convencerte que es por sólo llevar el pantalón de la pijama y una bata de seda; sabes que no es cierto, la ansiedad y la culpa son las que te hielan la sangre, las que enfrían tu cuerpo desde el interior y cada día se apoderan un poco más de ti. Tomas tu cabeza entre tus manos estrujando un poco tu cabello, sueltas todo tu peso sobre tus codos y lloras, pues te has dado cuenta una vez más que esto no se acaba, que la impotencia y dolor que sientes no desaparecen con nada. 

Te alegras de saber que tu hijo ha desistido de buscar un amor tan imposible como sería el suyo, y te entristece al mismo tiempo que sea así, por que entre los dos se ha levantado un muro completamente infranqueable... Te vuelves loco por amarle tanto y saber que nada puedes hacer para impedirlo. ¿Por qué el amor es tan difícil? ¿Por qué no conformarte con todo lo que ya tienes y que por años te hizo dichoso? ¿Por qué ahora nada de eso basta?

 -¿Cariño…?-Escuchas tras la puerta la voz de tu esposa, pasas las manos sobre tus cabellos para acomodarlo antes de contestar con un “adelante”. 

Ella, tan perfecta como siempre, camina hacia ti como deslizándose en el aire; se ha arreglado ya y luce bellísima, pero lo que más te sorprende es su radiante sonrisa, miras sus manos y te das cuenta que trae un pergamino, cuando se para delante de ti dice: -¡Lucius, cariño! – Y al llamarte emana euforia- ¡Draco vendrá! –

 Sientes como si te hubieran golpeado con una maza, tu cuerpo es muy pesado, dejas de escuchar y entonces pierdes la noción del tiempo… 

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 Quince días han pasado desde aquel anuncio, hoy es el día de su llegada.Te avergüenzas de ti mismo por tener miedo, pues en el fondo aún guardas la esperanza de que no te haya olvidado. Sin darte cuenta te vistes con tus mejores prendas y usas el perfume que sabes que le agrada, estas tan nervioso que gritas por nada buscando que todo esté perfecto, luego te quedas mudo cuando te das cuenta de tus acciones. Pides que te sirvan un vaso de whiskey y lo tomas con urgencia, los minutos parecen más largos de lo que deberían ser.

Escuchas el timbre sonar como si estuvieras debajo del agua, combina bien con la sensación hundimiento y de asfixia que presentas.Un pequeño y lastimero elfo se acerca a ti con miedo y te dice lo que por tanto tiempo ansiabas oír: Draco llegó a casa. 

Al llegar al recibidor encuentras a tu esposa saludando los recién llegados, pero a él no puedes verle. El sonido de su risa llega a tus oídos, por un instante piensas que nada ha cambiado y él sigue siendo el niño que te recibía al llegar a casa con besos y abrazos, preguntando como te había ido y contándote  anécdotas de su día.  

Te acercas más a la entrada, puedes ver sus cabellos platinados y una sonrisa se forma en tu boca. 

-Buenas tardes señor Malfoy- escuchas a un costado y te das cuenta de que había alguien más, aquél chico con el que chocaste hace meses en una calle de Londres muggle.

   Nuevamente te pierdes en el tiempo y el espacio, te percatas de todo cuanto pasa a tu alrededor, pero eres ajeno a ello, como si las cosas le sucedieran a otra persona, como si estuvieras en un pensadero y nada  de lo que sucede te afectara. 

Despiertas de tu ensoñación y los saludas, tu corazón punza dolorosamente pero  no lo demostrarás. Tu esposa los ha hecho pasar a la sala y tratas de entablar una plática amena sin mucho éxito, como hacerlo con esas manos enlazadas, con esas bobas sonrisas y las estúpidas miradas que se lanzan frente a ti. 

En tu pecho arde el fuego de los celos, y se ciernen en tu garganta todas las maldiciones que quisieras decir y que te terminaran ahogándote. Aprietas tus puños sin ser conciente de que tus nudillos se ponen blancos. 

-Bueno…- Escuchas decir a Draco, está nervioso y voltea a ver a Potter buscando apoyo-La razón por la que estamos aquí es que Harry y yo nos vamos a casar… 

Te quedas sin aire y escuchas a tu esposa soltar una exclamación de alegría; te niegas a aceptar lo que Draco ha dicho.

No, no, no, no, no… Tu mente repite. 

No pudo haberte olvidado tan fácilmente, no pudo enamorarse de Potter, no puedes permitir que se casen, no, no… 

Les dices que es una decisión muy precipitada, que si están seguros; sabes que sí, lo sabes, pero necesitas encontrar una excusa, cualquiera… Miras a Draco a los ojos esperando lo niegue todo, te devuelve la mirada y por un instante ves el sentimiento que viste el día que se marchó de casa; enseguida aleja su mirada, mira a Potter y éste a él, aprietan sus manos unidas y se sonrían  ¡NO! ¡No lo digas! ¡No lo hagas! 

-Estamos seguros padre, nos queremos…- y te mira de nuevo, pero su mirada es distinta, en ella ya no se refleja tu amor… 

-Además, queremos casarnos antes de que nazca el niño- Potter toca el abultado abdomen de Draco y te dan ganas de levantarte para separarlo, y gritarle que no se atreva a tocarlo.

El idiota sonríe, quieres borrar su sonrisa, no importa como… Tu esposa pregunta cuando nacerá tu nieto, dicen la fecha y el sonido de cada palabra retumba en tu cabeza cobrando importancia; sigues viendo la sonrisa de Potter, también ves la de Draco, y entonces tu mente dispara la respuesta

 -¿Sabes de quien es ese hijo Potter?- todos quedan en silencio, todos te miran, Potter dejó de sonreír… 

Narcissa te reprende con suavidad, la miras y te señala al frente, diriges tu vista a lo que quiere mostrarte y ves a Draco, está temblando con la mirada gacha, te das cuenta de lo que hiciste, no pretendías recordarle algo tan doloroso, sin embargo era necesario.

 De repente, la mano de Potter toma el rostro de Draco con cuidado, le da un beso en la mejilla y le sonría, Draco le corresponde. Potter te enfrenta, en sus ojos hay determinación, y sabes que perdiste… 

-Draco me contó lo sucedido, y no quiero insultarlos de ninguna manera, así que simplemente diré las cosas como son; no me importa las circunstancias en que Draco quedó embarazado, por que desde que le pedí matrimonio  y él aceptó, el niño es mío, yo soy su padre.

Y con estas palabras  termina toda esperanza. 

Tu esposa los felicita, ellos se abrazan y tú sólo callas…

 Le ama, deberías ser feliz, deberías felicitarlos, deberías… 

Tu esposa los invita a cenar y comienza a hablar sobre la futura boda, los guía al comedor y ellos se levantan, lentamente les sigues, te sientas en tu lugar correspondiente esperando, ¿qué? No lo sabes. 

La comida fue buena, como siempre, durante todo el rato no hablaste más que lo necesario, un elfo te avisa que tienes una llamada y te disculpas para ir a tu estudio.

 No era nada importante pero te quedas un rato más asimilando a solas tu derrota.

 Estas tan molesto que arrojas varios objetos muy lejos haciendo que se quebraran en la caída, no sabes que  hacer, quieres llorar, quieres suplicar, quieres matar a ese maldito Potter.  

Tocan la puerta, es Narcissa; te informa que Draco se va, te tranquilizas y sales a despedirlos, están esperando a fura para subir al carruaje, no utilizan la chimenea o la aparición pues podría causarle daño a Draco.

 Escuchas a Narcissa darle consejos a Potter, tú te concentras en Draco; te acercas, tu rostro no muestra nada pero tus pupilas suplican; le dices que no te abandone, te disculpas por no haberte dado cuenta antes de tu error; le imploras que no deje de amarte… 

Draco te ama, casi estás seguro, pero niega con la cabeza discretamente, y te dice: 

-Siento las dificultades que les he causado. Les agradezco que hayan aceptado a Harry; él es un buen hombre, me ama y sé que casarme con él me hará bien… Me acepta aun siendo como soy, me ha ayudado mucho y será un gran padre…- no puedes permitir que diga eso, no. Lo tomas del brazo, pero antes de que digas nada, Draco te interrumpe-…Yo, yo también le quiero… 

¡Es mentira! ¡Sabes que es mentira! ¡Tiene que serlo!  Quisieras zarandearlo hasta que lo entienda, el no lo quiere, te quiere a ti y tu a él, estas a punto de decirlo cuando Potter se acerca y abraza a Draco, le dice que es hora de irse, te tiende la mano sin saber que se la da a su contrincante, tú la miras  con odio, esa es la maldita mano que siempre se une  a la de Draco, no lo sabe, pero ha ganado un enemigo.

Pero Draco no se puede ir, no con ese tonto, no sin ti, ya una vez mataste piensas, pero tampoco quieres ganarte el odio de Draco 

-¿Por qué no se quedan? – les propones con una ligera sonrisa  al notar la cara de sorpresa de Draco – Es mas por que no se casan aquí es lo menos que podemos hacer por ustedes – dices recalcando la ultima palabra 

Notas en el rostro de tu hijo el miedo, no a  ti, si no a lo que pudiera pasar y entonces un poco de felicidad llega a ti, aún te quiere… 

 

Notas finales:

.

Nos vemos en el proximo. Saludos!


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